Indonesia: La masacre de 1965 Made in USA
Confesiones del departamento de Estado

Obrero Revolucionario #1117, 2 de septiembre, 2001, en rwor.org

"Están masacrando a miles de comunistas, sus partidarios y familias. Según informes, unidades del ejército han interrogado y ejecutado a miles de comunistas en parajes muy apartados... La matanza ha creado un grave problema de salubridad en Java Oriental y el norte de Sumatra, donde el aire húmedo huele a muerte. Los que viajan a esas zonas hablan de ríos y quebradas atascados de cadáveres".

Revista Time, 17 de diciembre, 1965

Jamás se sabrá cuántos murieron en el golpe del dictador Suharto en Indonesia en 1965/66. En 1966, el departamento de Estado yanqui dio la cifra de 300.000 personas. A mediados de los 70, el gobierno de Indonesia habló de 450.000 a 500.000 muertos y en 1976, el jefe de seguridad de Indonesia, el almirante Sudomo, aseguró que eran 500.000. Según Amnistía Internacional, una fuente calculó los muertos en 700.000 y otra habló de "mucho más de un millón".

En 1990, un aldeano del norte de Sumatra recordó: "Por seis meses nadie comía pescado del río porque se encontraban dedos dentro de los peces".

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Los pueblos del mundo jamás olvidarán ni perdonarán este horrible crimen; pero el gobierno estadounidense sigue empeñado en lavarse las manos y tapar la masacre Made in USA.

En julio del presente mandó retirar de las bibliotecas y librerías el tomo (de más de 800 páginas) Foreign Relations of the United States, 1964-1968: Vol. 26-Indonesia; Malaysia-Singapore; Philippines (Relaciones exteriores de Estados Unidos, 1964-1968: tomo 26: Indonesia, Malasia/Singapur, Filipinas), que tiene información sobre la ayuda económica y militar al ejército de Indonesia y las listas negras que le proporcionó durante la matanza de comunistas y otros militantes en 1965/66.

El tomo, publicado por el departamento de Estado, documenta la historia oficial de la política exterior del período y es parte de una colección de "documentos históricos de las importantes decisiones y actividades diplomáticas de la política exterior del país" que se acostumbra publicar a los 30 años de los hechos.

Cabe mencionar que la CIA postergó la publicación del tomo sobre Grecia, Turquía y Chipre de 1964-1968. (Probablemente este tiene información sobre el respaldo yanqui a la junta reaccionaria que tomó el poder en Grecia en 1967). Y en 1990, borró del tomo sobre Irán toda referencia al golpe para poner al sha en el poder en 1953.

Pero el plan de retirar el tomo sobre Indonesia no dio resultados. Por un lado, los Archivos de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington lo publicaron en la internet (www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB52/). Además, los esfuerzos de retirar el tomo despertaron mayor interés. Varios profesores de la Universidad de California en Berkeley instaron a los bibliotecarios de la universidad a desafiar la orden de retirarlo. Y en agosto, el departamento de Estado se echó para atrás: aprobó el tomo... y negó que trató de prohibirlo.

De buena tinta

Desde luego, el nuevo tomo del departamento de Estado sobre Indonesia no documenta todas las actividades de contrainsurgencia relacionadas con el golpe de 1965 ni mucho menos, pero pone al descubierto algunas.

El blanco del golpe fue el gobierno de coalición encabezado por Sukarno, en el cual el Partido Comunista de Indonesia (PCI) desempeñaba un papel importante*. Ese gobierno no luchaba por zafar a Indonesia de las garras del imperialismo, pero tomó medidas a favor de la burguesía nacional.

El libro documenta las comunicaciones de 1965 y 1966 entre la embajada yanqui en Yakarta y el departamento de Estado sobre el arresto y ejecución de los líderes del PCI. El 10 de agosto de 1966, el embajador Marshall Green mandó un memorando al departamento de Estado para informar que le dio una versión "saneada" [sin referencia a la fuente, es decir, él mismo] de las listas de militantes del PCI al gobierno de Indonesia en diciembre de 1965, que "aparentemente ha sido de gran utilidad a las autoridades de seguridad puesto que no tenían la más mínima información sobre los líderes del PCI en ese momento".

Además, documenta la ayuda económica a los escuadrones de la muerte llamados Kap-Gestapu. El 2 de diciembre de 1965, el embajador le mandó un memorando al secretario de Estado adjunto Bundy para confirmar que le dieron 50 millones de rupias a un líder de los escuadrones de la muerte:

"Por medio del presente confirmo que le proporcionamos a Malik los 50 millones de rupias que pidió para las actividades del movimiento Kap-Gestapu... Hasta la fecha, dichas actividades han sido un factor importante del programa del ejército y todo indica que han dado muy buenos resultados. Ese grupo de acción civil iniciado por el ejército sigue realizando acciones represivas contra el PCI, especialmente en la región central de Java... El riesgo de detección de nuestro apoyo en este caso ahora o en el futuro es el mínimo que podemos esperar de un operativo secreto de esta índole".

Baño de sangre Made in USA

En ese momento, Estados Unidos estaba muy preocupado por sus intereses estratégicos en el sudeste de Asia: le iba de mal en peor en la guerra de Vietnam, la China maoísta tenía mucha influencia en la región y el mundo, y en Indonesia existía una fuerte corriente antiimperialista. Por todas esas razones, Estados Unidos quería un gobierno más confiable que respondiera a sus intereses.

En vísperas del golpe en Indonesia, el presidente Lyndon Johnson dijo: "Mucho está en juego. La mayoría de los países de Asia no podrán, por sí solos, oponer resistencia al poderío y grandes ambiciones del comunismo asiático. El poder de Estados Unidos es un escudo sumamente necesario".

Guy Pauker, un experto de la corporación RAND (un instituto de investigación del gobierno) que también trabajaba para la CIA, recomendó dar ayuda económica y militar al ejército de Indonesia para que "triunfara en la competencia con el comunismo". Dudó que los líderes indonesios fueran a hacer "lo necesario" para combatir la "amenaza comunista". En un memorando de 1964 señaló: "Probablemente no tienen la crueldad que hizo posible que los nazis reprimieran al Partido Comunista de Alemania". Opinó que era necesario contar con los militares y fortalecerlos, y recomendó respaldar a Suharto.

En 1965, Washington había entrenado a 4000 militares indonesios. La CIA tenía redes de agentes y soplones en los sindicatos, donde el PCI tenía mucha influencia. Las trasnacionales petroleras de Estados Unidos y Japón dieron ayuda a Pertamina, la compañía petrolera del ejército indonesio, y eso fortaleció a las fuerzas militares.

El ejército indonesio, dirigido por generales entrenados en Estados Unidos, jugó un papel central en las masacres: mató a muchos militantes, y dio camiones y armas a los paramilitares y escuadrones de la muerte, además de fomentar una histeria anticomunista que espoleó las masacres.

Según el New York Times, el gobierno de Johnson estaba "muy contento por las noticias que llegaron de Indonesia" y los funcionarios del gobierno comentaron extraoficialmente que "se alegraban de que todo salió como esperaban". El secretario de Estado, Dean Rusk, mandó un telegrama a la embajada en Yakarta: Hay que seguir "la campaña contra los comunistas", dijo, porque el ejército "es la única fuerza que podrá crear orden en Indonesia". El embajador le hizo saber a Suharto y sus generales que "el gobierno estadounidense está básicamente de acuerdo y admira lo que hace el ejército".

La lista negra

En 1990, Kathy Kadane escribió un artículo que salió en el South Carolina Herald Journal, el San Francisco Examiner y el Boston Globe; documentó que la embajada le dio una lista de líderes y militantes del PCI a los militares indonesios. Kadane entrevistó a ex diplomáticos y oficiales de la CIA, que constaron que la embajada proporcionó una lista muy completa (de 5000 nombres) al ejército indonesio. En ella figuraban los líderes del PCI de los comités provinciales, metropolitanos y locales, y los líderes de las organizaciones de masas, como la federación nacional de trabajo y organizaciones de mujeres y jóvenes.

El encargado de asuntos políticos de la embajada, Robert J. Martens, quien elaboró y entregó la lista a los militares, le dijo a Kadane: "Fue una gran ayuda para el ejército. Seguramente mataron a mucha gente y no cabe duda de que yo tengo las manos manchadas de sangre, pero a fin de cuentas, eso no es del todo malo. En el momento decisivo toca dar un golpe contundente".

La embajada llevó la cuenta de los líderes capturados y asesinados, y del desmantelamiento del aparato del partido. Los militares establecieron centros de detención para los militantes que no ejecutaron inmediatamente. El jefe adjunto de la CIA en Yakarta dijo que a fines de enero de 1966, los capturados y asesinados eran tantos que los expertos de la CIA en Washington, D.C., concluyeron que la dirección del PCI estaba diezmada.

El ex director de la CIA (y director de la división del Lejano Oriente en 1965) William Colby señaló que hacer listas de militantes y líderes de los movimientos de liberación es una pieza clave de la estrategia de la CIA. Comentó que las tácticas usadas en Indonesia se parecían al programa Fénix, por medio del cual la CIA y el gobierno de Vietnam del Sur asesinaron a militantes y partidarios del Frente de Liberación Nacional. El programa se inició en 1967 y, según fuentes del departamento de Estado, en los primeros dos años y medio del gobierno de Richard Nixon secuestró y asesinó a un total de 36.000 civiles. Colby señaló: "Identificamos el aparato local a fin de, ...pues, de hacerlos rendirse o capturarlos o matarlos".

En 1962, cuando lo nombraron director de la división del Lejano Oriente, la CIA no tenía una lista completa de los militantes del PCI. Dijo que eso "se pudiera haber criticado como una gran deficiencia del sistema de inteligencia" y que era necesario para "planear operativos", pues sin esa información, uno "lucha a ciegas".

A pesar de las pruebas contundentes de Kadane, la CIA lo ha negado todo. El vocero Mark Mansfield dijo: "Es totalmente falso que la CIA ayudara a preparar o distribuyera una lista negra de militantes del PCI para buscarlos y matarlos. Simplemente no ocurrió". Marshall Green, ex embajador en Indonesia, le dijo al New York Times que el reportaje de Kadane era "basura".

Sin embargo, ahora resulta que en la historia oficial del departamento de Estado se admite que los yanquis les dieron asesores militares, respaldo político, ayuda económica... ¡y la lista negra! a los carniceros de Suharto.

 

Head: La mano del imperialismo yanqui

Indonesia tiene una gran importancia económica y estratégica para el imperialismo yanqui. Consta de miles de islas que quedan entre los océanos Índico y Pacífico; su territorio es tres veces el tamaño del estado de Texas y es el cuarto país del mundo en población. Tiene una gran riqueza de recursos naturales, grandes yacimientos de petróleo y minerales, y es un importante centro de manufactura. Tiene fábricas de Singer, que hace máquinas de coser; Union Carbide, que produce pilas; y Unilever, que produce jabón y margarina. A fines de la década pasada, Nike hacía la tercera parte de su producción en Indonesia y pagaba menos del salario mínimo de un dólar al día.

El 12 de agosto de 2001, el New York Times comentó: "Indonesia es clave para la estabilidad del sudeste de Asia y, según la Casa Blanca, ha cobrado mayor importancia debido a un inesperado período de recesión económica e incertidumbre política en la región".

La provincia de Aceh, en el norte de la isla de Sumatra, tiene una enorme cantidad de inversiones imperialistas. Es la base de operaciones de la petrolera Mobil y allí se generó el 25% de sus ingresos internacionales a principios de la década pasada. Además, produce el 11% de los artículos de exportación del país.

El gobierno ha desatado una feroz represión, que dejó 6000 muertos en los últimos 10 años y más de 1000 el año pasado, para proteger las inversiones imperialistas y combatir al movimiento independentista que ha surgido en la región. Se han establecido dos puestos militares cerca de las instalaciones de Mobil. Los luchadores sociales afirman que Mobil dio los edificios para los puestos (que se usan para interrogatorios), prestó máquinas para cavar fosas comunes y permitió transportar cadáveres por sus carreteras. Se han encontrado nueve fosas comunes que tienen hasta 5000 cadáveres. En Bukit Sentang encontraron una fosa común con 150. Uno de ellos vestía solo calzones, y tenía los ojos vendados y los brazos atados a la espalda con un cinturón del ejército.

En 1999, cuando la provincia de Timor Oriental votó por la independencia, el ejército se desmandó y asesinó a miles de personas como castigo y advertencia a otras regiones. El gobierno ha despachado miles de soldados a Papua Occidental (que también lucha por la independencia) y ha formado milicias antiindependentistas que cometen muchas atrocidades.

En estos meses, Indonesia ha vivido una importante crisis política; la nueva presidenta, Megawati Sukarnoputri (hija del ex presidente Sukarno), reemplazó al presidente Abdurrahman Wahid, quien se vio involucrado en una serie de escándalos. Subió al poder gracias al apoyo del ejército y de potencias imperialistas como Estados Unidos y Australia.

El New York Times informa que los grupos de derechos humanos de Indonesia temen que Megawati "dará rienda suelta a los militares para aplastar la nueva rebelión secesionista de la provincia de Aceh". Hasta hace poco la nueva presidenta ni siquiera reconocía el voto de independencia de Timor Oriental de 1999.

En las primeras semanas de gobierno, su lealtad al imperialismo yanqui se hizo patente cuando nombró como jefe del equipo de transición económica a Dorodjatun Kuntjoro-Jakti, un ex embajador de Indonesia en Estados Unidos, con estrechos vínculos al Fondo Monetario Internacional (FMI). En diciembre pasado, el Banco Mundial suspendió los préstamos a Indonesia porque no acató varias medidas impuestas por el FMI, como la recomendación de vender el banco nacional (el Banco de Asia Central) a inversionistas extranjeros. Dorodjatun ha prometido acatar dichas medidas y el 13 de agosto anunció que próximamente el FMI mandará una misión a Yakarta a fin de restablecer el programa de préstamos (de cinco billones de dólares).

Por su parte, Estados Unidos está fortaleciendo sus lazos tradicionales con los militares. Al igual que muchos países occidentales, suspendió la ayuda militar a Indonesia tras el baño de sangre en Timor Oriental en 1999. Pero en su viaje a Australia el 29 de julio, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, anunció que el gobierno de Bush reanudará la ayuda y entrenamiento del ejército indonesio. Asimismo, Estados Unidos y Australia se comprometieron a defender "la integridad territorial" de Indonesia. Así que todo indica que continuarán apoyando la sangrienta represión contra los que luchan por la independencia.

* La revista maoísta Un Mundo Que Ganar abordó el tema del golpe de Suharto y señaló: "Los autores materiales e intelectuales de este monstruoso crimen son los reaccionarios indonesios y sus amos imperialistas yanquis. Pero también es verdad que el PCI era extremadamente susceptible a tal ataque y no organizó ninguna resistencia efectiva a Suharto y la masacre. Para mediados de los años 60, el núcleo del liderato del PCI estaba corrompido con años de revisionismo. El PCI, con un punto de vista incorrecto del Estado, participó en el gobierno de coalición y glorificó a este y a Sukarno. El entonces gobierno de coalición ciertamente no estaba bajo una dirección proletaria. El PCI también siguió el camino revisionista en cuanto a la cuestión del proceso de la revolución, afirmando la tesis de la `vía pacífica al socialismo' que pregonaban los revisionistas soviéticos que subieron al Poder en 1956". El artículo "Autocrítica del Partido Comunista de Indonesia (PCI), 1966" en UMQG No. 24 ahonda el tema.


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