Pinochet:
Enemigo del pueblo

Obrero Revolucionario #986, 13 de diciembre, 1998

El 11 de septiembre de 1973, el general chileno Augusto Pinochet dirigió la junta fascista que tumbó el gobierno de coalición encabezado por Salvador Allende. El golpe fue la culminación de varios años de sabotaje y operaciones secretas dirigidas por Estados Unidos. El golpe y la subsecuente dictadura de Pinochet dejaron un saldo de 30.000 muertos. En el estadio de Santiago detuvieron y mataron a miles. Un millón de chilenos tuvo que huir del país.

Para los oprimidos y proletarios de Chile y del mundo, Pinochet es un asesino odiado. Sin lugar a dudas es un enemigo del pueblo a quien se debió juzgar y castigar hace muchos años. Sin embargo, se mantuvo en el gobierno y a la cabeza de las fuerzas armadas hasta 1990 y ahora lleva el título de "senador vitalicio".

Pero 25 años después del golpe podría ser juzgado. El 16 de octubre, Pinochet fue detenido en Inglaterra a pedido de un juez español. Pinochet estaba en Londres para hacerse una operación. La orden de detención lo acusa de "genocidio, terrorismo y asesinatos". En concreto, menciona la Operación Cóndor, una conspiración entre los gobiernos de Chile, Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay para capturar y asesinar a miembros de grupos de oposición en los años 70. El juez español ha solicitado la extradición de Pinochet a España.

En un principio, una corte inglesa dijo que a Pinochet no se le podía acusar de actos cometidos cuando era "jefe de Estado soberano". Pero el 25 de noviembre, la corte suprema de Inglaterra revocó la decisión previa y decidió que no tenía inmunidad. En diciembre el gobierno británico decidirá si da curso a la extradición a España o si le permite regresar a Chile.

El gobierno de Estados Unidos no ha hecho declaraciones públicas sobre el caso de Pinochet. Pero, a petición de la corte española, ha dicho que entregará documentos gubernamentales secretos sobre Chile. Por otro lado, la secretaria de Estado, Madeleine Albright, dijo que Inglaterra debe considerar el punto de vista del gobierno chileno antes de tomar una decisión. El gobierno chileno, que es pro Estados Unidos, demanda el regreso de Pinochet y es un gobierno que ha perdonado a generales que asesinaron, torturaron y desaparecieron a miles de chilenos.

En cuanto Pinochet fue detenido en Inglaterra, estallaron manifestaciones en Chile y por todo el mundo que piden que se le juzgue y castigue. Pero Inglaterra, Estados Unidos y los demás gobiernos de Occidente tienen sus propias razones imperialistas para tomar medidas en este caso. Por ejemplo, quieren para fortalecer el derecho y los tribunales internacionales con sus propios fines. En los Balcanes por ejemplo, los gobiernos de la OTAN han establecido tribunales internacionales como pretexto para intervenir en la región. Estados Unidos ataca a Irak bajo el escudo de la ONU. Los pueblos del mundo no ganarán nada si Estados Unidos y otros imperialistas obtienen mayores poderes de intervención. (A la vez, la clase dominante yanqui teme que el juicio a Pinochet establezca un precedente para juzgar a sus funcionarios.)

La mano yanqui que maneja a Pinochet

Un juicio popular condenaría a Pinochet de grandes crímenes. Pero también habría otros acusados, pues detrás del golpe de 1973 estuvo la mano del imperialismo yanqui. El entonces presidente Richard Nixon ya murió, pero quedan otros, hoy considerados "estadistas" de la clase dominante: Henry Kissinger, asesor de seguridad nacional de Nixon; Gerald Ford, vicepresidente de Nixon; George Bush, director de la CIA de 1976 a 1977. Además, están las compañías Chase Manhattan, ITT, otros bancos y corporaciones que cometieron horrendos crímenes en Chile para abonar sus ganancias.

En un juicio así, no faltarían pruebas. Es bien sabido que Estados Unidos dirigió, planeó y ejecutó hasta los detalles del golpe de 1973; es uno de los crímenes imperialistas mejor documentados.

La victoria electoral de la coalición de Unidad Popular, encabezada por Salvador Allende, se debió a las luchas que en esos años estaban estremeciendo a Chile y al resto de Latinoamérica. La UP no se propuso tumbar del poder a la burguesía chilena ni desligarse completamente del imperialismo. Sin embargo, nacionalizó industrias importantes y dio pasos hacia una reforma agraria.

Un informe de la CIA, escrito antes de que Allende ganara las elecciones, advierte sobre las consecuencias de su victoria y explica por qué había que respaldar a Pinochet. Dice: "El prestigio y los intereses de Estados Unidos en Latinoamérica y, hasta cierto punto en otras partes, se ven concretamente afectados, en momentos en que Estados Unidos no puede darse el lujo de tener problemas en lo que tradicionalmente se reconoce como su `patio trasero'".

Para preparar el golpe, Estados Unidos "le cerró la llave" a la economía a Chile, como dijo Henry Kissinger. En apuntes de puño y letra del director de la CIA, Richard Helms, tomados en reuniones con Nixon, en 1970 este ordenó hacer "chillar" a la economía chilena. Los bancos congelaron créditos y el gobierno congeló la ayuda económica. El Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales dominadas por Estados Unidos cancelaron préstamos. La ITT formó un comité de representantes de corporaciones estadounidenses para fraguar una estrategia contra Allende, de la mano con la administración Nixon. Mandaron agentes de la CIA a sabotear la economía y fomentar un movimiento de oposición contra el gobierno de Allende, como la huelga de camioneros que paralizó el sistema de transporte.

Al mismo tiempo que Estados Unidos canceló la ayuda económica, aumentó la ayuda militar. También financió y dirigió la formación de grupos paramilitares.

En medio de claros preparativos para un golpe militar, el gobierno no alistó a las masas. Más bien las desarmó diciendo que la UP representaba el "camino pacífico al socialismo" y no las movilizó para enfrentar con las armas a los golpistas. El 11 de septiembre de 1973, el golpe fascista empezó con bombardeos aéreos al palacio presidencial, donde cayó muerto el presidente Allende; luego empezaron los arrestos en masa.

Una vez que Pinochet se afincó en el poder, Estados Unidos volvió a "abrir" la llave de la economía e inundó el país de capital. Otras potencias hicieron lo mismo. Pinochet puso en marcha la "privatización" y otras medidas imperialistas. Hoy, ponen el "milagro del mercado libre" de Pinochet, realizado sobre las espaldas de los oprimidos, como "modelo" para otros países del tercer mundo.

En los años 70 el gobierno de Pinochet participó en la Operación Cóndor con Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay. Según la revista Covert Action Quarterly (otoño 1994), fue una operación para torturar, secuestrar y asesinar a cientos y probablemente miles de latinoamericanos que se oponían a sus gobiernos. "Estados Unidos aportó inspiración, dinero y tecnología para la represión" que llevaron a cabo esos gobiernos. La CIA se encargó de la logística y de coordinar las diferentes agencias de espionaje, suministró equipo de tortura y enseñó a aplicar choques durante los interrogatorios (por ejemplo, cuántos voltios podían resistir los presos).

Pinochet cometió cientos de asesinatos, torturas y desapariciones de chilenos y ciudadanos de otros países, y los imperialistas yanquis le dieron las órdenes.


Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Obrero Revolucionario en:
http://rwor.org
Cartas: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Teléfono: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
(Por ahora el OR/RW Online no se comunica por correo electrónico.)