Revolución #219, 12 de diciembre de 2010


Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, 
 pero la humanidad puede volar más allá del horizonte

Nota de la redacción: El siguiente texto es de una reciente charla de Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos. A continuación presentamos el segundo pasaje de esa charla la cual está saliendo por partes en Revolución. La primera parte salió en Revolución #218, 28 de noviembre de 2010. En preparación para su publicación, se ha revisado el texto y agregado las notas.

El "derecho divino de los reyes" y la "democracia": Dos "mitologías que cohesionan", de dos sistemas diferentes de explotación

En la sociedad feudal, era "natural" que todos tuvieran su lugar particular. He hablado de esto antes: Tomás de Aquino —quien era un teólogo, pero también un teórico en un sentido más amplio, cuyas ideas en términos básicos correspondían a las relaciones de la sociedad feudal— postuló la idea que todas las cosas en el universo, incluso las rocas, tienen su lugar, todo ordenado por Dios. Además, estaba el "derecho divino de los reyes", una piedra angular de la sociedad feudal. Los revolucionarios y teóricos burgueses consideraban que eso era una atrocidad. Hace poco, estaba leyendo a Thomas Paine de nuevo y éste hable que hable sobre qué tan absurda y criminal es la idea del divino derecho de los reyes y el rol hereditario de los reyes. Todo eso garantiza, insistía él, que podría existir un idiota que tenga el poder absoluto en la sociedad al igual que una persona sabia. Que sería posible que se declare que una persona mentalmente defectuosa tenga el derecho divino de gobernar. Y así sucesivamente.

Bueno, sí, esta condena del "derecho divino de los reyes" es entendible, desde el punto de vista de la naciente burguesía que necesitaba romper las restricciones del feudalismo en última instancia en la base económica. Pero no seamos reduccionistas — ellos sí batallaron en el campo de la superestructura y los teóricos de la emergente clase burguesa y la revolución burguesa creían lo que estaban defendiendo, al menos mayoritariamente. Para ellos eso era realmente una idea absurda y criminal — el derecho divino de los reyes y el orden absoluto de las cosas establecidos de tal manera que tratar de cambiar esto sería ir contra la propia trama de la realidad y del universo ordenado por Dios y mantenido por los designios de Dios. En la medida en que esos teóricos burgueses veían eso como absurdo y atroz, en el orden feudal eso era todo lo opuesto: rebelarse en contra del rey, el monarca, era rebelarse contra Dios y el orden concebido por Dios. Y se suponía que todos, desde los nobles hasta los siervos, conocieran su rol y lo desempeñaran en consecuencia y de manera apropiada.

Ahora, si nos alejamos un poco más de la era burguesa y la miramos desde la óptica histórica de a donde las cosas necesitan llegar y pueden llegar —no a donde van a llegar, pero a donde necesitan llegar y pueden llegar—, podemos ver que el gran talismán de la democracia burguesa, las elecciones y el derecho de los gobernados de elegir a aquellos que los gobiernen, de hecho, en la realidad del funcionamiento de la sociedad burguesa, no tiene más legitimidad absoluta que el derecho divino de los reyes. Esto es sólo otra forma en que los intereses y necesidades de la clase dominante se ejercen en este tipo específico de sociedad y un mecanismo a través del cual —y por medio del control sobre ese proceso de la política y las elecciones burguesas— se mantienen y refuerzan los intereses de la clase dominante. Esta es su versión —la DEMOCRACIA, las ELECCIONES son, en efecto, su versión— del derecho divino de los reyes. Esta es una mitología que cohesiona un sistema particular. No es mitología que tengan elecciones, lo que es mitología es lo que ellos pretenden que sean esas elecciones y lo que sucede por medio de ellas. De hecho, éstas no son una expresión de "la voluntad" o "la soberanía" del "pueblo", sino una expresión del proceso a través del cual la clase capitalista mantiene su sistema de explotación y su dominación, su dictadura sobre las clases y grupos en la sociedad que explota y oprime.

Y la "naturaleza humana" que acompaña esta sociedad no es distinta — la "naturaleza humana" que las personas constantemente afirman que es el porqué de las cosas y por qué éstas tienen que ser así, no es sino un reflejo de las relaciones y dinámica subyacentes de cierto sistema, el sistema capitalista.

Esto tiene tanta importancia que sí tenemos que seguir recalcándolo, particularmente en este período en el que se genera tanta confusión al respecto, que en gran parte es el resultado del punto de vista de la clase dominante que tergiversa y embrolla, que hoy tiene una influencia tan amplia, que ha permeado a todos los sectores del pueblo, por decirlo así, y lo promueven agresivamente en todo momento los representantes, agentes y apologistas políticos e ideológicos de la clase dominante y los que siguen a su cola, mientras que —y esto es algo muy importante— la dinámica subyacente del propio sistema también refuerza eso. La dinámica subyacente del propio sistema refuerza constantemente esta visión de la naturaleza humana — por lo que necesitamos seguir volviendo a esto y adentrándonos en esto profundamente con la gente, sacando a la luz y reviviendo la gran observación de Marx de que toda la historia humana supone la transformación continua de la naturaleza humana; que la naturaleza humana, si es que tiene algún sentido válido (o en la medida que lo tenga), es una parte de la superestructura. Es un conjunto, por decirlo así, de los valores y puntos de vista, la cultura y la moralidad, que en última instancia corresponden a cierto sistema subyacente — a las relaciones sociales subyacentes y fundamentalmente relaciones económicas/de producción. No es algo trascendental que ha estado con nosotros desde "Adán y Eva" —o más científicamente desde que evolucionaron los primeros seres humanos— y que ha permanecido sin cambiar y siempre permanecerá sin cambiar y sin posibilidades de cambiar.

Las bases reales para el cambio — y las alternativas reales

Así son las cosas en realidad en relación a las circunstancias actuales de la sociedad humana y las posibilidades de cómo la sociedad puede avanzar y organizarse: o se trata de crear una alternativa radical al actual sistema capitalista imperialista dominante —una alternativa que es viable y sostenible porque avanza sobre la base de las fuerzas productivas existentes y las destraba más mediante la transformación de las relaciones sociales y más fundamentalmente las relaciones de producción y, en relación dialéctica con eso, la transformación de la superestructura de la política y la ideología— creando mediante esta transformación y fundamentalmente la transformación de las condiciones materiales subyacentes, un sistema económico radicalmente nuevo, como la base de una sociedad radicalmente nueva en conjunto; o, si no, lo que de hecho se impondrá como la única alternativa real en el mundo de hoy: verse integrado o verse metido a la fuerza en una sociedad que funciona según las condiciones y dentro de los confines de la producción y el intercambio de mercancías y más específicamente las relaciones de producción y el proceso de acumulación y las diversas dinámicas del capitalismo y sus correspondientes relaciones sociales y relaciones de poder político, así como su prevaleciente cultura, ideología y moral. O es la una o la otra. Esas son las dos opciones.

¿Por qué podemos decir eso? Porque somos intérpretes de la realidad; somos investigadores científicos de la realidad y la sintetizamos, eso es lo que somos. Es la realidad la que dice eso, y somos aquellos que, en este momento, hemos logrado entender esto — no por medio de un proceso místico o religioso, sino mediante la aplicación de una ciencia que se ha desarrollado y que se está desarrollando continuamente.

Así que o es la una o la otra — y todos esos otros esquemas conducirán a la una o a la otra. Si no se esfuerzan conscientemente para alcanzar la primera, conducirán a la segunda: si no se esfuerzan conscientemente para alcanzar un mundo completa y radicalmente nuevo y diferente, serán conducidos de devuelta al viejo mundo existente y éste los cooptará o los aplastará. Si uno trata de forjar pequeños enclaves o salidas en que uno opera independientemente del sistema — el sistema se lo tragará vivo y lo escupirá, o será una contracorriente insignificante por un tiempo respecto a la dinámica concreta y las relaciones imperantes del sistema, una contracorriente que tarde o temprano, de hecho, la dinámica de esta sistema se tragará viva — si no la aplasta políticamente en el sentido literal, simplemente la abruma.

Este es un sistema que opera, como todo sistema, de acuerdo a cierta dinámica y mediante ciertas relaciones. Mientras que uno no haya roto radicalmente con ese sistema y forjado algo en su lugar que pueda reemplazarlo de hecho y que sea viable y sostenible, se verá obligado a volver a ese sistema: ese sistema de propiedad privada de los medios de producción, del capital, ese sistema de la producción e intercambio de mercancías, ese sistema impulsado por la anarquía de la producción y los concomitantes conflictos entre los capitalistas, un sistema en el cual el capital asume la forma de muchos capitales en competencia, no un solo gigantesco bloque de capital que en sí estaría fuera de alineación con la dinámica de la producción e intercambio de mercancías y la anarquía de producción y que esa dinámica haría pedazos, repetidas veces. No más mira la historia de este país, incluyendo los últimos tiempos: hasta los agregados gigantescos de capital se hunden o se vienen a pedazos y vuelven a fusionarse en diferentes asociaciones de capital. Todo eso resulta de la dinámica subyacente de este sistema. Si no se rompe con eso, por medio de una revolución en la superestructura y la transformación radical de la base económica en algo que realmente pueda ser viable y sostenible y pueda funcionar en lugar de esa dinámica, volverá ésta — porque la gente tiene que comer y tiene otras necesidades de la vida, y eso sucederá de una u otra forma de acuerdo con las actuales fuerzas de producción, hablando en términos generales. Por lo tanto, si uno no forja una de esas dinámicas conscientemente, conseguirá la otra. De una u otra forma y por una u otra vía, uno conseguirá la misma dinámica fundamental del capitalismo, si no rompe conscientemente con eso y si no hace en serio la revolución para arrancar de raíz y abolir el sistema capitalista entero reemplazándolo con el socialismo y avanzando por el camino hacia un mundo comunista.

Un adelanto crucial, una base más profunda en el materialismo: Entender "la fuerza impulsora de la anarquía" como la dinámica decisiva del capitalismo

Me parece importante mencionar aquí —porque esto también se entiende poco, incluso quizás en nuestras filas— qué tan crucial fue el avance y qué tan crucial fue la base para romper radicalmente con el economismo1, cuando alrededor de 1980 nuestro Partido, por medio de todo el trabajo de analizar más plena y profundamente las diversas dinámicas del capitalismo y cómo las contradicciones en el mundo se manifestaban y se interactuaban, identificó "la fuerza impulsora de la anarquía" como la dinámica principal del capitalismo, a diferencia de la idea de que la forma principal de las contradicciones del capitalismo es la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado. Desde luego, por eso fuimos objeto de ataques rotundos, y en algunos casos viles ataques. Se dijo que estábamos dejando fuera del juego al pueblo y la lucha de clases, que este análisis se filtraba por el prisma de nuestros perjuicios de vivir en una sociedad imperialista y así sucesivamente. Pero eso fue un adelanto tan crucial — de comprender y de llegar a tener una comprensión materialista más profunda de lo que estamos haciendo y sobre qué "escenario" o sobre qué cimientos estamos haciendo lo que estamos haciendo al disponernos a hacer la revolución.

Esto tiene mucho que ver con partir de la realidad objetiva y reconocer la base para el cambio radical en las diversas dinámicas contradictorias de esa realidad, o simplemente partir de un conjunto de ideas, incluida una imagen idealizada de las masas, el cual se trata de imponer sobre la realidad, viendo esencialmente a las masas y la realidad objetiva más amplia como "una tabula rasa". Ese punto de vista va contra el reconocimiento del papel principal de la fuerza impulsora de la anarquía en el sistema que confrontamos, la que sí establece el principal escenario y base para lo que tenemos que hacer para transformar la sociedad y el mundo.

Ahora bien, es posible que todo eso nos desagrade pero esa es la situación en que nos encontramos. Es posible que nos desagrade que el capitalismo y su dinámica todavía dominen el mundo, de modo abrumador en la actualidad, y que monten el escenario para la lucha que tenemos que librar — es posible que eso nos desagrade pero así es la realidad. Y en esa realidad existe la base para cambiar las cosas radicalmente. La base está en reconocer y luchar por cambiar esa realidad y no de ningún otro modo. La base está en conocer y luego tomar acción para transformar esa realidad por medio de los caminos que el carácter contradictorio de esa realidad sí abre — los caminos que hay que aprovechar y en torno a los cuales hay que tomar acción para transformar esa realidad.

Así que eso constituyó un adelanto de importancia fundamental cuando identificamos firmemente "la fuerza impulsora de la anarquía" como la principal dinámica del capitalismo. Y eso tiene que ver con todo lo que he estado tratando: por qué no se puede reformar este sistema de hecho y por qué no se puede tratar de reemplazarlo de manera arbitraria con un plan utópico cualquiera que se quiera imponer sobre la realidad, bajo una bandera cualquiera.

Además de todas esas dinámicas del capitalismo de que he estado hablando, existen otros aspectos de las relaciones de producción aparte del sistema de propiedad, que el capitalismo encarna en su funcionamiento general y existen otras relaciones sociales encarnadas en el sistema capitalista. Por ejemplo, lo que llamamos la contradicción intelectual/manual, la contradicción entre aquellos que llevan a cabo el trabajo físico y aquellos que llevan a cabo el trabajo intelectual; el patriarcado y la opresión de la mujer; la opresión de las distintas naciones y pueblos (la opresión nacional); las diferencias y disparidades regionales que pueden convertirse en antagonismos y que a menudo sí lo hacen; y otras contradicciones importantes en un país o parte del mundo particular y entre diferentes países, o entre diferentes partes del mundo, y entre diferentes alianzas de países. Fundamentalmente, todas esas cosas están englobadas en las diversas dinámicas subyacentes del capitalismo y son manifestaciones de las mismas, en esta etapa del desarrollo de la sociedad humana — y no un desarrollo predeterminado que tenía que ocurrir sino en la forma en que la evolución histórica de la humanidad ha ocurrido en los hechos y a dónde nos ha llevado en los hechos.

Continuará

1. En la historia del movimiento comunista, el "economismo" se refiere a una tendencia que ha insistido que la forma de construir un movimiento para el socialismo es centrarse en el reducido ámbito de las relaciones entre los obreros y sus patrones capitalistas y en las luchas inmediatas y limitadas que eso genera, que es un enfoque que en los hechos limita la lucha a las reformas en el sistema actual en lugar de la revolución para abolir este sistema, como primer paso o salto, para transformar radicalmente la sociedad y finalmente el mundo entero, para abolir todas las relaciones de explotación y opresión. (En general, el "economismo" puede referirse a una orientación que implica, al menos objetivamente, esfuerzos para obtener reformas en el sistema divorciados de la construcción de un movimiento para la revolución y en última instancia esfuerzos que se le oponen. Una frase concisa de Lenin capta esto, describiendo esta tendencia así: "El movimiento lo es todo; el objetivo final, nada".) No entender plena ni correctamente las diversas dinámicas concretas del sistema capitalista puede reforzar las tendencias economistas y reformistas a ver el problema simplemente como la "codicia" de los capitalistas o un exceso de influencia y poder de las corporaciones, etc., en lugar de entender las razones fundamentales por las cuales no se puede reformar este sistema y porque hay que abolirlo por medio de la revolución y por qué un sistema radicalmente nuevo, el socialismo y finalmente el comunismo, puede abrir el camino a dimensiones completamente nuevas y sin precedentes de la emancipación de toda la humanidad. [regresa]

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