El despelote electoral de 2000:

El duelo de los tribunales y la lucha por el poder

Obrero Revolucionario #1083, 17 de diciembre, 2000, en rwor.org

El duelo de los tribunales en la contienda electoral ha sacado muchas cosas al sol, ha atizado la lucha por el poder y ha dejado a los centros rivales de la clase dominante muy preocupados: ¿quedará por los suelos la presidencia y el sistema cuando finalmente escojan al "ganador"?

El 8 de diciembre las cámaras de TV se conglomeraron frente a la Suprema Corte de la Florida y Al Gore reservó tiempo en la programación para aceptar la derrota. Los abogados de Bush tenían lista una caja de champaña fina para celebrar. Los comentaristas de la tele ya anunciaban que los dos candidatos dedicarían una semana a convencer al público de que el nuevo presidente era "su presidente".

Pero de repente, la Suprema Corte de la Florida soltó una bomba y le dio un nuevo chance a los demócratas en un giro inesperado del "duelo de las instituciones".

Desde el 7 de noviembre, cuando los dos candidatos quedaron nariz a nariz en las elecciones y no se declaró ganador, los dos campos han luchado a brazo partido para que tomara las decisiones finales una institución de la clase dominante que decidiera a su favor. Durante un mes, George W. Bush básicamente lleva la delantera porque su hermano es el gobernador de la Florida y controla la maquinaria estatal que decide cuándo parar el conteo de votos y certifica al ganador. Cuando la Suprema Corte federal le recordó al país que la Constitución le da a la legislatura de la Florida (en manos republicanas) libertad para escoger a los delegados del Colegio Electoral (que escogen al presidente) parecía que el fin de Gore estaba cerca.

¿Quién hubiera pensado que la Suprema Corte de la Florida iba a soltar una bomba en esta lucha territorial de la clase dominante?

Pero así fue cuando ordenó contar a mano las 45.000 papeletas que rechazaron las máquinas contadoras... porque se esperaba que Gore saldría favorecido.

En un dos por tres se evaporó la atmósfera de aceptar la derrota y de pasar al siguiente capítulo. Volvieron a verse los colmillos y los cuchillos.

Las divisiones de la clase dominante se ahondaron; las instituciones en conflicto volvieron a trabar combate. Dentro de las divisiones, surgieron divisiones.

Por ejemplo, el fallo de la Suprema Corte de la Florida a favor del recuento manual fue muy reñido: cuatro magistrados estuvieron de acuerdo y tres en contra, y el mismo presidente de la corte dijo que era irresponsable e ilegal.

Por su parte, el gobernador Jeb Bush mandó convocar una sesión de la legislatura estatal para desafiar a la Suprema Corte y anunciar que endosará los resultados iniciales.

A los pocas horas del fallo de la Suprema Corte empezó el conteo manual.

Pero en esas, cuando Bush iba perdiendo la delantera, cayó otra bomba: la Suprema Corte federal mandó parar en seco el conteo (por un voto de cinco contra cuatro). El magistrado de ultraderecha Anthony Scalia anunció que la corte seguramente pararía el conteo del todo al lunes siguiente, cuando se reuniera.

Esa decisión también fue muy reñida y los magistrados que estaban en desacuerdo comentaron que imponer un presidente sin un conteo cuidadoso de todos los votos pondría en tela de juicio la legitimidad de la presidencia.

Preocupaciones rivales

"Para decirlo en una oración: las elecciones son controladas por la burguesía; no son de ningún modo el medio por el cual se toman las decisiones básicas; y se efectúan con el propósito primario de legitimar el sistema, la política y las acciones de la clase dominante--dándoles la fachada de un mandato popular--y de canalizar, confinar y controlar la actividad política de las masas populares".

Bob Avakian, Presidente del PCR

El empate de las elecciones presidenciales prendió una enconada lucha por el conteo de votos en la Florida. Ha sido una lucha, dentro de la clase dominante, sobre la mejor forma de tomar la decisión, y de darle legitimidad y apoyo a un gobierno que no tendrá la "bendición popular".

La mayoría de la Suprema Corte de la Florida claramente piensa que el futuro presidente no tendrá legitimidad si quedan sin contar una gran cantidad de votos válidos o si los aliados políticos de un candidato paran el conteo. Una amenaza de los demócratas concretó ese peligro (para el sistema y el gobierno): darle a la prensa y a las universidades los votos para que los cuenten después de que se nombre al presidente; es decir, que si Bush llega a la Casa Blanca, en pocos meses todo el mundo sabría si Gore ganó el voto de la Florida.

Pero tres de los siete magistrados de la Florida sostienen que un nuevo conteo, en vez de resolver esa pelea, la complicará y traerá consecuencias imprevisibles para el sistema. El presidente de la corte escribió: "Tengo la profunda y constante preocupación de que prolongar el proceso judicial en esta contienda de votos lanza al país y al estado a una crisis constitucional innecesaria y sin precedentes. Tengo que concluir que esa crisis constitucional causará un daño sustancial a nuestro país, nuestro estado y a este tribunal como institución".

Luego la Suprema Corte federal paró el conteo en seco... para que no hubiera prueba oficial de quién ganó el voto fuera de los primeros conteos a máquina, aunque hay evidencia de que en ciertos distritos electorales negros no contaron uno de cada cuatro votos.

Esta pelea muestra una vez más que los tribunales en duelo (así como todas las demás instituciones que han entrado a la refriega) son organismos altamente políticos. Son políticos en el sentido de "republicano o demócrata", pero más que eso son políticos en el sentido de clase, de que consideran todos los problemas y las decisiones con la óptica de los intereses de su clase, con la óptica de la política burguesa... que está al servicio de la clase dominante, el sistema capitalista monopolista y las instituciones del poder.

En tiempos normales, cuando esas "sagradas instituciones" realizan su tarea de controlar a las masas populares y de regular las disputas de rutina de la clase dominante, dicen que defienden "el imperio de la ley" y que están "por encima" de la política.

Ahora, cuando la clase dominante está fuertemente dividida y cuando los campos rivales se atacan mutuamente con instituciones del gobierno, se ve que las decisiones de los tribunales no se basan en una interpretación imparcial del derecho (y mucho menos en "la voluntad popular"); más bien, se basan en las diferentes percepciones de lo que más le conviene a su clase.

Por otra parte, esas figuras de la clase dominante están afiliadas con uno u otro partido político. Pero las lealtades de partido son parte de una posición política burguesa y se desprenden de juicios de lo que más le conviene a las instituciones y al sistema en general.

Resumiendo, la lucha por la presidencia continuó después del 8 de diciembre no porque los magistrados de la Florida interpretaran el derecho de cierta forma, sino porque poderosos sectores de la clase dominante prefieren ver divisiones y peleas a dar el brazo a torcer en la competencia por las riendas del imperio.

Opciones

Al cierre de esta edición, la lucha se ha adentrado tanto en el terreno de lo surrealista y lo imprevisible que nadie sabe adónde acabará. Pero es claro que se ha vuelto más encarnizada. El que gane tendrá un gobierno profundamente dividido, y grandes sectores de la población lo verán como un ladrón.

Cuando la Suprema Corte federal entró en este despelote, la mayoría de los magistrados decidió parar el conteo y mencionó que podría resolver las elecciones con un decreto. Pero quedó claro que la corte está dividida por partidos. Por eso, existe el peligro (para la corte y para la clase dominante) de que un decreto no legitime al presidente que la corte elija y, peor aún, de que la desprestigie.

Pero la alternativa muestra que la clase dominante está entre la espada y la pared. Si la Suprema Corte no se metía, podía darse la "opción de pesadilla": Gore gana el reconteo y hay dos grupos rivales de delegados de la Florida al Colegio Electoral. Entonces el Congreso entra en acción: la Cámara de Representantes escoge al presidente y el Senado escoge al vicepresidente. Si la Cámara (en manos republicanas) escoge a Bush y el Senado (donde el voto de Gore puede romper un empate) escoge a Lieberman, vuelve a haber un empate y el que lo rompe es... ¡Jeb Bush, el gobernador de la Florida!

Para la burguesía, esta es la "opción de pesadilla" por varias razones. Un voto congresional no mejoraría la posición del presidente porque para la opinión pública los congresistas están entre los vendedores de carros usados y los televangelistas. Además, uno de los "encantos" de Bush eran sus promesas de mejorar las peleas de los partidos, pero la Cámara de Representantes está en manos de los perros de ataque republicanos que se inventaron el "Contrato con América" y que casi tumban a Clinton. ¿Qué legitimidad tendría Bush si gana tras parar el conteo de la Florida y con el voto de la mayoría republicana de la Cámara?

Así que el 8 de diciembre, los conservadores de la Suprema Corte vieron que no les quedaba otra: tenían que meterse en el asunto, aunque sufriera la reputación del primer tribunal de la nación.

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Viendo lo que han sido las últimas semanas, nadie se atreve a hacer predicciones. Pero hay una cosa clara: millones han visto cómo funcionan en la vida real las relaciones de poder del gobierno estadounidense, y han visto una pila de corrupción, tejemanejes y componendas.

¿Pero se debe a que el sistema falló en estas elecciones? No. Lo que normalmente se oculta ha saltado a la vista, como el monstruo de Alien. Como ha dicho Bob Avakian, se está viendo que todas las instituciones del gobierno son ramas del mismo árbol: el imperialismo estadounidense.

"Los frenos y equilibrios son frenos y equilibrios entre las varias partes del mismo sistema de gobierno: la dictadura de la clase dominante imperialista sobre todos los explotados y oprimidos. Sus riñas intestinas--que tanto dicen que son ilustraciones dramáticas de la `democracia en acción'--son en parte disputas sobre qué grupos de la misma clase dominante van a tener más poder; y lo que es más importante, son disputas sobre cómo defender los mismos intereses imperialistas fundamentales. La prueba de esto se ve fácilmente--en lo que discuten y en lo que están de acuerdo. Fíjense".

Bob Avakian, "`Los frenos y equilibrios'--y la dictadura",
Obrero Revolucionario, No. 419


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