En memoria de Stephen Jay Gould

Ardea Skybreak

Obrero Revolucionario #1156, 23 de Junio, 2002, posted at http://rwor.org

Ardea Skybreak compartió con el OR sus pensamientos acerca del fallecimiento hace poco de Stephen Jay Gould:

Stephen Jay Gould ha muerto... y me hará muchísima falta.

No lo conocí personalmente, pero conozco su obra. Era un excelente científico y un buen cuentista, un hombre de corazón muy grande, firmemente convencido de que la mayoría de los seres humanos son fundamentalmente buenos y bondadosos. Disfruté muchísimo sus libros; leí muchos de sus libros y ensayos populares y profesionales, y si bien a veces discrepaba con él sobre algún particular, por lo general estaba de acuerdo con su enfoque metodológico y sus aportes al proceso de profundizar y ampliar la teoría de la evolución. Y más que eso, lo aprecié muchísimo porque siempre animaba al debate intelectual, planteando y enfocando las grandes cuestiones científicas y filosóficas. Nos hizo reflexionar mucho y examinar una gran variedad de temas desde perspectivas nuevas, frescas e innovadoras.

Gould es conocido en todo el mundo por sus brillantes ensayos sobre la historia natural, recopilados en libros populares de consumo amplio como Desde Darwin y El pulgar del panda , que brindan al lector un gran amor por la naturaleza e importantes conceptos científicos sin caer en explicaciones simplistas y sin jamás darse aires de superioridad. ¡Y a la vez son muy entretenidos ! Gould era y siempre será el niño parado boquiabierto en el Museo de Historia Natural ante el enorme esqueleto de un dinosaurio que desapareció de la faz de la Tierra hace millones de años... Ese chiquillo jamás dejó de maravillarse ante el prodigio de la naturaleza, ¡y qué bueno que nos invitara a acompañarlo en su odisea para conocer los fascinantes y bellos rasgos y excentricidades del mundo natural!

Lo que más me gustaba es que prestara mucha atención al método científico: criticó metodologías inadecuadas y ayudó a la gente común y corriente a evaluar los debates científicos. Además, ayudó a muchos a reconocer la pseudociencia: puso en evidencia a gente motivada por proyectos sociales reaccionarios que tergiversa hechos y métodos científicos con tal de hacer pasar por "científicas" creencias anticientíficas que pretende imponer a la sociedad. Aportó mucho a la batalla contra los charlatanes oscurantistas del movimiento antievolucionista creacionista (divulgó que los principios elementales de la teoría de la evolución son hoy en día hechos científicos muy bien fundamentados) y refutó rotundamente las teorías de la supuesta superioridad racial (en su excelente libro La falsa medida del hombre ).

A mi juicio, Gould personificó lo mejor del mundo intelectual y solo quisiera que hubiera muchos más como él en todas las ramas de la ciencia y las artes. Le entró con gusto al debate, atizó polémicas apasionadas y exhortó incansablemente a sus colegas a cuestionar las viejas suposiciones, a descartar la sabiduría convencional si ya no era vigente y a explorar con mente abierta nuevas perspectivas, aunque a veces los incomodaran. Se animó y animó a los demás a definir con más precisión conceptos teóricos clave, a reafirmar los sólidos fundamentos de los conocimientos científicos acumulados, y a identificar claramente los temas que debían explorarse, profundizarse y ampliarse.

Este no es el momento ni el medio adecuado para adentrarnos en los grandes aportes creativos de Gould a la teoría de la evolución, pero los que conocen su obra recordarán: sus planteamientos interesantes sobre la neotenia; sus críticas al "adaptacionismo"; sus análisis del papel de las limitaciones históricas en el proceso de canalizar el cambio evolutivo y en el surgimiento de novedades evolutivas; sus ideas sobre procesos evolutivos que operan en varios niveles de organización; sus reflexiones sobre la relativa direccionalidad o falta de ella en el cambio evolutivo; y desde luego su planteamiento, con su colega Niles Eldredge, del modelo de equilibrio intermitente de los cambios evolutivos a escala macro, en el cual afirmaron que la evolución no es siempre gradual y paulatina sino que procede por períodos relativamente largos de estabilidad, interrumpidos por estallidos de diversificación evolutiva más concentrada y relativamente rápida (en términos geológicos).

Naturalmente, Gould tenía sus críticos, muchos de ellos científicos destacados que plantearon enérgicamente discrepancias teóricas y al mismo tiempo lo apreciaron muchísimo, tanto personal como profesionalmente. Otros eran más mezquinos. Al parecer cuando alguien se destaca como pensador y teórico innovador y aporta mucho a los conocimientos de su rama, no faltan quienes lo ataquen. Buscan supuestas fallas personales (¡uno criticó a Gould por una tendencia "casi patológica" a extenderse!) o con el pretexto de unas cuantas discrepancias menosprecian y descartan, muy a la ligera, el trabajo de muchos años. No aguanto esa clase de críticos. No es fácil abrir nuevos horizontes teóricos; es un trabajo muy valioso y debemos valorarlo. Sería fácil optar por un camino más suave y menos difícil y riesgoso. Desde luego, el debate intelectual puede ser, y a veces debe ser, duro y apasionado (¡me imagino que a Gould no le gustaba nada más que una buena pelea intelectual!), pero también debe aferrarse a los principios y ser constructivo, además de respetuoso del trabajo de los participantes.

¿Gould cometió algunos errores? ¡Indudablemente! (¿Acaso hay alguien que no?) Pero atinó muchas veces también y, lo que es más importante, nos dejó una obra innovadora y estimulante, como su trabajo maestro de 1,400 páginas, The Structure of Evolutionary Thought (La estructura del pensamiento evolutivo), publicado hace poco y escrito a lo largo de 20 años, que propone ampliar y rehacer la síntesis de la evolución.

¡Qué lastima que Stephen Jay Gould no esté con nosotros en las batallas por venir! Su obra nos enriqueció y merece mucho estudio, debate y análisis serio y profundo por muchos años.

A su familia, a sus muchos amigos y colegas, y a todos los que sienten una gran tristeza por haberlo perdido, mis más sentidas condolencias.


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