POR QUÉ NOS HACE FALTA UNA REVOLUCIÓN REAL Y CÓMO CONCRETAMENTE PODEMOS HACER LA REVOLUCIÓN

POR QUÉ NOS HACE FALTA UNA REVOLUCIÓN REAL
Y CÓMO CONCRETAMENTE PODEMOS HACER LA REVOLUCIÓN

Un discurso de Bob Avakian

Este discurso desarrollará y se adentrará más en lo que establece CÓMO PODEMOS GANAR, Cómo en concreto podemos hacer una revolución (una declaración del Partido Comunista Revolucionario), que pone una guía crucial que debe asumir y aplicar toda persona que anhele y quiera contribuir a la realización de un mundo sin los horrores que las masas de la humanidad sufren continuamente. De acuerdo con eso, al hablar aquí sobre lo que “nosotros” debemos estar haciendo, no hablo solamente de los de nosotros que ya estamos participando, sino de todos los que deben ser parte de esta revolución.

Esto consta de dos partes: I. Únicamente una revolución real puede efectuar el cambio fundamental que se necesita; y II. Cómo concretamente podemos hacer la revolución. Pues, entrémonosle.

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I. Únicamente una revolución real puede efectuar el cambio fundamental que se necesita

En 2012, en ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS!, hablé del escandaloso asesinato de Ramarley Graham ese mismo año — acribillado en su propio hogar en El Bronx por la policía de Nueva York. Tenía 18 años nada más. ¡¿Tengo que decirles de qué “raza” era?! Su mamá no paraba de decir: “¡Esto tiene que PARAR!”. Y su padre repetía una y otra vez, “¡¿POR QUÉ mataron a mi hijo?! ¡¿POR QUÉ mataron a mi hijo?!”. Luego los policías se juntaron para apoyar a voz en cuello a su colega puerco que mató a Ramarley a sangre fría, burlándose vilmente de la familia y seres queridos de Ramarley, así mostrando una vez más la fea verdad de que, en la manera en que Estados Unidos fue construido, y para los de arriba en este país, la humanidad del pueblo negro nunca ha contado para nada — nunca los han valorado como seres humanos, sino objetos nada más, para ser explotados, oprimidos y reprimidos. Seis años después, tras una cadena continua de asesinatos policiales a sangre fría, yo repetiré lo que dije en ese entonces: ¿Cuántas veces más tiene que ocurrir esto? ¡¿Cuántas veces más tienen que brotar las lágrimas y los llantos de angustia y rabia de los corazones dolidos de las personas?! ¡¿Cuántas veces más, tras otro más de estos escandalosos asesinatos perpetrados por la policía, tenemos que escuchar esas palabras que echan gasolina sobre las llagas que ya nos arden: “homicidio justificado, uso justificado de la fuerza” por la policía?! ¡¿Cuántas veces más?!

Ramarley Graham... Nicholas Heyward, Jr.... Tamir Rice... Eric Garner... Darius Pinex... Oscar Grant... Manuel Díaz... Joel Acevedo... Laquan McDonald... Aiyana Stanley-Jones... Sandra Bland... Jack Sun... Renee Davis... Michael Brown... Freddie Gray… Maurice Granton Jr.... Harith Augustus... la lista sigue… y sigue… y siguede miles y miles, especialmente negros y latinos, e indígenas.

¡Si esto fuera lo único que este sistema tiene de malo, sería más que suficiente motivo para barrerlo de la faz de la Tierra!

Pero esto es sólo una parte de los ultrajes intolerables que este sistema perpetra sin parar, los que causan tanto sufrimiento innecesario para las masas de la humanidad. Así que, volvamos a “por qué” — y qué se requerirá para poner fin, de verdad, a todos los ultrajes.

¿Por qué los negros, latinos e indígenas están sometidos a la persecución genocida, la encarcelación en masa, la brutalidad y asesinato policial?

¿Por qué hay degradación patriarcal, deshumanización y subyugación de todas las mujeres en todas partes, y opresión a base de la orientación sexual o de género?

¿Por qué hay guerras de imperio, ejércitos de ocupación y crímenes contra la humanidad?

¿Por qué satanizan, criminalizan y deportan a los inmigrantes, y militarizan la frontera?

¿Por qué están destruyendo el medio ambiente de nuestro planeta?

Estos son los que llamamos los “5 ALTOS” — contradicciones profundas y determinantes de este sistema, con todo el sufrimiento y destrucción que provocan, contra los cuales habremos de protestar y oponernos de manera poderosa, con una verdadera determinación de ponerles fin, pero que sólo se eliminarán por fin acabando con este propio sistema.

¿Por qué, con todo esto, vivimos en un mundo donde sectores grandes de la humanidad viven en una pobreza extrema, en que 2.3 miles de millones de personas carecen hasta de inodoros rudimentarios o letrinas y enormes números padecen enfermedades prevenibles, en que millones de niños mueren cada año de estas enfermedades y de inanición, mientras obligan a 150 millones de niños en el mundo a dedicarse al trabajo infantil despiadadamente explotado, y toda la economía mundial se apoya en una vasta red de maquiladoras que emplean grandes números de mujeres que están sometidas de rutina al acoso y agresión sexual, un mundo en que 65 millones de refugiados han sido desplazados por guerras, pobreza, persecución y los efectos del calentamiento global?

¿Por qué es así el estado de la humanidad?

Hay una razón fundamental: la naturaleza básica del sistema del capitalismo-imperialismo bajo el cual vivimos y la manera, por su propia naturaleza, en que continuamente perpetra un horror tras otro. Y, en términos fundamentales, tenemos dos opciones: o vivir con todo eso —y condenar a las generaciones futuras a lo mismo, o a cosas peores, si es que siquiera tengan un futuro— o, ¡hacer la revolución!

Pero, ¿qué es la base científica para decir que este sistema es la fuente de todo esto, que está entretejido en la estructura misma de este sistema y por eso es imposible eliminar estos ultrajes reformando este sistema, y que más bien hay que derrocarlo? Volvamos a esos “5 ALTOS”.

La opresión del pueblo negro y de otra gente de color

Este sistema en Estados Unidos fue fundado en el genocidio y la esclavitud. Desde el principio, trataron a los afroamericanos y los indígenas como “parías”, una casta de personas menos que humanas que no merecían los mismos derechos y oportunidades como los europeos que colonizaron el territorio. Se vertió supremacía blanca en los cimientos y en todas las instituciones de Estados Unidos. La unificación de “Estados Unidos” se logró por medio de una “componenda”, redactada en la Constitución fundadora, que institucionalizó la esclavitud; y durante generaciones el trabajo de los esclavos producía una gran parte de la riqueza de Estados Unidos. Como dije en Lo BAsico 1:1: “Sin la esclavitud, Estados Unidos no existiría tal como lo conocemos hoy. Eso es una verdad simple y básica”. Y luego, cuando ya no era posible contener los conflictos los que en cierta medida esa “componenda” fundadora había mantenido bajo control, estalló la Guerra Civil entre los estados sureños esclavistas y los estados norteños que cada vez más se basaban en la explotación del trabajo asalariado por los capitalistas. Pero, poco después del fin de esa Guerra Civil, se fraguó otra “componenda”, que fue una continuación de la “componenda” original bajo las nuevas condiciones: El país fue reconstruido a base de reafirmar y reforzar la supremacía blanca — subyugando y aterrorizando a las masas del pueblo negro, aún en su inmensa mayoría en el Sur, en la condición de “ciudadanos de segunda clase”, explotados en condiciones muy parecidas a la esclavitud (y a veces todavía literalmente esclavos) por los dueños blancos de plantaciones y dueños de otras propiedades, y se seguía robando tierras y el sustento a los indígenas por medio de la conquista armada y el diezmo de masacres, encierro en reservas y el genocidio cultural, que han resultado en la pobreza, la opresión y la represión las que se sigue infligiendo a los indígenas a la fecha.

Bajo la esclavitud, eran las patrullas y milicias armadas, organizadas por los amos de esclavos, las que cazaban a los esclavos que se rebelaban, o simplemente trataban de escapar, y aterrorizaban a las masas de negros en conjunto. Después de la esclavitud, bajo la segregación Jim Crow, fue el Ku Klux Klan, junto con los sherifatos locales, los que en gran medida desempeñaban este papel. Hoy, en las condiciones en que se encuentran las masas negras en los ghettos de las comunidades urbanas marginadas, el papel que en el pasado desempeñaron las patrullas de cazadores de esclavos y luego el Ku Klux Klan y los sherifatos locales, ahora lo hacen las fuerzas policiales urbanas fuertemente armadas. Esto es una gran parte del papel general de la policía — lo que, como dije en Lo BAsico 1:24:

“...no es de servir y proteger a la gente, es para servir y proteger el sistema que gobierna sobre la gente. De reforzar las relaciones de explotación y opresión, las condiciones de pobreza, miseria y degradación que el sistema ha impuesto sobre la gente y está determinado a mantenerla allí. La ley y el orden que representa la policía con toda su brutalidad y asesinato es la ley y el orden que refuerza toda esta opresión y locura”.

En los días de la esclavitud, y luego la segregación Jim Crow tras la Guerra Civil, los opresores salvajemente explotaban y aterrorizaban a los negros, asesinando brutalmente a los que consideraron una amenaza, o que “no se quedaban en su lugar”, pero no mataban ni encarcelaban a una enorme parte de la población negra, porque necesitaban de su trabajo como una fuerza vertebral y fuente crucial de ganancias para las plantaciones de algodón y la economía general en el Sur (y en Estados Unidos en su conjunto). Hoy, con la concentración de grandes números de negros en las comunidades urbanas marginadas, y con el traslado de muchas fábricas y otras empresas capitalistas fuera de los centros urbanos, la policía ha matado a miles de negros en las últimas décadas, y desempeñan un papel clave para mantener forzosamente a las masas del pueblo negro en una situación donde, sobre todo los jóvenes a los que el sistema ha robado de todo futuro, miles se están matando unos a otros, y millones están encarcelados o de alguna otra manera están bajo el control del supuesto “sistema de justicia”.

Ya que la supremacía blanca es un elemento tan determinante de Estados Unidos, no son solamente los afroamericanos e indígenas los que están sometidos a la discriminación, degradación y brutalidad, sino la gente de color en general, y ahora esto se aplica en formas muy agudas a los que tienen sus raíces en México, El Salvador y otras partes de Centroamérica y el Caribe, lugares qué están fuertemente atrapados en una red de dominación y explotación por los imperialistas de Estados Unidos, cuyo saqueo de estos países ha obligado a muchos a emigrar al propio Estados Unidos.

La supremacía blanca y el capitalismo han estado totalmente entretejidos y estrechamente “articulados” a lo largo de todo el desarrollo de Estados Unidos, al día de hoy; intentar acabar realmente con la supremacía blanca y al mismo tiempo conservar el sistema del capitalismo, desgarraría todo el tejido del país. La supremacía blanca y el capitalismo no es posible superar y por fin abolir la primera sin derrocar y por fin abolir el segundo.

La opresión de las mujeres y las relaciones opresivas de género

Aparte de estar completamente entretejida y estrechamente “articulada” la supremacía blanca con el desarrollo del capitalismo en Estados Unidos, la supremacía masculina también está completamente entretejida y estrechamente “articulada” con todo el desarrollo histórico de la división entre explotadores y explotados, opresores y oprimidos, en el mundo entero, incluido el sistema capitalista-imperialista que es dominante en el mundo actual. Hace miles de años, con el desarrollo de sociedades humanas de tal manera que los medios de producción (tierra, animales domesticados, herramientas, etc.) ya no eran el recurso común de la gente sino que se convirtieron en propiedad privada — y la “división del trabajo” resultó en que las mujeres se encargaban de criar a los niños y los hombres dominaban la propiedad de estos medios de producción y deseaban legar todo esto a sus herederos (masculinos) (y no a los herederos de nadie más) — esto llevó al dominio de la familia patriarcal, en que el hombre tiene el poder sobre su esposa (o esposas) e hijos, y la subordinación de la mujer al hombre en la sociedad en general, con toda la brutalidad y terror, tanto mental como físico, que se han usado para imponer esto y toda la ideología y cultura de la supremacía masculina y la misoginia (que considera a las mujeres como seres despreciados, menores, cuyo propósito esencial es servir al hombre) la que ha racionalizado y reforzado esta desigualdad y opresión. Esta opresión patriarcal también ha estado ligada a la supresión y el castigo a las relaciones entre las personas, incluidas las relaciones íntimas, las que se contraponen y desafían a las relaciones “tradicionales” de género.

Es crucial que se dé una lucha decidida contra esta terrible opresión, en todas sus manifestaciones, pero para por fin abolir y superar todo eso —en la sociedad en conjunto y no en un solo país sino para toda la humanidad— es preciso abolir la propiedad privada de los medios de producción y convertirlos en la propiedad común de la gente en conjunto, y reemplazar la familia patriarcal tradicional con relaciones entre las personas, como las relaciones íntimas, las que se elijan libremente, y que se liberen de todos los vestigios de opresión. Esto, claro, es imposible bajo el capitalismo. Únicamente por medio de la revolución para derrocar este sistema y arrancar de raíz todas las relaciones de explotación y opresión que este sistema encarna, será posible por fin eliminar la división fundamental en la que la mitad de la humanidad está subordinada y dominada por la otra mitad, y toda la brutalidad y agonía que esto conlleva. Por eso, en la nueva sociedad socialista que se creará con el derrocamiento del capitalismo, el objetivo (como lo plantea la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte) debe ser superar: “todas ‘las cadenas de la tradición’ encarnadas en los papeles y divisiones tradicionales de género y en todas las relaciones opresivas correspondientes, en toda esfera de la sociedad, y de facilitar que las mujeres participen y contribuyan, tan plenamente como los hombres, a todo aspecto de la lucha para transformar la sociedad y el mundo con el fin de arrancar de raíz y abolir todas las relaciones de opresión y explotación y emancipar a toda la humanidad”.

Guerras de imperio, ejércitos de ocupación y crímenes contra la humanidad

Es posible encontrar incursiones y otras formas de conflicto violento entre diferentes pueblos desde las sociedades humanas tempranas hace mucho tiempo, pero el surgimiento de sociedades divididas en clases y civilizaciones basadas en la conquista, la esclavitud y otras formas de explotación y opresión, durante milenios ha conducido a guerras que han causado muerte y destrucción a un nivel masivo. Esto ha sido así especialmente a partir del desarrollo en gran escala de la producción e intercambio de mercancías (cosas producidas para el intercambio en vez del uso directo por los que las producen), y el desarrollo de los medios de transporte que posibilitaba el intercambio de mercancías, y la búsqueda activa de mercados para el intercambio, en un territorio grande que se expande cada vez más. Luego, libraban guerras para conquistar mercados y rutas de comercio, así como fuentes de materia prima, y para esclavizar y explotar a pueblos conquistados.

Con el desarrollo del capitalismo durante varios siglos anteriores, la producción y el intercambio de mercancías se han extendido enormemente, y se ha convertido en la forma generalizada en que se lleva a cabo la producción (y el intercambio). (Al pensarlo, todas las cosas o casi todas las cosas que uno utiliza, no son algo que uno fabrica — más bien uno intercambia algo, es decir el dinero, para poder comprar cosas de otra fuente. Y la gente en todo el mundo está haciendo esto en este momento; esto es lo que el capitalismo ha masificado.) Y el capitalismo ha vinculado las cosas más y más estrechamente, bajo su dominación, en un sistema mundial general. Pero este sistema del imperialismo capitalista se caracteriza por divisiones profundas: entre diferentes clases y grupos de personas en cada país; entre un número reducido de países capitalista-imperialistas y los países bajo la dominación de estos imperialistas, especialmente en el tercer mundo (Latinoamérica, África, el Medio Oriente y Asia); y las divisiones entre los países imperialistas mismos, cuya rivalidad se ha centrado, a un grado importante, en su contienda por el control de colonias y de personas a las cuales explotar en el tercer mundo. (Y cuando durante un tiempo en el siglo pasado existían países socialistas, primero en la Unión Soviética y luego también en China, hubo conflicto entre las potencias imperialistas y esos países socialistas, a los cuales los imperialistas trataban de aislar, sofocar y destruir.) Todo eso llevó a dos guerras mundiales en el siglo pasado, en las que se murieron decenas de millones de personas, entre ellas enormes números de civiles. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, las divisiones que caracterizan al mundo, dentro del marco general de la dominación del sistema capitalista-imperialista, han llevado a guerras continuas: guerras en las que las potencias imperialistas han soltado una violencia masiva contra las personas que luchaban para liberarse del imperialismo en los países en el tercer mundo —tales como la guerra de Vietnam, donde Estados Unidos masacró a unos millones de vietnamitas y contaminó una buena parte del suelo de ese país con armas químicas (crímenes de guerra y contra la humanidad que los imperialistas estadounidenses han continuado perpetrando en todas partes del mundo, como hoy en el país mesooriental de Yemen, donde, a causa de los bombardeos y otras acciones de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, con el respaldo, suministro de armas y ayuda de Estados Unidos, un millón de personas, incluidos muchísimos niños, están sufriendo, y muchos están muriendo, de la terrible enfermedad de cólera, y ocho millones de personas, más de una cuarta parte de la población, enfrentan la inanición)— y hay guerras entre diferentes fuerzas opresoras, como las guerras en que las potencias imperialistas se pelean entre sí no directamente sino por medio de “sustitutos”, como la guerra que ha devastado a Siria durante los últimos años, donde Estados Unidos y Rusia han respaldado, armado y ayudado a diferentes facciones. Si bien se ha evitado hasta ahora otra guerra imperialista —la que podría llevar a una destrucción y muerte a una escala masiva, especialmente con los arsenales de armas nucleares en las manos de Estados Unidos, Rusia, China y algunos otros países, y la que incluso podría causar la extinción de la raza humana— siempre que el sistema capitalista-imperialista siga dominando al mundo, y continúen existiendo las profundas divisiones que esto encarna e impone, pues pesa el peligro de una guerra mucho más devastadora que nada que la humanidad haya sufrido anteriormente.

Únicamente mediante el derrocamiento de este sistema, incluido en sus más fuertes centros de poder en los propios países imperialistas —un derrocamiento realizado con el fin de también impedir que estos imperialistas lancen una guerra total de aniquilación— únicamente así podemos avanzar hacia el objetivo de superar las divisiones entre los seres humanos que encarnan la explotación y la opresión y conducen al conflicto violento, y por fin hacer realidad las aspiraciones de tantísimas personas a tener un mundo sin guerra.

La satanización, criminalización y deportaciones de inmigrantes y la militarización de la frontera

Las fronteras de Estados Unidos se establecieron primero mediante la guerra, y se expandieron repetidamente por medio de la conquista armada de territorio, especialmente en guerras contra los pueblos indígenas y una guerra contra México a mediados del siglo 19. Como resultado de esta guerra, Estados Unidos se apoderó de más de la mitad del territorio de México; y combatió con el propósito de expandir la esclavitud así como para agrandar enormemente su territorio. Desde el final del siglo 19, el imperio estadounidense se ha expandido, no solo apoderándose de países (como las Filipinas, Cuba, Puerto Rico y Guam) como colonias o casi colonias, sino también por invasiones y otros medios, instalando a gobernantes dependientes de Estados Unidos y obedientes. Hoy, Estados Unidos tiene fuerzas armadas y agentes de “inteligencia” apostados en más de 100 países del mundo y da apoyo militar y otra ayuda a gobiernos, incluidos regímenes brutalmente opresivos, los que mantiene como parte de su imperio. Y, con la coacción de su poderío militar y económico, el imperialismo estadounidense no sólo sigue dominando políticamente sino explotando y saqueando económicamente a países en todo el tercer mundo. Repito, un blanco especial de todo esto han sido los países latinoamericanos, y en particular México, El Salvador y otras partes de Centroamérica, y el Caribe — que los imperialistas de Estados Unidos consideran arrogantemente su “patio trasero”. Estados Unidos no sólo ha llevado a cabo repetidas invasiones militares y golpes de estado para derrocar gobiernos ahí, y ha respaldado a dictaduras asesinas con sus sanguinarios escuadrones de muerte que aterrorizan al pueblo, sino que ha impuesto “acuerdos” económicos que han desangrado más a estos países e intensificado la miseria de las masas de personas ahí. (Por ejemplo, contrariamente a las mentiras regadas por Donald Trump, el TLCAN [Tratado de Libre Comercio de América del Norte], orquestado bajo la presidencia de Bill Clinton, no ha resultado en que Estados Unidos saliera “jodido”, sino de hecho, en la ruina de muchísimos campesinos en México y el aumento del número de personas desesperadamente pobres ahí, lo que ha sido un factor importante en la expulsión de muchos mexicanos hacia Estados Unidos. Trump sólo quiere empeorar aún más todo esto.)

Por todas estas razones, en combinación con otros factores como el calentamiento global y la crisis acompañante de escasez de agua en muchos países, hoy hay decenas de millones de refugiados en el mundo, obligados a abandonar sus países de origen y a buscar asilo o simplemente una manera de sobrevivir, en Estados Unidos (y en los países capitalistas de Europa). Dado todo esto, en el colmo de la hipocresía y de la crueldad, el gobierno estadounidense, y en particular el régimen de Trump y Pence, hablan del “¡derecho de países de proteger sus fronteras!” —y braman acerca de “construir un muro” para hacerlo— ni hablar de denunciar a las masas de migrantes de un país como México como violadores, narcotraficantes y homicidas, y de promulgar medidas tan atroces como separar hijos, incluso niños muy chiquitos, de sus padres si trataban de entrar en Estados Unidos sin los documentos requeridos, y aunque solicitaran asilo debido a la persecución y la violencia.

En esto, si bien hay que librar una lucha decidida y masiva contra estas acciones inhumanas de Estados Unidos (y de otros gobiernos opresivos), también debe quedar claro que no puede haber ninguna solución, bajo el sistema del capitalismo-imperialismo, a la situación de las masas de migrantes y refugiados. La única solución está en la revolución para derrocar este sistema — una revolución que tiene como objetivo no sólo abolir la opresión, explotación y pobreza y miseria en un país, sino como una meta fundamental abolir todo esto en el mundo entero, y eliminar todas las fronteras y límites que erigen muros entre diferentes partes de la humanidad.

La destrucción del planeta por el capitalismo-imperialismo

El propio hecho de que el calentamiento global es una de las mayores razones por tener, hoy, más refugiados (65 millones) que en ningún otro período desde la Segunda Guerra Mundial, es un fuerte indicador de la severidad de la crisis climática, que se intensifica a un ritmo acelerado. La evidencia científica es contundente. Esta crisis climática representa una amenaza muy real y creciente a la civilización humana; y la actividad humana —en particular la producción y uso del petróleo y otros combustibles fósiles— es una causa importante de esta crisis que se intensifica. El deshielo acelerado de los casquetes polares de Antárctica, la destrucción de vastas extensiones de selvas tropicales, la expoliación de otras partes esenciales de la tierra, como los mares, con terribles consecuencias para especies de plantas y animales que también son vitales para la existencia humana — pues todo esto sólo puede continuar, e incluso acelerar más, mientras la sociedad humana siga bajo la dominación del sistema capitalista-imperialista. A pesar de conferencias y acuerdos que dicen lidiar con esta crisis, pero los cuales están bajo la dominación de los países que son los mayores causantes de esta crisis; a pesar de planteamientos, e incluso algunos pasos, para desarrollar fuentes de energía como alternativas a los combustibles fósiles; a pesar de todo esto, la propia naturaleza del sistema capitalista-imperialista dicta que los capitalistas que se compitan entre sí, que controlen miles de millones de dólares de inversiones, y los gobiernos de las grandes potencias mundiales en particular, se vean impelidos a contender entre sí por mercados, mano de obra barata y materia prima, como combustibles fósiles, y por el control de regiones estratégicas del mundo. Esto conduce no sólo a conflictos económicos y políticos, sino a guerras repetidas, que en sí tienen un efecto devastador sobre el medio ambiente. Cabe notar que las fuerzas armadas estadounidenses son el mayor consumidor institucional de petróleo en el mundo.

Lo que empeora aún más la cosa es que este sistema ahora ha llevado al poder a un régimen fascista en Estados Unidos, que está decidido a triturar acuerdos y revocar reglas que establecen protecciones ambientales si bien menores aunque totalmente insuficientes, y a desencadenar fuerzas cuyo efecto sobre el medio ambiente, si se persiste en ellas, de hecho podría conducir a la destrucción de la civilización humana.

Obviamente, solamente contamos con una sola Tierra como un hogar para la humanidad, y únicamente se podría lidiar con esta crisis climática de manera fundamental y en última instancia a escala mundial. Pero se podría dar un primer gran paso, o salto, al arrebatarle el poder al sistema capitalista-imperialista en su baluarte más poderoso, y al convertir esto en una fuente de inspiración y una base de apoyo para la gente del mundo entero, que se levante para derrocar y abolir todos los sistemas y relaciones de explotación, opresión, saqueo y destrucción, del medio ambiente y de los seres humanos, los que sólo pueden seguir existiendo, y floreciendo, por medio de una interacción racional y planificada con el resto de la naturaleza.

De todo esto sobresale muy agudamente que vivimos en un mundo horriblemente desequilibrado — un mundo donde unas pocas docenas de multimillonarios poseen tanta riqueza como la mitad más pobre de la humanidad, y un número reducido de clases dominantes, en un número reducido de países, dominan, oprimen y controlan el destino de las masas de la humanidad, con consecuencias que ya son terribles y pronto podrían ser catastróficas. Y, en todo lo que he venido analizando —respecto al mundo en que vivimos, bajo la dominación del capitalismo-imperialismo— estamos viendo las consecuencias de un sistema basado en la apropiación privada, por centros de capital que se compiten entre sí, de la riqueza que se produce socialmente por medio de redes de producción en que participan inmensos números de personas —miles de millones, en última instancia— por todo el globo, obligadas a trabajar en las relaciones de producción y en las condiciones que los explotan y deshumanizan. No es simplemente la avaricia que impulsa a estos capitalistas a buscar incansablemente maneras para explotar despiadadamente a las personas — es el hecho de que, si no lo hacen, o si otros capitalistas lo hacen con más éxito (es decir, aún más despiadadamente), pues enfrentarán la posibilidad de no solamente quedar atrás sino, de hecho, de desaparecer, consumidos por los otros tiburones capitalistas. Es la apropiación privada de la riqueza producida socialmente, y la anarquía —la competencia y contienda febril— que resultan de esto, lo que en última instancia subyace e impulsa a todos los horrores que se concentran en los “5 ALTOS” y las condiciones a las que están sometidas las masas de la humanidad.

La solución es reemplazar a este sistema de apropiación privada por un sistema donde la riqueza producida socialmente también se apropie socialmente (por un gobierno que representa de verdad a las masas de personas, en vez de una clase de explotadores capitalistas), y se use esta riqueza sobre la base de la planificación consciente, al servicio de los intereses y en beneficio de la gente de la sociedad, y, al final, el mundo entero. (Se explica cómo esto se puede hacer en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte). Esta es la diferencia fundamental entre la sociedad, y el mundo, que tenemos —con el sistema del capitalismo-imperialismo bajo el cual estamos obligados a vivir— y el mundo que podríamos tener. El puente entre estos dos mundos es la revolución, una revolución real. Seamos honestos: Este es un camino difícil. Pero no hay otra manera de por fin acabar con los horrores que este sistema continuamente produce. Y, por difícil que sea, es posiblecon tal de que lo emprendamos de la manera correcta, con la visión y enfoque correcto, los objetivos y métodos correctos, la estrategia y plan correcto. Así que, en esto voy a adentrarme en el curso de este discurso.

Primero, volvamos a la pregunta crucial de qué significa en realidad una revolución. En el mero comienzo de CÓMO PODEMOS GANAR, esto se pone muy en claro: “Una revolución real no quiere decir trabajar para hacer unos cambios en este sistema — quiere decir derrocar este sistema y hacer nacer un sistema radicalmente diferente y mucho mejor”. “Radical” significa llegar a la raíz — arrancar de raíz al sistema antiguo y reemplazarlo por un sistema fundamentalmente diferente. Y lo que abre el camino para hacer esto es hacer añicos el dominio del capitalismo sobre la sociedad, derrotando y desmantelando sus instituciones, como la policía y las fuerzas armadas, que violentamente imponen el dominio de este sistema, y luego crear nuevas instituciones que sirvan a la transformación radical de la sociedad (y a la larga el mundo en conjunto).

Cómo se podría hacer esto es algo de lo que hablaré en la segunda parte de este discurso; aquí quiero subrayar que esto es completamente diferente a simplemente ganar algunas reformas bajo este sistema. Ciertas concesiones del gobierno ante la lucha contra la injusticia —por ejemplo, la legislación por los derechos civiles; DACA, que otorgó el estatus legal temporal a algunos inmigrantes traídos a Estados Unidos de niños; decisiones judiciales que establecían el derecho al aborto y al matrimonio gay— eran victorias ganadas con dura lucha, pero el problema es que son, y sólo pueden ser, victorias parciales, que lidian solamente con algunos aspectos de la opresión bajo este sistema, pero sin eliminar la opresión en general, o la fuente de esta opresión — la que es el propio sistema. Y aunque se ganen tales victorias parciales, mientras este sistema siga en el poder, habrá fuerzas poderosas que se maniobrarán para atacar y socavar, y tratar de revocar, incluso estos triunfos parciales.

También es muy importante entender la diferencia entre la posibilidad de que ciertos individuos, o incluso un cierto sector de los oprimidos, mejoren sus condiciones (o que “se superen”) bajo este sistema, y la realidad de que, para las masas de los oprimidos, la única manera en que pueden escapar a sus condiciones de opresión es aboliendo el sistema que las mantiene en estas condiciones. Como es sabido, los gobernantes de este sistema y sus agentes políticos y portavoces mediáticos siempre subrayan las “historias de éxito” de las personas que han “subido” desde las filas de los pobres y oprimidos para hacerse ricas y famosas, o al menos ¡realizar el “sueño americano” de convertirse en clase media! Esto es parecido a ir a un casino, donde la mayor parte del tiempo la mayoría de los que juegan son aprovechados como bobos y se hunden cada vez más, mientras que cada vez que haya un ganador lo celebran con bombos y platillos, hasta con sirenas — para hacer creer a las personas que, si simplemente siguieran jugando, también podrían convertirse en “ganadores”.

Esto toca algo de gran importancia: la relación entre los individuos y la sociedad más amplia (y el mundo) del cual son una parte. Cada persona, por supuesto, existe como un individuo. Pero, al mismo tiempo, la sociedad más amplia (y el mundo) establece las condiciones en las cuales los individuos existen y funcionan, y forman sus puntos de vista y sus valores. Incluso las aspiraciones y “necesidades sentidas” de los individuos se forman de esa manera. Para citar un ejemplo sencillo, en 1970 nadie sentía la necesidad de estar continuamente conectada a su celular — porque aún no existían los teléfonos celulares. Pero una vez que las personas los tengan, se les dificulta mucho estar sin ellos, ¡como ya sabemos!

Es muy relevante aquí una formulación del fundador del comunismo, Carlos Marx — una formulación que ha llegado a conocerse como las “4 Todas”. Marx escribió que la revolución comunista requiere y abarca la abolición de todas las diferencias de clase entre las personas; la abolición de todas las relaciones de producción (las relaciones económicas) en las cuales esas diferencias de clase descansan; la abolición de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción; y la revolucionarización de todas las ideas que corresponden a esas relaciones sociales. Entre otros discernimientos importantes que se puede sacar de lo que Marx está diciendo aquí, es el entendimiento de que, una vez más, si bien las personas existen como individuos y su individualidad es importante y hay que darle el peso debido, en general son las relaciones económicas prevalecientes y las relaciones sociales e ideas correspondientes que, en un sentido fundamental y general, forman a los individuos y las aspiraciones individuales.

Las divisiones entre las personas en una sociedad como ésta —incluidas las divisiones desiguales y opresivas entre ricos y pobres, blancos y no blancos, hombres y mujeres, etc.— son reales y objetivos. Los políticos del Partido Demócrata siempre dicen cosas como “Trump nos está dividiendo en lugar de unirnos”. Pero estas divisiones no se deben al “carácter contencioso” de alguien como Trump. Trump hace uso de estas divisiones al perseguir su agenda fascista, pero ni él ni nadie más ha causado, ni podría haber causado, estas divisiones — están arraigadas en la propia naturaleza, funcionamiento y necesidades de este sistema, en la manera en que todo esto ha evolucionado históricamente. Para eliminar estas divisiones, hace falta eliminar este sistema.

De todo lo que se ha dicho hasta ahora, debe quedar claro por qué no es posible hacer el cambio fundamental que se necesita por medio de la votación. Como se sabe, los que se preocupan y están decididos a hacer algo sobre la opresión y la injusticia son blanco del constante bombardeo con la idea de que es crucial votar por los demócratas, porque al menos ellos dicen a veces que se preocupan por esto. Y esto se ha vuelto aún más intenso e insistente con el ascenso al poder del régimen fascista de Trump y Pence y su respaldo por los políticos del Partido Republicano, el que en sí se ha convertido en un partido fascista hasta la médula. Es crucial votar por los demócratas, ellos nos dicen, para hacer algo para limitar el daño que Trump puede hacer (los dirigentes del Partido Demócrata se niegan a decir que hay que sacar de funciones a Trump ahora, e insisten en que ¡hablar de eso sólo cae en el juego de Trump!). Pero, debido a la manera en que se estableció el sistema electoral desde la fundación de Estados Unidos, con el colegio electoral en vez de la elección popular directa del presidente, y en que los estados pequeños tienen el mismo número de senadores como los estados con poblaciones muchos mayores —todo lo que fue parte de la “componenda” con los estados esclavistas, y lo que representa hoy el legado continuo de la esclavitud— y, con la manera en que se han manipulado las elecciones para el Congreso, suprimiendo los votos especialmente de los negros y latinos, así como la manipulación de la circunscripción electoral de los distritos (su reconfiguración geográfica de manera que concentren en unos pocos distritos electorales las personas que tienden a votar contra los republicanos, mientras que se distribuyan los que votarían por los republicanos, especialmente blancos “conservadores”, en numerosos distritos, para así darles un número desproporcionado de representantes en el Congreso)— debido a todo esto, dista de estar seguro que en las venideras elecciones a mitad de mandato, el Partido Demócrata logre que despegue su “ola azul” para poder recuperar una mayoría en el Congreso. ¿Qué es la orientación de los demócratas al tratar de lograr esto? En gran parte es postular candidatos y campañas que esperan que atraigan a los “votantes trumpistas”, incluidos unos candidatos que se jactan de su “servicio” en las fuerzas armadas estadounidenses, de haber hecho bombardeos aéreos y otra devastación en el Medio Oriente y Afganistán. La verdad es que, no sólo es necesario derrocar este sistema con tal de poner fin a lo que los “5 ALTOS” concentran y las condiciones horrorosas a que están sometidas las masas de la humanidad en un mundo dominado por este sistema del capitalismo-imperialismo, sino que incluso sin hacer la revolución —incluso para impedir que el régimen de Trump y Pence consolide más su dominio e implemente más plenamente su programa fascista— es necesario apoyarse, no en el Partido Demócrata, sino en las masas de personas, rompiendo con los límites de “la política de costumbre” y emprendiendo una movilización no violenta sostenida de masas para expulsar a este régimen fascista.

De hecho, un papel importante del Partido Demócrata es “acorralar” y “domesticar” el disentimiento. Por ejemplo, cuando Estados Unidos invadió a Irak en 2003, cuando surgió un auge masivo de oposición a esa guerra, el Partido Demócrata como tal no estaba en posición de apropiarse de ese disentimiento o desviarlo, porque (con algunas excepciones) los demócratas en el Congreso votaron por esa guerra. Así que, utilizaron la organización “MoveOn” como especie de fuerza “oposicional” cuyo papel principal era de atraer a las personas que estaban alienadas debido a la guerra y debido al apoyo del Partido Demócrata a la guerra, para que volvieran a la política de costumbre — de vuelta al marco y a los límites que habían producido esa guerra en primer lugar. Más recientemente, el Partido Demócrata, y los que están alineados con él, han hecho lo mismo con relación a la ira y asco que de hecho sienten decenas de millones de personas hacia Trump — y en ciertos sentidos los demócratas de hecho se han posicionado “más a la derecha” que Trump, especialmente con su insistencia en que el problema básico con Trump es que socava la posición dominante de Estados Unidos en el mundo, cuando en realidad las acciones tipo “Estados Unidos Ante Todo” del régimen de Trump y Pence tienen el objetivo de aumentar esa dominación de maneras que representan una grave amenaza a la humanidad.

En caso de que se necesitara más evidencia de la verdadera naturaleza del Partido Demócrata, aquí van dos otros ejemplos llamativos. En la convención del Partido Demócrata en 2016, los oradores destacados incluyeron al ex jefe de la CIA Leon Panetta y al general del Cuerpo de Marines John Allen, ex comandante de tropas estadounidenses en Irak y Afganistán; y cuando algunos asistentes respondieron coreando, “¡No más guerras!”, los organizadores oficiales trataron de callarlos y después los ahogaron los gritos de los delegados tradicionales del Partido Demócrata, de “¡USA! ¡USA! ¡USA!”. Así de feo. Y no olvidemos que, cuando los jóvenes negros en Baltimore se levantaron en una rebelión justa, tras el asesinato policial de Freddy Gray, Barack Obama denunció como “maleantes” a estos jóvenes — pero ¡nunca denunció como maleantes asesinos a los policías que mataron a Freddie Gray!

Yo podría seguir y seguir —hay más que un montón de evidencia que demuestra la verdadera naturaleza y papel del Partido Demócrata como un importante instrumento de este sistema monstruosamente opresivo— pero hay un problema aún más básico. La verdad es que los políticos gobernantes, los dueños y agentes de los medios de comunicación de varios tipos que valen miles de millones de dólares, y otros en la cúpula de las instituciones importantes de esta sociedad, son los representantes políticos y culturales de este sistema. Escúchenlos nada más cuando hablan del papel del imperio estadounidense en el mundo — hablan de “nuestros” intereses, “nuestras” fuerzas armadas, “nuestros” aliados, y así sucesivamente. Y la verdad más esencial es que no sería posible que fueran algo más salvo los representantes y funcionarios de este sistema. Es por eso que incluso los esfuerzos más obstinados de personas bien intencionadas de convertir al Partido Demócrata en una fuerza positiva están destinados al fracaso. Una vez más, nos encontramos de vuelta a las relaciones económicas y la operación del sistema económica, a las relaciones sociales ligadas a esto y al hecho de que esto determina el carácter del sistema político y la cultura dominante. Si el sistema político operara en conflicto con estas relaciones subyacentes, la sociedad no podría funcionar. Por esta razón fundamental, los partidos políticos que tienen un papel e influencia importante en esta sociedad son, y sólo pueden ser, partidos de la clase dominante — representantes de la clase capitalista dominante; instrumentos de este sistema de opresión despiadada; administradores y capataces de un imperio mundial de explotación y saqueo, responsable de destrucción y devastación masiva de países y pueblos, y que representa una amenaza muy real, y creciente, a la propia existencia de la humanidad, sea por la destrucción ambiental o la aniquilación nuclear.

Hay otra verdad muy importante que ellos no les dirán: La policía, las fuerzas armadas, los “organismos de inteligencia”, las cortes, etc., — todo esto representa la dictadura del sistema capitalista-imperialista. Siempre nos dicen que una dictadura es un líder poderoso que golpea en el podio y da órdenes las que todos tienen que obedecer. Pero, la esencia de una dictadura es un monopolio de la fuerza armada y violencia ejercida por las instituciones “oficiales” y declaradas “legítimas” — lo que es exactamente lo que este sistema afirma, que la violencia que sus instituciones usan repetidamente, en Estados Unidos y por el mundo entero, es violencia “legítima”, cuando de hecho es completamente ilegítima y refuerza de forma mortífera las relaciones brutales de explotación y opresión.

Mediante los medios de comunicación, y de otras formas, constantemente estamos sometidos a un lavado de coco sobre las fuerzas armadas y la llamada “comunidad de inteligencia” de Estados Unidos. Para sacar a luz otra vez la verdadera realidad: junto con los masivos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad que estos agentes del imperio estadounidense llevan a cabo continuamente, que abarcan la matanza de millones y millones de personas —en Corea, Vietnam, Indonesia, Guatemala, la República Dominicana, Chile, Irak y así sucesivamente— una experiencia personal mía también capta la naturaleza depravada de las fuerzas armadas estadounidenses. En 1974, en el camino de regreso de lo que en ese entonces era la China revolucionaria, auténticamente socialista, durante una escala en Japón, me metí al baño en un aeropuerto de Tokio — y las paredes están cubiertas de comentarios de los soldados estadounidenses que decían cosas como, “¡La concha japonesa está buenona, pero no hay nada que le llegue ni tantito a la concha surcoreana!”. Esto no era alguna especie de aberración — caracteriza la mentalidad de las fuerzas armadas estadounidenses. Me acuerdo de haber leído que, durante la invasión anterior a Irak, en 1991, los pilotos estadounidenses veían horas de pornografía para “acelerarse” para luego ir a llevar a cabo sus bombardeos aéreos. A la fecha, las bases militares de Estados Unidos por todo el mundo están rodeadas de prostíbulos donde las mujeres son reducidas a “dar servicio” a los soldados, y las fuerzas armadas tienen uno de los índices institucionales más altos de agresión sexual contra mujeres. Es una verdad importante que cualquier ente de fuerzas armadas es un reflejo del sistema por el cual combate — y esto es muy cierto en el caso de las fuerzas armadas del imperialismo estadounidense.

En tiempos recientes, nos han sometido a un diluvio de necedades que glorifica a los Navy Seals como supuestos cabrones especialmente heroicos. Pues, no tiene nada de heroico participar en la maquinaria mecanizada y digitalizada de muerte, devastación y degradación la que son las fuerzas armadas estadounidenses, ni las misiones que llevan a cabo para imponer con lujo de violencia los mandatos del sistema al cual sirven estas fuerzas armadas. Lo que es verdaderamente heroico, y lo que representará un gran servicio a la humanidad, es ponerse de pie contra este sistema y sus interminables crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad — y, cuando llegue el momento, enfrentar y derrotar a la fuerza violenta que se usa para mantener a flote este sistema.

También nos someten a una interminable glorificación de la policía —en la televisión, el cine, la “cultura popular” en conjunto— al mismo tiempo que repetidamente retratan a los negros y los latinos, especialmente a los jóvenes en los ghettos y barrios de Estados Unidos, como animales depravados y subhumanos. El propósito de todo esto es condicionar a la gente, especialmente de la clase media, para que apoye, o al menos no se oponga, a la encarcelación en masa de estos jóvenes, y a la brutalidad y el asesinato que la policía constantemente lleva a cabo, especialmente contra aquellos que ya están salvajemente oprimidos bajo este sistema, y aquellos, de cualquier sector de la sociedad, que se atreven a rebelarse contra este sistema, especialmente en formas que no se limitan a la ritualizada “protesta de costumbre”.

Y además, tenemos a los “medios noticiosos” de la clase dominante. Hay medios, como el “Noticiero” Fox (me cuesta decirlo), que representan al sector fascista de la clase dominante — cuyo propósito es imponer una dictadura capitalista franca sin el estado de derecho, con una hostilidad abierta hacia otros sectores de la propia clase dominante, a los cuales estos fascistas consideran como enemigos, y con una despiadada represión contra los inmigrantes, los negros, los musulmanes, las mujeres y la gente LGBT — contra todos los cuales cuya degradación y criminalización es esencial bajo el programa fascista de “hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza”. Mentir, y distorsionar la realidad sistemáticamente, es una función y misión de estos medios de comunicación. Por otro lado, tenemos al New York Times, Washington Post, CNN, MSNBC, etc., que representan al sector “tradicional” de la clase dominante que promueve “normas” de gobernanza y “principios y procedimientos democráticos” que en realidad encarnan y facilitan la dictadura capitalista, pero a la vez disfrazan esta dictadura. Estos medios “tradicionales” cuentan una parte de la verdad, una parte del tiempo —cuando sirva a su interpretación de los intereses de la clase dominante— y mienten y tergiversan una buena parte del tiempo, cuando quiera que estimen que eso sirve a esos intereses.

Las divergencias y conflictos entre estos diferentes sectores de la clase dominante se han agudizado con el ascenso del régimen fascista de Trump y Pence. Pero, incluso con estas divergencias, todos representan al mismo sistema del capitalismo-imperialismo, y específicamente al imperio estadounidense de explotación. Y como escribí en EL NUEVO COMUNISMO: “No son vehículos para darles información a las personas acerca de las cosas importantes en la sociedad y en el mundo — y ciertamente no son ‘objetivos’, si eso significa presentar la realidad tal como es, ni tampoco son ‘una prensa libre’ en el sentido de no estar obligados y controlados por intereses poderosos. De hecho son la maquinaria de propaganda de la clase dominante capitalista imperialista”.

Todos estos representantes de este sistema dicen hablar en nombre del pueblo e insisten en que lo que hacen, y las formas en que este sistema funciona, están acordes con “la voluntad del pueblo”. Sí, “la voluntad del pueblo” —¡exactamente como este sistema la ha formado! — por la naturaleza y las dinámicas de las relaciones económicas y las relaciones sociales, y por la influencia del sistema político y la cultura dominante que sirven para reforzar estas relaciones económicas y sociales.

Así que, ¿cómo se puede cambiar todo eso, de alguna manera fundamental, si tantas personas, incluidas las personas que sufren tan terriblemente bajo este sistema, tienen el coco tan lavado y se han dejado llevar en tantas necedades? Esto es algo de lo que hablaré más en la segunda parte de este discurso, pero como un punto básico de entendimiento y orientación, es importante reconocer que las personas pueden cambiar de maneras radicalmente positivas —y esto ha ocurrido muchas veces a lo largo de la historia, incluida la historia reciente de Estados Unidos, de una manera grande durante los años 1960— pero esto únicamente puede ocurrir rompiendo con el marco de este sistema, y únicamente, en lo fundamental, derrocando este sistema y avanzando para transformar a fondo la sociedad, y al final, el mundo en su conjunto.

Este año es el aniversario número cincuenta de 1968. Hasta los representantes y defensores de este sistema no pueden simplemente desconocer la importancia de ese año y la muy positiva agitación, rebelión, desafío combativo y radicalización que caracterizaron este año y ese período en general. Sin embargo (como se puede ver en la serie de la CNN 1968), una vez más tratan de meter todo esto en el marco de los intereses de la clase dominante y la política de la clase dominante, y en particular las elecciones presidenciales de ese año. Y hay “progresistas” quienes insisten en que “la izquierda” hizo un error terrible en 1968 al no apoyar al candidato presidencial demócrata, Hubert Humphrey — eso, según dicen, permitió que Richard Nixon ganara, y le dio apoyo e impulso a la “derecha” en su “venganza” contra los movimientos “progresistas” y los logros de los años 1960. Lo que esta crítica revela es la incapacidad total, o la negativa, de esos “progresistas” de ver y pensar más allá de los límites de las relaciones capitalistas y del dominio capitalista, incluso en sus esfuerzos por analizar el tipo de situación que existió en 1968, en que enormes números de personas precisamente estaban desafiando y rompiendo con estos límites. Ya para 1968 y durante varios años después, grandes números de personas en Estados Unidos, incluidos millones de jóvenes de la clase media, así como masas de pobres y oprimidos, estaban motivados por un odio totalmente justificado contra este sistema y por sus aspiraciones a tener un mundo radicalmente diferente y mejor —y esto se propagó profundamente en las fuerzas armadas del propio sistema— aunque bien lo que la mayoría de las personas entendía se caracterizó por un sentimiento revolucionario el que, si bien justo, carecía de una base científica profunda y consecuente. Y el verdadero fracaso de esos años era que aún no existía una vanguardia revolucionaria con esa base y método científico, y con la orientación, estrategia y programa que pudieran dar una expresión organizada al sentimiento revolucionario de masas y dirigir un esfuerzo por realmente hacer la revolución.

Esto es el reto ante nosotros ahora. Y ahora, en particular debido al trabajo que he hecho y la dirección que he venido dando durante las décadas después de los 1960, sí contamos con el mayor desarrollo del método y enfoque científico de la revolución, con el nuevo comunismo; contamos con el enfoque y plan estratégicos de hacer esta revolución; contamos con la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, una visión abarcadora y un “plano” concreto para una sociedad radicalmente nueva y emancipadora con el objetivo de emancipar a toda la humanidad. Pero hablemos sin pelos en la lengua: lo que no tenemos, todavía, son masas de personas que se hayan convencido de la revolución y que se vean impulsadas a trabajar por ella, sobre todo los jóvenes, que siempre son la fuerza motriz de cualquier revolución; y, si bien tenemos la base y el andamiaje de organización revolucionaria a partir de la cual se podría construir y expandir en la forma de una fuerza de vanguardia capaz de realmente dirigir la revolución hasta el final, aún no tenemos el necesario cuadro de líderes, en todos los niveles y en todas regiones del país, que tengan no solo la determinación sino los cimientos científicos para dirigir a las masas a las cuales hay que atraer e incorporar para hacer la revolución. Si bien algunos de los que nos pusimos al frente durante los años sesenta hemos conservado, y de hecho profundizado, nuestra pasión revolucionaria, y los cimientos científicos que la sostiene, muchos otros han tirado la toalla respecto a la revolución, y aunque de hecho hay decenas de millones de personas en Estados Unidos que odian las injusticias y las indignidades que las personas sufren bajo este sistema, y a las cuales es posible despertar a la posibilidad de un mundo radicalmente diferente y mejor, hasta ahora son muy pero muy pocas las que se ha atraído e incorporado hacia las filas de la revolución, que se ha desarrollado y entrenado como líderes revolucionarios. Todos tenemos que estar trabajando activamente los que no podemos aguantar vivir ni un día más bajo esta monstruosidad de sistema y que ardemos con una intensidad apasionada de hacer caer este sistema y crear un mundo radicalmente diferente: para aumentar las filas de la revolución —primero, con miles de personas, y luego, al desarrollarse las cosas hacia el punto decisivo, millones— como una fuerza organizada, y aprender a ser los líderes de esta revolución que puedan capacitar a esos millones para estar en una posición de luchar, con todo, con una verdadera posibilidad de ganar, cuando llegue la hora.

Esta no es una revolución para vengarse —el objetivo no es que la humanidad explotada y oprimida tenga la oportunidad de convertirse en explotadores y opresores también— es una revolución comunista cuya meta es nada menos que poner fin a todas las relaciones de explotación y opresión, y toda la degradación y destrucción inherente, en todo el mundo.

Próximamente (tras un breve descanso), trataremos la pregunta importante: Cómo concretamente podemos hacer la revolución.

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II. Cómo concretamente podemos hacer la revolución

Muchas personas, entre ellas muchas que dicen que quisieran ver un cambio radical en la sociedad, insisten en que una revolución no es posible porque “ellos” son muy poderosos, y “la gente está hecha un desastre”. Bueno, es cierto que las masas de personas, condicionadas como están por este sistema, en cualquier parte de la sociedad, no saben nada y piensan con el culo, a la hora de entender cómo realmente están las cosas, por qué están como están y qué se podría y se debería hacer al respecto. Pero esto existe en aguda contradicción con otra verdad importante — de que millones de personas sí se preocupan sobre uno o más de los “5 ALTOS”, y a muchas se preocupan sobre todos. Esta es una contradicción sobre la cual tenemos que ponernos a trabajar, para mover a masas de personas por el camino de la revolución que se necesita para por fin poner coto a estos “5 ALTOS” y a las condiciones horrorosas a las cuales están sometidas constantemente las masas de la humanidad.

También es cierto que los poderes gobernantes de este sistema, con la maquinaria de muerte y destrucción que blanden para reforzar este sistema, sí son muy poderosos. Pero, una gran parte de por qué les cuesta trabajo a las personas imaginar que realmente podríamos derrotarlos es su incapacidad de concebir una situación que sea radicalmente diferente al funcionamiento “normal” de este sistema, una situación donde, para grandes sectores de la sociedad, se quiebre o se debilite muchísimo el “control” de la clase dominante sobre la gente — su capacidad de controlar, manipular e intimidarla. En lo fundamental, las personas no pueden imaginar esto porque no abordan las cosas con un punto de vista y método científicos. Como subraya CÓMO PODEMOS GANAR: “Para hacer tal revolución, es necesario que tengamos seriedad y ciencia”. Ahora bien, algunas personas, en particular de los sectores más duramente oprimidos, desconfían cuando oyen eso de ser científicos —no confían en la ciencia— porque en ocasiones se han hecho cosas verdaderamente terribles en nombre de la ciencia. Ardea Skybreak, una científica con formación profesional y una promotora del nuevo comunismo, habla de esto en Ciencia y revolución: Sobre la importancia de la ciencia y la aplicación de la ciencia a la sociedad, la nueva síntesis del comunismo y la dirección de Bob Avakian. Señala que una de las razones “por la que la ciencia quizás desagrade a algunas personas es que ha habido ciencia mala”; y cita el ejemplo de que “en ocasiones en la historia han utilizado la ciencia para promover la idea de que algunas razas son inferiores a otras”. Pero luego recalca que “esa es ciencia basura. De hecho se puede usar métodos científicos rigurosos para comprobar que eso fue ciencia mala nada más. No es solamente mala en ‘lo moral’ —aunque sí lo es, pero también es mala en lo científico— es completamente falsa y eso lo podemos comprobar por medio de la ciencia buena”.

Es la “ciencia buena” —el método y enfoque científico de partir de la evidencia sobre la realidad para entender cómo de veras es la realidad, por qué es como es y cómo está cambiando y podría cambiar más— la que tenemos que aplicar de manera consecuente si queremos transformar el mundo para arrancar de raíz la opresión y la explotación. Para adentrarnos más en lo que esto significa, y cómo hacerlo, empecemos con la declaración de CÓMO PODEMOS GANAR de que todo lo que hacemos “tiene por objeto algo muy definido — una situación revolucionaria: en la que el sistema y sus poderes gobernantes estén en una crisis seria” y “millones y millones de personas se nieguen a aceptar la antigua forma de gobierno — y estén dispuestos y decididos a jugárselo el todo por el todo para hacer caer este sistema y hacer nacer una sociedad y gobierno nuevos que se basen en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte. Dicho momento es el indicado para jugárselo el todo por el todo para triunfar. Es necesario que nosotros trabajemos enérgicamente y nos preparemos ahora para eso”. Los componentes e indicios esenciales de una crisis revolucionaria son que “grandes partes de la sociedad vean la violencia que utilizan para reforzar este sistema por lo que es: asesina e ilegítima” y que “se profundicen y agudicen muchísimo los conflictos entre las fuerzas gobernantes — y las masas populares no les respondan siguiendo detrás de un bando u otro de los gobernantes opresores, sino que les respondan sacando provecho de tal situación para acumular fuerzas para la revolución”. Esto subraya la gran importancia del trabajo continuo y lucha convincente para arrancar a la gente del “control” de los agentes políticos y portavoces mediáticos de este sistema.

Hablaré más a fondo sobre cómo tenemos que hacer preparativos activos ahora para una situación revolucionaria. Pero, primero, para captar eso en su sentido más completo, tenemos que trabajar a partir de esa futura situación hacia atrás, a partir de lo que se requeriría en ese momento —cómo se tendría que librar la lucha total— para tener una verdadera oportunidad de derrotar a las fuerzas violentas poderosas de este sistema. También en esto, es crucialmente importante abordar las cosas con seriedad y ciencia. Esto es lo que se hace en “Sobre la posibilidad de la revolución”, que (como se señala en CÓMO PODEMOS GANAR) “establece las bases —la concepción y doctrina estratégicas— de la manera de combatir con una verdadera posibilidad de triunfar”, una vez que se hayan creado las condiciones necesarias. “Sobre la posibilidad de la revolución” (que está disponible en revcom.us) es un documento importante que merece que se estudie con seriedad. Aquí, voy a examinar algunos de los puntos clave los que trata a fondo “Sobre la posibilidad de la revolución”, los cuales se resumen de manera más concentrada en CÓMO PODEMOS GANAR.

Un gran problema para la revolución es lo que se podría llamar el “cerco y aniquilamiento” a la gente en la base de la sociedad, a las cuales se somete a una injusticia e insulto tras otra bajo este sistema, y que anhelan un fin a toda esta locura, pero las que están, en cierto sentido, “rodeadas” en la sociedad en general por sectores sociales que no sufren directamente los mismos ultrajes diarios. Lisa y llanamente, grandes cantidades de pobres y amargamente oprimidos viven en Estados Unidos pero también existe una gran clase media. Aunque a una buena parte de esta clase media no le va tan bien económicamente como en el pasado, todavía existe una gran brecha entre la clase media y la gente de la base de la sociedad, y esta brecha grande es una de las principales razones por las que las personas —incluidas aquellas que dicen que quisieran ver una revolución, pero que sólo ven las cosas en la superficie y no analizan la situación con la ciencia— dicen que la revolución no es posible. También la clase dominante, y sus instituciones de represión y control, se han aprovechado de esto, en sus esfuerzos por aislar y contener, con la brutalidad que estimen que sea necesaria, a aquellos que oprimen más salvajemente y quienes representan la mayor amenaza potencial a su sistema. Estos poderes gobernantes intentarían hacer esto de manera aún más sistemática y muy intensificada en una situación en que los enfrentara una lucha revolucionaria organizada cuyo propósito fuera derrocar todo su sistema. Esto es uno de los principales obstáculos que las fuerzas revolucionarias tendrían que superar para tener una verdadera posibilidad de ganar. Se tendría que desarrollar y aplicar no solamente el enfoque estratégico y principios básicos de operaciones para lidiar con esta contradicción importante, sino también ciertas medidas tácticas específicas de las fuerzas revolucionarias —como concentrar fuerzas para repetidamente abrir brechas y desintegrar el cerco físico del otro lado a las zonas de fuerza revolucionaria— una vez que se hubiera despegado la lucha total. Pero, no se puede esperar hasta que arda la lucha total para hacer frente a este problema básico. Esto es algo del que hablé en términos muy directos y agudos en el libro EL NUEVO COMUNISMO, donde enfaticé que tenemos que transformar “esta situación para que, cuando llegue la hora indicada, no habrá una situación en la que ellos pudieran confinar fácilmente esta revolución a esos sectores de la población que… ellos preferirían exterminar de todos modos”. Y, como también recalca la Segunda parte de Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte: “sería necesario hacer trabajo político e ideológico tomando en cuenta esta contradicción durante todo el período antes del surgimiento de las condiciones necesarias y… se inicie tal lucha [total]”. Entre más se lleve a cabo este trabajo, de ahora en adelante, más capacidad tendrían las fuerzas revolucionarias para contrarrestar y derrotar el “cerco y aniquilamiento” militar de los bastiones de la revolución cuando llegue el momento para la lucha total.

Como dije en EL NUEVO COMUNISMO, una contradicción determinante de esta lucha total es el hecho de que, al inicio, el otro lado “probablemente todavía sería muy poderoso en términos militares, si bien en lo político estaría débil y en crisis; mientras que, al principio, el lado del pueblo revolucionario estaría débil en términos militares, pero en lo político sería fuerte y estaría en ascenso, y tendría mucha iniciativa política, lo que tendría que transformarse en iniciativa militar”. Los principios operativos y estratagemas esbozados en la parte final de CÓMO PODEMOS GANAR, hablando específicamente de “Cómo podríamos derrotarlos”, son aplicaciones específicas de la orientación para lidiar con esta contradicción.

Un principio general que surge de esta contradicción es el hecho de que, una vez en marcha, la lucha total tendría que ser prolongada, pero también finita. “Prolongado” significa alargado — no sería una situación donde el resultado, si fuera favorable para la revolución, se pudiera determinar en un período de tiempo muy corto. “Finito” significa tener límites definidos — que no se extiende indefinidamente. Dado que, al comienzo, la correlación de fuerzas casi seguramente favorecería fuertemente a las fuerzas de la contrarrevolución (las fuerzas de la antigua clase dominante y los que luchan a su lado para derrotar a la revolución) en términos de su organización y experiencia militar, así como su armamento, las fuerzas revolucionarias tendrían que alargar (prolongar) el conflicto durante cierto período, para poder transformar la situación en una en la que podrían superar esas desventajas estratégicas. Al mismo tiempo, dado que las fuerzas revolucionarias sólo deben lanzar esta lucha total en una situación caracterizada por una crisis revolucionaria profunda y aguda y un pueblo revolucionario que cuente con millones y millones de personas, si se prolongara durante un período muy largo, sin que la revolución avanzara en un período de tiempo relativamente limitado hacia la situación en que empezara a tomar la delantera, pues las ventajas de una situación revolucionaria tenderían a perderse, la contrarrevolución volvería a tener la iniciativa general, y la lealtad de sectores importantes de la sociedad, incluido en las clases medias, con la cual la antigua clase dominante dejó de contar, se recuperaría a un grado que podría dictar la derrota de la revolución. Esto señala un punto muy importante de orientación estratégica: a la hora de la verdad, lo que pasa en el campo de batalla será decisivo para determinar el desenlace pero, para las fuerzas revolucionarias, uno de los objetivos esenciales del combate sería desmoralizar y desintegrar a las filas del otro lado, tanto sus propias fuerzas de combate como su “apoyo de civiles” más amplio, lo que conduciría a una mayor pérdida de la lealtad y de la iniciativa en el lado de la contrarrevolución; y, en la medida en que esto prosperara, sería un elemento central para cambiar la correlación de fuerzas a favor de la revolución. La lucha total no sólo implicará enfrentarse a las fuerzas institucionales de la antigua clase dominante sino también abarcará una “guerra civil entre dos sectores de la población”, lo que requerirá que la revolución tanto derrote como desintegre, pero también, en la medida de lo posible, se gane para la revolución a partes de las fuerzas armadas en la población que al principio se encontraban con el otro lado.

Rupert Smith, un oficial militar y estratega británico, ha señalado que una fuerza insurreccional que “define los parámetros del conflicto”, “de por sí ha presentado una fuerza y un poder alternativos”. Esto implica que, si una fuerza revolucionaria en gran medida está determinando el carácter del conflicto, se le considerará como una fuerza legítima en contienda contra el viejo orden y no una bola de “forajidos”; y esto se relaciona con por qué es tan importante que las acciones iniciales de las fuerzas de combate revolucionarias, acompañadas de una audaz declaración al mundo, “dejen en claro que existe una fuerza organizada decidida a derrotar a las fuerzas del viejo orden y a hacer nacer un sistema revolucionario nuevo”. Esto tendría un papel crucial para destruir el “respeto supersticioso” que la gente guarda hacia el sistema existente, la creencia casi religiosa de que esto sea la mejor, o al menos la única, manera en que las cosas podrían ser, y que sea imposible ir en contra del poder de este sistema; lo que socavaría más la “legitimidad” y “autoridad” del viejo orden y su clase dominante y la lealtad hacia él de amplios sectores de la población, y sentaría una base más firme para ganar a sectores aún más amplios, inclusive dentro de las fuerzas de combate del otro lado.

Para empezar, sería necesario transformar a “las fuerzas vertebrales” —especialmente a los jóvenes con un firme compromiso y activa participación en la revolución— en “fuerzas de combate organizadas en zonas estratégicas esenciales” y suministrarles el entrenamiento y equipo necesarios. Hacer esto dependería del reconocimiento de que la situación revolucionaria se esté vislumbrando claramente. Por un lado, tratar de hacer esto antes de la aproximación inmediata de una situación revolucionaria casi seguramente resultaría en que sería posible fácilmente ubicar y rápidamente pulverizar a este esfuerzo. Por otro lado, una vez que una situación revolucionaria esté a la orden del día, la ruptura de las “condiciones normales” y del “funcionamiento normal” del sistema, la cual esa situación abarcara, haría posible arrancar de la intensificación de la situación, la base para organizar, entrenar y equipar a las fuerzas de combate de la revolución, aunque no de manera fácil y sin contratiempos. La realidad es que hacer esto, sin salir pulverizado, sería un proceso de una lucha muy intensa, pero la situación dramáticamente nueva sentaría la posibilidad de emprender, y ganar, esta lucha inicial.

Asimismo, pertrechar con necesidades logísticas básicas a esta fuerza revolucionaria de combate, capacitarla para iniciar la lucha total, sin salir pulverizada de inmediato, y luego reagruparse rápidamente y volver a tomar la iniciativa y mantener el impulso en general, sin salir ubicada y aniquilada, también implicaría una lucha intensa, y requeriría derrotar bloqueos y ataques enemigos y los esfuerzos de penetración dirigidos contra los baluartes de la revolución y centrados en la ubicación y destrucción de aquellos que componen las fuerzas de combate revolucionarias y sus servicios logísticos. Todo esto requeriría el uso de “engaños” y la sorpresa en las operaciones. Y todo esto dependería de la organización concreta de millones de personas adicionales, más allá de las fuerzas de combate vertebrales, como “reservas” y como redes de apoyo y abastecimiento para estas fuerzas de combate, y de que estas “reservas” estén dispuestas y tengan la capacidad de “asimilar” y proteger a las fuerzas de combate y su equipo y suministros logísticos, y de facilitar que se reagrupen y tomen la iniciativa repetidamente. Esto también requeriría la continua “calibración” del tamaño de las unidades de combate y sus operaciones, en cualquier momento dado, para facilitar que estas unidades de combate, al completar un encuentro, “vuelvan a asimilarse” en las “reservas” revolucionarias más amplias, al mismo tiempo que se estén creando las condiciones para facilitar que sigan activos, se entrenen e inicien otros encuentros con el enemigo.

La orientación de capturar equipo al enemigo es importante para toda fuerza revolucionaria que al comienzo se enfrente a un enemigo con una ventaja aplastante de poder destructivo, y durante cierto tiempo, una capacidad mucho mayor para producir más de esto. Pero CÓMO PODEMOS GANAR también recalca que hay que utilizar equipo capturado al enemigo de maneras que “correspondan a la estrategia de combate de la revolución”. No sería posible que las fuerzas revolucionarias hicieran uso de todo el equipo que pudieran capturar al otro lado — esforzarse por usar cierto equipo capturado podría abarcar requisitos para las capacidades logísticas de la revolución que no se podría satisfacer o sostener, y/o podría impeler a las fuerzas revolucionarias a que combatieran de maneras que obraran en contra de la estrategia que la revolución tendría que seguir y/o violaran los principios y objetivos básicos para los cuales se esté haciendo la revolución. Esto guarda una estrecha relación con lo que es la revolución en primer lugar, así como si tendrá una verdadera posibilidad de ganar o no; por esto CÓMO PODEMOS GANAR enfatiza que las fuerzas de combate revolucionarias deben “Siempre realizar las operaciones y actuar de las maneras que concuerden con el punto de vista y las metas emancipadores de la revolución”. No obstante, además de desarrollar los medios para alistar a las masas de personas para crear equipo que las fuerzas revolucionarias podrían utilizar, se podría desarrollar formas para utilizar una buena parte del equipo capturado al enemigo que sea compatible con la orientación estratégica, las maneras de combatir y los objetivos de la revolución. Todo esto sería vital para el avance y el triunfo definitivo de la revolución.

Como se subraya en CÓMO PODEMOS GANAR, las fuerzas revolucionarias tendrían que combatir únicamente bajo términos favorables y evitar enfrentamientos decisivos, que determinarían el desenlace de toda la cosa, hasta que la correlación de fuerzas se haya cambiado de manera aplastante a favor de la revolución. Esto se deriva de lo que se ha comentado respecto a la fuerza destructiva aplastantemente superior de la contrarrevolución al inicio de la lucha total. Lo que también es muy importante subrayar es que esto no es simplemente una cuestión de orientación e intención de parte de las fuerzas revolucionarias. Dada su superioridad aplastante de fuerza, durante cierto tiempo, el enemigo continuaría esforzándose precisamente por obligar a los revolucionarios a entrar en situaciones en que serían impelidos a combatir en batallas decisivas las que seguramente perdieran, o tendrían que rendirse de plano — lo que conduciría a la derrota total de la revolución, o lo que encaminaría la revolución un buen trecho hacia esa derrota. La lección en sí es que para poder evitar enfrentamientos decisivos potencialmente desastrosos con el enemigo, se requeriría una lucha intensa, lo que incluye que en muchas ocasiones, las fuerzas revolucionarias podrían encontrarse en una posición de tener que emprender una lucha decidida simplemente para evitar salir atrapadas en tal situación en que tuvieran que combatir en un enfrentamiento decisivo, o rendirse. Por eso, CÓMO PODEMOS GANAR habla de activamente evitar los enfrentamientos decisivos desfavorables y de combatir únicamente bajo términos favorables. Por eso, también enfatiza que, aun cuando la “correlación de fuerzas” se haya cambiado a favor de la revolución, seguirá siendo necesario, al hacer operaciones con el objetivo de lograr la victoria final, continuar “calibrando” esas operaciones, para que “sigan evitando enfrentamientos decisivos hasta que se haya conducido a las fuerzas del viejo orden al borde del precipicio de la derrota final” — lo que sería el momento para “por fin y completamente, derrotar y desmantelar a las fuerzas enemigas que queden”.

Por las mismas razones, CÓMO PODEMOS GANAR, al hablar de la importancia de acumular bases de apoyo políticas y logísticas para la revolución, también subraya que las fuerzas revolucionarias no deben “intentar controlar y gobernar abiertamente ningún territorio, hasta que se haya alcanzado la necesaria ‘correlación favorable de fuerzas’”. Intentar hacerlo de manera prematura haría que este territorio, las personas en él y las fuerzas revolucionarias que lo defendían y gobernaban, fueran muy vulnerables al ataque de un enemigo que tendría, cabe repetir, un poder destructivo aplastante; y pondría a los revolucionarios en la posición de tener la responsabilidad de cumplir los requisitos básicos de una sociedad funcional y de las personas en ella — lo que sería, en esas circunstancias, una carga imposible de cumplir. El motivo, el objetivo, es desarrollar la lucha para poder derrotar completamente, y desmantelar, a las fuerzas del viejo orden, y sobre esa base crear un nuevo estado revolucionario, que podría embarcarse en la transformación integral de la sociedad con el objetivo final de superar y eliminar todas las relaciones de explotación y opresión, en todas partes del mundo.

Por este objetivo final y por la orientación internacionalista de la revolución, CÓMO PODEMOS GANAR también habla de la necesidad de que las fuerzas revolucionarias en Estados Unidos manejen correctamente la relación entre la lucha total, cuando llegue el momento de emprenderla, y la situación —incluidos el carácter y nivel de la lucha revolucionaria— en los países hacia el sur (y hacia el norte). Como sabemos, Estados Unidos fue creado por medio de la guerra y en medio de la guerra; y como dije anteriormente, continuamente ha expandido su territorio y ha extendido el alcance de su imperio por medio de la conquista armada, la esclavización y otras formas de explotación extrema. Al llevar a cabo la lucha para derrocar el dominio violento de este sistema, como cuestión de orientación y principios, y en términos de fortalecer la base para triunfar, será crucial que no se deje que las fronteras que se han establecido y los muros que se han erigido por medio del asesinato y merodeos de los capitalista-imperialistas gobernantes de Estados Unidos determinen el rumbo de la lucha, sino al contrario será crucial unirse activamente con los pueblos hacia el sur, y hacia el norte, en la lucha contra este monstruo capitalista-imperialista, y hacer avanzar la revolución en general, en esta parte del mundo y en todo el mundo.

A diferencia de las fuerzas revolucionarias, las fuerzas del viejo orden, especialmente frente a la perspectiva de que realmente se podría derrocar y desmantelar su sistema opresivo, recurrirían a todo tipo de barbarie con tal de preservar este sistema. Como lo plantea “Sobre la posibilidad de la revolución”:

No es que los imperialistas vacilarían al momento de desatar la fuerza destructiva terrible contra los revolucionarios y las masas de personas que los apoyaran —en vista de su naturaleza reaccionaria, sería necesario tener en cuenta que los imperialistas lo harían— pero el factor decisivo sería si, por medio de hacerlo, los imperialistas podrían aislar y destruir a las fuerzas organizadas de la revolución; o si, por el contrario, estas acciones bárbaras de los imperialistas prenderían el odio de cada vez mayores cantidades de personas contra los imperialistas, fortalecerían la resolución de los que ya apoyan al lado revolucionario y atraerían a más sectores de la población a simpatizar con la causa revolucionaria, y apoyarla activamente.

Aquí es importante otro punto que Rupert Smith recalca: lo que importa no es la fuerza absoluta sino la “utilidad de la fuerza” — no lo que cualquier estado u otra fuerza armada podría tener en su arsenal, sino lo que realmente puede utilizar a su favor en un conflicto armado. Uno de los principios operacionales esenciales de las fuerzas revolucionarias sería librar la lucha de tal manera que impidiera que las fuerzas del viejo orden pudieran hacer uso de su peor poder destructivo de tal manera que les diera ventaja militar así como política. Al mismo tiempo, ante las acciones bárbaras que aún cometerían las viejas fuerzas gobernantes, sería crucial que las fuerzas revolucionarias hicieran “que las acciones bárbaras del enemigo se volvieran en su contra — a fin de ganar mayores fuerzas para la revolución, incluso aquellas que provengan de las filas del enemigo”.

“Decapitar” el liderazgo de la revolución, y destruir o paralizar los medios de coordinación y dirección general de las fuerzas revolucionarias, también sería uno de los objetivos importantes de la contrarrevolución. CÓMO PODEMOS GANAR subraya correctamente la importancia de “Apoyarse en el respaldo de las masas, la resultante inteligencia para la revolución y privarle al enemigo de inteligencia, contrarrestar los esfuerzos del enemigo de descubrir, ubicar y aniquilar a la dirección revolucionara y unidades de combate esenciales” y la importancia de “combinar la dirección y coordinación estratégicas para la lucha en su totalidad, con acciones e iniciativas descentralizadas de parte de unidades y líderes al nivel local”. En esto también sobresale la importancia de todo el trabajo, de aquí en adelante, para construir la revolución, entre las masas de personas en muchas diferentes partes de la sociedad. Pero hay que reconocer de frente al hecho de que, a la hora de la verdad, incluso con un apoyo amplio y profundo de las masas, es y seguirá siendo un fuerte reto proteger a la dirección, en particular al núcleo de altos líderes de la revolución, mantener la coordinación general y el rumbo estratégico y poder reemplazar rápidamente a los líderes y las fuerzas que se pierdan; y para esto, también, hay que hacer preparativos activos y hay que luchar activamente por esto, como atraer, formar e incorporar ahora a crecientes filas en la dirección revolucionaria, que cuenten con el entrenamiento y se tiemplen mediante una combinación de participar activamente en construir la revolución y llegar a tener cimientos cada vez más profundos en la visión y métodos científicos del comunismo, como se ha desarrollado más con el nuevo comunismo.

Esto nos lleva de vuelta al punto decisivo de que todo lo que se ha dicho respecto a cómo podríamos derrotarlos, cuando llegue el momento, depende de “ganar a millones de personas hacia la revolución en el período que conduzca a la maduración de una situación revolucionaria”.

Así que, adentrémonos más en lo que tenemos que hacer ahora. Volvamos al punto crucial de que necesitamos tener seriedad y ciencia. El enfoque y método científico lleva al entendimiento de que la base para la revolución no se encuentra en lo que la mayoría de las personas están pensando o haciendo en este momento (o en cualquier momento dado) sino en las contradicciones profundas y determinantes de este sistema —lo que los “5 ALTOS” concentran y todo el terrible sufrimiento al cual este sistema somete a millones, y miles de millones, de personas— lo que no se puede eliminar dentro de este sistema. Pero esta revolución no se hará “por arte de magia” ni simplemente a causa de los sufrimientos que este sistema inflige a la gente. Es preciso hacer preparativos conscientes y sistemáticos para la revolución, de aquí en adelante, con cada vez más personas, primero miles y al final millones, a las cuales se atraiga e incorpore en las filas organizadas de la revolución para trabajar activamente para esta revolución. CÓMO PODEMOS GANAR explica el plan y los medios para cómo podemos hacer esto realidad.

Primero, es importante entender que, si bien es cierto (como he dicho en EL NUEVO COMUNISMO) “que la revolución no se puede hacer y no se hará simplemente difundiendo la idea de la revolución por ahí, y quizás recibiendo algunas respuestas positivas” — “me gusta”. Al mismo tiempo, sin embargo, también es cierto que difundir el mensaje sobre esta revolución en sí puede ser trabajo revolucionario muy importante — una parte importante de construir el movimiento para la revolución. La realidad es que, entre los que realmente necesitan saber de esto, incluidos los que más desesperadamente necesitan esta revolución, muy pocos siquiera han oído de ella — y viven según la creencia que este mundo, tal como es, es el único posible, y para muchos esto significa que, además de estar sometidos a la continua brutalidad, degradación y tormento, los asfixian la falta de esperanza. Elevar la vista de las personas a la posibilidad de un mundo radicalmente diferente no solamente puede darles esperanzas, sobre una base científica, sino también puede despertar a una fuerza potencialmente poderosa para la revolución que podría convertir esta esperanza en una realidad. Por estas razones: “Es preciso que estemos en una misión de correr la voz, de dejar que la gente conozca que tenemos la dirección, la ciencia, la estrategia y el programa, y la base para organizar gente para una revolución emancipadora y real”. Cabe repetir la importancia de lo que enfaticé anteriormente sobre los grandes puntos fuertes que tenemos — y además lo que aún hace falta: las masas de personas “que sufren lo peor de la vida infernal bajo este sistema, y aquellos que están hartos de los interminables ultrajes perpetrados por este sistema”, a las cuales hay que atraer e incorporar, ola tras ola, y desarrollar como revolucionarios conscientes y líderes revolucionarios.

Difundir el mensaje, especialmente al hacerlo en compañía de otros de una manera planeada y sistemática, puede ser un paso importante para sumarse a las filas organizadas de la revolución y participar en el proceso de construir la revolución. Un siguiente paso crucial para hacer esta revolución es que, “Es necesario que se organicen miles de personas en las filas de la revolución ahora, a la vez que se ejerza una influencia sobre millones de personas para que apoyen a esta revolución”. Organizarse en las filas de la revolución significa actuar juntos con otros de una manera unificada, como una fuerza organizada, guiada por el plan estratégico y la dirección para la revolución, construir la revolución entre más amplias masas de personas, y al mismo tiempo adentrarse más en los principios, métodos y objetivos de esta revolución, lo básico de los cuales está concentrado en los “Puntos de atención para la revolución”. Una forma esencial de organización revolucionaria son los Clubs Revolución, que viven según los “Puntos de Atención”, los propagan y luchan por ellos. El núcleo de los Clubs Revolución son las personas con un profundo compromiso con la revolución que siguen de cerca la dirección del Partido Comunista Revolucionario, que tiene la base, en el nuevo comunismo, para dar la dirección general para la revolución; pero los Clubs Revolución también deben hacer trabajo entre números crecientes de personas que empiecen a conocer la revolución y activar su participación. Los Clubs Revolución son un medio “donde la gente puede participar y actuar en poderosa representación de la revolución, de manera organizada, a la vez que vaya aprendiendo más sobre la revolución y dé pasos adelante hacia el camino de ingresar al Partido”.

Hay que construir, y expandir —y vincular— en todas partes de Estados Unidos, redes de personas que trabajan juntas para difundir el mensaje de la revolución y organizar gente en ella. En regiones donde el Partido y los Clubs Revolución aún no han establecido una presencia organizada, o en circunstancias donde las personas aún no tienen contacto directo con esa presencia organizada, pero se han enterado de los principios y objetivos centrales de la revolución, deben conectarse con otros y activar a los que es posible atraer en torno a esos principios y objetivos centrales; deben conectarse con la dirección central de la revolución para obtener ayuda y orientación para organizar un Club Revolución entre las personas que están atrayendo a la revolución, según los “Puntos de Atención para la Revolución”, del folleto CÓMO PODEMOS GANAR y posteados en revcom.us. Un “eslabón vinculante” crucial en todo esto es el sitio web revcom.us y el periódico Revolución del Partido, que “desenmascaran claramente los crímenes de este sistema, analizan con ciencia por qué no es posible reformarlo, y dan orientación y dirección para que la gente trabaje de manera unificada por la revolución”. En todo lo que hagamos, hay que tener claramente en mente, y propagar audazmente, que, estemos donde estemos, y sea como sea el tamaño de nuestras fuerzas en un momento dado, hacemos todo esto como parte de un movimiento nacional, juntos con gente en otras partes del país, con el objetivo de impactar a toda la sociedad y construir una revolución para derrocar el sistema entero, con el mundo entero en mente.

Un principio y método importante al organizar gente en la revolución es el entendimiento de que, si bien la revolución requiere un compromiso serio, el nivel de compromiso, en cualquier momento dado, “en esencia corresponde a cuáles aspiraciones han sido despertadas o han sido desarrolladas en las personas, y se basan en esas aspiraciones, y a lo que están llegando a comprender que se requiere en relación con eso”, y este compromiso “debe partir de lo que se ha ganado a las personas mismas a reconocer (sí, las que se ha ganado por medio de lucha, incluso a veces lucha aguda) como una contribución necesaria y esencial a la revolución”. La gente puede empezar con las tareas básicas que puede hacer sin dificultad y tener la confianza para hacerlas, las que contribuyen realmente a construir la revolución, y puede aprender a asumir más responsabilidad conforme tengan más experiencia y profundice su entendimiento. Lo importante es que son parte del proceso de construir la revolución, al lado de otras. Hay que tener claramente en mente estos principios y métodos y aplicarlos durante todas las etapas de la participación de la gente en la revolución, para capacitar el continuo desarrollo de su entendimiento y compromiso.

En este momento, en que las filas y el alcance de la revolución aún son muy reducidos, y un objetivo inmediato clave es organizar a miles en la revolución a la vez que se trabaja para influenciar a millones, es de gran importancia tener “masas críticas” de fuerzas revolucionarias organizadas, en diferentes partes de Estados Unidos, entre “aquellos que sufren lo peor de la vida infernal bajo este sistema” y entre sectores sociales más amplios, especialmente jóvenes y estudiantes. Una “masa crítica” es una fuerza que, si bien puede ser pequeña al principio, tiene suficientes personas y determinación de combatir y superar los obstáculos para poder ejercer un impacto real en el “terreno político”. Esto se relaciona con un proceso importante que mencioné en EL NUEVO COMUNISMO: Acumulando fuerzas organizadas para la revolución. Como lo dije ahí:

“no se trata de solo acumular por acá, lejos en algún rincón.... Podríamos decirlo así: Acumular, impactar; acumular más, impactar más; acumular aún más... y así sucesivamente — a la vez que tomamos en cuenta el panorama más amplio de lo que sucede en el mundo en su conjunto.... ¿Qué quiero decir por acumular, impactar? Que cuando tenemos fuerzas organizadas, podemos tener un impacto mayor en las situaciones políticas [protestas y resistencia] y en el terreno político en general....

“Se incide en el terreno con la presencia de fuerzas organizadas unidas bajo una línea revolucionaria… esto saldría al mundo, especialmente en la actual era del Internet. Se difunde por todos lados. Y luego la gente querrá saber: ¿Quiénes son esas fuerzas que hicieron eso?.... No se trata de que todos se unan a la revolución de inmediato ni de que hay que incorporarlos de lleno en las filas de la revolución de inmediato, antes de que siquiera tengan la oportunidad de adquirir una comprensión básica de lo que se trata esta revolución. Tiene que haber trabajo y lucha. Pero así es posible poner en marcha una dinámica en la que las fuerzas de la revolución están creciendo, están desplegando las fuerzas organizadas para la revolución de una manera que impacte significativamente la sociedad y atraiga a la gente a la revolución, y que por medio de lucha están acumulando más fuerzas organizadas… y de ahí es posible hacer más para incidir en la situación, otra vez por medio de mucha lucha. Esta es la dinámica que tenemos que hacer avanzar pero, para repetir, sin bajar nuestra vista solo a esa dinámica, sino ver el mundo entero y cómo influenciamos el mundo entero hacia la meta de la revolución....

“Esta es la base correcta… para entender correctamente… acerca de los ‘miles’ y su relación con los ‘millones’ de personas. No se trata simplemente de una noción vaga de ‘miles de personas’ que le den alguna señal de aprobación a la idea de la revolución (o que inclusive tengan mucho entusiasmo al respecto). Si hablamos de dirigir a millones de personas, hace falta una fuerza organizada de miles de personas, un creciente número de miles de personas, que cuenten con la orientación, organización, entrenamiento y dirección para ser una verdadera fuerza y polo de atracción revolucionario”.

Déjenme enfatizarlo de nuevo: En este momento, “masas críticas”, reducidas pero decididas, especialmente en ciertas regiones clave, con esta orientación y enfoque, actuando como parte de un movimiento nacional, pueden tener un impacto, no solamente en la gente en su localidad inmediata sino más ampliamente en la sociedad, impulsando la dinámica encaminada a la situación donde hay “miles de personas, que cuenten con la orientación, organización, entrenamiento y dirección para ser una verdadera fuerza y polo de atracción revolucionario”, influenciando a millones y contribuyendo a la base para organizar millones en la revolución, cuando se maduren las condiciones para esto.

Todo esto es parte de un enfoque estratégico de acelerar mientras se aguarda el surgimiento de las condiciones para ponerlo todo en juego para realmente derrocar este sistema. Esto se debe a que estamos aguardando, en vez de simplemente “aventarnos” en una lucha armada ahora, porque tenemos que entrar a esto con seriedad, y ciencia. Para citar CÓMO PODEMOS GANAR: “El presente todavía no es el momento para emprender un combate de tal índole — intentar hacerlo así ahora únicamente conduciría a una derrota devastadora”. Sin embargo, como se puntualiza en EL NUEVO COMUNISMO: “Esto es distinto a que las masas populares se levanten espontáneamente en contra de sus opresores o se defiendan en una situación determinada. Cualquier persona que tenga una orientación buena debería tener la capacidad de entender por qué eso se justifica”.

Y en la situación actual, antes de que se den las condiciones para la lucha total, no estamos, y no podemos estar, simplemente “aguardando”, esperando pasivamente que de alguna manera, pues, las condiciones favorables para la revolución aparezcan. No. Tenemos que trabajar activa, vigorosa, incansablemente para acelerar el desarrollo de las cosas hacia esas condiciones favorables. Eso es lo que capta la formulación “3 A Preparar”: “Preparar el terreno, preparar al pueblo y preparar a la vanguardia — a prepararse para el momento en que sea posible liderar a millones de personas para acometer la revolución, con todo, con una verdadera posibilidad de ganar”.

Aquí también podría ser útil examinar las similitudes, y las diferencias, entre el proceso revolucionario en un país como Estados Unidos, y, por otro lado, lo que ha ocurrido en algunos países del tercer mundo donde las condiciones han permitido que los revolucionarios emprendieran una lucha armada desde el inicio del proceso revolucionario — que comenzaran por combatir contra pequeñas partes de las fuerzas enemigas, y libraran la guerra durante un período largo de tiempo, para desgastar al enemigo y para aumentar sus propias fuerzas, con el objetivo de llegar al punto donde la “correlación de fuerzas” haya cambiado a su favor, y de ahí librar batallas a mayor escala para por fin derrotar a las fuerzas del viejo orden. Esto sí tiene algunos elementos en común con la forma en que se libraría la lucha total en un país como Estados Unidos, una vez que las condiciones para eso se hayan gestado. Pero hay diferencias importantes. En un país de este tipo (es decir, Estados Unidos), no se emprendería —no se debe emprender— una lucha armada hasta que se haya gestado una situación revolucionaria en la sociedad en general, y de ahí esta lucha, si bien tiene cierto aspecto de ser prolongada, también sería mucho más corta (más finita) que el proceso general de las guerras revolucionarias prolongadas acaecidas en los países del tercer mundo. En un país como Estados Unidos, se necesita un proceso de trabajo político, ideológico y organizativo para llevar a cabo esos “3 A Preparar”, para acelerar el desarrollo de las cosas hacia la situación revolucionaria, cuando en ese momento sería posible emprender una lucha total con una verdadera posibilidad de ganar, por medio de un proceso algo prolongado pero también finito. Para resumir: guerras revolucionarias en el tercer mundo — lucha armada desde el inicio, durante todo un período prolongado, para sentar la base para batallas decisivas finales; revolución en un país como Estados Unidos — un proceso de trabajo político, ideológico y organizativo para acelerar y hacer preparativos para el surgimiento de una situación revolucionaria, cuando se podría emprender la lucha total, y desarrollarla durante un período algo prolongado pero también finito.

En los dos tipos de situaciones, opera un aspecto de “aguardar” así como de “acelerar”. Inclusive donde los revolucionarios en los países del tercer mundo han podido librar la guerra desde el inicio, han tenido que aguardar, mientras luchan activamente para hacer nacer, la situación en la que puedan librar con éxito combates decisivos de gran escala (y en algunos casos las cosas se han prolongado al extremo de atascarse, sin perspectiva de ganar). En las dos situaciones, todo lo que hagan los revolucionarios debe tener por objetivo llegar al punto donde puedan luchar con todo para por fin derrotar y desmantelar a los ejecutores violentos del viejo sistema opresivo; pero los caminos y procesos son diferentes debido a las diferentes condiciones. Lo importante es que todo lo que nosotros hagamos, en todo momento, es parte de hacer la revolución — trabajar activamente, según un enfoque y plan estratégicos, para hacer avanzar las cosas, a la mayor brevedad posible, hacia el momento cuando sea posible que millones de personas luchen con todo con una verdadera posibilidad de ganar.

Así, con ese entendimiento y orientación, ¿cómo nos ponemos a acelerar mientras se aguarda? Los medios para hacerlo están concentrados en la formulación “Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución”. Empecemos con el objetivo de todo esto: la Revolución. En Lo BAsico 3:1, lo expresé así: “Vamos a lo básico: Necesitamos una revolución. Cualquier otra cosa, en última instancia, es una tontería”. Esa es otra verdad sencilla y básica. Tenemos que ir a la gente —no sólo a una o dos personas, no sólo a un pequeño grupo, sino a las masas de personas, en todo el país, en cada parte de la sociedad— con el mensaje directo de la revolución— en vez de dejar que “su nivel actual de conciencia” establezca los términos mientras tratamos de “introducir” de algún modo alguna idea sobre la revolución dentro de ese marco limitado. Como Lo BAsico 3:1 agrega: Sí tenemos que unirnos con la gente en toda una variedad de luchas que no tengan por objeto una revolución; pero es una ridiculez, francamente, imaginar que algo menos que la revolución solucionara todos los monumentales y monstruosos problemas e infamias que la gente enfrenta bajo este sistema. A partir de llevar la revolución a la gente, sin rodeos, pues, a partir de ese lugar, tenemos que unirnos con la gente para luchar contra la injusticia y la opresión, y además luchar para ganar a un creciente número de personas a ver la necesidad y la posibilidad de la revolución, y que se conecten con esto.

Tenemos que “protestar contra las injusticias y atropellos de este sistema y oponerles resistencia, y ganar gente a desafiar y repudiar este sistema putrefacto y sus maneras de pensar, y a hacer suyos el punto de vista y los valores, y la estrategia y el programa de la revolución, acumular fuerzas para esta revolución, y derrotar los esfuerzos de los poderes gobernantes de pulverizar la revolución y su dirección”. Como también señala CÓMO PODEMOS GANAR:Hemos presenciado ese potencial en las protestas que se han sostenido contra la brutalidad y asesinato policial, y otras formas en que grandes cantidades de personas se han plantado a las autoridades establecidas y a las ‘reglas del juego’ políticas”. Pero además, CÓMO PODEMOS GANAR enfatiza que, si bien es importante tal protesta y resistencia, “es necesario transformar esto… en conciencia, determinación y organización revolucionarias”. Transformar, ¿cómo? Por medio de lucha. Esto vuelve a la contradicción importante de que millones y millones de personas sí realmente se preocupan sobre uno o más de esos “5 ALTOS”, y muchos se preocupan sobre todos, pero en términos de entender de dónde salen todos estos ultrajes y lo que se necesita para realmente ponerles fin, la mayoría de las mismas personas no saben nada y piensan con el culo. Así que, al unirnos con la gente y al trabajar para atraer e incorporar a cantidades aún mayores de gente para protestar y oponerse a las atrocidades de este sistema, hace falta una lucha aguda para ganar la gente a reconocer y captar que, en términos fundamentales, este sistema es la raíz de todos estos horrores, y no es posible reformarlo, sino que hay que derrocarlo.

Esto es el trabajo revolucionario que tienen que hacer cantidades continuamente crecientes de personas organizadas en las filas de la revolución que actúen juntas según una orientación y plan estratégico común. Hay que hacer esto sistemáticamente, inclusive en tiempos más “normales” (sean cuales fueren), y es de una importancia realzada “ante toda ‘sacudida’ en la sociedad — toda crisis, todo ultraje nuevo, cuando muchas personas cuestionen y opongan resistencia a lo que por lo normal aceptan”. Hemos presenciado muchas sacudidas así en tiempos recientes, como con la elección de Trump y Pence, y luego con las continuas atrocidades llevadas a cabo por este régimen en el poder. Es crucial que los revolucionarios, y otros, aprovechen todas esas “sacudidas” para atraer e incorporar a cada vez más personas para que participen en la movilización masiva, no violenta pero sostenida que hace falta para expulsar a este régimen; pero, más allá de esto, los revolucionarios deben hacer todo esto para “impulsar la revolución y expandir sus fuerzas organizadas”, rumbo al objetivo fundamental de derrocar por fin todo este sistema.

CÓMO PODEMOS GANAR enfatiza: “Es necesario que las fuerzas organizadas y la dirección de esta revolución lleguen a ser la ‘autoridad’ a la que un creciente número de personas recurran y sigan — y no a los mentirosos políticos y medios de comunicación de este sistema opresor — y no a aquellos que sirven de fachada de los opresores y predican la ‘conciliación’ con este sistema — y no a aquellos que hacen que las personas se opongan las unas a las otras cuando lo que es necesario es que se unan por esta revolución”.

Lo que ya se ha mostrado sobre estos políticos y medios de comunicación deja en claro por qué hay que librar una lucha aguda y convincente para desenmascarar su verdadero papel y convencer gente para que rechace y repudie lo que ellos representan. Ya hablé de los sectores fascistas y de los sectores tradicionales de la clase dominante capitalista-imperialista; en un sentido fundamental, es capitalista-imperialista —la realidad de que, pese a sus divergencias muy reales, todos ellos representan el mismo sistema de explotación, opresión, degradación y devastación— eso es lo esencial y por esa razón esencial las masas de personas deben rechazar y repudiar la “autoridad” de ellos.

Respecto a la gente de pura pose con vestiduras religiosas y otros que predican la “conciliación” con este sistema y sirven de fantoches para los opresores, presento una variación de lo que dije en “Todo gastado y trillado”:

Reverendos y demás —
no los que sí están con los oprimidos,
sino aquellos que fanfarronean y predican
para mantener a la gente abajo,
de rodillas
sufriendo indignidades,
que echan la culpa a los no libres
por cómo están mantenidos en miseria;
creídos y santurrones
desprecian a las masas
tontos que adulan a los de arriba
insistiendo en que las cosas permanezcan
dentro del marco
del regateo con la burguesía
[hay que ver que esto es]
¡TODO GASTADO Y TRILLADO!

Es necesario, e importante, unirse con los predicadores, y con todos, con los que se pueda unir en la lucha contra la opresión e injustica; y hay que acoger a la gente atraída a la revolución que aún guarda creencias religiosas y activar su participación, mientras al mismo tiempo librar lucha para ganar gente a una orientación consecuentemente científica, que lleva al entendimiento de que no existe ningún dios y que tratar de confiar en un supuesto dios como salvador de la humanidad oprimida sólo puede conducir a alejarse de la verdadera solución, y de fondo dejar la gente a la “merced” de este sistema despiadado. Muchas personas religiosas dicen que aceptan las conclusiones de la ciencia (o muchas de éstas), a la vez que insisten en que una ciencia tiene sus límites, y que existe algo más grande — “la fe”. Pero la “fe” pregona creer en las cosas no porque se ha comprobado que son ciertas por medio de examinar lo que la evidencia muestra sobre la realidad, sacar conclusiones de eso y comprobar esas conclusiones en la práctica en el mundo material real, sino porque da confort creer estas cosas (o da miedo no creerlas), y porque la gente ha sido condicionada para creer esto por tradiciones e instituciones religiosas poderosas, cuyas escrituras fueron escritas por seres humanos que estaban muy sumidos en la superstición y la ignorancia, y es más, pregonaban cosas que hoy todos deben reconocer como depravadas y bárbaras, como la violación, el pillaje y la matanza de inocentes. (En ¡Fuera con todos los dioses! cité muchos ejemplos de esto, y ustedes también pueden ver esto por sí mismos al repasar, sin anteojeras, la Biblia, así como el Corán). Como dije en Lo BAsico 4:1: “Los oprimidos que sean incapaces o no estén dispuestos a reconocer la realidad tal como es, están condenados a permanecer esclavizados y oprimidos”. Y, en contraste, un método y enfoque científico conduce a entender la posibilidad de poner fin a la esclavitud y opresión, de todo tipo, mediante la revolución.

Se ha dicho que cuando CÓMO PODEMOS GANAR subraya que la autoridad a la que la gente sigue no puede ser “aquellos que hacen que las personas se opongan las unas a las otras cuando lo que es necesario es que se unan por esta revolución”, se refiere a las pandillas, entre otros. Bueno, al hacer esta revolución, no proponemos enemistarnos con las pandillas. Trabajamos para ganar gente a la revolución y acumular fuerzas para esta revolución, según lo que se concentra en los “Puntos de Atención para la Revolución”, para poner fin a todo lo que esclavice y degrade a la gente, como todas las condiciones que han llevado a la creación de las pandillas en primer lugar y a la situación donde tantos jóvenes nuestros se están peleando y matando entre sí — y, pues, que cada quien decida qué posición tomar en relación a esta revolución por la cual trabajamos. Pero sí tenemos que luchar, y duro, contra el modo de pensar que habla de cada quien a sus asuntos, que uno tiene que hacer lo necesario para aventajarse a los demás, tener mucha plata y mucha propiedad, inclusive convertir a mujeres en propiedad. Todo esto no es más que una emulación del punto de vista del opresor, y es una gran parte de lo que ha mantenido a las masas populares en condición de oprimidos y degradados por tanto tiempo. Una vez más, “Todo gastado y trillado” denuncia esta mierda:

“Pienso en mi plata,
y tengo mi plata en la mente”,
toda esa locura
de ser como “Cara Cortada”,
actuando sin pisca
de humanidad
saqueando y violando sin remordimiento,
matando y muriendo sin propósito bueno.
Déjalo — es ¡TODO GASTADO Y TRILLADO!

Cuando pienso en la gente que se ha metido a “la vida loca”, a menudo desde una edad muy temprana, se me vienen a la mente las estrofas de una canción de aquellos tiempos del grupo de ritmo y blues “The Whispers” [BA canta]: “Parece que tengo que ser malo — tengo que ser malo — tengo que ser malo — para que ellos se fijen en mí”.

Pues, que “ellos” ¡se jodan! Para invocar una declaración de Frederick Douglass de los días de la esclavitud que captura muy bien la verdad actual: “Ellos” son culpables de “crímenes que deshonrarían a una nación de salvajes”, “para la barbaridad repugnante e hipocresía desvergonzada, Estados Unidos reina sin rival”. Todo eso se relaciona con lo que dije en “Un llamado a quienes el sistema ha desechado” (Lo BAsico 3:16):

“Eleven la vista por encima de la humillación y la locura, la mugre y la desmoralización, por encima de la batalla individual por sobrevivir y ‘ser alguien’ según la definición de los imperialistas — de los criminales más espantosos, más monstruosos de lo que jamás haya inventado la mitología o haya encerrado ninguna cárcel. Sean parte de los salvadores humanos de la humanidad: los sepultureros de este sistema y los portadores de la futura sociedad comunista”.

En oposición a aquellos que engañan a la gente, es posible extender y fortalecer a la autoridad de la revolución y su dirección a medida que se saque a la luz, con análisis científico, lo que realmente pasa en todos los sucesos importantes en la sociedad y el mundo y cómo son en realidad los intereses fundamentales de las masas de la humanidad, y a medida que moviliza a cantidades crecientes de personas para luchar por esos intereses fundamentales. Pero acumular esta autoridad revolucionaria no ocurrirá “automáticamente” — hay que trabajar sistemáticamente por ella, y luchar vigorosamente por ella, como meta específica y parte importante de llevar a cabo los “3 A Preparar”.

Este lineamiento básico se explica en CÓMO PODEMOS GANAR: “es necesario que nosotros tengamos la orientación hacia todo —que evaluemos todos los programas políticos y todas las fuerzas organizadas en la sociedad, toda forma de cultura, valores y maneras de tratar a la gente— según la manera en que están relacionados con la revolución que necesitamos”. ¿Una revolución para hacer qué? Para “poner fin a toda opresión”. Aquí va otra vez la importancia de los “Puntos de Atención para la Revolución” — y de ganar a crecientes cantidades de personas a defender esto, vivir según esto y luchar por esto al construir la revolución que necesitamos, para poner fin a toda opresión.

Tenemos que combinar una firmeza de principios y una firme comprensión de la meta estratégica de la revolución con una magnanimidad intelectual y generosidad de espíritu. Necesitamos trabajar con muchos diferentes tipos de personas para construir la resistencia contra los crímenes de este sistema y a la vez mantener nuestros ojos puestos claramente en el premio de la revolución y luchar, de manera buena, para ganar gente, de todas partes de la sociedad, a participar activamente en esta revolución, a apoyarla de manera positiva o mantener una “neutralidad amistosa” hacia ella. CÓMO PODEMOS GANAR lo pone en términos básicos: “Es necesario que nos unamos con la gente dondequiera que podamos y que llevemos lucha con la gente cuandoquiera que sea necesario hacerlo, a fin de hacer avanzar la revolución”. También da un sentido de la amplitud de la gama de personas que deben participar en la revolución: “Es necesario que conozcan esto y le entren en serio las personas en los barrios marginados de las ciudades y en las cárceles, las y los alumnos y estudiantes, académicos, artistas, abogados y otros profesionales, las y los jóvenes en los suburbios de las ciudades y las zonas rurales — pues, las personas en todas partes de la sociedad”.

Cabe repetir, los jóvenes y estudiantes tienen una importancia especial —tanto de entre los más oprimidos como de entre las clases medias— porque, aun con todas las necedades en las cuales este sistema se esfuerza para enmarañar a los jóvenes, éstos tienen menos “inversión” en las cosas tales como son y aún no se les ha ganado por cansancio para que acepten que así es la única forma en que las cosas podrían ser. Otro sector social en el cual es tanto posible como esencial ganar gente para la revolución: los expertos tecnológicos (o los cuales quizá llamemos “magos digitales”). Esto es importante ahora, y al progresar en los preparativos para el embate total — y a la hora de esa lucha total, y la manera en que podríamos derrotarlos, sería tanto más importante. Piénselo.

Esta orientación de ganar gente de manera amplia a la revolución, de todas partes de la sociedad, también guarda una estrecha relación con lo que es esta revolución, y cómo podemos tener la mejor posibilidad de ganar. Esto se relaciona de cerca con el problema del “cerco y aniquilamiento” del cual ya hablé. CÓMO PODEMOS GANAR lo explica así: “Es necesario que nos opongamos y desbaratemos a las maniobras de los poderes gobernantes para aislar, ‘cercar’, brutalizar, encarcelar en masa y reprimir de manera sanguinaria a las personas que llevan la vida más dura bajo este sistema y que más necesitan esta revolución. Es necesario que nosotros los ‘cerquemos’ a ellos — al ver que nazca ola tras ola de personas que se levanten en decidida oposición a este sistema”.

Al volver a lo que ya se dijo sobre lo que es igual, y lo que es diferente, entre esta revolución y las guerras revolucionarias que se han librado en los países del tercer mundo, no debemos tratar de librar una guerra militar de hecho contra estos poderes gobernantes ahora, pero tenemos que librar ahora una “guerra política” decidida contra ellos, para de hecho “cercar” y aislar a ellos, precisamente al atraer y activar a “ola tras ola de personas que se levanten en decidida oposición a este sistema”, desenmascarando la verdadera naturaleza de este sistema y las consecuencias de su dominio, y en el proceso ganando crecientes cantidades de personas a reconocer que la autoridad y dominio del sistema sobre la sociedad es injusta e ilegítima y que hay que rechazarla y oponérsele. Además, hay que asumir esto como una meta clara y definida y hay que luchar por ella sistemáticamente, como parte crucial de “acelerar mientras se aguarda” y llevar a cabo los “3 A Preparar”. También hay que librar esta batalla política en oposición audaz y firme a la “base” la que está movilizando el sector fascista de la clase dominante — esto es importante en sí en este momento, y además constituye preparativos importantes y tendrá un impacto importante para la “guerra civil entre dos sectores del pueblo” una vez maduradas plenamente las condiciones y en marcha la lucha total.

Como parte decisiva de todo esto, tenemos que hacerle frente, y librar una lucha decidida para derrotar, a las maniobras de las autoridades de atacar y destruir a este movimiento para la revolución y en particular la dirección — transformando esto en mayores avances para la revolución, al desenmascarar la naturaleza dictatorial y sangrienta de su dominio y al ser devuelta en su contra la represión que cometen, impeliendo a cantidades crecientes de personas a deshacerse de sus ilusiones sobre la naturaleza de este sistema y su clase dominante e impulsándolas a la resistencia contra su opresión y represión.

Para volver al punto más fundamental: “Todo esto tiene por objeto algo muy definido — una situación revolucionaria”. Todo lo que hacemos ahora sí que es hacer la revolución — todo es parte de un plan y enfoque estratégico general para llegar al punto donde se pueda atraer y activar a millones para librar la lucha total para derrocar este sistema, con una verdadera posibilidad de ganar, y todo esto tiene que llevarse a cabo de manera consciente y sistemática.

Un gran reto inmediato que pesa fuertemente sobre las posibilidades para una revolución es lo que representa el régimen de Trump y Pence. En otro discurso (¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE! En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista. Un mundo mejor ES posible), hablo de que de hecho éste es un régimen fascista; la base sobre la cual ha ascendido al poder en Estados Unidos; que este régimen, siempre que siga en el poder, cometerá atrocidades aún mayores y representa una amenaza muy real al futuro y la propia existencia de la humanidad por sus agresiones al medio ambiente y sus arsenales de aniquilación nuclear; y por qué, en nombre de la humanidad, es necesario y cómo es posible, forzar la expulsión de este régimen por medio de una movilización masiva y no violenta pero sostenida de personas que exijan que ¡este régimen tiene que marcharse! Aquí, hablaré de la relación entre esto y el objetivo fundamental de la revolución.

Si este régimen logra consolidar más su poder e implementar más completamente su horroroso programa, por eso se podría retrasar y perjudicar mucho las posibilidades para una revolución y se podría diezmar a las fuerzas revolucionarias —o destruirlas por completo— al menos por un tiempo. Por otro lado, si se construye un movimiento de masas para expulsar a este régimen, y además si los revolucionarios trabajan para construir este movimiento según la perspectiva de cómo se relaciona con la revolución que hace falta como la solución fundamental, pues la situación en la sociedad (y el mundo) se volverá mucho más favorable para la lucha contra la injusticia y la opresión, y será posible hacer avances cruciales hacia el derrocamiento del sistema entero. A un grado importante ahora, el conflicto entre los sectores sociales defensores de este fascismo y los que se le oponen, desde varias perspectivas diferentes, está configurando el terreno sobre el cual hay que llevar a cabo la lucha para la revolución; es probable que este conflicto se intensifique, y podría estallar más en enfrentamientos violentos, y en todo caso, sería un factor importante en el contexto de una lucha total entre la revolución y la contrarrevolución.

La relación entre la lucha contra este régimen fascista y los preparativos para la revolución no es un “camino recto” ni una “calle de un solo sentido”. Los que entienden la necesidad para una revolución no deben tener la orientación respecto a esta relación como si “primero debiéramos construir un movimiento de masas para expulsar a este régimen, y luego podríamos dedicar nuestros esfuerzos a trabajar directamente para la revolución”. Es crucial unificar y movilizar gente, desde diferentes perspectivas, de manera muy amplia, en torno a la demanda de que este régimen tiene que marcharse, pero será mucho más difícil hacer esto a la escala y con la determinación que se requieren para lograr este objetivo si, al mismo tiempo, no se ha atraído e incorporado a crecientes cantidades de personas en torno al entendimiento de que es necesario poner fin no sólo a este régimen sino al sistema cuyas contradicciones profundas y determinantes han engendrado este régimen, sistema que por su propia naturaleza, ha impuesto y continuará imponiendo un sufrimiento horroroso y completamente innecesario a las masas de la humanidad, hasta que sea abolido este sistema mismo. Y, entre más se atraiga e incorpore personas para que trabajen consciente y activamente para la revolución, la creciente fuerza y “autoridad moral” de esta fuerza revolucionaria, a su vez, fortalecerán la determinación de crecientes cantidades de personas a expulsar a este régimen fascista que ahora está en el poder, aunque no se gane a la revolución a muchas de éstas (y quizás nunca se gane a algunas de ellas). Así que, tanto para asumir el reto inmediato de hacer nacer una situación política en que se saque del poder a este régimen —en que en una medida importante, han tomado la iniciativa política los que están decididos a hacer retroceder la embestida contra la humanidad que este régimen está llevando a cabo, y a esforzarse por un mundo mejor, comoquiera que lo conciban— como para avanzar hacia el objetivo fundamental de la revolución, es vitalmente importante que todos los que hayan llegado a entender la necesidad de la revolución contribuyan activamente a construir el movimiento para expulsar a este régimen, y además hacerlo con la perspectiva y en el marco general de los preparativos para la revolución.

Ante estos retos monumentales y con los ojos puestos en estos objetivos histórico-mundiales, con las reducidas fuerzas que en este momento son parte de la revolución, ¿cómo avanzamos desde aquí para ponernos a la altura de lo que las necesidades fundamentales de la humanidad requieren de nosotros? Empezando con los que hemos llegado a ver no sólo que esta revolución podría hacer nacer un mundo mucho mejor, sino también que hace falta con urgencia esta revolución, y además que es posible; tomando la orientación del sitio web revcom.us y el periódico Revolución, para actuar con un entendimiento y enfoque unificado; usando CÓMO PODEMOS GANAR como lineamiento básico, lo que se explica y desarrolla más en este discurso más completamente (y usando el vídeo el que se producirá con este discurso, y el texto y el discurso filmado ¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE!, como herramientas importantes); a la vez que se explora Lo BAsico y otras obras esenciales del nuevo comunismo para continuamente conseguir cimientos más profundos del método y enfoque científico de la revolución, pongamos manos a la obra para construir esta revolución: difundir esta revolución en todas partes, organizar personas en las filas de la revolución y darles formas para trabajar para esta revolución, luchando contra el poder, y transformando al pueblo, para la revolución, llevando a cabo los “3 A Preparar”… para, a su vez, difundir más esta revolución, con la participación activa de más gente en este trabajo de difusión, organizar más personas en las filas de la revolución, que trabajen activamente para esta revolución… para difundir esta revolución aún más en toda la sociedad… a través de todos los retos y dificultades y ante los esfuerzos de los de arriba por desbaratar y pulverizar esta revolución y su dirección, avanzar hacia la situación en que el sistema esté en una crisis profunda y aguda y además “millones y millones de personas se nieguen a aceptar la antigua forma de gobierno — y estén dispuestos y decididos a jugárselo el todo por el todo para hacer caer este sistema y hacer nacer una sociedad y gobierno que se basen en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte”.

Una revolución que es posible — y tenemos que poner manos a la obra para hacerla realidad. Así que, déjenme terminar con lo que se dice poderosamente en la conclusión de CÓMO PODEMOS GANAR:

“Para todo esto es necesario ganar a millones de personas hacia la revolución en el período que conduzca a la maduración de una situación revolucionaria. La oportunidad de derrotarlos, cuando llegue la hora —la oportunidad de deshacerse de este sistema y hacer nacer algo mucho mejor— está íntegramente relacionada con lo que nosotros hacemos ahora. Es necesario que todo aquel que tenga sed de un mundo radicalmente diferente, sin explotación y opresión y sin todo el innecesario sufrimiento causado por este sistema, trabaje ya con una prendida determinación de hacer que esto ocurra, de modo que nosotros tengamos una verdadera oportunidad de ganar”.

 

 

Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución

Un discurso de Bob Avakian
En dos partes en inglés:

 

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