Ardea Skybreak
Obrero Revolucionario #1183, 19 de enero, 2003, posted at http://rwor.org
Con toda seguridad en los próximos años se descubrirán muchas cosas que detallarán la compleja historia de la evolución homínida, pero la trayectoria general se puede resumir de la siguiente manera:
Todos los seres humanos que viven en la actualidad pertenecen a la especie Homo sapiens, que es parte de la familia Hominidae (los "homínidos"), la familia biológica a la que pertenecen los humanos, las especies que quedan de simios africanos (gorilas y chimpancés) y los simios asiáticos (orangutanes, con los cuales no estamos muy emparentados). Los seres humanos no descienden directamente de los chimpancés ni de los gorilas, pero hace millones de años teníamos una especie antepasada común: una de las muchas especies de simios que evolucionaron en el continente africano y que probablemente vivía en los árboles, comía frutas y hojas de los bosques, y era similar a los gorilas y chimpancés de la actualidad. ¡Los chimpancés y los seres humanos son parientes tan cercanos que del 98 al 99% de su código genético (ADN) es igual!
Comparando el ADN humano y de los chimpancés, los biólogos moleculares pueden calcular hace aproximadamente cuánto tiempo se "separaron" (divergieron) de una especie antepasada común nuestra línea evolutiva y la línea de los chimpancés.
Por medio de esta técnica, sabemos que la separación inicial ocurrió hace un poco de más de 5 millones de años. Una línea a la larga llevó a la especie de chimpancés modernos. La otra línea a la larga llevó a la especie humana moderna. La rama de los homínidos empezó con la evolución de un rasgo radicalmente nuevo: el bipedalismo. Aunque nuestros primeros antepasados homínidos eran muy parecidos a los simios, se paraban y caminaban en dos piernas.
Los homínidos bípedos obviamente tuvieron mucho éxito: se extendieron y generaron varias especies adicionales (cada una con sus propias características, pero todas bípedas). A lo largo de los siguientes millones de años la línea homínida bípeda dio origen a una gran variedad de especies. Unas de ellas son antepasados en línea directa de nuestra especie moderna; otras son como ramas separadas del mismo árbol familiar y representan sendas evolutivas alternativas. Muchas de esas especies vivieron por cientos de miles de años o más, y algunas tuvieron sus propias especies descendientes; pero en última instancia todas se extinguieron.
Sabemos que nuestra especie, Homo sapiens , es la "más joven" de todas las especies homínidas pues se separó de sus antepasados hace solamente 200,000 años. Hoy, todas las otras especies homínidas han desaparecido, pero hace 40,000 años había dos o quizá tres especies homínidas en el planeta:
1) nuestra propia especie, Homo sapiens , que evolucionó en África hace unos 200,000 años y empezó a extenderse por diferentes partes del mundo hace unos 50,000 años.
2) Homo neanderthalensis (los neandertales) en Europa y en el Medio Oriente, que era una especie humana diferente según indica el análisis molecular. Se cree que Homo neanderthalensis y Homo sapiens tuvieron un antepasado homínido común hace unos 600,000 años*.
Sabemos que poblaciones de Homo erectus empezaron a migrar de África hace más de un millón de años, y se cree que las especies de Homo neanderthalensis de Europa y del Medio Oriente evolucionaron de esas poblaciones migrantes de Homo erectus . Cuando el Homo sapiens moderno evolucionó un poco más adelante (hace unos 200,000 años) de descendientes africanos de Homo erectus , se extendió rápidamente y empezó su propia migración de África hace unos 50,000 años. Cuando llegó a Europa y el Medio Oriente coincidió (por miles de años) con poblaciones de neandertales. No sabemos cuánto se relacionaron estas dos especies humanas. Sabemos que aunque los neandertales tenían muchas herramientas de piedra, las poblaciones de Homo sapiens tenían herramientas "más avanzadas" y más complejas en diseño conceptual y ejecución técnica. Se han encontrado herramientas de Homo sapiens en sitios arqueológicos de neandertales, lo que indica que quizá los neandertales trataron de adoptar la tecnología más avanzada. No sabemos si los neandertales encontraron condiciones ambientales a las que no se pudieron adaptar o si las poblaciones de Homo sapiens tuvieron un papel más directo en su extinción (apoderándose de los alimentos y otros recursos o atacándolos). Pero sí sabemos que hace unos 35,000 años la especie Homo sapiens "reemplazó" totalmente a la especie neandertal.
3) descendientes de Homo erectus en el sur y el este de Asia: estas poblaciones también son descendientes evolutivos de las primeras poblaciones de Homo erectus que migraron de África hace más de un millón de años, mucho antes de que evolucionara Homo sapiens . Sabemos que llegaron a China y Java. También sabemos por el registro fósil que, como el Homo erectus africano del que descendieron, hacían una variedad de herramientas de piedra y usaron el fuego. Sobrevivieron en Asia cientos de miles de años hasta hace unos 30,000 años. No sabemos si Homo sapiens se relacionó con esas especies asiáticas de Homo erectus ni cómo pudo ser esa relación, pero sí sabemos que los últimos descendientes de Homo erectus asiático se extinguieron más o menos al mismo que el Homo sapiens moderno llegó a esas regiones.
De modo que tras salir de África hace unos 50,000 años, nuestra especie moderna de Homo sapiens reemplazó a todas las otras especies humanas dondequiera que fue. Hace 35,000 años era la única que quedaba.
Como hemos visto, la historia general de nuestra línea homínida se caracteriza por un patrón como de "arbusto" de múltiples especies y una sucesión de episodios de especiación y extinción. Este es un patrón común en la evolución de especies biológicas: una especie suele empezar cuando aparece una "novedad" evolutiva significativa (como el bipedalismo en una línea de simios) en una población pequeña que ha quedado aislada en materia reproductora de su grupo ancestral. Si la nueva especie no se extingue en poco tiempo, suele pasar por un proceso de radiación adaptiva:las poblaciones aumentan y se extienden a distintos lugares y después generan varias especies de descendientes en una o más olas de diversificación evolutiva. Muchos científicos creen que tales episodios múltiples de especiación suceden especialmente en épocas de cambios y trastornos ambientales.
Con el tiempo, sin embargo, el ritmo de especiaciones de una nueva línea evolutiva tiende a amainar y se reduce el ritmo de generación de nuevas especies. Con frecuencia se presenta la analogía de que un nuevo "arbusto" evolutivo al principio crece mucho y se ramifica, pero con el tiempo se achica por extinciones de especies.
Este patrón evolutivo, que se observa en la evolución de plantas y animales, también es el patrón de nuestra propia evolución: en la cúspide de la diversificación homínida (entre hace 2 y 3 millones de años) había una media docena de especies: unos de los últimos Australopithecines "gráciles", unos Australopithecines "robustos" y dos o tres especies de nuestro género Homo . Pero ese arbusto evolutivo se ha podado y solo queda una especie homínida: el Homo sapiens .
No es fácil establecer a partir de los fósiles los distintos grados de parentesco entre las especies homínidas ni definir las características de cada una, pero se pueden observar ciertos patrones generales: está bastante claro que se dieron dos coyunturas especialmente significativas (desde nuestra perspectiva) en el desarrollo del "arbusto" homínido; la primera fue el surgimiento de los primeros homínidos bípedos de una línea de simios africanos, que dio inicio a la línea homínida hace de 5 a 10 millones de años.
La segunda fue el gran aumento del tamaño del cerebro y capacidades relacionadas que acompañó el surgimiento de la primera especie homínida con ese patrón característicamente humano de desarrollo biológico "más lento", que lleva a que las crías nazcan poco desarrolladas y requieran un largo tiempo de cuidado paterno, con el beneficio (desde nuestra perspectiva) de que el cerebro sigue creciendo y desarrollándose mucho después del nacimiento . Este cambio crucial (asociado con una capacidad de aprendizaje mucho mayor, y mayor de lo que era posible anteriormente) es lo que para mí es el segundo gran salto de la evolución homínida, el que realmente distinguió al nuevo género Homo de los homínidos Australopithecines anteriores. Este cambio vino acompañado de otra serie de cambios anatómicos y de desarrollo, que de conjunto hicieron que estos homínidos fueran menos parecidos a los simios bípedos y más parecidos a los humanos modernos, por ejemplo: cuerpo más alto con brazos más cortos y piernas más largas; cara más aplanada y cráneo abovedado; cambios del tamaño, la forma, el crecimiento y el desarrollo de los dientes; mucho menos dimorfismo sexual (menos diferencia de tamaño entre machos y hembras); y un cambio de la posición de la laringe hacia abajo en la garganta, lo que permite a los seres humanos emitir mucho más sonidos vocales que los simios modernos (y probablemente muchos más que los primeros homínidos). Este cambio de la posición de la laringe, junto con el desarrollo posnatal del cerebro característico de los homínidos posteriores, pudo haber sido muy importante para el desarrollo de un lenguaje humano más extenso, con las implicaciones resultantes para la comunicación y coordinación social.
Una posible conexión ambiental
¿Es posible que el bipedalismo y el aumento del tamaño del cerebro en la línea homínida se hayan debido a cambios ambientales? Al examinar esta pregunta, es importante recordar que un cambio ambiental nunca "causa" directamente un cambio evolutivo; la evolución no opera así. Pero un cambio ambiental puede cambiar dramáticamente las condiciones en que viven plantas y animales. En tales casos, si se da por casualidad una innovación evolutiva en una línea vegetal o animal (por medio de los procesos usuales de recombinación genética y demás) y si esa modificación genética que ocurre al azar da por casualidad una ventaja reproductora a los individuos que viven en esas nuevas condiciones ambientales, entonces es posible que el nuevo rasgo evolutivo se extienda por selección natural. En ciertas condiciones (y el suficiente aislamiento reproductor de la población madre), especialmente si la modificación evolutiva es significativa, el surgimiento y la diseminación del nuevo rasgo (como el surgimiento del bipedalismo en una línea de simios que viven en los árboles) puede ser suficiente para que emerja una nueva especie.
Es muy interesante que en los dos períodos en que ocurrieron las modificaciones más significativas en la evolución de los homínidos también ocurrieron grandes cambios ambientales en África oriental. Primero, hace de 5 a 10 millones de años, cuando se cree que surgió el bipedalismo, hubo un patrón de enfriamiento global y de elevación y fracturación geológica en el continente africano,lo que por lo visto causó sequedad y un clareo parcial de una vasta zona uniforme de bosques en África oriental. Aparecieron zonas de sabanas boscosas (claros salpicados de macizos de árboles) entremezcladas con bosques donde antes solo había espesura. Se ha sugerido que cuando el bipedalismo surgió en una población de simios de bosques, la selección natural pudo favorecerlo si les permitió ampliar su territorio y conseguir alimentos en esos nuevos entornos (en que los árboles estaban más espaciados) cuando los alimentos de los bosques tradicionales escaseaban. El bipedalismo pudo ser una ventaja en esas situaciones, inclusive si las primeras especies bípedas pasaban mucho tiempo en los árboles y se retiraban a ellos a descansar y protegerse, como parece ser el caso. La nueva anatomía erecta debió facilitar el desplazamiento entre macizos separados de árboles en las nuevas sabanas boscosas. Sabemos que los primeros homínidos no construían herramientas (y quizá no usaban muchos materiales naturales como herramientas), pero el hecho de que no necesitaran las manos para la locomoción les permitía cubrir más distancias y empezar a usar más las manos para cosas como excavar raíces comestibles y cargar comida en viajes largos. Esto, a su vez, pudo mejorar la nutrición, aumentar la población, facilitar la expansión a nuevos hábitats y quizá operar cambios de las relaciones sociales, como por ejemplo llevar comida a los niños y a otros (los chimpancés muestran rudimentos de esta conducta).
De todos modos, es indisputable que cuando apareció el bipedalismo se estableció firmemente en la línea homínida y que se siguió extendiendo con una sucesión de especies. Esto indica que la selección natural "favoreció" fuertemente esta "novedad" evolutiva, por la combinación de razones que fuera, en un período en que también se dieron cambios ambientales importantes a gran escala.
¿Estuvo relacionado el "segundo gran salto" de la evolución homínida (la disminución del ritmo de desarrollo y el gran aumento de tamaño del cerebro) con períodos de grandes cambios ambientales? Hay evidencia que indica que así fue. El período de hace unos 2.5 millones de años (cuando ocurrió el "segundo salto") fue una época de enfriamiento global, cuando el Ártico se empezó a cubrir de grandes capas de hielo y cuando grandes partes de África se volvieron más áridas. Donde había bosques tropicales continuos, y después una mezcla de bosques y sabanas boscosas, ahora aparecieron zonas mucho más grandes de sabanas de pastos, secas y sin árboles. Repito: períodos de cambios ambientales así de dramáticos fácilmente pueden llevar a la extinción de especies (¡y seguramente así fue!), pero también crean condiciones ambientales que favorecen el establecimiento y difusión de importantes modificaciones evolutivas y de nuevas especies. Las nuevas sabanas secas debieron ser un entorno duro para los primeros homínidos: las fuentes de alimentos vegetales eran menos seguras y más dispersas que en los bosques tropicales y, después, en las sabanas boscosas; y la ausencia de árboles dejaba a los homínidos vulnerables a depredadores grandes, como los felinos. En tales condiciones, la selección natural probablemente favoreció cualquier aumento de la capacidad de construir herramientas y de razonar, y de la coordinación social.
Podría resultar que los importantes cambios ambientales que se dieron en África hace unos 2 millones de años (el secamiento y la extensión de las sabanas de pastos) "estimuló" indirectamente el desarrollo de los homínidos en una dirección más humana. Como dijimos, uno pensaría que la selección natural eliminaría las líneas homínidas que empezaron a tener bebés esencialmente "prematuros" y totalmente indefensos por un largo tiempo; pero el hecho de que tal cambio también permitió que el cerebro homínido se desarrollara un tiempo más largo después del nacimiento (lo que permitió a los infantes homínidos ampliar su capacidad mental por medio de la interacción social y del aprendizaje, en vez de programación genética, en un grado nunca antes visto) probablemente compensó con creces cualquier desventaja.
Quizá todo esto pudo suceder sin que ocurrieran grandes cambios ambientales. Después de todo, la selección natural podía fortalecer el aumento de la capacidad de aprender, de manipular y refinar herramientas, de comunicarse mejor y reforzar la socialización en una línea de mamíferos sociales, inclusive en un ambiente con pocos cambios. Pero los nuevos retos que seguramente presentaron los cambios de clima, vegetación, alimentos disponibles y exposición a depredadores en el período de hace 2 millones de años podrían ser una de las razones que llevaron a que la nueva especie Homo (¡una especie muy "rara" en su tiempo!) tuviera tanto éxito y a que pasara por otra racha de expansión y diversificación de especies en el millón de años siguientes.
No todas las especies homínidas de ese período evolucionaron en la dirección de los humanos modernos. La línea "robusta" de Australopithecines , cuyos dientes y mandíbulas indican que comía principalmente plantas fibrosas de las sabanas áridas, no tuvo mayor expansión cerebral y se extinguió. Por otra parte, las líneas homínidas "gráciles" (y especialmente la nueva especie Homo ) siguieron consumiendo una alimentación más generalizada (a juzgar por los dientes y las estructuras de la cara, que son típicos de omnívoros menos especializados). Parece que también empezaron a comer mayor cantidad de carne , con lo que tenían una mayor variedad de alimentos (altamente nutritivos) para mantenerse en ambientes más secos y rigurosos. Ya los fósiles del australopiteco "posterior" A. garhi (que vivió en África justo antes de las primeras especies Homo ) aparecen asociados con huesos de antílopes que tienen marcas de cortes, lo que indica que los destazaron. Un crecimiento posnatal del cerebro en esta época seguramente facilitó el aprendizaje de esas nuevas destrezas, y es muy probable que lo haya favorecido la selección natural.
Pero fue la especie posterior Homo ergaster la que realmente dio un gran paso, ya que parece que fue la que descubrió cómo usar y hacer fuego.Esto fue una enorme innovación porque permitió viajar a campo abierto y alejar a los depredadores de noche cuando no había árboles para dormir; además, el fuego cocina y hace más fáciles de digerir una variedad de alimentos duros, como raíces fibrosas y carnes duras.
Con un cerebro mucho mayor, herramientas de piedra más refinadas, fuego y seguramente un lenguaje más desarrollado y mayor coordinación social, no es sorprendente que Homo ergaster (también llamado Homo erectus africano) fuera la primera especie que salió de África en gran escala y la primera que logró establecerse en distintos entornos de muchas partes del mundo.
Cuando nuestra propia especie surgió en África hace unos 200,000 años (probablemente de Homo ergaster/erectus africano o de una especie homínida muy similar), tenía capacidades cognoscitivas más desarrolladas, como se ve en sus herramientas de diseño más complejo. Homo sapiens seguramente ya tenía capacidades bastante desarrolladas de lenguaje e interacción social y la capacidad general de transformarse a sí mismo y sus alrededores por medio de modificaciones culturales conscientes más que por evolución biológica.(Cabe señalar que unos descendientes de H. erectus,los neandertales, desarrollaron aspectos significativos de cultura humana, como por ejemplo, enterrar a los muertos con rituales).
Una especie por todo el mundo;
na especie que transforma radicalmente el mundo
Cuando nuestra especie salió de África hace unos 50,000 años, su biología le daba la flexibilidad conductual y la coordinación social para extenderse a prácticamente todos los ambientes físicos y para adaptarse a ellos por medios culturales (por ejemplo, protegerse del frío con pieles de animales y fuego, mejorar diseños y materiales de herramientas para recoger plantas y cazar animales, etc.). Tenía ahora una variedad de medios culturales para acumular y transmitir conocimientos de grupo a grupo y de generación en generación, entre ellos el arte y el ritual.Dondequiera que fue, reemplazó las poblaciones de especies humanas más antiguas descendientes de las anteriores migraciones de África de Homo erectus.
Desde nuestros inicios en África hace unos 200,00 años, nos extendimos con bastante rapidez a todo el globo y llegamos a las Américas cruzando el estrecho de Bering hace por lo menos 12,000 años. Empezamos en África como una sola especie y hemos seguido siendo una sola especie. (Vea el recuadro "Todos venimos de África"). Ningún grupo de Homo sapiens moderno está totalmente aislado a nivel reproductor del resto de la especie, así que seguimos mezclando nuestros genes como lo hemos hecho desde nuestros orígenes en el continente africano.
A nivel biológico esta especie nuestra, que hoy construye computadoras y explora las profundidades del océano y la inmensidad del espacio, no ha cambiado esencialmente del Homo sapiens que salió de África en esa segunda ola migratoria hace unos 50,000 años. Esto no se debe solamente a que ha pasado relativamente poco tiempo y a que una especie individual tiende a ser "estable" a lo largo de su vida; también se debe a que la especie que surgió de nuestros antepasados homínidos hace unos 200,000 años tenía una capacidad sin precedentes de modificar y reestructurar continuamente su propia vida, y prácticamente todos los aspectos del ambiente exterior, por medios culturales. Esto resultó ser mucho más rápido y eficaz de lo que se puede lograr por medio de la continua evolución biológica. Los individuos que pintaron las primeras pinturas en cuevas, los que se aventuraron por el estrecho de Bering, los que vivieron como cazadores-recolectores por 100,000 años o más, los que iniciaron la agricultura hace 10,000 años y los que crearon sociedades tecnológicas avanzadas en los últimos dos siglos son básicamente la misma gente.(Vea el recuadro "¿Qué nos dice la ciencia de la evolución sobre las `razas' humanas?"). En todo este tiempo no hemos tenido modificaciones biológicas significativas (por ejemplo, el cerebro no nos ha crecido), aunque los cambios que hemos efectuado en todo el mundo por medio de modificaciones sociales y culturales en unas pocas docenas de miles de años son asombrosos.
La evolución nos proporcionó hace mucho tiempo una capacidad sin precedentes de aprender continuamente cosas nuevas, de procurar conscientemente modificar y transformar el mundo material, y de transmitir de generación en generación por esos medios culturales no genéticos una gran cantidad de información acumulada. Esto es lo que le permite a nuestra especie hacer frente a los nuevos problemas y las nuevas oportunidades que presente el mundo exterior (¡o no hacerlo!) sin necesidad de modificaciones biológicas significativas de nuestro cuerpo ni de generar nuevas especies. (Vea el recuadro "¿Seguimos evolucionando?").
Esto no quiere decir que no nos extinguiremos un día: todas las formas particulares de materia a la larga dejan de existir como tales, y los seres humanos (o lo que consideramos seres humanos hoy) a la larga dejarán de existir. La pregunta es más bien si esa extinción será prematura y cómo será la calidad de la vida humana de aquí a allá. ¿Lograremos usar nuestras increíbles capacidades para hacer repetidas modificaciones sociales y culturales que eviten que acabemos con nosotros mismos con guerras, opresión social y degradación ambiental global? La respuesta a esa pregunta depende de nosotros.
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* Esa especie común era probablemente una versión "posterior" de Homo ergaster / erectus , a quien a veces se llama " Homo sapiens arcaico".
¿Cómo
lo sabemos? Por una combinación de razones.
Primero, nuestro ADN indica que nuestros parientes más cercanos son los
simios africanos (chimpancés y gorilas africanos) y no los simios asiáticos
(los orangutanes, que no son muy cercanos a nosotros). Los cálculos del
"reloj molecular" de ADN indican que hace unos 5 millones de años
una especie de simio africano se ramificó en dos líneas divergentes:
una línea a la larga llevó a la especie de chimpancés modernos;
la otra línea a la larga llevó a la especie humana moderna.
Segundo, solo se han encontrado fósiles de especies homínidas
de más de 3 millones de años en África (y hay muchos).
Por eso los paleontólogos y biólogos evolutivos en general concuerdan
en que el proceso de evolución humana empezó en África.
Tercero, la evidencia de ADN muestra con absoluta claridad que la especie sobreviviente
de la línea humana, nuestra especie, es una sola especie en todo
el mundo, y los fósiles más antiguos de nuestra especie (de 100,000
años o más) también se han encontrado en África.
Los fósiles de Homo sapiens modernos no aparecen fuera de África
sino hasta hace 50,000 años, la época en que pensamos que nuestra
especie emigró de dicho continente.
Por último, aunque sabemos que nuestra especie coincidió con por
lo menos otras dos especies humanas en partes de Asia, el Medio Oriente y Europa
hasta hace 35,000 años, la evidencia fósil indica que esas otras
especies eran más similares anatómica y culturalmente a la especie
Homo erectus de hace 1 a 2 millones de años que al Homo sapiens
moderno.
Una pregunta que todavía surge es si nuestra especie moderna definitivamente
evolucionó primero en África y de ahí se extendió
al resto del mundo, o si evolucionó en otra parte del mundo (digamos,
de las poblaciones europeas o asiáticas de Homo erectus )
y después llegó a África y a otras partes. También
se ha propuesto que los humanos modernos evolucionaron de una convergencia y
"combinación" de 2 ó 3 especies humanas preexistentes
y probablemente muy emparentadas que ya se habían extendido a distintas
partes del mundo hace un millón de años (como Homo ergaster/erectus
en África, Homo erectus en Asia, Homo neanderthalensis
en el Medio Oriente y Europa, etc.).
Esta "hipótesis multirregional", que todavía se ve en
la prensa de vez en cuando, cree que esas poblaciones se pudieron encontrar,
cruzar y dar origen a Homo sapiens.Pero esto no tiene base científica
sólida. Es muy posible que haya habido múltiples olas de migración
homínida de África en el millón de años pasados
(quizá desde Homo habilis ), y que ciertas poblaciones hayan vuelto
a África, pero no hay evidencia de que la especie moderna Homo sapiens
evolucionó de ninguna de esas poblaciones migrantes ni de una "combinación"
o cruce de sus descendientes.
Es más, esa idea contradice lo que sabemos de los mecanismos de la evolución:
las poblaciones biológicas que viven aisladas en el aspecto reproductor
por cientos de miles de años (como es el caso de esas poblaciones migrantes
de Homo erectus ) acumulan diferencias genéticas significativas
y es muy poco probable que se puedan cruzar y reproducir si se encuentran más
tarde. Asimismo, las poblaciones aisladas geográficamente y a nivel reproductor
el tiempo suficiente para constituir distintas especies no convergen más
adelante en una sola dirección evolutiva y se unen para formar una nueva
especie. La evolución no opera así. Por contraste, lo que es muy
común en la evolución biológica es que una nueva especie
evolucione en un solo lugar a partir de una población pequeña
separada y aislada de la especie madre, y que después se extienda a nuevas
zonas. La evidencia que indica fuertemente que Homo sapiens evolucionó
de una pequeña población en África y que después
se extendió a otras partes del mundo encaja en este patrón común
del origen de nuevas especies.
El análisis del ADN de poblaciones humanas modernas con las técnicas
de la biología molecular moderna confirma esto. El análisis del
ADN nuclear humano (proveniente de ambos padres y presente en todas las
células) y del ADN mitocondrial (transmitido de generación
en generación por la madre y presente en los organelos de la célula
llamados mitocondrias), y los estudios de los patrones de distribución
de la variación genética humana en el mundo, convergen todos
en la misma conclusión: nuestra especie moderna Homo sapiens
tuvo un solo origen africano.
Es más, la evidencia del ADN mitocondrial indica fuertemente que todos
los seres humanos actuales descienden de una pequeña población
que vivió en África hace unos 150,000 años (pero no de
una sola mujer, como dicen incorrectamente los medios de comunicación).
Los cálculos derivados de un análisis del ADN nuclear llegaron
a la misma conclusión. El genoma humano obviamente tiene información
mucho más antigua, y unas combinaciones humanas de ADN presentes en nuestros
antepasados han desaparecido (como desaparece un apellido cuando el linaje no
se reproduce). Pero el análisis molecular del ADN indica que especies
como los neandertales no contribuyeron al pool genético humano moderno
(y que los neandertales divergieron de la línea homínida que dio
origen a Homo sapiens hace unos 600,000 años). Todos los seres
humanos vivientes todavía tienen segmentos de ADN mitocondrial que estaban
presentes en una sola población de Homo sapiens que vivió
en la misma zona geográfica hace unos 150,000 años, mucho antes
de que empezara la migración de Homo sapiens de África.
¿Qué
nos dice la ciencia de la evolución sobre las "razas" humanas?
¡Lo
principal que nos enseña la evolución sobre la raza es que no
hay distintas razas biológicas de seres humanos! Lo que llamamos
"razas" humanas son categorías definidas por razones históricas,
sociales y culturales; pero esas categorías no corresponden a divisiones
"naturales" de la especie humana.
Aclaremos una cosa: el concepto social de "raza" todavía tiene
importancia social en la vida humana; por ejemplo, puede ser una importante
forma de identificación cultural de grupos sociales oprimidos y opresores
(en un sentido social positivo, como el movimiento de orgullo negro, o en una
dirección social negativa, como el KKK y otros supremacistas blancos).
Además, todavía se usa para oprimir y discriminar económica,
social y culturalmente a grandes grupos. Por eso la lucha contra el racismo
y la opresión nacional sigue, y hay que seguir luchando concretamente
por la implementación de "igualdad racial" y por la emancipación
de los pueblos oprimidos. Es incorrecto decir que la "raza ya no importa".
Pero esto se debe a la realidad social de la raza. Desde un punto de
vista biológico, el concepto de distintas razas de seres humanos carece
de sentido .
Puede que esto sorprenda a algunos lectores porque nos han condicionado
socialmente a pensar que cada persona pertenece a una "raza" por
diferencias superficiales como el color de la piel y la textura o el tipo del
cabello. Mucha gente sabe que no hay una "raza" superior o inferior;
mucha gente también sabe que todos los seres humanos pertenecemos a una
sola especie (todas las poblaciones humanas de todo el globo se pueden
cruzar y reproducir).
Pero a pesar de eso, muchos creen que las "razas" son categorías
biológicas naturales, ¡o que son como las razas de perros! Eso es
completamente incorrecto.No importa cómo se definan las categorías
(ni si son 5 ó 500), cuando se comparan poblaciones humanas al nivel
molecular y genético, ¡todas esas categorías "raciales"
se van a pique! Eso se debe a que los tipos y la cantidad de variación
genética que existen dentro de poblaciones humanas y entre ellas... ¡no
corresponden a ninguna de las categorías sociales que definimos como
las grandes "razas" humanas!
Bueno, sí hay algunos patrones de variación genética
entre poblaciones regionales de seres humanos, pero esos patrones no respetan
las categorías "raciales". Por ejemplo, la variación
genética que se encuentra en una población de un continente puede
parecerse más a la de una población que está al otro lado
del mundo que a la de una población vecina. ¡Además, no hay un
solo gen (ni un solo alelo, que es una forma alternativa de un gen) que sirva
para distinguir claramente una "raza" de otra!
Hay ciertas diferencias bien conocidas en poblaciones de distintas regiones
geográficas del mundo en la frecuencia de distribución de ciertos
alelos genéticos, por ejemplo, los que dan resistencia a ciertas enfermedades.
(Se sabe que los alelos de hemoglobina que causan anemia falciforme pero protegen
de malaria son más comunes en grupos cuyos antepasados recientes son
de las partes de África y Asia donde es común la malaria; pero
esto no siempre se correlaciona claramente con lo que llamamos "raza").
La mayoría de las diferencias reconocibles entre amplios grupos humanos
tienen que ver con características muy superficiales, como color de piel
o tipo de cabello: nadie negará que en promedio es fácil distinguir
entre personas de familia bantú, japonesa y sueca. Pero eso es "en
promedio" y no hay un miembro "típico" de ninguna de
las grandes "razas" humanas en ninguna parte del mundo, ni siquiera
con respecto a rasgos superficiales como color de piel o tipo de cabello o de
cuerpo.
Por ejemplo, los "africanos" abarcan todos los colores imaginables
de piel: todo tono imaginable de piel oscura, piel clara (norafricanos y egipcios
de apariencia caucásica) y piel amarilla (los KoiSan del sur); igualmente
tienen todos los tipos de cuerpo; en África viven los pigmeos, que son
los seres humanos más bajos (en promedio) y los masai, que son
los más altos (en promedio).
De modo similar, los "europeos" abarcan gente de piel clara y cabello
rubio (el escandinavo promedio), pero también gente de piel oscura y
cabello oscuro (del sur y el este) que se parece más a las poblaciones
del norte de África y del Medio Oriente que al sueco promedio. Los "asiáticos"
tampoco encajan en un solo estereotipo: hay una amplia variedad de gente, como
turcos, indios y japoneses, y abarcan todo color imaginable de piel y todo tipo
de cuerpo.
Los "hispanos" o "latinoamericanos" abarcan chilenos que
parecen canadienses de piel clara, amerindios de piel oscura de las zonas tropicales
y negros de la costa de Brasil o de Centroamérica.
O sea que donde quiera que miremos encontramos una extensa variedad de colores
de piel y de tipo de cuerpo. (Unos se deben a la "mezcla" de migraciones
e invasiones recientes; otros son más antiguos, como la mayor frecuencia
de piel oscura en las zonas tropicales y la mayor frecuencia de piel clara en
las zonas templadas y árticas, que posiblemente surgieron como adaptaciones
locales a ciertas condiciones ambientales en los primeros tiempos de la expansión
humana por el planeta. Esto se explora más adelante en este recuadro).
Pero en la actualidad la variedad es tan grande que no tiene sentido hablar
de un "africano" típico, un "europeo" típico,
un "asiático" típico o un "hispano" típico,
ni siquiera con respecto a las características más superficiales
como el color de piel.
Algo más importante es que si vamos más a fondo, si examinamos
la variación molecular y genética presente en el ADN de todas
y cada una de las poblaciones humanas, encontraremos que siempre hay más
variación genética general entre los individuos de una población
que entre dos poblaciones geográficas, o entre dos grupos "raciales",
en cualquier parte del planeta.De hecho, el consenso de los antropólogos,
los biólogos moleculares y los genetistas de población es que
el concepto de "razas" biológicas en los seres humanos por
regla general no tiene sentido porque prácticamente toda la cantidad
de variación genética presente en la especie humana entera se
encuentra en cualquier población humana en cualquier parte del
mundo. Por ejemplo, como señala el genetista de población Richard
Lewontin, si todos los seres humanos del mundo se extinguieran menos los de
la tribu kikuyu de África oriental, esa tribu preservaría por
lo menos el 85% de toda la variabilidad genética de la especie
humana en su totalidad.
La definición de raza biológica (también llamada
raza geográfica o subespecie) es una población de individuos variables
genéticamente que se cruzan entre sí pero que mantienen constantemente
una proporción relativa (o "frecuencia relativa") de ciertas
formas específicas de genes (alelos) que es diferente a la de poblaciones
de la misma especie que viven en una zona geográfica diferente.
Las poblaciones humanas a veces difieren en la frecuencia relativa de ciertos
alelos (de los genes que vienen en múltiples alelos). Por ejemplo, ciertas
poblaciones humanas en promedio tienen una frecuencia general mayor o menor
de los tipos de sangre A, B, AB o O; otras tienen una frecuencia más
alta que otras del alelo de hemoglobina falciforme que protege de la malaria;
unas tienen una frecuencia más alta de un alelo que facilita la digestión
de la leche que la mayoría de las poblaciones humanas (en que los adultos
no toleran la lactosa). Pero esas diferencias regionales en la proporción
de ciertos alelos no corresponden perfecta ni sistemáticamente con las
categorías "raciales". Por ejemplo, los afroamericanos,
cuyos antepasados eran principalmente de regiones de África occidental
donde predomina la malaria, en promedio tienen una mayor frecuencia del alelo
de hemoglobina que causa anemia falciforme (y protege de la malaria) que los
estadounidenses caucásicos, cuyos antepasados europeos vivían
en regiones donde no había malaria. Pero, en promedio, la frecuencia
de este alelo en los afroamericanos es menor que la de las poblaciones africanas
que siguen expuestas a la malaria. Asimismo, entre las diferentes poblaciones
de "negros" de África hay poblaciones de las montañas
(donde el mosquito transmisor de la malaria no puede vivir) que tienen una frecuencia
del alelo de célula falciforme mucho menor que los afroamericanos y que
las poblaciones de negros africanos de las zonas tropicales donde la malaria
es un gran problema. Pero mucha gente colocaría a todos esos grupos
en la misma "categoría racial".
Desde un punto de visto biológico, repito, no hay un africano "típico",
un "negro africano" típico, un "afroamericano" típico
o un "negro" típico, igual que no hay "blancos" típicos,
"asiáticos" típicos ni "hispanos" típicos.
Lo mismo se aplica a cualquier otra categoría racial que se quiera definir.
No hay razas biológicas humanas por una sencilla razón. La única
especie humana que existe en la actualidad, Homo sapiens,seguramente
empezó (como todas las especies) como una pequeña población
que evolucionó de una especie anterior (probablemente Homo ergaster,la
versión africana de Homo erectus,o una especie homínida
muy similar); pero también sabemos por el registro fósil que Homo
sapiens, tras evolucionar hace unos 200,000 años, se extendió
a una gran variedad de hábitats desde hace unos 50,000 años. O
sea que en un tiempo relativamente corto se extendió de África
a todos los hábitats y zonas climáticas: el Medio Oriente, Europa,
Asia, Australia y cruzó del norte de Asia a las Américas hace
por lo menos 12,000 años.
La evidencia científica indica que nuestra especie no ha tenido modificaciones
biológicas significativas en los últimos 100,000 años.
Lo que sí ha cambiado mucho es la cultura humana, nuestra capacidad
de desarrollar, transmitir y ampliar el caudal de conocimientos y experiencias
transmitidos de generación en generación por medios culturales
no genéticos; esto hizo que fuéramos la primera especie del
planeta capaz de cambiarse y de cambiar el mundo que la rodea (rápida
y dramáticamente) por medios culturales, pasando por encima y superando
el mecanismo mucho más lento y limitado de la evolución biológica.
El hecho de que los rasgos biológicos que nos hicieron diferentes
--la combinación de locomoción bípeda (que nos dejó
las manos libres) y el período de desarrollo posnatal del cerebro (que
permitió una mayor cantidad de aprendizaje social con una concomitante
mayor coordinación y comunicación social)-- nos dio una capacidad
sin precedentes de adaptarnos a cualquier entorno imaginable por medio de adaptaciones
y modificaciones culturales, en vez del medio más lento y limitado
de la evolución biológica; este hecho, repito, es mucho más
importante que la variación genética de los individuos.
Además, solo en los primeros momentos de la historia de nuestra especie
(y solo temporalmente) las poblaciones locales permanecieron aisladas unas de
otras por mucho tiempo. Algunas de las pequeñas diferencias del color
de piel promedio de poblaciones de distintas regiones pueden deberse a cierto
grado de adaptación biológica a las condiciones locales en las
primeras épocas de la historia humana. Por ejemplo, en todo el globo
las poblaciones modernas cuyos antepasados vivían en zonas tropicales
(donde se recibe más radiación ultravioleta de la luz solar) tienden
a tener la piel más oscura (más pigmento de melanina) que las
poblaciones cuyos antepasados vivían en las zonas templadas más
cerca de los polos (que reciben menos luz solar y menos radiación ultravioleta).
Se ha sugerido que eso fue una adaptación de las poblaciones locales
a las condiciones locales porque la piel oscura protege de la destrucción
del ácido fólico por la radiación ultravioleta (y el ácido
fólico es un nutriente importante en los años reproductivos y
previene defectos genéticos como la espina bífida), mientras que
la piel clara hace más fácil producir vitamina D (importante para
el metabolismo del calcio y la formación de un esqueleto fuerte en zonas
de insuficiente luz solar). Por lo tanto es posible (aunque no es absolutamente
cierto) que las diferencias promedio de color de piel en poblaciones geográficas
surgieron en los comienzos de nuestra historia debido a las ventajas reproductoras
de cada color de piel en cada región según la cantidad de luz
solar. (Esta propuesta se explica en detalle en un artículo de Jablonski
y Chapman en la revista Scientific American , octubre de 2002).
Pero así y todo, la mayor cantidad de variación genética
presente en la especie humana es la variación que existe entre los
individuos de cualquier población humana. En el tiempo relativamente
corto desde que apareció el Homo sapiens moderno (hace unos 200,000
años), ninguna población humana ha vivido en completo aislamiento
reproductor el tiempo necesario (la gran cantidad de generaciones) para que
se acumulen suficientes diferencias genéticas y se formen distintas razas
geográficas.
Unas poblaciones tienen una distinta frecuencia relativa de genes que vienen
en distintas formas (por ejemplo los genes que codifican el tipo sanguíneo),
pero no es posible predecir la "raza" a partir de esas diferencias.
Como señala Richard Lewontin: "Los kikuyu de África oriental
difieren de los japoneses en frecuencia génica, pero también difieren
de sus vecinos los masai... las definiciones sociales e históricas
que colocan a las dos tribus de África oriental en la misma `raza'
y ponen a los japoneses en otra `raza' son arbitrarias en el sentido biológico".
Por eso es que inclusive en el campo de la medicina (donde puede ser importante
observar las diferencias étnicas aparentes de un individuo para
no pasar por alto ciertas diferencias históricas de susceptibilidad a
enfermedades como la anemia falciforme) la apariencia subjetiva de "raza"
no es tan valiosa como un análisis individual y puede llevar a errores.
En cualquier caso, la historia personal y familiar y el análisis de los
factores sociales que afectan desproporcionadamente la salud de grupos definidos
socialmente (como los múltiples efectos de la pobreza en la salud
de los habitantes de los ghettos o la preponderancia de trastornos alimenticios
en las adolescentes de clase media y alta) es mucho más útil para
predecir qué servicios médicos se necesitarán que una evaluación
subjetiva de la categoría racial en que aparentemente "cae"
una persona.
Es importante recordar que a lo largo de la historia de nuestra especie los
grupos humanos han inmigrado y emigrado continuamente de distintas zonas, se
han reproducido entre sí continuamente, y ha habido una corriente ininterrumpida
de genes entre distintas poblaciones que con el tiempo ha cubierto todo el globo.
Las migraciones, en gran escala y en pequeña escala, han caracterizado
la historia de nuestra especie, y continúan, lo que garantiza nuestra
unidad biológica y un constante intercambio y enriquecimiento entre culturas.
Los vergonzosos e ignorantes conatos de preservar la presunta "pureza racial"
de una "raza" (que fomentan los nazis, la Nación Aria, el KKK
y demás supremacistas raciales) son, además, absurdos y
¡sin la menor base científica! Aparte de que la biología comprueba
claramente que no hay grupos humanos o "razas" innatamente "superiores"
o "inferiores", muchos reconocemos, y celebramos, el hecho de que
la pesadilla de los supremacistas (la "mezcla de razas") ¡esencialmente
ya ha sucedido! Somos y siempre hemos sido una sola especie mundial, variada
pero biológicamente indivisible.
[El libro reciente The Emperor's New Clothes: Biological Theories of
Race at the Millennium, de Joseph L. Graves, y partes de La falsa medida
del hombre, de Stephen Jay Gould, y de No en nuestros genes,de Lewontin,
Rose y Kamin, explican más a fondo por qué el concepto de raza
biológica no se aplica a los seres humanos].
Para
contestar esta pregunta es importante tener presente la diferencia entre los
mecanismos de evolución biológica y los mecanismos de evolución
cultural.
La especie humana, como todas las especies de plantas y animales, está
compuesta por poblaciones de individuos variables. Parte de esa variación
es genética y, por lo tanto, se puede heredar y la puede afectar la selección
natural. Por ejemplo, si el ADN de una persona tiene el gen de fibrosis cística
hay probabilidades de que lo transmita a sus hijos.
Sin embargo, gran parte de la variación individual humana es cultural
(viene del aprendizaje y la experiencia social) y eso no se puede transmitir
a los descendientes por la reproducción biológica. Así
sucede con la personalidad y el nivel social: los ricos pueden "heredar"
riquezas y privilegios a sus hijos (dinero, educación, ventajas sociales,
etc.), pero eso no tiene nada que ver con los genes que transmiten sus células
sexuales (óvulos y espermatozoides). O si alguien dice que su hija "heredó"
su sentido del humor o el mal genio de su tío, en realidad quiere decir
que ella ha aprendido esas cosas por ejemplo o imitación, pero
eso no tiene nada que ver con la herencia biológica ni con los genes
que recibió de sus padres.
Los genes elaboran proteínas importantes para el funcionamiento de los
órganos del cuerpo; pero la personalidad, la inteligencia, el nivel social,
etc., se deben a complejas experiencias sociales e interacciones de los individuos
con el mundo externo, y no están codificados en los genes. Comparados
con todas las demás especies del planeta (y con los otros primates y
las muchas especies homínidas que fueron nuestros antepasados más
recientes), lo que más nos diferencia es nuestra capacidad mucho mayor
de aprender, enseñar, construir cosas que no existían, inventar
nuevas formas de relacionarnos entre nosotros y con el entorno, organizar y
comunicar, transformarnos nosotros y el mundo natural y social... sin necesidad
de modificaciones biológicas.
Nuestros parientes cercanos, como los chimpancés, pueden hacer muchas
de esas cosas en cierto grado (tienen formas complejas de cooperación
y comunicación social, usan herramientas sencillas, enseñan a
sus hijos destrezas complejas y forman "amistades"; inclusive en distintas
partes tienen distintas "tradiciones culturales" sobre el uso de herramientas
y la conducta social), pero eso no se compara con lo que podemos hacer los seres
humanos. Nuestra especie humana moderna es la primera en la historia de la evolución
biológica de este planeta que se zafado de las limitaciones de la evolución
biológica y ha "evolucionado" principalmente por medios sociales
y culturales no genéticos. En gran medida, esto es lo que nos hace humanos.
De hecho, la supervivencia de los individuos y la cantidad de descendientes
que dejen en general tiene poco que ver con los rasgos favorables o desfavorables
que generen la variación genética y los mecanismos genéticos,
porque el efecto de la evolución cultural en los seres humanos es mucho
más importante que el de la evolución biológica. El hecho
de que una enfermedad mate a una persona depende más de si recibe una
vacuna, antibióticos o tratamiento médico (o agua potable y suficiente
comida) que de la variación genética que tenga con respecto a
otros individuos. La cantidad de descendientes de una persona en generaciones
futuras depende más de factores sociales (pobreza o riqueza y recursos;
costumbres, tradiciones, concepciones y prácticas de control de la natalidad
y posición social de la mujer; estructura económica y organización
de la sociedad a favor de familias grandes o pequeñas; influencia de
la religión y otros factores ideológicos, etc.) que de los rasgos
que pueda transmitir por medio de material genético y procesos genéticos.
En los últimos 100,000 años nuestro cuerpo (y nuestro cerebro)
casi no ha cambiado; pasamos de la cultura de herramientas de piedra a ser capaces
de curar muchas enfermedades y explorar por medio de tecnología partes
remotas del cosmos con el mismo cuerpo biológico. Repitiendo,
todo esto se ha logrado principalmente por medio de la evolución cultural,
no biológica, aunque nuestra biología es lo que lo hizo posible.
Bueno, ¿entonces la evolución biológica ha parado por completo
en la especie humana? No del todo, pero casi. Las poblaciones humanas constan
de individuos con variación genética (no somos clones unos de
otros) y la frecuencia relativa de ciertos alelos (formas de genes) en una localidad
puede ser afectada de una generación a la siguiente por las continuas
recombinaciones genéticas que causa la reproducción sexual, o
inclusive por mutaciones genéticas ocasionales o cambios de las frecuencias
génicas debidos a factores aleatorios como la muerte o la migración
de individuos*.
Como en todas las demás
especies, si los seres humanos heredan cierta variación genética
que les da rasgos que producen una ventaja reproductora (les permiten tener
más hijos, que a su vez se reproducen, que los individuos que no tienen
esos nuevos rasgos heredables) y si este proceso se repite a lo largo
de muchas generaciones sucesivas, es posible que se manifieste un cambio evolutivo
en pequeña escala (por ejemplo, de resistencia a enfermedades).
Pero esto es muy raro en la práctica porque la mayoría de los
cambios que todavía ocurren por recombinación genética
en los seres humanos no afectan significativamente cuántos descendientes
un individuo contribuirá a futuras generaciones. Como vimos, en tiempos
modernos, la cantidad de descendientes que un individuo contribuya a las generaciones
siguientes tiene muy poco que ver con su "aptitud reproductora" biológica,
pero tiene mucho que ver con las relaciones y costumbres sociales y culturales,
y con las oportunidades: suficiente alimentación, las ideas sobre quién,
cuándo y con quién se debe uno reproducir, nuestra capacidad de
prevenir y curar muchas enfermedades que antes impedían la reproducción,
etc. Todas estas cosas tienen más efecto en la reproducción
humana hoy que cualquier rasgo nuevo que pueda surgir por recombinación
genética al azar de nuestro ADN.De hecho, remontándonos al
pasado de la existencia humana, la capacidad de los seres humanos de transformarse
a sí mismos y su mundo por medios culturales ha rebasado desde hace tanto
tiempo los efectos de la evolución biológica, que no hay evidencia
de que nuestro cuerpo haya tenido una reorganización biológica
significativa por selección en una dirección definida ¡en los
últimos 100,000 años!
En pequeña escala, es posible encontrar evidencia reciente de evolución
de resistencia a enfermedades, por ejemplo. Muchas enfermedades humanas actuales
(como el cáncer) no son objeto de selección natural porque no
afectan la reproducción, o porque se presentan a una edad avanzada, cuando
ha terminado la reproducción. Por otra parte, hace apenas unos pocos
siglos los colonos europeos diezmaron las poblaciones de las Américas
exponiéndolas a la viruela (¡a veces adrede!). Los europeos, expuestos
a la viruela por siglos, adquirieron una inmunidad parcial a lo largo de muchas
generaciones, y por eso la enfermedad no les daba muy fuerte y por lo general
no los mataba. Por contraste, los amerindios nunca se habían expuesto
a la viruela y por lo tanto no habían tenido tiempo de adquirir ninguna
inmunidad, así que la enfermedad los atacó con fuerza y casi los
aniquiló. (Esto contribuyó mucho a su derrota militar por los
europeos).
Es posible imaginar que hoy una mutación al azar que ofrezca resistencia
al VIH (que mata mucha a gente antes de tener hijos) se pueda establecer y extender
a lo largo de generaciones en África y otras partes del mundo especialmente
devastadas por esta enfermedad. Parece que ya existe una de tales mutaciones
en un pequeñísimo porcentaje de europeos caucásicos, y
se cree que se estableció por medio de la selección natural hace
unos siglos, durante las epidemias de peste bubónica de la Edad Media,
y que protegía de esa enfermedad. Tales casos son interesantes y dejan
la incógnita de si nuestra especie todavía está evolucionando
con relación a cosas como enfermedades letales que matan antes de la
reproducción.
Pero inclusive con enfermedades tan devastadoras, es evidente que lo que podemos
hacer hoy por medios sociales y transformaciones culturales es mucho mayor,
y más rápido, que lo que pueda hacer la selección natural
hoy en día. Millones de personas mueren en poco tiempo de SIDA a una
edad joven en muchas naciones africanas (pero en las naciones industrializadas
mucha gente vive con VIH más tiempo) debido a la pobreza, las relaciones
desiguales y la explotación del sistema imperialista mundial (con la
falta de educación y la inescrupulosa negación de medicinas y
tratamientos modernos por compañías farmacéuticas multinacionales
regidas por la ganancia). Eso no tiene que ver con la evolución biológica.
¡Y la solución a tales problemas tampoco tiene nada que ver con la evolución
biológica!
Nuestra especie evolucionó de otras especies homínidas; ¿surgirá
de nosotros otra especie?
No es probable por dos razones. Primero, debido a lo que acabamos de ver sobre
el hecho de que los medios culturales y sociales de modificación de nosotros
mismos y de nuestro mundo externo han rebasado lo que se pueda lograr
por medio de la evolución biológica (aunque queda por verse lo
que hagamos a la biología de nuestra especie con ingeniería genética
y demás técnicas).
Además, es importante recordar que una nueva especie por lo general evoluciona
de una población pequeña y aislada a nivel reproductor de
la especie madre. Sin un período de aislamiento reproductor absoluto
por muchas generaciones, no es posible que una modificación genética
se establezca y distinga a una población nueva de la población
ancestral al punto de que no puedan cruzarse y reunirse en una sola especie.
Pero ese aislamiento reproductor no ocurre con los seres humanos en este planeta;
somos una sola especie, muy móvil y distribuida por todo el globo.Habitamos
todos los rincones del planeta y toda clase de hábitats, y hay una
corriente continua de genes entre las poblaciones humanas. No es posible
hoy en día que una población humana del planeta se aísle
completamente del resto de la humanidad el largo lapso de tiempo necesario para
que empezara a divergir como una nueva especie (si todos los factores
culturales no trastornaran el proceso).
Supongo que si una pequeña población humana colonizara una parte
distante del cosmos y pudiera permanecer aislada del resto de la humanidad por
muchas generaciones (¿qué tan probable es?), entonces se podría
dar cierta divergencia biológica evolutiva. Pero inclusive en ese caso,
es altamente improbable que las particularidades de la herencia genética
individual desempeñaran el papel principal en la constitución
de las generaciones sucesivas. Otros factores, principalmente culturales y sociales,
entrarían en juego para que los colonos espaciales y la población
terrestre se pudieran o no se pudieran cruzar (la definición de especiación
completa), como por ejemplo, la orientación de las sociedades futuras
hacia la ingeniería genética y si todavía nos reproducimos
biológicamente o no de la forma que conocemos.
Los mecanismos de evolución biológica produjeron todas las especies
de la Tierra a lo largo de unos 3.5 billones (mil millones) de años,
y no hay la menor duda de que nuestra especie surgió por este proceso
natural. Como todas las demás especies, la nuestra se extinguirá,
sea como sea; pero entre ahora y ese momento sin duda nos transformaremos conscientemente
a nosotros y al mundo que nos rodea de modos que apenas podemos imaginar.
[Regrese
al artículo]
* Aunque
esa clase de factores aleatorios, que pueden tener grandes efectos especialmente
en la constitución genética de poblaciones pequeñas
y aisladas en otras especies, suelen tener mínimo efecto en los seres
humanos porque las poblaciones humanas nunca están completamente aisladas
de otras a nivel de reproducción y hay una continua corriente de genes
entre ellas.
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