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Lu Xun: Crítico inquebrantable del sistema

Obrero Revolucionario #988, 27 de diciembre, 1998

Alquilaban tres piezas en la Casa de los provincianos de Shaoxing. Se decía que la mujer que las había ocupado se ahorcó allí, colgándose de una sófora del jardín.... Las alquilé y permanecí en ellas varios años, dedicando mi tiempo a copiar inscripciones provenientes de estelas antiguas.... Unicamente uno de mis viejos amigos, Chin Hsin-yi, solía venir a conversar un poco. Al llegar, depositaba su gruesa cartera de cuero en mi tambaleante mesa, se quitaba su largo abrigo y se sentaba frente a mí, el corazón saltándole de miedo que le había provocado el perro....

"Creo que deberías escribir alguna cosa...".

Comprendí su pensamiento. Estaban ocupados en lanzar Nueva Juventud y aunque no habían recibido ningún estímulo, tampoco habían encontrado oposición. Pensé: Tal vez se sienten aislados. No obstante, respondí:

"Es como si hubiera una enorme casa de hierro, sin ventanas y prácticamente indestructible, llena de hombres dormidos. Tú sabes que van a morir en seguida asfixiados, pero pasarán del sopor a la muerte, sin sentir el dolor de la agonía. Entonces tú te pones a gritar, despiertas a algunos, los de sueño más ligero, y esta desgraciada minoría va a sufrir las angustias de una muerte inevitable. ¿Crees que les haces un servicio obrando así?"

"Desde el momento que haya hombres despiertos, tú no puedes asegurar que no exista la esperanza de destruir la casa de hierro".

Lu Xun, Prefacio del Grito de Llamada, su primera colección de cuentos

China era, en efecto, una casa de hierro cuando Lu Xun empezó a escribir, y el pueblo se sofocaba en la pobreza y la opresión. De 1918 a 1925, escribió 26 cuentos y muchos comentarios breves. Retrató con sátira y humor a muchos personajes, mostrando cómo el imperialismo y el feudalismo hacían que gente de distintas clases (incluso las clases oprimidas) se portara y pensara servilmente.

Por ejemplo, La verdadera historia de A Q, publicada en 1921, era una sátira incisiva de la Revolución de 1911 por su falta de cumplimiento. A Q es un muchacho bruto del campo en los últimos años de la dinastía Chang. Cuando los otros pueblerinos lo humillan, se da un aire de superioridad, consolándose con la "victoria espiritual".

Para ganar prestigio, va a la ciudad a robar; de regreso, se jacta que participó en la revolución que tumbó la dinastía. Pero después de esta revolución, el magistrado local se queda en el puesto, el candidato provinciano se convierte en administrador civil auxiliar, el mismo capitán dirige el ejército, e incluso el "Falso Demonio Extranjero" se suma a "la reforma", y todos ellos le prohíben que A Q se una a la revolución. Luego, cuando los revolucionarios burgueses llegan al pueblo, colaboran con los terratenientes, enjuician a A Q por robo y lo fusilan. La moraleja del cuento es que la revolución burguesa colaboró con los feudales, traicionando tanto sus supuestas metas de progreso social como a los campesinos como A Q, quienes siguieron oprimidos y engañados.

La obra de Lu Xun prestó mucha atención a la cuestión de la opresión de la mujer, a cómo las relaciones sociales tradicionales de China oprimían a la mujer y los niños. El Sacrificio del Año Nuevo ilustra cómo las relaciones familiares del feudalismo matan a la esposa de Hsiang Lin. Obligada a casarse con un niño 10 años menor, su matrimonio es una farsa cruel. Cuando él muere, ella huye de la casa y consigue trabajo de criada en la familia de un hombre culto confucianista, quien la desprecia por ser viuda. Sólo se sonríe cuando está trabajando. Pero como la mujer es considerada propiedad de la familia del esposo, la familia del difunto la saca de allí y la vende a un hombre que vive en las montañas. Este también muere y ella regresa a la casa del hombre culto, donde la maltrata más hasta que por fin la corre, pues la muerte del segundo marido comprueba su "mal carácter". Termina pidiendo limosna en la calle y se muere en vísperas del año nuevo, entre el alegre alboroto de los cohetes.

En Añoranza del pasado, Tzu-chun, una mujer moderna de estudios, y su novio Chuan-sheng, un intelectual, rechazan las tradiciones feudales y creen en la igualdad; por lo tanto, viven juntos sin lazos tradicionales. Sin embargo, el sistema económico y las ideas feudales dominantes perjudican su relación. Por otra parte, su filosofía no les ayuda a encontrar una salida.

Aunque los dos se quieren, el cariño de Tzu-chun resulta más cumplido y auténtico. Cuando caminan juntos por la calle, las miradas despectivas avergüenzan a Chuan-sheng, pero Tzu-chun mantiene la cabeza en alto. Quiere contribuir parejo a la casa, pero no consigue trabajo, a pesar de sus estudios. Profundamente enamorada, se dedica al quehacer de la casa, pero Chuan-sheng se aburre de su dedicación a la vida doméstica. Luego, lo despiden del trabajo por faltar a la moral convencional y la vida se les dificulta más. El amor se les marchita y no hallan la manera de recuperarlo. Chuan-sheng le echa la culpa a Tzu-chun: "El primer objeto de la vida de un hombre es hacerse una vida... pero si sólo se limita uno a agarrarse de los faldones del otro a éste le será muy difícil luchar. A... pero si me iba a otro lugar, lejos, el camino de la vida estaría abierto para mí. Si soportaba los sufrimientos de esta vida deprimente se debía en gran parte a ella". Pero para Tzu-Chun, obligada a regresar al desprecio y maltrato de su familia, el rompimiento la lleva a la muerte. Solo una auténtica revolución proletaria puede liberar a las mujeres.

El Diario de un loco es otro famoso cuento de Lu Xun escrito en abril de 1918 y publicado en Nueva Juventud. Es un cuento de terror que ataca sin piedad la vieja sociedad y la tradición, dando a entender que para liberar al pueblo chino estas tendrían que ser arrancadas de raíz por las medidas más radicales, además de transformar cabalmente las ideas del pueblo.

El Loco del cuento sufre un delirio de persecución que le hace creer que es el blanco de una conspiración de caníbales. Su locura es producto de una sociedad demente, pero también le ayuda a quitar el velo a este sistema carnívoro: "Creo que en la antigüedad era frecuente que el hombre se comiera al hombre, pero no estoy muy seguro de esta cuestión. He cogido un manual de historia para estudiar este punto, pero este libro no contenía fecha alguna; en cambio en todas las páginas, escritas en todos sentidos, estaban las palabras `humanitarismo', `justicia' y `virtud'. Como de todas maneras me era imposible dormir, me puse a leer atentamente y en medio de la noche noté que había algo escrito entre líneas: dos palabras llenaban todo el libro: `¡Devorar hombres!'".

Descubre, horrorizado, que el canibalismo no es cosa de la antigüedad solamente: "¡Mi hermano es un comedor de hombres! ¡Soy hermano de un comedor de hombres! ¡Podré ser devorado por los hombres!... Solamente hoy me doy cuenta de que he vivido años en medio de un pueblo que desde hace cuatro milenios se devora a sí mismo".

El mal parece casi incurable puesto que se pasa de padre a hijo: "Seguramente se debe a la educación de sus padres. Quizás ha enseñado ya esto a su hijo. Por lo cual hasta los niños pequeños me miran con odio". Es tan extendido que parece que nadie escapa de su corrupción: "Si tengo una historia que cuenta cuatro mil años de historia--al principio no me daba cuenta de ello, pero ahora lo sé--¿cómo podría esperar encontrar a un hombre verdadero?".

Sin embargo, Lu Xun, por medio del loco, ofrece esta pequeña esperanza: "Tal vez existan niños que aún no han comido carne de hombre. ¡Salvad a los niños!".


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