Tropas yanquis en Filipinas

La guerra injusta llega al mar de Sulú

Obrero Revolucionario #1136, 27 de enero, 2002, en rwor.org

"Si tenemos que intervenir en otros 15 países, hagámoslo".

Donald Rumsfeld, secretario de Defensa,
16 de enero

"Unos 60 países tienen problemas de terrorismo, o sea, dos tercios del mundo... Estamos listos para hacer lo que sea necesario para combatirlo".

Gloria Macapagal Arroyo, presidenta
de Filipinas, declaración de apoyo
a la "guerra contra el terrorismo",
1º de octubre de 2001

Están llegando soldados yanquis a Filipinas, a las islas sureñas de Basilan y Mindanao, en el mar de Sulú. Pronto será la mayor intervención desde Afganistán y es el comienzo de la "Fase 2" de la nueva guerra de Estados Unidos, a 4800 km de Asia central.

Van a despachar 600 soldados en el próximo mes (160 Boinas Verdes), helicópteros artillados y aviones de transporte C-130. En otra operación, ya enviaron 35 soldados de las Fuerzas Especiales al fuerte Magsaysay en el norte del país.

Es la mayor concentración de fuerzas yanquis en Filipinas desde que se cerraron las bases militares en 1992.

Filipinas consta de miles de islas en el Pacífico occidental. Estados Unidos lleva más de cien años invadiéndolo y explotándolo, y existe una larga historia de resistencia. Hoy una guerra popular maoísta, dirigida por el Partido Comunista de Filipinas, tiene fuertes raíces.

Grandes zonas del país están fuera del control del gobierno central, y el gobierno y sus padrinos yanquis llevan muchos años buscando la manera de aplastar la resistencia, retomar las bases de apoyo rebeldes y establecer condiciones de explotación más estables.

La nueva invasión tiene como pretexto la "guerra contra el terrorismo", pero representa una peligrosa e intolerable escalada de una guerra injusta contra el pueblo.

Mentiras sobre el primer paso

"Vienen a entrenarnos, no a luchar en el frente de batalla".

Gen. Diomedio Villanueva,
jefe de las FFAA filipinas

"Aceptaremos los consejos de los expertos estadounidenses".

Gloria Macapagal Arroyo,
presidenta de Filipinas

La nueva intervención viene rodeada de negaciones del gobierno filipino y de secreto de Washington.

La constitución filipina prohíbe invitar tropas extranjeras a combatir en el país, así que el gobierno dice que no entrarán en combate. Los generales y voceros del gobierno dicen que están en el país para participar en "ejercicios de entrenamiento" rutinarios: capacitación de métodos de guerra en la jungla, espionaje, vuelos nocturnos y operaciones psicológicas.

Pero esos ejercicios ocurren en medio de una zona de combate con el pueblo moro (o bangsamoro), que es musulmán.

Los soldados yanquis se van a dividir entre varias unidades filipinas, pero el gobierno dice que no dirigirán combates. Un vocero dijo que ¡el "ejercicio de entrenamiento" no tiene nada que ver con la guerra que libran 5000 soldados filipinos en las mismas islas!

Pero todo el mundo puede ver que es una escalada de la guerra de contrainsurgencia. Los voceros militares yanquis admiten que sus órdenes les permiten acompañar a las tropas filipinas en zonas de combate.

Además, el envío de tropas no tiene límite fijo; oficialmente dicen que durará a lo mínimo "de seis meses a un año". Un editorial del periódico Philadelphia Inquirer decía: "Despachar fuerzas por tanto tiempo pone en ridículo la palabra `ejercicio' y hace pensar que son operaciones de combate".

La cantidad de tropas tampoco tiene límite fijo. El New York Times informó (16 de enero): "Un alto oficial militar dijo que la cantidad de soldados despachados dependerá del progreso de la campaña".

Estados Unidos también está enviando armas avanzadas (ocho helicópteros artillados equipados para vuelos nocturnos) al ejército filipino, como parte de un "paquete de ayuda de seguridad" de $4.2 billones. El general filipino Edilberto Adan dijo que se busca aumentar la "capacidad para trasladar tropas de una isla a otra".

Es posible que Estados Unidos no quiera que los soldados participen directamente en combates en Filipinas. Actualmente prefiere utilizar fuerzas "sustitutas" para la guerra terrestre (como la Alianza del Norte en Afganistán). Pero no cabe duda de que ha decidido intervenir en la guerra de contrainsurgencia de Filipinas, reforzar el reaccionario ejército y preparar el terreno para una gran ofensiva, y esto afectará el futuro del país.

Es una intervención para redoblar una guerra injusta, apretar el control y aumentar la fuerza militar del opresivo gobierno central.

Defensa de la dominación

"Estados Unidos tiene una larga relación con Filipinas".

Donald Rumsfeld, enero de 2002

"Los insurgentes y todos los demás tienen que aceptar la ocupación militar y la autoridad de Estados Unidos".

De la orden de William McKinley,
presidente de Estados Unidos,
de conquistar Filipinas, 1898

"No quiero que tomen presos. Quiero que maten y quemen, y cuanto más maten y quemen tanto más gusto me dan".

General Jacob H. Smith en una orden de matar
a todos los mayores de 10 años en la isla de Samar,
diciembre de 1901

"Regresaré".

General Douglas MacArthur promete que Estados Unidos
volverá a conquistar a Filipinas durante la II Guerra Mundial

"Si Estados Unidos se retira de Asia... nuestra influencia sobre los sucesos será limitada, y nuestros mercados e intereses estarán en peligro".

Informe del Departamento de Defensa, 1995

Filipinas es un país rico cuya población vive en la pobreza. Estados Unidos lleva muchos años dominándolo directamente y apoyando gobiernos opresivos; esto ha afectado todo aspecto de la vida.

Las plantaciones producen coco, azúcar, piña y otros productos que enriquecen a las corporaciones agrícolas transnacionales, pero la gente solo conoce la miseria; carece de educación, servicios médicos, salarios dignos y tierra. Las compañías madereras se forran los bolsillos talando los bosques, y dejan la tierra arruinada y los ríos contaminados.

En las ciudades hay montones de talleres de miseria, donde se producen productos electrónicos, ropa y otros bienes. Alrededor de las bases militares yanquis, generaciones de filipinas subsistían de la prostitución y en la actualidad miles están muriendo del SIDA. El gobierno tiene preso a un sinnúmero de luchadores de liberación y opositores a la dominación extranjera y los títeres locales.

Estados Unidos conquistó Filipinas de España en 1898. Incluso después de que "se independizó" formalmente en 1946, Estados Unidos lo utilizó como base militar para "proyectarse" en Asia. Los aviones que bombardearon Vietnam en los años 60 y 70 despegaron de Filipinas.

En 1991, Washington cerró dos grandes bases militares en Filipinas, pero la dominación no terminó pues impuso una serie de tratados que le dan permiso para intervenir a gusto.

Ahora, todo el mundo puede ver lo que esto significa: Estados Unidos se adjudica el derecho imperialista de despachar tropas para amenazar al pueblo y apuntalar al gobierno.

La actual ofensiva se concentra en la región de Mindanao, donde el gobierno está luchando contra la resistencia del pueblo moro y donde la existencia del grupo Abu Sayyaf le permite pintar la operación como respuesta a los sucesos del 11 de septiembre.

Como el país en general, esa región tiene importancia económica y estratégica para los imperialistas. Unas 19 corporaciones tienen operaciones en las zonas musulmanas de las islas de Basilan, Sulú y Maguindanao, que son una rica fuente de minerales y madera. Cuando el gobierno dice que los movimientos armados obstaculizan el "desarrollo económico" de la región, quiere decir que impiden la explotación capitalista de los recursos y la mano de obra.

Las aguas poco profundas del mar de Sulú tienen renombre por las perlas y las tortugas. ¿Pero a quién le sorprende que las corporaciones yanquis están buscando petróleo y gas natural ahí? En abril de 2000, la corporación Unocal anunció que la contrató para perforar en el mar un consorcio dirigido por Arco Philippines (Sulu).

A nivel estratégico, toda la región de Filipinas, Indonesia y Malasia tiene gran importancia para el futuro de la explotación capitalista, y por eso Estados Unidos tiene tantas ganas de pacificar a la población.

Resistencia y el futuro

"Aquí se dice que la presidenta Gloria Macapagal Arroyo está aprovechando la guerra contra el terrorismo de Estados Unidos para conseguir armas modernas para el ejército, que no ha podido aplastar la insurgencia. El peligro, dicen, es que la intervención americana agrave las tensiones...".

New York Times,
4 de noviembre de 2001

"Lo único que se necesita es que un soldado americano mate a un civil filipino, como ocurrió en Afganistán, para que se trastorne la estabilidad política de todo el país".

Senador filipino Rodolfo Biazon,
ex jefe de las fuerzas armadas

La llegada de soldados yanquis ha provocado mucha oposición y protestas en Filipinas. Muchas fuerzas de la clase dominante se oponen a la intervención porque temen que la resistencia se desborde y amenace a un gobierno ya débil, y a todo el sistema semicolonial y semifeudal.

Blancos de hoy y mañana

"Estamos interesados en mucho más que Al-Qaeda".

Donald Rumsfeld, 16 de enero

Oficialmente el envío de tropas a Filipinas es parte de la "guerra contra el terrorismo". Washington dice que va a combatir a Abu Sayyaf, un grupo islámico que tiene unos centenares de combatientes en dos islas de Mindanao. Dice que tiene rehenes estadounidenses y vínculos con Al-Qaeda.

Pero como de costumbre, no ofrece ninguna prueba. El New York Times (4 de noviembre de 2001) comentó: "La idea de que Abu Sayyaf es una rama filipina de Al-Qaeda suscita carcajadas en Mindanao".

Abu Sayyaf es un pequeño grupo armado reaccionario en un país donde hay grupos opositores mucho más importantes: el movimiento separatista del pueblo moro y el Nuevo Ejército Popular del Partido Comunista de Filipinas. El Consejo de Seguridad Nacional de Filipinas se queja del aumento de la resistencia armada, especialmente desde 1995, cuando la "crisis asiática" sacudió a Filipinas.

José María Sisón, el principal asesor político del Frente Democrático Nacional, un grupo revolucionario, escribió el 12 de enero:

"Abu Sayyaf se parece al grupo de Osama bin Laden en un sentido: es una creación de Estados Unidos que ahora se le salió de las manos. Lo crearon agentes de la CIA en colaboración con `amigos' de la CIA en Filipinas (los generales Alexander Aguirre y Mariano Ruiz) para socavar el Frente Moro de Liberación Nacional, antes de que este capitulara al gobierno central en 1996.

"Tras esa capitulación, la CIA y el gobierno títere de Manila se olvidaron de Abu Sayyaf. El grupo se puso a secuestrar y atacar a civiles: sacerdotes, maestros, estudiantes y turistas.

"Hoy Abu Sayyaf es una vez más útil para Estados Unidos y sus títeres filipinos como pretexto para la intervención de asesores, entrenadores y soldados yanquis y el envío de armas a Manila para `combatir el terrorismo'.

"El terrorismo de gran escala de Estados Unidos aprovecha el terrorismo de pequeña escala de Abu Sayyaf como pretexto para intervenir y posiblemente librar una guerra de agresión contra el pueblo de Filipinas (los bangsamoro y demás) y las fuerzas revolucionarias que luchan por la liberación nacional y la democracia".

La mayor parte de la población de Mindanao es musulmana (unos cinco millones de bangsamoro, de una población nacional de 76 millones). Es una de las regiones más pobres y ha experimentado mucha opresión, robo de la tierra y represión. Pero durante cien años sus habitantes han opuesto resistencia a los invasores españoles y estadounidenses y al gobierno central.

La llegada de tropas yanquis es una clara amenaza al pueblo moro y a su lucha de autodeterminación. Pero no hay por qué pensar que la intervención se limitará a una región o a las fuerzas islámicas.

El Departamento de Estado ha puesto al Nuevo Ejército Popular maoísta en la lista de organizaciones "terroristas", lo que es una infamia y también una amenaza calculada. La esperanza de liberación y justicia del pueblo filipino radica en el camino de la guerra popular. Es de suma importancia que los pueblos del mundo no permitan que Washington utilice el pretexto de la "guerra contra el terrorismo" para atacar a estos luchadores.


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