Matan a un manifestante

Barricadas en Génova: Contra G-8

Obrero Revolucionario #1112, 29 de julio, 2001, en rwor.org

Del 20 al 22 de julio, los señores del sistema imperialista se reunieron en el puerto mediterráneo de Génova, Italia, para debatir sus planes para el mundo. Se llaman el Grupo de los 8 (G-8) y representan a los países más ricos y poderosos: Estados Unidos, Inglaterra, Japón, Alemania, Francia, Italia, Canadá y Rusia.

Pero en las calles de Génova, docenas de miles de manifestantes desafiaron la atmósfera de estado de sitio impuesta para alejarlos y atacaron el futuro de explotación y opresión del G-8. Combatieron con miles de policías de motín armados de gas lacrimógeno, cañones de agua y balas de metal. Libraron luchas campales con los agentes de la represión y, en los momentos más críticos del viernes 20 de julio, un manifestante murió baleado por un agente.

La fortaleza genovesa

El gobierno italiano, con la ayuda de sus aliados, hizo todo lo posible para garantizar que esta vez los imperialistas podrían reunirse en paz, a diferencia de la serie de conferencias y reuniones celebradas desde la de la Organización Mundial de Comercio en Seattle en 1999, todas sacudidas por protestas.

Hospedaron a los jefes de estado en una nave de lujo anclada en el puerto. Rodearon el lugar de la reunión, el palacio ducal, con una cerca de 4 metros de altura reforzada con concreto, y movilizaron a 20.000 policías. A mucha gente de Francia y Suiza que iba a Génova no le permitieron cruzar la frontera; controlaron estrictamente la entrada a la ciudad por aire y mar. La policía allanó las casas de militantes y edificios donde viven anarquistas en Génova y otras ciudades. En el aeropuerto había misiles tierra-aire con el pretexto de "ataques terroristas".

Un artículo de opinión que salió en el New York Times decía que Génova "se transformó en una fortaleza medieval repleta de barricadas y medidas de alta tecnología". La víspera de la reunión, la "zona roja" parecía una ciudad fantasma con calles vacías y ventanales cubiertos.

Pero una vez más esas medidas no impidieron que brotara la fuerza incontenible de los jóvenes rebeldes y que la atención del mundo se enfocara en el creciente movimiento contra la globalización capitalista. Una vez más, la clase dominante se reunió para trazar planes para seguir saqueando el mundo, compartir el botín y reprimir al pueblo, pero la sacudió la ferocidad de la oposición contra la globalización.

Docenas de miles en la calle

El jueves, el grupo ambientalista Greenpeace echó a andar la fiesta abordando un buquetanque de la compañía Exxon Mobil en un puerto cercano. Impidieron que descargaran petróleo, desplegaron banderas estadounidenses con signos del dólar y manchas de petróleo, y condenaron al G-8 por contaminar el mundo.

En Génova, hubo una marcha de unas 50.000 personas de todas partes de Italia, otros países europeos y más allá. Tenían una gran variedad de puntos de vista, pero las unía la oposición a la globalización, que ha ampliado la brecha entre los ricos y los pobres del mundo. Muchos prometieron que al día siguiente iban a "tumbar el muro de vergüenza" alrededor de la "zona roja".

El viernes, de 50.000 a 100.000 personas llenaron las calles. Miles salieron de un estadio convertido en campamento y centro de mando de las protestas con escudos de espuma de caucho, chalecos salvavidas, cascos de bicicleta, gafas, protectores de espinilla (que usan los futbolistas), etc., para protegerse en las confrontaciones con la policía. Los informes periodísticos tienen fotos de manifestantes con banderas rojas y la imagen de Mao Tsetung y mantas del TKP/ML, un partido participante del Movimiento Revolucionario Internacionalista.

Al acercarse a la "zona roja", tropezaron con otra barricada: enormes contenedores metálicos y barricadas de madera bloqueaban las calles. La policía de motín lanzó un ataque de envergadura y muchos tuvieron que retirarse.

Se dividieron en grupos y algunos lograron llegar a las cercas de la "zona roja". La policía disparó cañones de agua, gas pimienta y gas lacrimógeno, y luego los atacó con cachiporras.

Un informe periodístico describió lo que pasó en la plaza Dante, a unas pocas manzanas del palacio: "Los manifestantes hicieron un ruido ensordecedor golpeando botellas contra la cerca y gritando lemas, mientras un pequeño grupo de músicos tocaban saxofones, flautas, clarinetes y tambores. En eso se pusieron a tirar botellas de agua, comida y globos llenos de agua hacia la policía al otro lado de la cerca. Los agentes esperaban en tres filas: primero en carros blindados y camionetas, luego con escudos y equipo de motín y, en la última fila, montados a caballo".

Un estudiante inglés de 21 años, quien recibió un cachiporrazo en la cabeza, dijo: "Los gobiernos no nos escuchan. Montan cercas más altas en cada cumbre. El G-8 dice que quiere ayudar al pueblo, pero estas cercas bloquean el paso al pueblo".

En una parte de la "zona roja", rompieron los ventanales de varios bancos y quemaron unos carros. Rodearon vehículos policiales y los atacaron con lo que encontraron en la calle. En los noticieros se vio a un grupo hacer añicos un vehículo. Un corresponsal informó: "Una camioneta policial estalló en llamas durante una batalla con piedras y bombas molotov".

Un informe que recibió el Centro de Medios Independientes decía: "El gas lacrimógeno está por todas partes. Más de 100.000 personas se han lanzado a la calle. Cuando dispersan a un grupo de miles, otro de docenas de miles se reúne a unas manzanas... Vimos a un grupo de miles de anarquistas que peleaba con la policía. Los observamos un rato. Muchos basureros están en llamas y hay vidrio por toda la calle. Durante la batalla, el chofer de una camioneta policial se enloqueció y atacó las barricadas de basureros. Inicialmente los manifestantes huyeron, pero luego rodearon la camioneta y le tiraron piedras y otros proyectiles. La camioneta trató de avanzar varias veces, pero tuvo que batirse en retirada, y miles la siguieron aplaudiendo. En eso, otra fila de policías se desintegró y se retiró ante el avance de los manifestantes desde otra dirección".

¡Asesinos!

En la esquina de las calles Via Tolemaide y Corso Torino, los carabinieri (la policía nacional, célebre por su brutalidad) atacó y golpeó a un grupo. Las peleas continuaron en las calles secundarias hasta la noche.

En una de las calles secundarias cerca de la plaza Alimonda, a dos kilómetros del palacio, los carabinieri mataron de un tiro a Carlo Giuliani, un manifestante de 23 años. Los testigos y varios corresponsales informaron que Giuliani, de Génova, estaba con un grupo de manifestantes que tiraba piedras y otros proyectiles hacia un jeep policial. En una foto, que salió en la televisión italiana, se ve que un carabinieri apuntó su pistola hacia Giuliani, que tenía un extinguidor de incendios en los brazos. La bala le dio en la cabeza. Luego el jeep le pasó por encima y se fue.

El ministro del Interior italiano dijo que el agente disparó "con el objetivo de defenderse".

Ha habido mucha brutalidad contra los manifestantes desde las protestas de Seattle en 1999. En junio, la policía de Goteburgo, Suecia, hirió gravemente a un manifestante durante la cumbre de la Unión Europea. Pero Carlo Giuliani es la primera persona muerta en las protestas.

Docenas sufrieron heridas graves. Varias veces, gavillas de policías cobardes aislaron y rodearon a grupos, les dieron una paliza y luego los arrestaron.

En el palacio ducal, los jefes de estado del G-8 declararon hipócritamente "preocupación" y "pesar" por la muerte de Giuliani. Simultáneamente aplicaron la táctica de "distanciar": aislar a un sector de los manifestantes de los demás y acusarlo de "provocar" la represión policial. Desafortunadamente, algunos organizadores se tragaron esa táctica.

Pero muchos respondieron con indignación a la noticia de la muerte de Giuliani, y a todas las medidas de represión. El viernes por la noche, un manifestante de Austria dijo: "Docenas de miles estamos furiosos. Mañana no podemos sentarnos de brazos cruzados y esperar que nos ataquen con los cañones de agua. Tenemos que defendernos".

El sábado, docenas de miles de personas se lanzaron a la calle de nuevo y trataron de llegar a la cerca de la "zona roja". Muchos llevaban brazaletes negros en memoria de Giuliani y gritaban "¡asesinos!" a los policías. Estos atacaron con gas lacrimógeno y cachiporras.

Al cierre de esta edición, hemos recibido informes de manifestaciones de solidaridad en Estados Unidos y por todo el mundo.

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En medio de las luchas campales en Génova, el presidente Bush condenó a los manifestantes; los acusó de "perjudicar a los países pobres" y "condenar a los pobres a seguir viviendo en la pobreza". Puras mentiras asesinas de boca del líder de la superpotencia imperialista que anda matando y saqueando a los pueblos de todo el planeta. Como dijo una manifestante de Inglaterra: "No es justo que 20.000 niños van a morir hoy en el tercer mundo" a causa de las grandes deudas de los países pobres a Estados Unidos y los demás países ricos.

Los imperialistas y su sistema son un desastre para billones de personas por todo el planeta, y la globalización está causando más sufrimiento y pobreza. Es justo que las reuniones de esos chupasangres sean el blanco de una fiera resistencia.


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