Los siniestros motivos del artículo de Vanity Fair

Complot de los medios contra Mumia

C. Clark Kissinger

Obrero Revolucionario #1030, 14 de noviembre, 1999

A continuación publicamos un artículo de C. Clark Kissinger de septiembre del presente:

Como sabemos, nos encontramos en un momento crítico de la lucha para salvar la vida de Mumia Abu-Jamal. Al entablar la apelación en los tribunales federales se da inicio a la última fase de la batalla. En esta coyuntura decisiva, la revista Vanity Fair publicó "la plena verdad sobre Mumia", un artículo donde un voluntario de la Sociedad Carcelaria de Pensilvania afirma que Mumia le confesó el homicidio que le imputan, y en una campaña orquestada el programa 20/20 de ABC y la agencia noticiera Associated Press sacaron reportajes sensacionalistas sobre la presunta "confesión".

En julio, desmentí las patentes tergiversaciones del artículo de Vanity Fair y señalé los estrechos vínculos del autor con la estructura de poder de Filadelfia. ("Un mito repetido: Respuesta a Vanity Fair y la O.F.P.", OR #1016, disponible en La Neta del OR: www.mcs.net/~rwor.) Posteriormente, la "confesión" fue refutada contundentemente a través de documentos del puño y letra del mismo sujeto que la planteó. Pero, como siempre, los medios le dieron muchísima atención a las acusaciones sensacionalistas y muy poca a las refutaciones.

Sin embargo, la patraña de la "confesión" no fue lo más siniestro del artículo de Vanity Fair y por eso aprovecho esta oportunidad para analizar la situación a fondo; espero que esto sea de utilidad.

Un análisis del programa de 20/20

Tanto 20/20 como Vanity Fair ofrecen una "narración" para prejuiciar la interpretación del caso de Mumia, y para que sea más convincente le ponen héroes y villanos. Examinemos primero la narración simplista y los protagonistas del programa 20/20: un joven policía en la flor de la vida muere trágicamente. Es un homicidio clarísimo y el jurado da su veredicto sin demoras; pero un abogado charlatán, con la ayuda de unos actores de Hollywood que ni siquiera se molestan en conocer los hechos, convierten todo esto en una causa internacional. La defensa no tiene mayores pruebas y presenta puntos jurídicos rebuscados. Surge un movimiento de radicales negros paranoicos, estudiantes ingenuos y extranjeros antiyanquis. La viuda solitaria libra su noble batalla cuesta arriba contra ese monstruo destructivo; escribe documentos de 100 páginas en casa y lucha valientemente por defenderse del movimiento y del mismo Jamal, quienes la satanizan.

En dicha narración, los protagonistas principales son la viuda (heroína) y el licenciado Leonard Weinglass (villano). Los actores Ed Asner y Mike Farrell son unos frívolos y caprichosos con una causa. Por su parte, Mumia tiene un papel curioso: aunque la narración gira en torno a él, es un personaje menor que ni siquiera sale al escenario; es decir, no se da a conocer su persona ni sus motivos. Sam Donaldson es el narrador, un periodista astuto y objetivo que moldea las percepciones de los televidentes: simpatiza con la viuda, se burla del abogado, y se impacienta porque ya es hora de que se cumpla la sentencia de muerte y la pobre viuda encuentre un fin al sufrimiento.

El programa 20/20 "estrenó" el reportaje a fines de 1998, pero no logró su objetivo de frenar al movimiento para parar la ejecución de Mumia. El concierto de Rage Against the Machine y los debates en las escuelas de Oakland demostraron el gran potencial del movimiento; las exitosas manifestaciones de "Millones por Mumia" asombraron a los que querían ejecutarlo; y su discurso grabado en la ceremonia de graduación de la universidad de Evergreen los alarmó. Entonces, 20/20 actualizó el reportaje y lo volvió a transmitir en julio.

Vanity Fair: Cambio de táctica

Con el artículo de Vanity Fair cambiaron de táctica, pues por fin se están dando cuenta de que el propio Mumia es central en el movimiento de defensa. En palabras de la presidenta de la universidad de Evergreen, Jane Jervis: "Abu-Jamal merecía ser seleccionado [como orador de la ceremonia de graduación] porque galvanizó un debate internacional sobre la pena de muerte, la gran proporción de negros condenados a morir, y la relación entre la pobreza y el sistema judicial".

Así que el artículo de Vanity Fair emplea nuevas tácticas porque les pareció necesario inventar una versión menos simplista que encierre motivos más complejos. Si bien el artículo pinta igual a la viuda Maureen Faulkner, cambia de táctica en tres aspectos importantes.

Primero, aborda varios interrogantes candentes del caso. Reconoce que "al leer las actas, sería razonable cuestionar la imparcialidad del proceso", así como la imparcialidad del juez, y pensar que a Mumia le negaron el derecho de la defensa: "Es posible [sic] que el monto de dinero disponible para la defensa, aproximadamente $14.000, fue totalmente inadecuado dado que era un caso de pena capital". Sugiere: "Se podría cuestionar por qué no comparecieron testigos potencialmente favorables a la teoría de la defensa de que otro individuo baleó a Faulkner".

Es decir, Vanity Fair reconoce que es natural cuestionar la imparcialidad del proceso, así como la situación política en Filadelfia. Menciona de paso la brutalidad y corrupción bien documentadas del departamento de policía, pero con el fin de desacreditar a Mumia como periodista que denunciaba esa brutalidad. Es decir, el autor Buzz Bissinger reconoce que la policía de Filadelfia tiene su lado oscuro, pero lo hace precisamente para decir que a pesar de las preocupaciones muy fundadas que los lectores bien informados puedan tener al respecto, el hecho es que Mumia sí mató a Faulkner. De esa forma busca sembrar confusión.

Desde luego, hay muchas cuestiones que Bissinger no aborda, como por ejemplo, las pruebas balísticas acerca de la trayectoria de la bala que impactó a Mumia, las cuales desmienten rotundamente los argumentos de la fiscalía: que Faulkner recibió un impacto de bala en la espalda primero (aunque no existan pruebas) y que gravemente herido se volteó, se paró sobre Mumia y le metió un tiro. Además, en el juicio muchos testigos cambiaron dramáticamente sus declaraciones iniciales a la policía; no llamaron a comparecer a varios testigos favorables a la defensa; y para colmo el testigo clave-un policía cuyo informe refuta la supuesta confesión de Mumia de esa noche-estaba "de vacaciones", es decir, no estaba disponible para dar testimonio.

Los principios básicos del sistema jurídico requieren que la fiscalía demuestre la culpabilidad del acusado. Si sus argumentos no cuadran con la realidad, si sus testigos no son creíbles, si no tiene pruebas materiales contundentes-y en este caso no las tiene-se debe absolver al acusado. Y si a este le han negado las debidas garantías procesales, las normas jurídicas requieren que se anule la condena.

Vanity Fair no tiene ningún problema con el racismo y corrupción de la fiscalía de Filadelfia, aunque se haya documentado en numerosas investigaciones federales y haya salido en primera plana en la revista Time. Tampoco le ve mayor problema a los videos que la fiscalía mostraba en cursos de capacitación sobre cómo excluir a jurados negros (una práctica, por cierto, ilegal) ni al hecho de que rechazó a once negros del jurado de Mumia. No le parece que tenga nada que ver el hecho de que centenares de personas hayan salido de la cárcel porque una investigación de 1995 encontró que la policía de Filadelfia inventaba pruebas rutinariamente y acusó injustamente a muchísima gente ni que uno de esos chotas presionó a un testigo a dar declaraciones falsas que incriminaran a Mumia. El abogado Len Weinglass ha señalado que el fiscal Joseph McGill (fiscal del caso de Mumia) dijo en el caso de Matthew Connor que "no cabía la menor duda [de su culpabilidad]"; Connor estuvo preso 12 años hasta que por fin salió la verdad.

La segunda táctica nueva de Vanity Fair y Bissinger es atacar directamente a Mumia-por ejemplo, desprestigiarlo como periodista-porque captan que el ejemplo de su vida ha sido central en el movimiento que ha surgido para defenderlo. Es decir, Mumia ha dedicado la vida a la lucha por justicia, desde sus días como militante del Partido Pantera Negra, como periodista y ahora en el pabellón de la muerte. Al leer sus escritos, se ve que es un periodista muy convincente y que la clase de periodismo que practica lo hace acreedor al odio de las autoridades. Es decir, estas tendrían razones de sobra para caerle encima, sean cuales fueran los pormenores del incidente de esa noche. Así que lo que mucha gente sabe de la vida de Mumia no cuadra con la versión de la fiscalía ni con los cargos de homicidio en primer grado.

Bissinger inventa una versión muy cínica: ¡dice que la condena de Mumia fue buena para su carrera como militante radical! Quiere convencernos de que Mumia era un tipo sin rumbo en la vida, un hombre negro (y aquí el autor no se preocupa en lo más mínimo por ocultar su racismo) irresponsable e incapaz de superarse. Sus jefes eran muy tolerantes con él, pero simplemente no dio la talla y cayó en "una crisis personal y profesional". Según este cuento, Mumia era inestable, posiblemente un drogadicto ("al parecer siempre andaba hasta atrás", según una fuente anónima), un tipo que cargaba una pistola desde hacía dos años y medio, en fin, una bomba de tiempo, y un día detonó y mató a un buen tipo, el agente "Danny" Faulkner. Una vez preso, Mumia emprendió una nueva etapa "profesional", elevado a la categoría de héroe por personajes importantes.

Con ese cuento el autor quiere ofrecer una explicación de las acciones y motivos de Mumia que cuadre con los argumentos de la fiscalía. Por cierto, los detractores de Mumia son anónimos y Bissinger no publica nada de una entrevista de tres horas al periodista Linn Washington de Filadelfia porque refuta su versión.

La tercera táctica de Bissinger es introducir un nuevo protagonista, un tal Philip Bloch, un "progresista" que supuestamente simpatiza con Mumia, le tiene aprecio e incluso espera que no lo ejecuten, pero siente la obligación de "decir la verdad".

Bloch es muy importante por dos razones: 1) proporciona una "prueba" crucial y 2) juega un papel simbólico imprescindible. La intención es que el lector se identifique con Bloch: tanto Bloch como el lector simpatizan con Mumia, cuestionan el juicio y esperan que no lo ejecuten. Pero ahora Bloch ha decidido tomar partido con Maureen Faulkner (y rechazar a los desalmados personajes de Hollywood). Es decir, los agravios contra Maureen Faulkner obligan a Bloch a publicar la supuesta confesión de Mumia (afirma que si no hubiera viuda, no habría sentido la misma obligación). Todo eso ha salido en la prensa, mientras Bloch ha seguido afirmando que era un buen "amigo" de Mumia.

En el artículo de Vanity Fair Bloch ofrece una explicación adicional de sus declaraciones contra Mumia: "No estoy de acuerdo con que se incite tanto odio a la policía. Es exagerado". En lo personal, creo que el movimiento de justicia para Mumia se ha enfocado mucho en la farsa de juicio y muy poco en la brutalidad policial. Mejor dicho, en mi opinión, debemos hablar más de la brutalidad policial que Mumia sufrió esa noche. En los últimos años, el movimiento contra la brutalidad policial ha crecido mucho: los familiares de víctimas de asesinato policial están alzando la voz y se ha puesto al descubierto la epidemia nacional de brutalidad policial. Ahora Bloch indica que esta situación lo ha motivado a "decir la verdad".

De todas formas, los hechos desmienten el cuento de Bloch. Linn Washington escribe: "Cuestiono las afirmaciones de Bloch, sobre todo porque estuve ahí mismo donde Bloch dice que Mumia le confesó.... Entrevisté a Mumia en las salas de visita de Huntingdon y no habló libremente porque en esas salas hay micrófonos escondidos. En esa ocasión le hice preguntas específicamente sobre el incidente con Faulkner. Me dijo que no podía responder por dos razones: 1) sus abogados le habían dicho que no hablara sobre el tema; y 2) que había micrófonos en la sala. Mumia no es tonto y en esa época de 1991 a 1992, cuando Bloch lo visitaba, ya había librado muchas batallas contra las autoridades carcelarias y estaba muy familiarizado con sus tácticas, como lo de los micrófonos".

Después de la publicación del artículo de Vanity Fair, encontramos una carta que Bloch le envió a Mumia muchos meses después de la supuesta confesión donde dijo: "O sea que es posible que un jurado dicte justicia, no todo el tiempo pero a veces. Así que cuando tengas un nuevo juicio, creo que hay una buena posibilidad de que te absuelvan". Asimismo, firmó un desplegado de apoyo a Mumia que salió en el periódico Patriot News de Harrisburg, Pensilvania, en 1995 y exhortó a "Tomar partido con Mumia". Los firmantes declararon: "Estamos muy preocupados por Mumia porque existen pruebas muy convincentes de su inocencia". ¿Acaso esas son las acciones de alguien con información que indicaba que Mumia fuera culpable?

Maureen Faulkner encabeza una cruzada reaccionaria

La importancia simbólica de Bloch es enfocar la atención del lector en Maureen Faulkner, una viuda abandonada a la terrible suerte de "apagar los fuegos del infierno" mientras Mumia goza de la buena vida... ¡en el pabellón de la muerte!

Es necesario responder a esa versión. En primer lugar, Maureen Faulkner no está abandonada ni lucha sola; es vocera de fuerzas poderosas que promueven mayores poderes policiales, eliminación de los derechos del acusado y más ejecuciones. En segundo lugar, Maureen debe responder por sus acciones. Está a la cabeza de una cruzada para ejecutar a un compañero condenado en una farsa de juicio, además de abogar por el programa oficial descaradamente racista de meter a la cárcel y ejecutar a los oprimidos. En tercer lugar, Mumia tiene el derecho de recibir garantías procesales y Maureen Faulkner NO TIENE EL DERECHO de quitárselas para "poner fin a su sufrimiento".

Los que abogan por la ejecución de Mumia, sobre todos los que conocen las actas del juicio, deben responder a una serie de interrogantes. ¿Qué opinan de las prácticas de seleccionar jurados en Filadelfia? ¿Qué opinan de la selección del jurado de Mumia? ¿Qué opinan del juez Albert Sabo, tanto su conducta general como su conducta en el juicio de Mumia? ¿Es mala conducta judicial ocultar testigos y pruebas clave de la defensa?

Por otra parte, ¿cuál es su punto de vista acerca de la pena de muerte? ¿No encuentran alarmante el hecho de que el 61% de los condenados a muerte en el estado de Pensilvania sean negros, cuando los negros son apenas el 10% de la población? ¿Por qué el 55% de los condenados a muerte del estado son de Filadelfia cuando dicha ciudad tiene apenas el 15% de la población? ¿Cómo analizan el hecho de que más de 80 condenados a muerte en todo el país han salido en libertad en los últimos años solamente porque tuvieron la oportunidad de comprobar su inocencia a través de una apelación?

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El tiempo apremia en la batalla por salvar la vida de Mumia. Vale la pena luchar por este compañero, y como toda causa por la cual vale la pena luchar, se dará una lucha muy enconada. Para ganar, es preciso responder a cada ataque medida por medida. Si Vanity Fair (y los reportajes de 20/20 y AP) "informaron" a mucha gente sobre el caso de Mumia, tenemos que alcanzar a toda esa gente y hacerle ver la importancia y urgencia de esta batalla, y la verdad.


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