Arruinados por Enron

Obrero Revolucionario #1137, 3 de febrero, 2002, en rwor.org

El lema de Enron era "Respeto, integridad, comunicación y excelencia". Su "visión y valores" afirmaban: "Tratamos a los demás de la misma manera que queremos que nos traten a nosotros... No toleramos malos tratos ni faltas de respeto. Aquí no hay cabida para la insensibilidad, la frialdad ni la arrogancia".

Hoy, a miles de empleados de Enron les han hecho añicos la vida las mentiras y fraudes de la compañía, y han sido víctimas de la insensibilidad y falta de respeto de dueños fríos y arrogantes.

De los 20.000 empleados, de 4000 a 5000 ya han perdido el trabajo. La mayoría solo recibió una cesantía de $4500 y no saben de qué van a vivir. Tenían buenos salarios como administradores o técnicos y han perdido todo. Un técnico de informática, que ganaba $70.000 al año, le dijo al New York Times que le dieron 30 minutos para irse. Le dijeron: "Agarre sus cosas y adiós".

Miles han visto desaparecer el dinero que ahorraron para la jubilación. Unos 14.000 participaban en el plan para la jubilación 401K, y el 60% de ese dinero estaba invertido en acciones de Enron. Muchos empleados e inversionistas acumularon un montón de acciones (o sea, papel), pero ahora no valen casi nada (el valor ha caído casi 99% desde mediados de 2000). Un empleado que se iba a jubilar con $500.000 ahora solo tiene $5000.

Una asistente de gerencia de 51 años ganaba $49.000 al año y tenía acciones por un valor de $150.000. Lo perdió todo. Le dijo al Times que muchas veces trabajaba 12 horas al día sin almorzar por lealtad a la compañía.

Por si fuera poco, los ejecutivos mintieron. Sabían que la compañía se iba a pique, pero persuadieron a los empleados de no vender las acciones con mentiras para que no bajara el precio. Luego, cuando el precio empezó a desplomarse, los ejecutivos vendieron todas sus acciones y ganaron millones de dólares, pero los empleados no podían vender las suyas.

Seguramente los ejecutivos sabían que Enron estaba en problemas porque conocían sus tejemanejes. La primera señal saltó a la vista en octubre del año pasado, cuando Enron anunció que perdió $618 millones en el tercer trimestre (nunca antes había anunciado una pérdida). Pero de 1999 a mediados de 2001, 29 ejecutivos y directores de Enron vendieron $1.1 billones de acciones.

En agosto, el director de finanzas renunció. Una contadora le escribió un memorando al presidente, Ken Lay, que estaba "muy nerviosa de que vaya a estallar una ola de escándalos financieros".

En vez de advertir a los empleados (o al público) sobre los problemas, Lay mintió. Les dijo en un correo electrónico: "Nuestro rendimiento nunca ha sido más fuerte y en el futuro seguiremos creciendo... Puedo afirmar con toda franqueza que la compañía nunca ha sido más fuerte que hoy".

El 26 de septiembre, tres semanas antes del anuncio de la pérdida, Lay dijo en otro correo electrónico que el tercer trimestre "será excelente" y que "tanto nuestros ejecutivos como el auditor externo nos aseguran" que la situación financiera estaba en orden y que las acciones de Enron eran una buena inversión. Recomendó "hacerle publicidad favorable a Enron y a las acciones entre familiares y conocidos".

Pero simultáneamente, los directores y ejecutivos vendían acciones a toda velocidad: Lay vendió $150 millones de acciones y opciones, un ex presidente vendió $62 millones y un ex director de finanzas vendió docenas de millones.

El 26 de octubre, empezó el colapso y los directores "congelaron" las cuentas 401K para que los empleados no pudieran vender las acciones. Les dijeron que era algo rutinaro "para hacer cambios administrativos". Durante el período de "congelación", el valor de las acciones de Enron bajó de $30 a $9.98.

Un diseñador que ganaba $56.000 y perdió su trabajo y prestaciones le dijo al Times: "Los ejecutivos de alto nivel sacaron su dinero... A mí me despidieron con un mensaje telefónico... No sabemos cómo vamos a vivir... Teníamos confianza en los ejecutivos. Era algo personal. La compañía crecía. En el futuro no confiaré en ninguna compañía".

Enron es un buen ejemplo de la volatilidad de la economía global de hoy y de lo frágil que es, incluso para los profesionales. El Wall Street Journal informó que en los últimos meses los empleados de docenas de grandes compañías (como Lucent Technologies, Dell Computer, Qwest Communications, International Inc., Rite Aid, McKesson Corp. y Morrison Knudsen) perdieron millones de dólares por la baja de las acciones.

Muchos políticos dicen que se preocupan por el futuro de los empleados, pero no les advirtieron nada cuando los ejecutivos de Enron los llamaron para decirles que la compañía se estaba hundiendo.

En octubre Lay le dijo al secretario de Hacienda, Paul O'Neill, que Enron estaba al borde de la bancarrota. Cuando le preguntaron a O'Neill por qué no le mencionó la llamada a la Casa Blanca, respondió con ligereza: "No valía la pena molestar al presidente". Agregó fríamente: "Las compañías vienen y van... En el capitalismo uno a veces toma buenas decisiones y a veces malas decisiones, y disfruta de las buenas y sufre las consecuencias de las malas. Así funciona el sistema".


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