La evolución de los seres humanos

La ciencia de la evolución

Parte 6a: ¿De dónde venimos?

Ardea Skybreak

Obrero Revolucionario #1179, 15 de diciembre, 2002, posted at http://rwor.org

"¡Descendientes de los monos! Dios mío, esperemos que no sea verdad, pero si lo es, ¡recemos por que no se sepa!"

Comentario de la esposa del obispo de Worcester, Inglaterra, en el siglo 19, cuando se enteró de la teoría de la evolución de Darwin

"Los hechos son la información del mundo; las teorías son explicaciones propuestas para interpretar y coordinar los hechos. La evolución es uno de los hechos más sólidamente establecidos de la ciencia (tan cierto como que la Tierra gira alrededor del Sol)".

Stephen Jay Gould, paleontólogo y biólogo evolucionario altamente respetado

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¿Quiénes somos? ¿De dónde salimos? ¿Cómo será el futuro? El ser humano se ha hecho tales preguntas prácticamente desde que es ser humano. Es uno de los rasgos que nos hacen humanos: la capacidad de pensar, de hacer preguntas y de conversar sobre el presente y, también, sobre lo que pasó en el pasado y lo que puede pasar en el futuro. Eso no lo hace ninguna otra especie del planeta. Esa capacidad es lo que nos permite aprender de los conocimientos y tradiciones de nuestros antepasados (de los cuales conviene conservar unos y descartar otros); esa capacidad es lo que permite a generación tras generación de seres humanos seguir acumulando conocimientos y experiencias por medio de la revisión y modificación de interpretaciones previas, y por medio de nuevas exploraciones y transformaciones del mundo que nos rodea.

Pero además de esta increíble capacidad, también tenemos la capacidad y la tendencia de "inventar cosas" cuando no sabemos algo. Cuando inventamos relatos imaginativos sobre el futuro, los llamamos ficción científica o ciencia ficción, y cuando los relatos se imaginan lo que sucedió en el pasado se suelen llamar supersticiones o mitos . En la primera entrega de esta serie (La ciencia de la evolución, Primera parte: Panorama general, OR No. 1157, hablamos de los "mitos de los orígenes" o "mitos de la creación" que son el fundamento de muchas religiones de la actualidad (y seguramente de las religiones de la antigüedad que han dejado de existir). Los mitos de la creación sencillamente son relatos que los seres humanos de hace siglos o miles de años se contaban para explicar algo que no podían saber todavía: cómo surgieron los seres humanos.Tales relatos (contados en canciones y poemas en muchas culturas, y escritos en "escrituras sagradas" de autoría humana como la Biblia, el Tanak y el Corán) tienen detalles diferentes (que indican que se idearon en distintos lugares, épocas y ambientes físicos); pero todos tienen algo en común: dicen que al ser humano lo crearon hace mucho tiempo espíritus sobrenaturales misteriosos (dioses del sol, espíritus del agua, madres de la tierra o patriarcas barbados en las nubes), por lo general invisibles, a partir de un elemento terrestre, como el barro, y que después lo bajaron del cielo o lo sacaron de las entrañas de la tierra, y que de ahí en adelante se reprodujeron y poblaron la tierra (o la parte del planeta que fuera conocida a los autores del mito).

No me sorprende en lo más mínimo que los pueblos antiguos que vivían en un mundo precientífico inventaran relatos para explicar el origen del ser humano. El estudio de tales mitos hoy no dará una explicación verdadera de nuestro origen, pero podemos apreciarlos como poesía, canción y literatura, y podemos aprender mucho de la vida de los pueblos antiguos y de cómo veían su mundo.1

Es fácil ver por qué hace tiempo inventaban mitos de la creación, pero la evidencia histórica y científica actual demuestra que los relatos de la creación de todas las religiones del mundo en sí fueron "creados" por seres humanos . Los seres humanos también inventamos cuentos para los niños sobre Santa Claus o el ratón Pérez, pero todos sabemos que al crecer reconoceremos que son cuentos dotados de un propósito social. Los adultos se aferran a los mitos religiosos del origen de los seres humanos y demás seres vivos por las mismas razones sociales que los llevan a sentir la necesidad de la religión, así como también porque: a) durante la mayor parte de la existencia de los seres humanos no existían los métodos, las orientaciones ni los descubrimientos científicos que permitieran saber de dónde procedemos, a partir de los hechos, no de superstición y mito; y b) las divisiones y disparidades sociales que han existido en todo el mundo le han vedado el conocimiento científico a la mayoría de la humanidad, situación que continúa a la fecha.

Hoy la ciencia puede contestar clara y definitivamente la pregunta "¿de dónde venimos?". Desde la publicación en el siglo 19 del innovador trabajo de Charles Darwin sobre la evolución de la vida, los científicos han podido entender y demostrar científicamente cada vez más que todos los seres vivos del planeta (todas las plantas y los animales, y dentro de estos los seres humanos) están emparentados en distinto grado, y que todas las especies evolucionaron (se originaron y cambiaron) en el transcurso de cientos de millones de años por medio de un proceso llamado "descendencia con modificación" de una serie de antepasados comunes. Hoy es muy claro que a ese proceso lo moldeó en gran medida el mecanismo principal del cambio evolutivo que llamamos selección natural.2

Que la evolución opera por selección natural sobre poblaciones de individuos variados fue la "gran idea" de Darwin; pero no es apenas una "idea interesante" ni una "teoría sin comprobar" o especulación: es un hecho científico altamente comprobado. Se puede decir que prácticamente todo el progreso de la biología y ciencias afines de principios del siglo 20 hasta hoy ha sido una larga "prueba" de la teoría básica de la evolución de Darwin. A estas alturas se ha demostrado sin la más mínima duda que la vida ha evolucionado continuamente 3.5 billones (tres mil millones y medio) de años, que sigue evolucionando y que gran parte del cambio evolutivo (tanto de escala pequeña como de gran escala) se da por medio del mecanismo inconsciente de la selección natural. Además de probar que la evolución ocurre, la ciencia moderna ha demostrado cómo ocurre, en parte gracias a descubrimientos de la genética y la biología molecular posteriores a Darwin. La evidencia de la evolución pasada está en todas partes, en todas las especies vivas y en todos los fósiles de las especies extintas. Por otra parte, miles de estudios científicos demuestran que la evolución continúa. Las poblaciones de plantas y animales siguen cambiando (evolucionando) a lo largo de muchas generaciones (no "instantáneamente") gracias a la selección natural y fenómenos relacionados. (Las entregas anteriores de esta serie explican a fondo el proceso de la selección natural y dan ejemplos de evolución en acción a nuestro alrededor).3

El ser humano evolucionó de especies no humanas

¿Hay evidencia concreta de que los seres humanos (y no solo las otras especies de seres vivos del planeta) son el producto de la evolución biológica? ¿Hay pruebas claras de que descendemos de especies previas que no eran humanas? Sí, definitivamente, sin lugar a dudas. La evidencia de esto es muy clara.

El ser humano desciende de una larga serie de especies preexistentes que no eran humanas. La línea evolutiva que llevó a los seres humanos modernos (llamada la línea "homínida") se separó de una línea de simios (monos) africanos hace pocos millones de años. Otra rama de esa línea llevó a los gorilas y chimpancés modernos, nuestros primos evolutivos más cercanos. En los homínidos de nuestro lado de esa separación evolutiva están todas las especies más relacionadas a los humanos que a los chimpancés. Como veremos, ha habido muchas especies homínidas y se diferencian de sus antepasados simios porque eran bípedas (caminaban de pie). Representan varios pasos evolutivos intermedios entre los antepasados simios y los humanos modernos. Las especies bípedas más antiguas eran muy parecidas a los simios; las especies más recientes son más parecidas a los humanos modernos. Los paleontólogos (los científicos que coleccionan y analizan fósiles) continuamente hallan más y más fósiles de las muchas especies de homínidos bípedos (algunos vivieron al mismo tiempo), y estamos aprendiendo cuáles de esas especies fueron nuestros antepasados más directos y cuáles son ramas laterales de nuestro árbol genealógico que se truncaron. Los seres humanos actuales pertenecemos todos a una sola especie, la única que queda de la serie de especies homínidas. Al estudiar las especies antepasadas y los ambientes en que vivieron, aprendemos no solo quiénes fueron nuestros antepasados más directos sino también qué es ser plenamente humanos.

Con cada nuevo fósil que se encuentra, y con el correspondiente análisis y discusión por varios grupos de científicos, sabemos más detalles del desenvolvimiento exacto de la evolución humana. Queda mucho por saber, pero las líneas generales, el patrón básico, están tan claros que para la vasta mayoría de los científicos de todo el mundo quien no crea que los seres humanos evolucionaron de una especie preexistente es similar al que todavía crea que la Tierra es plana y que si navega hacia el horizonte ¡se despeñará del borde!

Los creacionistas aprovechan la ignorancia y la confusión que generan la falta de educación y la mala educación; mienten y tergiversan los hechos sabidos de la evolución, y quieren que la gente considere vergonzoso tener antepasados pre-humanos. Dicen que para los evolucionistas los seres humanos "no son diferentes a los monos de un zoológico", pero eso no es cierto. Lo que los evolucionistas dicen es que hay una abundancia de pruebas concretas de que: 1) los seres humanos descienden de antepasados similares a los simios; 2) los simios modernos como los chimpancés son parientes cercanos de los humanos; 3) los humanos y los simios todavía tienen en común muchos rasgos físicos y conductuales; 4) los seres humanos también tienen características evolutivas que les son exclusivas a ellos, y que obviamente hacen que sean diferentes de sus parientes simios.

Los creacionistas también sostienen que si las escuelas enseñaran que descendemos de animales, los niños "se portarían como animales" y caerían en la inmoralidad y el libertinaje. Esto es ridículo y es una falta de respeto a los jóvenes, las familias y su capacidad de reaccionar a la verdad. Igualmente, no capta que por más que descendemos de especies no humanas, tenemos características exclusivamente humanas que nos distinguen de nuestros parientes más cercanos de otras especies. Nuestro comportamiento (para bien o para mal) es inconfundiblemente humano.

La ciencia de la evolución demuestra que si pudiéramos caminar a lo largo del tiempo hacia atrás, a lo largo de toda la serie de especies antepasadas de las que descendemos, pasaríamos por la larga serie de simios pre-humanos que son nuestros antepasados más directos. Siguiendo hacia atrás, mucho después pasaríamos por los primeros mamíferos del tamaño de ratas que vivieron en los tiempos de los dinosaurios (de los que se derivaron especies tan diferentes como los osos, las ballenas, los perros y los seres humanos, en diferentes puntos de la historia de la evolución). Esos primeros mamíferos evolucionaron de una rama de reptiles con rasgos parecidos a los mamíferos, y los primeros representantes de los reptiles a su vez evolucionaron de una rama de los primeros anfibios (el grupo al que pertenecen las salamandras, las ranas y los sapos), que fueron los primeros animales que salieron del agua y caminaron en la tierra. Los anfibios por su parte evolucionaron de una rama de peces marinos que tenían un saco aéreo que parecía un pulmón y unas aletas cortas y gruesas que parecían patas, lo que permitió que pasaran tiempo fuera del agua. Los peces, a su vez, evolucionaron mucho antes de una rama de invertebrados (animales sin columna vertebral) marinos que evolucionaron de animales marinos más simples y primitivos, remontándose hasta las primeras formas de vida parecidas a las bacterias que empezaron todo el show evolutivo, que seguramente eran unas pocas tiras de ADN rodeadas de una especie de membrana celular. Así que al hablar de las raíces y de los antepasados de los seres humanos no hay que parar en los simios; hay que seguir hacia atrás hasta las primeras bacterias que salieron del caldo químico de las aguas del mundo hace unos 3.5 billones de años, ¡y reconocer que también son nuestros antepasados!

Por mi parte, esto no me asusta ni me inquieta. De hecho, me parece maravilloso que hayamos llegado a donde estamos gracias a una mezcla tan diversa de antepasados. ¡Naturalmente, reconocer la evidencia de nuestras raíces no quiere decir que vamos a comenzar a portarnos como bacterias, peces o monos! Solo podemos "ser" lo que somos y portarnos como lo que somos: una especie distinta y bastante única: Homo sapiens.

Si somos una especie distinta y bastante única, ¿entonces qué importancia tiene saber de qué especies evolucionamos? ¿Es solo para hacer un álbum familiar de antepasados antiguos? Bueno, algunos estudian nuestros orígenes y antepasados por interés general y curiosidad, y eso no tiene nada de malo. Pero fuera de eso, es importante saber lo más que podamos sobre las especies de las que se deriva la especie humana por dos razones centrales:

1) Para quitarnos las telarañas de lo sobrenatural:

Cuanto más conozcamos la realidad concreta de los orígenes humanos, más podemos liberarnos de las supersticiones y las creencias sobrenaturales (creencias anticuadas que en realidad hacen daño a los seres humanos). Muchos de los que creen que nos creó un espíritu sobrenatural también tienden a aceptar las injusticias y los males sociales ("es la voluntad de dios"). Muchos también esperan pasivamente que ese espíritu venga a rescatar la humanidad en vez de hacer algo ellos mismos para cambiar los problemas sociales. Pero si conocemos los hechos concretos de la ciencia moderna y que los seres humanos, a pesar de ser especiales y únicos, somos simplemente el resultado de un proceso muy largo y completamente inconsciente de evolución biológica y selección natural que ha operado sobre todos los seres vivos por billones de años, eso nos puede ayudar a poner la situación en su debida perspectiva y a buscar soluciones al nivel social y práctico, no al nivel celestial y sobrenatural.

2) Para entender mejor quiénes somos, y nuestras necesidades y capacidades:

Cuanto más entendamos nuestros orígenes evolutivos, me parece que más entenderemos que nuestra especie está estrechamente entrelazada y ligada con muchas otras formas de vida de este planeta, y que por lo tanto no puede sobrevivir sola. Una importante implicación de esto es entender que si seguimos degradando gratuitamente ecosistemas enteros y llevando a la extinción a tantas especies, podemos desencadenar una cascada de efectos biológicos que vuelvan inhabitable el planeta para nuestra propia especie. Asimismo, si entendemos más los sucesos biológicos que ocurrieron cuando la línea humana evolucionó de las especies antepasadas preexistentes (las modificaciones e innovaciones evolutivas clave ), me parece que también entenderemos mejor que la evolución de nuestra excepcional flexibilidad conductual y de nuestra capacidad de aprender cosas nuevas nos libera de una rígida determinación por nuestros programas genéticos (¡somos mucho más que nuestros genes!).

Los seres humanos tenemos una increíble habilidad de transformar dramáticamente toda clase de aspectos de la naturaleza y de la sociedad, para bien o para mal. Esa habilidad se deriva de ciertos aspectos de nuestra evolución, que dieron como resultado una especie con una capacidad altamente desarrollada de interactuar conscientemente con el mundo que la rodea gracias al aprendizaje continuo, complementada por una capacidad altamente desarrollada de comunicación y coordinación social. No somos la única especie que adquirió la capacidad de aprender o de manipular el ambiente externo, flexibilidad conductual, y formas complejas de organización y comunicación social; todo eso se encuentra en distinto grado en otras especies, especialmente en los otros mamíferos sociales: los chimpancés elaboran y usan herramientas primitivas, los perros piden atención, los lobos enseñan a los lobatos a cazar, los elefantes aprenden a cuidar sus crías por medio del ejemplo, las ballenas enseñan a los ballenatos las complejas canciones con que se comunican, etc. Así que, especialmente de los mamíferos que viven en grupos, muchas especies adquirieron una capacidad impresionante de aprender conductas complejas que no responden simplemente a programación genética. Pero es innegable que la evolución de los seres humanos representa un salto cualitativo del desarrollo de esas capacidades. Ninguna otra especie del planeta tiene la capacidad del ser humano de transformar conscientemente el mundo. Precisamente porque es lo que nos hace inconfundiblemente humanos, debemos entender la naturaleza de ese salto y sus orígenes evolutivos.

Ya a fines del siglo 19 Darwin y otros científicos notaron los obvios parecidos físicos entre los humanos y los simios africanos modernos (gorilas y chimpancés) y sospecharon que el ser humano debió de evolucionar como una rama separada de un antepasado común. Darwin y amigos estaban en lo cierto, aunque la prueba no se obtuvo sino hasta el siglo 20.

Desde los tiempos de Darwin, los fundamentalistas cristianos han tratado de impedir que se conozcan las teorías científicas de la evolución y las grandes cantidades de evidencia científica concreta que han confirmado esas teorías. No quieren que la gente sepa que la vida en la Tierra se remonta 3.5 billones de años... porque la interpretación literal de la Biblia dice que empezó hace apenas unos pocos miles de años. No quieren que la gente conozca la evidencia científica que prueba que todas las especies vegetales y animales están emparentadas en mayor o menor grado ni que todas y cada una de las especies son el resultado de modificaciones evolutivas de especies anteriores... porque la Biblia dice que Dios creó todas las plantas y los animales por separado y al mismo tiempo. Pero más que nada, no quieren oír que los seres humanos evolucionaron de especies no humanas... porque la Biblia dice que "el hombre" es la "creación especial" de Dios, que fuimos creados a "su imagen y semejanza" y que fuimos creados para "señorear el mundo". Los hechos probados de la evolución contradicen todo esto. (Vea el recuadro "¿Seres humanos y dinosaurios? Otro absurdo creacionista").

¡Claro que no todos los que creen en la religión son locos fundamentalistas! Muchos cristianos abiertos y gente de otras religiones aceptan que la evolución es un hecho probado y adaptan sus creencias de modo acorde. Muchos creen, por ejemplo, que los seres humanos que escribieron los libros de la Biblia hace siglos tenían un conocimiento limitado y que por lo tanto la Biblia no se debe tomar "textualmente". La iglesia católica tuvo que hacer un "ajuste" similar cuando finalmente admitió que se equivocó al calificar de herejía y blasfemia la teoría de Copérnico (que la Tierra no era el centro del universo y que esta y otros planetas giraban alrededor del Sol). Las autoridades religiosas se opusieron fuertemente porque ponía en entredicho la visión bíblica de que el ser humano es el centro de la creación. Pero a fin de cuentas no fue posible negar la evidencia científica. ¡Copérnico tenía razón!4

Tanto la teoría de Copérnico como la de Darwin estremecieron el mundo de la religión organizada y recibieron grandes ataques de las autoridades religiosas porque ambas tumban al ser humano de su pedestal y demuestran que ni el ser humano ni la Tierra son el centro de todo, tal como lo plantea la Biblia. Las críticas actuales de la teoría de Darwin por los creacionistas se parecen a los desvaríos y las peroratas de la iglesia contra Copérnico y Galileo hace siglos.

Como punto secundario, ¿no es espeluznante que el actual presidente de Estados Unidos (el país más poderoso del planeta, que admite tener grandes cantidades de armas de destrucción masiva) diga que es un ferviente fundamentalista cristiano, que coincida abiertamente con muchos aspectos del plan político y social de los creacionistas fascistas cristianos de la "derecha religiosa", y que los promueva enérgicamente?

Conocer la evolución (y la evolución humana) es, primero que todo, conocer la verdad y hechos científicos comprobados. Pero conocer esos hechos y aprender a desenmascarar las mentiras de los creacionistas también puede asestar un golpe de resistencia contra un plan político y social reaccionario.

Hechos básicos de la evolución humana

¿Cuáles son, entonces, los principales puntos que debemos conocer de la evolución humana? Bueno, primero que todo debemos saber que no hay ni gota de duda de que somos parientes cercanos de los simios africanos modernos: de los gorilas y los chimpancés. Son nuestros parientes vivos más cercanos.Por lo tanto, estudiarlos puede brindar un mayor conocimiento de los muchos aspectos que todavía tenemos en común, aspectos que seguramente también tenían los antepasados comunes de los humanos y los simios que vivieron hace unos pocos millones de años, de los cuales se separaron la línea humana y la línea de los chimpancés. Estudiar a los simios también puede brindar un mayor conocimiento de sus diferencias con los seres humanos, y eso permite reconstruir los probables pasos críticos del camino que seguimos para llegar a ser plenamente humanos.

Al observar los simios en un zoológico, en TV o en su ambiente natural sorprenden sus obvias semejanzas físicas con los seres humanos, y también muchas conductas "casi humanas": su forma de jugar, de manipular objetos, de disciplinar o consolar a las crías, etc. Para un científico especializado en anatomía (el estudio de la forma y la función de las distintas partes del cuerpo) las semejanzas son más evidentes: la mayoría de nuestros huesos y órganos son similares a los de los simios, y eso indica que tenemos antepasados comunes. Nuestras diferencias más aparentes son: diferentes proporciones (tenemos los brazos más cortos y las piernas más largas), poco pelo en la piel, el pulgar más móvil, el cráneo alineado con la columna (lo que nos permite pararnos, caminar y correr de pie, en vez de inclinados en los nudillos como los simios), un cerebro proporcionalmente mayor y una capacidad más desarrollada de lenguaje complejo. Esas son nuestras diferencias más obvias. Volviendo a las semejanzas, las proteínas de la sangre y las moléculas de ADN de los seres humanos y de los chimpancés son casi idénticas. ¡La mayoría de los biólogos moleculares coinciden en que solo hay una diferencia del orden de 1% a 2% entre el ADN de los humanos y el ADN de los chimpancés!

Se sabe que cuanto más tiempo evolucionan por separado dos líneas que tienen un antepasado común, más diferencias tendrá su ADN. El análisis de las semejanzas y diferencias del ADN indica, por ejemplo, que los simios africanos están más emparentados con los seres humanos que con los micos (un grupo que se separó antes en la evolución de los primates). El hecho de que todavía existe una semejanza de más o menos 98% entre el ADN humano y el ADN de los chimpancés prueba sin lugar a dudas que las dos especies tienen un parentesco sumamente cercano. Con esa información, los biólogos moleculares han podido calcular que las dos especies tenían un antepasado común hace 5 millones de años, lo que es muy poco tiempo en la escala del tiempo evolutivo. (Vea el recuadro "ADN de chimpancé y humano: ¿Cuánto nos parecemos?").

Y hay fósiles: Muchos, muchos fósiles

En los tiempos de Darwin apenas empezaba la búsqueda de fósiles de posibles antepasados humanos, así que no se sabía si se encontrarían muchos fósiles, cómo serían (más parecidos a los simios, a los humanos o una mezcla) ni si confirmarían o refutarían la idea de que los seres humanos evolucionaron de antepasados parecidos a los simios que no eran humanos. Pero en el siglo y medio transcurrido desde la época de Darwin muchos equipos de científicos han encontrado miles de fósiles homínidos de distintas edades: fósiles que tienen menos de 200,000 años (que ya tienen la anatomía de humanos modernos); fósiles de varias especies que tienen de 1 a 2 millones de años (que no tienen la anatomía de humanos modernos pero que ya tienen algunos de los rasgos críticos que distinguen a los humanos de los simios y de los homínidos previos); y fósiles de varias especies que vivieron de 3 a 4 millones de años (muy parecidos a los simios pero que ya caminaban de pie).

Los fósiles homínidos de más de 4 millones de años son bastante raros hasta la fecha. Hace poco se encontró en Chad, África, un cráneo de 7 millones de años de lo que podría ser un homínido bípedo, a quien han llamado Toumai. Varios expertos están examinando la evidencia (por ejemplo, en qué parte del cráneo se conectan los músculos del cuello) y no todos están convencidos de que caminaba de pie. Sin embargo, si se llega a confirmar que era bípedo, sería lo más cerca que hemos llegado a encontrar un homínido que vivió en el tiempo de la primera divergencia de los homínidos bípedos de una línea de simios africanos. (Vea recuadro sobre Toumai).

Unos científicos creen que el bipedalismo pudo haber evolucionado (y desaparecido) más de una vez en los simios ancestrales. Sea cierto o no, es muy claro que la historia de la evolución humana no es un desarrollo en línea recta de una sola especie simia que dio origen a una sola especie bípeda homínida que llevó a los humanos modernos. Es algo mucho más complicado: en la actualidad se sabe con seguridad que entre los antepasados simios y los humanos modernos hubo olas sucesivas de muchas especies homínidas bípedas.Unas de esas especies vivieron cientos, miles o incluso un millón de años o más y se extinguieron. Unas fueron nuestros antepasados en línea directa; otras fueron ramas laterales de la gran familia homínida (que se extinguieron sin dejar descendientes modernos). En general, la evolución homínida se parece más a un arbusto con muchas ramas que a un camino en línea recta o una escalera de simio a humano. Los estudios de las semejanzas y diferencias de varias especies homínidas que vivieron en distintas épocas en los 5 millones de años pasados han proporcionado una gran cantidad de pruebas concretas de que los humanos modernos evolucionaron mediante una serie de modificaciones evolutivas paso a paso,desde nuestro antepasado homínido más similar a los simios, pasando por una serie de especies descendientes sucesivas (muchas de las cuales tenían rasgos intermedios entre los simios y los humanos modernos), hasta llegar finalmente a nuestra especie humana moderna hace aproximadamente 200,000 años.

¿Sabemos todo lo que hay que saber sobre los primeros orígenes de los seres humanos? Por supuesto que no. A veces parece que cada vez que uno abre un periódico encuentra otro hallazgo de un cráneo homínido o de una extremidad de una especie homínida que vivió hace millones de años. Cada vez que eso sucede, los equipos de expertos naturalmente se emocionan y pasan meses o años verificando la edad, examinando los rasgos, y catalogando parecidos y diferencias con los humanos modernos, con los simios actuales, con todos los fósiles homínidos encontrados en capas de roca de edad similar, y con todos los fósiles homínidos más antiguos y más recientes encontrados previamente. Así se reúne información que hace posible ver (tras mucho debate entre los distintos equipos científicos) dónde encaja un fósil en el árbol genealógico con relación a todos los otros fósiles encontrados.

Para repetir, en los tiempos de Darwin la idea de que los humanos descienden de antepasados similares a los simios era una idea sin probar. Darwin y otros científicos estaban bastante seguros de que debía de ser así por a) el hecho de que los humanos tenían muchos parecidos anatómicos con los simios y b) el hecho de que todos los otros seres vivos eran el producto de modificación evolutiva de varias especies preexistentes. Darwin y colegas (T.H. Huxley en particular) sospechaban que los seres humanos no serían una excepción a la regla. Pero las autoridades religiosas se pusieron energúmenas pues la idea de que el ser humano fuera producto de la evolución natural biológica y no la creación especial de un ser sobrenatural era una amenaza a todo su sistema de creencias y su modo de existencia. El mismo Darwin anduvo con pies de plomo en eso por los continuos ataques de los fundamentalistas religiosos, de la prensa popular y de los que se sentían amenazados por sus descubrimientos, así como por el hecho de que no tenía evidencia sólida para hablar de la evolución humana con la misma fundamentación que de la evolución de muchas otras especies.

Darwin sabía que si los seres humanos evolucionaron de una especie preexistente similar a los simios, sería posible hallar fósiles que conectaran las dos líneas, pero eso no se había hecho. Es más, antes de la época de Darwin no se sabía lo suficiente para buscar tales fósiles: los primeros de tales fósiles, que conocemos como Neanderthal, se descubrieron a fines del siglo 19, más o menos al tiempo de la publicación de la obra de Darwin El origen de las especies.De ahí en adelante, los científicos descubrieron muchos fósiles homínidos de transición entre los antiguos simios y los humanos modernos.

Los hallazgos de fósiles homínidos aumentaron mucho en el siglo 20, especialmente gracias al trabajo pionero de las tres generaciones de la familia Leakey en África oriental, y han sido muy numerosos en las últimas décadas. El problema actual no es la escasez de fósiles sino que hay tantos y se descubren con tanta frecuencia que es difícil catalogarlos. Hoy, a comienzos del siglo 21, podemos reconstruir una gran parte de nuestro árbol genealógico, pero nuevos descubrimientos de fósiles de especies variadas de homínidos siguen aportando información, y los científicos tienen que revisar o afinar la secuencia exacta y el grado de parentesco que conecta las distintas especies homínidas a la antigua especie simia antepasada, en una dirección, y a la única especie homínida que queda (la nuestra) en la otra dirección, a lo largo de un proceso de pasos evolutivos intermedios de millones de años. Como vimos, cada vez que se descubre un fósil por lo general empieza un proceso de meses o años de análisis y debate entre los equipos de científicos hasta que se llega a un consenso sobre el lugar del nuevo fósil con relación a los que ya se conocían.

Trazando una analogía, es como si un álbum de fotos de una familia de muchas generaciones se cae y todas las fotos se desparraman en el suelo. Ahora estamos tratando de reconstruirlo pero es difícil porque con el tiempo se perdió mucha información de los parentescos exactos . Las fotos de los antepasados más antiguos y más recientes son fáciles de identificar, pero en la mitad es difícil ver cuáles fotos son de parientes cercanos y de línea directa, y cuáles son de primos remotos. Incluso hay fotos que nadie sabe dónde van y que causan discusiones por años. Pero, con tiempo y paciencia, es posible sacar de las fotos (y de evidencia histórica asociada) suficiente información para poner todo el álbum más o menos en el orden correcto. Esto es una analogía, por supuesto, pero se parece mucho al trabajo actual de los científicos que están tratando de poner los detalles del gran álbum familiar que conecta los antepasados de hace millones de años y nuestra especie humana moderna (Homo sapiens) por medio de una serie de parientes intermedios: las muchas especies homínidas de transición.

Continuando con la analogía de la evolución homínida, se puede decir que "unas fotos todavía están en el suelo" (con toda seguridad se hallarán muchos más fósiles de homínidos antiguos); que "unas cuantas fotos seguro están mal puestas" (nuevas técnicas y conocimientos seguramente harán cambiar la relación de algunos fósiles de las especies homínidas); pero en general "muchas fotos están en su lugar". Mejor dicho, es sumamente importante entender que hay un acuerdo y consenso científico general sobre las principales relaciones y rasgos distintivos que permiten conectar las primeras especies bípedas y los humanos modernos por medio de una serie de pasos intermedios y modificaciones evolutivas a lo largo de unos cuantos millones de años.

Resumen

Permítanme resumir en pocas palabras lo que sabemos actualmente sobre la pregunta "¿de dónde venimos?". Sabemos que en un período de unos cuantos millones de años vivieron muchas especies de homínidos que caminaban de pie, y es claro que unas especies tuvieron mucho "éxito" (que sobrevivieron por cientos de miles o millones de años hasta que se extinguieron). También sabemos que en un mismo período de tiempo y a veces en una misma zona geográfica vivieron varias especies de homínidos que se diferenciaban un poco en los rasgos físicos (proporciones de los dientes y del cuerpo, tamaño del cerebro, etc.) y en las relaciones con el ambiente, por ejemplo el alimento (que se deduce de los dientes), y el uso de herramientas de piedra y posteriormente de fuego para obtener y procesar los alimentos. Sabemos que la evolución de los homínidos no "tenía"que desembocar en los humanos modernos, pero que lo hizo.Y sabemos, absolutamente sin la más mínima duda, que nuestros antepasados muy lejanos fueron una especie de simios y que de sus descendientes surgieron por una parte la línea que con el tiempo llevó a los simios africanos modernos (gorilas y chimpancés) y, por otra parte, una compleja serie de homínidos bípedos que con el tiempo llevó a los humanos modernos.

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Notas:

1. También podemos aplicar los métodos y las técnicas de la ciencia moderna para explorar por qué los seres humanos crearon las religiones en primer lugar o por qué muchos individuos todavía sienten la "necesidad" de la religión.

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2. Como vimos en las entregas anteriores de esta serie, la selección natural es un mecanismo relativamente simple: en un individuo pueden aparecer nuevos rasgos (novedades de forma o función que no tenían las generaciones anteriores) simplemente como resultado de varios tipos de recombinación de la variación genética heredable que tenía la generación de los padres; cuando esos nuevos rasgos dan al individuo una "ventaja reproductora" sobre los individuos que no los tienen (cuando permiten producir más descendientes que sobrevivirán y se reproducirán), los nuevos rasgos se transmitirán a una mayor proporción de los individuos de la población en las siguientes generaciones. De esa forma, los nuevos rasgos tenderán a extenderse por toda la población de plantas o animales. Eso suceder� automáticamente si los rasgos son heredables (se pueden transmitir de padres a hijos por la reproducción) y si dan a los individuos una ventaja reproductora de modo que quienes los tengan contribuyan más descendientes (en promedio) a las generaciones siguientes que quienes no los tengan.

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3. Primera parte, Panorama general OR No. 1157; Segunda parte, La evidencia de la evolución en acción nos rodea OR No.1159; Tercera parte: Una palabras sobre la adaptación OR No.1160; Cuarta parte: Cómo produce nuevas especies la evolución OR No.1163; Parte 4b: Más sobre el aislamiento reproductor, la especiación y el surgimiento de novedades evolutivas OR No.1164; Parte 5: La evolución es un hecho comprobado: La evidencia es concreta y proviene de muchas direcciones OR No.1170;

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4. La iglesia católica no tiene muy buena reputación de reconocer y aceptar los avances de la ciencia. El astrónomo Copérnico planteó que la Tierra gira alrededor del Sol (y no al revés, como se creía) en el siglo 16. El astrónomo Galileo comprobó que esta teoría era correcta a principios del siglo 17. La iglesia rechazó la evidencia científica pues mostraba que la Biblia tiene errores, declaró hereje a Galileo, lo metió en las cárceles de la Inquisición y lo obligó a retractarse. Eso fue en 1633. El papa finalmente admitió que Galileo tenía razón y que fue castigado injustamente... ¡en 1979!

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¿Seres humanos y dinosaurios? Otro absurdo creacionista

Como la Biblia dice que Dios creyó todos los seres vivos por separado la misma semana, los creacionistas hacen lo posible y lo imposible por negar la clara evidencia científica de que las especies evolucionaron una de la otra en distintos momentos de la historia de la vida en la Tierra (una historia de 3.5 billones de años). Una de las cosas que más los mortifica es la innegable evidencia de evolución de la línea humana: la gran cantidad de fúsiles de especies homínidas que caminaban de pie y claramente son una transición entre los simios antiguos y los humanos modernos. Los creacionistas dicen que los primeros Australopitecos eran "monos"; que los homínidos posteriores como el Homo habilis, Homo ergaster, Homo erectus, etc., que tienen características claramente intermedias entre los Australopitecos (que caminaban de pie pero parecían simios) y los humanos modernos, "son falsos"; y que el Homo sapiens es humano pero que no tiene la edad que muestran los fúsiles (más de 100,000 años). Torcer los hechos para encajarlos en sus convicciones religiosas es una especialidad de los creacionistas. Hasta hace poco decían que los seres humanos y los dinosaurios vivieron al mismo tiempo (conforme a la Biblia), y como prueba señalaban unas huellas de pisadas humanas en las mismas capas de rocas que unas huellas de dinosaurios en Texas. Pero hay un pequeño problema: las huellas de dinosaurios son auténticas (de antes de la extinción de los últimos dinosaurios hace 65 millones de años), pero las huellas humanas las cincelaron en las rocas en los años 30 (durante la Depresión), cuando la zona era un paradero turístico. Ahora los creacionistas no hablan mucho de esto.

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ADN de chimpancé y humano: ¿Cuánto nos parecemos?

Desde los años 70, varios equipos de científicos han comparado las proteínas de la sangre y el ADN de los seres humanos y los chimpancés con las técnicas de la biología molecular, y han encontrado un enorme parecido del ADN. Casi todos los equipos obtuvieron repetidas veces una semejanza de 98.5 a 99%. Como se sabe que a mayor tiempo de separación de dos especies más diferencias habrá en su ADN, se ha podido calcular que los chimpancés modernos y los humanos modernos tenían un antepasado común hace unos 5 millones de años. Comparado con la historia de 3.5 billones de años de evolución de la vida, 5 millones de años es un tiempo bastante corto. Últimamente la prensa ha sacado una racha de titulares al estilo de "Los chimpancés y los humanos no se parecen tanto como se pensaba". Eso puede llevar a pensar que los biólogos especialistas en evolución ahora no están de acuerdo en el parentesco de las dos especies ni en que descienden de un antepasado común. No hay tal desacuerdo. Los titulares parten del hecho de que Roy Britten, un biólogo de la universidad Cal Tech, midió las diferencias de ADN con una nueva técnica y encontró una semejanza de 95%. (La nueva técnica incorpora la medida de fragmentos de ADN que están en secciones "no funcionales"). Por contraste, los seres humanos y otros mamíferos más alejados, como el ratón ,solo tienen 60% de semejanza de ADN.

Cualquiera que sea el porcentaje (95%, 98.5%, 99%), es claro que los humanos y los chimpancés son parientes sumamente cercanos, y que los chimpancés son la especie a la cual más nos acercamos (teníamos más parentesco con las especies anteriores de homínidos, pero todas se extinguieron). El mismo Roy Britten señala que "una gran parte de esas variaciones de 5% son relativamente poco importantes" y sostiene que sus cifras corroboran la conclusión de que la línea humana y la línea de los chimpancés se separaron de un antepasado común hace unos 5 millones de años.

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¿Fue Toumai uno de nuestros antepasados?

El término "homínidos" se aplica a todas las especies más emparentadas con los seres humanos que con los chimpancés. A partir de estudios de ADN sabemos con certeza que los homínidos bípedos (que caminaban de pie) se separaron hace un poco más de 5 millones de años de una línea de simios africanos, de la cual también descienden los chimpancés modernos. Gracias a la abundancia de fúsiles, también hay bastante información sobre las muchas especies de homínidos bípedos (¡y hubo muchas!) que vivieron en África desde hace unos 3 a 4 millones de años. Pero los fúsiles de más de 4 millones de a&ntilos son raros porque las primeras poblaciones de homínidos seguramente eran pequeñas y porque las condiciones ambientales de ese tiempo (más húmedas) no eran favorables para la formación de fúsiles. Sin embargo hace poco se descubrió un cráneo de 7 millones de años en el Sahara, lejos de los sitios donde se han encontrado la mayoría de fúsiles de homínidos (en África del sur y oriental). Se le ha llamado Sahelanthropus tchadensis y se le ha apodado Toumai. Su descubridor, Michel Brunet, y otros expertos están convencidos de que caminaba de pie por la forma en que los músculos del cuello se conectan al cráneo. Si es cierto que Toumai caminaba de pie, sería el homínido más antiguo que conocemos y podría ser la primera especie bípeda que se separó de la línea ancestral de simios. Sin embargo, otros científicos dudan que el cráneo de Toumai pruebe terminantemente que caminaba de pie como los homínidos de hace 3 a 4 millones de años. Inclusive si caminaba de pie, puede ser un antepasado directo de la línea humana o no serlo, pues muchas especies homínidas fueron ramas laterales que se extinguieron. No sabemos cuál será la conclusión científica sobre Toumai, pero de todos modos el descubrimiento es importante porque muestra que es posible hallar fúsiles homínidos de más de 5 millones de años y que podrían encontrarse lejos de los sitios donde han aparecido la mayoría de los fúsiles.

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