Empieza nuestro toque de tambor

Ala roja

Obrero Revolucionario #1172, 27 de Octubre, 2002, posted at http://rwor.org

Esta pulsación
este latido
es más fuerte
que la muerte.
Sus tambores de guerra
no son más fuertes
que este aliento.

Suheir Hammad, 3 de octubre, Nueva York

Nueva York: Entrando al auditorio de Cooper Union, la historia era palpable. Desde hace casi 150 años poetas, presidentes y rebeldes han subido al escenario a trabarse en debates que han moldeado y sacudido la estructura social del país. La noche del 3 de octubre llegamos a una Velada de Conciencia invitados por los signatarios de la Declaración de Conciencia de "No en nuestro nombre". A lo largo y ancho del país la atmósfera de guerra y la locura aschroftiana habían llegado a niveles sofocantes; aquí, entre las viejas columnas, podíamos respirar.

Al sentarme oí una comparación de este momento con 1967, cuando un grupo de intelectuales publicó un "Llamamiento de resistencia a la autoridad ilegítima", en solidaridad con la generación que quemaba las tarjetas de servicio militar y se oponía a la guerra de Vietnam. Y en el transcurso de la velada se hizo palpable la conexión de los mil asistentes y de una marea emergente con el potencial de mover a millones.

El actor Ed Asner tomó el micrófono y el teatro se desbordó de aplausos de reconocimiento a las valientes voces de escritores, artistas, intelectuales y líderes de movimientos sociales que se unieron para publicar la primera crítica detallada de las medidas de guerra y represión post-911 del gobierno de Bush, y el primer llamamiento a la resistencia.

"Que no se diga que en Estados Unidos nos quedamos callados cuando el gobierno declaró una guerra sin límites e instituyó severas medidas represivas".

Con estas palabras de la Declaración de Conciencia de "No en nuestro nombre", Asner dio comienzo a una velada de poesía, canción y teatro, una velada valiente y hermosa, compleja, chistosa y que nos hizo reflexionar.

Wallace Shawn y Andre Gregory recrearon su famosa conversación cinemática de My Dinner With Andre.Wallace encontró un pasaje de "El diálogo meliano" de Tucídides sobre las ambiciones de la antigua Atenas y las amenazas de guerra contra el pueblo de Melos, que se aplica a la perfección al orgullo desmedido de la presidencia de Bush. Esto empató con una sesión muy divertida entre "Estados Unidos de América" (Wallace) y su psiquiatra (Andre), titulada "Terapeuta de política exterior".

Danny Glover leyó un pasaje mágico del libro Matadero Cinco de Kurt Vonnegutt (uno de los signatarios), en que el personaje Billy Pilgrim imagina que la máquina y la destrucción de la guerra se deshace, como una película vista hacia atrás.

*****

Los artistas nos conectaron con el pueblo de Irak, Palestina, Afganistán, Filipinas, y con los inmigrantes del sur de Asia y del Medio Oriente que están detenidos en la "tierra de los libres".

Mientras Jessica Hagedorn y JoJo González cantaban "Tus lágrimas se han secado, patria mía" (Kung Tuyo Ang Luha Mo, Aking Bayan), escrito en 1933 por el poeta filipino laureado Amado V. Hernández, las tropas de la máquina de guerra yanqui se preparaban, en alguna parte, para realizar ejercicios militares en Filipinas.

Eve Ensler, creadora de Los monólogos de la vagina,representó el viaje de una joven palestina que sale en una misión suicida y decide devolverse. Ellen McLaughlin recitó un trozo de la obra Homebody/Kabul (de Tony Kushner) en que una señora de clase media entra a una tienda afgana de Londres buscando sombreritos de fiesta y encuentra las contradicciones actuales del pueblo de Afganistán. El actor David Anzuela leyó un trozo de "Anthem" (de Richard Montoya del grupo de comedia Culture Clash), que explora los dilemas internacionalistas de un actor chicano a quien le asignan que escriba un himno a Estados Unidos.

En "Septiembre 4, 2002", el poeta Suheir Hammad explora el paisaje post-911:

"La prensa busca a América,
lo que América piensa y quiere.
Díganle a la prensa que busque
en los centros de detención...
Una mariquita me adoptó y está en mi cocina ahora,
roja, negra y viva. Yo la saludo,
pero le digo que estamos en un tiempo
en que los seres vivos deben tener cuidado.
Ella se cuida. Yo sufro".

*****

El guionista Jeremy Pikser (Bullworth) habló de los orígenes de la Declaración de Conciencia que reunió a toda esta diversidad de artistas:

"En los días horribles después del 11 de septiembre, en las semanas y meses siguientes, cuando parecía que vivíamos en un infinito mitin de Nuremberg, un grupo concibió una idea, y la idea era que si pudiéramos reunir voces de conciencia, voces respetadas, en una declaración de oposición, quizá podría abrir un espacio en que se sintiera que la resistencia era posible; podría proponer un vocabulario para expresar la oposición; podría hacer que no se sintieran solos...".

Tras invitar a sumarse a una delegación que iba a leer la Declaración de Conciencia el 6 de octubre en el parque Central, Pikser dijo: "La resistencia tiene una voz. Pero una voz no es suficiente y una declaración de conciencia no equivale a tener la conciencia tranquila.Hasta que no paremos lo que está haciendo nuestro gobierno no tendremos tranquilidad".

La publicación de la Declaración de Conciencia el 19 de septiembre en el New York Times electrizó a cientos de miles por todo el país. El impacto se sentía esta noche. Y en el transcurso de las presentaciones de artistas y escritores, se vio lo que significaba para ellos ir contra la corriente en tiempos tan peligrosos.

Esa mañana, Ed Asner contó por el programa de radio "Democracy Now" cómo años atrás cancelaron su programa de TV "Lou Grant" porque protestó contra la injerencia militar en Centroamérica. Y aquí estaba ahora, representando a un actor de Hollywood investigado por el senador McCarthy en la fiebre anticomunista de los años 50, en la obra "żEs o ha sido alguna vez?" de Eric Bentley.

El cantante Pete Seeger adaptó la canción "Si tuviera un martillo" para expresar lo urgente que es la oposición en estos momentos.

Suheir Hammad nos llevó al desafío del presente.

No bailaré
al son de sus tambores
de guerra...
No bailaré
al son de su
inventada guerra...
Haré
mi propio tambor.
Reuniré a mis seres queridos
y nuestro canto
será baile.
Nuestro tarareo
será un tamboreo.
No me usarán.
No prestaré
mi nombre
ni mi ritmo
a sus tambores de guerra.
Bailaré y lucharé
y bailaré y persistiré
y bailaré.
Esta pulsación
este latido
es más fuerte
que la muerte.
Sus tambores de guerra
no son más fuertes
que este aliento.

El historiador Howard Zinn celebró la resistencia con poemas de Daniel Berrigan y Marge Piercy. Con una intensidad contenida, Marisa Tomei nos sacudió con las palabras del último poema del escritor revolucionario Bertolt Brecht:

"Y yo siempre pensé:
las palabras más sencillas bastarán.
Cuando diga cómo está la situación a todos se les hará trizas el corazón.
Que te hundirás si no te pones de pie.
No puede ser que no lo veas".

El punto focal de la noche fue cuando Tony Kushner se puso a desbarrar y despotricar en una perorata que materializó el espíritu de la Declaración de Conciencia de "No en nuestro nombre".

"Hoy en Cooper Union creo que soy parte de un comienzo... Hace poco leí en el periódico que una característica que los biólogos examinan para determinar si un animal es parásito es que si es parásito, pierde, en el curso de siglos de evolución, muchas de sus características --se va volviendo como larva, más pálido, más liso, más resbaloso, más blando, más borroso, más apagado, más lerdo, más soso, más y más indistinto cuanto más vive chupando la vida de otros animales, su inutilidad abruma su especificidad, lo leí en el New York Times y cuando volteo la página, ˇahí está! ˇPrueba de que los biólogos están en lo cierto! George W. Bush sin ojos, sin labios, sin inflexiones vocales, sin sesos, con un dominio de la palabra tan difuso como su capacidad de tragarse un pretzel sin comprimir el nervio vago y desmayarse en frente de sus dos perros desinteresados; ahí estaba el insulso, inepto, inelegido, indeseable, inaceptable, inconexo, incompetente parásito, y creo que, aunque es peligroso, es algo del pasado (ˇy las cosas del pasado son peligrosas cuando deambulan en el presente!)

"Creo que nuestra angustia es una mentira que nos decimos. Porque este es un momento de la historia que requiere que empecemos...".

El piano nos llevó de ese apasionado llamamiento a la resistencia a un escenario de cabaret, donde el pícaro Oscar Brown Jr. nos hizo carcajear con un blues titulado "Bullshit" que descuartiza la hipocresía de los poderosos y pone al descubierto que "el emperador no tiene traje".

Cuando los signatarios se reunieron en el escenario y empezaron a declamar la Declaración de Conciencia, el público se inclinó hacia delante. "Que no se diga...", empezaron. Y a medida que leían, uno por uno, capté la increíble concentración de energía creativa que representan los signatarios, entre quienes figuran Robert Altman, Zach de la Rocha, John Sayles, Susan Sarandon, Edward Said y Mos Def, por nombrar unos pocos. Y capté la realidad del nuevo comienzo que emprendieron colectivamente.

"Que el mundo oiga nuestra promesa: nuestro compromiso es oponernos a la maquinaria de guerra y represión y movilizar a los demás a mover el cielo y la tierra para pararla", la voz grave y directa de Ed Asner pronunció las últimas palabras. Estábamos de pie. Juntos. Salimos revigorizados, expectantes, listos para empezar.


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