Un sistema implacable condena a Al-Amin

Obrero Revolucionario #1144, 24 de marzo, 2002, posted at http://rwor.org 

"Los que gobiernan este sistema son completamente inmisericordes".

Bob Avakian, presidente del PCR

El 9 de marzo, en el tribunal del condado Fulton de Atlanta, la jueza Stephanie Manis anunció el veredicto del juicio del clérigo musulman y activista comunitario Jamil Al-Amin: culpable de la muerte de un sheriff y de 13 cargos en total.

Días después anunciaron la segunda injusta decisión: Al-Amin es sentenciado a cadena perpetua sin posibilidades de salir en libertad condicional por la muerte del sheriff, y a 30 años más por los demás cargos. Un periodista de Atlanta se jactó de que este famoso líder del Comité Coordinador Estudiantil no Violento (SNCC, en inglés) y del movimiento por los derechos civiles y promotor del poder negro pasaría el resto de la vida en una prisión de Georgia.

En la sala estallaron llantos y gritos de indignación cuando la jueza leyó el veredicto. Una señora gritó: "¡La injusticia es típica de Estados Unidos!". Los guardias echaron del edificio a la familia Al-Amin.

Un negro joven nos dijo: "El gobierno ha estado en campaña contra Al-Amin desde que fue líder de SNCC y movilizó a los negros contra el gobierno racista. Por eso lo han perseguido tanto".

Al-Amin, conocido en los años 60 como H. Rap Brown, ha sido condenado injustamente. La policía, la corte y la prensa lo persiguieron, lo callaron y lo declararon culpable antes del juicio. Luego anunciaron que el juicio es un signo de que por fin se ha enterrado ese período turbulento conocido como los años 60 y de que los radicales como Al-Amin están desprestigiados.

El sistema jamás ha olvidado el trabajo revolucionario que desempeñó, el apoyo tenaz y comprometido que brindó a las rebeliones urbanas ni que dejó atrás la no violencia a favor de la lucha armada. El gobierno no lo perdonó ni siquiera después de que abandonó la política revolucionaria y abrazó el islam.

El complot

"El error más grande que cometieron sucedió minutos después del tiroteo, cuando dieron por hecho que era culpable. Asumieron que era culpable y dieron el caso por concluido".

Jack Martin, abogado de Al-Amin

"¿Conocen algún otro caso en el que no se le ha permitido al acusado decir que es inocente? Es parte de la misma persecución e interposición que vienen librando contra mí desde hace años".

Jamil Al-Amin, en conversación telefónica desde la cárcel

Desde el momento que murió el sheriff el 16 de marzo de 2000, las autoridades han dicho que Al-Amin lo mató. Dijeron que él recibió una herida y que dejó una "pista de sangre". La persecución, con sabuesos, parecía la cacería de un cimarrón.

La prensa repetía incansablemente que Al-Amin es violento, peligroso y lleno de odio. Los periodistas desataron su furia contra los musulmanes y radicales de los años 60, y repitieron como loros el cuento policial de que Al-Amin era el asesino.

A Al-Amin le prohibieron hablar a la prensa y en público y expresar sus creencias.

El 7 de enero la jueza Manis lo acusó de violar las órdenes de silencio porque mandó una carta a la congregación de su masjid en la que profesa su inocencia, y por concederle una entrevista telefónica al New York Times, aunque no dio detalles de los sucesos del 16 de marzo, aunque sí reafirmó su inocencia.

La jueza dijo: "Puede profesar su inocencia, pero en el juzgado, no en los periódicos". Le impuso nuevas restricciones: no escribir cartas, hacer llamadas telefónicas ni verse con nadie que no fuera parte de su equipo judicial. En ese tiempo se estaba escogiendo el jurado y la prensa lo crucificaba.

La jueza y la fiscalía trabajaron juntos para escoger un jurado que lo declarara culpable. A los posibles jurados les dieron formularios con preguntas sobre sus ideas políticas, el islam, el Partido Pantera Negra y los años 60. La jueza no permitió que la defensa hablara de racismo ni de persecución. Descalificaron a los jurados que entendían esos problemas.

La jueza aceptó jurados que se mostraron hostiles a Al-Amin y a la lucha de liberación negra. Una jurado está casada con uno de los sheriffs que llevó a Al-Amin de Alabama a Atlanta, y dijo que su esposo comentó que era "el hombre más peligroso de América". Así y todo fue aceptada para el jurado. Una señora que piensa que el SNCC y el Partido Pantera Negra eran delincuentes también fue aceptada para el jurado.

La jueza hizo pensar a los jurados que estaban en grave peligro ante Al-Amin y sus partidarios, y les preguntó una y otra vez si serían capaces de declararlo culpable y de sentenciarlo a muerte. Por primera vez en Georgia se mantuvo en secreto el nombre y la dirección de los jurados. Como dijo el abogado defensor Jack Martin: "El problema es que un jurado protegido va a pensar que el acusado es tan peligroso que hay que protegerlos".

El palacio de justicia parecía un campo armado para dar la impresión de que en cualquier momento podría darse un ataque militar.

Todo indicaba que las autoridades ya lo habían declarado culpable y el juicio solo fue un formalismo.

Contradicciones patentes

La verdad es que el gobierno no tenía pruebas .

Desde el día del tiroteo los sheriffs dijeron que hirieron al que les disparó y que había una "pista de sangre". Con ese pretexto registraron la tienda de Al-Amin.

Sin embargo, cuando capturaron a Al-Amin no estaba herido. Después dijeron que no había tal pista; luego dijeron que la sangre fue de un incidente anterior y terminaron por decir que era de animal.

Cuando el juicio empezó, el 19 de febrero, no se decía nada de la pista de sangre.

Los testigos vieron fugarse a otras personas, pero el FBI y la policía jamás consideraron a ningún otro sospechoso: estaban resueltos a meter preso a Al-Amin.

Damien Gordon, que estaba trabajando en una casa cerca al lugar de los hechos, dijo que oyó cerrar dos puertas de carro o del portaequipaje y que un carro negro se alejó de la tienda. Otro testigo dijo que vio a un hombre disparar una pistola tres veces, y que estaba seguro de que no era del porte de Al-Amin, con quien conversa con frecuencia.

A otros testigos oculares no les pidieron testimonio.

Dos llamadas de emergencia al 911 hechas el 16 de marzo de 2000 indican que otra persona hizo los disparos. Una de las llamadas informa que una persona herida "rogaba que le dieran un aventón" y que parecía que estuvo involucrado en el tiroteo. La otra llamada da una descripción de un hombre cerca del lugar de los hechos. Pero las grabaciones supuestamente se perdieron.

La versión policial del tiroteo contradice las pruebas materiales. Dice que los sheriffs se acercaron a Al-Amin a la entrada de su tienda a entregarle una orden de arresto y que él empezó a dispararles. Pero los casquillos no estaban a la entrada de la tienda.

La policía destruyó pruebas, rellenó las perforaciones de bala de los radiopatrullas y elaboró complicadas explicaciones de los ángulos de las balas que impactaron a los radiopatrullas.

La única prueba material que tenían contra Al-Amin eran las armas que dicen que estaban cerca de donde él se encontraba. Lo primero que muchos se preguntaron fue si la policía en realidad las puso ahí para echarle la culpa. No tenían sus huellas digitales y los sabuesos que seguían su pista no las olfatearon .

El FBI dice que encontró un casquillo en el parabrisas del Mercedes de Al-Amin en Alabama, o sea que manejó 320 kilómetros sin que se cayera.

Al-Amin dice que la policía puso las armas, y que pudo ser el agente especial del FBI Ron Campbell quien lo hizo cuando iba a la zaga de los sabuesos.

Campbell admitió que cuando capturaron a Al-Amin lo escupió y pateó, y le dijo: "Eso les pasa a los que matan a policías". Durante el juicio se dio a conocer que en 1995 Campbell mató a un preso en Filadelfia.

No perdonan

"Métanlo preso y boten la llave".

Gobernador Spiro Agnew en 1967 después de un discurso de H. Rap Brown en Maryland

Quizás el hecho más claro del juicio es que las autoridades han perseguido a Al-Amin por casi 40 años: lo han acusado injustamente y vigilado tanto que su expediente del FBI tiene 44.000 páginas.

Durante el juicio estalló un tiroteo entre policías del condado Fulton, supuestamente por cuestiones de narcotráfico. Muchos piensan que la militante oposición de Al-Amin a la venta de droga en su comunidad le ganó enemigos en el departamento de policía.

La prensa ventila a los cuatro vientos que esta vez no se puede hablar de juicio racista, porque los sheriffs heridos eran negros, así como la mayoría de los jurados, de la estructura de poder de Atlanta y de la fiscalía.

Pero la verdad es que el sistema lo ha perseguido por casi 40 años porque luchó contra el sistema de segregación y promovió una lucha militante por la liberación negra. La vendetta de la clase dominante contra Al-Amin terminó en un juzgado de Atlanta, donde la estructura de poder ahora incluye negros. Esto no demuestra que en el juicio no imperó el racismo, sino que la posición de clase de los negros que han entrado al gobierno los hace parte del sistema que oprime a los negros.

El dudoso testigo

"Casi desde el instante que estalló el tiroteo English no vio nada. ¿Y él es el testigo? ¿Y eso no es duda razonable? ¡Háganme el favor!"

partidario de Al-Amin

El sheriff Aldranon English identificó a Al-Amin como la persona que le disparó a él y mató al sheriff Ricky Kinchen. Sin duda alguna su testimonio fue importante para condenar a Al-Amin, especialmente porque el resto de la evidencia era dudosa y circunstancial.

De hecho, todo indica que English no pudo haber visto mucho. Sus declaraciones son contradictorias y parece que simplemente le dieron instrucciones de señalarlo con el dedo.

La policía afirma que English identificó a Al-Amin desde la camilla del hospital, cuando estaba gravemente herido y drogado con morfina, en unas fotos que le mostraron. En el momento que dio ese testimonio también dijo que el sospechoso tenía ojos grises y que ambos sheriffs lo hirieron. Dio el color de los ojos no porque los hubiera visto sino porque la orden de detención así lo describía.

Pero en realidad, los ojos de Al-Amin son café; después, English cambió de cuento y dijo que Al-Amin tenía gafas oscuras.

Lo más probable que es que no vio mucho, pues en segundos de haber estallado el tiroteo una bala impacta su lata de gas pimienta, se queda ciego un rato y corre a refugiarse en un lote baldío.

Muchos sospechan que English está cumpliendo órdenes superiores.

Hablando de la injusticia

A Al-Amin lo han defendido organizaciones musulmanas, el Nuevo Partido Pantera Negra, ¡Rehusar & Resistir!, Movimiento de Base Malcolm X de Atlanta y el Partido Comunista Revolucionario.

Durante el juicio salió un desplegado de apoyo a Al-Amin en el Atlanta Journal Constitution de activistas de los años 60.

Coretta Scott King dijo: "Se deben explorar a fondo y estudiar plenamente las discrepancias que surgieron en el juicio, y para que el veredicto sea válido deben establecer motivos claros e inequívocos; si no, no habrá resolución".

En la audiencia de sentencia hablaron varias personas sobre el valor moral de Al-Amin, su larga lucha contra el racismo, su intrepidez ante el Ku Klux Klan y su dedicación de toda la vida a los negros. El ex alcalde de Atlanta Andrew Young pidió que no lo sentenciaran a muerte por conservar la paz en Atlanta.

Después del veredicto Ed Brown, hermano de Al-Amin, dijo que apelará y que la lucha judicial será larga, pues él seguirá "luchando por su vida".

Un señor nos dijo: "El veredicto es un reflejo de los tiempos en los que vivimos. Los oprimidos del mundo no quieren que los sigan oprimiendo. Aquí se está gestando una revolución, así que el gobierno se siente amenazado".

Este veredicto ha enfurecido, indignado y dolido a muchos. En el juzgado y en la calle se habló de que se seguirá luchando resueltamente por su libertad.

El sistema desalmado demostró en este tribunal de Georgia su desprecio canalla de la justicia.