La arquitectura de ocupación de Israel

Obrero Revolucionario #1168, 29 de septiembre, 2002, posted at http://rwor.org

Los asentamientos dominan la mesa, desafiantes y provocadores, buscando camorra... Se ven en la cima de los cerros, imponentes, amenazadores, terriblemente coloniales.

De A Civilian Occupation: The Politics of Israeli Architecture (La arquitectura israelí: Una política de ocupación)

En ese tiempo, la estrategia en Judea y Samaria fue "capturar terreno": echar mano a la mayor extensión de territorio posible colocando unas cuantas personas en muchos cerros. El concepto político subyacente era que cuanto más se adentraran los colonos en los Territorios Ocupados, más territorio tendría Israel al llegar la hora de fijar las fronteras internacionales permanentes... porque ya estaríamos ahí.

Arquitecto Thomas Leitersdorf en La arquitectura israelí: Una política de ocupación

Dicen que la política no afecta en nada a la arquitectura, pero los arquitectos y los urbanistas siempre han sido armas del estado israelí; borran la vieja cartografía y crean una nueva en su lugar.

Eyal Weizman, uno de los creadores de La arquitectura israelí: Una política de ocupación

Al final de julio de 2002, las fuerzas armadas israelíes, desde aviones F-16 hechos en Estados Unidos, bombardearon con explosivos de 1000 libras el barrio de Al-Daraj en la ciudad de Gaza. Esa misma semana una bomba cultural explotó en el mundo de la arquitectura. Un catálogo preparado para el Congreso Mundial de Arquitectura en Berlín generó un torbellino de controversia porque la Asociación Israelí de Arquitectos Unidos (IAUA, siglas en inglés) lo prohibió y no quiso distribuirlo. Afirmó que "las ideas presentadas en el catálogo no son arquitectura" y que el catálogo, "una presentación parcial y anti-israelí", perjudicaría la imagen de Israel en el exterior.

El catálogo es obra de dos arquitectos israelíes, Rafi Segal y Eyal Weizman. Se titula A Civilian Occupation: The Politics of Israeli Architecture (La arquitectura israelí: Una política de ocupación) y demuestra, por medio de ensayos, fotos, mapas y documentos, cómo la arquitectura y el urbanismo israelí han facilitado el despojo de tierras de los palestinos, desde la expulsión en 1948 hasta ahora, cuando los asentamientos judíos dominan los cerros de Cisjordania. Weizman y Segal describen su misión en el prefacio: analizar cómo "los elementos ordinarios de planificación y arquitectura se reclutaron como herramientas tácticas en la estrategia estatal de Israel".

La IAUA seleccionó a Weizman y Segal para crear una exhibición oficial de Israel para el congreso de Berlín, pero cuando salió el catálogo, el presidente de la IAUA, Uri Zerubavel, y 15 de los 20 miembros del consejo confiscaron la mayoría de los 5,000 ejemplares y desmantelaron la exhibición. Es irónico que Uri Zerubavel, quien se ha negado a planear asentamientos israelíes en Cisjordania por "razones políticas personales", puso el grito en el cielo ante una exhibición internacional centrada en los asentamientos (indudablemente un elemento destacado de la arquitectura israelí).

Rafi Segal le dijo al periódico New York Times : "Nos seleccionaron de entre 10 estudios de arquitectos. Sugerimos el tema y hasta mencionamos a los escritores que iban a contribuir [ensayos] al catálogo, para que se dieran cuenta. Sin embargo, al ver el catálogo terminado, de repente les entró la duda y se echaron para atrás". Esther Zandberg, crítica de arquitectura del diario liberal israelí Haaretz , condenó a la IAUA por esa "severa censura política". Dijo: "El catálogo es inusitado por su impacto y por la importancia que tiene para la comunidad de arquitectos y urbanistas, quienes generalmente deslindan campos entre el profesionalismo `puro' y la política `sucia'. El catálogo demuestra que esa opción ya no existe".

Weizman y Segal lograron poner a salvo unos 850 libros y afortunadamente la casa editorial, Publicaciones Babel, piensa publicarlo para distribución internacional. Un editor de arquitectura de Babel comentó que el catálogo ilustra "un dilema moral que afecta a toda la profesión". Agregó: "Algunos arquitectos que trabajan para las grandes corporaciones o las grandes compañías de bienes raíces crean obras tan monstruosas como lo que se ve en los territorios ocupados. El catálogo nos hace pensar en la dimensión política de toda la arquitectura".

Una historia de arquitectura para la ocupación

El catálogo (y otros escritos de Eyal Weizman, por ejemplo una fascinante serie de artículos y fotos que se llama "La política de la verticalidad") ofrecen una perspectiva inusual sobre la conexión entre la arquitectura, el urbanismo y la política, sobre todo con relación a la colonización de las tierras palestinas por el estado israelí. Weizman le dijo al periódico The Guardian de Londres: "Si eres arquitecto y entiendes que la manifestación principal de ese conflicto es mediante el paisaje y el ambiente construido, casi tienes una responsabilidad de ser consecuente. Sería muy extraño si ahora yo ejerciera una práctica normal en Israel, construyendo casas, etc.".

En la portada de La arquitectura israelí destaca un mapa rojo de Cisjordania que evoca una mancha de sangre. Adentro, el lector emprende una exploración única, mediante palabras e imágenes, de los lazos entre el diseño arquitectónico y las metas de la clase dominante sionista. Muchas fotos son vistas aéreas, bellas y perturbadoras, que muestran la relación física entre los asentamientos judíos y los pueblos y las aldeas palestinas de Cisjordania.

Sharon Rotbard, arquitecta y profesora universitaria, escribe que desde finales de los años 30, los asentamientos kibbutz seguían el modelo arquitectónico "homa umigdal" ("muro y torre") que combinaba la "fortificación y la observación". Zvi Efrat examina el desarrollo de un plan importante bajo la dirección de Arieh Sharon, un arquitecto de estilo Bauhaus que huyó de Alemania en 1948. Dice: "A Sharon y a su equipo de urbanistas se les encargó la apremiante tarea nacional de construir vivienda temporal para los nuevos inmigrantes judíos y poblar las zonas fronterizas, con la meta de crear estabilidad a lo largo de la línea del cese de fuego de 1948, impedir concesiones territoriales y limitar el retorno de refugiados de guerra palestinos".

Tras la guerra de 1967, cuando Israel se apoderó de Cisjordania, las Alturas de Golán y Gaza, se aplicaron nuevas estrategias a los territorios ocupados.

Eyal Weizman y Rafi Segal describen tres períodos de "ocupación civil": los asentamientos agrícolas a finales de los años 60, que tenían el fin de establecer una "frontera de seguridad" en el valle del Jordán; los asentamientos construidos en montes, donde se asentaban grupos religiosos con la idea de recuperar las tierras bíblicas de "Judea y Samaria"; y la construcción de asentamientos a principios de los años 80, con la atracción de escapar de las viviendas costosas de Tel Aviv y Jerusalén. Segal y Weizman analizan la correlación de los modelos de arquitectura y las etapas de colonización subsidiada por el gobierno israelí.

Una característica clave de los asentamientos de Cisjordania es su posición en la cima de los cerros, y Weizman y Segal analizan esto en detalle. Tal ubicación provee "vistas que permiten lograr diferentes formas de poder: estratégico, porque se pueden ver las principales arterias de tránsito; control, porque dominan los pueblos y aldeas palestinos; y autodefensa, porque se puede observar el contorno inmediato y los caminos de acceso".

Weizman le dijo al periódico The Guardian de Londres: "Al examinar el trazado de los asentamientos, se nota que siempre se construyen en la cima de los cerros". Agregó: "La gente sabe eso, pero tal vez no se da cuenta de que también se construyen en forma de anillo alrededor de la cima, para vigilar en todas las direcciones. Llegué a entender que [los asentamientos] son mecanismos ópticos en escala urbana y que toda decisión de diseño tiene el propósito de aumentar el campo visual".

Weizman continúa: "Los urbanistas [israelíes] siempre hablan de la vista como algo campestre y bíblico, casi en un sentido romántico. Hablan de terrazas, olivares y casas de piedra, obviamente cosas creadas para ellos por los palestinos. Los palestinos son como trabajadores de escenario, que construyen todo eso y luego tienen que desaparecer cuando se prenden las luces".

La arqueología de la ocupación

Para Eyal Weizman, este problema tiene muchas dimensiones.

Ha analizado lo que llama "la política de la verticalidad": un estudio detallado de los diferentes niveles en que opera la arquitectura de ocupación en Cisjordania: el control de los "caminos de circunvalación" que conectan los asentamientos a Israel, el control judío de los cerros, y el control del espacio aéreo de Cisjordania por la Fuerza de Defensa Israelí.*

"El paisaje y el ambiente construido son un campo de batalla. Los asentamientos judíos (islas de `democracia territorial y personal' patrocinadas por el gobierno y manifestaciones del carácter pionero sionista) se colocaron en la cima de cerros que miraban la realidad cambiante de las ciudades y aldeas palestinas. El "primer" y el "tercer" mundo se extienden en un mosaico fragmentado: un ecosistema territorial de zonas aisladas del entorno exterior, pero homogenizadas al interior, juntas, arriba o abajo, o una dentro de otra... Se inventaron fronteras nuevas y complicadas, como las fronteras temporales creadas más tarde por el Acuerdo Interino de Oslo, que otorgó a la Autoridad Palestina el control de aisladas islas de territorio sobre el cual Israel mantenía control del espacio aéreo y del subsuelo".

En un ensayo titulado "La excavación de lo sagrado", Weizman explica que "Israel moderno quiso pintarse como el sucesor del Israel antiguo y construir una nueva identidad nacional con raíces en lo profundo del subsuelo". Las huellas materiales de esa "arqueología bíblica", en sus palabras, "asumieron una gran importancia como excusa para el regreso judío".

Las conclusiones políticas de Weizman y Segal de su trabajo no están claras. En una entrevista de The Guardian , Weizman expresó dudas sobre la viabilidad de la división de Israel y Palestina en dos estados, pero no esclareció su punto de vista en cuanto a los atropellos del estado sionista ni cómo acabar con los asentamientos colonialistas; tampoco exploró cómo resolver el problema de los derechos de los palestinos.

Sin embargo, desde muchos ángulos, los dos arquitectos documentan y analizan con novedad la historia de los sionistas y la justicia innegable de los reclamos palestinos de tierra. Evaluada desde nuestra perspectiva internacionalista proletaria, su obra recalca la necesidad de una solución radicalmente nueva que cree un estado palestino secular y democrático. Quizás por eso la prohibieron. Es una lástima que La arquitectura israelí no se presentara en el Congreso Mundial de Arquitectura, pero no se podrá impedir que se presente ante el mundo entero.

*El texto completo de "La política de la verticalidad" está en inglés en www.openDemocracy.net


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