La muerte en la frontera

Obrero Revolucionario #1163, 18 de agosto, 2002, posted at http://rwor.org

Durante gran parte de la primavera y del verano, el clima del sudoeste ha estado muy agradable. En la Sierra Nevada del sur de California, el cielo ha estado claro y las temperaturas altas, con una brisa seca del desierto. Un cielo despejado ha reemplazado la niebla y las nubes bajas en Los Ángeles y la costa del Pacífico. Pero en los desiertos Mojave y Sonora, que se extienden del norte de México al sur de California y Arizona, el calor mata.

En junio de este año, murieron 67 personas del lado norte de la frontera, por cruzar en zonas desérticas remotas y montañas áridas. El gobierno de México dice que otras 22 personas murieron del lado mexicano. Es la mayor cantidad de muertes en un solo mes desde 1994, cuando empezó la construcción de muros y barreras de alta tecnología a lo largo de la frontera. Es otra infamia de una política que, durante ocho años, ha matado a un promedio de un inmigrante al día.

Muchos mueren ahogados en los ríos, asfixiados en vehículos cerrados, heridos en accidentes automovilísticos, quemados por rayos, caídos de precipicios o baleados por la Patrulla Fronteriza. Pero la mayoría han muerto en el verano de deshidratación o insolación.

Al primer grupo de muertos, cuatro jóvenes, los encontraron flotando en el canal All- American del condado Imperial de California en marzo. Al valle Imperial lo llamaban el "Valle de la Muerte" antes de que llevaran agua del río Colorado para regar los campos. Los cuatro trataban de cruzar la rápida corriente del canal o quizá buscaban alivio del insoportable calor. Y todavía no había llegado la parte más calurosa del verano.

En mayo, otros 14 inmigrantes murieron juntos cerca de Yuma, Arizona. Se perdieron en el desierto y el guía desapareció. Al este está el "corredor de Tucson", donde cruza el mayor número de personas; es más peligroso. Este año ha disminuido la cantidad de personas que cruzan la frontera porque hay menos trabajos en restaurantes, construcción y agricultura debido a la situación económica. Pero a pesar de eso, la cantidad de muertes sigue igual. La Patrulla Fronteriza informó que han muerto 81 inmigrantes desde el 1° de octubre de 2001. En el mismo período del año previo murieron 82. Por su parte, los medios dicen que han muerto más de 90 personas, y los defensores de los inmigrantes dicen que son más pero que no se encuentran todos los cadáveres porque en el desierto hay muchos animales carroñeros.

Un médico forense del condado Imperial dijo: "Encontramos más grupos de tres, cuatro o cinco cadáveres juntos. Están tratando de esquivar la detección, así que cruzan en zonas más remotas".

Si uno maneja a lo largo de la frontera, puede ver hasta qué punto la han militarizado. Por varios kilómetros al este y al oeste de cada pueblito fronterizo han construido barreras de acero y concreto con fosos, diques y potentes reflectores. Es "el muro". Hay 10,000 agentes de la Patrulla Fronteriza, con camionetas, vehículos todo terreno, helicópteros, equipo de visión nocturna y detectores infrarrojos.

Cada día al ponerse el sol, 1,500 inmigrantes traban batalla con esa operación paramilitar para cruzar a Arizona. Se llama el "camino del diablo" y a lo largo se ven botellas de agua, mochilas y pertenencias personales abandonadas, y pequeñas cruces de madera. En el desierto, uno puede morir de calor y de deshidratación en menos de un día. Pero para esquivar el muro, mucha gente pasa cuatro días o más caminando.

La política de muerte

"La Operación Gatekeeper/Guardián es una política de asesinato. Mancha nuestra tierra con la sangre de nuestros vecinos y nos hiere el alma".

Henry Ramón, vicepresidente de la nación tohono o'odham, sobre la política fronteriza

Los tohono o'odham, o sea "el pueblo del desierto", son una antigua nación indígena que llegó al desierto de Sonora alrededor del año 300 a.C. Muchas de las muertes de inmigrantes ocurren cerca de su reserva al sur de Tucson.

Los tohono o'odham también son víctimas de la política fronteriza. El vicepresidente, Henry Ramón, explicó: "Nuestro pueblo no reconoce esta línea imaginaria que llaman la frontera internacional". Pero el gobierno los ha dividido en "ciudadanos mexicanos" y "ciudadanos estadounidenses".

La caza de los que cruzan la frontera y las muchas muertes han causado divisiones y polémica en Arizona. Los escritores Dennis Wagner y Pat Flannery escribieron en el periódico Arizona Republic que "el desayuno típico estadounidense" lo preparan manos inmigrantes; las naranjas para el jugo las recogen inmigrantes en la Florida; las fresas para la mermelada las recogen inmigrantes en California; el tocino es de un matadero donde la gran mayoría de los trabajadores son inmigrantes latinos.

Los inmigrantes son una parte esencial de la economía de este país, especialmente en la construcción, la limpieza, los mataderos, la costura y los restaurantes. Limpian casas, cuidan los jardines y a los niños de los ricos y de la clase media. En la agricultura, el 75% de los trabajadores son inmigrantes sin papeles.

Pero la demanda de mano de obra es solo una cara de la moneda. La otra es que esos inmigrantes han tenido que salir de su país natal porque las medidas económicas que impone Estados Unidos han arruinado gran parte de la industria y la agricultura por toda Latinoamérica.

"La globalización nos ha afectado mucho", le dijo al Arizona Star Sebastián Hernández, un inmigrante de 55 años. "Nos dicen que uno de estos días sacaremos provecho, pero de lo que he visto no es cierto". Sebastián tiene una finca de 100 hectáreas en Chiapas, el estado más pobre de México. "Tenemos tierra fértil y productiva, en comparación con la que he visto en Arizona y Texas. La tierra es mucho mejor y hay mucha agua. Pero nadie compra nuestro maíz o frijoles". La venta de productos agrícolas baratos de Estados Unidos ha devastado a los agricultores mexicanos.

Su hijo, Abel Hernández, cruzó la frontera en abril y tuvo que caminar cuatro noches consecutivas con un grupo de compañeros: "Caminamos por la noche, así que muchas veces no podíamos ver nada. Nos caímos y nos lastimaban los cactos. Vimos los helicópteros en el valle abajo, pero no subieron a las montañas donde estábamos".

Sebastián y Abel hablaron con un reportero en La Perra Flaca, un barrio de inmigrantes del condado Cochise, en el sudeste de Arizona. Muchos inmigrantes trabajan en los campos de chiles con la esperanza de ganar lo suficiente para enviar dinero a sus familiares. No es nada fácil. Según informa el Departamento de Agricultura, los trabajadores migratorios del campo trabajan un promedio de 120 días al año y ganan de $5,000 a $7,000. De todos modos, envían unos ocho billones de dólares al año a sus familiares en México (la segunda fuente de divisas, después del petróleo).

El 1° de julio, un grupo de activistas religiosos de Tucson anunció la formación de una "patrulla de samaritanos", que recorrerá la zona fronteriza a diario y ayudará a los inmigrantes que corran peligro. La patrulla cuenta con el apoyo de nueve grupos religiosos de cuáqueros, protestantes, católicos y judíos.

En una rueda de prensa, John Fife, pastor de la iglesia presbiteriana Southside y uno de los fundadores del movimiento de santuario (una red de más de 300 iglesias que dieron refugio a los inmigrantes centroamericanos durante las guerras de los años 80), dijo: "Desde la perspectiva de las comunidades de fe, nos incumbe hacer esto. Tenemos que exigir que se ponga fin a políticas que causan tanta muerte. Es un pecado".

Dos días antes, los tohono o'odham anunciaron la muerte de otros dos inmigrantes. La Patrulla Fronteriza arrestó a un inmigrante de 55 años y a sus compañeros, y él murió poco después. El mismo día descubrieron el cadáver de un joven de 18 años.

Ante tanta muerte, la política del gobierno sigue igual: más Migra, más militarización, más armas y más muros.

Todo eso dificultará la vida de María, una señora de Chihuahua que cruzó la frontera al lado de su esposo e hija para trabajar. Le dijo a un reportero: "Para mí no hay frontera. Vine por necesidad. Tenemos que comer".


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