Mao Tsetung: El arte de la guerra

Parte 1: Atraer al enemigo para que penetre profundamente

Obrero Revolucionario #1031, 21 de noviembre, 1999

En los números 1024, 1025 y 1026 del OR, publicamos una historia en fotos de Mao Tsetung y la Revolución China con motivo del 50 aniversario del triunfo de la guerra popular en China. Esta semana publicamos el primero de dos artículos que examinan la estrategia militar de Mao.

En esta primera parte, veremos cómo las fuerzas comunistas dirigidas por Mao contrarrestaron las primeras tres campañas de cerco y aniquilamiento del Kuomintang, las cuales tenían el propósito de destruir las bases de apoyo rojas (1). En el curso de esas luchas nació la estrategia de guerra popular maoísta, cuyos principios se elaboraron más cabalmente durante la guerra antijaponesa y la segunda guerra civil contra el gobierno de Chiang Kai-shek (Kuomintang).

Mao luchó contra la teoría de la victoria rápida en las ciudades y planteó una guerra prolongada que se inicia en el campo, que moviliza a las masas y desarrolla bases de apoyo políticas. Al principio, los comunistas tenían poca experiencia con esa clase de guerra, pero Mao decía que lo importante era saber aprender. Demostró que al buscar condiciones políticas y militares favorables, fuerzas populares con armas inferiores pueden derrotar a enemigos numéricamente superiores con mayor potencia de fuego. El Ejército Rojo empleó magistralmente las tácticas de engaño y ataque por sorpresa. La osadía de Mao se nutrió del apoyo de las masas, y de un análisis de los puntos fuertes y débiles del ejército popular y el del enemigo.

La situación en 1927

En 1927, el gobierno del Kuomintang, con Chiang Kai-shek a la cabeza, lanzó una sangrienta campaña contra el Partido Comunista de China y este sufrió grandes pérdidas. En respuesta, el Partido dirigió un levantamiento de obreros y soldados en Cantón, pero debido a que las fuerzas enemigas eran muy superiores y a líneas erróneas en el seno del partido, sufrió una derrota devastadora. El levantamiento fue ahogado en sangre, pero a través de esa dura experiencia, Mao Tsetung sacó una conclusión importante: no era posible derrotar la contrarrevolución en las ciudades. Dado que las fuerzas del Kuomintang estaban concentradas ahí, los levantamientos de los obreros-por heroicos que fueran-no podían arrebatarles el poder. Por eso era necesario oponerse a la posición de los líderes del partido que planteaban la estrategia de la victoria rápida a través de insurrecciones en las ciudades.

Los ejércitos de terratenientes, caudillos y el Kuomintang cazaban a los comunistas y rebeldes. Ante esa situación, Mao organizó el primer cuerpo del Ejército Revolucionario de Obreros y Campesinos, y dirigió el Levantamiento de la Cosecha de Otoño. Contaba con apenas 8000 soldados armados con lanzas, palos y unos pocos rifles. Sin embargo, ese ejército marchó de Hunan a Kiangsi y trabó combate con los ejércitos reaccionarios a lo largo de la marcha. Como escribió Mao: "Así comenzó la larga lucha abierta por el poder"; es decir, así se dio el primer paso para iniciar una nueva clase de guerra revolucionaria-lo que Mao llamó guerra popular-que establece bases de apoyo rurales, construye un Ejército Rojo, realiza la revolución agraria y libra un guerra prolongada para cercar y tomar las ciudades.

A finales de 1927, con la dirección de Mao el Ejército Rojo estableció la primera base de apoyo en las montañas de Chingkangshan, una zona en la frontera de las provincias de Hunan y Kiangsi. A través de una serie de luchas y batallas, se desplazó hacia otra zona de Kiangsi, cerca de la provincia de Fukien, a principios de 1930.

Durante ese primer período, de establecimiento de bases de apoyo, el Ejército Rojo impulsó la revolución agraria. Cuando tomaba el poder, confiscaba la tierra de los terratenientes y la repartía a los campesinos. Organizó milicias de autodefensa y realizó educación política; organizó y armó al pueblo para luchar contra los terratenientes, establecer un gobierno revolucionario y construir el partido. El partido dirigía al ejército; participaba en la dirección y en las fuerzas combatientes. Era un ejército de nuevo tipo que brindó a los campesinos grandes esperanzas de un futuro mejor.

En ese período Mao luchó por resolver cuestiones estratégicas clave de la Revolución China y empezó a elaborar su doctrina militar. La guerra de guerrillas y la guerra de movimientos eran las formas principales de lucha del Ejército Rojo. La guerra de guerrillas la libran unidades pequeñas, generalmente con armas inferiores, que lanzan ataques por sorpresa contra una parte de la fuerza enemiga y a veces se concentran para asestarle golpes contundentes. La guerra de movimientos se refiere a la guerra librada por unidades regulares más grandes y mejor armadas que lanzan ataques coordinados contra el enemigo con líneas de combate móviles, no fijas.

Mao descartó la teoría de la victoria rápida. Dado que el Ejército Rojo era débil comparado a las tropas del gobierno, planteó la estrategia de una guerra prolongada en el campo que con el tiempo cambiaría la correlación de fuerzas. Dijo: "Nuestra estrategia es enfrentar uno a diez" y "nuestra táctica es enfrentar diez a uno". Es decir, el Ejército Rojo concentraba una fuerza abrumadoramente superior en cada batalla para conservar sus fuerzas, aniquilar al enemigo y lograr una victoria decisiva. Mao postuló otros principios como: "Dividir las fuerzas para movilizar a las masas y concentrar las fuerzas para hacer frente al enemigo" y "Cuando el enemigo avanza, retrocedemos; cuando el enemigo se detiene, lo hostigamos; cuando el enemigo se fatiga, lo atacamos; cuando el enemigo se retira, lo perseguimos". Mao y el PCC aprendieron a combatir en el curso mismo de la guerra, pues como dijo Mao: "Lo importante es saber aprender".

En 1930, el Ejército Rojo extendió sus bases de apoyo a 17 condados; ahí se fortaleció, repartió la tierra, organizó asociaciones y milicias, y realizó educación política. Desde el punto de vista del Kuomintang, la situación era intolerable y en 1930 Chiang Kai-shek lanzó una serie de campañas de cerco y aniquilamiento contra las bases de apoyo comunistas.

Atraer al enemigo para que penetre profundamente

A finales de 1930, 12 divisiones del Kuomintang bajo el mando de Lu Ti-p'ing (gobernador y comandante a cargo de la campaña de cerco y aniquilamiento) se lanzaron contra las bases de apoyo. Mao y el Ejército Rojo elaboraron un plan para derrotar esa fuerza de 100.000 soldados.

No los atacaron cerca de Tungku y Futien porque el Kuomintang tenía grupos antibolcheviques en esas ciudades cuya labor era organizar a las masas contra el Ejército Rojo e infiltrarlo. Esperaron a que se dieran condiciones más favorables, pues la fuerza principal del Kuomintang (las divisiones 18 y 50) estaban ingresando a la zona de Lungkang-Yuantou, donde las fuerzas del Ejército Rojo estaban concentradas (unos 40.000 combatientes, pero solo 25.000 tenían armas). Era un bastión de apoyo popular y el ejército revolucionario contaba con las masas para camuflar sus maniobras, lo cual permitiría engañar al enemigo y acercársele sin que se diera cuenta. Es decir, el Ejército Rojo tendría la ventaja de la sorpresa.

Cada división enemiga tenía unos 14.000 efectivos; al atacarlas por separado, las fuerzas revolucionarias tendrían una abrumadora superioridad numérica en cada batalla. La mejor forma de aplastar la campaña de cerco y aniquilamiento era derrotar las divisiones una por una.

La división 105 del Ejército Rojo atrajo a la división 18 del Kuomintang hacia las montañas al sureste, donde la geografía se prestaba a un ataque por sorpresa. Fingieron batirse en retirada: dispararon esporádicamente contra el enemigo, y dejaron comida y hasta pertrechos al lado del camino.

La noche del 29 de diciembre, la división 18 del Kuomintang se desplazaba por un valle estrecho y a las 5 a.m. el Ejército Rojo la atacó desde las cimas. El IV regimiento del Ejército Rojo atacó de frente y bloqueó su avance, mientras el III y XII regimientos aniquilaron las dos brigadas delanteras y destruyeron el cuartel general de la división. Mataron a 9000 soldados enemigos y capturaron al comandante.

Tras derrotar a la 18, el Ejército Rojo se lanzó contra la división 50 que se batía en retirada. Le tendió una trampa: los soldados del Ejército Rojo se pusieron el uniforme del Kuomintang y alzaron su estandarte. El comandante del Kuomintang sintió un gran alivio al verlos acercarse, pero esa sensación se desvaneció rápidamente cuando se dio cuenta del truco, pero no antes de que aniquilaran la mitad de su división. El Ejército Rojo confiscó miles de rifles y equipo importante, como radios. Ante el aniquilamiento de su fuerza principal, las demás tropas del Kuomintang se replegaron.

De esa forma, el Ejército Rojo derrotó la primera campaña de cerco y aniquilamiento con la estrategia de atraer al enemigo para que penetrara profundamente al territorio suyo y concentrar una fuerza superior contra él, aprovechar condiciones políticas y geográficas favorables, y lanzar ataques por sorpresa. En las palabras de Mao: "Derrotamos la primera campaña con la aplicación de la guerra de movimientos y salimos victoriosos. Con las tácticas de concentración rápida y dispersión rápida, atacábamos las unidades enemigas una por una con nuestra fuerza principal. Atraíamos al enemigo para que penetrara profundamente en territorio soviético (de gobierno rojo), lanzábamos contrataques relámpago, con fuerzas superiores, contra unidades aisladas del Kuomintang, y lográbamos crear una situación en que, por el momento, las podíamos rodear; así superábamos la ventaja estratégica que por lo general tiene un enemigo que cuenta con fuerzas superiores".

Batallas de aniquilamiento

Durante cinco meses el Kuomintang acumuló fuerzas para un nuevo ataque contra las bases de apoyo. El comandante Ho Yin-ch'in aprendió de los errores de la primera campaña de cerco y aniquilamiento, y en esta ocasión maniobró con mayor cautela. Ya contaba con 200.000 efectivos, pero la geografía montañosa de la zona impedía la comunicación entre las divisiones y limitaba las posibilidades de mandar refuerzos. El XIX Ejército del Kuomintang y los ejércitos desplegados cerca de la frontera de Kiangsi eran los más numerosos.

Por su parte, el Ejército Rojo contaba con unidades guerrilleras, y organizó a los campesinos hasta Nanfeng en tareas de inteligencia y apoyo logístico. Como era una guerra popular, todo el mundo tenía una misión y contribuía a la defensa de la base de apoyo. El Ejército Rojo era un ejército de campesinos y estos alimentaban y hospedaban a las tropas revolucionarias pues luchaban por sus intereses. Los campesinos eran los ojos y oídos del ejército revolucionario, y lo mantenían informado de los movimientos del enemigo.

La fuerza principal tenía apenas 30.000 soldados, pero por primera vez las fuerzas guerrilleras tenían la capacidad de lanzar ataques constantes contra el Kuomintang y sembrar confusión sobre la posición de la fuerza principal.

Al leer descripciones de esas batallas, se destaca la osadía de Mao, pero los triunfos del Ejército Rojo se debieron a un cuidadoso análisis de sus propios aspectos fuertes y débiles, y de los del enemigo. En la primera contracampaña de cerco y aniquilamiento el Ejército Rojo atacó la división más fuerte del Kuomintang, pero en la segunda atacó la más débil. Es decir, en esta ocasión Mao recomendó atacar a las dos fuerzas enemigas más débiles (y no trabar combate con el temible XIX Ejército) y después desplazarse repentinamente hacia el este, y lanzar ataques por sorpresa contra la división 27 y el VI regimiento del Kuomintang. La estrategia de atacar en el este cerca de Fukien permitió expandir el territorio de las bases de apoyo. En cambio, si el Ejército Rojo se hubiera desplazado hacia el oeste, se habría encontrado en una situación de desventaja porque ahí el río Kan bloqueaba su avance y las unidades más potentes del Kuomintang lo podrían acorralar.

En mayo de 1931, el Ejército Rojo atacó las divisiones 28 y 47 del Kuomintang. Mao se jugó el todo por el todo en esas dos batallas, pues el XIX Ejército y la división 43 del Kuomintang estaban en sus flancos y, de haber triunfado, fácilmente habrían cercado y aniquilado al Ejército Rojo. Pero Mao se arriesgó porque sabía que las fuerzas revolucionarias contaban con gran apoyo popular y además las fuerzas del Kuomintang no estaban unidas.

Del 16 al 30 de mayo el Ejército Rojo libró esas dos batallas e inmediatamente después se desplazó hacia el este; marchó 400 kilómetros y libró cinco batallas. Los combatientes estaban agotados; sin embargo, derrotaron a la potente división 27 y después atacaron al VI regimiento (las divisiones 5, 8 y 24) en Kwangchang. El Kuomintang se batió en retirada; algunas unidades del Ejército Rojo lo persiguieron. Mientras, el III Ejército del Ejército Rojo acorraló y destruyó parcialmente la división 56 del Kuomintang.

En esa segunda contracampaña, el Ejército Rojo penetró el punto más débil del enemigo y libró rápidamente una serie de batallas para aniquilar al enemigo por partes. Mao destacó: "Solamente aniquilando las fuerzas vivas del enemigo podemos aplastar su campaña de `cerco y aniquilamiento' y ampliar las bases revolucionarias.... En una guerra contra un enemigo poderoso, las operaciones encaminadas solo a derrotar al enemigo no pueden decidir radicalmente el desenlace de la guerra. En cambio, una batalla de aniquilamiento produce de inmediato un gran impacto sobre el enemigo, sea cual fuera.... Aunque las fuerzas aniquiladas en cada campaña constituían solo una parte de las tropas enemigas, todas las campañas de `cerco y aniquilamiento' fueron aplastadas.... La guerra de aniquilamiento significa la concentración de una fuerza superior y la adopción de la táctica de cerco y de movimientos envolventes.... Las condiciones tales como el apoyo del pueblo, un terreno favorable, una fuerza enemiga vulnerable y el ataque por sorpresa, son indispensables para aniquilar al enemigo".

La iniciativa

Tras las derrotas del Kuomintang en las primeras dos campañas de cerco y aniquilamiento, Chiang Kai-shek asumió la dirección de 300.000 efectivos y se lanzó contra el Ejército Rojo. Su estrategia era atacar directamente la base de apoyo de Kiangsi para acorralar al Ejército Rojo contra el río Kan y aniquilarlo. Si bien el Ejército Rojo contaba con 30.000 combatientes en ese momento (nuevos reclutas y desertores del Kuomintang reemplazaron a los caídos), apenas había transcurrido un mes entre la segunda y tercera campañas de cerco y aniquilamiento; es decir los combatientes no tuvieron la oportunidad de descansar después de una serie de batallas muy duras y acababan de marchar unos 700 kilómetros a lo ancho de la base de apoyo para concentrar sus fuerzas en Hsingkuo en el oeste de Kiangsi cuando el enemigo atacó desde varios puntos.

El Ejército Rojo tenía planeado salir de Hsingkuo y penetrar las líneas enemigas en Futien, donde se desplazaría hacia el este para cortar las comunicaciones de la retaguardia enemiga. (Los ejércitos procuran evitar un cerco o un avance enemigo que los deje sin salida, es decir, sin la posibilidad de replegarse.) Mejor dicho, el Kuomintang penetraría profundamente en el territorio de la base de apoyo en el sur de Kiangsi, pero su avance no le serviría de nada-como un boxeador que lanza un golpe lateral, pero su oponente se agacha y corre detrás de él-y al regresar agotado hacia el norte, el Ejército Rojo aprovecharía para golpearlo.

Sin embargo, no sucedió así, pues el Kuomintang detectó al Ejército Rojo justo cuando estaba por penetrar sus líneas y despachó dos divisiones a Futien. El Ejército Rojo se replegó hacia el sureste. A la noche siguiente, al amparo de la oscuridad, los soldados rojos dieron un cambio repentino de dirección para deslizarse por una brecha de 25 kilómetros entre las fuerzas enemigas. Cercaron y atacaron a la división 47 en Kaohsinghsu, y esta se replegó. Después atacaron la división 54 en Liangchen. Un observador comentó que la primera batalla "se libró con la apremiante energía de los que han abandonado la esperanza, con tremenda furia y velocidad, y ¿cómo pudiera ser de otra forma?, pues estaban cercados por una fuerza abrumadoramente superior".

El Ejército Rojo siguió hacia el este sin darse el lujo de descansar; atacó la división 5 al norte de Lunkang y después aniquiló la división 8 en Tungshao. Triunfó en esas tres batallas importantes y confiscó más de 10.000 rifles. (El Ejército Rojo tenía muy pocas armas al principio de la revolución y adquirió su equipo militar del enemigo. Por eso, Mao dijo que el Kuomintang, tanto como los imperialistas japoneses y estadounidenses, eran los "furrieles" del Ejército Rojo.)

En ese momento, todas las fuerzas principales del enemigo se dirigieron contra el Ejército Rojo para cercarlo. Pero las fuerzas guerrilleras, en coordinación con la fuerza principal, bajaban continuamente de las montañas y hostigaban la retaguardia del Kuomintang, a veces dando la impresión de ser un ejército completo. La noche del 11 de agosto, 25.000 soldados rojos se deslizaron nuevamente por una brecha (esta vez de 5 kilómetros) entre los ejércitos del Kuomintang que los cercaban y se reagruparon en Hsingkuo. Por su parte, el XII regimiento del Ejército Rojo le dio falsa información al Kuomintang sobre la posición de su fuerza principal: unos combatientes avanzaron hasta Tungshao en el norte ondeando banderas rojas y dejando indicadores; el Kuomintang los siguió. De esa forma ganaron el tiempo necesario para que el grueso de los combatientes descansaran y se alistaran nuevamente para el combate. Al descubrir el truco, el Kuomintang volvió a avanzar hacia el oeste, pero sus tropas agotadas, desmoralizadas y con hambre no estaban en condiciones de combatir, y decidieron replegarse.

El Ejército Rojo aprovechó esa situación para atacar dos divisiones del XIX Ejército del Kuomintang; el 7 de septiembre, aniquiló una brigada y una división. Después, se lanzó contra las demás divisiones, pero estas lograron replegarse.

A través de esas batallas, Mao demostró que el Ejército Rojo podía mantener la iniciativa, es decir, la capacidad de fijar metas y lograrlas, y de imponer ciertas condiciones de batalla al enemigo en medio de las circunstancias complejas y caóticas de la guerra. Planteó: "La iniciativa no es algo imaginario, sino algo concreto y material. Aquí lo más importante es conservar y concentrar una fuerza activa lo más grande posible.... Las condiciones indispensables para alcanzar plenamente este objetivo son la concentración de las fuerzas, la guerra de movimientos, la guerra de decisión rápida y la guerra de aniquilamiento, de las cuales la concentración de las fuerzas es la primera y la más importante".

Además sentó que: "La decisión rápida no se puede obtener simplemente con desearla; requiere muchas condiciones concretas. Las principales son: prepararse bien, asir el momento oportuno, concentrar una fuerza superior, emplear la táctica de cerco y de movimientos envolventes, elegir un terreno favorable y atacar a las fuerzas enemigas cuando están en marcha o cuando se han detenido pero todavía no han consolidado sus posiciones".

Las contracampañas de cerco y aniquilamiento contienen muchas lecciones y permiten captar la estrategia militar tan dinámica elaborada por Mao y el Ejército Rojo, una estrategia que se fundamentaba en el apoyo y participación de las masas en la lucha revolucionaria. Como dijo un general del Ejército Rojo: "No pudiéramos existir sin el apoyo de la mayoría del pueblo. No somos más que el puño del pueblo que golpea al opresor".

(1) Este artículo aborda el período antes de la famosa Gran Marcha de 1934 que Mao y el Ejército Rojo tuvieron que emprender en respuesta a la quinta campaña de cerco y aniquilamiento del Kuomintang. Líneas erróneas en el seno del PCC, sobre todo la línea oportunista "izquierdista" de Wang Ming, minaron su capacidad de contrarrestar dicha campaña.


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