Que no metan a la cárcel a los periodistas revolucionarios

Alto al ataque a C. Clark Kissinger, líder en la lucha para parar la ejecución de Mumia Abu-Jamal

Obrero Revolucionario #1084, 24 de diciembre, 2000, en rwor.org

"Su cliente deja un rastro de disturbios dondequiera que vaya".

Juez Rapoport, durante la audiencia del 6 de diciembre en Filadelfia

"Durante los últimos años, he llegado a conocer a Clark como el 'Secretario del Movimiento pro Mumia', porque ha jugado un papel esencial en su gran crecimiento. Las autoridades le impusieron duras condiciones de libertad condicional, lo que indica su claro conocimiento del papel central de Clark en esta lucha tan importante y vital".

Robert Meerpool, hijo de Julius y Ethel Rosenberg,
de un mensaje de apoyo a Clark

Al cierre de esta edición, el periodista revolucionario C. Clark Kissinger cumple una sentencia de 90 días en el Centro Metropolitano de Detención de Brooklyn, Nueva York, por el "delito" de dar un discurso político durante una protesta contra la Convención Nacional del Partido Republicano.

Hace unos meses, los tribunales le impusieron duras condiciones de libertad condicional por su participación en el acto de apoyo a Mumia Abu-Jamal de julio de 1999 frente a la Campana de la libertad en Filadelfia. Le prohibieron salir de Nueva York sin permiso, con el fin de frenar el movimiento para parar la ejecución de Mumia. Clark, colaborador del Obrero Revolucionario y miembro fundador de la organización ¡Rehusar & Resistir!, es un organizador dirigente del movimiento pro Mumia. Su agente de libertad condicional le ha negado tres veces permiso para viajar a dar un discurso de apoyo a Mumia.

El 1º de agosto fue un día de intensa resistencia en Filadelfia. Miles se tomaron las calles contra la convención republicana, en las narices de la policía, y manifestaron su oposición a la pena de muerte, la ejecución de Mumia, la brutalidad policial y el sistema carcelario injusto. En la protesta fuera de la convención, Clark se asomó sorpresivamente y dio un discurso, desafiando la orden del gobierno para callarlo.

Por eso lo metieron al bote: por dar ese discurso político... en un mitin con permiso oficial. La sentencia es un peligroso ataque al pujante movimiento para salvar la vida de Mumia, tiene serias implicaciones y debe alarmar a quienes se oponen a la supresión de protestas y discursos políticos.

La decisión del tribunal revela que, con este ataque, el gobierno quiere sentar un peligroso precedente: criminalizar discursos y protestas políticos. Aunque el juez y el fiscal reiteraron que solo iban a considerar si Clark "violó o no su libertad condicional", las primeras palabras de boca del fiscal fueron del discurso de Clark del 1º de agosto. Dijo que "la ley no ampara tal discurso" y que hay que castigarlo para impedir que participe en otras protestas. También mencionó la "disuasión general": la idea de que al castigar a Clark, disuadiría a otras personas de colaborar en el movimiento. (El artículo de Debbie Lang, corresponsal del OR, en el No. 1083, da más detalles; se halla en rwor.org.)

"Lo que realmente pasa aquí es que quieren matar a Mumia Abu-Jamal.... Se trata de disuasión general. El gobierno claramente quiere frenar un movimiento político de su desagrado".

Clark explicó la posición de principios y deber revolucionario que lo hicieron hablar en la protesta: "Una nueva generación fue a protestar en Filadelfia. ¿Hubiera podido hacer menos? ¿Hubiera podido quedarme en casa mientras que ellos se lanzaban a las calles?... Los ojos de todo el mundo estaban sobre Filadelfia".

En muchos sentidos, el eje del caso de Mumia ha sido el derecho de los revolucionarios a hacerse oír. Mumia estuvo en la mira del FBI y del gobierno cuando era un joven revolucionario y ministro de Información del Partido Pantera Negra en Filadelfia. En 1981, cuando lo acusaron falsamente de matar a un policía, las autoridades ya lo conocían como firme crítico a la brutalidad policial, periodista revolucionario y presidente de la Asociación Nacional de Periodistas Negros. Durante el juicio, el fiscal pidió la pena de muerte por una declaración que Mumia hizo cuando militaba con los Panteras Negras. En la cárcel, Mumia ha batallado constantemente a las autoridades y la Orden Fraternal de Policía por censurar sus escritos y discursos políticos.

Ahora, con la injusta sentencia a Clark, vemos la importante conexión entre la lucha por Mumia y el derecho de los revolucionarios de hacerse oír.

Clark ha sido activista revolucionario desde los años 60; en sus propias palabras, "un rebelde sin pausa". En los últimos años, ha trabajado de todo corazón en el movimiento para parar la ejecución de Mumia. Carl Dix, vocero nacional del PCR,EU, señala: "Por sus creencias maoístas revolucionarias, ha luchado para forjar un movimiento amplio, diverso y resuelto. Ha llevado la batalla a los más amplios sectores posibles.... El trabajo de Clark ha sido un elemento importante en el movimiento: para atraer y movilizar a una gran variedad de individuos y grupos".

Clark ha aportado su perspectiva y análisis revolucionarios al movimiento, y destapado las duras realidades del sistema que concentra el caso de Mumia: que no hay justicia en esta sociedad; que la policía y los tribunales son herramientas brutales de una sociedad de clases que, para seguir en pie, tiene que someter a los negros y demás oprimidos; y que en este sistema, la pena de muerte es parte de la dictadura de una clase de explotadores mundiales.

En un discurso en la Conferencia Nacional de Emergencia para Salvar a Mumia Abu-Jamal en febrero, Clark dijo: "¿Y si no se para la ejecución de Mumia? ¿Queremos que se dé rienda suelta a los gobernantes, quienes proclamarán que es legal y moralmente aceptable ejecutar a un revolucionario negro, a pesar del racismo descarado e injusticia procesal? ¿Permitiremos que se establezca el precedente peligroso de aplicar la pena de muerte a los disidentes y rebeldes? ¿No es cierto que esa ejecución serviría de aval a la pena de muerte en este país, precisamente cuando en los últimos años se ha rescatado a docenas de condenados a muerte al comprobar que los condenaron injustamente? Sin duda, el gobierno celebraría esa ejecución y aprovecharía para vengarse contra cualquier negro que se le plante a la policía, la primera línea de defensa de este sistema de supremacía blanca. ¿Y cuál sería el efecto para millones de jóvenes negros y de otras nacionalidades? ¿O para un escritor negro de la nueva generación con el sueño de ser la voz de los sin voz?".

El movimiento de justicia para Mumia está en una encrucijada: el tribunal federal distrital puede fijar la fecha para una importante audiencia en cualquier momento. Mumia estará presente. Como el tribunal estatal no aceptó las nuevas pruebas que muestran lo chueco del juicio de 1981, esta audiencia del tribunal federal es la única oportunidad para ver las nuevas pruebas y admitirlas para futuras apelaciones.

Los partidarios de Mumia están respondiendo a esta situación, redoblando el trabajo e impulsando el movimiento que se requiere para ganar, es decir, un movimiento amplio, diverso y resuelto. En el magistral discurso del 1º de agosto, Clark expresó la firme posición del movimiento: "¡Atreverse a luchar, atreverse a ganar! Hemos defendido a Mumia y aprendido de él. No vamos a dejar que el verdugo lo mate. No vamos a permitir que lo ejecuten. Vamos a luchar para ganar y unirnos con gente de diversos puntos de vista y de diversas comunidades, y vamos a ampliar nuestras fuerzas, aumentar nuestra diversidad y elevar nuestra determinación. Vamos a seguir redoblando nuestra lucha por todos los medios necesarios para lograr eso. Y juramos que todas las infamias que nos echen, se volverán más clavos en el ataúd de su vil sistema".

Este movimiento es precisamente lo que las autoridades quieren frenar. La estructura de poder quiere callar a Mumia ejecutándolo. Por lo tanto, tienen que minar la capacidad del movimiento de movilizar a amplias fuerzas para las audiencias del tribunal federal. En esta encrucijada, le han quitado un importante líder al movimiento.

Este serio ataque del gobierno exige una amplia respuesta política, una firme oposición. El pueblo necesita a este hermano revolucionario en la calle, impulsando el movimiento para parar la ejecución de Mumia. Todos los que aman la justicia deben oponerse a esta infamia. Sin una firme resistencia, el gobierno podría sentar un peligroso precedente criminalizando discursos y protestas políticos.

Tenemos que voltear el ataque a Clark en contra del gobierno y fortalecer más el movimiento pro Mumia. Tenemos que convertir esta infamia en otro clavo del ataúd de su vil sistema.

Se puede enviar cartas a Clark Kissinger a: Charles Clark Kissinger #53094-066, Metropolitan Detention Center, 80 29th St., Brooklyn, NY 11232


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