Ralph Nader: ¿Solución? No

Obrero Revolucionario #1076, 29 de octubre, 2000, rwor.org

Una de las pocas cosas llamativas de esta aburridora campaña electoral es la candidatura de Ralph Nader, del Partido Verde.

La máquina electoral de los dos partidos oficiales ha marginado a Nader: no lo dejaron participar en los debates televisados de Gore y Bush, no recibió fondos del gobierno federal para hacer campaña y la prensa lo pasa por alto. Así y todo, ha obtenido el suficiente apoyo popular para inscribir su candidatura en 44 estados.

Nader ha llenado coliseos en una serie de ciudades en Oregon, Minnesota, Massachusetts e Illinois, y hace poco lo aplaudieron 15.000 personas en el Madison Square Garden de Nueva York. En esas presentaciones lo acompañan personalidades progresistas famosas del mundo artístico, como Michael Moore, Tim Robbins, Susan Sarandon, y artistas como Ani DiFranco, Ben Harper y Eddie Vedder.

El 10 de octubre, se reunieron unas 10.000 personas a oír a Nader en el estadio de la Universidad de Illinois, Chicago: la mitad universitarios y el resto gente de varios movimientos sociales progresistas, así como socialdemócratas y trotskistas; el grupo era blanco, de clase media y entusiasta.

Todos se murieron de la risa cuando el periodista local Studs Terkel dijo que Gore y Bush eran como "la influenza y la neumonía", y cuando el productor de TV Michael Moore describió los partidos oficiales como "republicanos comunes versus republicanos pro-aborto". Y todos se pararon a aplaudir cuando Nader dijo que se necesita seguro médico para todos, reducir el poder de las corporaciones, descomercializar la cultura y la vida diaria, oponerse a la Organización Mundial de Comercio, abolir la pena de muerte y despenalizar la posesión de drogas. La política oficial ni toca esos temas, así que aunque sea oírlos en boca de un candidato político emociona mucho al público.

Nader dijo que para entender la política electoral es necesario prestar atención a lo que hacen los candidatos, no a lo que dicen. Los presentes claramente ya habían hecho eso con Bush (lo detestan) y Gore (les parece alienante). Es útil hacer lo mismo con Nader: tomar sus palabras con cierto escepticismo y ver lo que representa en el mundo real.

Los que sienten interés por Nader buscan algo distinto en la política y la sociedad, y se preguntan si un tipo como él puede traer un cambio. Veamos.

El mundo según Nader

La posición política de Nader y su movimiento parte de una profunda fe en el sistema político estadounidense, como se ve en su historia personal.

Nader ha trabajado toda la vida como cabildero en Washington, es decir, ejerciendo presión para moldear las leyes que legisla el Congreso. Asimismo, ha tratado de captar a los estudiantes a ese proceso como cabilderos y publicistas. Sus seguidores se han alejado de los movimientos radicales de cambio social y se han concentrado en reformas, como legislar el uso de cinturones de seguridad, la inspección de carne de pollo y la pureza del aire.

Nader no se unió al movimiento contra la guerra de los años 60 y 70; no apoyó la lucha de los negros por igualdad (ni ayer ni hoy); y casi no habla de temas como el derecho al aborto, la brutalidad policial, la defensa de los inmigrantes o justicia para Mumia Abu-Jamal.

En resumidas cuentas, Nader es un tipo profundamente afecto al sistema, aunque nunca se haya metido en el baturrillo electoral del Partido Demócrata.

En los últimos años, los cabilderos han perdido fuerza en Washington, y Nader se propone cambiar eso. Quiere movilizar al electorado para quitarle poder a las corporaciones de dos formas. Primero, revitalizar la esperanza y la fe en el proceso electoral, y atraer a millones de jóvenes desencantados a votar; y segundo, presionar para instituir una reforma financiera de las campañas electorales de modo que las corporaciones no puedan comprar de frente a los candidatos y a los legisladores.

¿Cambio fundamental? No

Nader no busca un cambio fundamental del sistema político o económico. Propone un sistema de salud como el de Canadá y un sistema de beneficencia social como el de los países europeos, o sea, ningún cambio profundo de la sociedad. La bandera nacional que cubre el escenario en los mítines de Nader es un símbolo de la lealtad patriótica a este sistema.

Dice que es posible usar el sistema electoral para quitarle poder a las corporaciones, pero afirma que no va a abolir las corporaciones ni la propiedad capitalista.

Opina que el problema empezó hace 20 años, cuando Ronald Reagan ganó la presidencia y los "nuevos demócratas" resolvieron portarse como republicanos. Eso muestra que Nader no aspira a más que volver a los años 60 y 70, cuando la lucha popular obligó a la clase dominante a aceptar ciertas reformas.

El programa de Nader se caracteriza por una moderación deliberada: está a favor de "recortar la ayuda a Israel" (no de cortarla del todo), de recortar y mejorar las fuerzas armadas (no de arrancar el brazo armado del imperialismo estadounidense), de darle mejor tratamiento a los pobres (no de acabar la pobreza y la explotación del ser humano), y así sucesivamente.

La visión de Nader es un capitalismo reformado, en que las leyes y las presiones democráticas de un electorado movilizado doman a las corporaciones. A nivel fundamental, esa visión no concuerda con el funcionamiento del sistema.

Veamos, por un momento, lo poco que han hecho partidos socialdemócratas como el de Nader en Canadá y Europa. Han gobernado sin ningún cambio fundamental del sistema y la opresión que genera. Incluso si se implementara el programa de Nader, ¿cambiaría la situación?

Por un lado, una serie de campañas de reforma no le quitará a la clase dominante el control del gobierno; por otro lado, es imposible alcanzar justicia social y liberación en el mundo sin abolir la propiedad capitalista y crear una nueva sociedad revolucionaria.

Miremos la cuestión del poder político:

Para la clase capitalista, comprar y sobornar a los políticos siempre ha sido una forma de controlar al estado, pero no es la única forma. Incluso si se legislara que las corporaciones no pueden financiar a los candidatos, los capitalistas seguirían dominando la sociedad, y controlando a los políticos y al estado. En países como Francia, por ejemplo, los candidatos (de partidos grandes y pequeños) pueden presentar sus opiniones por televisión sin costo alguno. Pero eso no ha cambiado la naturaleza capitalista de esa sociedad, ni la naturaleza de clase del estado ni de las figuras políticas que desempeñan los puestos más altos.

Al sistema político estadounidense lo crearon ricos propietarios, mercaderes y dueños de esclavos. Las corporaciones no se lo apropiaron hace 20 años, como dice Nader. El proceso electoral siempre ha pertenecido a los ricos y poderosos, y siempre ha sido una forma de atraer a la ciudadanía a legitimar y apoyar las medidas y los politiqueros que selecciona la clase dominante.

La trayectoria de Nader este año muestra cómo funciona el proceso. El plan de Nader era formar una red de apoyo popular que le permitiera suscribir su candidatura, meterse en los debates, darse a conocer a todo el país y ganar el 5% del voto; y con eso, recibir fondos del gobierno para la próxima campaña electoral (2004), para ser uno de los principales candidatos.

Pero en estos momentos la clase dominante no quiere una corriente reformista en las elecciones, por lo que le permite recorrer el país instando a votar, pero no lo deja entrar a los debates ni a la prensa. Al fin y al cabo, son sus elecciones y su prensa, y uno no entra a las Grandes Ligas si la clase dominante no quiere.

O veamos la cuestión de la globalización:

El capitalismo moderno ha sido global desde el nacimiento: dominó continentes enteros, creó grandes imperios coloniales, se enriqueció con el tráfico de esclavos y buscó pobres para explotarles la mano de obra. Durante dos siglos se ha extendido por todo el planeta, ha concentrado la propiedad en enormes corporaciones monopolistas, ha robado los recursos de países lejanos y, ahora, mueve billones de un punto a otro con una tecla de computadora.

¿Es factible domar y reformar ese sistema con reglas y leyes? ¿O para acabar con las maquiladoras, la muerte por hambre de miles y miles de niños cada día, la destrucción del ambiente, y la ruina de pueblos y economías enteras lo que se necesita son revoluciones armadas?

Falsas esperanzas

Nader predica fe en este sistema político a los que lo rechazan, por ejemplo, a los que participaron en las luchas contra la cumbre de la Organización Mundial de Comercio y la globalización. Quiere atraerlos al sistema electoral, y que ellos atraigan a sus amigos.

En la revista LA Weekly, Nader dijo que busca llevar a votar a gente que odia a los dos partidos, y que una vez que decidan votar seguramente lo harán por congresistas demócratas. Comentó que se reunió con el líder demócrata de la Cámara de Representantes y que a él "no le molesta mi candidatura". Hasta el senador republicano John McCain alabó a Nader por llevar "gente nueva al proceso".

Nader sostiene que su plan es empujar el sistema en una dirección radical, pero en realidad es posible que su impacto sea empujar gente potencialmente radical a un sistema electoral creado para absorber y difuminar la resistencia. Naturalmente, la clase dominante apoya eso. No se le permite entrar a los debates, pero sí se le permite reclutar votantes para validar el sistema.

Es positivo que mucha gente de la clase media rechace a Al Gore y deteste las corporaciones capitalistas. Pero Nader no los llevará al cambio. A la hora de la verdad, su campaña es una máquina de falsas ilusiones.


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