Tratado comercial entre Estados Unidos y China

Apretándole las cadenas imperialistas a China

Obrero Revolucionario #1034, 12 de diciembre, 1999

Cuando Estados Unidos y China firmaron un importante tratado de comercio a mediados de noviembre, el presidente estadounidense, Bill Clinton, dijo: "Este acuerdo es bueno para China, América y el mundo", y el New York Times afirmó: "Un mayor libre comercio beneficiará la economía china, aun si provoca mayor desempleo como consecuencia de cierres de fábricas".

¿A quién beneficia el tratado entre China y Estados Unidos? En una palabra: a los capitalistas monopolistas yanquis que buscan mayor ingerencia económica para sacar ganancias y a los capitalistas chinos que quieren mayores mercados para los productos de sus maquiladoras.

El tratado intensificará la explotación del pueblo chino, como los trabajadores de la "zona económica especial" de Shenzen que trabajan 12 horas al día por 12 centavos la hora, y llevará a mayor disparidad social, por ejemplo, entre el puñado de ricos de las ciudades con sus carros lujosos y los millones de campesinos que apenas tienen para comer. Las corporaciones extranjeras tendrán mayor ingerencia en sectores clave de la economía, como telecomunicaciones, agricultura y el sector financiero, además de mayor influencia cultural por medio de películas, etc.

Mejor dicho, el tratado apretará las cadenas de dominación del pueblo chino.

Mayor ingerencia extranjera

El nuevo tratado permite mayor ingerencia de Estados Unidos y otras potencias en sectores clave de la economía china, y abre la puerta a sus mercancías. Contiene importantes concesiones a los imperialistas: las corporaciones extranjeras podrán ser dueñas de hasta el 50% de las compañías de teléfonos chinas y podrán invertir en negocios de la Internet, y los bancos extranjeros podrán hacer negocios en China. El gobierno chino rebajará los aranceles para productos importados, como carros y productos agrícolas, y China importará el doble de películas por año. A cambio, Estados Unidos anulará las cuotas de importación de textiles chinos a partir del año 2005 y China entrará a la Organización Mundial del Comercio (OMC), algo que ha buscado desde hace muchos años porque le permitirá ampliar su mercado de artículos de exportación y adquirir nueva tecnología.

La OMC es una institución internacional que rige el comercio mundial. Ciertas fuerzas de la clase dominante de Estados Unidos se oponen a ella con el cuento de que permite la ingerencia extranjera en las decisiones estadounidenses. Pero eso pone la realidad patas arriba: ¡la OMC es dominada por los países imperialistas, especialmente Estados Unidos! Si bien sirve de árbitro para las disputas comerciales entre los imperialistas, también abre el tercer mundo a mayor inversión y control extranjeros.

Para los obreros y oprimidos del mundo, el "libre comercio" imperialista no implica nada de libertad. Con el pretexto del "libre comercio", Estados Unidos y las demás potencias se meten a otros países y hacen lo que les dé la gana con un mínimo de restricciones.

Cuando China era socialista e independiente, bajo la dirección de Mao, no permitió entrar ni una sola corporación extranjera. En 1979, 100 corporaciones extranjeras operaban en China y hoy son casi 300.000; más de la mitad de las mayores corporaciones de Estados Unidos operan en el país. El nuevo tratado permite que las compañías de seguros estadounidenses hagan negocios en China y que la General Motors venda carros a plazos de muchos años.

Clinton dice que el nuevo tratado y la entrada de China a la OMC servirán para "integrar a China a la economía mundial". Un aspecto importante de esa "integración" es que el pueblo chino entrará en mayor competencia con otros pueblos del mercado internacional de "libre comercio". El gobierno ha cerrado muchas fábricas estatales y despedido a una gran cantidad de trabajadores porque dichas fábricas son "ineficientes"; al mismo tiempo, las maquiladoras se multiplican a un ritmo acelerado, un fenómeno que aumentará con la mayor "apertura" de China. En países como Indonesia y Sri Lanka les dicen a los trabajadores que tienen que trabajar más rápido y por menos salario porque los trabajadores chinos ganan menos que ellos.

La mayor importación de productos agrícolas desplazará a muchos campesinos y los hundirá en mayor pobreza, lo mismo que está sucediendo en México como resultado del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLC/NAFTA).

Ecos del pasado

Los defensores de la OMC y la globalización imperialista dicen que el nuevo tratado facilitará la integración de China al mundo "moderno", pero en realidad la situación actual hace recordar cuando las potencias imperialistas se repartieron a China.

Durante un siglo (de mediados del siglo pasado a mediados del presente) China fue salvajemente explotada por los imperialistas. En la década de 1840, Inglaterra libró la guerra del Opio para imponer el narcotráfico, lo cual creó mucha drogadicción en China y enriqueció a los banqueros y comerciantes ingleses. Obligaron a China a firmar tratados injustos y a ceder territorio. Estados Unidos, que llegaba tarde al banquete imperialista, proclamó la "Política de puertas abiertas", es decir, su derecho de explotar a los chinos igual que las potencias europeas.

Mao Tsetung y el Partido Comunista de China dirigieron la guerra popular que derrotó y expulsó a las potencias imperialistas y sus lacayos, y el pueblo chino emprendió el camino de construir un país socialista independiente.

El economista político maoísta Raymond Lotta describe dicha sociedad revolucionaria bajo la dirección de Mao como un socialismo "viable y visionario" y señala que: "Los obreros y campesinos de la China maoísta, colectivamente y con el poder político en sus manos, se dedicaron a resolver problemas, transformar instituciones y cambiar su propia mentalidad. Se creó un modelo de desarrollo económico que es muy relevante para el mundo de hoy. China se desligó del sistema imperialista mundial y estableció una economía autosuficiente cuyo punto de partida fueron las necesidades del pueblo y no las ganancias ni las exigencias del mercado mundial. La agricultura fue la base y la industria estaba al servicio de ella.

"La tecnología se manejó conscientemente con el objeto de fomentar un desarrollo económico y social igualitario; no se utilizó para dominar, deshumanizar o desplazar al pueblo, al contrario, el pueblo la dominó. Los obreros y campesinos participaron en las tareas de administración, planeación y gerencia; los gerentes participaron en la producción. Los estudiantes fueron al campo para aprender de los campesinos. Se estaban superando las diferencias que existieron durante siglos entre el trabajo intelectual y el manual, entre la industria y la agricultura, y entre la ciudad y el campo". (De "La globalización imperialista y la lucha por otro futuro. Parte 3: Inversiones y desarrollo: ¿Para quién?", OR, No. 935, página 12; también en www.mcs.net~rwor)

Por más de 25 años el pueblo chino construyó una nueva sociedad revolucionaria que buscaba eliminar la opresión. Pero en 1976, un golpe de estado dirigido por Deng Xiaoping derrotó al proletariado y restauró el capitalismo, y el nuevo gobierno capitalista abrazó nuevamente la explotación imperialista.

Esos nuevos explotadores capitalistas son los mismos que en 1989 masacraron a cientos de trabajadores y estudiantes en la plaza Tiananmen, y ahora son aliados de Estados Unidos y otras potencias que oprimen al pueblo chino. Ansían extender su influencia económica, política y militar en Asia, y otras partes. Pero China es un país pobre del tercer mundo, para el cual la restauración del capitalismo ha significado la restauración de relaciones desiguales con las potencias imperialistas. En las negociaciones sobre el tratado, Estados Unidos, la mayor potencia imperialista del mundo con mayor ingerencia política y militar en Asia y el Pacífico, llevó la batuta e impuso sus condiciones.

La lucha por un futuro diferente

Por todo el mundo ha estallado lucha contra el salvaje proceso de globalización y el deshumanizante sistema imperialista.

Un informe de la agencia noticiosa Associated Press informó el 5 de noviembre que 1000 trabajadores textiles de la ciudad de Weinan, en China central, bloquearon tres carreteras principales por cuatro días. Reclamaban porque reciben unos míseros $12 al mes de subsidio para desempleados desde el año pasado, cuando se cerró la fábrica donde trabajaban. La policía atacó la protesta y dejó a cinco trabajadores heridos.

No fue un incidente aislado; están estallando protestas por todo China, donde obreros, campesinos y estudiantes chocan con el gobierno y sus guaruras.

Los imperialistas declaran que la globalización "es el futuro" y que los pueblos del mundo no tienen otra alternativa, pero está muy claro que los oprimidos sueñan con un futuro totalmente diferente.


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