Jóvenes rebeldes se manifiestan

D.C.: Protesta multitudinaria contra los crímenes del FMI

Bill Swain

Obrero Revolucionario #1171, 20 de Octubre, 2002, posted at http://rwor.org

Del 27 al 30 de septiembre, miles de jóvenes se dieron cita en Washington, D.C., para protestar contra los crímenes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, y contra los preparativos de guerra contra Irak. El día 27, la policía atacó una manifestación y arrestó a más de 600 personas. Al día siguiente, 10,000 manifestantes protestaron frente a la reunión del FMI y el Banco Mundial, y el 30 celebraron una protesta contra una guerra en Irak.

Como andaba con ellos en las marchas y protestas, tuve la oportunidad de platicar con muchos chavos y comprobar su gran decisión, manifestada a través de consignas, mantas, canciones y acciones audaces: ¡están decididos a luchar contra el FMI, la globalización capitalista y la ofensiva de guerra y represión que Bush y el imperialismo yanqui imponen al mundo! Y ese movimiento de chavos indignados por los incontables atropellos y injusticias del sistema contra los pueblos del mundo está cobrando fuerza.

Tras el arresto de 100 manifestantes en la calle Vermont y K, un joven me dijo: "La policía golpeó parejo a jóvenes y mayores, hombres y mujeres. La neta, eso fue terrorismo. Nos arrinconaron y por eso enganchamos los brazos, pues nos caíamos encima de otros y casi nos aplastamos porque nos tenían muy pegados. Vi que unas chicas bajas se cayeron y las pisotearon. Fue horrible. Golpearon a todo mundo y luego soltaron a algunos. Eso fue terrorismo; una muestra de que en realidad vivimos en un estado policial".

En medio del ruido de las sirenas, platiqué con una pareja de la Universidad Allegheny, en la parte occidental de Pensilvania. El muchacho dijo: "Necesitamos un movimiento más grande en este país, pero está cobrando fuerza y será mejor... Martin Luther King dijo: `Nadie es libre mientras unos sufran opresión'. Es la neta aquí en Estados Unidos y tenemos que luchar por nuestros hermanos en Irak, a quienes Bush también acosa. Debemos luchar solidariamente con los argentinos, los palestinos".

Al despedirnos, me dijo: "No hay peor lucha que la que no se hace. Prefiero morir de pie que vivir de rodillas". Pregunté si pensaban ir a la protesta del 6 de octubre de No en Nuestro Nombre en Nueva York. Sonrieron: "¡Simón! ¡Segurísimo!".

En frente vi un masivo destacamento de policías que cercaba a los manifestantes frente a Citibank. La prensa acreditada de la Casa Blanca entrevistaba a los jóvenes. En tono desdeñoso una reportera preguntó: "Esta protesta, ¿para qué sirve?". Una estudiante respondió enseguida: "El FMI y el Banco mundial tienen muchos proyectos que perjudican a los países del tercer mundo. El año pasado, estuve en Nicaragua y lo vi directamente. Conocí a una señora que trabajaba en una zona de libre comercio donde las transnacionales ponen maquiladoras en países como Nicaragua. Pagan salarios de miseria y no dan descansos, no permiten ir al baño y cosas por el estilo; así que la señora se puso a organizar un sindicato. La despidieron y la pusieron en una lista, y no podía conseguir empleo. Tuvo que irse a Costa Rica y ahora sus niños de cinco y siete años no la tienen a su lado por culpa del FMI y el Banco Mundial. Estados Unidos y otros países ricos consumen lo que el tercer mundo produce. Es una relación muy injusta. Por mi parte, opino que en países como Nicaragua deben tener la oportunidad de ganarse la vida. Por eso me sumo a esta manifestación".

Como una ventana estaba quebrada del Citibank, la reportera soltó un sermón de que eso perjudicaba la causa. Un chavo le miró a los ojos: "Las sanciones económicas estadounidenses contra Irak causan más muertes cada mes que los ataques a las Torres Gemelas". Otro le entró: "Siempre justifican la violencia de Estados Unidos. Aquí estamos manifestando que no estamos de acuerdo".

Cuando me iba, alcancé a ver a unos 25 manifestantes que echaron a correr perseguidos por policías en moto. En medio del escándalo tocaron el tambor y gritaron una consigna que me viene a la mente cada vez que el gobierno fanfarronea sobre la necesidad de bombardear Irak: "Sangre por petróleo, ¡NO! Sangre por petróleo, ¡NO! Niños muertos por petróleo, ¡NO!".

Hubo un plantón en la plaza Libertad en que todos se acostaron en el suelo simulando muerte en masa; arrestaron a 300 sin advertencia. Después acompañé a un compañero que vendía el OR al parque Farragut, donde unos mil chavos celebraban un mitin con música y discursos. Cantaron de la masacre de docenas de aldeanos en una boda en Afganistán por soldados yanquis: "Nos dispararon el día de mi boda. Mi familia rogaba y rogaba. Mi bella novia angustiaba en el día de nuestra boda. La tuve entre mis brazos y la vida se fue de sus ojos... Dejaron pudrir los cadáveres de mi familia... El fuego yanqui me llevó a la tumba... Mi sangre corría a chorros el día de mi boda". Me quedé pasmado, pensando en ese horror y en todas las pesadillas que el imperialismo yanqui ha desatado contra el pueblo de Afganistán y los pueblos del mundo entero.

Un estudiante que se dedicaba a movilizar para la manifestación del lunes 30 contra la guerra a Irak me dijo: "Los compañeros están trazando las conexiones entre la guerra y la protesta contra el FMI. Empiezan a darse cuenta de que las grandes corporaciones que dominan el mundo están trabajando de la mano con los belicistas de Estados Unidos que instan a invadir a Irak".

Una estudiante de 19 años dijo que se enteró de la protesta en su clase de inglés en la Universidad Kent State en Ohio, y tres días después se encontraba rumbo a D.C.: "Creo que la mayoría de los estadounidenses no están conscientes de lo que pasa ni de cómo los afectará una guerra contra Irak, ni tampoco captan la neta de la guerra en Afganistán". Su amiga dijo: "Este gobierno es ilegítimo. Nos proponemos deshilachar el traje del emperador para que todo mundo vea que pregonan puras mentiras, y causan muerte y destrucción que solo beneficia a los ricos y al poder".

Una chava de 16 años vio la protesta en el noticiero y se lanzó para el centro, aunque su padre quiso detenerla. Dijo: "No estoy de acuerdo con que despojen a las naciones más pequeñas y pobres de su dinero. Este país se lo pasa diciendo que quiere ayudar a todo mundo, pero si quiere ayudar, no debe darles una puñalada por la espalda, arruinar sus economías. Estrellar aviones contra edificios no tiene justificación, pero tampoco me parece correcto aprovecharlo para soltar bombas contra la población del Medio Oriente y robar su petróleo. Ese es el verdadero motivo de la guerra, no compasión por los que sufrieron".

El sábado, nuevamente miles de personas participaron en una marcha y mitin en el parque Farragut, donde unos chavos se pusieron a quemar una bandera yanqui (¡órale!). En eso me topé con un militante de la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria, quien me dijo: "¡Está de pelos que todos esos chavos se hayan lanzado a protestar! Es muy importante, sobre todo dado lo que Estados Unidos hace en todo el mundo: Palestina, Afganistán, Irak. Es importante destacar eso en las protestas contra la globalización. Muchos compañeros están trazando las conexiones, y qué bueno porque es muy necesario conectar la lucha contra la globalización y la lucha contra la guerra, e infundir una posición anticapitalista".

Marchamos al edificio donde celebraban la reunión del FMI y el Banco Mundial; estaba resguardado por un cordón policial muy fuerte. Un joven anarquista me dijo: "Ayer, la policía nos ganó la partida, pero la ciudad estaba vacía. Se produjeron grandes embotellamientos que duraron horas y muy poca gente andaba en el transporte público. Muchos faltaron al trabajo. Hicimos un gran relajo, a tal grado que mucha gente se despertó de la rutina".

Al final de la jornada, aunque la letra dolorosa de la canción sobre la masacre de la boda en Afganistán no se me quitaba de la cabeza y aunque las legiones de policías lograron mantenernos lejos de la reunión del FMI, las acciones de los chavos me sirvieron de acicate: corrieron por las calles; trastornaron la rutina en la capital; se mantuvieron firmes ante los cordones policiales, los arrestos y golpizas; y corearon consignas de libertad. Todo eso fue como un gran grito al mundo: ¡A LUCHAR! ¡A LUCHAR POR UN MUNDO DIFERENTE!


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