2002: Nuevos planes bélicos de un imperio injusto

Obrero Revolucionario #1134, 13 de enero, 2002, en rwor.org

"El año que viene también habrá guerra".

Presidente George W. Bush,
diciembre de 2001

"En una guerra que lleva tres meses y que ha tenido un montón de informes en la televisión de cable, la internet, las redes televisivas y los periódicos, en realidad sabemos muy poco de lo que pasó en Afganistán".

William M. Arkin, analista militar del Washington Post,
30 de diciembre

"Vivimos en Kabul cerca de una base militar de los talibanes, donde mi papá tenía una tienda. Un día iba caminando con él; vimos los aviones y oímos ruidos espantosos, como truenos. Cuando regresamos a casa, encontramos el cadáver de mi mamá y de mi hermano menor en un montón de escombros donde estaba nuestra casa. Mi papá se enloqueció en el acto. Ahora estoy a cargo de mis cinco hermanos. No tenemos dinero y me cuesta mucho trabajo encontrar comida para ellos".

Haziza, afgana de 12 años en un campo
de refugiados de Paquistán

Sepultado por las bombas

Estados Unidos e Inglaterra llevan tres meses soltando un promedio de 300 bombas diarias en un país del tamaño del estado de Texas. Esa campaña aérea ha destruido edificios gubernamentales y matado a soldados talibanes; ha devastado aldeas y carreteras, y masacrado a centenares de presos capturados por las fuerzas títeres de Estados Unidos. En un discurso del 12 de diciembre en una escuela militar, el presidente Bush explicó la doctrina que gobierna esta operación. Primero dijo que "nuestras fuerzas armadas no van al extranjero solo a pacificar, a controlar las multitudes y contener los conflictos étnicos". En vez, continuó, "ahora nuestras fuerzas armadas tienen una nueva misión esencial: para los estados que apoyan el terror, no basta que las consecuencias sean costosas; tienen que ser devastadoras".

Para Afganistán y el pueblo afgano, esta guerra efectivamente ha sido devastadora.

Han muerto miles de civiles. Tras el bombardeo de un grupo de dirigentes tribales pashtos que iban a la toma de posesión del nuevo gobierno títere (que mató a 60 personas en un convoy de 100), el Ministerio de Defensa afgano pidió que terminaran los ataques. Pero desde el rancho de Bush en Texas, el general imperialista Tommy Franks respondió fríamente: "No nos presionarán a tomar medidas que no concuerdan con nuestros objetivos nacionales, y seguiremos por el tiempo que sea necesario".

El bombardeo y el avance de la odiada Alianza del Norte obligaron a miles de agricultores a huir justo antes de la cosecha. Además, la máquina de guerra yanqui ha destruido el frágil sistema nacional de distribución de comida.

Un periodista inglés describió la situación en Maslakh, un campo de 350.000 refugiados cerca de la ciudad de Herat. Cien personas mueren al día de hambre y del frío, y la situación va de mal en peor. Una señora le dijo indignada: "Nada más está tomando fotos. Esto no nos ayudará. No podemos comer fotos. Morimos y necesitamos comida y medicinas".

Ahora las fuerzas yanquis rondan por el país como la chota en un proyecto habitacional: llegan en helicópteros y vehículos blindados, tumban puertas, capturan a los que quieran y matan a los que oponen resistencia.

La máquina de guerra y los loros de la prensa lo ocultan todo. En su versión propagandística, el Pentágono está buscando a los "malhechores" con armas de precisión guiadas por láser. Los nuevos "héroes de América" son los asesinos de las Fuerzas Especiales y los interrogadores de la CIA. Y dicen que la meta es "defender nuestro modo de vida" y llevar la libertad a todos.

El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dice que los informes de aldeas destruidas por bombas son propaganda de los talibanes, a pesar de que los periodistas de todo el mundo los han confirmado. Dicen que la victoria de los jefes militares y tribales pro Estados Unidos lleva a la liberación de la mujer afgana, a pesar de que todo mundo puede ver que nada ha cambiado, y que los velos, las burkhas y los patriarcas feudales siguen igual.

La guerra ha dejado al país en manos de los señores de la guerra que gobiernan desde hace muchos años (y que, en el sur, apoyaban a los talibanes). El "nuevo gobierno", parido en Alemania, llegó en helicópteros yanquis y no tiene ni pizca de legitimidad. Lo sostienen los soldados estadounidenses, ingleses y, pronto, turcos.

En pocas palabras, la respuesta estadounidense a los sucesos del 11 de septiembre ha sido devastar uno de los países más pobres del mundo y amenazar con lo mismo a cualquier país que "apoye el terrorismo". Dado que se ha anunciado que unos 60 países "apoyan el terrorismo", es una amenaza dirigida a la mayor parte del planeta y la más arrogante de la historia mundial.

Ahora que "se han acabado los blancos" en Afganistán, la Casa Blanca y el Pentágono buscan otros objetivos.

Despachan los ejércitos

"Afganistán es apenas el comienzo de la guerra contra el terrorismo. Por todo el mundo y año tras año seguiremos combatiendo a esos malvados".

George W. Bush,
Fort Campbell, Kentucky,
noviembre de 2001

El 4 de enero el Washington Post informó que Rumsfeld se reunió con los comandantes militares regionales (los CINCs) y les dijo que se prepararan para combates por todo el mundo. El New York Times explicó que esos CINCs están encargados de varias regiones del mundo y que los llaman "procónsules", el título que tenían los gobernadores militares del imperio romano.

Rumsfeld anunció que Estados Unidos no necesita autoridad de la ONU ni de nadie para atacar donde quiera.

El general Franks, el CINC del Comando Central (Medio Oriente y Asia occidental y central), dijo que se están trazando planes para atacar Somalia y Sudán, en África oriental, e Irak. Un vocero del Centro de Información de Defensa comentó: "Es una clara señal de que el gobierno de Bush está preparando el terreno para cuando termine la guerra en Afganistán".

Tres Unidades Expedicionarias de la Infantería de Marina (con 1200 soldados cada una) se reunirán en el mar Arábigo a mediados de enero. El Pentágono trasladó la sede del Tercer Ejército (la principal fuerza terrestre del Comando Central) de Fort MacPherson, Georgia, a Kuwait, en el golfo Pérsico, cerca de Irak. El Departamento de Estado organizó una reunión de una docena de oficiales iraquíes en el exilio para apoyar un ataque.

Estados Unidos tiene más de 20.000 soldados en Kuwait, Arabia Saudita y Qatar. Además, tiene equipo para cuatro brigadas artilladas en Kuwait, Qatar y la base inglesa en la isla de Diego Garcia.

Yemen y Somalia

El 21 de diciembre Bush anunció el envío de "ayuda" (equipo militar y Fuerzas Especiales) a países por todo el mundo.

Yemen, un país en el sur de la península arábiga, es un ejemplo de esa "ayuda". El 18 de diciembre, atacaron aldeas en las montañas de la provincia de Marib tanques, helicópteros y artillería yanquis, y mataron a docenas.

Ahora se está preparando el ataque a Somalia. Tras una reunión con Rumsfeld, un funcionario del gobierno alemán dijo que no es cuestión de "si" atacar sino de "cómo y cuándo". El vicepresidente, Dick Cheney, le dijo al Washington Times: "No cabe duda de que es un blanco". Un ministro del gobierno provisional somalí dijo: "Si Estados Unidos cree que hay terroristas en Somalia, debe decirnos cómo lo sabe". El enviado de Washington respondió que Estados Unidos no reconoce "ningún gobierno nacional ni regional en Somalia".

En octubre de 1993, las fuerzas armadas yanquis se retiraron de Somalia tras una derrota humillante. Ahora, con una película sobre el incidente ("Black Hawk Down") en los teatros, el Pentágono está preparando un ataque de represalia contra otro de los países más pobres del mundo. Un vocero del gobierno dijo: "También queremos destacar que la guerra no se limita a Afganistán".

Estados Unidos, Francia e Inglaterra han duplicado los vuelos de espionaje en Somalia desde bases inglesas en Omán y se informa que hay escuadrones de comandos en el país. El periódico inglés The Guardian informó que la meta es identificar objetivos para bombardear, como los puertos. Inglaterra ha presionado a Kenia para que permita preparar los operativos en su territorio.

El general Richard Myers, comandante del Comando Conjunto de las FFAA, dijo: "Somalia es un posible objetivo (y hay otros) donde podría haber actividad diplomática, policial y militar. Entran en acción todos los instrumentos del poder nacional". Un vocero militar dijo que podrían atacar Somalia sin publicidad: "Podría ser algo que Rumsfeld anuncie pero que no se ve".

El petróleo y las amenazas a Irak

"En enero se presentará al presidente George W. Bush una lista de tres opciones para atacar a Irak. El Pentágono y la CIA la están preparando, lo que indica que están tomando en serio un ataque fuerte contra el gobierno del presidente Saddam Hussein. Ahora que queda poca resistencia de Al-Qaeda en Afganistán, se está acercando la hora de tomar una decisión sobre la próxima fase de la guerra contra el terrorismo global".

David Wastrell, corresponsal
de Washington del periódico inglés
The Telegraph, 23 de diciembre

"Se puede resumir en una sola palabra el objetivo escondido de esta guerra contra el terrorismo: petróleo. El mapa de los santuarios y blancos terroristas del Medio Oriente y Asia Central coincide, en un grado extraordinario, con un mapa de las principales fuentes de petróleo del siglo 21".

San Francisco Chronicle,
26 de septiembre

Desde el 11 de septiembre, poderosas fuerzas de la clase dominante yanqui han urgido atacar a Irak e instalar un nuevo gobierno. Ahora que han puesto a prueba en Afganistán las nuevas bombas contra búnkers subterráneos que inventaron para asesinar a Hussein, ¿será el próximo blanco Bagdad?

Hablan sin cesar de "combatir el terrorismo", pero las amenazas contra Irak demuestran que las actividades militares globales estadounidenses no son para "destruir a Al-Qaeda" sino para impulsar sus propios intereses como potencia imperialista. Se sabe que el gobierno iraquí no tiene vínculos con los sucesos del 11 de septiembre ni con Al-Qaeda. Igualmente, el ántrax que apareció en varias cartas vino de laboratorios militares de Estados Unidos, y no de Irak. El partido gobernante Baath de Irak nunca ha sido aliado de los fundamentalistas islámicos. Todo lo contrario: a los fundamentalistas los empollaron en los años 80 Arabia Saudita y la CIA como contrapeso a las fuerzas seculares, como Hussein.

Así que la "guerra contra el terrorismo" no es más que un pretexto para atacar a Irak y apretar el control del golfo Pérsico y las riquezas petroleras. Es una necesidad para una superpotencia resuelta a mantener su dominación global.

Estados Unidos no depende del petróleo mesoriental, pero Alemania y Japón sí. Para garantizar su posición en relación a esos rivales potenciales, Washington tiene que controlar los yacimientos petroleros.

Hacer eso no ha sido pan comido. Los tres principales países productores de petróleo de la región (Irak, Irán y Arabia Saudita) le han puesto obstáculos a Washington. En los años 70, la Doctrina Carter declaró que Estados Unidos atacaría con armas nucleares cualquier potencia que amenazara su control del Golfo. En los 80, Washington apoyó el ataque iraquí contra Irán con el fin de restablecer el control tras la caída del sha. A comienzos de la década pasada, aprovechó el colapso de la Unión Soviética para atacar a Irak y establecer bases militares permanentes en Arabia Saudita, Bahrain, Qatar y Kuwait.

Ahora poderosas voces se quejan de que incluso la monarquía saudita, buen amigo estadounidense desde hace muchos años, no es aliado seguro. Están debatiendo cómo aprovechar los sucesos del 11 de septiembre. Ahora, tras meses de debatir si deben atacar Irak, parece que hablan en vez de cómo hacerlo.

La CIA y Paul Wolfowitz, el subsecretario de Defensa, quieren aplicar el "modelo de Afganistán" a Irak: destruir las FFAA desde el aire, con la ayuda de comandos, y apoyar a fuerzas iraquíes títeres en una guerra terrestre.

El alto mando de las FFAA cree que tumbar al gobierno iraquí requerirá un ataque de fuerzas extranjeras: Estados Unidos tendría que conquistar los campos petroleros del sur, y Turquía la región curda en el norte y los campos petroleros de Mosul.

Un ataque de tal envergadura contra un país árabe productor de petróleo en el centro del Medio Oriente conllevaría muchos riesgos. Importantes voces de la clase dominante, como el secretario de Estado, Colin Powell, temen que sería mucho más difícil que la guerra contra Afganistán y que causaría graves problemas políticos para los gobiernos pro Estados Unidos de la región.

De todos modos, necesitarían varios meses para movilizar las fuerzas necesarias (en Estados Unidos, de los aliados y de la oposición iraquí) para atacar Irak. Por el momento no tienen suficientes misiles cruceros y el Pentágono ha pedido que la compañía Boeing redoble la producción.

Otra señal de lo importante que es la "política petrolera" es que la Casa Blanca nombró a Zalmay Khalilzad como enviado especial a Afganistán. Como asesor de alto nivel de la compañía petrolera Unocal, Khalilzad ha estado muy metido en los planes para construir un oleoducto de gas natural de Turkmenistán (ex república soviética), a través de Afganistán a Paquistán e India. Desempeñó un papel central en la alianza de Unocal, Washington y los talibanes a fines de la década pasada. Después fue asesor especial de Rumsfeld y de Condoleezza Rice, la asesora de seguridad nacional de Bush.

El 15 de diciembre el New York Times informó: "Con la caída de los talibanes, el Departamento de Estado está investigando futuros proyectos energéticos en Asia Central, donde está el 6% de las reservas petroleras del mundo y casi el 40% del gas natural... El secretario de Estado, Colin Powell, dijo que está `muy impresionado' con la cantidad de inversiones de las compañías petroleras americanas en la región. Dijo que podrían invertir $200 billones en Kazakistán en los próximos cinco a 10 años".

El emperador no tiene ropa

"El presidente está aprovechando todo lo que le permite hacer una guerra".

Asesor de Bush, Washington Post,
3 de enero

La "guerra contra el terrorismo" es el disfraz y el pretexto para todas las acciones de un imperio agresivo:

¿Intervenir el correo electrónico e infiltrar grupos religiosos y políticos? ¿Tumbar gobiernos prolemáticos en el tercer mundo? ¿Crear nuevas leyes represivas, criminalizar a los inmigrantes, crear redes de informantes? Necesarios para "combatir el terrorismo".

Rumsfeld dijo: "Uno de los aspectos más desagradables de la guerra es que a veces mueren inocentes en el fuego cruzado". Las consecuencias de esa guerra ya han sido graves:

Primero, los pueblos de Afganistán han experimentado una nueva gran devastación después de décadas de guerra civil como consecuencia de la guerra financiada por la CIA en los años 80. Las bombas han matado a más de 3500 civiles, y seis millones tendrán que pasar un invierno de hambre sin fuentes seguras de comida.

Segundo, el reaccionario gobierno israelí de Ariel Sharon ha desencadenado una campaña sistemática de ataques contra los palestinos: ocupando pueblos con tanques, bloqueando carreteras para aislar pueblos enteros, disparando hacia multitudes y asesinando desde helicópteros. No debe sorprenderle a nadie que lo hace con el pretexto de la "guerra contra el terrorismo" y con armas y apoyo diplomático yanquis. Los ataques al pueblo palestino y a su "socio por la paz", la Autoridad Palestina, hacen pensar que podría haber planes para hacer una limpieza étnica y echar a los palestinos.

Tercero, la guerra en Afganistán ha tenido repercusiones en India y Paquistán, donde dos millones de soldados están cara a cara en la frontera y centenares de millones de personas viven con la posibilidad de una guerra entre dos países con armas nucleares.

Todas esas consecuencias demuestran que las acciones de Estados Unidos no tienen nada que ver con la justicia ni la seguridad.

Y vale la pena repetir que los ataques del 11 de septiembre demuestran que la política y las guerras imperialistas de Estados Unidos ponen a riesgo a civiles aquí y por todo el mundo.

Si Bush quiere hablar con los "malhechores" responsables de los fundamentalistas islámicos del sur de Asia, puede empezar con una visita a su padre. Durante décadas Estados Unidos reclutó y entrenó a los fundamentalistas islámicos del mundo musulmán. La CIA creó y financió a los mujahidines afganos (los cuales reclutaron a Osama bin Laden y Al-Qaeda) y apoyó la conquista del poder de los talibanes en la década pasada. Bombardear e invadir países no cambiará esa realidad.

El pueblo iraquí ya ha sufrido más de un millón de muertos como consecuencia de los ataques de Estados Unidos; unos 500.000 niños han muerto a raíz de las sanciones económicas. ¿Cuántos más está dispuesto a matar la clase dominante estadounidense para seguir controlando el petróleo e imponiendo su orden mundial?


Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Obrero Revolucionario en:
rwor.org
Cartas: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Teléfono: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
(Por ahora el OR/RW Online no se comunica por correo electrónico.)