Los rojos de Filadelfia

Carta de un camarada de la BJCR

Obrero Revolucionario #1070, 17 de septiembre, 2000

Recibimos la siguiente carta de un militante de la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria (BJCR) que participó en el Verano de Libertad 2000:

Cada año los voluntarios del Verano de Libertad vamos a Filadelfia a trabajar en el barrio proletario negro de Germantown. La primera semana, los brigadistas fuimos al entierro de Robert Brown, un hombre destechado que murió a manos de la policía. Luego hablamos con una madre cuyo hijo murió en la calle y con otra madre cuyo hijo de 11 años lo fueron a arrestar a las 4 de la mañana. Nos la pasamos con unos chavos que nos dijeron con una gran sonrisa que nos iban a proteger y que no querían hablar sobre la Convención Republicana o las elecciones burguesas hasta que nos pusimos a hablar de la revolución. Cuando estamos en medio de los explotados por este sistema, estamos en nuestro terreno, pues llevamos el marxismo-leninismo-maoísmo (MLM), la ciencia del proletariado, a donde debe estar, ya que esta ciencia es de las masas. Tenemos que aprender de ellas, y con el MLM nos esforzamos por entender el mundo para cambiarlo. Por su propia experiencia, muchas veces el pueblo capta que la revolución es necesaria pero le hace falta la ciencia para desenmascarar las raíces del racismo, brutalidad policial, pobreza y demás infamias. Sí, necesitamos una revolución para realizar cambios fundamentales, pero ¿qué clase de revolución?

Mao dijo: "Los comunistas somos como la semilla y el pueblo como la tierra. Dondequiera que vayamos, debemos unirnos con el pueblo, echar raíces y florecer en él". Y no cabe duda de que florecimos. Apenas aprendimos un pequeño porcentaje de lo que las masas nos pueden enseñar, pero también les llevamos lo que les hace falta: la ciencia de la revolución, con la que se puede crear un mundo totalmente nuevo. Mucha gente no nos tomó en serio hasta que dijimos que éramos revolucionarios. Vieron que no queríamos apaciguarlos, que no íbamos a hacerle propaganda a tal o cual candidato del sistema opresor.

Es como la canción del conjunto The Coup "Underdogs" (Los de abajo); describe la vida de los negros en la sociedad capitalista y dice: "Voy a derrumbar este pinche sistema porque te amo de verdad, y porque tú harías lo mismo". El pueblo entiende cómo es este sistema y no se le pueden decir mentiras.

Durante todo el verano pensé en el entierro de Robert Brown, víctima de la policía asesina. Todavía me molestaba el asesinato policial de Malcolm Ferguson en el Bronx tras el anuncio del veredicto en el caso de Amadou Diallo. La BJCR decidió organizar un foro acerca del nuevo programa del Partido y sobre la Brigada para que los participantes del Verano de Libertad entendieran por qué participamos cada año. El momento más impactante del foro fue la oportunidad de hablar de las fechorías que este sistema comete y de echarle la culpa al verdadero enemigo.

Nuestra meta era hablar de esos problemas, pero también de la solución: la revolución proletaria. Este sistema nos manipula; nos miente y trata de aplastar nuestros sueños; nos empuja a echarnos la culpa y a desconfiar el uno del otro; y tapa el hecho de que el capitalismo es la raíz de nuestros problemas. Nos dice que nuestra voz solo puede expresarse cada cuatro años cuando nos da la oportunidad de escoger un nuevo opresor. ¡Y los jóvenes ni siquiera podemos hacer eso!

La plática empezó con recelo. ¿Es de sorprenderse? ¿En qué otro lugar nos podemos reunir para hablar francamente de los problemas de esta sociedad? ¿En qué otro lugar se nos permite captar que tenemos mucho en común, precisamente porque tenemos un enemigo común? ¿En qué otro lugar invitan a las compañeras a hablar de la violación y la opresión de la mujer, donde hay hombres? ¿Y en qué otro lugar nos animan a resolver nuestros problemas colectivamente?

No es nada fácil compartir las cosas que nos enseñan desde niños a no compartir y a mantener adentro hasta que nos comen vivos. Sobre todo nos enseñan a no confiar en otros para resolver nuestros problemas, y a echarnos la culpa a nosotros mismos en vez de al verdadero criminal: el sistema.

Como ha dicho el Presidente del Partido, Bob Avakian: "Una persona negra de un proyecto habitacional de Los Angeles puede tener vecinos mexicanos y tener muchas cosas en común con ellos (lo que el sistema les ha hecho y cómo han luchado), y así y todo no darse cuenta de eso y dejarse enredar en los antagonismos y problemas cotidianos (en lo que el sistema, espontáneamente, y la clase dominante, conscientemente, alientan). Así que es muy importante que nosotros apliquemos el materialismo histórico y mostremos los intereses comunes y, concretamente, las experiencias comunes y luchas comunes para que lo vean". El foro me mostró que el Partido puede unir al pueblo para ver más allá de los problemas cotidianos.

Es imposible describir todo el dolor e indignación que se expresó esa noche, pero me permitió ver más claramente que este sistema no representa a la mayoría de la gente. Expresamos cosas que nunca antes habíamos mencionado y que ni siquiera sabíamos cómo decir. Gritamos, lloramos y bregamos para no tapar nada. Nos conmovió a todos, incluso a los que no hablaron. Este sistema nos echa un montón de mierda: la violación; la drogadicción; el hostigamiento, la brutalidad y el asesinato policiales; todas las voces burguesas que nos dicen que no hay nada mejor que este mundo y que no vale la pena vivir por el pueblo. Pero por medio de todo eso está creando sus propios sepultureros, está criando a toda una generación que ansía ver la destrucción de Estados Unidos y tener la oportunidad de construir algo nuevo encima de las cenizas.

Tenía muchas ganas de conectarme con el pueblo y compartir mi indignación con la suya. El sábado, los participantes del Verano de Libertad celebramos una marcha y mitin en el barrio, donde los vecinos hablaron de su experiencia con la brutalidad policial. Me vino a la mente que cualquiera de los que hablaron podía ser Robert Brown o Thomas Jones [el negro cuya golpiza por la policía de Filadelfia la víspera de la convención fue grabada en video—OR]. Esa misma noche hicimos preparativos para las protestas contra la convención. Practicamos marchar en formación por el barrio, y las patrullas y camionetas policiales pasaban muy despacio. Cuando se iba una camioneta, los vecinos salieron de las casas y corearon "¡A la mierda la policía!" y "¡Libertad para Mumia!", y le tiraron unas piedras. Los sucesos de esa noche nos mostraron que el proletariado es un gigante durmiente: tiene un tremendo potencial revolucionario. Ansiábamos llevar la voz y el espíritu que compartieron con nosotros a las protestas contra la convención.

Al día siguiente, marchamos al mitin de Unity 2000 en nuestros uniformes, con una ENORME BANDERA ROJA y con el Libro Rojo de Mao Tsetung en la mano, orgullosos representantes de nuestra clase y nuestra ciencia. En un dos por tres nos rodearon corresponsales y fotógrafos. Pasaba lo mismo dondequiera que íbamos. ¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? Para ponernos a la defensiva, nos preguntaban: "¿No mató Mao a millones de personas?". Les contestábamos "¡Viva el Presidente Mao!" y les explicábamos con detalle los grandes logros de Mao, aunque sabíamos que nunca lo iban a informar. Todo esto les sorprendió mucho: ¿desde hace cuánto tiempo no veían chavos militantes marchando en formación con el Libro Rojo y hablando de la revolución?

Llegamos al mitin y en el escenario empezaron a cantar el himno nacional estadounidense. ¡Los brigadistas decidimos darle al país y a sus símbolos su merecido, y quemamos la bandera nacional! ¡La pisoteamos, la escupimos y coreamos a la mierda este sistema!

Cada día, al regresar a donde dormíamos, los vecinos nos paraban: "¿Ustedes son los rebeldes? ¿Vienen de las protestas? ¡Los vimos en la televisión! ¡Orale!" Decían que les hubiera gustado estar con nosotros y que les encantaba ver nuestras fotos en la calle con los puños en alto. Vale mucho poner en práctica en la calle lo que uno cree y dice. El pueblo se contectó con nosotros como nunca después del 1º de agosto. ¡Nuestras acciones lo fortalecieron también!

Nuestra lucha ha echado más firmes raíces tanto en el barrio como en nuestras filas. Nos une el hecho de que este sistema está podrido hasta los cimientos y de que no se puede reformarlo. Pero además compartimos el deseo urgente de luchar contra él y tumbarlo. Tras seis años de actividad política en Germantown, esa unidad se ha fortalecido. Los vecinos nos conocen y cada verano esperan nuestra llegada. Cuando madure una situación revolucionaria, cuando llegue la hora de tumbar este sistema de una vez por todas, nada de lo que hagan los capataces del sistema los preparará para lo que desencadenará la furia popular.

Militante de la BJCR


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