El despelote electoral

Papeletas, conteos y el dominio de clase

Obrero Revolucionario #1082, 10 de diciembre, 2000, en rwor.org

En la audiencia de la Suprema Corte el 1º de diciembre para considerar los argumentos de George W. Bush vs. la Junta de Escrutinio de Votos del condado de Palm Beach, se destacó un momento de verdad.

El tema de fondo para la Suprema Corte era si debía intervenir en la decisión de quién dicta las reglas para escoger al presidente.

El presidente de la Corte, William Rehnquist, indicó que la Suprema Corte de la Florida cometió un error al decir que existe el "derecho a votar" por el presidente. La Constitución no contempla el derecho a votar por el presidente, afirmó Rehnquist, y da a las legislaturas estatales el poder de escoger como quieran a los delegados del Colegio Electoral que seleccionan al presidente. O sea, que aunque en el proceso se vote, las legislaturas estatales tienen la libertad de decidir qué votos contar y cuáles tirar a la basura.

Las palabras de Rehnquist (secundadas por su socio Scalia) eran tan patentemente antidemocráticas que causaron revuelo en las noticias y los editoriales. Pero Rehnquist sencillamente describió un hecho histórico y jurídico.

La Constitución es un documento escrito por dueños de esclavos y mercaderes ricos para conservar y controlar el poder. En los dos siglos y pico que tiene de existencia, se ha permitido votar a mayores sectores de la sociedad y el proceso se ha rodeado de toda clase de mitos, pero las decisiones centrales del poder (como escoger al presidente) en la práctica siguen en las manos de la clase dominante.

Esta fue la primera vez que la Suprema Corte permitió grabar una sesión, y millones pudieron oír cómo analiza y discute los problemas. En la audiencia los magistrados ni se molestaron en decir por fórmula frases como "la voluntad del pueblo" o "contar cada voto". El asunto era qué institución de la clase dominante pondrá las reglas para solucionar el empate electoral. Se vio que la Suprema Corte es un organismo altamente político y que considera los temas y los precedentes desde el punto de vista de la política burguesa: los intereses a largo plazo de la clase dominante del sistema.

El mito de que el sistema judicial es "independiente" sufrió un revés el 1º de diciembre. Se supone que los tribunales (y especialmente la Suprema Corte) están "por encima de los partidos" y que el "imperio de la ley" dicta las decisiones judiciales. Pero como señaló con preocupación un editorial del New York Times: "Seguramente los nueve magistrados captan que si su decisión tiene el menor viso de divisiones partidistas o de que la mayoría tiene un motivo partidista, la reputación de integridad de la Suprema Corte se dañaría por muchos años".

Al cierre de esta edición todavía no se sabe qué papel decidirá jugar la Suprema Corte en todo esto. Cuando aceptó ver la demanda de Bush, la clase dominante pensó con alivio que la Corte resolvería el problema inmediato de escoger y legitimar al nuevo presidente. Pero al final de la audiencia, parecía que otra institución del sistema estaba contaminada por la crisis.

El poder en la vida real

La audiencia de la Suprema Corte fue apenas un episodio de la pelea de la clase política para escoger al presidente. Cada etapa de esta pelea surrealista ha descascarado los mitos oficiales de la "voluntad del pueblo" y el "imperio de la ley", y ha permitido entrever cómo opera la dictadura de la clase dominante.

La clase dominante seleccionó a dos candidatos de confianza y los despachó a hacer campaña con más de 200 millones de dólares por cabeza. El proceso terminó en empate aunque uno de los candidatos, Gore, ganó el voto popular. Ahora por todo el mundo se sabe que a los presidentes del país los escoge el Colegio Electoral, una institución creada en los tiempos de la esclavitud para darle poder a la capa de hombres blancos cristianos más ricos del país.

El núcleo de la pelea es quién ganará el voto de la Florida, o mejor dicho, qué grupo de la clase dominante decidirá cómo contar los votos. Cada lado apeló a las instituciones que lo podían ayudar: Gore a la comisión electoral de Palm Beach y a la Suprema Corte de la Florida (llena de demócratas); Bush al gobierno estatal (su hermano es el gobernador y la encargada del proceso de certificación del ganador fue co-directora de su campaña electoral), a la Suprema Corte federal (llena de republicanos) y a la legislatura de la Florida (en manos de republicanos). A la fecha, va ganando Bush.

¡Ahí tenemos de cuerpo entero el "imperio de la ley"!

La creación de mayorías

Tras una votación de seis millones de personas en la Florida, la diferencia entre los candidatos era de unos pocos centenares de votos. Eso quiere decir que el ganador ganará por menos votos que el "margen de error" (los votos que normalmente anulan o manufacturan).

Cada lado cuestionó las partes del proceso electoral que controlaba el otro lado y ridiculizó los métodos de conteo que proponía el adversario. El conteo manual cobró importancia porque los escáners ópticos de las máquinas cuentavotos rechazan las papeletas que no están completamente perforadas. Si no se cuentan las perforaciones parciales, Bush llevaba la delantera; si se cuentan a mano, Gore tenía chance.

En medio de esta pelea ha salido a la luz cómo se manipularon los votos en estas elecciones, y cómo se manipulan normalmente. Como el terreno de esta pelea es la Florida, donde los republicanos controlan el aparato electoral, la ropa sucia es republicana.

Muchos militares que viven en el extranjero tienen residencia oficial en la Florida porque es un estado que cobra pocos impuestos. Por eso, los votos militares son importantes en unas elecciones como estas. Se ha sabido que miles de militares republicanos recibieron papeletas para votar ya preparadas con el número de la credencial de elector; esa labor se realizó en las oficinas del gobierno. Ahora los tribunales decidirán si esos votos se deben eliminar, lo cual podrían cambiar el resultado.

También salió a flote que los políticos demócratas del condado de Miami-Dade suspendieron sorpresivamente el conteo manual el 22 de noviembre porque hicieron una transa con los republicanos. Se informa que el ambicioso alcalde demócrata, Alex Penalas, tuvo una serie de reuniones con los republicanos y que llegaron a un acuerdo: suspender el conteo de 10.000 papeletas cuestionables a cambio de ayuda para entrar al Congreso.

Si, a pesar de todo eso, Gore logra que se cuenten de nuevo los votos, los republicanos tienen un as en la manga: decir "al diablo los votos" y que la legislatura escoja a los delegados del Colegio Electoral.

El azote de la supremacía blanca

Centenares de votantes negros de todo el estado (muchos más que nunca) se quejaron de que no les permitieron votar. Ante las nuevas campañas de inscripción de votantes y de propaganda para votar en las comunidades negras, los encargados de las mesas de votación tenían órdenes de ponerse muy "estrictos". Los negros no aparecieron en las listas de votantes. No les permitieron votar sin presentar una credencial oficial del estado, aunque la ley permite votar sin credencial.

En algunos condados pidieron credencial con foto a los negros y latinos, y no a los blancos. No permitieron que a los haitianos los ayudaran traductores, pero sí a los exilados cubanos (que por lo general son republicanos). En un condado del norte del estado, para fastidiar, los policías de caminos montaron un retén cerca de una casilla en la comunidad negra.

Estas elecciones pusieron al desnudo las estructuras históricas de supremacía blanca y la sistemática desigualdad que agobian a las masas negras.

En muchos estados, entre ellos la Florida, los condenados de delitos graves no pueden votar, y en 13 estados es de por vida. Estas leyes son rezagos del sistema de supremacía blanca del siglo 19, tras la Reconstrucción, que apresaba a grandes cantidades de negros y les imponía trabajos forzados.

Hoy, las comunidades negras y latinas reciben un trato "especial" en la "guerra contra la droga" y el hecho de que los ex presos no puedan votar es parte de la desigualdad política y opresión nacional en general. Desde 1980, se ha cuadruplicado la población carcelaria. Los negros y latinos conforman la mayoría de los presos y la mayoría de los cuatro millones de ex presos sin derecho a votar. Según el organismo Sentencing Project, por esa razón el 25% de los hombres negros no tienen derecho a votar en el país. El gobierno de la Florida vetó 8000 electores, diciendo que habían estado presos en otros estados.

En un caso descarado en el condado de Duval, las papeletas eran confusas para los que no leen bien, e invalidaron 27.000 votos, en gran parte de negros, sin duda suficientes para cambiar el resultado.

El trato a los que no saben leer muestra la naturaleza de la sociedad y la profundidad de la opresión nacional.

Un gobierno revolucionario trabaja con ahínco para integrar a los oprimidos en la política a ejercer el poder, y les facilita aprender a leer y a estudiar asuntos mundiales. En los estados del Sur, el Partido Demócrata controlaba la política e impedía que los oprimidos aprendieran a leer y que los analfabetos votaran. A los negros se les negaba al derecho a votar con ridículas preguntas como: "¿Cuántas burbujas hay en un barra de jabón?" o "Repita el segundo artículo de la constitución estatal".

En el condado de Duval, donde la mitad de la población adulta no sabe leer, continuó ese rezago de la esclavitud. Por la confusión de las papeletas, invalidaron el voto de miles... Un negro dijo: "Estaba parado ahí, pidiendo ayuda, pero me decían 'léalo, léalo'".

Los negros son el grupo que más votó por los demócratas. Millones votaron por Gore porque es "el mal menor", aunque el gobierno de Clinton-Gore acabó con la red de seguridad social para los más pobres, cortó los programas de acción afirmativa, apoyó la pena de muerte, está eliminando la vivienda pública y ha criminalizado a toda una generación.

Pero a pesar de ese apoyo, el Partido Demócrata no ha protestado porque a los negros les dificultaron votar en la Florida. Es más, les ha pedido a los organizadores de protestas que se callen. Tampoco ha llevado a los tribunales las irregularidades que afectan a los negros y la secretaria de Justicia, Janet Reno (nombrada por Clinton), no ha querido investigarlas.

Así tratan el derecho formal a votar, que en esta sociedad burguesa equivale al "derecho" de escoger al candidato nominado que oprimirá al pueblo los próximos años. El derecho formal a votar no toca en absoluto las causas fundamentales de la opresión, pero los demócratas (¿el "mal menor"?) ni siquiera se atreven a cuestionar las limitaciones al voto de los negros.

Con esto se ve que incluso si contaran todos los votos de negros y si Gore ganara por ellos, estos representantes de la clase dominante no tienen el menor interés de acabar la opresión de los negros.

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Con cada episodio de esta pelea interna de la clase dominante, con cada institución que entra a la refriega, se ve más claramente lo podrido que es todo el proceso electoral y que, en última instancia, el voto es un vehículo para que la clase dominante legitime al opresor que servirá de presidente.

Las siguientes palabras de Bob Avakian, Presidente del PCR, resumen esto: "Para decirlo en una oración: las elecciones son controladas por la burguesía; no son de ningún modo el medio por el cual se toman las decisiones básicas; y se efectúan con el propósito primario de legitimar el sistema, la política y las acciones de la clase dominante--dándoles la fachada de un mandato popular--y de canalizar, confinar y controlar la actividad política de las masas populares". El despelote postelectoral confirma mil veces estas palabras.


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