Montesinos: Rastro de sangre de Perú a Washington

Obrero Revolucionario #1110, 15 de julio, 2001, en rwor.org

En junio, capturaron en Venezuela y extraditaron a Perú a Vladimiro Montesinos, quien dirigió la policía secreta peruana hasta el año pasado. Montesinos huyó en octubre ante la posibilidad de que lo juzgaran por corrupción y otros delitos, y supuestamente no se sabía dónde estaba. Ahora está acusado de docenas de delitos, de lavado de dinero a asesinato.

Según la versión de los medios burgueses, el FBI llevó la batuta en la captura. Dicen que le siguió la pista con las autoridades peruanas (pasando por alto las venezolanas). No cabe duda de que la operación recibió la atención de los altos niveles del gobierno estadounidense. Durante una visita a Washington, D.C., Alejandro Toledo (el nuevo presidente peruano) le agradeció al secretario de Estado, Colin Powell, la captura.

Pero hay otras versiones. Un columnista del periódico peruano La República afirma que Estados Unidos sabía desde el comienzo dónde estaba Montesinos y que en junio tomó la decisión de cortarle las alas.

Sea como sea, toda la historia de Montesinos—de mano derecha de Alberto Fujimori a prófugo y preso—destaca la dominación estadounidense de Perú.

Montesinos tiene años de ser "amigo" de la CIA y fue el principal asesor del reaccionario gobierno de Fujimori. (Véase más sobre Montesinos en el artículo "Agente de la CIA en Perú"). Mientras Fujimori y Montesinos cumplieron bien el papel de defensores de los intereses imperialistas en Perú, tenían apoyo y protección. El año pasado el periódico Washington Post informó que Washington tapó los lazos de Montesinos con narcotraficantes y escuadrones de la muerte, y que "altos funcionarios del gobierno, y no solo de la CIA, lo consideraban indispensable"; cuando tenían algún problema "pedían ayuda, a través de la CIA en Lima, al `doctor’ y los problemas se esfumaban".

Ahora se habla mucho de lo corrupto que es Montesinos, y de que tiene centenares de millones de dólares en cuentas bancarias por todo el mundo. Estados Unidos estaba al tanto de esas actividades. Por ejemplo, el FBI observó sus esfuerzos por retirar fondos de un banco de Miami desde Venezuela.

Pero los crímenes de Montesinos van mucho más allá de recibir sobornos de los narcotraficantes. Montesinos desempeñó un papel clave en el reino de terror de Fujimori: arrestos en masa, operativos militares al estilo de Vietnam, "confesiones" sacadas con tortura, tribunales militares secretos, asesinatos y desapariciones. El principal blanco de esa brutal guerra de contrainsurgencia fue la guerra popular maoísta que dirige el Partido Comunista del Perú (PCP) y las masas que apoyan la revolución. Mientras tanto, los capitalistas internacionales se forraron los bolsillos con la explotación del pueblo peruano y los recursos naturales del país. Por órdenes del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, el gobierno peruano llevó a cabo un programa de "privatización" que regaló las empresas paraestatales a inversionistas extranjeros. Durante la década pasada, la cantidad de peruanos que viven en la pobreza se duplicó.

Pero el año pasado las contradicciones internas de la clase dominante estallaron, y Washington empezó a dudar de la efectividad de Fujimori y Montesinos. En julio, Fujimori se declaró ganador de las elecciones presidenciales con un descarado fraude (orquestado por Montesinos) caracterizado por ataques contra la oposición burguesa. Pero hubo protestas populares en las calles de Lima y otras ciudades, y se vio que Washington quería un cambio de lacayos. La secretaria de Estado, Madeleine Albright, y el asesor de Seguridad Nacional, Sander Berger, mandaron distanciarse de Montesinos.

Poco después del fraude electoral, estalló otro escándalo. La prensa dio a conocer varios videos en los que Montesinos le ofrece mordidas a congresistas, jueces, periodistas, dueños de estaciones de televisión, etc. Montesinos tenía una gran colección de videos para coaccionar. Las circunstancias que llevaron a la divulgación del video no están del todo claras, pero todo indica que es una jugada de la CIA.

Con el desmoronamiento del gobierno de Fujimori, Estados Unidos corrió a organizar una "transición pacífica" de títeres. Altos funcionarios del gobierno yanqui se reunieron con Fujimori y sus generales y les dijeron que ni pensaran en un golpe de estado. A fin de cuentas, Fujimori envió la renuncia por fax desde Japón, donde huyó para que no lo extraditen a Perú. Washington trató de instalar a Montesinos en Panamá, pero el plan fracasó y le permitió desaparecer por un tiempo en Venezuela.

Con el arresto de Montesinos y la elección de Alejandro Toledo (el favorito de Washington), los imperialistas buscan distanciarse de la brutalidad y corrupción del gobierno de Fujimori. Han anunciado una "renovación democrática" en Perú.

Montesinos y Fujimori son criminales de guerra y tienen las manos manchadas de sangre, pero la sangre lleva directamente a Washington. No actuaron por su cuenta; fueron representantes de la burguesía compradora y los grandes terratenientes aliados del imperialismo yanqui.

El favorito de los yanquis ahorita es Toledo, quien tiene raíces indígenas y se las da de "hombre sencillo y humilde". Pero al igual que Fujimori es un lacayo del imperialismo. Toledo estudió en las universidades Stanford y Harvard, trabajó en el Banco Mundial y estableció una compañía de asesoría a extranjeros sobre las inversiones más rentables en Perú. Los capitalistas internacionales esperan que Toledo continúe la política de Fujimori. Según el Washington Post, los inversionistas dicen que Toledo "tiene que acelerar el ritmo de la privatización que inició Fujimori".

Estados Unidos quiere ponerle un maquillaje democrático al gobierno peruano, pero no ha hecho cambios fundamentales. La revolución sigue siendo la única salida para Perú, donde la mitad de la población de 27 millones de personas vive en la pobreza, donde 32.000 niños mueren cada año de desnutrición y enfermedades fáciles de evitar, y donde miles de presos políticos sufren en penales infrahumanos. La guerra popular que dirige el Partido Comunista del Perú es la única esperanza para los oprimidos.

El gobierno de Fujimori y Montesinos ha caído, pero el verdadero titiritero --el imperialismo yanqui-- sigue dominando a Perú y llevando incontables sufrimientos al pueblo.


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