Masacre en Thanh Phong, Vietnam

Los crímenes de guerra de Bob Kerrey

Obrero Revolucionario #1103, 20 de mayo, 2001, en rwor.org

Amparados por la oscuridad, los asesinos llegaron a Thanh Phong, una pequeña aldea de unos cien campesinos y pescadores en el sur de Vietnam. Los siete miembros de una unidad especial de la Marina, llamada SEALs, bajaron de su lancha y masacraron a todos los que encontraron. Ahora los sucesos de esa noche, el 25 de febrero de 1969, son tema de discusión por todo el mundo.

Bob Kerrey, ex gobernador y ex senador por Nebraska, fue galardonado con la Estrella de Bronce por dirigir esa incursión. Desde hace más de 30 años, lo han presentado en actividades por todo el país como un "gran héroe de guerra".

Durante la campaña presidencial de Kerrey el año pasado, un corresponsal de la revista Newsweek, Greg Vistica, recibió información sobre la incursión de otro soldado de la unidad. Newsweek decidió no publicar el artículo para proteger a Kerrey, o sea, para no "destruir su reputación". A cambio, Kerrey prometió contarle la verdad sobre el incidente a Vistica cuando estuviera listo, política y personalmente. Ahora, después de un año, el artículo ha salido en la revista del New York Times y Kerrey, quien está preparando el terreno para postularse en 2004, anda recorriendo el país ofreciendo su interpretación de los hechos.

A pesar de la barbarie de sus acciones, muchas figuras prominentes lo están defendiendo. Varios senadores se han opuesto a una investigación por el Pentágono, y los medios no se cansan de declarar que "tales cosas son comunes en la guerra". El sistema culpable de esa masacre ahora corre a taparla y justificarla.

Desde la oscuridad

"Pensaba que nos pondrían en libertad cuando se dieran cuenta de que éramos mujeres y niños. Pero abrieron fuego como si fuéramos animales".

Bui Thi Luom, testigo ocular de la incursión de los SEALs

Thanh Phong queda a orillas del río Mekong. Los campesinos y pescadores de la zona apoyaban la lucha para liberar a su país de las garras de Estados Unidos. Muchos de sus hijos e hijas eran combatientes del Frente de Liberación Nacional (FLN), que Estados Unidos llamaba "Vietcong" o "VC". La aldea era parte de una base de apoyo revolucionaria de la guerra popular del pueblo vietnamita.

Unos espías yanquis informaron que el comité revolucionario distrital del FLN iba a reunirse en Thanh Phong, así que el comando envió a la unidad de Kerrey a asesinar a la dirección.

Pham Thi Lanh ha contado a los medios de comunicación mundiales lo que vio esa noche. Tenía 30 años y dormía en un refugio antiaéreo cerca de su casa con sus cuatro hijos. Oyó gritos y se escondió en un platanal, de donde vio lo que los soldados yanquis hicieron a sus vecinos, Bui Van Vat, de 65 años, y Luu Thi Canh, de 63 años. "Les cortaron la garganta", dijo Lanh. "Casi les arrancan de cuajo la cabeza". Lanh corrió a donde dormían sus hijos y les metió trapos en la boca para que no hicieran ruido. A la mañana siguiente, encontraron a los tres nietos de sus vecinos apuñalados.

Luego los SEALs se acercaron a otro grupo de casas. Bui Thi Luom tenía 12 años. Dijo que los soldados la mandaron a ella y a otras 15 personas salir del refugio y las juntaron. Su abuela pidió clemencia, pero unos segundos después abrieron fuego a pocos metros de distancia. Amparada por la oscuridad y confusión, Luom logró rodar de regreso al refugio y esconderse. Su abuela, una tía embarazada y tres hermanos murieron. Quedó un montón de cadáveres.

Gerhard Klann, soldado de la unidad de Kerrey y actualmente trabajador siderúrgico, confirmó los hechos. Dijo que él y Kerrey juntos le cortaron la garganta a Bui Van Vat y que Kerrey mandó matar a las mujeres y niños que encontraron más tarde.

Kerrey dijo que no ocurrió así, que su unidad abrió fuego para defenderse y que no sabía que eran mujeres y niños hasta que vio los cadáveres. Es decir, admite que ocurrió una masacre pero niega que fue un acto criminal a propósito. También admite que después de la masacre no encontraron armas ni hombres jóvenes en la aldea. Pero no pudo explicar por qué si fue un tiroteo ninguno de ellos resultó herido ni tampoco por qué los 13 civiles cayeron muertos en un montón.

Tran Van Rung era miembro de la milicia de la aldea que protegía al comité revolucionario esa noche. Dijo que estaban durmiendo a medio kilómetro de Thanh Phong cuando oyeron los disparos, y que ninguno de los milicianos estaba en la aldea ni hubiera podido disparar a los SEALs.

La manera de luchar estadounidense

"En Vietnam, en ninguna aldea todos eran civiles. No cabe duda de que por lo menos eran simpatizantes del VC... No nos entrenaron para repartir volantes. No fuimos a persuadir a la gente de que el comunismo es inferior a la democracia. Nos mandaron a asesinar lo más brutal y despiadadamente que fuera posible para convencerlos de suspender la lucha. Eso es lo que hicimos".

Bob Kerrey, entrevista de ABC, 25 de abril de 2001

Kerry afirma que tenía todo el derecho de acorralar y masacrar a los civiles de esa zona: "Nos dieron permiso para hacer eso en las zonas de fuego libre. Además, en 1969 nuestros comandantes nos dieron órdenes muy agresivas en cuanto al tratamiento de la población. Cualquiera que diga que no sabía eso miente".

Las masacres y otras barbaridades no fueron errores cometidos por soldados jóvenes y aterrados sino una táctica oficial del alto mando militar, que galardonó a los que lo hicieron. Los imperialistas yanquis luchaban contra una guerra popular con una guerra de genocidio. A las bases de apoyo revolucionarias las declararon "zonas de fuego libre", lo que quería decir que el ejército (y sus aliados del gobierno títere de Vietnam del Sur) tenían permiso para matar a cualquier persona que vieran, incluso niños. Lanzaron la Operación Fénix para torturar y asesinar a docenas de miles de cuadros del FLN. El Departamento de Estado informó: "La meta de 1969 es eliminar a 1800 VCI [cuadros del FLN] por mes". En 1971, Newsweek calculó que miles de civiles murieron en esos operativos en el delta del Mekong.

La unidad de Kerrey llevó a cabo un operativo en Thanh Phong unas semanas antes del 25 de febrero, y sabía muy bien que solo había mujeres y niños. El mismo día de la incursión, un tipo del gobierno títere amenazó a los aldeanos: "Si no salen, vamos a dar por hecho que son Vietcong. Son el enemigo y van a morir".

Kerrey le dijo al New York Times: "La norma en esos operativos era eliminar a la gente que encontrábamos... Que otros juzguen si lo que hice fue correcto militarmente o justificable según las reglas de la guerra... Yo diría que sí fue".

El informe sobre la incursión dice que los SEALs pelearon con combatientes del FLN y que dispararon 1200 balas de rifles M16, lanzaron 12 granadas y dispararon dos proyectiles de bazuca. Le atribuyeron un saldo de 21 "VC" muertos. El mando militar los elogió: "La unidad de Kerrey sorprendió al enemigo en su propio santuario y le dio un grave golpe mortal". Galardonaron a Kerrey con la Estrella de Bronce.

Esa es la manera de luchar estadounidense.

La defensa

"Bob Kerrey es héroe de guerra y perdió media pierna. Es un hombre amigable y digno de admiración. Es miembro vitalicio de dos instituciones poderosas, las fuerzas armadas y el Senado, y es querido por una tercera institución, los medios de comunicación. Todo eso ha influido en la reacción oficial a la noticia de que el teniente Bob Kerrey y otros seis SEALs de la Marina asesinaron, según las acusaciones, a unas 13 mujeres y niños desarmados en la aldea de Thanh Phong del delta del Mekong el 25 de febrero de 1969".

Michael Kelly, Washington Post, 2 de mayo

"Estoy seguro de que tras el debate sobre su conducta como teniente de la Marina será mejor conocido y más popular que cuando era gobernador y senador. La publicidad, las acusaciones y las contracusaciones lo podrían empujar hasta la presidencia".

Richard Reeves, columnista, 8 de mayo

La defensa de Kerrey ha sido clamorosa y agresiva. Cuando el New York Times escribió en un editorial que "con la noticia, la carrera de Kerrey entró en una nueva etapa de evaluación pública", el comentarista liberal Mark Shields atacó el editorial como "un acto de arrogancia moral casi nunca vista".

Poderosas fuerzas de la clase dominante corrieron a la defensa de Kerrey, y no solo porque es un posible candidato presidencial demócrata. Defender a Kerrey es defender al sistema y su manera de combatir. Es decirle a los soldados futuros que defenderán y aplaudirán los crímenes que cometan en guerras futuras.

En el debate oficial, se oye una y otra vez que "los que no estaban en los arrozales del sudeste asiático no pueden juzgar a los que sí estaban". Y, ¿por qué no?

Kerrey fue al delta del Mekong para asesinar a los dirigentes revolucionarios de un pueblo que libraba una justa guerra de liberación contra el imperialismo. Los pueblos del mundo sí pueden y deben juzgar eso: fue una desvergonzada misión contrarrevolucionaria y parte de una guerra totalmente injusta.

Cuando la unidad de Kerrey no encontró dirigentes, masacró a los aldeanos. Los pueblos del mundo sí pueden y deben juzgar eso: esos métodos genocidas eran y siguen siendo una parte integral de la manera de luchar estadounidense, que arranca de las metas por las cuales luchan sus fuerzas armadas.

Verdaderos héroes y modelos

"Todo indica que el ejército está a punto de hundirse en Vietnam; las unidades evitan o rehúsan combatir, matan a sus oficiales y suboficiales, están corroídas por drogas y donde no están a punto de amotinarse han perdido el ánimo. Fuera de Vietnam la situación es casi igual de grave".

"El colapso de las fuerzas armadas",
Armed Forces Journal, 1971

"...la máquina de guerra yanqui se enfrascó en problemas muy graves: se prendieron rebeliones en las selvas de Vietnam y en los buques de guerra, los soldados mataban a sus oficiales y centenares de miles abandonaron las fuerzas armadas. En las bases militares yanquis del mundo entero estallaron protestas y surgieron organizaciones y publicaciones contra la guerra".

Nick Jackson, "La desintegración
de las FFAA en Vietnam
", revista
Revolution, primavera de 1988

"Los veteranos que merecen elogios, los que el proletariado y los oprimidos del mundo elogiamos, son los que captaron la verdad, los que reconocieron que su cometido era... totalmente repugnante, y sobre todo los que se rebelaron y se unieron a la lucha contra esas atrocidades y contra el imperialismo yanqui, algunos de los cuales inclusive abrazaron la revolución".

Bob Avakian, presidente del PCR

Los comentaristas burgueses dicen que la hoja de servicios de Kerrey es "honorable" (¡a pesar de la masacre!) porque "luchaba al servicio de su país" y perdió una pierna. Pero, ¿qué hay de "honorable" en matar por una causa injusta?

Kerrey dice que la masacre le repugnó. Pero después dirigió otras incursiones parecidas.

Ahora dice que no merecía medallas. Pero fue a la Casa Blanca y aceptó otra medalla del presidente Richard Nixon en 1970, dos semanas después de que este mandó a invadir Camboya, días después de la masacre de estudiantes en la Universidad Kent State y el mismo día de la masacre de dos estudiantes negros en la Universidad Jackson State. Es decir, repugnado o no, defendió al sistema en una época en que muchos soldados tuvieron la valentía de oponerse a la guerra. Miles de soldados se negaron a luchar o a ir de patrulla. Muchos denunciaron y condenaron la guerra al regresar a Estados Unidos. En las históricas investigaciones de Winter Soldier de 1971, Veteranos de Vietnam Contra la Guerra movilizó a muchos a dar testimonio sobre las barbaridades para las cuales los entrenaron y que los mandaron a cometer en Vietnam.

Mientras Kerrey fue a aceptar un premio por genocidio, otros fueron a Washington, D.C., y tiraron sus medallas en las escalinatas del Capitolio, como rechazo de lo que hicieron. Algunos incluso se hicieron revolucionarios y declararon: "¡La próxima vez lucharemos para tomar esas escalinatas!".

Kerrey escondió sus crímenes y, después de la guerra, se puso al servicio del mismo sistema de otras formas. Solo está hablando de lo que pasó ahora, 30 años después, porque la masacre se destapó y tiene que controlar los daños y proteger su carrera. Es increíble que tenga defensores. Ni siquiera ha admitido todo lo que hizo y no reconoce que la guerra y el sistema que lo mandó a luchar son genocidas. Y el hecho de que sigue siendo presidente de la Nueva Escuela de Nueva York, y que tiene las agallas de decir que sus experiencias contienen lecciones para la próxima generación, no se puede tolerar.

Todo esto, y que todavía lo consideren posible candidato presidencial, es una contundente denuncia de este sistema y de lo que espera que hagan sus soldados en futuras guerras.


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