Merle Africa: Luchadora por el pueblo

Obrero Revolucionario #951, 5 de abril, 1998

El viernes, 13 de marzo, Merle Africa murió en su celda en la prisión estatal de Cambridge Springs, Pensilvania. Merle era una de los 9 de MOVE, nueve presos políticos condenados injustamente de asesinato. Pasó 20 años en la cárcel y nunca rechazó sus ideales revolucionarios, a pesar de muchos intentos de hacerla claudicar.

Todavía no se saben las circunstancias precisas de su muerte. Se desmayó el 13 de marzo y las autoridades mandaron salir de la celda a su compañera, Debbie Africa. Un equipo médico le hizo algo y no llamó la ambulancia por 40 minutos. Dijeron que Merle murió de complicaciones de cáncer de los ovarios; luego la autopsia oficial indicó que murió de "causas naturales" a la edad de 47 años.

En una entrevista que le hizo Marpessa Kupendua, de la Red Africana de las Líneas de Frente, Ramona Africa dijo: "Este sistema mató a Merle, no importa lo que diga la autopsia. Dicen que murió de causas naturales. ¿Qué chingados son causas naturales? ¿Qué tiene de natural pasar 20 años presa? ¿Qué puede ocurrir naturalmente en tales circunstancias? El 8 de agosto de 1978, Merle era una mujer fuerte y sana; no tenía cáncer, coágulos sanguíneos ni ninguna enfermedad cuando a fuerzas la sacaron de su casa, la apresaron y se responsabilizaron por ella y por su vida".

Merle Austin Africa se crió en Filadelfia. En un artículo autobiográfico para el periódico de MOVE, First Day, dijo: "Antes de afiliarme a MOVE, tenía más o menos la misma clase de vida que todos los que vivimos en este sistema. Estudié, me gradué, trabajaba como secretaria en la Universidad Temple, pero tenía muchos problemas sin posibilidad de solucionarlos".

Merle escribió que su niñez fue muy difícil. Su padre tomaba mucho y la golpeaba. Ella se volvió alcohólica y drogadicta; sufría de bulimia, depresiones suicidas, alucinaciones y paranoia. De adolescente, su madre la llevó a psiquiatras que recomendaban que la metieran en el manicomio, lo que su madre descartó.

Merle dijo que cuando conoció a MOVE, por fin encontró una razón para vivir. Escribió: "Mi vida cambió cuando conocí a MOVE y escuché las poderosas enseñanzas de JOHN AFRICA. Me atrajo el auténtico amor, compasión y unión familiar que vi en los compañeros de MOVE...".

Merle ingresó a MOVE en 1973. El alcalde de Filadelfia en ese tiempo era Frank Rizzo, conocido en todo el país por su brutalidad contra los negros. MOVE protestaba mucho contra la injusticia, especialmente la brutalidad policial, y por eso la policía inició una campaña sistemática contra sus miembros.

El 20 de mayo de 1977, MOVE hizo una manifestación frente a su casa en Powelton Village con las demandas de libertad para sus presos políticos y fin a la violencia y el terror oficial. Unos miembros de MOVE tenían armas para mantener a raya a los policías. En la manifestación, los miembros de MOVE declararon: "Le dijimos a la policía que ya no iba a haber muertes ocultas. Ahora tendría que matarnos a plena vista de todos, porque si nos atacaban a puñetazos, les íbamos a dar de puñetazos. Si con macanazos, íbamos a responder con macanazos, y si con pistolas, pues nosotros también...".

Tal osadía enloqueció a las autoridades y expidieron órdenes de arresto contra 11 miembros de MOVE por amotinarse y "poseer los medios para cometer un delito". Sin embargo, no podían entregar las órdenes porque nadie salía de la casa. Por varios meses Rizzo trató de obligarlos a salir. Después de casi un año, mandó rodear la casa y les cortó el agua. Durante cinco meses, no permitió la entrada de comestibles. Pero así y todo no salían.

Doce adultos y varios niños se encontraban en la sede de MOVE. El 8 de agosto de 1978, la policía rodeó la casa y le echó cientos de galones de agua; luego abrió fuego con armas automáticas y gas lacrimógeno. Al final de la balacera, el policía James Ramp estaba muerto. Los adultos de MOVE salieron cargando a los niños entre nubes de gas lacrimógeno y fueron detenidos. MOVE no había disparado ni un solo tiro y ningún miembro de MOVE estaba armado.

La naturaleza política de los ataques a MOVE fue patente cuando acusaron de la muerte de James Ramp a nueve de los arrestados, todos miembros conocidos de MOVE; Merle Africa fue uno de ellos. A otros tres los amenazaron: o rechazaban a MOVE o los acusaban también. De ese grupo, dos personas dijeron que no eran miembros de MOVE y las soltaron. La tercera, Consuewella Africa, no echó para atrás y la condenaron de 10 a 20 años de prisión.

No había pruebas para incriminar a MOVE por la muerte de Ramp. La autopsia demostró que recibió un disparo desde arriba y atrás; sin embargo, los miembros de MOVE estaban en el sótano. La policía dijo que se "hallaron" varias armas en la casa, pero no tenían huellas digitales de miembros de MOVE. Los informes balísticos del arma que mató a Ramp no cuadraban con ningún arma de MOVE. Los miembros de MOVE querían representarse a sí mismos en el juicio, pero su actitud desafiante no le gustó al juez y los echó del juzgado; los defendieron abogados escogidos por la corte. A Merle Africa y a los demás acusados de MOVE los declararon culpables y los sentenciaron de 30 a 100 años.

Siete años después, el 13 de mayo de 1985, la alcaldía de Filadelfia, con las autoridades estatales y federales, soltó una bomba sobre otra casa de MOVE, en la avenida Osage. Asesinaron a seis adultos y cinco niños. La policía disparó contra los que escapaban de las llamas; solo sobrevivieron Ramona y Birdie Africa. Los sádicos guardias se regocijaron cuando le dieron la noticia a Merle Africa y los demás presos de MOVE de la muerte de sus compañeras, compañeros e hijos. La respuesta de Merle y los 9 de MOVE fue continuar sacando a luz los crímenes del sistema. En 1986 las presas de MOVE pusieron una demanda contra los funcionarios públicos responsables por los asesinatos en la avenida Osage. Además, continuaron la apelación de sus condenas injustas.

Merle Africa pasó casi 20 años presa por un delito que no cometió. Jamás claudicó a pesar de la intensa presión y el brutal tratamiento. Muchas veces recibió castigos severos, empezando cuando llegó con sus compañeras de MOVE a la prisión estatal Muncie. Debido a sus creencias religiosas no se dejaron sacar sangre, y las metieron al calabozo. Comenzaron una huelga de hambre que duró 48 días hasta que las autoridades, preocupadas por la creciente publicidad de la huelga, mandaron guardias encapuchados a sacarles sangre a la fuerza. Luego les dijeron que como habían "dado" sangre, las iban a sacar del calabozo.

Hace poco Ramona Africa describió las condiciones en que tenían a Merle y las demás presas de MOVE: "Las celdas tienen puertas de roble que van desde el suelo hasta el techo. Las cierran tan bien que ni siquiera se puede pasar un papel por debajo. Las ventanas tienen cuatro láminas; uno no puede ver nada afuera y no entra ni el menor soplo de aire".

Desde la prisión, Merle condenaba el sistema y luchaba contra sus injusticias. Escribía sobre el preso político Mumia Abu-Jamal y, al igual que los demás presos de MOVE, prestaba atención a lo que pasaba dentro y fuera de la prisión. Abordó varios temas en First Day. En uno de los últimos artículos que escribió, sobre la "Marcha de un Millón de Mujeres", dijo: "Las mujeres de MOVE ahora tenemos 20 años presas; he visto que la cantidad de presas crece asombrosamente, es para dar escalofríos. Porque tantas chavitas, de 16 y 17 y 18 años, tienen largas sentencias, hasta DE POR VIDA. Están presas por vender droga, pero también por defenderse a sí mismas o a sus hijos de hombres violentos y eso no es justo. En este sistema, una mujer no tiene el derecho de defenderse a sí misma o a sus hijos de un ataque...".

En otro artículo reciente de First Day, Merle habla de las muchas injusticias del sistema: "[Clinton] tiene escuadrones de la muerte, militares y civiles, para aplastar la oposición a la opresión legalizada, ya sea en el Oriente Medio, el Medio Oeste o la avenida Osage. A diario amenaza a los pobres con cárcel por no pagar sus impuestos; los tiraniza a que busquen una chamba pero no les da dinero para el cuidado de los niños; hace recortes de `welfare', dejándolos sin fondos para mantener la familia. Aprueba leyes como el TLC que permite que las empresas vayan a otros países en busca de mano de obra barata y deja a las familias estadounidenses sin trabajo y sin techo, a vivir en la calle...".

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Merle Austin Africa fue una luchadora contra el sistema. No temía nada y no permitió que la cárcel y sus horrores quebrara su espíritu revolucionario. La vamos a echar de menos. Pero recordaremos su compromiso con la lucha contra la injusticia y su actitud de sacrificarlo todo para cambiar el sistema. Ese espíritu vivirá en los que tomen su lugar en la lucha por un mundo mejor.


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