Partido Comunista de Turquía (Marxista-Leninista)

Proletarios y oprimidos de todos los países, uníos contra la agresión imperialista

Obrero Revolucionario #1131, 16 de diciembre, 2001, en rwor.org

La siguiente declaración del Partido Comunista de Turquía (Marxista-Leninista) salió por primera vez en el periódico Devrimci Demokrasi de Estambul.

Por todos los medios posibles, el capital destruye todos los obstáculos que encuentra en su camino. Los medios que utiliza para liquidar esos obstáculos no conocen fronteras ni leyes. Se esfuerza por sacar provecho en todos los frentes: económico, político e incluso los más ridículos. Con el paso del tiempo, cuando ha agotado todas las alternativas, aplica lo que se conoce como la expresión más concentrada de la política: la guerra.

La guerra es un método para resolver las contradicciones entre los Estados, países y clases. Por medio de las guerras injustas, el capital busca una cura para sus problemas. El capital es temeroso, intolerante y cruel, características fundamentales que sientan las bases de su caída... Los imperialistas yanquis, quienes dicen que "nada va a ser como antes", solamente expresan histeria, manifestada concretamente en su furia y compulsión, íntimamente relacionadas a su incapacidad de satisfacer su interminable avaricia, su desesperación por no haber podido obtener la posición deseada, su interminable afán de ganancias y su ambición de repartir el mundo mediante guerras imperialistas, con el fin de explotar al mundo, sin rivales. Un estudio de las crisis económicas y políticas recurrentes del imperialismo señala que la actual situación se parece bastante a la crisis mundial de 1929, que estalló poco antes de la segunda guerra imperialista de reparto. Además, también podemos ver que las crisis de los países imperialistas han estado profundizándose en los años 1990, en particular a partir de 1995.

Cuando estudiamos el desarrollo económico y político del imperialismo de 1990 a hoy día, podemos ver que las economías de los países imperialistas, principalmente Estados Unidos, y por ende del mundo entero, han estado padeciendo estancamiento, recesión y descomposición interna. Por diversos factores, como la situación del Japón y los tigres asiáticos, la declaración rusa de una moratoria, y la agudización de las crisis económicas y políticas de los países semicoloniales, semifeudales y dependientes del imperialismo, es obvio que el mundo está en una situación tumultuosa debido a su crisis estructural.

Tras perder la posición que alcanzó en la segunda mitad de los años 1940, Estados Unidos ha luchado por resolver la situación librando guerras locales en las zonas conflictivas del mundo, orquestando golpes de Estado y desatando guerras de baja intensidad, lo que es otra forma de guerra injusta. Los golpes de Estado (tal como el que en Turquía puso en el Poder a la junta militar fascista con el cabecilla Kenan Evren, para poder aplicar el programa del Fondo Monetario Internacional del 24 de enero), las juntas fascistas, las operaciones militares locales de pequeña escala y las guerras de baja intensidad no han podido resolver la crisis económica y política; es más, han intensificado las contradicciones. Por tanto, se han profundizado las crisis estructurales.

Después de 1946, se formaron el FMI y el Banco Mundial para afianzar la autoridad financiera de los imperialistas, pero como no han podido cumplir sus tareas financieras, se han profundizado las crisis estructurales de los imperialistas.

Cuando analizamos su relación con los países semicoloniales y semifeudales dependientes del imperialismo y con los países capitalistas atrasados, es obvio que esos organismos les han impuesto condiciones de miseria y pobreza absoluta y despojado sus recursos. El ejemplo de Kemal Dervis [un ministro con poderes extraordinarios, "un super-ministro"] al cual [el imperialismo yanqui] encomendó la tarea de resolver los problemas económicos de nuestro país, ilustra claramente que los organismos financieros como el FMI y Banco Mundial han fracasado y no han podido ante la agudización de la crisis económica y política, y sus programas han fracasado y agravado esas crisis.

Para combatir los movimientos antiimperialistas y de antiglobalización, que se han desarrollado como resultado inevitable y natural de las crisis estructurales en todos los países y en el mundo entero, y para detener las respuestas, tendencias y enormes movimientos sociales en ascenso que han existido durante años y que se han desarrollado paso a paso en una lucha contra el imperialismo en general y el imperialismo yanqui en particular, hacen desesperados planes para recuperar su dominio del mundo hablando de librar una guerra que han descrito como "águila heráldica" o "justicia infinita", lo que quiere decir destrucción total.

Los imperialistas quieren legitimar la agresión, pero esta no tiene ningún elemento legítimo. Desde luego, como maoístas, no queremos que sufran seres humanos indefensos y desarmados en una guerra. Estamos librando una guerra popular y nuestro blanco es muy claro. En el curso de la guerra popular, nuestro objetivo es proteger a cada ser humano indefenso y desarmado, es decir, a quienes no son responsables de la guerra injusta y no perjudican los intereses de las masas. Hemos criticado y refutado las acciones que no han respetado estas orientaciones.

De otro lado, nos oponemos muy fuertemente a la campaña de utilizar las muertes de los civiles durante el ataque al Pentágono y el World Trade Center como justificación para el "derecho" del imperialismo yanqui de librar una guerra internacional contra el "terrorismo". De acuerdo a esta política básica, la tarea histórica de cada maoísta es oponerse a toda la propaganda chovinista de los agresores imperialistas acerca de la "lucha contra el terrorismo", llevar a cabo una resuelta lucha contra la campaña de legitimar la agresión y movilizar a las masas en la lucha.

En los frentes ideológico y político, es urgente combatir la propaganda psicológica con que los imperialistas le lavan el cerebro a las masas, en especial en los medios de comunicación. En nuestro país, no es especulación decir que los medios ya han iniciado la guerra, pues han asumido su "consagrado" papel de "ser más papista que el papa". Los ametralladores, pilotos y francotiradores de los medios hablan del "estupendo" bombardeo contra los oprimidos.

Quieren crear opinión pública a favor de la guerra y guiar perversamente a las masas a apoyar y participar en la agresión de los imperialistas. Aparte de la guerra psicológica, libran una guerra de apaciguamiento. Quieren apaciguar la furia de las masas contra el imperialismo. En preparación para la guerra, los serviles medios de comunicación han cooperado en este proyecto. Para hacer que las masas olviden las contradicciones y problemas sociales, señalan la fuerza de los imperialistas. "No es el momento de hablar de las fechorías estadounidenses, primero tenemos que acabar con el diablo". Así, los medios de comunicación feudal-burgueses ocultan la esencia del imperialismo yanqui y hacen que los oprimidos del mundo olviden que ese imperialismo es el enemigo principal. (Sabah, Hurriyet, Milliyet, Star y todos los noticieros televisivos libran un alto nivel de guerra psicológica).

Desde luego, no decimos que las clases dominantes, los imperialistas y las dictaduras fascistas hagan esto solamente en los medios de comunicación; también dirigen y realizan su propia propaganda directa. Han intentado y siguen intentando traficar con los sentimientos religiosos de las masas para legitimar sus ataques.

El Estado turco ha llevado al extremo esta situación. Justo antes del ataque, para justificarse, decía que iba a resolver la crisis económica del país, pero ahora predica la "legitimidad" de los ataques de los imperialistas.

"Quienquiera quite una vida sin causa o cree discordia en el mundo, mata a todos. Quienquiera salve una vida, salva toda la humanidad" [El Corán]. "Ah creyente, todos juntos entran a la paz, tenga cuidado de no seguir el mal" [El Corán]. Con estas explicaciones, quieren utilizar a Bin Laden como pretexto para legitimar la ocupación de Afganistán por el imperialismo yanqui.

Mediante esos sermones, las clases dominantes utilizan la religión como mecanismo para gobernar, oprimir a las masas y librar guerras; no obstante, nunca dudan en atacar a la religión y retratarla como "enemigo" cuando no esté bajo su control. El propio Estado turco ha utilizado a la Hezbola, una organización religiosa, contra el movimiento nacional curdo y los movimientos revolucionarios y comunistas. El gobierno yanqui, por igual, utilizó a los talibanes y a Osama Bin Laden contra el Pacto de Varsovia y Rusia.

Como es sabido, esta es la forma organizativa de la estrategia del "arco verde" del imperialismo yanqui y otros países imperialistas. Solo los nombres son diferentes, la esencia es la misma. Por eso, Estados Unidos, que alimentó, apuntaló y entrenó a los talibanes y a Bin Laden en pos de sus propios intereses, ahora, en pos de sus objetivos estratégicos, los considera enemigos, so pretexto del "terrorismo". Los imperialistas quieren utilizar los ataques contra el World Trade Center y el Pentágono para legitimar y justificar su guerra imperialista. El gobierno yanqui está furioso porque los talibanes y Bin Laden no están bajo su control. El Estado turco sigue el principio de "quien cae al mar se agarra de una serpiente", apoyando la "lucha contra el terrorismo internacional" a fin de ocultar su propio terrorismo. La dictadura fascista de Turquía abraza el quinto artículo de la OTAN [que dice que un ataque a un país de la OTAN es un ataque a todos los países de la OTAN], "si bien el terror del Partido de los Trabajadores del Curdistán se dirigía a un miembro de la OTAN [Turquía] y contaba con el apoyo de algunos países que no eran miembros de la alianza. Podemos decir que la reciente decisión de la OTAN ha confirmado la tesis de Turquía". Así, el Estado turco quiere liquidar el movimiento revolucionario general, el movimiento nacional curdo y la guerra de guerrillas bajo la dirección de la vanguardia maoísta, con una política de matar dos pájaros de un tiro.

Hemos señalado que los imperialistas jalan al mundo hacia la guerra y cada gobierno toma una posición en la guerra. El Estado está en guardia para fortalecer su dominio; es obvio que va a imponer una dictadura fascista, no una "democracia".

El acuerdo entre Estados Unidos, el Reino Unido y otros países de la OTAN no se limita a iniciar una guerra contra un país débil y a las formas de generalizarla; también propone leyes internas de esos países para fomentar tendencias fascistas y eliminar todos los derechos democráticos ganados mediante la lucha democrática.

El ministro alemán de Gobernación, Otto Schily, recomendó "que las fuerzas armadas se encarguen de la seguridad en caso de ser necesario". Schily dijo: "A veces podemos aplicar medios militares para realizar nuestros objetivos políticos", o sea, un abierto llamado a la guerra.

En su mejor actuación de lacayo, el Estado turco ha ofrecido el país como cuartel general a Estados Unidos. El gobierno turco, que va a unirse a la guerra bajo la dirección yanqui, ya da apoyo militar y de otras formas al general Rasit Dostum, un rival de los talibanes.

Los oprimidos, desde luego, no son indefensos. La única fuerza que puede liberar a la humanidad de las guerras y las amenazas de guerra, destruir el sistema imperialista y las dictaduras fascistas e impedir las guerras reaccionarias es la guerra popular dirigida por partidos maoístas. La guerra a la cual el proletariado y los oprimidos del mundo deben unirse no es la guerra imperialista, sino la guerra popular emancipadora.

Dondequiera que estemos en el mundo, debemos unirnos con nuestros hermanos y hermanas contra el sistema imperialista reaccionario, que hay que borrar de la faz de la Tierra, y traer democracia, paz y libertad auténtica para transformar la sociedad. Para repetir, eso se alcanzará por medio de la guerra popular. La fuerza más potente es el movimiento organizado y dirigido por los partidos maoístas. Esta fuerza tiene la orientación para llevar a cabo las transformaciones y forjar la fuerza que se requiere para destruir el imperialismo. Siempre debemos confiar en esta fuerza y forjar su creatividad y energía unificando a los guerrilleros y las guerras populares que golpean a los ejércitos de los imperialistas y a las posiciones de sus títeres.

Por eso, debemos participar en la guerra popular que se lleva a cabo en nuestro país bajo la dirección del partido maoísta. Debemos impedir que el Estado fascista utilice a las masas en pos de sus propios objetivos fascistas siniestros. Las masas no tienen ningún interés en esta guerra injusta. La guerra no es sino una masacre opresiva y bárbara.

Como parte de la revolución mundial, debemos hacer avanzar y desarrollar la revolución en nuestro país y, de acuerdo con la estructura económica y política de cada país, debemos unirnos al proceso de la revolución en todos los países. Debemos trabajar al máximo por establecer un frente único internacional de los pueblos oprimidos. Nuestra consigna es: proletarios y oprimidos de todos los países, uníos y luchad.

[Traducción de Un Mundo Que Ganar]


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