Nuevo memorial detalla injusticias contra Mumia

Parte 5:
Cómo el tribunal le negó a Mumia
el derecho a una buena defensa

C. Clark Kissinger

Obrero Revolucionario #1046, 12 de marzo, 2000

En las primeras cuatro partes de esta serie, hemos destacado lo político que fue el juicio de Mumia Abu-Jamal y la mala conducta de la fiscalía, que enterró pruebas, manipuló a los testigos y fabricó una falsa confesión. Todo eso constituye una violación de las normas más básicas de la justicia. Pero hay una violación más fundamental de los derechos de Mumia: la negación del derecho de defenderse (llamado defensa pro se, o "por sí mismo") o de tener un defensor competente. Este es uno de los elementos más importantes de su apelación.

Tradicionalmente, en Estados Unidos se le garantiza al acusado el derecho de representación adecuada, ya sea por un buen abogado o por uno mismo. Pero la realidad, para los pobres, es tener un abogado sin experiencia y recursos, que se enfrenta solo a toda la maquinaria de una fiscalía bien financiada y que trabaja de la mano con la policía.

En los casos de pena capital, la situación es peor. En los últimos años se ha documentado que a los abogados defensores se les ha prohibido ejercer la abogacía, o que se presentan borrachos o se duermen durante el juicio.

Un aspecto importante de la apelación de Mumia es que el abogado defensor del juicio de 1982, Anthony Jackson, admitió en una declaración jurada que no estaba preparado para defenderlo y que tenía muchos desacuerdos con Mumia. Pero eso no es nada nuevo. En 1982, durante el juicio, Jackson le informó todo eso al juez Albert Sabo. Una y otra vez le pidió que le permitiera retirarse, hasta que Sabo amenazó con meterlo a la cárcel por desacato.

Sabo pisoteó el derecho de Mumia a defenderse

Pero vayamos al comienzo. A Jackson lo nombraron abogado defensor al principio, y asistió a varias audiencias. El 5 de enero de 1982, el primer juez lo criticó por no prestarle suficiente atención al caso. El 29 de abril, "Jackson pidió que el juez nombrara un segundo abogado para ayudarlo, porque se dio cuenta de que la situación rebasaba sus capacidades" [del memorial de enero de 2000 que pide una "revisión" del proceso judicial de Pensilvania porque no fue "razonable", p. 51] Al acercarse el juicio, Jackson le dijo al juez:

(Q)No he podido organizar los materiales que he recibido y hacer las investigaciones necesarias.... Hay mucho trabajo que hacer y mucha información que reunir, y dudo si estaré preparado en tres semanas.... Ese es mi problema. Físicamente no puedo hacer todo lo que es necesario y, como usted sabe, tengo otros juicios también.... Estoy reduciendo mis clientes para poder prepararme adecuadamente para este juicio, pero tengo varios juicios que atender. [del memorial, pp. 51-52](QX)

El juez rechazó esa petición y Jackson se rezagó más.

El 13 de mayo de 1982, Sabo rechazó otra petición de Jackson de fondos para contratar más expertos. Mumia, angustiado por la clara incompetencia de Jackson, pidió permiso para representarse a sí mismo. El juez aceptó pero nombró a Jackson como defensor auxiliar, ¡a pesar de las protestas tanto de Mumia como de Jackson! Jackson dijo que no tenía ninguna experiencia como defensor auxiliar, y pidió que lo reemplazaran o que le dieran ayuda: "Sugiero, Señor Juez, que sin el debido proceso me está obligando a desempeñar un papel para el que no estoy preparado en un caso donde está en juego la vida del acusado". Pero Sabo le dijo: "No es un papel muy difícil.... No se requiere mucho para ser defensor auxiliar".

Jackson tomó esas palabras de Sabo a pecho y "abandoné todos los preparativos". Empezó la selección de jurados, que duró un día y medio; el Philadelphia Inquirer informó que Mumia interrogó a los candidatos de un modo "metódico, serio y calmado". Pero Sabo lo sacó del proceso de selección; dijo que iba muy despacio y que asustaba a los candidatos1. Pero le dijo que podría volver a representarse durante el juicio.

Al empezar el juicio, Mumia otra vez pidió que destituyeran a Jackson y que lo reemplazara John Africa como abogado auxiliar. Hoy los partidarios de la ejecución de Mumia dicen que eso prueba que quería convertir el juicio en un "espectáculo" (aunque es casi imposible imaginar un mayor espectáculo que la atmósfera de linchamiento que creó Sabo). De hecho, Mumia tenía buenas razones. Poco antes, John Africa se representó a sí mismo en un juicio y ganó; además no se iba a doblegar ante el juez. En contraste, era evidente que a Jackson le importaba más su reputación que defender a Mumia; admitió que le preocupaban más sus propios derechos que los de Mumia.

Cuando Sabo dijo que no, Mumia pidió que permitiera que John Africa fuera su asesor. Las leyes de Pensilvania le permiten al acusado tener un asesor que no sea abogado y Mumia le dio a Sabo ejemplos de jueces que lo permitieron. Pero Sabo volvió a decir que no y amenazó con quitarle a Mumia el derecho de representarse si insistía.

Así que Sabo lo obligó a aceptar un abogado auxiliar que no quería, le negó la asesoría de un hombre que respetaba y puso en peligro su derecho a defenderse. Mumia dijo:

"Señor Juez, sus advertencias no tienen sentido. Estoy luchando por mi vida. ¿Entiende lo que significa eso? No estoy luchando para agradar al tribunal o al fiscal, sino por mi vida. Necesito un abogado escogido por mi cuenta, en quien tenga fe y respeto; no un abogado pagado por el mismo gobierno que le paga el fiscal, no un abogado nombrado por el juez, no un miembro del Colegio de Abogados, no una persona al servicio del sistema judicial, sino una persona en quien tenga confianza. Para mí sus advertencias carecen de sentido".

Ese mismo día, Sabo le quitó a Mumia el derecho a defenderse totalmente por "trastornar" el juicio. Desde el punto de vista de la justicia, fue otra irregularidad: ¡primero, Sabo provocó a Mumia quitándole un derecho básico y luego, cuando Mumia le respondió de una manera firme pero respetuosa, le quitó más derechos!

Veamos lo de "trastornar" desde el punto de vista del derecho2. El memorial detalla un caso en que no permitieron a un acusado defenderse porque "trastornó" el juicio. En ese caso, la corte de apelaciones anuló el veredicto; ¡dijo que no es correcto negarle al acusado el derecho de defenderse porque protestó contra la negación de ese derecho! En el caso de Mumia, la situación es más clara por ser un juicio de pena capital.

Sabo impone un abogado incompetente

Tras quitarle a Mumia el derecho a representarse, Sabo obligó a Jackson a ser el principal abogado, a pesar de sus objeciones. De hecho, amenazó con meterlo a la cárcel por desacato si seguía objetando.

Esa decisión tuvo graves consecuencias. El memorial dice: "Los problemas que se entrevieron antes del juicio se complicaron cuando este empezó. La defensa no contrató expertos ni investigadores, y no interrogó adecuadamente a los expertos de la fiscalía; no mandó comparecer a testigos favorables al acusado; no protegió a Jamal de la mala conducta de la fiscalía en la selección de un jurado casi desprovisto de minorías, en la presentación de argumentos indebidos y en la introducción de pruebas falsas, perjudiciales y fuera de propósito. De hecho, el abogado defensor se lamentó abiertamente al comienzo del juicio de que no podía ofrecer ninguna defensa". [memorial, p. 43]

El actual equipo defensor de Mumia señala que Jackson no trazó una estrategia para el juicio; no entrevistó a los testigos; no preparó interrogatorios ni argumentos; no mandó investigar las pruebas; no mandó comparecer a testigos; no consultó con su cliente; no se familiarizó con los archivos del caso; no pensó en la manera de refutar los argumentos de la fiscalía; y no reunió pruebas de inocencia.

Entre las cosas que el jurado nunca oyó por descuido de la defensa figuran:

...pruebas de que la "confesión" fue pura invención...

...lo sospechosas que eran las "pruebas científicas" de la fiscalía...

...pruebas físicas de que la descripción que ofreció la principal testigo de la fiscalía, Cynthia White, no era posible...

...el informe del médico forense de que la bala que mató al agente Faulkner era de calibre .44...

Los dos memoriales que ha entablado el equipo defensor (en diciembre de 1999 y enero de 2000) detallan los errores de Jackson. También señalan precedentes de anulación de veredictos debido a la misma clase de incompetencia.

La desavenencia entre Mumia y Jackson es otra razón para anular el veredicto. El equipo defensor señala que "cuando existe una desavenencia insuperable entre el abogado y su cliente que causa un lapso de comunicaciones, el abogado no puede cumplir su función constitucional dictada por la Sexta Enmienda, dado que el proceso requiere que el acusado tenga `un abogado que desempeñe el papel de defensor'.... Por eso, los tribunales han declarado que es una violación fundamental de la Sexta Enmienda obligar a un acusado a aceptar un abogado con quien no se puede comunicar y en quien no tiene confianza". [memorial, p. 45] El memorial también menciona precedentes de anulación de veredictos por tales conflictos.

Además, dice que las cortes de apelación han exigido investigar las causas de desavenencia entre abogado y cliente. En vez, Sabo hizo todo lo posible por empeorarla. Por ejemplo, se burló de Jackson (y Mumia) por un descuido. Debido a ese descuido, Sabo no mandó comparecer a Gary Wakshul3.

Otro factor que menciona el equipo defensor es que en 1982 no le dieron a la defensa los fondos necesarios para contratar un patólogo (que hubiera podido comprobar la falsedad de la teoría de la fiscalía) o un experto en balística (que hubiera podido comprobar que ni a Mumia ni a su pistola los vincularon a la muerte del agente). El investigador que contrató la defensa (que hubiera podido hallar testigos favorables y desenmascarar la manipulación de los testigos por la fiscalía) se retiró antes del juicio porque no le pagaron. Jackson pidió más fondos y le dijo al juez que ningún experto aceptaba los $150 que podía ofrecer. Pero el juez rechazó su petición y Jackson no contrató ni un solo experto.

Condena de muerte garantizada

Durante el juicio, Jackson fue de mal en peor. En Pensilvania los juicios de pena capital tienen dos fases: la de determinar culpabilidad y la de asignar castigo. La ley ordena que el jurado tome en cuenta las circunstancias tanto favorables como desfavorables al acusado antes de imponer la pena de muerte.

¡Pero Jackson no presentó ningún testigo en la fase de castigo! De hecho, ni siquiera pidió aplazarla para prepararse. El memorial dice: "Al oír el testimonio de los testigos en pro de Mumia [que la defensa hubiera podido presentar en la segunda fase del juicio de 1982], el principal fiscal de las audiencias de apelación PCRA de 1995 anunció que matar al agente Faulkner no cuadraba con el carácter de Jamal. Así de convincente era el testimonio de esos testigos. Pero el jurado [de 1982] no lo oyó". En vez, le permitieron al fiscal McGill contar sus fantasías políticas sobre un radical negro resuelto a matar policías.

En muchos casos los tribunales han destacado la importancia de que el abogado defensor se prepare adecuadamente para la fase de castigo. Pero en 1995 Jackson dijo que "no hice nada para prepararme para la audiencia de castigo": no habló con Mumia (con excepción de una breve reunión la mañana de la audiencia) y no mandó comparecer a ningún testigo. El memorial dice que "los tribunales federales han declarado repetidas veces que si un abogado defensor no presenta argumentos para mitigar el castigo" se debe anular la sentencia. [memorial, p. 74]

Sabo también tiene la culpa de lo que el equipo defensor llama "un error increíble y sin precedentes" [memorial, p. 70] La primera fase del juicio terminó el viernes 2 de julio. "Pero en vez de darle al abogado el fin de semana para preparar una estrategia para la segunda fase, el juez lo obligó a presentar sus argumentos en contra de la ejecución al día siguiente, y este ni siquiera pidió aplazarla". [memorial, p. 72] El juez apuró a la defensa para impedir que se preparara.

Pero el error más grave que Jackson cometió en la segunda fase del juicio es que no objetó cuando la fiscalía lanzó un descarado ataque político contra Mumia. No dijo ni mu cuando McGill dijo que el juicio "es un referendo sobre el crimen en general, que se debe ver en el contexto de combatir la delincuencia que tiene sitiados a nuestros barrios urbanos, y que, por eso, la comunidad necesita y reclama una condena" [memorial, p. 58] (Todo eso a pesar de que Mumia no tenía antecedentes penales.) ¡Tampoco objetó cuando McGill presentó las ideas políticas de Mumia y dijo que por ellas merecía la pena de muerte!

Mumia no asistió al juicio

No cabe duda de que Sabo hubiera preferido que Mumia se sentara mudo ante todas esas arbitrariedades. Pero Mumia no lo hizo, así que Sabo lo echó del juicio.

Una y otra vez lo sacaron del juzgado; no estuvo presente durante la mitad del juicio. Además, Sabo no le permitió seguir el juicio, oír los testigos o ver las pruebas cuando estaba fuera del juzgado, a pesar de que su vida estaba en juego. En 1981, una corte de apelaciones de Nueva York anuló una condena porque "el estado no proporcionó al acusado el equipo tecnológico necesario para seguir lo que estaba pasando y comunicarse con su abogado". Sabo también excluyó a Mumia de las audiencias in camera, o sea, en el despacho del juez. El equipo defensor ha reunido precedentes que garantizan al acusado el derecho de asistir a todas las fases del juicio, y que demuestran que si no se proporciona se puede anular la condena.

Desde el punto de vista de "lo que es legal", las violaciones del derecho de Mumia a defenderse o a un abogado defensor competente son más que suficientes para que tenga un nuevo juicio. Pero el caso de Mumia (y los casos de pena de muerte en general) tiene mucho más que ver con represión que con precedentes jurídicos. Nos toca a nosotros desenmascarar ante millones de personas la contradicción entre las supuestas garantías democráticas y la realidad de una dictadura política patente en todo el caso de Mumia Abu-Jamal.

1 Amnistía Internacional no encontró "ninguna justificación para revocar el derecho de Mumia Abu-Jamal de interrogar a los candidatos al jurado".

2 Hay que distinguir entre la justicia y la legalidad. En muchos lugares son distintas; en Filadelfia son contrarias.

3 El agente Wakshul vigiló a Mumia la noche del arresto y escribió en su informe que "el hombre negro no hizo ningún comentario". Su testimonio hubiera podido desbaratar la confesión inventada.


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