Resueltos a parar la guerra

Obrero Revolucionario #1175, 17 de noviembre, 2002, posted at http://rwor.org

El 26 de octubre en las calles de este país se vio una gran oposición a la amenaza de guerra contra Irak: más de 100,000 personas en Washington, D.C., y unas 80,000 en San Francisco. Este informe sobre las opiniones y motivos de los manifestantes viene del corresponsal del OR Bill Swain y de nuestro corresponsal en San Francisco.

En el bus que iba de Cleveland (Ohio) a la marcha del 26 de octubre en Washington, D.C., pensaba en la importancia del hecho de que el pasado 6 de octubre, miles y miles de personas dijeron la Promesa de Resistencia, que comienza así:

"Creemos que como habitantes de los Estados Unidos,
tenemos el deber de
resistir frente a toda injusticia
hecha por nuestro gobierno en nuestro nombre
No en nuestro nombre..."

Entre las conversaciones y las siestas durante el largo viaje, pensaba que los horrores que el gobierno estadounidense planea para Irak, la hipocresía de "liberar" a su pueblo con "un cambio de gobierno", las mentiras que la Casa Blanca vomita... todo eso está sacudiendo a miles de personas y las está llevando a oponerse a esa guerra.

Mientras miraba las montañas de Pensilvania en la oscuridad de la noche, me acordaba de lo que escribió Bob Avakian el 12 de diciembre de 2001: "Debemos plantear la visión de un movimiento contra los actos de guerra y represión de `nuestro propio' gobierno que llegue a todo rincón del planeta, un movimiento tan recio y pujante que no sea posible ocultarlo de las masas del mundo, ni de las masas de los países y regiones que son blancos de la agresión del imperialismo yanqui y que justamente son `semilleros' de odio `a América'".

Desde el momento en que nos bajamos del bus unas horas antes del mitin, hasta que nos subimos para regresar, conocimos a muchísima gente que quería contarnos por qué fue y por qué pensaba que urge forjar un movimiento fuerte contra la guerra a Irak.

Llegamos a Washington, D.C., en la mañanita y en un café me topé con unos estudiantes de la prepa Yellow Springs. Una chava me dijo: "Al principio, no quería venir porque era un lío. Pero como iban a ir muchas personas, me animé. Quería ser parte de la revolución o lo que sea. En la radio, escuché a una persona que decía que Bush es un Hitler moderno que quiere dominar el mundo". Un compañero de clase interrumpió: "Así es Estados Unidos. A la gente de otros países le quita cosas que han hecho toda la vida. Como en África. Nosotros [el gobierno] decimos que respetamos a todos, pero en realidad de ninguna manera respetamos las culturas de otros pueblos... Estados Unidos quiere todo el poder para sí mismo. Quiere hacerse más fuerte y más poderoso".

Otro estudiante dijo: "Debemos unirnos porque tenemos voz. No somos los únicos que estamos protestando contra esta guerra, también lo han hecho en Berlín y otros lugares del mundo. Aquí mucha gente no quiere guerra. Es chido estar aquí haciendo algo en vez de quedarme en casa mirando las protestas en la tele. Es padre alzar la voz y decir: `Me opongo totalmente'. Me siento activo con tantas personas aquí".

Una de las chavas sonrió: "Me sorprendieron algunas de las personas que se subieron al bus. Hay un chavo de la escuela quien dijo el día del 11 de septiembre: `Vamos a hacer añicos a esos camellos', algo así. Y vino con nosotros, está aquí. (Ja, ja). Quizás estamos influyendo en él".

Agregó: "Tenemos armas nucleares para bombardear a otros países. ¿Qué es eso?". Imitó el hablar de los voceros del gobierno: "`Las usamos en el pasado, pero eso no es importante. Es posible que Uds. las usarán contra nosotros, así que vamos a declararles la guerra a pesar de que ya hicimos nosotros todo lo que los acusamos de querer hacer'. ¡Tanta hipocresía! Ay, no lo aguanto".

Al caminar al lugar del mitin, vimos que llegaba gente de todas las direcciones. Por dondequiera que se miraba, centenares de personas se transformaban en miles.

Me acerqué a un grupo de iraníes que estaban distribuyendo calcomanías que decían: "Iraníes-americanos contra la Guerra". Un señor me dijo: "Estados Unidos está haciendo sufrir más al pueblo iraquí ahora que en los 12 años pasados. No nos preocupa Saddam, nos preocupa el pueblo de Irak. Ellos jamás han odiado al pueblo estadounidense y de todos modos no es nuestra responsabilidad ser la policía del mundo. Los imperialistas tienen armas de destrucción masiva. ¿Qué derecho tiene Bush de ordenar que todos [los demás países y la gente de Estados Unidos] pidamos guerra? Después de Irak, tal vez el próximo blanco será Irán, y tenemos que hacer todo lo posible para acabar con esta guerra de Estados Unidos contra todo el mundo".

Miles y miles de personas que nunca van a protestas sintieron la necesidad de estar presentes para demostrar, en la capital y frente a la Casa Blanca, la gran oposición que hay a la guerra. Muchos se sienten traicionados por los congresistas demócratas que apoyan la marcha hacia la guerra, y el resentimiento es generalizado a raíz de las elecciones presidenciales de 2000 y de que Bush no se eligió legítimamente. Muchos lamentaron la muerte del senador Paul Wellstone y no pocos sugirieron que lo mataron, un indicio claro de que piensan que la estructura de poder está dispuesta a todo para conseguir sus fines. Miles de personas se pusieron las calcomanías de ¡Rehusar y Resistir!: "Alto a la guerra; No al estado policial; otro mundo es posible".

Me acerqué a una pareja cincuentona que vino de Filadelfia. El señor me dijo: "La última vez que estuve aquí fue en 1968 cuando protesté contra la guerra de Vietnam. Fuimos al Departamento de Justicia. Ahora es la primera vez que siento que me necesitan de nuevo". La señora dijo: "Durante la guerra de Vietnam, nos costó mucho tiempo construir el movimiento. Esta vez no tenemos el lujo de tiempo porque hay que parar la guerra antes de que empiece. Hay que hacer algo. Nos inquieta todo lo que está pasando, hablamos de eso y cuando nos enteramos de la marcha, dije que tenemos que ir y no solo hablar. Unos se quedan sentaditos en la sala, hablan y hablan, pero no hacen nada. Hay que hacer algo. Al llegar aquí, temía que no hubiera mucha gente, pero veo ahora que somos probablemente unas 80 ó 100 mil personas".

Un chavo negro de Paterson, Nueva Jersey, me dijo: "No me gusta ser controlado por un gobierno capitalista. Es corrupto cómo hacen las cosas. La guerra, que se vaya a la chingada. Tanta gente está aquí. Me hace sentir muy fuerte. Vine con un grupo de Nueva Jersey. Decíamos que todo ese rollo del gobierno está mal. Aquí veo a puertorriqueños, a negros, a blancos, a coreanos y es bello. Unos dicen que no tenemos voz, pero si hablamos así nos derrotaremos. Al juntarnos, una voz solitaria se vuelve grandísima".

Un iraquí de 18 años me dijo con intensidad: "Tenía la obligación de estar aquí. Sobreviví la guerra del Golfo en Bagdad, así que me tocaba muy personalmente. Me acuerdo perfectamente cómo fue la guerra del Golfo. Destruyeron hospitales y sistemas de purificación de agua, no había comida ni aspirinas ni analgésicos. Las camillas en los hospitales son escasas y casi no sirven para nada. Es peor de lo que puedas imaginar. Es todo lo que puedo decir. Ya no hay nada para bombardear en Irak. Al fin y al cabo, van a matar gente".

Una compañera repartía la Declaración de Conciencia de No en Nuestro Nombre y me dijo que muchas personas ya la habían visto; respondían: "Pues, sí, la tengo puesta en el refrigerador". Pensé en todo lo que había pasado desde que la declaración salió en el New York Times a mediados de septiembre y en cuánto se habían multiplicado las protestas en pocas semanas desde el 6 de octubre.

Me uní a la marcha por un rato. Me conmovió la intensidad de los coros de "Guerra contra Irak, ¡¡¡No en Nuestro Nombre!!!". Una pancarta decía: "Alto a la guerra contra los pueblos del mundo"; y otra: "No nos quedaremos callados. No permitiremos la continuación de esta guerra contra Irak". Salí de la marcha para hablar con otras personas.

Dos señoras negras estaban caminando por la avenida Constitution y les pregunté por qué acudieron a la marcha. Dijo una: "Se ha derramado demasiada sangre. Esta guerra es para tener control y el petróleo es la razón de Estados Unidos para controlar a Irak. Nosotros los americanos no queremos morir por el petróleo. Habrá cientos de miles de muertos".

Me senté en la banqueta a esperar el bus y un amigo del proyecto No en Nuestro Nombre me presentó a una joven activista de Cleveland. Le pregunté su opinión del día. Le gustó la diversidad de los manifestantes y la fuerza que sintió cuando marchaban y coreaban juntos. Su lema favorito fue "Nos quieren callados, nos quieren mansos, ¡¡guerra contra el mundo, no en nuestro nombre!!".

Al subirme al bus, pensaba en todas las personas con quienes hablé y en que todas señalaron que nosotros, el pueblo, tenemos que pronunciarnos contra lo que hace el gobierno. En todas las conversaciones se traslucía que hay momentos en que se plantea con urgencia la necesidad de tomar la historia en nuestras manos y que estamos viviendo en momentos así.

SAN FRANCISCO

San Francisco, 26 de octubre: Cuando llegué a la estación MacArthur del BART (metro) en Oakland para ir a San Francisco la mañana del sábado, el 26 de octubre, percibí que algo estaba fuera de lo normal. La estación, generalmente vacía en las mañanas del fin de semana, estaba colmada de gente. Me metí en una cola de 50 personas a comprar el boleto y vi que casi todas tenían carteles o botones o calcomanías contra la inminente guerra a Irak.

Más tarde, quedó claro que se trataba de la protesta más grande en San Francisco por lo menos en 20 años. La calle Market se llenó completamente de gente; y horas después de entrar los primeros, otros seguían entrando a la plaza del centro cívico, el sitio del mitin.

Acudieron de todos los estados del oeste del país. Me atrajo una manta grande que decía "Arizona por la Paz". Al frente estaban Bush Papá y el "junior". Bush Papá traía puesta una camisa ensangrentada y llevaba un letrero que decía: "¿Tienes petróleo?". El "junior" estaba arrebujado con la bandera estadounidense y tenía enormes botas de vaquero. El compañero que levantaba la manta me dijo que vinieron de Tucson, donde: "Hay gente que está saliendo a oponerse a esta guerra que nunca ha protestado contra nada. Los excesos de esta administración están acabando con el conformismo".

Tres estudiantes de prepa de Santa Mónica estaban sentados en la banqueta viendo llegar a los manifestantes. Uno me dijo: "No creo que realmente se eligió a Bush, así que obviamente no tiene el derecho de mandarnos a la guerra. Por eso mucha gente se está juntando, para no ser huevones. No podemos pasar por alto que esto le importa muchísimo a tanta gente. Viajamos ocho horas en bus desde Los Ángeles y con nosotros vinieron centenares de personas más. Obviamente es importantísimo y si lo pasan por alto, pues no sé si tendré fe en nuestro país".

Otro corresponsal del OR habló con Gary, un veterano de la guerra de Vietnam que vive en Mammoth Lake, un pueblito rural del este de California. Dijo: "Tengo opiniones muy, muy fuertes sobre esta guerra y por eso estoy en una protesta por primera vez. Me alisté voluntariamente para la guerra de Vietnam y más tarde supe que fue una tontería involucrarnos. Así que ahora miro la política internacional más a fondo y creo que Bush está llevando al país en una dirección muy equivocada".

Gary agregó: "Veo a muchos estadounidenses que caen en la misma trampa que yo. Aprendí que es importante cuestionar al gobierno, especialmente cuando se trata de la guerra. Mucha gente perderá la vida y debe saber por qué está luchando. Si miramos todos los embustes que nos hicieron con Vietnam --del golfo de Tonkín al hecho de que Estados Unidos canceló las elecciones democráticas en Vietnam debido a la posibilidad de una victoria comunista-- y escuchamos a los líderes mundiales hablar de `libertad y democracia', eso no es lo que buscan. Lo que quieren es un gobierno que simpatice con los intereses de Estados Unidos, y así lo veo con Irak".

Marcharon muchos contingentes originales y creativos, como el contingente de "Mujeres poco razonables", vestidas todas de un color rosado flamante. Hablé con la autora antibélica Susan Griffin, quien formaba parte del contingente y me explicó su filosofía: "No vamos a transigir en cuanto a la Tierra... La idea del nombre la tomamos de Diane Wilson, quien lucha contra la contaminación del golfo de México... Ella dijo que las mujeres razonables se conforman con las circunstancias, pero las poco razonables las cambian".

El contingente No en Nuestro Nombre fue uno de los más animados. Marchó con un enorme globo terráqueo (cinco metros de diámetro) y 10 banderas con imágenes de la Tierra (montadas en palos de bambú de seis metros de largo). Centenares fingieron "morir" en medio de la calle Market para representar la gente que morirá a raíz de la guerra estadounidense sin fin. Docenas de inmigrantes mexicanos que miraban desde la banqueta se unieron al simulacro. Un minuto más tarde, los manifestantes se levantaron y gritaron: "¡Levántense con el pueblo de Irak, levántense con los pueblos del mundo!".

Un contingente de estudiantes y activistas filipinos también fue muy locacho. Muchos tenían puestas camisetas rojas con el lema maoísta "Servir al pueblo". Hablé con Mario, de Bayan, sobre la gran participación filipina. Dijo: "Estamos presentes para decir que la comunidad filipina se opone totalmente a esta guerra contra Irak y a la guerra de Bush contra los pueblos del mundo. Esta semana, Bush está enviando 10,000 soldados más contra el Nuevo Ejército Popular y los movimientos progresistas de liberación en Filipinas. Lo hace porque quiere reestablecer las bases militares yanquis".

Bajo una manta que declaraba "Antropólogos contra la Guerra", un profesor de la universidad St. Mary's me dijo: "Como antropólogos, miramos situaciones sociales y eso es lo que vemos aquí. La desigualdad. El control de los medios de producción. Por eso estamos presentes".

Mucha gente tenía mantas con imágenes del planeta. El contingente del Centro para la Paz y la Justicia del condado Marin puso esa imagen en grandes globos llenos de helio y media docena de banderas. Un participante del contingente habló del significado de la bandera: "Es muy importante dejar de pensar en términos de límites nacionales o incluso patriotismo... Si sabemos que en otros lugares la gente es como nosotros, reflexionaremos antes de lanzar bombardeos. Así que enarbolar la bandera de la Tierra en verdad es enarbolar el internacionalismo".

Hablé con dos chavas de Santa Rosa que tenían puestos los triángulos azules que distribuye la Red del Triángulo Azul. Dijo una: "Este simboliza a la gente desaparecida en Estados Unidos. Son musulmanes, árabes y otros desaparecidos, y sus familias no pueden localizarlos".

Al principio, el señor con la pancarta que decía "Licenciado de West Point por la Paz" dudó si hablar conmigo, pues escribo para el OR . [West Point es una exclusiva academia militar]. Pero opinó sobre la guerra: "Creo que esta guerra es incorrecta e inmoral. Estados Unidos solo actúa por una sed de imperio". Agregó: "En el ejército te dan poder y prestigio. Como oficial, todos te saludan. Te dan dinero. Pero es superficial".

Al salir, pensaba en los niños que mueren a consecuencia de las sanciones de la ONU contra Irak, en las bombas que mataron a tantas personas en Afganistán, en los árabes y musulmanes detenidos en cárceles estadounidenses sin respetar los derechos. Esperaba que las noticias de estas protestas masivas llegaran a todo el mundo, y que las muchas víctimas del imperialismo yanqui, al igual que los que luchan contra él, supieran que aquí en las "entrañas de la bestia" se alzaba la voz contra los soberbios gobernantes de Estados Unidos.

También pensé que no podemos quedarnos satisfechos, porque se necesitará mucho más para impedir que el gobierno de Estados Unidos embista contra Irak.


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