Octava parte: Más sobre “la política de identidad” y por qué necesitamos plantear la política revolucionaria

Entrevista a Bob Avakian, Por: Carl Dix

Sobre la guerra y la revolución, Sobre ser revolucionario y cambiar el mundo

Obrero Revolucionario #1163, 18 de agosto, 2002, posted at http://rwor.org

Con gran entusiasmo el Obrero Revolucionario brinda a los lectores esta entrevista y diálogo entre Bob Avakian, el presidente del Partido Revolucionario Comunista (PCR), y Carl Dix, vocero nacional del PCR.

Esta es la octava parte y en los próximos números publicaremos otras partes de esta importante entrevista, que abarca una gran variedad de temas. En el futuro, la entrevista se publicará en su totalidad y estará disponible en la Internet.

La entrevista tiene leves cambios editoriales.

En tiempos de grandes retos, el pueblo requiere "armas" extraordinarias que lo preparen para asumir tales retos, y lo que les brindamos aquí es verdaderamente extraordinario: una nueva arma política para los que nos oponemos a la ofensiva de guerra y represión de los imperialistas yanquis, que elevará nuestra conciencia y nos permitirá asumir retos y entrarle de lleno a la lucha por cambiar el mundo. El Obrero Revolucionario brinda a los lectores una importante entrevista con Bob Avakian, el líder del Partido Comunista Revolucionario, EU.

Tuve el gran honor de entrevistar a Avakian. De antemano, sabía que a mucha gente le hubiera gustado plantearle cuestiones muy candentes, pues a mí me las han venido planteando cuando divulgo el Borrador del Programa del partido y cuando platicamos de "la guerra ilimitada" que la clase dominante imperialista de Estados Unidos ha desatado contra el mundo. Así que sabía que iba a tener la responsabilidad y la oportunidad de plantearle esas cuestiones en nombre de todos.

Fue una experiencia fenomenal, difícil y a la vez muy divertida. Hace mucho tiempo que no tenía la oportunidad de platicar así con Bob Avakian, pero lo encontré igual, el mismo camarada "encendido" (para usar una frase de Peter Tosh) que ha dado liderazgo decisivo al movimiento revolucionario en tantas coyunturas cruciales en el pasado. Estaba totalmente al tanto de los acontecimientos en Estados Unidos y el mundo, y le entraba con el mismo entusiasmo inagotable a las cuestiones histórico-mundiales de la revolución proletaria. Pasamos varios días juntos haciendo la entrevista, que abarcó una gran variedad de temas, tales como la situación actual, la religión y lo que lo ha sostenido a lo largo de muchos años como líder revolucionario. Y al terminar "la jornada", lo pasábamos hasta muy noche platicando de básquetbol, cine y más.

Ojalá que los lectores disfruten tanto de la entrevista y aprendan tanto de ella como yo en el proceso de elaborarla.

Carl Dix

Carl Dix: Quiero volver a la cuestión de la dictadura del proletariado y el partido de vanguardia y abordarla desde otro ángulo, porque aparte de lo que hemos abordado se plantea de otra manera, o sea, hay gente que dice: "Está bien, dicen que se necesita una revolución...".

Bob Avakian: Perdóname que te interrumpa pero, ¿crees que hemos profundizado lo suficiente acerca de la política de identidad [que cada nacionalidad o grupo debe luchar por sus propios intereses]? Digo, porque hemos tratado varios temas relacionados con eso, pero me pregunto si hemos respondido a lo que planteaste al principio. Claro, quiero abordar el otro tema que acabas de mencionar, pero quizá primero debemos entrarle más a la política de identidad, ¿no crees?

CD: Bueno, hemos tocado los errores filosóficos y las implicaciones para la lucha revolucionaria que se desprenden de ellos. Así que, pensé que habíamos profundizado lo suficiente.

BA: Pero, ¿crees que hemos abordado a fondo las dimensiones y expresiones políticas? O sea, hablamos mucho en el plano filosófico...

CD: ¿Pero no lo suficiente sobre las implicaciones políticas?

BA: Sí, o sea, ¿cuáles son las implicaciones políticas? Y, ¿cómo se contrapone la política de identidad a lo que planteamos nosotros: la revolución proletaria? Creo que quizá podemos entrarle un poco más a eso porque, como señalaste, algunos dicen: "No estamos diciendo que nadie más puede opinar, pero solo la gente que experimenta la opresión puede asumir la responsabilidad de elaborar y concretar una solución". Eso en el plano filosófico, pero igual tiene implicaciones en el plano político, ¿me explico? Y me parece que son bastante reformistas.

O sea, ya mencionamos que esa orientación aísla las luchas unas de otras; como dijiste, cada cual desde su propio feudo puede buscar puntos de unidad con las demás, pero así no será posible forjar la amplia unidad que necesitamos ni habrá la base objetiva para determinar cuál de los programas de todas esas esferas aisladas es correcto. Así que me parece que además de la dimensión filosófica, hay una dimensión política porque, ¿cómo vamos a construir un movimiento? O sea, ¿cómo distinguiremos entre lo correcto y lo incorrecto para construir el tipo de movimiento que puede hacer la revolución? Y por cierto, me pregunto si los que plantean ese punto de vista quieren hacer la revolución, si la consideran posible o deseable.

CD: Bueno, algunas de esas fuerzas dicen que su meta es la revolución... pero su línea, concepción del mundo, la clase de lucha que libran y su práctica, distan mucho... en realidad no tienen la perspectiva de acumular las fuerzas necesarias para hacer la revolución.

BA: Por eso, te iba a preguntar, ¿cómo ven la revolución? Para ellos, ¿cuáles fuerzas harán la revolución? y, ¿a qué llevará? O sea, esas son cosas que se me ocurren de inmediato cuando planteas eso.

CD: Claro, y se me ocurren a mí también, pero es difícil obtener una respuesta porque muchas de esas fuerzas no tienen esa clase de análisis o trabajo teórico, o al menos no lo han planteado a sus bases ni a las fuerzas con las cuales buscan unirse. Algunas dicen, bueno, somos nuevos y tenemos que desarrollar eso. Otras no plantean la revolución y de plano dicen que no es una meta para ellas en este momento, que ahora tienen la meta de construir resistencia y forjar vínculos entre los grupos oprimidos, pero no lo plantean como parte de prepararse y acumular fuerzas para la revolución.

BA: Pues, se me ocurre, ahora que dices eso... Hay una línea (relacionada con lo que estás diciendo) de que "no es factible plantear la revolución así a secas, o sea, primero hay que trabajar con la gente, construir un movimiento y luego hablar de la revolución". Pero la bronca es que sí hay que construir un movimiento, hay que construir resistencia y hay que luchar (y nosotros lo hacemos con mucha energía, como sabes muy bien porque estás metido de lleno en eso). Pero nuestra experiencia, relacionada con lo que platicábamos antes, desde la guerra de Vietnam hasta hoy, es que hay que decir la neta desde un principio, o sea, hay que hablar francamente de la naturaleza del enemigo y poner todo en ese contexto porque, si no, después de un tiempo la gente se desorienta y se desanima. Podemos lograr algo, ganar unas concesiones y contrarrestar algunos ataques, pero vuelven al ataque y entonces la gente se desanima, se desorienta porque no tiene un concepto completo de la meta de la lucha ni cómo alcanzarla (en un sentido básico). Si no decimos la neta, facilitamos la desmoralización, y sobran experiencias que así lo demuestran.

CD: Es cierto, y lo hemos observado y hemos bregado con eso en nuestro propio trabajo, o sea, ¿cómo superar la desmoralización? Por ejemplo, organizamos la lucha contra la brutalidad y el asesinato policial que han desatado contra los oprimidos y explotados, y muchas personas le han entrado y han luchado duro por la justicia, a veces motivadas por atropellos o el asesinato de sus seres queridos. Unos se han concientizado y comprenden que hay que luchar por justicia para todas las víctimas de la brutalidad y asesinato policial, y han librado luchas muy heroicas. Pero en cierto momento se dan cuenta de que en la gran mayoría de los casos la chota sale impune o cuando mucho les jalan las orejas. En el caso de Abner Louima condenaron a varios policías, pero la corte de apelaciones anuló las condenas (salvo del que confesó). Y claro, es lógico que pregunten: ¿para qué estamos luchando?; luchamos duro, conseguimos una pizca de justicia y nos la arrebataron.

Así que me parece muy importante lo que dices: plantear la perspectiva de nuestra meta y ayudar a la gente a avanzar paso por paso. Cuando anularon las condenas en el caso de Louima hace poco, ocurrió algo muy alentador: una manifestación de unas cien personas en Brooklyn con la participación --y eso fue clave-- de familiares de otras víctimas de brutalidad y asesinato policial, y tomaron una posición muy firme en dos aspectos. Primero, dijeron que la anulación de las condenas fue como escupirles la cara no solo a Abner Louima y su familia sino a todos ellos. La señora Báez y varios padres que perdieron a sus hijos a manos de policías participaron y dijeron que fue como escupirles la cara. Además, dijeron muy firmemente: "No vamos a rajarnos ni abandonar la lucha por justicia en este frente". Fue muy importante. Y también fue importante porque nosotros y otros hemos bregado por brindarles un concepto completo de lo que pasa, así que captan que la lucha no se da en línea recta y no es simplemente una cuestión de lo que logramos en este caso específico. O sea, se mantuvieron firmes a pesar de que no les pasó nada a los chotas que torturaron a Louima y taparon esos incalificables actos de tortura. No se desorientaron, no se desmoralizaron y no se rajaron.

BA: Como dijo Marx hace mucho tiempo, es importante movilizar a las masas a luchar contra los atropellos, en parte para que no queden como pobres diablos... quebrados y expuestos a la más bárbara explotación y opresión, y para que no pierdan la capacidad de librar la gran lucha que hay que librar. Para mí, eso va al grano y hace ver que si nuestra única meta es conseguir unas cuantas reformas, tarde o temprano nos abrumará el sistema. Eso no quiere decir que no debamos luchar por reformas o concesiones o para contrarrestar ciertos ataques, pero si esa es la visión más elevada que ofrecemos... O sea, incluso si la gente no abraza el programa revolucionario completo, es decir, lo que representa y plantea el partido, ese programa la influye a la hora de entrar a la lucha y le brinda una visión más elevada y esperanza para el futuro, aunque no lo capte ni lo adopte completamente en un momento dado. Y creo que eso es muy importante para sostener luchas parciales o particulares, y mucho más para lograr una solución a todo esto.

CD: Claro que es importante y lo hemos visto en la práctica. No quiero desviar la discusión, pero sí mencionar un par de cosas. Cada año en vísperas del 22 de octubre, el día nacional de protesta para parar la brutalidad policial, sacamos un editorial sobre la situación del movimiento de resistencia, los retos y el camino a seguir. Y procuramos tocar dos aspectos: primero, los pasos inmediatos que el movimiento debe dar en la lucha por justicia en ese frente, y segundo, la situación desde nuestra perspectiva como revolucionarios proletarios.

Las primeras veces que lo hicimos me pregunté de qué impacto tendría. Pero luego nos enteramos que varios padres de las víctimas lo leyeron con detenimiento y una señora lo fotocopió y lo envió por correo a mucha gente. Contactó a uno de los camaradas que trabajaba en la coalición y le dijo: "Necesito tu ayuda para mandar una carta a mucha gente". El camarada estaba muy atareado, pero la señora insistió y dijo que era muy importante para el 22 de octubre. Entonces, el camarada dijo: "De acuerdo. Voy a hacer un huequito y te ayudo". Resultó que se trataba de nuestro editorial sobre el 22 de octubre; la señora dijo que todo mundo tenía que recibirlo. No es que de repente se volvió revolucionaria proletaria, pero si mal no recuerdo dijo algo así: "Todo mundo debe leer lo que dice aquí porque les ayudará a ver lo que hemos logrado y que tenemos que seguir bregando".

BA: Claro, porque ella y los demás quizá no estaban de acuerdo con todo lo que decía, pero sí les brindaba una visión más elevada y les permitió ver su lucha en un contexto más amplio, lo cual nos lleva de vuelta a la cuestión de la política de identidad. Porque una cosa que hacemos en todo nuestro trabajo es unir a toda la gente que se pueda, y así lo hemos hecho en los esfuerzos de la Coalición 22 de Octubre. ¿Acaso hemos dicho: "Está bien, vamos a dividirnos en grupitos"? En ningún momento. ¿Acaso hemos dicho que los negros que experimentan la brutalidad policial deben formar un grupo; los blancos que la experimentan (y sí hay algunos que han participado en la coalición) otro; y los chicanos, puertorriqueños y demás, cada cual a su propio grupo; y las mujeres también deben tener su propio grupo? ¡Para nada!

Y no por eso quiero decir que no es positivo que surjan formas de organización de diferentes sectores del pueblo para luchar contra su opresión. Pero elevar eso a la categoría de principio, o sea, que debemos dividir a la gente; si empezamos con eso, no tendrá fin. O sea, siempre es posible dividirnos en grupos más y más pequeños, pero en oposición a eso, uno de los puntos fuertes de grupos como la Coalición 22 de Octubre es su capacidad de unir a mucha gente diversa: unir a los que viven bajo el gatillo con otros e incluso con gente de las capas medias indignada por la injusticia. Ese es un gran punto fuerte de la Coalición 22 de Octubre y un punto fuerte de la orientación de unir a todos los que sea posible unir con la dirección de una línea proletaria. Es una expresión concreta de esa línea y de su fuerza, aunque los que participan en el frente único tengan su propio punto de vista sobre muchas cuestiones.

Ciertamente, cada forma de opresión tiene su particularidad. La opresión de la mujer no es igual a la opresión de los negros, ni la discriminación a los homosexuales y las lesbianas es igual a la explotación de los inmigrantes en la costura, pero todas esas cosas están interrelacionadas y se influyen mutuamente, y en lo fundamental tienen la misma raíz --o sea, se desprenden de la naturaleza del sistema-- y la misma solución: para eliminarlas, hay que barrer el sistema. Aislar las luchas, unas de otras, o decir que todo mundo debe limitarse a su propio círculo, aislarse y elaborar "su propia verdad" y su propia comprensión de la opresión al margen del contexto general no va a llevar muy lejos --en el mejor de los casos llevará a algunas reformas-- y dista muchísimo de lo que necesitamos para eliminar el problema. Y en el caso de los que plantean eso como una línea consolidada, representa (deliberadamente o sin querer) la convicción de que la revolución no es posible y/o no es deseable.


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