Las pesadillas de la biotecnología
y la situación actual

Alan Goodman

Obrero Revolucionario #1133, 6 de enero, 2002, en rwor.org

Como se habla de instituir un sistema oficial de identificación en todo el país, fui a una conferencia de Oracle, una gigantesca compañía que produce software para bancos de datos. Fue un día surrealista. Cuando nos inscribimos, recibimos un pase electrónico que, como veríamos más tarde, contenía una cantidad alucinante de información. Mi compañero y yo descubrimos que no todos los pases eran iguales. Dependiendo de la clasificación de cada persona en un banco de datos, el pase dejaba entrar a ciertos programas y a otros no. A los pases los complementaban escaneadores y guardias de seguridad por todas partes. Fue una tecnopesadilla ultramoderna de pases electrónicos que decidían adónde podíamos ir y qué podíamos hacer.

Pensando en lo que puede pasar con tanto poder de supervisar y controlar a la ciudadanía, alquilé la película Gattaca.

Gattaca presenta una sociedad del futuro (no muy lejano) gobernada por una élite arrogante y parasítica seleccionada por su DNA (ADN). Es una sociedad demente de constantes chequeos biométricos. A todos les toman las huellas dactilares al entrar al trabajo, y les hacen al azar exámenes de orina y sangre. Para entrar a un concierto, escanean la retina a ver si la persona es parte de la élite. La élite va y viene a gusto, mientras los pobres hacen colas para que les hagan exámenes de sangre y orina.

Pensar en vivir en tal sociedad es escalofriante. Pero las libertades que se está dando el gobierno para meterse en la vida privada, junto con el plan de instituir un sistema nacional de identificación, plantean la peligrosa amenaza de crear una sociedad que controle todas las actividades diarias, y desde luego el disentimiento y la rebeldía contra la injusticia.

Un peligroso banco de datos

"No voy a dar el nombre de la dependencia, pero prometí software gratis para un banco nacional de datos y ese software se entregó".

Larry Ellison, conferencia de Oracle
San Francisco, diciembre 2001

Larry Ellison es el mero mero de Oracle, la principal compañía mundial de software para crear y almacenar bancos de datos. Es uno de los hombres más ricos del mundo y trabajó con la CIA desarrollando bancos de datos para "seguridad nacional".

Ellison comentó en una entrevista por televisión en San Francisco que en el "nuevo mundo" (después del 11 de septiembre) el gobierno debe instituir una tarjeta de identificación en todo el país. Eso causó mucha crítica y debate en la prensa regional. Poco después, Ellison modificó un poco su planteamiento y escribió lo siguiente en el Wall Street Journal:

"¿Necesitamos una tarjeta nacional de identificación? No. Pero las tarjetas de identificación que expide el gobierno, como por ejemplo las tarjetas de seguridad social, deben usar la tecnología moderna de las tarjetas de crédito. ¿Necesitamos más bancos de datos? No, todo lo contrario. El mayor problema de hoy es que tenemos más de la cuenta... Hoy, cada dependencia federal de inteligencia y de policía, y toda clase de organismos estatales y municipales, tienen sus propios bancos de datos separados sobre presuntos delincuentes. Con toda esa información descentralizada, una agencia no puede saber a quién busca otra agencia y capturarlo".

Ahora Ellison está elaborando un plan para crear un sistema nacional de identificación. Tiene dos características: 1) integración de toda la información que existe en los distintos bancos de datos del gobierno; 2) medidas biométricas de retina, huellas dactilares o la palma de la mano para verificar la identidad o para identificar a una persona sin pedirle tarjeta de identidad. Ellison explicó los pasos:

"Lo primero que hacemos es construir el banco de datos. Cada vez que uno pase por un aeropuerto durante el período de transición, usa la licencia de conducir [como se hace ahora]. Así que usted dice que es Sally Smith. Bueno, ponga el pulgar ahí y conteste un par de preguntas: ¿cuál es su número de seguridad social y cuál es su dirección? Así se amplía el banco de datos y se asegura que toda la información sea correcta".

En Tampa, Florida, se usó tecnología biométrica en el partido del Supertazón: filmaron a todos los asistentes con tecnología de reconocimiento facial. Después, usaron esa información para identificar individuos en una zona de bares y clubes. Otras ciudades han anunciado que tienen cámaras con tecnología biométrica en ciertas zonas.

Ya existe mucha tecnología para meterse en la vida de todo mundo. En la conferencia de Oracle vimos una muestra: un tipo ubicó a un participante en su hotel, a varias cuadras de distancia, con cámaras de video a partir de una imagen de la retina.

Un compañero de ¡Rehusar y Resistir! describió la información que se puede sacar de una tarjeta de identificación con la tecnología existente:

"Un voluntario ofreció su pase. Lo escanearon y salió su nombre, el nombre de la compañía en que trabaja, cuántos días iba a estar en la conferencia y el hotel donde se quedaba. Después, abrieron el banco de datos ArcView, que da información sobre compañías y datos geográficos, y anunciaron que tomó un vuelo de las aerolíneas Qantas, y el número de vuelo y de asiento; que llegó en tal fecha y se iba tal día; que compró el boleto por internet y que pagó con tarjeta de crédito; qué tarjeta usó y qué saldo tenía; que hizo escala en Nueva York un par de días antes de venir a la conferencia y en qué hotel se quedó; que compró Oracle 9i y otros programas en la conferencia; y qué talleres atendió. Cuando acabaron, el tipo estaba boquiabierto de ver su vida expuesta ante extraños".

Si el gobierno crea un gran banco de datos y una tarjeta de identificación biométrica, el mundo de Gattaca sería una pesadilla real, no un cuento de ciencia ficción.

Mientras esperaba en fila para preguntarle a Ellison quién va a querer vivir en una sociedad en que cuando uno busca trabajo pueden ver el historial médico o en que cuando un policía lo para puede ver qué libros ha sacado de la biblioteca, el reportero que estaba a mi lado me dijo: "pregúntale si esta es su visión del futuro".

Ellison ya está haciendo gestiones para que ese futuro sea realidad. Le dijo al periódico San Jose Mercury: "Fui a Washington a hablar con el FBI, la CIA y mucha gente. Comí con el secretario de Justicia. Hablé con el director de la Agencia Nacional de Seguridad y básicamente con toda la gente de servicios de inteligencia y de policía. No quiero entrar en detalles, pero se han planeado reuniones en la Casa Blanca". Agregó: "Estamos preparando una propuesta y analizando qué se necesita para implementar algo en unos tres meses. Nos parece que esta tecnología se puede poner a funcionar muy, muy rápido".

¿Quiénes son los guardianes?

Actualmente hay mucha gente con miedo.

Un maestro amigo me contaba que en una escuela pobre de Oakland los chamacos preguntaban si Osama bin Laden iba a ir a matarlos... cuando en realidad en el clima actual de "nueva seguridad", la policía los molesta más en las estaciones del metro y en la calle. Sus compañeros del Medio Oriente y del sur de Asia tienen miedo de ir a la escuela porque temen que los traten mal, los investiguen, los deporten o peor.

Pero mucha gente de la clase media quiere sentirse "segura" y hay una epidemia de "amnesia post 11 de septiembre". La gente quiere que la proteja el gobierno y la policía: la policía que para a los conductores negros por el color de la piel, las autoridades que nunca han investigado la red que pone bombas en clínicas de aborto, el gobierno que financió y entrenó fundamentalistas reaccionarios en el Medio Oriente.

Medio problemático, ¿no? Es esencial captar que este orden social de disparidades, pobreza y brutalidad, que trata a todo mundo como mercancía, no puede ofrecer "seguridad".

Esta idea me hizo volver a la videoteca a sacar la película La red (The Net), en que una serie de problemas de los bancos de datos trastorna los vuelos aéreos, revuelve las historias médicas y está a punto de causar caos. Una compañía de software ofrece un producto que se llama Gatekeeper (Guardián) para proteger los bancos de datos y, en medio del pánico, todos corren a comprarlo. Pero el personaje de Sandra Bullock descubre que el verdadero peligro es Gatekeeper y sus creadores.

En la atmósfera post 11 de septiembre, con frecuentes alertas vagas de ataques terroristas y recomendaciones de vigilar a los vecinos, las autoridades dicen que hay que poner en ellas todas las esperanzas, que ellas protegerán a la población. Por eso es "bueno" que el gobierno lo sepa todo y por eso hacen chistes como este:

"Eso me hace pensar en las tiras cómicas de la semana pasada: Santa Claus le dice a un niño sentado en el regazo: `yo sé cuándo duermes y cuándo estás despierto, sé si eres bueno o malo'. Y el niño le pregunta: `¿Acaso eres John Ashcroft?'".

John Ashcroft, secretario de Justicia, testimonio ante el Senado sobre detenciones secretas y tribunales militares

¿Chistoso? Ese hombre que se jacta de espiar a todo mundo es un momio de la edad media que cree que bailar es pecado. Cree que el aborto es inmoral, incluso en casos de violación, incesto o amenaza a la salud. Para él los líderes de la Confederación (los hombres que se lanzaron a una guerra civil para proteger el "derecho" a tener esclavos) son "patriotas sureños" que dieron "vida y fortunas sagradas" por una causa honorable.

En resumen, Ashcroft es un hombre que no debería tener poder para controlar la vida de nadie, y mucho menos un sistema nacional de identificación.

Este país siempre ha usado la información gubernamental contra el disentimiento político, aquí y en el resto del mundo.

En los años 50 se elaboraron listas negras de comunistas, gente progresista y gente que no colaboró con la persecución política a la izquierda. En los años 60 y 70, el FBI organizó el programa COINTELPRO, que recabó y centralizó información para sabotear, aprehender y matar a radicales y revolucionarios. En los años 80, el gobierno entregó a los escuadrones de la muerte de El Salvador listas de la oposición a la política exterior en Centroamérica.

La CIA ha hecho lo mismo, a una escala más sangrienta, en el tercer mundo. En los años 60, la embajada estadounidense en Indonesia le dio al ejército listas de cientos de miles comunistas para cazar y matar. William Colby, director de la CIA durante la guerra de Vietnam, describió así el programa Fénix: "La idea de identificar el aparato local del Frente de Liberación Nacional era, bueno, hacerlos rendir, capturarlos o matarlos".

No hay que olvidar que los departamentos de policía que usarán un sistema nacional de identificación son como la División Rampart de Los Angeles, famosa por sus mentiras, venta de drogas y asesinatos, y los policías de Nueva York que le metieron 41 balazos a Amadou Diallo.

El gobierno quiere darle toda clase de información sobre todo mundo a organizaciones como esas.

En las sombras

¿Es factible que el gobierno use un banco nacional de datos para espiar y regular las más mínimas actividades? En realidad, ciertos sectores de la sociedad ya viven con estrictos controles.

Como escribe Mike Davis en La ecología del miedo: "Los proyectos de vivienda pública y las viviendas subsidiadas por el gobierno federal se parecen a las famosas `aldeas estratégicas' que servían de cárceles a la población rural de Vietnam... Como a los campesinos de una zona rebelde, a los residentes de cualquier edad de viviendas públicas los paran y los requisan en cualquier momento; además, la policía se mete a las casas sin orden judicial".

Ya antes del 11 de septiembre, los inmigrantes sin papeles vivían en las sombras, sin poder obtener servicios sociales básicos como una licencia de conducir o atención médica. Esa situación se está empeorando, como se ve en un ejemplo que oí: con las nuevas medidas de "seguridad" actuales, el Hospital General de San Francisco decidió no admitir pacientes sin identificación, lo que equivale a negarle servicios médicos a gran cantidad de indocumentados. Gracias a una rápida manifestación para denunciar y atacar esa medida, el hospital retrocedió.

Hace poco también oí que la alcaldía de San Francisco se quejó de que los sin techo "no cooperaban" con una encuesta para identificarlos. Aplaudo tal resistencia. Los sin techo no quieren estar en el banco de datos de la alcaldía porque la experiencia les ha enseñado que toda la información que obtiene el gobierno se usa para criminalizarlos, mortificarlos y hacerles la vida más difícil.

Los de abajo ya han experimentado el escrutinio constante de las autoridades. Los que todavía no lo han experimentado, deberían aprender de ellos.

Una lección de la solución final

Larry Ellison dice que a Washington le gusta su oferta de tecnología para un banco nacional de datos, y yo no lo dudo. Los que quieren implantar una agenda represiva necesitan manejar grandes cantidades de información. Identificar, catalogar y seguirle la pista a mucha gente no es sencillo.

Pensando en esto, leí el libro IBM y el Holocausto, de Edwin Black, que ha prendido mucha polémica porque documenta que IBM le dio a Hitler la tecnología para identificar a los judíos en toda Europa.

Black escribe:

"Para los nazis, los judíos no eran solo los que practicaban el judaísmo; eran todos los que tenían sangre judía, sin importar su asimilación, matrimonios mixtos, actividad religiosa o incluso conversión al cristianismo. El primer paso para expropiar a los judíos, meterlos en ghettos, deportarlos y por último exterminarlos era identificarlos. Investigar generaciones de registros comunales, eclesiásticos y gubernamentales en toda Alemania (y después en toda Europa) era una tarea monumental que necesitaba una computadora. Pero en 1933 no había computadoras...

"Sin embargo, existía otro invento: el sistema de clasificación de tarjetas perforadas de IBM, precursor de la computadora. La subsidiaria alemana de IBM asumió el programa de destrucción judía de Hitler como una misión tecnológica, con un éxito escalofriante. IBM, con su propio personal y equipo, diseñó, ejecutó y proporcionó la asistencia técnica que necesitaba el Tercer Reich para alcanzar algo que nunca se había hecho: la automatización de la destrucción humana. Despachó más de 2000 máquinas por toda Alemania, y miles más por toda la Europa dominada por Alemania. En todos los campos de concentración se establecieron máquinas de perforación de tarjetas. El transporte, la muerte por trabajos forzados y los despojos de millones se catalogaban con fría automatización".

Esto es lo que puede pasar cuando coinciden una tecnología informática en manos de un orden social opresivo y una agenda social genocida.

Los que creen que este es un ejemplo extremo, deben considerar lo siguiente: recabar información en la atmósfera actual, que prohíbe la crítica a los planes de guerra infinita y pone en tela de juicio el derecho a disentir, es una perspectiva peligrosa.

En la atmósfera actual de "están con nosotros o contra nosotros", es importante recordar también que el presidente es allegado de los fascistas cristianos que acusaron de los ataques del 11 de septiembre a la Asociación Americana de Derechos Civiles, a los humanistas seculares (y a todo el que no esté a favor de rezar en las escuelas públicas), a los médicos que practican el aborto, a las feministas, y a los gays y las lesbianas. Pensar que gente así esté cerca de un banco nacional de datos da escalofríos.

¿Qué clase de sociedad queremos?

La reacción instintiva de rechazo a un banco nacional de datos que todo lo ve y todo lo sabe no es infundada. Incluso en la mejor sociedad imaginable, existe mucho potencial de abusos.

Pero en esta sociedad cruel e injusta, crearía una pesadilla para la gran mayoría en que millones checarían los pasos de los demás.

Todo banco de datos "inviolable" que se ha creado hasta la fecha ha sido violado. Las tarjetas de crédito, las historias médicas, los préstamos de libros y películas: toda esa información es una mercancía que se roba y se vende. No poca gente ha pasado por el infierno de que le roben la identidad.

Pero el mayor peligro es el potencial de abuso por un gobierno adepto a aprovechar la información para silenciar a los críticos. Martin Luther King no era un revolucionario, pero el FBI espió su vida personal y trató de chantajearlo. El FBI seguía cada uno de sus pasos y tenía agentes en casi todos los capítulos del KKK, que mataban activistas de derechos humanos.

John Ashcroft afirma que cuestionar el hecho de que él pisotee la Constitución es ayudar a los terroristas. En estas condiciones, ¿qué ventaja tiene para el pueblo que el gobierno sepa más de lo que ya sabe? Un banco nacional de datos biométricos, ya sea una tarjeta o un sistema de identificación, es una pesadilla que no debe convertirse en realidad. La sociedad debe protegerse de los ojos metiches del gobierno.


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