Tras las rejas en la Intifada

Rebelión

Obrero Revolucionario, 23 de marzo, 2003, posted at http://rwor.org

El verano pasado, viajé a Palestina con una delegación del Movimiento de Solidaridad Internacional (ISM). Desde mi regreso, no pasa un solo día que no piense en los palestinos y su lucha, pues en las noticias veo la constante agresión israelí contra ellos. El Obrero Revolucionario sacó un articulo de mis experiencias del verano pasado en Palestina bajo la ocupación israelí y ahora quiero relatar una más.

El ISM está integrado por activistas, estudiantes de medicina, periodistas independientes y otros jóvenes de todo el mundo. Se propone desarrollar un movimiento internacional de apoyo a la lucha de los palestinos y condenar los crímenes del gobierno israelí y las Fuerzas de Ocupación Israelíes (FOI).

El 7 de agosto, las FOI metieron a la cárcel a nueve activistas del ISM por apoyar a los palestinos: cinco de Francia, uno de Irlanda y tres de Estados Unidos (Adam Shapiro, uno de los coordinadores principales del ISM; un activista del movimiento contra la globalización; y yo).

Soy militante de la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria (BJCR) y me uní al ISM para apoyar el Verano de Libertad Palestina. Tengo 19 años, vivo en Sur Centro de Los Ángeles y he vivido siempre bajo la bota de la opresión; a mis padres los sacó de México el imperialismo. Toda mi experiencia me empujó a entrarle a la lucha. La lucha de los palestinos me inspiró pues ese pueblo rebelde no se raja ni hinca la rodilla ante el enemigo, y tenía muchas ganas de ir a Palestina a apoyarlo, aprender de él y dar a conocer su voz.

Contra el sitio de Nablus

El 2 de agosto, el ejército israelí invadió la ciudad de Nablus con 150 tanques y casi mil soldados. Los activistas y voluntarios de todo Cisjordania nos movilizamos: enfrentamos a los soldados que allanaban casas; hicimos acto de presencia con familias que estaban amenazas con la demolición de su casa; y repartimos pañales, leche y comida durante el sitio.

Por toda una semana, tumbaron casa tras casa y arrestaron o mataron a muchísimos palestinos, y fue cuando se organizó la resistencia popular. Desde el principio se dio resistencia, pero ahora empezaba a darse una gran resistencia de masas.

En la vecina aldea de Hawara convocaron una manifestación contra el toque de queda de su aldea y la ocupación de Nablus. Querían desafiar el injusto retén militar, pasar a Nablus, juntarse con otros compañeros y luego hacer una gran marcha.

En Hawara casi todos son agricultores y el toque de queda ya llevaba un mes; lo levantaron por una semana pero luego, con el ataque a Nablus, volvieron a imponerlo.

Los palestinos son agricultores e Israel arranca de raíz los huertos de olivos y los mete presos. ¿Qué significa para un campesino estar preso en su propia casa? Simplemente que no puede cultivar la tierra.

Los campesinos de Hawara no estaban dispuestos a dar el brazo a torcer; organizaron la marcha y nos invitaron. Para los internacionales (activistas del ISM) fue la primera acción directa desde que Israel invadió Nablus.

En el retén de la carretera de Nablus a Hawara conocimos a una mujer que llevaba cinco días intentando cruzar a Hawara y cada vez le prohibían el paso. Vivía con su familia en Hawara; fue a visitar a sus parientes en Nablus y los soldados no la dejaron regresar; ya era el colmo y soltó el llanto. Escuché después que los activistas del ISM cuestionaron a los soldados y consiguieron que cruzara.

Esto es cotidiano. Ha habido partos en los retenes porque no dejan pasar las ambulancias y los soldados han matado a gente a balazos. Los retenes son un instrumento para oprimir a los palestinos y ocupar sus tierras.

Un día nos tocó dar una caminata de tres horas para evitar un retén. Los palestinos tienen que hacer lo mismo para viajar a otras aldeas y corren el riesgo de que los colonos israelíes les metan un balazo. Para mí esos colonos son como los rancheros cazainmigrantes de Arizona y Texas que tienen nexos con la Migra y matan a los inmigrantes que cruzan la línea. Los inmigrantes huyen de los efectos del imperialismo en sus países, vienen a trabajar a Estados Unidos y mueren en el desierto de deshidratación o los matan a balazos los rancheros.

Cuando llegamos a Hawara, corrimos a unirnos a la marcha. La integraban palestinos de todas las edades, principalmente hombres, y coreaban consignas en árabe; en total éramos 250 palestinos y 40 internacionales, y partimos a Nablus.

Las FOI nos atacan

Apenas llegamos al retén de Nablus cuando las FOI atacaron la marcha. No dejaron pasar a nadie, porque era una "zona militar cerrada". Tiraron gas lacrimógeno, granadas de percusión, balas de goma y dispararon al aire y, de repente, directamente a la multitud; también dieron puñetazos a quienes alcanzaran. Aspiré gas lacrimógeno y tuve problemas para respirar, pero un muchacho me regaló un ajo y recomendó que lo inhalara, y eso me ayudó.

Un jeep se abrió paso entre la multitud. Agarraron a un joven y lo tiraron al jeep. Los soldados agarraban a los jóvenes palestinos pero los activistas del ISM se los arrebatábamos. Ese día lograron llevarse a 30. Más tarde un soldado israelí le dijo a un internacional: "Atacamos la marcha porque no queremos que esto se extienda por todo el territorio".

Arrestaron a Adam Shapiro cuando filmaba el ataque y, al confiscarle el rollo de video, le rompieron la cámara. Los compañeros del ISM exigimos que lo soltaran y nos sentamos con los brazos entrelazados frente al jeep, pero los soldados volvieron al ataque y tuvimos que retroceder.

A mí, me rodearon las FOI y me jalaron al jeep. Creyeron que era palestino y al descubrir que era internacional, dijeron que me iban a deportar y, esposado, me metieron al jeep junto con Salah, un activista irlandés, y Pierre, de Francia. Arrestaron a Pierre por defender a una compañera estadounidense militante de la BJCR; los soldados le cayeron encima y Pierre la cubrió con el cuerpo, y lo pescaron a él.

Nos pusieron grilletes y nos llevaron en un camión militar a la comisaría del asentamiento de Arion, donde nos interrogaron varias horas.

Más tarde supimos que unos colonos sionistas atacaron a los compañeros internacionales que se sentaron frente a los jeeps que nos llevaron; a Huwaida Arraf, una de las principales organizadoras del ISM y compañera de Adam Shapiro, la aventaron al suelo. Los colonos son sionistas racistas a sueldo del gobierno israelí que establecen asentamientos en territorio palestino, y me enteré de que la mayoría son de Brooklyn, Nueva York. Esos asentamientos rodean las ciudades palestinas y así Israel va colonizando más tierras de Palestina. Nos pareció que los soldados tal vez titubeasen en disparar contra internacionales por miedo de provocar un gran rechazo a la ocupación israelí, pero los colonos estaban dispuestos a dispararle a cualquiera que apoyara a los palestinos. Creen que están en su derecho porque son estadounidenses.

Nos llevaron al aeropuerto Ben-Gurion a reunirnos con un representante del Ministerio del Interior y a otro interrogatorio. A fuerzas tuvimos que firmar un documento en hebreo, sin traducción; nos cancelaron las visas y ya éramos "ilegales". De allí nos llevaron a pasar la noche en la prisión Ariel en uno de los asentamientos israelíes más grandes de Cisjordania, y separaron a los hombres y las mujeres.

En la prisión de Ramle

Al día siguiente nos llevaron a la prisión de Ramle en Tel Aviv, donde pasamos los últimos cinco días de la estadía en la Palestina ocupada. Nos tenían en mejores condiciones que a los palestinos.

En Nablus un palestino nos habló de su experiencia (y de muchos otros) en las cárceles israelíes: primero los hacen sentarse en una posición muy incómoda, esposados y con los ojos vendados. Al día siguiente los meten en un caja más chica que un ataúd, los golpean o si les da la gana, los matan. Son torturas que causan daños físicos y mentales a largo plazo; conocimos a un señor mayor que tenía problemas psicológicos y caminaba chueco a causa de la tortura de las FOI.

En la cárcel dormimos seis en una celda y teníamos derecho de ir a las demás celdas; nos sacaban dos veces al día y podíamos comprar sodas de una máquina. Tres veces al día nos encerraban por unos 15 minutos para hacer el conteo; aparte de eso, las celdas estaban abiertas pero, como en cualquier prisión, la higiene y la comida eran malas. Los activistas estábamos regados en varias celdas pero nos visitábamos durante el día; cada cuarto tenía una mezcla de gente de todo el mundo.

La cárcel de Ramle estaba llena de inmigrantes que cayeron en las redadas del gobierno que en este tiempo deportó a 50,000 "ilegales". Antes, los palestinos hacían los trabajos mal pagados, pero ahora como los tienen presos en sus propias casas en Cisjordania y Gaza, el gobierno ha tenido que conseguir obreros de otros países oprimidos. Luego decidieron que había demasiados obreros extranjeros y los deportaron, igual que en Estados Unidos, donde los inmigrantes mexicanos y centroamericanos trabajan en el campo y las fábricas hasta que ya no los necesiten y luego los botan del país.

En las paredes y en las sillas había figuras tachadas de puercos con visas en mano, un símbolo del odio de estos obreros contra el opresor. También había pintas que decían: "¡A la mierda Israel!" Eran de Filipinas, Tailandia, Birmania, Rumania, Ghana, y Somalia; me dijeron que los invitaron a Israel, pero ahora los pondrán en un barco rumbo a sus países.

Conocí a un compañero de Liberia, donde hoy hay una guerra civil y por eso no podía regresar. Pero no podía quedarse en Israel porque el gobierno ya no lo necesitaba. Otro era de Filipinas y tenía muchas ganas de regresar porque su hija le escribía que lo extrañaba mucho, que su mamá se volvió a casar y el padrastro la hostigaba. Otra era de Rumania, se declaró comunista y se puso a cantar la "Internacional" en su idioma.

Sentí mucho en común con estos compañeros en la cárcel, igual que con los palestinos. Estaba encarcelado como "ilegal" junto con obreros de todo el mundo que también eran considerados "ilegales" por el estado colono sionista. Pensé en mis padres que salieron de México a trabajar en Estados Unidos y son calificados de "ilegales", y pensé en los palestinos que son calificados de "ilegales" en su propia tierra. Pude ver que somos un proletariado internacional y que tenemos muchísimo en común.

Platicando con los internacionales

Estar tras las rejas por seis días me dio la oportunidad de entrevistar a otros activistas arrestados. Salah Afifi es irlandés-palestino, vive en Irlanda y tiene parientes en Ramallah (Cisjordania). Le pregunté qué quisiera que el pueblo estadounidense supiera de él y me respondió audazmente: "No es tanto lo que quiero que sepan de mí, sino que quiero decirles lo que opino de su gobierno: Estados Unidos está en guerra contra todo el mundo y poblaciones civiles inocentes para mantener un tren de vida con que ni puede soñar el 90% de los pueblos del mundo".

Salah me contó de sus experiencias en Palestina: "Vine a apoyar la población civil palestina a quien le cae el peso militar israelí; como irlandés tengo derechos que no tienen los palestinos, aun en sus propias calles. Sabía de estos hechos, pero quería vivirlo en carne propia y poder denunciar la verdadera situación a todo mundo. Vivir en Nablus con familias palestinas que están amenazadas con la demolición de sus casas es una de las experiencias más intensas de mi vida; día tras día lo vi, es horrible, no saber de un día al otro si tendrán casa. Sin duda que la destrucción sin sentido de casas en la parte antigua de Nablus es un acto de castigo colectivo. Seguí detrás los soldados que hacían este trabajo cotidiano y me fijé que les daba gusto y orgullo; son como perros rabiosos desatados contra gente indefensa".

También entrevisté a Adam Shapiro, uno de los fundadores del Movimiento de Solidaridad Internacional; él y su compañera Huwaida Arraf, la otra organizadora principal del ISM, tienen tres años viviendo en Jerusalén. Cuando lo conocí no sabía que era un estudiante judío de Brooklyn, ni que dos veces penetró el cerco de las tropas de las FOI al local de Arafat y logró unirse a los palestinos en el otro lado; o que su familia recibe amenazas de muerte de organizaciones sionistas en Estados Unidos.

Adam me dijo: "Crecí en un barrio de muchas nacionalidades, enfrente de los multifamiliares en tiempos de mucha tensión racial a causa del caso de Bernhard Goetz [Goetz, un hombre anglo asesinó un joven negro en el metro de Nueva York-- OR]. Mis padres me enseñaron a llevarme con todos con igualdad, tenía amistades de todos los orígenes y nunca nos considerábamos diferentes. De joven en los años 80, mi mamá nos llevaba a manifestaciones para pedir libertad en la Unión Soviética, contra la guerra nuclear y contra el apartheid en Sudáfrica. Recuerdo que no comprábamos Nestlé porque tenía grandes intereses en Sudáfrica...

"Me interesé en el Medio Oriente cuando estudiaba en 1990, y supe del conflicto israelí-palestino por lo que decía la prensa grande, pero me enteré de que eran puras mentiras al conocer a palestinos y aprender otras cosas en la escuela. Durante la guerra del Golfo tuve grandes dudas de lo que hacía Estados Unidos en el Medio Oriente; fuimos a mítines contra la guerra".

El ISM une a gente de todo el mundo con diversos puntos de vista. Adam Shapiro me explicó lo que se había logrado con las delegaciones del ISM: "Lo primero es que rompe el aislamiento de los palestinos y les muestra que hay gente dispuesta a luchar codo a codo con ellos. Segundo, le dice a nuestros propios gobiernos, que no hacen nada, que el pueblo sí puede luchar por lo justo y así se les pone presión. Tercero, la gente que viene a Palestina regresa a sus países más informada y puede educar con esa experiencia propia. Cuarto, exactamente por nuestra diversidad, dar a conocer la situación de Palestina puede conectar nuestras diversas luchas. Finalmente, abre la posibilidad de amistad entre los palestinos y los pueblos internacionales.

De Palestina a las entrañas de la bestia

Como todo mundo sabe, cuando arrestan a un chingo de gente en grandes alzamientos políticos, los detenidos tienen muchas ganas de debatir y compartir ideas. Todo mundo quiere platicar. Y así fue con nosotros. La pasábamos hasta muy noche jugando naipes y debatiendo muchas cosas. Y hablamos mucho de cómo solucionar el conflicto en Palestina.

Unos pensaban que Israel tiene el derecho a existir. Otros dijeron que ojalá haya una solución pacífica, pero que en todo caso los palestinos tienen el derecho a defenderse y por eso apoyan la lucha armada. Al principio, algunos pensaban que yo era nacionalista, pero les dije que soy internacionalista revolucionario. Como maoísta, creo que la solución es la guerra popular y me alientan mucho las guerras populares de Nepal, Perú y Turquía. A mi ver, Palestina necesita librar una lucha así, o sea, para liberarse el pueblo palestino tiene que hacer una revolución de nueva democracia. No estoy de acuerdo con que Israel tenga el derecho a existir, pues se robó la tierra de los palestinos y fundó su estado con la ayuda de los imperialistas. Los palestinos luchan por vivir y por la liberación con piedras, hondas, cocteles molotov y algunas armas. Por su parte, Israel recibe tres mil millones de dólares anuales de Estados Unidos y gran cantidad de ayuda militar. Estados Unidos no es neutral ni mucho menos. Respalda a Israel, pues es como una base imperialista en el Medio Oriente.

Pasé dos semanas y media en Palestina y estuve preso seis días. Con nuestro arresto los invasores israelíes querían amedrentar a los activistas internacionales para que no viajaran a Palestina ni brindaran apoyo a la lucha del pueblo. Las FOI se propusieron quebrar al ISM a fin de arrinconar y aislar a los palestinos para que sea más fácil sembrar terror y ocupar sus tierras. Pueden meter presos a los activistas y deportarlos, pero no pueden tapar la verdad. Los pueblos del mundo seguiremos solidarizándonos con el pueblo palestino. Estamos más resueltos que nunca a poner al descubierto la brutalidad de las FOI.

Al regresar a Sur Centro de Los Ángeles, me dio un gran choque cultural porque había visto de primera mano lo que Estados Unidos hace en todo el mundo. Regresé resuelto a luchar contra el gobierno y más decidido que nunca a hacer la revolución en las entrañas de la bestia, a luchar por el pueblo palestino, los pueblos oprimidos del mundo y los oprimidos de este país.


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