Protesta en las calles de Calgary

Miles de manifestantes vs. los capitalistas globales

Orfeo

Obrero Revolucionario #1158, 14 de julio, 2002, posted at http://rwor.org

"No estamos de acuerdo con nuestros líderes en esta guerra contra el terrorismo. No aceptamos que los países más ricos impongan el futuro económico y social al resto del mundo".

Una estudiante de Calgary

"En medio de esta guerra contra el terrorismo, lo importante es forjar una cultura de resistencia. Si no se hace, sería cierto lo que dicen: que `todo cambió con el 11 de septiembre' y `ahora el disentimiento no es aceptable'. Pero la presencia de miles de manifestantes hoy es una declaración de que no es cierto".

Joven internacionalista de Winnipeg

Rumbo a Calgary (Alberta) desde el oeste, uno pasa por las magníficas montañas y barrancos de las provincias canadienses de Columbia Británica y Alberta occidental. En el viaje hablamos de cómo vincular nuestra visión revolucionaria internacionalista con el creciente estado de ánimo de descontento y de solidaridad con los pueblos del mundo.

Calgary emerge entre verdes praderas al este de las montañas Rocosas; en el verano es una ciudad cálida y seca. Pero hoy no es el pueblito soporífero que recuerdo de hace muchos años. Tiene una población de un millón de habitantes y rascacielos. Alberta es la provincia más rica y conservadora de Canadá, y el centro de la industria petrolera.

Los dirigentes de los países más ricos y poderosos del planeta (los G8) escogieron a Alberta para celebrar su cumbre del 26 y 27 de junio. Esperaban que retirarse al clima conservador y al aislamiento de Kananaskis (a 45 minutos al oeste de Calgary) les permitiría escaparse de las protestas y denuncias políticas que los han acechado en los últimos años en Seattle, Génova y Quebec. Gastaron $300 millones en el mayor despliegue militar de la historia de Canadá (en tiempos de paz), con miles de efectivos, aviones caza y baterías antiaéreas. Los capitalistas canadienses penalizaron el disentimiento e impidieron que se estableciera un campamento de protesta. Aumentaron los retenes en la frontera y bloquearon la entrada a los manifestantes con el pretexto de "la amenaza terrorista desde el 11 de septiembre".

En Calgary los periódicos crearon un clima de miedo, trazando supuestos vínculos entre "los terroristas" y los manifesantes y advirtiendo que "no se sabe qué podría pasar". Pusieron barricadas de concreto alrededor del Centro Telus del centro, donde hospedaron a los corresponsales y delegados de menor nivel. Se llevaron los buzones con el pretexto de que "ahí pueden esconder bombas". La alcaldía prohibió reuniones en lugares públicos y se comprometió a impedir protestas.

Pero ante toda esa represión e intimidación, miles de manifestantes se tomaron las calles de Calgary para condenar la globalización y a los G8. Las protestas trastornaron la rutina de la ciudad, bloquearon el tráfico, hicieron cerrar muchos negocios, bancos y edificios gubernamentales, y ganaron el apoyo de muchos habitantes. Se hizo una fuerte declaración de solidaridad con los oprimidos del mundo.

Confrontación en la calle

La noche del 25 de junio, unas dos mil personas se tomaron las calles del centro para protestar contra una fiesta callejera (un rodeo) para los delegados. Los alrededores del Centro Roundup eran un festival de resistencia.

La multitud que se congregó en el parque Memorial era sobre todo joven, pero vi también otras caras. Vi chavos con camisetas de Rage Against the Machine, de Propaghandi (un conjunto radical canadiense) y del Che Guevara; chavas con sombreros de vaquero y etiquetas de "A la chingada los G8"; sindicalistas; amerindios; y "animadoras" radicales vestidas de negro y rojo. Había un grupo de activistas espirituales "paganos". Una señora, de una zona rural de Columbia Británica, dijo que fue a la protesta porque la vida del planeta "está en peligro, así que a pesar de todos los tanques, soldados y gas lacrimógeno, es importante participar".

Un ex soldado me dijo que abandonó las fuerzas armadas para "unirme al pueblo". A los G8 les dijo: "Este es nuestro planeta, ustedes lo están destruyendo y no nos gusta". Hace poco Peggy Askin, presidente del sindicato de Telecomunicaciones 203, perdió su trabajo junto con otros 11,000 trabajadores cuando la corporación Telus se privatizó y se reorganizó para "competir globalmente". Dijo: "Los G8 han creado gran pobreza por todo el mundo. No aceptamos y nunca aceptaremos que se reúnan en nuestros parques ni en ningún otro lugar para complotar contra la humanidad". Se tomaron las calles, gritando "šLas calles son de quiénes? ­De nosotros!". Frente al Centro Roundup bailaron a la música con un enorme sistema de sonido y saltaron en un trampolín.

Platicamos sobre la globalización capitalista, la explotación de los pobres y los indígenas, la privatización de los recursos naturales, la "guerra contra el terrorismo" y la represión. Una chava de Calgary me dijo: "No estoy de acuerdo con que estas ocho personas tengan derecho de tomar las decisiones que afectan a tantas personas, mientras nosotros no podemos hacernos oír. Esto no es democracia, como nos dicen en la escuela".

Mucha gente tenía ganas de hablar de la situación actual, de cómo cambiarla fundamentalmente y construir un mundo diferente, y de la política comunista revolucionaria.

El 26 de junio: Cerrar el centro

El 26, el Colectivo Anticapitalista de Calgary se unió con el Consejo Laboral de Calgary y del distrito y otros sindicatos para realizar una marcha de serpiente por las calles del centro, con la meta de romper la rutina durante el primer día de la cumbre de Kananaskis.

A las 6:30 de la mañana unas dos mil personas se reunieron en el parque Fort Calgary: contingentes de los sindicatos de telecomunicaciones, de energía y de las fábricas papeleras, y trabajadores automotrices, siderúrgicos y gubernamentales. También participaron inmigrantes de África, el Medio Oriente, Filipinas y el sur de Asia; anarquistas del bloque negro; grupos estudiantiles; socialistas; "paganos"; "animadoras" radicales, etc. Se vieron banderas negras, palestinas y rojas. Los manifestantes llegaron de todas las provincias canadienses (especialmente de Calgary y Edmonton, las principales ciudades de Alberta) y de varias partes de Estados Unidos (Minnesota, Seattle, California, Montana, etc.).

Una multitud de 2,500 personas llegó al centro. Platiqué con una señora de la Red Canadiense para Parar las Sanciones a Irak que llevaba un enorme estandarte. Me dijo: "Estamos aquí para protestar contra lo que representan los G8 y para hacer conocer lo que está pasando en Irak. Hay que parar las sanciones. Hay que permitir que los iraquíes subsistan e impedir que Estados Unidos vuelva a atacarlos".

Durante tres horas la marcha serpenteó por el centro. Los manifestantes se sentaban frente a las grandes corporaciones (como Shell Oil) y los edificios gubernamentales y bloqueaban la calle. Los helicópteros de la policía sobrevolaban y había agentes a las entradas a los edificios, pero no podían correr a los manifestantes.

Luego la multitud se dividió en dos "zonas de actividad": la zona roja para las confrontaciones más arriesgadas y la zona verde para las protestas menos arriesgadas. Fuimos con la marcha "roja" dirigida por chavos anarquistas vestidos de negro. Se cubrían la cara con pañuelos y --dadas las amenazas y la falta de permiso para las manifestaciones-- recomendaron quitarse los lentes de contacto, esperando un ataque con gas lacrimógeno. Se tomaban los brazos para bloquear los cruces del centro y jugaron dos partidos de fútbol en plena calle.

Más tarde nos enteramos de que poca gente fue al trabajo, y que muchas tiendas, bancos y oficinas cerraron ese día y, en algunos casos, toda la semana.

Caravana a Kananaskis

La tarde del 26, cien personas fueron a la plaza Olympic para conmemorar a Carlo Giuliani (el manifestante que mató la policía italiana durante la protesta contra los G8 en Génova) y a las 8,000 personas que mueren a diario del SIDA en África. Al mediodía, todos se echaron al suelo (como muertos). Trazaron los contornos de los cuerpos con tiza y escribieron declaraciones políticas: "En memoria de los desaparecidos de Guatemala y El Salvador", "OMC bloquea las medicinas para el SIDA", "víctima de la pobreza", "víctima de la brutalidad policial", "las trabajadoras de las maquiladoras de Ciudad Juárez, México: 700 violadas y asesinadas desde 1993; Nunca olvidaremos", "Canadá y Bush matan el clima", "la guerra mata", etc.

En la tarde una caravana de 100 carros con 400 personas salió de Calgary rumbo a Kananaskis. Nos dijeron que la policía y los soldados los pararon y les tomaron fotos con un objetivo telefotográfico. Más temprano, un contingente de trabajadores de correos entregó declaraciones contra los G8 a un representante del gobierno en una barricada cerca de la cumbre. Un trabajador fue arrestado.

Se realizaron otras actividades. El 23 de junio, miles de habitantes de Calgary marcharon por la ciudad; centenares protestaron frente a una tienda de ropa Gap en el centro; y centenares fueron a un foro educativo de cinco días auspiciado por el Grupo de Seis Billones (G6B). Muchos hospedaron, dieron de comer y dieron servicios médicos a los manifestantes, y ese apoyo contribuyó mucho al éxito de las protestas.

En defensa de los pueblos del mundo

El gobierno buscó intimidar a los manifestantes y convencerlos de que sería imposible tener mucho impacto. Evitó una confrontación directa, pero hostigó y vigiló a los activistas y arrestó a varios.

Muchos manifestantes pensaron que la táctica de tomar las calles les abrió nuevos espacios políticos. Eso les pareció muy importante en vista de las medidas represivas de la "guerra contra el terrorismo".

Recibieron mucho apoyo de la ciudadanía de Calgary. Un hombre de Toronto me dijo que cuando llegó mucha gente tenía miedo de los manifestantes. Pero después de unos pocos días, cuando fue a volantear, encontró mucho apoyo. Me habló de un trabajador de una gasolinera que inicialmente tenía miedo, pero que tras recibir los volantes y platicar con alguna gente les daba sodas gratis y los saludaba. Muchos contaron historias que oyeron de oposición a la globalización y los G8. Unos dijeron que se habían "ganado" a la población, lo que sería una gran victoria en una ciudad tan conservadora.

Después, los activistas discutieron los logros de la protesta. Muchos dijeron que el pueblo salió victorioso, a pesar de los peligros, gracias a su resolución. Un joven de Winnipeg dijo: "Me alegra saber que hay otra gente que comparte mis ideas y que está dispuesta a venir y protestar aquí. Me llena de esperanza".


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