Nepal: Se intensifica la guerra popular

Gobierno moviliza al ejército

Obrero Revolucionario #1076, 29 de octubre, 2000, rwor.org

La guerra popular de Nepal está ahora en su quinto año. Bajo la dirección del Partido Comunista de Nepal (Maoísta), los revolucionarios nepaleses luchan para derrocar al gobierno reaccionario y establecer una nueva sociedad revolucionaria. Con muchas vueltas y revueltas, la revolución avanza y lleva a cabo ataques más grandes y complejos. En la Región Occidental, dos millones de personas han empezado a ejercer el nuevo poder popular en zonas de donde han botado al gobierno.

La policía ha sido la principal fuerza de ataque contra la revolución y ha lanzado atroces campañas: ha atacado y saqueado aldeas, y ha torturado y matado a todos los que le parecen "simpatizantes maoístas". Pero ahora el gobierno ha movilizado al ejército para combatir a la guerrilla. Esta nueva escalada contrarrevolucionaria muestra el temor que se siente el gobierno ante los avances de la guerra popular. Pero el proceso de movilizar al ejército ha puesto al descubierto serias riñas intestinas de la clase dominante y ha causado una crisis de gobierno.

Los osados ataques en Dunai y Lamjung

El 25 de septiembre, el ejército popular atacó a las fuerzas del gobierno en Dunai. Ese pueblo es la capital del distrito de Dolpa y se encuentra en la Región Occidental, al norte de Rolpa y Rukum, donde la guerra popular es muy fuerte. No fue el primer operativo de la guerrilla en Dolpa, pero fue el más osado y el más exitoso. Fue la primera vez que el ejército popular atacó una capital distrital.

Todos los informes de prensa de Nepal indican que el gobierno sufrió una importante derrota. Mataron a 14 policías, hirieron a otros 40 y capturaron a 11. La guerrilla destruyó la oficina del gobierno distrital, el cuartel de la policía y las oficinas de impuestos, reforma agraria (al servicio de los terratenientes y demás opresores feudales) y otras. También destruyó la cárcel con granadas y bombas, y puso en libertad a 17 presos.

Entró al único banco del distrito, una sucursal del Banco de Nepal, y confiscó 60 millones de rupias. Acababan de llegar una gran cantidad de dinero para pagar a los empleados del gobierno y 10 millones de rupias de organismos extranjeros para "proyectos de desarrollo". Quemaron los pagarés.

Antes del ataque, la guerrilla les advirtió a los vecinos que se quedaran en casa. La población obedeció y le dio hospedaje e información. El ataque duró cinco horas.

Los funcionarios del gobierno dijeron que sabían de antemano del ataque y que le informaron al Ministerio del Interior y la policía. Ocho horas antes del ataque llegaron al cuartel distrital en Dunai unos 50 comandos entrenados por el ejército. El Ministerio del Interior pensaba que iba a atacar un puñado de maoístas, pero en realidad fueron más de mil, contra unos 200 policías.

A los dos días, el 27 de septiembre, el ejército popular atacó el cuartel de la policía en Bhorletar, Lamjung (también en la Región Occidental); mató a siete agentes, al comandante e hirió a otros siete.

Según los informes periodísticos, unos 300 guerrilleros armados y uniformados rodearon el cuartel poco después de la medianoche. La batalla terminó a las cuatro horas, cuando los policías se rindieron.

La policía dijo que la guerrilla atacó con bombas hechas a mano y confiscó equipo de comunicaciones, fusiles, municiones, etc. También se apoderó de documentos del Banco de Desarrollo Agrícola, que se encuentra cerca del cuartel.

El lugar del ataque es importante. El 18 de agosto, se celebró un programa en la zona para condenar la violación y el asesinato de mujeres por la policía. La policía paró a una joven, Harikala Paudel, que iba al programa; la arrestaron por ser "simpatizante de los maoístas", la violaron, la mataron y la enterraron en el bosque.

Antes de ese incidente, la policía de Bhorletar mató a dos dirigentes maoístas, Rammani Bhattarai y Eka Bahadur B.K., y arrestó a docenas de maestros, dirigentes estudiantiles y aldeanos.

El 19 de septiembre, se conmemoró a Harikala Paudel en su aldea, Bhorletar. Un comandante guerrillero prometió públicamente justicia por su muerte. El ataque al cuartel policial fue una semana más tarde.

El gobierno: Luchas intestinas y maniobras

Cuatro días después del ataque a Dunai, el ministro del Interior, Govinda Raj Joshi, criticó al Ejército Real Nepalés (ERN) por no defender a la policía de Dunai y renunció.

Según un artículo del Kathmandu Post, cuando la policía se enteró de antemano del ataque, pidió al ejército que bloqueara los caminos a Dolpa para que no se escapara la guerrilla. Según el jefe de distrito de Dolpa, el ejército se comprometió a responder inmediatamente "al oír explosiones o disparos".

Pero Joshi dijo que el ejército popular lanzó su ataque y los soldados del ERN no hicieron nada durante cinco horas de explosiones y disparos.

Joshi también criticó al ERN por no dar armas a la policía: "Si la policía hubiera recibido armas del ejército, el incidente de Dunai no habría ocurrido". El ejército recibió 170 millones de rupias para darle armas a la policía, pero no lo hizo.

En un dos por tres, tanto el primer ministro como el rey aceptaron la renuncia de Joshi y lo reemplazaron con el subministro, Ram Chandra Poudel.

Desde que el primer ministro tomó las riendas en marzo, ha prometido citar al Consejo de Defensa Nacional (CDN), el primer paso para movilizar al ERN contra la guerra popular. Además, se informa que dirigió personalmente la reunión con el ministro del Interior, el jefe del estado mayor del ejército y el general a cargo de la policía, en que el ejército se comprometió a ayudar a la policía en Dolpa. Muchos funcionarios del gobierno se oponen a movilizar al ejército y dicen que primero se debe "dialogar con los maoístas". Pero la derrota humillante en Dunai le permitió al primer ministro aplastar la oposición.

Al día siguiente de la renuncia de Joshi, el nuevo ministro del Interior anunció que la movilización del ejército se estaba debatiendo en los "más altos niveles", y criticó a los miembros del Congreso que dicen que se debe negociar.

El 1º de octubre, los dirigentes de los principales partidos políticos del gobierno se reunieron para hablar de la movilización, pero no pudieron llegar a un acuerdo. Unos pocos días antes de esa reunión, el Ministerio de Defensa declaró que "la resolución del problema maoísta sin tener que movilizar al ejército y por otros medios apropiados concuerda con los intereses de la nación". El 2 de octubre, un comunicado del rey anunció el reemplazo del ministro de Defensa.

Según el Kathmandu Post, fuentes allegadas al primer ministro dijeron que la meta del reemplazo era preparar el terreno para que "a partir de hoy, el ejército participe de una manera inteligente en la lucha contra los rebeldes".

Una cuestión de control

La Constitución de 1991, que se elaboró tras el levantamiento popular que cambió el gobierno a una monarquía constitucional, fue un acuerdo entre el rey, el Congreso y una alianza de grupos que dicen ser "comunistas". Creó un Consejo Nacional de Defensa con tres miembros: el primer ministro, el ministro de Defensa y el comandante del ejército.

La Constitución permite al Consejo de Defensa movilizar al ejército enviando una recomendación al rey, quien es el comandante en jefe del ERN. El rey también nombra al comandante del ejército. La policía, por su parte, está bajo el control directo del gobierno.

Esta situación ha dado pie a riñas de la clase dominante. El Consejo Nacional de Defensa sabe que darle al ejército la principal responsabilidad de la contrainsurgencia es darle más poder al rey. También se teme que despachar al ejército llevará a mayores derrotas y a una situación más peligrosa. Esas tensiones empeorarán ahora que se ha decidido movilizar al ejército.

Continúan las acciones guerrilleras, entra el ejército

En medio de las riñas y maniobras en la capital, Katmandú, en la Región Occidental el ejército popular continuó sus acciones. Según informes periodísticos, el 2 de octubre desacopló un servicio telefónico y destruyó una oficina de comunicaciones públicas a unas 12 horas de Lamjung. El 4, a la semana del primer ataque, volvió a atacar a Dunai durante cinco horas; murió un policía y resultó herido otro.

El Kathmandu Post dice que una semana más tarde, la guerrilla puso en libertad a los policías capturados en Dunai. Un agente le dijo a la prensa que la guerrilla los puso en libertad porque prometieron renunciar, que los llevó a la frontera del distrito de Salyan y que les dio 300 rupias a cada uno.

La reorganización del gobierno también continuó: reemplazaron otra vez al ministro del Interior, y al jefe de la policía, al jefe de la policía especial y al subjefe de policía encargado de Dunai.

El 12 de octubre, se anunció el primer despliegue oficial del ejército contra la guerrilla: se iniciaron patrullas conjuntas del ejército y la policía en la Región Occidental, en los distritos Rolpa, Rukum, Salyan, Pyuthan, Jajarkot y Kalikot.

El 14 de octubre, el Kathmandu Post informó que el gobierno también envió 50 soldados a Dailekh, otro distrito de la Región Occidental, y que le dio a los jefes de otros 13 "distritos afectados por los maoístas" autoridad para movilizar al ejército.

A fines de la semana, el ejército patrullaba 16 distritos. También le entregó las armas que le prometió a la policía, anunció que comprará armas más avanzadas y empezó a capacitar a 150 entrenadores policiales.

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Los revolucionarios de Nepal sabían que tarde o temprano el gobierno despacharía al ejército, precisamente debido a las victorias de la guerra popular. El Partido Comunista de Nepal (Maoísta) ha estado preparando a sus cuadros, al ejército popular y a las masas revolucionarias para responder a esta nueva ofensiva contrarrevolucionaria. Saben que el camino de la guerra popular maoísta es prolongado y tortuoso, y están resueltos a seguir luchando a pesar de vueltas y revueltas.

Ahora que han movilizado al ejército para combatir la guerra popular, no cabe duda de que se cometerán muchos más crímenes contra el pueblo. Pero la guerra popular lleva cinco años combatiendo la contrarrevolución con operativos revolucionarios, y tampoco cabe duda de que muchas de las nuevas armas del ERN terminarán en manos del ejército popular.

La guerra popular de Nepal es un faro que ilumina el camino de la auténtica liberación. Ahora, cuando los revolucionarios y las masas de Nepal confrontan nuevos peligros, es más importante que nunca que por todo el mundo condenemos al reaccionario gobierno nepalés y apoyemos la guerra popular.


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