¡Que viva Joe Strummer! 1952-2002

D. Firebrand

Obrero Revolucionario #1187, 16 de febrero, 2003, posted at http://rwor.org

Recibimos esta carta de un lector.

"Alguien tiene que decir la verdad, y es un encargo difícil".

Joe Strummer, en una entrevista que le hizo el OR, 28 de septiembre de 1979

Desde que supe, me sentí por los suelos varios días. En serio. Mira, en esta vida hay que saber perder, hay que hacer sacrificios. Eso lo tenemos en la mente, ya nos pasó y se ve que nos tocará más. El año 2002 estaba por terminar, la gente pensaba en los días festivos, cuando de repente y sin aviso, se nos fue un héroe. Joe Strummer murió como vivió, haciendo música indomable.¡Cómo! Si nos latía que siempre lo íbamos a tener al lado, inquebrantable.

Claro, no siempre estaba, ni siempre estaba el Clash. Para cuando yo nací, el grupo ya había llegado y desaparecido, pero en mi ámbito cultural, seguía siendo un faro. Creó música incendiaria en las primeras filas de la cultura contemporánea; abiertamente revolucionario, hablaba de poner la sociedad y la música patas arriba. Y ¡su música!, un asalto auditivo. De todas las bandas radicales de esa época, era la primera en aventarse a todo, cantándosela derecho al pueblo y mandando el sistema a la chingada. Yo he querido al Clash por mucho tiempo. Aunque hace casi 20 años que se disolvió, seguí apreciando su música. Ahora, desde que murió Joe, la escucho sin cesar.

Uno quisiera que la gente pudiera quedarse aunque sea un poquito más. Cuando supe la noticia, pegué un poster del Clash en la pared, compré una velita en un vasito, le quité el rezo y la prendí en su memoria. En la mañana cuando me paré, no quedaba más que una mancha de cera. Yo sé que todas las velas se apagan, pero realmente me hubiera gustado que la primerita durara más. Bueno, ya compré otra; supongo que así es, todos vamos a morir. Pero cómo quisiera yo que Strummer nos hubiera acompañado tantito más.

La experiencia del Clash demuestra que las bandas del pueblo nos dan espacio y oxígeno para respirar. Los grandes artistas revolucionarios no solo crean música conmovedora que trae ideas políticas para cambiar el mundo. También son una fuerza de gravedad que atrae a millones, quienes viven según lo que dicen, hacen y representan esos artistas.

Para el Clash, los que gobiernan este mundo no eran más que unos matones chupasangre, especialmente los yanquis creidotes. Era una de las primeras y más influyentes de las bandas que prendieron la explosión de punk de los años setenta, que en gran parte tenía la actitud de "chinga su madre al status quo". Pero fuera de eso, el Clash tenía esperanzas para el futuro y nos encendía.

Desde que irrumpió en el escenario cultural de Inglaterra en 1977 hasta su muerte, Strummer era un internacionalista. La música del grupo unía y proclamaba la causa común de los chavos blancos de clase obrera, los negros y los inmigrantes, especialmente los Dreads (jamaiquinos), cuya música influía mucho en el estilo musical del grupo, que también llegó a incorporar elementos de reggae e incluso del rap naciente.

No me tocó ver un concierto pero sí conocí a Strummer en persona y hablé con él cuatro o cinco veces... en una sola noche. El año pasado vi a Strummer y su grupo Los Mescaleros en un concierto; después él salió a los bares acompañado de varias docenas de personas. Pasó la noche cotorreándole con la gente, con viejos amigos, nuevos amigos y gente que no tenía idea de quién era. Se arrimaba a la gente, le hacía preguntas, le llevaba la contraria, le platicaba de la música, la política y el mundo, todo revuelto con anécdotas de sus muchos años de música y de conocer a gente por todo el mundo. Se sentía orgulloso del Clash y sus logros, con todo y lo angustioso de su disolución y discusiones. Me dio un chingo de gusto verlo con su nueva banda; seguía trayendo la antorcha. Cuando escuché sus nuevos discos y los vi en concierto, me dije que a lo mejor iban a tener un impacto importante.

Lo hubieran visto en el escenario al frente de sus compañeros más jóvenes, no cabía en sí de gusto. Tenía más alma que otros artistas con la mitad de sus años. Le entraba a cada show como si fuera una batalla, que iban a ganar a güevo.

Era una leyenda en vida, y cuando lo conocí, me di cuenta de por qué. Te soltaba todo lo que sabía o pensaba, no tenía nada de pretensiones. Cuando hablé con él, le dio mucho gusto y también era un desafio cruzar el camino con revolucionarios de la nueva generación que sacaron inspiración de su música. La emoción le ardía los ojos y le salía por los brazos (en los cuales apuntaba todas las cosas importantes que uno le decía, como una especie de "palm pilot"). Lo tomaba en serio a uno, le importaba. Se le acercaba mucho a uno para conversar; quería captar no solo todo lo que uno decia sino la entonación de la voz.

Su música era profundamente personal, sin embargo habló por millones de jóvenes. Desde la época del Clash hasta Los Mescaleros, Joe miraba la realidad de frente y exigía que hiciéramos lo mismo. En canciones como "London Calling" y "Yalla Yalla", descartaba el espejismo de un salvador que rescatara a la gente del infierno de este sistema. Partía de la realidad tal y como es, y no de definiciones como los idealistas quisieran que fuera.

Hay un retrato famoso de los cuatro parados en frente de una foto de combatientes del Ejército Rojo durante la revolución rusa. Arriba escribieron: "Clash, La única banda que importa". Eso sí es tomarse en serio; y fíjate que hay algo que aprender. En estos días cuando Estados Unidos anda de ogro queriendo pisar a todo el mundo e imponiendo un estado policial aquí en la "patria", viene al caso más que nunca la canción clásica del Clash, "Clampdown" (La represión).

El juez me condenó, le dije que me valió
No trabajo por la represión
El que tenga corazón y no se le secó
no trabaja por la represión
Tumba los muros, para que caigan los gobiernos
¿Cómo lo vas a negar?
Es la hora de la rabia, tu furia es tu fuerza
si la sabes aprovechar.

¡Eso! Eso es lo que representaba el Clash: tomar la rabia reprimida que mata a la gente por dentro y hace que se mate entre sí, canalizarla hacia la fuente de esos horrores, y tomar esa posición sin titubeos. Políticamente, Joe perdió las esperanzas de ver un cambio revolucionario. Nunca dejó de anhelar un mundo radicalmente diferente, pero dudaba de las posibilidades de alcanzarlo durante nuestra vida e incluso si era posible que no se dañara. Le dolían las derrotas y desilusiones del pasado, pero no dejó de buscar el cambio radical.

En la canción "Tony Adams", hace la pregunta, Q ue alguien me diga claro: ¿el mundo nuevo ya nació?, y afirma, Estamos esperando los rayos del amanecer . No estaba seguro de si era posible, sabía que no iba a ocurrir durante su vida, pero nunca cerró la puerta al cambio verdadero. De vuelta, en "Cool'N'Out", pregunta, ¿De qué se trata?,pero contesta, Le toca a otro buscar la respuesta . Con todo y el dolor de saber que no le iba a tocar verlo, aun así contaba con esperanza para el futuro y confianza en el pueblo. Hasta la vista, Libertad, aunque nos quedamos esperándote. No en mi tiempo, pero en el de nuestros hijos e hijas sí ("Yalla Yalla"). Lo ansiaba tanto, pero se lo encargó a otra generación.

Reconoció el gran potencial de la música para unir a la gente por todo el mundo. En "Willesden to Cricklewood", canta, Ven conmigo y pórtate mal, alócate en la vía pública, cántale úbica túbica, en el semáforo bailaremos, más brillante que un sol reiremos, cruzando las grandes divisiones, raza, edad y naciones.

Cómo me duele, cómo lo echo de menos. Me latía que estuviera a nuestro lado, batallando para despejar el camino. Nos dejó un gran legado; su memoria sigue haciendo música y nada nos quitará eso. Creo que él entendería que necesitamos un tiempecito de luto, luego nos diría que agárraramos una cheve o un tequilazo cuando nos acordamos de él. No hubiera querido que duráramos mucho tiempo así, nos mandaría a pararnos para arreglar este desmadre de mundo y a buscar compañeros, no importa si se parecen a nosotros o no.

Haz que tus momentos aquí cuenten, pues nunca sabes con cuántos puedes contar. La antorcha nos la pasó; ahora, ¿quién la llevará hacia el final?

Si chocas la cabeza contra el muro
ni siquiera lo rascarás.
Pásale adelante como dueño y verás
que no es de piedra el futuro.
En este mundo vivirás
órale con lo nuevo.

Joe Strummer, "Diggin' the New"


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