Las calles les pertenecen al pueblo

No se metan con la Marcha de Un Millón de Jóvenes

Obrero Revolucionario #970, 23 de agosto, 1998

Al cierre de esta edición nos enteramos de que la estructura de poder de Nueva York está tratando de parar la "Marcha de Un Millón de Jóvenes" (MYM). La alcaldía no dio permiso para marchar por Harlem el 5 de septiembre, el Labor Day. Solo autorizó marchas en dos zonas lejanas (Randall's Island o Van Cortlandt Park) y después del fin de semana de Labor Day.

Rudolph Giuliani, el alcalduro de Nueva York, dijo que era una "marcha de odio". Afirmó: "Tienen el derecho de hacer manifestaciones y protestas hasta cierto punto, pero no tienen el derecho de hacerlo donde y cuando quieran". Mejor dicho: No se me alebresten. Aquí mandamos nosotros, no ustedes.

La neta: ¿Quién carajos cree Giuliani que es para decir que los jóvenes negros y de otros grupos oprimidos no pueden marchar en Harlem? Las calles de Harlem deben ser del pueblo, no de ese aspirante a dictador. Esta generación merece ser oída, y expresar cómo la golpean, callan y criminalizan.

Prohibir la marcha es un ataque a la nueva generación, una patada a derechos políticos básicos y un insulto a los negros.

Unir a todos los que se pueda
unir contra el verdadero enemigo

En respuesta, hay que unir a todos los posibles aliados contra este ataque político racista de la alcaldía. Pero en vez de hacer eso, se oye una respuesta confusa y negativa que acusa a Giuliani de "trabajar para los judíos" y propone apuntar la MYM contra la comunidad judía de Crown Heights.

Todo el que estudie en serio las relaciones de poder en Estados Unidos debe saber que Giuliani "no trabaja para los judíos" y que los que viven en Crown Heights no controlan a Nueva York ni gobiernan este sistema. A Nueva York la controla la clase dominante de Estados Unidos, y Giuliani es su representante político.

Todo el que quiera en serio acabar la opresión de los negros debe saber que el responsable de la opresión de los negros es el sistema capitalista: de los días de la esclavitud hasta hoy. La clase dominante, sus paniagudos y capataces son los principales enemigos del pueblo.

Apuntar contra los judíos siembra confusión y antisemitismo; arrastra por el fango la heroica lucha de liberación de los negros; confunde quién es el verdadero enemigo de los negros y demás oprimidos, y desvía la lucha. En realidad, las consignas antisemitas le dan a entender a la clase dominante que ciertas fuerzas no piensan atacar al sistema. Para rematar, alejan a mucha gente que quiere que la juventud confronte la opresión.

Cuando el sistema ataca, el pueblo debe mantenerse firme, unir a todos los que se pueda unir contra el verdadero enemigo y derrotar el ataque. Los chavos deben marchar donde y cuando quieran. ¡La rebelión se justifica!


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