La revolución y la lucha contra la brutalidad policial

Hay que acabar de una vez por todas
con este mundo de dolor

Carl Dix

Obrero Revolucionario #991, 24 de enero, 1998

Esta es una parte de una charla que dio Carl Dix, vocero nacional del Partido Comunista Revolucionario, en Libros Revolución de Nueva York.

El tercer Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial, que se celebró el 22 de octubre, fue un poderoso golpe contra la epidemia de brutalidad policial. Miles de personas manifestaron en las calles de San Francisco, Los Angeles, Seattle, Houston, Atlanta, Chicago, Nueva York y otras ciudades, y declararon que no permitirán que las autoridades sigan dando el visto bueno a los policías que matan y maltratan. Fue también una oportunidad para que las víctimas de la brutalidad policial cuenten cómo las autoridades les han arruinado la vida. Aliados de todos los sectores de la sociedad se solidarizaron con las víctimas. Ese día, una gran diversidad de fuerzas, de diferentes razas y nacionalidades, cerraron filas: gente de la clase trabajadora, activistas que luchan por la paz entre las pandillas, abogados, maestros y otros profesionales, defensores de los gays, revolucionarios, religiosos, inmigrantes, comunistas, sindicalistas. En esa diversidad se pudo ver el potencial que tiene este movimiento.

El impacto que tuvo en la sociedad fue grande; movilizó a otras víctimas de la policía. El libro del Proyecto Vidas Robadas abrió los ojos de muchos que, por lo general, no sufren ese salvajismo y consiguió que tomen una posición en contra. Este año, conseguimos que muchos más se enteraran por los medios de comunicación que hay un movimiento que lucha contra la brutalidad policial.

Pero por poderoso que fue el día de protesta, muchos que participan en esta lucha se preguntan: ¿fue suficiente? Movilizaciones como las del 22 de octubre, ¿disminuyen los problemas que enfrentamos? Y si los disminuyen, ¿basta con hacerles saber a los chotas asesinos y canallas y a las autoridades para quienes trabajan que vamos a luchar contra sus ataques? ¿O nuestra meta debe ser acabar con todo esto? Y si nos proponemos acabar con todo esto, ¿cómo lo vamos a hacer?

Los militantes del PCR tenemos respuestas a esas preguntas. Decimos que tenemos que luchar hoy para que se haga justicia; porque si no luchamos los de arriba seguirán adelante, sin oposición, con su plan de aplastarnos, encerrarnos y matarnos. El PCR está comprometido a organizar a todos aquellos a quienes el sistema les ha declarado la guerra, y a unirse con todos ellos para enfrentar los ataques del sistema. Queremos justicia HOY para todas y cada una de las víctimas de la policía. Qué alegría nos dio cuando metieron en la cárcel al chota Livoti, que mató a Anthony Báez. Estamos comprometidos a luchar, a como dé lugar, para conseguir la libertad de nuestro hermano Mumia Abu-Jamal, que está en el pabellón de los condenados a muerte. Apoyamos a todos los que saborearon un poco de justicia durante la Rebelión de Los Angeles en 1992. Esos bocados de justicia dan un poco de satisfacción; pero no queremos un poco de satisfacción, lo que queremos y lo que necesitamos es completa satisfacción.

Por poderosa que sea la resistencia masiva, no basta para obtener esa completa satisfacción. Si la resistencia masiva fuera suficiente para acabar con el infierno que este sistema impone a las masas populares, hace mucho que lo hubiéramos barrido. Poderosos movimientos han estremecido a este sistema; por ejemplo, las rebeliones de los esclavos antes de la guerra de Secesión, las campañas masivas de los años 30 para organizar sindicatos, el movimiento de los negros en los años 60 y la oposición a la guerra de Vietnam. Pero el sistema sigue en pie, y sigue azotando al pueblo con salvajismo y degradación.

Por eso es que para el PCR el 22 de Octubre es mucho más que la justa lucha contra la brutalidad policial, la represión y la criminalización de una generación. Participamos en esta lucha para prepararnos junto con el pueblo para la revolución. Para nosotros, esta lucha, como las luchas de todos los sectores de la sociedad contra las injusticias de este sistema, nos preparan para la revolución que liberará para siempre a la humanidad de tanta miseria y sufrimiento. Para nosotros, estas luchas están ligadas a la clase de sociedad que queremos para nosotros y para las futuras generaciones.

El mundo completamente nuevo que queremos

Es necesario y posible proponernos eliminar la brutalidad policial y demás porquerías que existen en este mundo; y tenemos un plan para hacerlo: la liberadora revolución proletaria. Tendremos que dirigir el alzamiento armado de millones de personas para enterrar de una vez por todas este sistema chupasangre y después construir, sobre sus escombros, un mundo completamente nuevo. Un mundo en el que no exista una clase de ricos que nos exprima ganancias; un mundo en el que el hombre no domine ni oprima a la mujer; un mundo en el que los blancos no opriman a los de color; un mundo en el que un país no mande en todo el mundo. Hermanas y hermanos, ese mundo tiene nombre, es el mundo comunista, un mundo sin clases.

Ahora bien, cuando hablo de comunismo hay quienes dicen que no hay por qué ir a tal extremo. Pero es que la situación es extrema. Miren lo que está pasando hoy mismo: la sociedad dedica sus recursos a meter a la juventud en la cárcel en vez de nutrirla y educarla; en Nueva York el fascista alcalde ha propuesto tomar una muestra de AND a todos los que caen presos; ser negro o latino le puede costar a uno la vida a manos de chotas racistas o asegurar que vivirá en la pobreza; poderosas fuerzas le quieren quitar a la mujer el derecho al aborto; las compañías están eliminando empleos que parecían seguros; por todo el mundo la gente se muere de hambre porque a los capitalistas no les conviene que cultiven lo que necesitan; Bill Clinton ha mandado bombardear al pueblo iraquí; el gobierno quiere matar a Mumia Abu-Jamal; a lo largo de la frontera maltratan y matan a los inmigrantes, y a los que logran pasar los explotan cruelmente y los tienen viviendo en terror; todos los días, la gran mayoría de la población del mundo padece una brutalidad y una degradación abominables.

¿Es ese el mundo en el que queremos vivir, o preferimos uno en el que no exista ese infierno para la gran mayoría de la población del planeta? Yo prefiero un mundo sin ese infierno; y sé que ustedes también lo prefieren. Hermanos y hermanas, puede haber un mundo así, y lo que lo creará es la revolución proletaria.

Sobran razones
para levantarnos

Permítanme hacer un paréntesis. Todos nos damos cuenta de que la situación es grave. ¿Pero son los problemas tan inherentes al sistema que solo la revolución los puede resolver completamente? ¡Claro que sí! Miren cómo la chota de Chicago ejecutó de cinco balazos por la espalda a Brennan King, quien solo tenía una navaja para abrir cajas. Y hace unos días secuestraron a un amigo de Brennan, le pusieron una capucha, un lazo al cuello y se pusieron a jugar ruleta rusa con él. Tengo ejemplos así para conversar el resto de la noche. Pero el problema no es solo la chota o los carceleros o la Migra que matan y maltratan, sino todo el sistema que les da cuerda y que los ampara cuando los denunciamos. Por eso es que el PCR dice que la brutalidad policial es parte integral de la sociedad capitalista. El problema no son unas cuantas manzanas podridas; el sistema necesita el salvajismo policial para mantenerse en el poder.

Si lo único podrido de este sistema fuera la brutalidad policial, sería suficiente razón para barrerlo con la revolución. Pero hay mucho más; vivimos en un mundo infernal lleno de dolor, y sobran las razones para hacer la revolución y enterrar a los capitalistas de una vez por todas.

El sistema mismo nos ha enseñado que solo la revolución puede acabar con la brutalidad, la miseria y la degradación. Si fuera posible cambiarlo con elecciones o con nuevas leyes, hace mucho tiempo que habría cambiado. Los negros hubieran conseguido su libertad después de la guerra de Secesión o cuando se aprobaron leyes de derechos civiles en los años 60 o después de que elegimos funcionarios públicos negros y demócratas. Si así fuera, hace mucho tiempo que hubieran acabado con la brutalidad policial las juntas de investigación de quejas de ciudadanos, que se establecieron por medio de luchas en todo el país.

La pura verdad es que solo la revolución puede ponerle punto final a este infierno. Porque si limitamos nuestros objetivos a sacarle al sistema una que otra concesión, a conseguir un alivio efímero o parcial, el sistema contraatacará y nos arrebatará las conquistas, como está haciendo con el welfare, la acción afirmativa, los servicios de salud y de cuidado de niños, el aborto y muchas otras conquistas que le hemos arrancado. Además, aun en los mejores tiempos (¿cuándo fue eso, en los años 50?), este sistema era un infierno para millones de personas por todo el mundo y mucha, mucha gente aquí mismo en las entrañas de la bestia.

Nuestro partido, el PCR, tiene un plan de batalla, un programa que conecta las luchas de hoy a nuestros sueños revolucionarios. También tiene un plan concreto para la sociedad que construiremos después de la revolución. Ese plan está en nuestro Programa y Constitución. Permítanme leerles algo sobre cómo eliminar la opresión de los negros y demás oprimidos: "La discriminación, por ejemplo, será inmediata y forzosamente prohibida en el empleo, la vivienda y todas las otras esferas. Como parte de este proceso general en la sociedad, el ejército policíaco que impone todo esto a través del terror sistemático en los ghettos, barrios y toda zona donde las nacionalidades oprimidas están concentradas, habrá sido destruido, un castigo justo habrá sido aplicado a estos hampones, y en su lugar, habrá milicias organizadas y armadas, compuestas por las masas en estos vecindarios y zonas. La segregación en los vecindarios, escuelas, etc., también será prohibida y la integración será promovida".

El sistema criminaliza a los que cruzan fronteras para trabajar y vivir. Nuestro Programa dice que cuando el proletariado se afinque en el poder recibirá con brazos abiertos a nuestras hermanas y hermanos de clase; que atesorará su experiencia en la lucha contra el imperialismo; y que bregaremos juntos para eliminar el imperialismo de la faz de la Tierra. El Programa también tiene secciones sobre cómo la revolución proletaria eliminará el desempleo, la crisis de la vivienda, la opresión de la mujer y mucho más. Aconsejamos a todos los que anhelan acabar con este infierno que chequen nuestro Programa y Constitución.

100 por 100 realistas

No es un sueño ni un cuento de hadas, es 100 por 100 realista. Es el programa de nuestra clase, la clase trabajadora, y muestra la clase de sociedad que nuestra clase es capaz de construir y dirigir. Ante todo, el proletariado se encargará de que se satisfagan las necesidades básicas del pueblo y no que un puñado de capitalistas se forren los bolsillos. Nosotros somos la clase mundial que con sudor y sangre produce todo; no nos conviene conservar la explotación ni la opresión que caracterizan al capitalismo. Nuestra clase tiene una misión histórica: liberarse a sí misma y a toda la humanidad, eliminando el sistema que explota nuestra mano de obra. En el mundo no tienen que haber compañías que eliminan empleos, brutalidad policial, discriminación, escasez de vivienda ni hambre. Todo eso existe solo porque el capitalismo pone las ganancias por encima de todo lo demás. En vista de todo lo que es posible producir y distribuir, esos flagelos son irracionales.

Al escuchar esto, unos preguntan: ¿no es la gente demasiado egoísta y rastrera como para vivir así? No. Lo que pasa es que vivimos en un sistema rapaz que nos contamina a todos. Pero podemos superar eso una vez que hayamos eliminado el capitalismo. Hermanos y hermanas, el Programa del PCR se fundamenta en lo que nuestra clase logró cuando detentaba el poder en Rusia entre 1917 y 1956, y en China entre 1949 y 1976. En esas sociedades todos tenían empleo, vivienda, servicios de salud garantizados, derecho a la huelga. En 1949, China tenía 70 millones de drogadictos. Pero tres años después de la liberación no solo erradicó la drogadicción sino también la prostitución; y no lo hizo criminalizando a los drogadictos o a las prostitutas como hacen aquí, sino dándoles una vida con propósito, involucrándolos en la construcción del socialismo y dándoles programas de rehabilitación y educación. La mujer obtuvo el derecho al aborto y guarderías, y podía caminar con toda tranquilidad por la calle sin temor. ¡Qué les parece eso!

Tanto en el Partido Comunista de Rusia como en el de China elementos capitalistas lograron derrotar a las fuerzas de la clase trabajadora. Pero eso no niega los logros de nuestra clase cuando tuvo el poder. Nuestro partido ha sacado lecciones de esas experiencias, ha hecho un análisis de clases de Estados Unidos y ha formulado un plan que se basa en las condiciones concretas de esta sociedad.

Ahora bien hermanas y hermanos, cuando llegue la hora de hacer la revolución, necesitaremos ciertas cosas. Necesitaremos gente que entienda su fuerza y los puntos débiles del enemigo; necesitaremos organizaciones y una vanguardia revolucionaria, como el PCR, con profundas raíces en el pueblo, y que el gobierno no pueda aplastar fácilmente. Se necesitará gente que, de la clase que sea, comprenda que la fuente del problema es el sistema y aunque no esté segura de que la revolución es la solución, por lo menos se dé cuenta de que una sociedad revolucionaria es mejor que lo que tenemos hoy. El proletariado, los del fondo de la sociedad, deberán saber quiénes son sus aliados y cómo ganarlos a su lado para destruir este sistema moribundo y construir una nueva sociedad.

La estrategia del frente único

Para levantarnos y ganar, vamos a necesitar todo eso y más. Lo que acabo de describir es lo que llamamos la estrategia del frente único contra el imperialismo bajo dirección proletaria. Esa es nuestra estrategia para unir a todos los que tienen contradicciones con el sistema para que se opongan y lo tumben. El núcleo sólido del frente único es la alianza revolucionaria del proletariado multinacional contra la opresión y explotación, con las luchas de los negros y demás oprimidos que quieren acabar con toda la opresión. Esa es la estrategia que aplicamos en todo nuestro trabajo.

Permítanme explicar cómo la aplicamos. Yo soy uno de los que en 1996 inició la Coalición 22 de Octubre y uno de los organizadores de este movimiento de resistencia. Como tal, cumplo dos funciones: me uno con quienes desarrollan la lucha contra uno de los más graves ataques del sistema y sus capataces. Pues, si no contraatacamos es muy probable que no lleguemos a tener la fuerza ni la organización que necesitaremos para encarar los demás ataques contra el pueblo.

Mientras organizo el contraataque, también ayudo a que la gente se vaya dando cuenta de la fuerza que tiene cuando lucha unida; ayudo a construir la organización y la unidad del pueblo. Esa organización, esa unidad del pueblo, de la clase o nacionalidad que sean los individuos, es algo maravilloso, porque es por medio de ella que se aprende quiénes son nuestros amigos y aliados, y que el sistema es nuestro enemigo común. Así es como vamos desarrollando nuestra lucha contra el enemigo común, y aprendiendo que es necesario tumbar al sistema y cómo hacerlo.

En ese proceso vamos introduciendo el punto de vista revolucionario, la fuerza y resolución de nuestra clase. Este año, en la protesta del 22 de octubre en Los Angeles, hubo un numeroso contingente de proletarios de Watts que tuvo un impacto poderoso en la manifestación. Nueva York, Chicago, Houston y otras ciudades también contaron con buena cantidad de proletarios jóvenes e inmigrantes. En esas y muchas otras batallas nuestro partido va forjando el frente único y el núcleo sólido que son necesarios para el triunfo de la revolución. Todos los jóvenes que toman la revolución con tanta seriedad que están dispuestos a estudiarla científicamente y que de veras quieren estudiar la estrategia revolucionaria deben checar la serie de artículos del Presidente Bob Avakian titulada "Sobre la estrategia revolucionaria del frente único bajo dirección proletaria". Estúdienla y debátanla, compárenla con otras estrategias y pónganse a trabajar con la que lleva a la revolución.

Qué se necesitará para ganar

Ahora quiero hablar un tantito sobre lo que significa ganar, ¡un aspecto importante de la estrategia revolucionaria! Hacer la revolución en las entrañas de esta poderosa bestia imperialista no será fácil. Va a ser necesaria una orientación estratégica que, como decía George Jackson, sepa movilizar ahora mismo a los jóvenes a quienes el sistema les dice que no se hagan esperanzas de vivir mucho tiempo. Hoy el sistema los tiene luchando y matándose unos a otros. Eso quiere decir que muchos tienen valentía militar, pero lo que se necesita para acabar con este sistema es valentía revolucionaria. Tenemos que movilizarlos como combatientes de primera línea por la revolución. Pero también tenemos que encarar al enemigo y derrotarlo con la guerra revolucionaria sin luchar como él. En un país como este, la revolución tiene que empezar con insurrecciones armadas coordinadas a nivel nacional en las principales ciudades, y luego desenvolverse como guerra civil para conectar rápidamente las ciudades victoriosas. Tendremos que combatir con formas de lucha que anulen la fuerza del enemigo, o sea, sus armas de alta tecnología, y aplicando nuestra ventaja: luchamos por los intereses de la gran mayoría de la población.

Entre las cosas que necesitaremos para lanzar una guerra revolucionaria están: clima de lucha popular, una organización sólida y experiencia en la lucha. El Presidente Avakian ha examinado esto en sus artículos sobre el frente único, así como en su libro "¿Verdaderamente podríamos ganar?" Las perspectivas revolucionarias.

Todavía no es hora de tomar las armas para tumbar el sistema. El sistema no se encuentra en terribles aprietos; la clase dominante no se está carcomiendo entre sí lo suficientemente. Además, no contamos todavía con millones de personas dispuestas a arriesgarlo todo por la revolución. Pero esas posibilidades no son solo para el futuro lejano. Cosas como la lucha intestina de la clase dominante en torno a Clinton y la crisis financiera que azota a muchos países asiáticos nos permiten ver cómo se puede desmoronar la situación para los imperialistas. Pero por más que se agraven las cosas para los imperialistas, el sistema no se desmoronará por si solo; habrá que tumbarlo por la fuerza y levantar una nueva sociedad en sus escombros.

También hay que considerar ciertos puntos candentes de la lucha entre el pueblo y el sistema que podrían producir una crisis grave en el futuro no muy lejano. Por ejemplo, ¿cómo afectaría a la sociedad estadounidense un levantamiento en México y que este gobierno mande tropas a reprimirlo? No olvidemos la Rebelión de Los Angeles que, aunque empezó con negros, se ganó el apoyo de latinos y asiáticos también, así como la simpatía de mucha gente de la clase media. Tales sucesos, o una combinación de ellos, podrían cambiar repentinamente la situación. Así se vislumbra cómo una situación revolucionaria podría estallar como de la "nada".

Entrale a la vanguardia

Así que las batallas que estamos librando hoy, todo el trabajo que estamos haciendo, son importantes porque nos preparan para esos momentos cuando el futuro esté en juego. Nuestra capacidad para aprovechar (o perder) una oportunidad dependerá de lo que hagamos en estas batallas. Nuestro partido ha hecho y cumplido esta promesa al pueblo: el PCR está listo y resuelto a unirse con el pueblo para luchar contra el sistema, para luchar colectivamente y no traicionar ni capitular, sin importar lo que el enemigo nos lance, ya sean balas o sobornos. Estamos listos y dispuestos a asumir la responsabilidad de desarrollar la conciencia revolucionaria, construir la organización revolucionaria, y forjar la unidad y combatividad del pueblo para impulsar la lucha hasta las últimas consecuencias.

Eso es lo que significa ser vanguardia, y para que el PCR pueda desempeñar ese deber tiene que crecer. Todos los que toman la revolución en serio tienen que conectarse con el partido y su grupo juvenil, la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria, y empuñar su periódico, el Obrero Revolucionario. Chequen todo eso y, juntos, metamos en aprietos a los perros capitalistas que nos joden aquí y por todo el mundo.

Los que todavía no están en la onda revolucionario tienen mucho que hacer; deben trabajar con el PCR y otros grupos para oponerse a la brutalidad policial, impedir que maten a Mumia y conseguir su libertad, luchar contra la guerra que el sistema ha desatado contra nuestras hermanas y hermanos inmigrantes, luchar contra las fuerzas derechistas que le quieren quitar a la mujer el derecho al aborto y mucho más. Creemos que con lucha y debate llegarán a ver que nuestra posición revolucionaria consecuente es correcta.

Los pinches capitalistas y sus secuaces tienen su propia visión del futuro; se empeñan en aplastar todas las formas de resistencia, aislar y enjaular a los del fondo de la sociedad con sus medidas fascistas, y dividirnos para conquistarnos. Nuestra visión y plan, hermanas y hermanos, son todo lo contrario, son algo por lo que vale la pena vivir y morir. El futuro de millones de personas dependerá de cuál de estos futuros gane.

Hoy mismo, una vida que ayudará a determinar cuál de esos futuros se concretará es la de Mumia Abu-Jamal. Si la clase dominante de este país no pensara que la revolución es posible o que está en el futuro no muy lejano, no estaría tan aferrada en matar a ese líder revolucionario.

La liberación es algo que hay que considerar a nivel mundial. El capitalismo es un sistema mundial que ha creado sus sepultureros por todo el mundo; ha creado una clase internacional, el proletariado, que existe en todos los países y habla muchos idiomas, que no posee sino su fuerza de trabajo. Unidos a nuestras hermanas y hermanos de clase de todo el mundo construiremos un mundo comunista sin clases, sin ricos o pobres, sin la opresión de la mujer o de la gente de color. Ese es el futuro comunista por el que están luchando los guerrilleros en Perú, Nepal y Filipinas. Es el mismo futuro que necesitamos aquí en las entrañas de la bestia.

Los militantes del PCR reafirmamos que junto con los partidos maoístas del Movimiento Revolucionario Internacionalista dedicaremos todo nuestro esfuerzo y empeño para crear ese mundo comunista.

¡Somos seres humanos-
Exigimos un mundo mejor!
¡No aceptaremos ninguna forma de esclavitud!
¡El sistema capitalista es el problema!
¡La revolución es la solución!


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