Afganistán: Cruel guerra injusta

Obrero Revolucionario #1126, 11 de noviembre, 2001, en rwor.org

"La guerra no está dando resultado. Los talibanes no han cedido territorio. No se ha matado o capturado a un solo líder importante y ninguno ha desertado. Todo lo contrario. Los talibanes han capturado y ejecutado a nuestra gran esperanza, Abdul Haq, de la etnia pashto. El estado mayor se sorprende ante la tenacidad del enemigo".

Periodista Charles Krauthammer,
Washington Post, 30 de octubre

No lo creen: han gastado cientos de millones de dólares para construir una máquina de guerra capaz de hacer temblar al mundo, pero en los valles pelados de una de las regiones más pobres del mundo no han podido imponerse.

En las sesiones informativas del Pentágono, el alto mando detalla con croquis, mapas y videos sus hazañas brutales: han soltado miles de bombas y misiles sobre Afganistán; con un "alto nivel de éxito" han destruido aeropuertos, puentes, armas, búnkers y las primeras filas de los talibanes.

Pero las victorias no se miden por la cantidad de explosiones, y el mundo se está dando cuenta de que la nueva guerra de la superpotencia no va como quiere.

Estados Unidos esperaba una victoria rápida; pensaba que bastaría bombardearlos sin piedad un rato y se someterían. Desde hace unas semanas los generales vienen diciendo que "no quedan blancos", se burlan de que los han "descuartizado" y que han "destruido los centros de mando".

Pero ya va más de un mes y los talibanes no han sido derrotados, y no han entregado a la organización al-Qaida. A pesar de los atentados y bombardeos, no hay pruebas de que hayan matado a ningún dirigente de los talibanes o de al-Qaida. En las batallas de Mazar-i-Sharif y de la base aérea Bagram, al norte de Kabul, los talibanes y las fuerzas reaccionarias fundamentalistas de la "Legión Extranjera Árabe" han defendido su territorio.

Se dice que la primera incursión conocida de los comandos yanquis en Kandahar fue un fracaso: los paracaidistas cayeron en un lugar desierto y tuvieron que retirarlos inmediatamente.

El periódico inglés The Guardian (29 de octubre) informa que los soldados estadounidenses procuran no ir a las zonas de combate, y cita al coronel David H. Hackworth (retirado), "El militar estadounidense más condecorado": "Muchos soldados han pedido licencia del servicio activo, con el pretexto de que se oponen a la guerra por motivos de conciencia, que es precisamente lo que pasó en Vietnam".

Estados Unidos tampoco ha tenido éxito en crear un gobierno afgano títere que sea creíble. Todo intento de crear una "Alianza del Sur" de los pashtos ha fracasado rotundamente, y promover al ex rey como fuerza unificadora lo ha desacreditado más. Un líder feudal pashto dijo: "Si el rey llega con el apoyo de un país extranjero, perderá su posición independiente". Estados Unidos ha enviado tropas para enlazarse con la Alianza del Norte, una de las únicas fuerzas que combate a los talibanes, pero esa cooperación ha creado inquietud e indignación en el sur, donde los pashtos recuerdan las violaciones y asesinatos que esa alianza llevó a cabo hace unos años.

Por otra parte, el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, y el dictador paquistaní, el general Pervez Musharraf, le ofrecieron a los "talibanes moderados" compartir el poder en un futuro gobierno si se pasan a su lado. Pero esta artimaña no ha surtido efecto alguno. El ministro del Exterior de los talibanes, Wakil Ahmed Mutawakel (el primer candidato de Powell para "moderado"), dijo en una conferencia de prensa: "Los talibanes no se han dividido; son cosas que dicen nuestros contrincantes". Unos días después, los subsecretarios de relaciones exteriores de Estados Unidos y Rusia dieron una declaración conjunta: "Las partes consideran que los talibanes, como movimiento, no deberán formar parte de los organismos de poder estatal de ese país". Esta declaración deja abierta la puerta a individuos o facciones de los talibanes.

Otra mala noticia para Washington fue que Abdul Haq, agente de la CIA durante la invasión de Afganistán por la Unión Soviética en los años 80, fue capturado por los talibanes y ahorcado el 26 de octubre. Esto fue una vergüenza y derrota para Estados Unidos, ya que estaba en una misión de la CIA para unir a las fuerzas feudales del sur de Afganistán. Se dice que partidarios de los talibanes en el servicio secreto de Paquistán lo traicionaron.

Al cierre de esta edición, Estados Unidos y Paquistán todavía están tratando de crear un gobierno semifeudal reaccionario para Afganistán.

En el ámbito mundial, Estados Unidos está perdiendo la guerra de la opinión pública. Después de ver por la TV la destrucción de aldeas y barrios en Afganistán, millones de personas del mundo entero se preguntan: ¿a qué justicia o a qué lógica responde la matanza de tanta gente, como respuesta a los sucesos del 11 de septiembre en Nueva York?

Casi todo informe de prensa indica que los musulmanes del mundo se oponen a la guerra y están muy indignados. Los gobiernos aliados a Estados Unidos están nerviosos.

En Egipto a fines de octubre, el presidente Josni Mubarak de repente reemplazó al comandante de las fuerzas armadas. En septiembre reemplazó a otros comandantes, así como a un alto oficial del servicio de inteligencia.

En Paquistán, ante el temor de un golpe militar, el general Pervez Musharraf reemplazó a varios altos mandos y al director del servicio de inteligencia. En Paquistán se han dado poderosas protestas contra Estados Unidos; una trató de meterse a una base aérea que está usando el ejército yanqui. Se informa que desde territorio paquistaní han disparado contra helicópteros estadounidenses, y que miles de voluntarios se han ido a luchar en Afganistán.

The Guardian (31 de octubre) informa que, según las encuestas, en Europa el apoyo a la guerra ha menguado.

En Inglaterra el apoyo ha descendido 12% en dos semanas. En Turquía el 70% de la población se opone a que el gobierno mande soldados a Afganistán. En Grecia, más del 30% piensa que los ataques del 11 de septiembre fueron "represalia por las medidas indebidas de una superpotencia durante décadas". En Italia, una protesta contra la guerra contó con más de 200.000 manifestantes. En Rumania, el 54% se opone a la guerra; y en Alemania el 54% piensa que el bombardeo debe cesar y el 60% se opone a que envíen soldados alemanes cuando empiece la guerra terrestre.

Muchos gobiernos que en un principio prometieron apoyar a Estados Unidos han echado para atrás, e importantes fuerzas políticas de gobiernos allegados a Estados Unidos, como el de Kuwait e Inglaterra, piden que pare el bombardeo.

Fuerzas de la clase dominante de Estados Unidos se quejan de que el "apoyo" de Rusia parece una lista de demandas. Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional del gobierno de Carter, escribió: "De una reunión en Moscú de la élite que fija la política exterior rusa salió una lista de concesiones que Putin debería arrancarle a Bush en la reunión cumbre que está por celebrarse. Un participante de peso dijo con toda confianza: 'América está lista a pagar un precio alto a cambio de apoyo', aludiendo a temas como la expansión de la OTAN, los misiles de defensa, la deuda, la guerra en Chechenia y cosas por el estilo". Brzezinski señala que el presidente ruso urgió a la clase dominante alemana que "se una a Rusia a formar una potencia europea separada de América". En vista de la derrota del ejército soviético cuando invadió a Afganistán, es natural especular que la clase dominante de Rusia quiere que Estados Unidos meta soldados a Afganistán.

Ninguno de los frentes de la guerra contra Afganistán marcha bien: ya sea el militar, el político o el de la opinión pública. Hace unas semanas se debatía en la clase dominante y los círculos militares a quién iban a atacar una vez que acabaran de "barrer" a Afganistán. Pero ahora, la realidad es que el invierno se acerca y no saben cuándo terminará la guerra.

La respuesta de los imperialistas yanquis ha sido fría y desalmada: escalar la matanza y exigir el apoyo del resto del mundo, por larga y sangrienta que sea la guerra.

Guerra aérea y guerra terrestre

"Derramen una lágrima, pero luego manos a la obra: tenemos que matar a nuestros enemigos lo más rápidamente que sea posible y lo despiadadamente que sea necesario. No podemos librar esta guerra solamente desde el aire ni sin bajas. Tampoco la podemos librar sin correr el riesgo de cometer daños humanitarios y políticos... no podemos permitir que los talibanes se refugien entre la población civil. Tenemos que destruirlos, dondequiera que se escondan. No cabe duda de que eso aumenta el peligro para los no combatientes; esa es una consecuencia lamentable pero necesaria de la guerra".

Senador John McCain,
Wall Street Journal, 26 de octubre

"El Pentágono atacó las posiciones talibanes al norte de Kabul con toneladas de bombas ayer, y recibimos noticias de la llegada de una gran cantidad de nuevas fuerzas militares estadounidenses a Asia Central con el fin de cambiar el curso de la guerra".

The Guardian, 1º de noviembre

Las tácticas de esta guerra y las palabras que se usan para describirla han cambiado. Antes se hablaba de la "precisión" de las "bombas inteligentes". Pero ahora se habla de una campaña de "bombardeos masivos" con bombas "tontas". Y ahora está bombardeando trincheras y pueblos al norte de Kabul, donde los combates entre los talibanes y la Alianza del Norte están estancados desde hace años.

Ahora los B52 (célebres por su la devastación de Vietnam) también sueltan bombas de dispersión que sueltan una lluvia de agujas metálicas que matan a gente a centenares de metros. El almirante John Stufflebeem, subdirector de operaciones del estado mayor del Departamento de Defensa, dijo: "Esa arma es parte de nuestra campaña, de nuestra capacidad bélica. La hemos usado y la seguiremos usando cuando sea necesario".

Ahora dicen que no pararán los bombardeos durante Ramadán, el mes sagrado del Islam que comienza en noviembre, sino que continuarán sin límite fijo.

En una rueda de prensa, el secretario de Estado, Donald Rumsfeld, admitió que las bombas de dispersión son del mismo color (amarillo) que los paquetes de comida que sueltan en el norte de Afganistán.

El director de un proyecto para quitar minas, Fazal Karim Fazal, dijo: "Nuestros equipos han encontrado en Herat y Jalalabad las trampas que sueltan los aviones estadounidenses. Deben abandonar esa práctica y respetar las convenciones internacionales al respecto". Esas trampas estallan cuando las recogen y son especialmente peligrosas para los niños.

El senador John McCain ha dirigido el coro de la clase dominante que quiere una guerra de mayor envergadura y una invasión terrestre. (Durante la guerra de Vietnam, McCain fue piloto de bombarderos). A los pocos días, el Pentágono anunció que tiene fuerzas terrestres en la zona y que planea triplicarlas. Se filtraron informes de que el Pentágono ya tiene planes para una "invasión terrestre de gran escala de Afganistán desde el norte" (The Guardian, 1º de noviembre), probablemente en la primavera.

En Washington, el principal demócrata del Congreso, el senador Tom Daschle, realzó la unidad de la clase dominante. Dijo que no se opone a una guerra terrestre: "Podrían ser necesarias actividades terrestres, y estoy seguro de que si son necesarias, el presidente se lo informará al Congreso".

Vidas devastadas

"Alrededor de la medianoche empezaron los bombardeos y duraron dos horas. A la noche siguiente empezaron de nuevo y continuaron toda la noche y al día siguiente. Todo mundo huyó de la casa y corrió a los cuatro vientos. No sabíamos adónde irnos. Traje a mi familia aquí para protegerla, pero ahora tengo 19 muertos: mi esposa, mis dos hijos, mi hermano, mi hermana, mi cuñada, mis sobrinos, mi tío. Cuando enterrábamos a los muertos, los aviones regresaron. ¿Qué voy a hacer ahora?"

Mehmood, un refugiado de
36 años de Chokar Karaiz

"Los cadáveres quedaron despedazados y lo único que pudimos hacer fue juntar los brazos y las piernas y enterrarlos juntos. Traje cadáveres aquí en un tractor. No sé qué crimen cometimos o por qué nos bombardearon".

Mungal, de 65 años, en un
cementerio donde enterró a su familia

"Sacamos al bebé, pero los demás quedaron enterrados debajo de los escombros. Había niños decapitados y cadáveres sin piernas. No había nada que hacer, así que nos fuimos".

Sobreviviente del ataque del
22 de octubre a Chokar Karaiz

"Si hay blancos militares en la zona, muéstrennos dónde están".

Sidney Jones, director para Asia del grupo
de derechos humanos Human Rights Watch

La aldea de Chokar Karaiz, a 100 km al norte de Kandahar, ya no existe. Las bombas estadounidenses destruyeron todas las casas y abrieron enormes cráteres en la tierra. Por todas partes hay carros quemados y cadáveres de ovejas, rodeados de grandes pedazos de metralla de las bombas. Hasta las ollas están llenas de agujeros de bala de las ametralladoras.

Murieron unas 90 personas. Los 20 sobrevivientes contaron que llegaron oleadas de bombarderos y lo destruyeron todo. Al día siguiente, mientras excavaban fosas, llegaron aviones artillados AC-130, que vuelan bajo en círculos y disparan sin parar cañones y ametralladoras.

Varios corresponsales fueron a Chokar Karaiz para ver la destrucción y entrevistar a los sobrevivientes. No se sabe por qué esa aldea fue atacada. Hace poco llegó a Chokar Karaiz una pequeña caravana de carros llenos de residentes de Kandahar, que decidieron regresar a su aldea natal para huir de los bombardeos de esa ciudad. Construyeron un campamento y quizá para la fuerza aérea la llegada de los carros fue razón para destruir la aldea.

Cada día hay más bajas por los ataques aéreos, documentadas por video y por testigos oculares. En Ghanikhel y otras aldeas bajo el control de la Alianza del Norte cerca de Kabul murieron centenares de civiles. Unas bombas destruyeron un camión lleno de refugiados cerca de Chunai y una oficina de la ONU en Kabul. Han bombardeado varias veces los almacenes de comida y medicinas de la Cruz Roja.

Los campos de refugiados están repletos, y hay escasez de agua, comida, tiendas y medicinas. Yusuf Hassan, vocero del comisionado de refugiados de la ONU, dijo el 31 de octubre que unos 130.000 afganos se han ido a Paquistán desde que empezaron los bombardeos. Docenas de miles han huido al oeste, a Irán.

Se informa que han bombardeado siete veces la mayor presa y estación hidroeléctrica de Afganistán en Kajaki, en el sur. La presa contiene unos tres billones de metros cúbicos de agua y riega los terrenos de 75.000 familias y 50.000 animales en una región extremadamente seca. La presa está dañada pero sigue funcionando, pero hay peligro de que se rompa y cause inundaciones. No hay blancos militares en la zona. También han destruido las centrales eléctricas de la ciudad de Kandahar.

En esta guerra no hay ni gota de justicia.


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