Sistema de terror, tribunales de injusticia

Tribunal neoyorquino pone en libertad a tres policias que torturaron a Abner Louima

Obrero Revolucionario #1144, 24 de marzo, 2002, posted at http://rwor.org

Los torturadores de la delegación 70

El 9 de agosto de 1997, en horas de la madrugada, el inmigrante haitiano Abner Louima sufrió un atropello incalificable. La policía llegó a un club de Brooklyn por una pelea y le cayó encima; le dio una paliza y lo metió a la patrulla. Camino a la delegación 70, los policías pararon dos veces y lo golpearon salvajemente, pues el agente Justin Volpe pensaba, equivocadamente, que Louima le dio un puñetazo frente al club. Le dijo: "Pinche nigger, voy a enseñarte a respetar a los agentes".

En la delegación, le bajaron los pantalones y lo llevaron al baño. Esposado e indefenso, lo sujetaron mientras Volpe lo violó con el palo. Luego lo echaron a una celda, donde pasó varias horas esposado, cubierto de sangre y con graves heridas internas hasta que lo llevaran al hospital.

Volpe recorrió la delegación blandiendo el palo ensangrentado con que atacó a Louima y jactándose de que "lo quebré" y, como señaló Louima, "Los demás agentes no hicieron nada. Ninguno me auxilió".

Volpe le advirtió que si alguna vez contaba lo que le había pasado, lo mataría a él y a toda su familia. Los agentes le dijeron a los médicos y enfermeros que Louima se lastimó teniendo relaciones homosexuales violentas. Si Louima se hubiera callado, los torturadores uniformados de la delegación 70 habrían tapado para siempre el crimen escalofriante, pero tuvo la gran valentía de decir la verdad.

La noticia corrió y prendió ira popular; la ciudad estaba al borde de la rebelión y las autoridades se apuraron a apaciguar la situación. El alcalde, Rudy Giuliani, conocido defensor de la brutalidad y asesinato policial, se las dio de muy indignado, y regó la mentira de que la tortura de Louima fue una "anomalía" y obra de "unas cuantas manzanas podridas". Para recuperar el control de la situación, formaron comisiones, anunciaron reformas, y arrestaron y juzgaron a un puñado de agentes.

Sin embargo, la brutalidad, humillación y terrible espanto que sufrió Abner Louima no fue una "anomalía". En 1999, en medio de los juicios a los agentes que lo torturaron, el NYPD mató a Amadou Diallo de 41 tiros en la puerta de su apartamento, y nuevamente estallaron protestas masivas. Además, los matones uniformados del NYPD -y de todas las delegaciones del país- han golpeado y asesinado a incontables personas. Los casos de Abner Louima y Amadou Diallo son extremos y escalofriantes, pero son casos extremos del terror "rutinario" a que la policía somete a los negros y otros oprimidos.

Revocan los veredictos

El sistema capitalista, con su desenfrenado afán de ganancias, se nutre de la sangre de millones de vidas que apaga, quiebra y destruye; la policía es la primera línea de defensa de las relaciones sociales y de propiedad existentes. Este sistema alienta y ampara sus salvajismos, y oculta su brutalidad rutinaria contra las masas.

La gran valentía de Abner Louima y la lucha popular resquebrajaron "el muro de silencio" que escuda a la policía, y la estructura de poder se vio en la necesidad de juzgar a unos cuantos policías. Volpe se declaró culpable a cambio de una sentencia menor; a Schwarz lo condenaron de violación de derechos civiles; y a Wiese y Bruder los condenaron de conspiración para interferir con la justicia. Como señalamos, docenas de agentes estuvieron presentes en la delegación 70 cuando torturaron a Louima, pero solo acusaron a siete y condenaron no más a esos cuatro. Los demás policías, sus superiores y otras autoridades salieron totalmente impunes. Ahora, el tribunal federal de apelaciones ha arrebatado la victoria parcial que el pueblo ganó: dijo que el abogado de Schwarz tenía un "conflicto" porque su bufete también representaba a la asociación de policías PBA. Varios miembros de dicha asociación dieron testimonio en el juicio y se entabló una demanda civil contra ella; así que el tribunal consideró que por no dañar su relación con la PBA, el abogado no defendió enérgicamente a Schwarz.

En el momento del juicio, el juez le advirtió a Schwarz del posible conflicto y este no quiso contratar a otro abogado. Una carta del ex presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Nueva York al New York Times señaló: "Abunda evidencia de favoritismo [del tribunal] a los agentes y de que no tomó en cuenta los derechos civiles del señor Louima. En primer lugar, es increíble que sostuviera que los intereses del abogado defensor perjudicaron a Schwarz. Los propios abogados de Schwarz afirmaron que no había mayor problema en ese sentido. Pero después pidieron que se revocara su condena. Es imperdonable que el tribunal haya aceptado un pretexto tan burdo".

Imagínense si los tribunales aplicaran los mismos criterios en otros casos, como por ejemplo el del preso político Mumia Abu-Jamal, acusado injustamente de matar a un policía en Filadelfia. El juez Albert Sabo, que presidió el juicio de Mumia, era miembro de la Orden Fraternal de Policía, que insta a ejecutar a Mumia. Dado eso, ¨no se debe anular la condena de Mumia? Pero hace poco, un tribunal de apelaciones confirmó esta condena totalmente injusta.

En el caso de Abner Louima, el tribunal de apelaciones dijo que la fiscalía no presentó suficientes pruebas de que los tres policías conspiraron para interferir con el trabajo del jurado de acusación (aunque dijo que sí conspiraron para tapar los hechos). A esos agentes el sistema judicial les dio un trato totalmente diferente que a los 1500 inmigrantes árabes, musulmanes y del sur de Asia detenidos desde el 11 de septiembre, a muchos de los cuales los tuvieron presos por meses y finalmente los dejaron salir por falta de pruebas; centenares más siguen presos sin acusaciones ni pruebas.

Los policías no son nuestros protectores

La monstruosa barbaridad que cometió la policía de Nueva York contra Abner Louima prendió gran indignación popular, y el asesinato de Amadou Diallo y otros casos de brutalidad y asesinato policial han destacado la naturaleza salvaje de la policía.

Pero tras los acontecimientos del 11 de septiembre, quieren convencernos de que los policías sean "héroes" y "salvadores", y de que no debemos criticarlos ni cuestionar su conducta. Quieren que aceptemos el racial profiling (detener, hostigar y meter preso por el color de la piel), y hace poco exoneraron a los policías de caminos de Nueva Jersey que balearon e hirieron de gravedad a cuatro jóvenes negros y latinos en un caso muy sonado de racial profiling .

Tras la decisión del tribunal a favor de los policías que torturaron a Louima, el presidente de la PBA dijo que el 11 de septiembre "el mundo se dio cuenta del gran valor de los policías de Nueva York". Los voceros del sistema afirman rotundamente que los policías nos "protegen y sirven".

¨Qué diablos "protegían y servían" cuando torturaron a Abner Louima o cuando callaron lo que hicieron? ¨Qué diablos "protegían y servían" cuando acribillaron a Amadou Diallo?

Los policías no son nuestros protectores. Son matones a sueldo de la estructura de poder que nos oprime. Y esta verdad no la borran las decisiones injustas de los tribunales ni todas las mentiras.


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