Alto a la guerra de ignominia

Obrero Revolucionario #946, 1 de marzo, 1998

Está en preparación una guerra de ignominia y vergüenza.

De un lado está la colosal y supertecnológica máquina de guerra de Estados Unidos con sus portaaviones, bombarderos, misiles, aviones que esquivan radares, satélites espías y mucho más.

Del otro lado, en las miras de esa máquina de guerra, está la apabullada y debilitada nación de Irak. En sus ciudades, la gente constantemente mira a los cielos, escucha las noticias y está pendiente de las sirenas, por si empieza de nuevo el devastador bombardeo. En 1991 padecieron 43 días y noches consecutivos de bombardeos que destruyeron hospitales, centrales de agua potable y refugios civiles. Desde entonces, ha habido bombardeos periódicos. A eso se suman las sanciones económicas que han privado al país de alimento y medicinas, y que han matado a 750.000 niños. Hoy, esa población anticipa otro ataque canalla de la superpotencia yanqui.

Semanas después de que terminó la guerra del 91, se captó en video la paliza que le dio una bola de policías a Rodney King. Hoy, Estados Unidos, que se las da de policía del mundo, quiere hacerle a Irak lo mismo que esos policías le hicieron a Rodney King. ¿Con qué derecho?

El gobierno les dio cuerda a altos funcionarios para "abogar a favor" de la guerra. Acusan a Saddam Hussein de "reincidente" y afirman que amenaza a los países vecinos y de todo el mundo con "armas de destrucción masiva". Dicen que expresan "la voluntad del pueblo". Pero en Columbus, Ohio, y otras ciudades, se chocaron con serias preguntas y protestas contra la guerra que están tramando.

La clase dominante controla una gran infraestructura del gobierno y la prensa grande, y con esas herramientas quiere hacernos tragar el pretexto para otra guerra. Pero los voceros del gobierno también han dicho que, con o sin protestas, van a bombardear a Irak. Clinton dijo: "Si resulta necesario atacar, pienso que América hará lo que siempre ha hecho: se unirá". Al cierre de esta edición, el Secretario General de la ONU, anunció, desde Bagdad, que había concluido un acuerdo con el gobierno iraquí que permitira el regreso de los inspectores de armas. Pero Washington ha dicho que rechazar cualquier acuerdo que negocie la ONU y lanzar una guerra "unilateral" contra Irak. La máscara de "debate democrático" tapa la dictadura de la clase capitalista.

Dos días después de la protesta contra los representantes del gobierno en Columbus, Ohio, el FBI arrestó a dos hombres por tener un "veneno biológico". Las primeras planas chillaban: "Susto por ántrax". Luego se supo que uno de ellos milita en grupos supremacistas blancos y estaba en libertad condicional por haber obtenido ilegalmente una muestra de la bacteria de la peste bubónica. Una declaración jurada dice que ese tipo ha dicho que iba a descargar bacterias venenosas en el subterráneo de Nueva York y echarle la culpa a Irak. Sea cual sea la verdad, lo cierto es que las autoridades sabían de esos dos tipos desde hace buen tiempo. La secretaria de Estado y otros altos funcionarios aprovecharon el incidente para señalar lo peligrosas que son las armas biológicas y, por tanto, justificar el ataque a Irak. Todo esto parece como salido de la película Wag the Dog, en la que la Casa Blanca trabaja con un productor de cine para "montar" una guerra ficticia. En este caso, los funcionarios del gobierno están usando el miedo que presentan las armas biológicas, y la "coincidencia" del arresto de esos dos tipos, para volcar la opinión pública a favor de su guerra.

La satanización de Saddam Hussein por parte de la prensa y el gobierno, así como las amarillescas advertencias sobre la supuesta amenaza que representan sus armas químicas y biológicas, han afectado a muchos. Incluso entre los que discrepan con las maniobras del gobierno, hay quienes dicen: "No quiero que vuelvan a bombardear al pueblo iraquí, pero ¿qué hacemos con Saddam Hussein?". Plantear el problema de esa manera le hace el juego al gobierno.

Es bien sabido que el gobierno siempre miente sobre sus verdaderas intenciones. Por tanto, ¿no sería mejor poner en tela de juicio sus justificaciones para una guerra contra Irak, especialmente cuando hay tantas vidas en juego? ¿Se puede permitir que el gobierno y sus FFAA cometan más genocidio en Irak en nombre del "pueblo americano"?

¿Cuál es la verdadera relación entre Estados Unidos y Saddam Hussein? En un principio, al igual que otros gobiernos de países del tercer mundo, Saddam contó con pleno apoyo de Washington. En los años 80, Estados Unidos y sus aliados imperialistas lo azuzaron a lanzar una guerra contra Irán, que solo les convenía a ellos, en que murieron un millón de iraquíes e iraníes. Estados Unidos ayudó a Hussein a construir sus FFAA y no se quejó cuando usó gas venenoso contra soldados iraníes y rebeldes curdos.

Pero cuando Irak quiso extender su poderío en la región, chocó con los intereses de Estados Unidos. Fue entonces que Hussein dejó de ser "su hombre" en el golfo Pérsico y pasó a ser un "loco" a quien atacó con todo su poderío militar. Para castigarlo y "ponerlo en su lugar", mató a más de 200.000 iraquíes.

Desde la guerra del 91, Estados Unidos ha procurado reemplazar a Saddam Hussein con un títere más obediente. La CIA ha intentado asesinarlo y ha planeado golpes de estado. Washington ha debilitado su economía con sanciones, con la esperanza de que los militares iraquíes vieran a Hussein como el responsable y le dieran la espalda.

Sin embargo, Saddam Hussein sigue en el poder, y eso es un gran problema y una vergüenza para el gobierno de Estados Unidos. No es que le importe un comino el pueblo iraquí. De hecho, en muchas ocasiones ha traicionado a los curdos y otros oprimidos de Irak, por temor a que un levantamiento divida al país y "afloje" su control de la región. A pesar de la cháchara de las "armas de destrucción masiva", el gobierno sabe que las FFAA de Irak están muy débiles y no presentan ningún problema para los países vecinos.

Lo que verdaderamente le preocupa al gobierno de Estados Unidos es que el no haberse "deshecho" de Saddam Hussein es una mancha en su coraza de poderío, prestigio e "invencibilidad". En una palabra, teme que parezca que no es capaz de dominar a países pequeños, y no quiere que otras potencias, como Rusia y Francia, aprovechen la situación y metan mano en el golfo Pérsico. El control del petróleo del Golfo es indispensable para el status mundial de Estados Unidos. Si bien la cantidad de petróleo que le compra a los países del Oriente Medio es mínima, Japón, Europa y otros países dependen casi exclusivamente de él.

La agresión contra el pueblo y el gobierno de Irak se debe a que Estados Unidos necesita defender y extender sus intereses imperialistas: controlar el petróleo y dominar el mundo.

En una palabra: el principal problema en Irak no es Saddam Hussein, sino el imperialismo yanqui.

Estados Unidos no tiene el derecho de decirle al pueblo iraquí qué clase de gobierno o líderes tener. Ese es un asunto que tiene que resolver el propio pueblo iraquí. Es una cuestión de soberanía nacional y los imperialistas, que ya han violado ese derecho, ahora lo quieren eliminar del todo.

Quien de verdad quiera ayudar al pueblo iraquí, debe rechazar la campaña contra Saddam. Si se acepta cualquier parte de esas mentiras y pretextos, se debilitará la oposición a una guerra injusta. Los soldados de Estados Unidos no sirven para nada en Irak ni en ninguna otra parte del mundo. La auténtica ayuda internacionalista que podría ayudar al pueblo iraquí es la oposición antiimperialista.

Las masas populares de Estados Unidos y el resto del mundo comparten un enemigo común con el pueblo iraquí: el mismo sistema que puso a toda la población iraquí en las miras de su máquina de guerra, ha criminalizado a toda una generación de jóvenes aquí. La misma potencia imperialista que le ha robado espacio aéreo a Irak imponiéndole "zonas de exclusión", le está robando tierras a los campesinos mexicanos con su TLC/NAFTA. La misma clase de capitalistas que le está quitando a los pobres de aquí la ayuda del welfare y estampillas de comida, está matando de hambre a los niños iraquíes con sus sanciones económicas. Son los mismos opresores que tienen maquiladoras en Indonesia y que sacan enormes ganancias del petróleo del Oriente Medio a expensas de millones de trabajadores árabes.

Las masas de Estados Unidos tienen mucho más en común con los iraquíes que con la clase dominante de este país. Las masas de Irak NO son nuestros enemigos; son nuestras hermanas y hermanos.

La guerra de Estados Unidos en el golfo Pérsico no es nuestra guerra; es una guerra completamente injusta, carente de honor; es una guerra de ignominia y vergüenza. Desde las "entrañas de la bestia" tenemos que confrontar esa guerra imperialista con resuelta y amplia oposición.


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