Toda una generación al bote,
Parte 2

Michael Slate

Obrero Revolucionario #1040, 30 de enero, 2000

The Unbound Project es un nuevo disco compacto pronto a salir. Una parte de las ganancias se donará a la defensa del preso político Mumia Abu-Jamal y muchas de sus canciones lo mencionan. Su meta es mostrar las realidades del sistema de justicia penal en este país y, en particular, su impacto en la onda hip-hop. Muchos poetas y artistas de hip-hop colaboraron para producir el CD más chido, con música de Mumia 911 y nuevas rolas de Mike Ladd, MuMs, Ursula Rucker, Saul Williams, Jerry Quickley, Medina Green, Aceyalone, Blackalicious, J. Rocc, Poor Righteous Teachers y otros artistas. El siguiente artículo detalla cómo el sistema ataca a la juventud. Es mi contribución al proyecto y se encontrará en el CD. El productor del CD agradece la oportunidad de presentarlo a los lectores del OR. Esta es la segunda parte del artículo; la primera parte salió la semana pasada, en el número 1039.

Es muy inquietante que una sociedad encarcele a un gran porcentaje de la población, sobre todo a tantos jóvenes y gente pobre; Estados Unidos tiene la mayor cantidad de presos en el mundo, medio millón más que China. En 1999, había 1,8 millones de presos (100.000 en prisiones federales, 1,1 millones en prisiones estatales y 600.000 en cárceles municipales), la gran mayoría por delitos no violentos, además de unos tres millones de personas en libertad condicional. Los gobiernos estatales han gastado billones de dólares en la construcción de prisiones; la Ley contra Crímenes Violentos de 1994 les adjudicó $7,9 billones. El sistema penal tiene 523.000 empleados de planta; de las grandes corporaciones del país (Fortune 500), solo una, General Motors, tiene más empleados.

Estados Unidos ha construido más de mil prisiones desde 1980, pero están más atestadas que hace 20 años; todos los estados (salvo Kansas) operan con sobrecupo, pues el porcentaje de la población que está presa se duplicó en los años 80 y nuevamente en los 90, cuando alcanzó 445 personas por 100.000.

La población carcelaria del país aumenta de 50.000 a 80.000 cada año, es decir, meten a unas 1000 personas al bote cada semana. California (con 22.500 presos en 1980 y 161.000 hoy) tiene el mayor sistema penal del mundo occidental y más presos que los siguientes seis países combinados: Francia, Alemania, Gran Bretaña, Japón, Singapur y Holanda. Unas 45.000 personas entran a la cárcel al año en California.

En pocas palabras, la cantidad de presos es enorme: ¡el equivalente de las poblaciones enteras de Atlanta, St. Louis, Pittsburgh, Des Moines y Miami! En 1985, había unos 500.000 presos. En 1990, esa cifra se duplicó; en 1999 aumentó a 1,8 millones y se calcula que rebasará dos millones este año.

¿Quiénes son esos presos? Son los pisoteados, los del fondo de la sociedad, los que las leyes y los tribunales aplastan, los rebeldes; la abrumadora mayoría son negros, latinos y otras nacionalidades oprimidas que se encuentran ahí debido a la opresión, el racismo, la discriminación y la supremacía blanca. Más del 50% son negros. ¿No es eso en sí una crítica mordaz de este país? Uno de cada 14 hombres negros está preso, el 25% pasará un tiempo en la cárcel, y en las grandes ciudades el 40% está preso, en libertad condicional, libre bajo fianza o tiene orden de detención.

En Los Angeles, el 33% de los jóvenes negros estuvo en el bote durante 1991. En California, el 36% de los acusados de delitos graves son negros y la ley de 3 strikes los ha perjudicado muchísimo: son el 50% de los que reciben mayores sentencias por una condena de segundo strike y el 67% de los condenados de 25 años a cadena perpetua por el tercer strike. El aumento de presas negras de 1986 a 1991 fue espantoso: ¡828%! En California, los latinos son el 10% de la población y el 35% de los presos; 40% de los presos latinos nacieron en el extranjero.

El sistema discrimina contra las nacionalidades oprimidas desde la cuna hasta la tumba. Muchos estudios han documentado la injusticia del sistema judicial; por ejemplo, se ha comprobado una y otra vez que los detenidos por crack (negros y latinos pobres) reciben más condenas y mayores sentencias que los detenidos por cocaína en polvo (blancos de clase media).

En Nueva Orleans, la probabilidad de que arrestan a un negro es 19 veces mayor que a un blanco. Aunque más o menos la misma cantidad de negros y blancos usa drogas, un negro tiene una probabilidad cinco veces mayor de ser arrestado. Los negros son el 13% de la población del país, pero el 35% de los arrestados por delitos de droga, el 55% de los condenados y el 74% de los que purgan condenas.

La causa principal del enorme aumento de presos es tener droga; hay más gente presa por tener o vender droga que por todos los delitos violentos. De 1980 a 1996, las condenas por posesión aumentaron en un 863%. La mayoría de los arrestos por droga son por marihuana y el 80% de ellos son por posesión.

Inundan las comunidades negras y latinas con drogas, y ese narcotráfico es avalado e inclusive fomentado por la policía. Hoy es bien sabido que la CIA desató la epidemia de crack en los ghettos. En sí eso es una forma muy cruel de opresión y, encima, zampan a miles y miles al bote con leyes racistas contra la droga.

No es ninguna exageración hablar de la criminalización de una generación: la cantidad de menores arrestados cada año, así como la cantidad de menores presos o en reformatorios, se ha duplicado desde 1980. Se calcula que para el año 2010 esta cantidad se triplicará.

La neta: los jóvenes negros, latinos y de las demás nacionalidades oprimidas están en peligro. Desde 1980, han zampado a docenas de miles de jóvenes a la cárcel y el 75% son negros, latinos y otras nacionalidades oprimidas. Según los investigadores del Sentencing Project, el 33% de los hombres negros de 20 a 29 años de edad están en libertad condicional, libre bajo fianza, etc., y el 8,3% están presos, es decir, de cada 12 hombres negros, hay uno "ausente".

De 1987 a 1997, el porcentaje de jóvenes presos de las nacionalidades oprimidas ha aumentado en un 80%, el porcentaje de blancos no ha variado. El 68% de los menores de 18 años son blancos, pero el 63% de los presos menores son de las nacionalidades oprimidas y el 75% de los acusados de homicidio son negros, latinos, asiáticos o amerindios.

En California, el 80% de los menores acusados de crímenes violentos son de las nacionalidades oprimidas, y arrestan a siete veces más chavos negros y latinos que blancos. Las nacionalidades oprimidas son el 86% de los presos en cárceles de menores. En 1991, los negros eran el 15% de los menores de 10 a 17 años pero el 26% de los arrestados, el 49% de los acusados de delitos graves y el 52% de los menores juzgados en tribunales para adultos. En 1994, acusaron de delitos graves al 25% de los negros, 15% de los latinos y 6% de los blancos y asiáticos de 18 a 19 años. Asimismo, los arrestos por violar las leyes que mandan estar en casa a cierta hora aumentaron en un 400% durante la década pasada.

Dicen que esas cifras comprueban que los jóvenes negros y latinos cometen más delitos. ¡Mentira! La tasa de delincuencia juvenil ha disminuido dramáticamente; de 1980 a 1997, el mayor aumento de delincuencia (148% de crímenes violentos y 138% de delitos graves) se atribuyó a blancos mayores de 30 años.

En esos años, la tasa de delincuencia de jóvenes de las nacionalidades oprimidas disminuyó, con la excepción de un ligero aumento a principios de la década pasada. Y eso a pesar de la terrible racha de homicidios por tráfico de drogas en las comunidades negra y latina durante los últimos años. Por otra parte, en este país un joven tiene una probabilidad seis veces mayor de morir a manos de sus padres que los padres tienen de morir a manos del hijo. El 66% de los jóvenes asesinados caen víctima de un adulto; asimismo, el 92% de los adultos asesinados mueren a manos de otro adulto.

La neta: El sistema capitalista, empapado de supremacía blanca hasta el tuétano, ha metido en la cárcel a cientos de miles de chavos negros, latinos y de otras nacionalidades oprimidas. Por un lado, los mete en ghettos y barrios pobres donde hay pocos empleos y malas escuelas y, en general, no les ofrece ningún futuro. Esa situación de pobreza, desesperanza y necesidad empuja a muchos hacia el crimen. Por otro lado, el mismo sistema les aplica las leyes de una manera cargada y desencadena un sistemático terror policial contra ellos. El aumento de la opresión nacional ha traído más desempleo, más pobreza y más recortes de servicios sociales. Así que una combinación del funcionamiento "normal" del sistema capitalista y de medidas deliberadas de discriminación y segregación criminaliza a las nacionalidades oprimidas.

Esta locura no tiene lógica... ¿o sí?

¿Qué conclusiones podemos sacar de todo esto? Hay que examinar los hechos y sacar nuestras propias conclusiones. Imaginemos que un extraterrestre llega a este planeta; ¿qué diablos va a pensar?

Los "expertos" de la tele, los artículos de la prensa y de mil maneras más nos dicen que los jóvenes negros y latinos son unos demonios drogadictos y asesinos que viven del crack y están dispuestos a todo para mantener el vicio. Los llaman "animales de rapiña" y dicen que se merecen el bote de por vida o simplemente ejecutarlos.

¿Verdad o mentira? Hay que examinar la realidad, las cifras. En 1994, solo el 29% de las condenas fueron por crímenes violentos y las demás fueron por delitos de droga, daños a propiedad, o violaciones del orden público o libertad condicional. El 95% de los arrestos de jóvenes son por delitos no violentos, muchos de ellos por droga, y como ya señalamos, generalmente por posesión de marihuana.

Los negros, latinos y asiáticos de 13 a 30 años de edad son "sospechosos" porque sí. Los paran, hostigan, multan y arrestan por la pinta. En los primeros momentos de la dizque guerra contra la droga, los tribunales avalaban los registros y arrestos que la policía hacía simplemente por la pinta o el color de la piel. (Ultimamente han salido fuertes condenas de dicha práctica.)

Todos conocemos las "leyes" contra "manejar si uno es negro", y que la chota pare a un negro y le diga: "Estás muy elegante, ¿no? ¡Tírate al suelo, cabrón!", así como las "leyes" de "parecerse a un criminal" y "andar donde no se debe". Muchas de esas leyes están escritas, como las leyes de "drug profiling" (parar a negros y latinos por sospecha de tener droga) en la carretera 95 de la costa este. Pero en muchos casos la chota racista opera de acuerdo a sus "instintos" y el sistema judicial la respalda.

Han parado a personajes como Wesley Snipes y otros artistas negros, ingenieros de sistemas, atletas y jóvenes que simplemente salen a bailar o divertirse, etc. En Los Angeles, pararon y hostigaron a una magistrada negra del estado de Virginia con su esposo y un amigo dizque por una infracción de tránsito. En Jacksonville, Florida, si uno cuestiona a la policía, lo arrestan por "desobediencia sin violencia" y esa es la causa de arresto más común contra los negros de dicha ciudad.

¿Por qué lo hacen? Si no fuera tan calculado, si no lo hicieran con tanta saña... uno diría que es pura locura. No cabe duda de que los seres humanos del futuro, al enterarse de estos y otros terribles atropellos e injusticias, verán este período como las edades bárbaras de la humanidad. Unos dicen que "esta locura" se debe al "complejo industrial-penal" (algo parecido a lo que se llamaba el "complejo industrial-militar" durante la guerra de Vietnam), que se debe al afán de lucro de las corporaciones transnacionales, que trabajan de la mano con el sistema penal para sacar jugosas ganancias.

Ofrecen una serie de razones. Por una parte, dicen que la construcción y operación de cárceles es muy rentable, y que lleva prosperidad a zonas que han sufrido los estragos económicos de los últimos 20 años. Por otra, sostienen que el afán de lucro está impulsando la privatización de la industria penal.

Hasta cierto punto tienen razón; sin embargo, un análisis más detenido comprueba que eso de por sí no explica el gigantesco aumento de presos, y Christian Parenti, autor de Lockdown America (Cárceles en América), demuestra que en realidad son factores de menor importancia. La prosperidad económica en los pueblos donde construyen cárceles es limitada y desequilibrada, y si bien ha habido un aumento de prisiones privadas en los últimos 20 años, solo tienen 100.000 reclusos, apenas el 5% de los presos del país.

Además, se ha demostrado que las prisiones (tanto del sector público como privado) tienden a perjudicar a las comunidades porque la infraestructura de caminos, alcantarillado, etc., no es suficiente, y se canalizan impuestos hacia ellas en lugar de escuelas y hospitales. Estudios oficiales indican que el gobierno gasta lo mismo para mantener a un preso en una prisión privada que en una del gobierno y desde luego las ganancias de las privadas van a forrarse los bolsillos de las corporaciones (y no del gobierno).

Otra razón que dan los que creen que la criminalización de una generación tiene motivos económicos es que las prisiones son una fuente de mano de obra barata y de superganancias. Es cierto que tanto el gobierno como las corporaciones explotan a los presos: hacen reservaciones para la aerolínea TWA; empacan programas de computadoras, productos de Starbucks y compañías como JanSport, Eddie Bauer y Victoria's Secret; y trabajan en ventas por teléfono y entrada de datos de computadora. La compañía Industrias Carcelarias Federales (Unicor) emplea la mayoría de los presos, unos 18.000, quienes fabrican 150 productos como gafas, chalecos a prueba de balas para la Patrulla Fronteriza, letreros y cableado para los aviones de la Fuerza Aérea. Unicor es una corporación del gobierno que vende sus productos exclusivamente a dependencias federales.

También existen algunas empresas conjuntas (del sector público y privado) pero como Parenti señala, la fuerza laboral de los penales (unos 72.000 presos) es menos del 5% de la población carcelaria y, si bien ha crecido en los últimos 20 años, su porcentaje de la población carcelaria ha disminuido. Es decir, el crecimiento de la fuerza laboral de los penales no corresponde al enorme aumento de la cantidad de presos.

Parenti argumenta que las industrias penales no son ni la ola del futuro ni la razón por la cual zampan a tanta gente a la cárcel. En primer lugar, no son muy eficientes ni muy rentables; por lo general, el gobierno se ve en la necesidad de subvencionarlas. Además, al igual que los esclavos antes de la guerra de Secesión, los presos no son buenos trabajadores porque no tienen ningún incentivo. ¿Acaso van a ascenderlos? ¿Y qué implica un ascenso en la cárcel: ser el hombre de confianza del carcelero? ¡Ay, chin!

Por lo general, los presos reciben una miseria-unos centavos la hora-y a los que reciben el salario mínimo se los quitan casi todo por multas, costo del alojamiento, compensación a las víctimas, etc., etc. Al igual que los esclavos que rompían los azadones y picos, los presos rompen máquinas y herramientas, y organizan protestas y paros.

¿A qué se debe, entonces, la mayor campaña oficial de detención desde la "solución final" de Hitler, si no se debe al "complejo industrial-penal" y al afán de lucro? En realidad, el sistema penal no es un negocio sino un mecanismo de control y castigo, y en una sociedad que se fundamenta en odio, sufrimiento y opresión, el control y el castigo tienen una prioridad muy alta.

¿Qué quieren controlar, qué quieren castigar? Voces de resistencia y héroes inquebrantables como Mumia Abu-Jamal. Una porción de los fondos de este CD se destinará a la defensa judicial de ese compañero, y los artistas que aportaron a este CD Unbound Project lo hicieron para apoyar a Mumia, y repudiar al sistema judicial y sus ataques a la nueva generación.

¿Por qué Mumia está en el pabellón de los condenados a muerte? No es que represente una amenaza a las ganancias del complejo industrial-penal. Lo quieren ejecutar porque es un revolucionario negro, porque su vida-incluso su vida en el pabellón de los condenados a muerte-es un modelo para todos los que anhelan romper sus cadenas, todos los que no hincan la rodilla ante las clases dominantes del mundo. Por eso lo quieren matar. Quieren crear un ambiente propicio a los horrores de esta sociedad obscena y degradante, y zampar a miles y miles de personas a la cárcel. Y, ¡precisamente por eso necesitamos luchar por la libertad de Mumia!

Tras la Rebelión de Los Angeles de 1992, pasé un tiempo en los proyectos de Watts cotorreando con chavos sobre su vida y su visión del futuro. Daniel, un compañero de unos 20 años que creció en el proyecto Jordan Downs, me contó sus experiencias, que son muy típicas de su generación.

"Odio al sistema, lo conozco, la neta. No me deja salir de este lugar, donde batallo todos los días. Me gradué de la prepa, pero jamás he ganado más de $5 la hora. No soy tonto. Soy fuerte, dispuesto a trabajar, pero no encuentro chamba. ¡Aquí no! ¡Allá no! ¡Esto no, lo otro tampoco! ¡Chin! ¡Ni madres! ¿Cómo vamos a subsistir sin recurrir al atraco, robarnos algo, venderlo para sacar unos centavos? No hay de otra. Tenemos que alimentar a la familia, comprar ropa. ¡Qué gacho! Uno puede entrar por la ventana de una casa, robarse algo, venderlo y sacar más lana que en cualquier chamba. ¿No es eso tenaz? He analizado el sistema, todito, y aquí no hay nada para mí. Así que, ¡olvídalo! Voy a hacer lo que tenga que hacer. No me queda otra.

"Quiero una vida digna, nada de lujo, pero ¡no hay nada para mí! Todo el mundo necesita ganarse la vida, pero el sistema no lo permite. Hombre, hay gente en el centro que duerme en cajas de cartón, gente inteligente además. El sistema bota a la gente. Somos bien inteligentes, listos, pero no hay nada para nosotros. No podemos hacer nada.

"Algunos le entran a la droga para escaparse por la misma presión de no tener nada que hacer. En mi caso, tomaba porque no tenía qué hacer, pues decía por lo menos voy a divertirme un poquito y me tomaba una chela. Pero el trago me estaba matando, dañando el hígado, matándome poco a poco. El alcohol, el crack hace muchísimo daño; nos matan poco a poco, pero no nos dan otra cosa.

"Lo que yo pediría, el mundo que a mí me gustaría, es un mundo donde todo el mundo tenga la oportunidad de trabajar. Si quiere trabajar, que trabaje porque la única forma de unir a la gente es que trabajemos juntos. Sueño con un mundo de igualdad y justicia, donde todos recibamos un trato justo y vivamos juntos. En un mundo así, el racismo sería un delito. Para mí, el racismo sería un delito. Si alguien discrimina, eso sería desobedecer la ley y yo los metería al bote unos cinco años. Eso sí merecería cinco años de prisión. El sistema es una porquería, hombre, yo sé porque lo he analizado muy bien. No permitiré que me degraden, que me repriman y opriman porque ya sé cómo es".

Como dice el refrán, donde hay opresión, hay resistencia. La nueva generación que ha experimentado los últimos 10 ó 15 años en este país ha adquirido una sabiduría, una gracia y un fuerte deseo de luchar. De hecho, lucha contra esta porquería de sistema. Esta nueva generación se rebelará, pues existe una fuerte contradicción entre los sueños y anhelos de los oprimidos y la cruel realidad que el sistema impone. Dicha contradicción es la cuna de la resistencia, de la información, de la verdad y el deber de actuar en consecuencia. Cada quien llega a un momento decisivo y la verdad genera un latido revolucionario que nos impulsa a muchos a la lucha.

Para este CD simplemente se pidió que los artistas aportaran una pieza sobre el sistema judicial y las prisiones; respondieron con obras de arte muy conmovedoras que exhortan a la resistencia y plantean un cambio fundamental.

Una vez que conozca la verdad sobre el sistema judicial y la criminalización de toda una generación, muchísima gente ha de sacar las mismas conclusiones. En la película Sankofa, arrían a los africanos de un castillo/prisión a los buques negreros; las filas son interminables y en sus ojos está la pregunta: Ahora que sabes lo que nos hacen, ¿qué vas a hacer? A cada uno de nosotros se nos plantea esa misma pregunta. Una vez que captemos la verdad, hay que actuar: aceptarla o repudiarla, rajarnos o rebelarnos.

"Tengo 18 años. No estudio; tampoco tengo trabajo. Lo paso en la calle, haciendo lo necesario para subsistir. En una ocasión, la chota me persiguió por todo Watts, me agarró aquí y por poco me mata. Salí del auto y me patearon, unas patadas muy fuertes al estómago que sentí hasta las tripas. Me dieron con la cachiporra y se pusieron a patearme los riñones. Por poco me matan. Palabra. Después de semejante golpiza me tiran al bote con puros enemigos. La verdad, creo que querrían desnudarnos, darnos latigazos y lincharnos. Eso es lo que quieren, pero ¡no lo permitiremos, aquí no!".

Trick de los proyectos<R>Nickerson Gardens de Watts

Fuentes:

Lockdown America, Christian Parenti, Verso Books, 1999

Framing Youth -- 10 Myths about the Next Generation, Mike Males, Common Courage Press, 1999

Scapegoat Generation, Mike Males, Common Courage Press, 1996

La juventud negra y la criminalización de una generación, folleto del Obrero Revolucionario, RCP Publications, 1998


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