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Muchos de los conceptos en los que nos adentraremos aquí por necesidad tratarán las cosas con un alto nivel de abstracción teórica. He hecho mis mejores esfuerzos por hacer esto accesible a las personas que aún no tienen siquiera una familiaridad básica con estos conceptos, con el propósito de darles una “entrada” a lo que alude la parte principal del título, si bien, para quienes ya están familiarizados y son partidarios de esto, el objetivo es profundizar cómo se comprende esto y la capacidad de trabajar con esto y aplicarlo para contribuir a la revolución, y al objetivo final del comunismo, el que esta teoría señala como posible, necesario y que se requiere con urgencia para poder dar un profundo salto en la emancipación humana. Este libro constituye, en una dimensión importante, una ampliación de La nueva síntesis del comunismo: Orientación, método y enfoque fundamentales, y elementos centrales — Un esbozo1. Al mismo tiempo, como se señala en el título, es un “resumen básico” porque, aunque una exposición más completa de buena parte de lo que se aborda aquí está contenido en el libro EL NUEVO COMUNISMO2 —e importantes elementos de esto están incluidos en las selecciones de Lo BAsico3, que de maneras importantes, puede servir de manual para la revolución— también se necesita un tratamiento condensado de la teoría, la orientación estratégica y los objetivos del movimiento comunista tal como todo esto fue desarrollado desde la época de Marx y con su continuo desarrollo y síntesis con el nuevo comunismo. Es también un “resumen básico”, en vez de un intento de hacer un resumen completo y definitivo, porque el desarrollo del nuevo comunismo es un trabajo en progreso, una parte importante de lo cual es continuar aprendiendo y sintetizando más lo que se ha hecho antes, en la primera gran ola de la revolución comunista, comenzando con el avance histórico hecho por Marx.
En Teorías sobre la plusvalía, Marx señala la limitación esencial de los economistas políticos burgueses: Consideran que las relaciones económicas capitalistas, y la sociedad basada en la economía capitalista, son la única forma “natural” de la economía y el punto superior y final del desarrollo social humano. O en palabras del mismo Marx: “esta forma histórica determinada y específica del trabajo social, tal y como se manifiesta en la producción capitalista, es proclamada por estos economistas como la forma general, eterna, como algo determinado por la naturaleza, y estas relaciones de producción como las relaciones absoluta (y no históricamente) necesarias, naturales y racionales, del trabajo social”4 [énfasis en el original]. Sus ideas, explica Marx, están “totalmente encadenadas al horizonte de la producción capitalista”5.
Esto constituye el punto ciego y falla fundamental de todos los teóricos, teorías y comentarios burgueses acerca de la existencia humana y su desarrollo histórico —y las posibilidades—, y todos los proyectos y esquemas reformistas que proceden según esta concepción del mundo burguesa.
Un ejemplo de esto: Hacer la revolución y emancipar a la humanidad (Primera parte)6 contiene una polémica contra Karl Popper y el ataque de éste al marxismo por considerar que no es una ciencia. Como parte de eso, refuté los intentos de Popper por desacreditar todo el análisis marxista de la plusvalía y el análisis de que el valor se determina por el tiempo de trabajo socialmente necesario que se incorpora en la producción de algo, y la insistencia de Popper en que por el contrario, era la oferta y la demanda lo que establecía el valor. Pero el hecho es que el propio Marx hizo una refutación cabal a este mismo argumento en Teorías sobre la plusvalía (y en otras partes). Las personas como Popper son simplemente perezosas, aparte de lo demás. Ni siquiera se molestan en responder a la refutación de esto hecha por Marx, como en Teorías sobre la plusvalía.
Pero, más allá de alguien como Popper, en una medida importante, la limitación esencial de la que habla Marx es tanto una premisa operativa que aquellos que hablan a nombre de este sistema (o en todo caso según sus principios y valores) la han interiorizado, o “heredado”, como parte de “lo que todos saben” en la sociedad burguesa, a menudo sin siquiera pensar sobre esto o sin ser consciente de esto en cualquier momento dado. Y esto también está ligado completamente al parasitismo del imperialismo capitalista contemporáneo, muy especialmente en Estados Unidos: el hecho de que un capitalismo cada vez más globalizado se basa en un muy alto grado, para la producción y para mantener la tasa de ganancia, en una vasta red de maquiladoras, en particular en el tercer mundo de América Latina, África, el Medio Oriente y Asia, mientras que la actividad capitalista en los “países de base” capitalista-imperialistas se ubica cada vez más en la esfera de las finanzas y la especulación financiera, y la tecnología de punta de “alta gama” (y no la producción de los materiales físicos básicos para dicha tecnología), así como el sector servicios y la esfera comercial (con el creciente papel de la comercialización en línea). Como señalara Lenin, esto les pone “el sello del parasitismo” a la totalidad de las sociedades como Estados Unidos, y las teorías y las observaciones de aquellos que, una vez más, aceptan que las relaciones de producción burguesas son las relaciones naturales, finales y eternas del trabajo social, no son sino las manifestaciones intelectuales de esas relaciones burguesas, caracterizadas como lo están hoy por el alto grado de parasitismo de un país como Estados Unidos. Son una manifestación de la incapacidad de ver más allá de lo que Marx caracterizó como el estrecho horizonte del derecho burgués — tal como se define por las relaciones de producción burguesas y las correspondientes relaciones sociales y se delimita por los límites de dichas relaciones.
Y esto se expresa a menudo en términos de una especie de “democracia” mágica que a la vez está inextricablemente ligada al capitalismo aunque de algún modo todavía no tiene contenido social y de clase —es una democracia “pura” metafísica— cuando en realidad (como comentaré más a fondo en adelante) la democracia de la que se habla y se exalta de este modo es una forma de dictadura de clase que facilita e impone las relaciones de producción capitalistas y todo el sistema capitalista de explotación y opresión.
Aquí van algunas ilustraciones contemporáneas de esto — de la aparentemente interminable manantial de tales ejemplos.
En “A Renaissance on the Right”7 David Brooks, un comentarista conservador (pero opositor a Donald Trump), cita las teorías de John Locke como una importante inspiración para lo que Brooks alaba como el gran éxito de la democracia y el capitalismo de Estados Unidos. Locke, un filósofo inglés del período del ascenso del capitalismo hace varios siglos, es un adalid del individuo — el individuo como ente individual, con capacidad para la movilidad social, que va a ser juzgado según el mérito individual y no según la casta social en la que el individuo nace. Esto, declara Brooks, al repetir una trillada panacea burguesa, es la base para la igualdad humana y para la democracia y el capitalismo, de lo cual Estados Unidos es el modelo sobresaliente y supremo. En realidad, Locke era, ante todo, un defensor y teórico del individuo como dueño de propiedad. Yo examiné esto en Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, cuando señalé que “la sociedad de la cual Locke fue un exponente teórico, así como también un partidario político práctico, fue una sociedad basada en la esclavitud asalariada y la explotación capitalista”8 — la cual, cabe señalar, es una sociedad caracterizada por una profunda desigualdad y relaciones sociales de opresión. Y, como también señalé sobre Locke:
No es sorprendente que, aunque él se opuso a la esclavitud en la propia Inglaterra, no sólo defendiera la institución de la esclavitud, bajo ciertas circunstancias, en el Segundo tratado, sino que obtuviera beneficios importantes para sí mismo en el comercio de esclavos y ayudara a redactar la carta constitucional para un gobierno encabezado por una aristocracia propietaria de esclavos en una de las colonias americanas9.
Aquí vemos otro de los notorios “puntos ciegos” de los teóricos y apologistas de la sociedad burguesa, y en particular de los que cantan loas al capitalismo estadounidense: de costumbre desconocen el papel de la esclavitud en la “gran historia de éxito” del capitalismo estadounidense — cuando, de hecho, como señalé en Lo BAsico 1:1, “Sin la esclavitud, Estados Unidos no existiría tal como lo conocemos hoy. Eso es una verdad simple y básica”. Esta declaración concentra una verdad profunda. Como señalé en ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS!, Adam Goodheart, en su libro 186110, “cita este dato: en el período previo a la Guerra Civil, el valor monetario total de los esclavos en Estados Unidos era mayor que el valor total de todas las fábricas y ferrocarriles”11. [énfasis agregado] (Y aquí también podemos hacer referencia a The Half Has Never Been Told12, de Edward Baptist, que analiza a fondo el papel crucial que jugó la esclavitud en el desarrollo de la economía estadounidense y los indecibles horrores que esto implicó).
David Brooks alaba especialmente la gran expansión económica que se dio en Estados Unidos entre 1860 y 1900 (algo que Ayn Rand también celebra con bombo y platillos). Pero, una vez más, esto se llevó a cabo sobre una base que, en gran medida, se había sentado con la esclavitud; y en el período posterior a la Guerra Civil, junto con la continuación de la extrema explotación de las masas negras en condiciones muy poco mejores que la esclavitud (y con la incorporación continua de algunos elementos de ésta), esta expansión económica estuvo ligada con la expansión territorial hacia el Oeste, con la continua matanza de los indígenas y el robo en gran escala de las tierras de los indígenas (con el repetido rompimiento de tratados sobre la marcha), y la extensión de los ferrocarriles hacia el Oeste con, entre otras cosas, la cruel explotación de los migrantes chinos, acompañada de una discriminación brutalmente opresiva. También es una verdad simple y básica que, como señalé en ¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE! En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista, Un mundo mejor ES posible: “Estados Unidos es un país que estableció su territorio y construyó los cimientos de su riqueza por medio de una violenta conquista de tierras, el genocidio, la esclavitud y la despiadada explotación de olas de inmigrantes”13.
Un ejemplo más burdo de hacer uso de la filosofía a nombre de la aspiración burguesa se encuentra en el artículo “Philosophy Pays Off” de Robert E. Rubin. Rubin le da crédito a un profesor de filosofía de Harvard de la década de 1950, Raphael Demos, quien, como Rubin lo describe:
usaba a Platón y otros grandes filósofos para demostrar que era imposible comprobar que una proposición es cierta en última instancia y en sentido definitivo...
Concluí que no se puede comprobar nada en términos absolutos, de lo que extrapolé que toda decisión importante trata de probabilidades. Interiorizar el principio básico de las enseñanzas del profesor Demos —sopesar riesgos y analizar probabilidades y concesiones— fue central en todo lo que hice profesionalmente en las décadas siguientes en finanzas y gobierno14.
No es accidental ni fortuito que el Robert E. Rubin que está exponiendo aquí este tipo de sofistería relativista anticientífica (que no es posible comprobar nada definitivamente y a cambio hay que proceder sopesando riesgos y analizando probabilidades y concesiones) sea el mismo Robert E. Rubin que fue secretario del Tesoro durante la presidencia de Bill Clinton, y quien escribiera (en un artículo del New York Times Book Review) que, en la fundación de Estados Unidos y la adopción de su Constitución:
Se resolvieron los desacuerdos sobre el alcance del poder federal y el diseño de nuestras instituciones democráticas por medio de largas discusiones y, en última instancia, acuerdos de principios15.
En “Sobre ‘acuerdos de principios’ y otros crímenes contra la humanidad”16, llamé la atención sobre el hecho de que un notorio y atroz ejemplo de los “acuerdos de principios” adoptado por los fundadores de Estados Unidos fue la aceptación de la esclavitud, con la cláusula en la Constitución de que los esclavos deberían considerarse como 3/5 de un ser humano. Y como también señalé en ¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE!: esta Constitución de hecho institucionalizó la violación en masa junto con la esclavitud. Todos los “fundadores” —y no sólo los dueños de esclavos en sí— son responsables de estos monstruosos crímenes. A menudo se alega, a manera de racionalizar todo esto, que si no se hubiera hecho tal acuerdo, pues no hubiera sido posible unir a las colonias en un solo país con un solo gobierno. Pero aquí se plantea la pregunta, cuyo mero planteamiento ha de dar a entender fuertemente la respuesta: ¿Por qué fue necesario, y de qué forma se justificó, fundar un país sobre la base de institucionalizar la esclavitud y las atrocidades relacionadas — por qué no hubiera sido mucho mejor negarse a fundar un país sobre esa base?
Aquí se queda en muy marcado relieve no solo la ceguera —deliberada o no— sino la ruindad absoluta de alguien como Rubin, y más en general de los seguidores y apologistas del capitalismo, y más específicamente del imperialismo capitalista estadounidense, en el campo intelectual.
En contraste con lo que se plantea en estas diversas manifestaciones de la filosofía, la teoría política y la teoría social burguesas (o la mercantilización de la filosofía, como en el caso de Rubin), el enfoque científico encarnado en lo que Marx desarrolló reconoce y recalca que las relaciones fundamentales y esenciales de las que la gente en la sociedad forma parte, y la clave para entender cómo funcionan una economía y una sociedad, son las relaciones de producción de la sociedad dada y sus correspondientes relaciones sociales. (Esto es algo que Marx capta en una formulación que se le ha llamado las “4 Todas”, a la que volveré en adelante.)
Estas relaciones no son “accidentales” ni “fortuitas”, ni arbitrarias — se basan en la realidad material de que cualquier sociedad es, en lo fundamental, una forma en que los seres humanos interactúan, entre sí y con el resto de la naturaleza, para satisfacer los requisitos materiales para la vida y para engendrar nuevas generaciones. Y Marx hizo una observación esencial de que en cualquier sociedad determinada, las personas entran en relaciones de producción definidas, que no son de su propia elección, sino que en lo fundamental se determinan por el carácter de las fuerzas productivas (como la tierra, las materias primas, los edificios y otras estructuras físicas, la tecnología y las personas con sus conocimientos y habilidades) en un momento dado. En vista de que se están desarrollando continuamente las fuerzas productivas, mediante la iniciativa y acciones de los seres humanos, en un sistema dado cualquiera, en cierto momento las relaciones de producción se vuelven más una traba a las fuerzas productivas, que una forma idónea para su mayor desarrollo, y se hace necesaria una revolución para resolver esta contradicción. Esta revolución se hace en el ámbito político, de manera concentrada en el derrocamiento del viejo poder político y el establecimiento de un nuevo sistema de gobierno político cuyo requisito fundamental es la transformación de las relaciones de producción de acuerdo con la manera en que se han desarrollado las fuerzas productivas.
Como señaló Marx, una de las características que distinguen a los reformistas —entre ellos los “socialistas” reformistas— es que, en la medida en que identifican a la economía como la fuente de la desigualdad y otros males sociales, tienden a situar el problema en la esfera de la distribución, aunque la fuente fundamental de la opresión y la desigualdad que caracterizan una sociedad explotadora, como el capitalismo, se encuentra en la esfera de la producción, y más específicamente en las relaciones de producción.
Ahora bien, respecto a las relaciones de producción, cabe repasar lo que Lenin identificó como los diferentes componentes de las relaciones de producción. Las relaciones de producción, dijo, constan de tres componentes: la propiedad de los medios de producción; el papel en la división social de trabajo en general; y la consiguiente participación en la distribución de la riqueza social. Pues, imagínenselo, si uno fuera una gran corporación o institución financiera, un gran capitalista, pues poseería muchos medios de producción (fábricas, maquinaria y otra tecnología, tierra, y así sucesivamente). Si uno fuera un capitalista en pequeña escala, un pequeño burgués, quizá poseería unas cuantas de esas cosas, pero no muchísimas; no poseería un capital de millones o miles de millones de dólares — quizá una cantidad mucho menor. Así que, eso es el primer aspecto —al cual Lenin identificó como el aspecto más fundamental— de las relaciones de producción: la propiedad o la no propiedad de los medios de producción, y la cantidad de esos medios de producción que posee una persona (o una corporación, etc.)
El segundo aspecto o componente de las relaciones de producción es el papel en la división social del trabajo. Por ejemplo, uno que quizá no posea medios de producción, en sí, pero que cuenta con una habilidad poco común la que quizá pueda reclamar mucha remuneración por esa habilidad aunque no posea medios de producción. Y las personas que en general han adquirido un alto nivel de educación, los profesionales por ejemplo, también están en una posición diferente a la de las personas que no poseen medios de producción ni ninguna habilidad altamente desarrollada (y lo único que tienen para hacerse la vida es su capacidad de vender su capacidad de trabajar, su fuerza de trabajo). Así que los profesionistas y otras personas en situaciones similares, junto con los dueños de medios de producción en pequeña escala (o los medios de distribución en pequeña escala, como el dueño de una pequeña tienda o un tendero), componen la clase media (la pequeña burguesía) a diferencia de la gran burguesía, la clase dominante capitalista.
Con respecto a la pequeña burguesía —y las diferencias importantes que existen entre sectores particulares de esta clase, así como lo que en lo fundamental tienen en común—, Marx hizo las siguientes observaciones extremadamente perspicaces y relevantes en El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Marx dijo:
Tampoco debe creerse que los intelectuales democráticos sean todos tenderos o gentes que se entusiasman con ellos. Pueden estar a un mundo de distancia de ellos, por su cultura y su situación individual. Lo que hace que los intelectuales democráticos sean representantes de la pequeña burguesía es que no van más allá, en cuanto a mentalidad, de donde van los tenderos en sistema de vida; que, por tanto, se ven teóricamente impulsados a los mismos problemas y a las mismas soluciones a que impulsan a aquéllos, prácticamente, el interés material y la situación social. [corregido]
Los intelectuales democráticos pequeñoburgueses (las personas en la sociedad capitalista cuya posición social y modo de vivir se basan en trabajar en la esfera de las ideas, de un tipo u otro) tienden, por lo general, a estar en el lado “izquierdo” del espectro político burgués (la posición “liberal” o “progresista”), mientras que una buena parte del sector “tendero” (o, en términos más amplios, los dueños de los medios de producción o distribución en pequeña escala) frecuentemente se inclinan hacia la derecha, incluso la extrema derecha, de este espectro (aunque al parecer son una excepción al menos algunos empresarios en pequeña escala, así como muchos en la economía de “trabajo autónomo”). Pero lo que caracteriza tanto a los tenderos (definidos en términos amplios) como a los intelectuales democráticos es que, espontáneamente, permanecen encerrados en los límites constrictivos de las relaciones capitalistas de mercancías y los conceptos correspondientes del derecho burgués.
Y además, hay personas que ni poseen medios de producción ni habilidades altamente desarrolladas ni un alto nivel de educación con el cual podrán ascender a una posición mediana en la sociedad y su división general de trabajo, y por ende, se encuentran en el fondo de la sociedad y o bien venden su capacidad de trabajar y de ser explotadas de esa manera, o bien no pueden venderla y, como consecuencia, o bien pasan hambre o bien tienen que meterse en chanchullos de una forma u otra para sobrevivir, con frecuencia dedicados a actividades pequeño burguesas — en el ambulantaje o cosas por el estilo.
Así que se puede ver que la división del trabajo está interconectada con la propiedad o la no propiedad de los medios de producción, pero no es del todo idéntica a eso porque influye la cuestión de la educación, las habilidades, las profesiones, etc. También se puede ver cómo la propiedad (o la no propiedad) de los medios de producción y la división del trabajo de la sociedad se relacionan muy estrechamente con la participación en la distribución de la riqueza de la sociedad. Si uno posee medios de producción de un valor de millones o miles de millones de dólares, a menos que no sirva para el trabajo al cual se dedica, o simplemente se deje engullir por la anarquía del capitalismo, pues va a sacar muchas ganancias y una parte de esas ganancias van a canalizarse hacia uno como ingreso personal, en grandes cantidades, aunque uno reinvierta la mayor parte de las ganancias como parte del impulso competitivo del capitalismo. Si uno es profesional o posee cierta cantidad de medios de producción (o distribución) pero no muchos, va a sacar una tajada mediana, por decirlo así, de la distribución de la riqueza de la sociedad. Y si uno no posee medios de producción y no cuenta con una educación de alto nivel o habilidades altamente desarrolladas, pues le va a tocar la tajada más reducida de la distribución de la riqueza social.
Aquí va un punto interesante e importante: puede ser que un tendero, por ejemplo, gane menos que alguien que trabaja por un salario en una fábrica o en una situación similar (un hospital, almacén, etc.). No obstante, los tenderos están en la pequeña burguesía, porque son los dueños de pequeños medios de producción o medios de distribución, mientras la persona que quizá tenga un ingreso más alto, pero no posee medios de producción ni habilidades altamente desarrolladas, pero que meramente se hace la vida con la venta de su trabajo, está en una clase diferente, el proletariado. Es importante entender esto porque, en Estados Unidos con tanto populismo, se identifica burdamente a una clase simplemente con el estatus económico o ingreso. Así que frecuentemente se oye que “la clase obrera” —y a los comentaristas burgueses con frecuencia se les olvida incluir la palabra “blanca” cuando claramente a eso están aludiendo— “La clase obrera votó por Trump porque le iba tan mal económicamente”. Pero, junto con la realidad de que las relaciones sociales y los “valores” eran un factor más determinante que los ingresos respecto a si las personas votaron por Trump o no, una buena parte de esta “clase obrera”, el que le vaya mal económicamente o no, es realmente una parte de la pequeña burguesía. Así que es importante entender estas cosas científicamente. No se trata de categorías arbitrarias. Efectivamente pesa en el punto de vista de uno si de hecho tiene un negocio y aspira al éxito y quizá a convertirse en un empresario en gran escala, o si simplemente vende su capacidad de trabajar — eso tiene consecuencias reales sobre cómo es su vida y también qué es su punto de vista, incluso espontáneamente. (Y hablaré en adelante sobre los límites de la espontaneidad).
Esto es un análisis importante que hizo Lenin, al delinear estas tres partes componentes de las relaciones de producción, y la manera en que se interconectan y se influyen entre sí y no es posible separarlas completamente las unas de las otras al mismo tiempo que cada una es importante en sí y el primer componente (la propiedad de los medios de producción) es decisivo ante todo. Así que, si bien las relaciones de producción no son las únicas relaciones importantes entre las personas en la sociedad, son las más fundamentales y en última instancia las más determinantes, y este análisis de Lenin nos da un enfoque científico para entender la posición que ocupan las personas en la sociedad y cómo es su papel en la sociedad más amplia — e incluso, al menos a cierto grado, cómo son sus inclinaciones espontáneas en relación con las varias cosas que ocurren en la sociedad y en el mundo (una vez más, con el entendido de los límites definidos de la espontaneidad, algo al cual volveré en adelante). Y lo que señalo no es simplemente que existen estas relaciones fundamentales y esenciales en la sociedad, sino entender que éstas son, como Marx enfatizó, independientes de la voluntad de los individuos. Son categorías sociales reales que tienen un significado real. Agrupar las personas en estas categorías no es simplemente un ejercicio intelectual arbitrario — más bien refleja una realidad material concreta que tiene consecuencias reales e influencias profundas sobre las personas.
Cuando Trump sale con algunas de sus diatribas fascistas y ataques rabiosos, oímos a estos politicastros del Partido Demócrata quejarse: “Él no nos está uniendo, nos está dividiendo” — como si se pudiera unir a todos si el presidente, en vez de despotricar como perro rabioso, simplemente dijera las palabras almibaradas correctas. Es más (volviendo a Locke, por ejemplo), todo esto es parte de pretender actuar como si toda persona en la sociedad fuera simplemente un individuo. Por supuesto que las personas son individuos, pero no son simplemente individuos — más allá de eso, forman parte de las relaciones sociales, y en lo más fundamental, de las relaciones de producción, y esto tiene consecuencias reales sobre su manera de vivir, su manera de percibir las cosas espontáneamente y su manera de actuar, a un grado importante. Estas cosas son una parte integral de esta sociedad, y no es posible simplemente suplantarlas o decir que no importan diciendo algunas palabras almibaradas “para unirnos en vez de dividirnos”.
Como ya mencioné, las relaciones de producción en la sociedad, por importantes y fundamentales que sean, no son las únicas relaciones importantes en la sociedad, y sería un error reducir todo a esas relaciones de producción. También hay relaciones sociales muy definidas e importantes, que también son objetivas y no son simplemente categorías arbitrarias o cosas que sólo existen en la mente de las personas. Por ejemplo, existe la relación social —una relación desigual de opresión— entre los hombres y las mujeres. Existe la relación entre los pueblos o naciones opresores, y los pueblos y naciones oprimidos al interior de la sociedad estadounidense (así como a nivel mundial). Por ejemplo, si uno es blanco, objetivamente se encuentra en cierta posición en esta sociedad; y si uno no es blanco, si forma parte de lo que el lenguaje popular llama la “gente de color” —los negros, los latinos y otros— se encuentra en una posición distinta, objetivamente se le mantiene en una posición inferior y oprimida. No es que uno sea un ser humano inferior, claro, pero sí forma parte de una categoría de personas que existe objetivamente en términos de las relaciones sociales en la sociedad, una categoría la cual se trata y mantiene en una posición inferior, aunque uno no es, de ninguna manera, inferior como un ser humano. Y se ha desarrollado una ideología que sirve para racionalizar esto, que dice que uno es parte de un grupo de personas que es inferior. Tales relaciones sociales opresivas corresponden a las relaciones de producción explotadoras.
Es muy interesante: cuando estos reaccionarios de la edad de las tinieblas hace poco empezaron a centrar sus ataques en la esfera de la educación en Arizona, por ejemplo, una de las cosas que hicieron fue maniobrar para eliminar los estudios chicanos. Y oí decir a una de las personas en la institución educativa del estado a cargo de esa decisión: No podemos tener una educación que les dice a las personas que son parte de un grupo en la sociedad que es oprimido; tenemos que tener una educación que les dice a las personas que todos son meros individuos.
Ahora bien, la vida sería mucho más sencilla si realmente se pudiera eliminar la opresión social simplemente negándose a hablar de ella. Pero, en el mundo real, estas categorías de personas —estas relaciones sociales, para describirlas de manera más precisa— existen objetivamente. Son parte de las relaciones en esta sociedad que evolucionaron históricamente. No es posible eliminarlas con deseos, y no es posible eliminarlas prohibiendo que se hable de ellas. (Claro, el propósito, y ciertamente el efecto, de prohibir que las personas hablen de esas cosas en realidad no es de eliminarlas sino, al contrario, perpetuarlas y reforzarlas).
Un entendimiento científico del carácter de la sociedad y de la necesidad de tener una revolución obviamente implica un entendimiento de las limitaciones de una persona como Martin Luther King, pero es muy interesante ver la forma en que los derechistas, e incluso algunos liberales, tratan su famoso discurso “Tengo un sueño”. Para parafrasearlo, Martin Luther King dijo, tengo un sueño donde algún día los descendientes de los esclavos y los descendientes de los amos de los esclavos podrán unirse y tratarse entre sí como simples individuos y que no se les juzgará por el color de su piel sino por el contenido de su carácter. Ahora acuérdense, Martin Luther King dice, “tengo un sueño” —es un sueño, o una esperanza, o una meta— de que algún día esto será la realidad. Y ahora estos derechistas y algunos liberales se ponen a decir: “Martin Luther King dice que ésta es una sociedad donde se juzga a todos por el contenido de su carácter y no por el color de su piel, así que dejen de quejarse de sufrir opresión como negros”.
Bueno, esto es otro intento, en concordancia con lo que declaró ese funcionario educativo fascista de Arizona, de borrar las relaciones de opresión (o más bien borrar el reconocimiento de estas relaciones opresivas) prohibiendo que las personas hablen de ellas, o distorsionando lo que dicen cuando sí hablan de ellas. Obviamente, el propósito es mantener esa opresión e intensificarla. Así que la cuestión de las relaciones sociales es muy importante. Obviamente, estas relaciones sociales están interconectadas con las relaciones fundamentales de producción en la sociedad, pero también tienen una vida propia, y tienen enormes consecuencias. Y, cabe repetir, lo que es importante señalar aquí es que estas relaciones evolucionaron históricamente y existen objetivamente. No podría existir un Estados Unidos de América sin la supremacía blanca. Ésa es otra verdad simple y básica.
Para retomar lo que dije anteriormente, miren cómo articularon al país [Estados Unidos] los “grandes padres fundadores” — y sí, eran padres. Lo articularon sobre la base de un “acuerdo de principios” — un “acuerdo de principios” para institucionalizar la esclavitud. Eso es una parte integral de esta sociedad, y tiene consecuencias reales. La esclavitud no es simplemente una abstracción. La esclavitud es algo real que afecta a personas reales. Es un modo de vivir; es un modo de producir las cosas; tiene sus propias dinámicas, interactúa con la producción y el intercambio en otras partes de la sociedad y a escala mundial — es algo real. Luego, cuando hicieron la Guerra Civil, y el Norte derrotó al Sur, como una parte necesaria de derrotar al Sur, el Norte tuvo que abolir la esclavitud, primero en los estados de la Confederación y después en todo el país — eso es lo que Lincoln y los demás fueron obligados a hacer.
Pero luego, ¿cómo volvieron a articular al país? No estaban dispuestos a quedarse con la mitad de un país. Por eso Lincoln fue a la guerra en primer lugar. Dijo: No podemos permitir que se separe la mitad del país, no se puede tener a un país si se permite que la mitad de él lo abandone. Así que no estaban dispuestos a quedarse con la mitad del país y que todas estas potencias europeas amarraran alianzas con la otra mitad del país que rompió con el país, se separó de él. Así que tuvieron que articular al país de nuevo como un país entero, y la única manera en que podían hacerlo, dadas las relaciones de producción y las relaciones sociales prevalecientes, era de amarrar todo tipo de “acuerdos de principios”, otra vez, con la aristocracia del Sur, los grandes terratenientes, que eran, en una medida muy grande, los antiguos dueños de los esclavos. Así que por eso dieron marcha atrás con la Reconstrucción, poco tiempo después de la Guerra Civil, y volvieron a traicionar a las masas del pueblo negro.
Lo que todo esto refleja e ilustra es que estas son relaciones que evolucionaron históricamente. Si ellos hubieran intentado, digamos, suprimir por completo a los antiguos dueños de los esclavos que encabezaron la rebelión de la Confederación —la que había tratado de separarse y libró una guerra como esfuerzo por lograrlo— si los hubieran suprimido con mucha mano dura, no habrían tenido posibilidades de articular al país de nuevo como un país capitalista. Eso habría hecho pedazos al país entero, y ellos probablemente se habrían quedado con poco o nada de él al final. Así que estas relaciones sociales y sus interconexiones con las relaciones de producción prevalecientes tienen un significado real y un efecto real.
Las relaciones opresivas entre los hombres y las mujeres han evolucionado históricamente a lo largo de miles de años, y ahora han asumido una forma particular dentro del marco de las relaciones de producción capitalistas y en el sistema capitalista en general (no solamente en un país específico sino a escala mundial). Esto no es simplemente algo arbitrario, ni meramente se trata de las actitudes de las personas. Y esto lleva a la cuestión de la familia, que bajo el capitalismo es, y será, una institución patriarcal opresiva. Abarca relaciones económicas pero también relaciones sociales — es una unidad económica de la sociedad, y una relación social que en última instancia se determina y configura por las relaciones de producción más fundamentales que prevalecen en la sociedad dada, al mismo tiempo que tiene una vida propia y una dinámica e impacto propios.
Así que lo que hay que subrayar aquí, una vez más, es que estas relaciones de producción y relaciones sociales evolucionaron históricamente, están profundamente integradas en la sociedad en un momento dado, inclusive en una sociedad como Estados Unidos en el momento actual. Y, por otro lado, a diferencia de lo que exponen todos estos teóricos burgueses y (por el bien del argumento, incluyo a) los filósofos (si se les puede calificar así), estas relaciones, si bien evolucionaron históricamente, al mismo tiempo no son permanentes.
En relación con todo esto, Marx, al hablar de la movilidad social que frecuentemente se menciona como uno de los geniales rasgos de la sociedad capitalista, señaló en otra obra importante suya, los Grundrisse, que los individuos pueden cambiar de posición social y de clase en una sociedad como esta, pero las masas de personas sólo pueden escaparse a las relaciones de producción y a las relaciones sociales opresivas por medios revolucionarios — al derrotar y abolir el sistema que se funda en esas relaciones y las encarna.
Es altamente relevante aquí algo al cual le he dado gran énfasis al desarrollar el nuevo comunismo:
“[E]n última instancia, el modo de producción sienta las bases y pone los límites para el cambio, en cuanto a la manera de tratar cualquier problema social, como la opresión de las mujeres, la opresión del pueblo negro o de los latinos, la contradicción entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, la situación con el medio ambiente o la situación de los inmigrantes, etc. Aunque todas esas cosas tienen una realidad y dinámicas propias, y no se pueden reducir al sistema económico, todas ocurren en el marco y en medio de las dinámicas fundamentales de ese sistema económico; y ese sistema económico, ese modo de producción sienta las bases y establece los límites fundamentales del cambio con respecto a todas esas cuestiones sociales. Por lo que, para deshacerse de todas estas diferentes formas de opresión, es necesario tratarlas en sí, pero también es necesario hacer cambios fundamentales al sistema económico para crear la posibilidad de poder llevar a cabo esos cambios en términos fundamentales. En otras palabras: Es necesario tener un sistema económico que no impida hacer esos cambios y que, por el contrario, no sólo permita sino que siente una base favorable para hacer esos cambios”17 [énfasis en el original].
Al polemizar Marx contra Proudhon, el reformista utópico de su tiempo, postuló que de parte de Proudhon hubo una miseria de la filosofía (eso era un juego de palabras con el título de la obra de Proudhon, La filosofía de la miseria). En la actualidad, de parte de los teóricos burgueses, comentaristas, etc. (los apologistas de hoy día del imperialismo capitalista), llama la atención la miseria de su imaginación —así como de su moralidad— y en lo más fundamental, una miseria de su ciencia.
En contraste, Marx estableció el análisis de la sociedad humana y su desarrollo histórico sobre una base científica y con un método científico.
Cabe examinar la siguiente declaración de Marx, en la misma parte de Teorías sobre la plusvalía que cité anteriormente:
Pero, en la medida en que el trabajo se concibe como la única fuente de valor de cambio, y como la fuente activa del valor de uso, en esta misma medida es concebido el “capital” por los mismos economistas burgueses… como el regulador de la producción, como la fuente de la riqueza y el fin de la producción, y el trabajo, por el contrario, como trabajo asalariado, … un mero costo de la producción e instrumento de la producción obligado a atenerse a un salario mínimo, por debajo del cual tiene necesariamente que descender tan pronto como exista como esa masa “superflua” para el capital. En esta contradicción, la economía política [burguesa] se limitaba a expresar la esencia de la producción capitalista o, si se quiere, el trabajo asalariado, el trabajo enajenado de sí mismo, que en la riqueza creada por él como una riqueza ajena, en su propio poder productivo como el poder productivo de su producto, en la riqueza por él creada como su propio empobrecimiento, crea el poder social que se enfrenta a él y se coloca sobre él como el poder de la sociedad18 [negritas agregadas].
Aquí Marx agrega, además, que “esta forma histórica y específica del trabajo social, tal como se manifiesta en la producción capitalista, es proclamada por estos economistas como la forma general, eterna, como algo determinado por la naturaleza, y estas relaciones de producción como las relaciones absoluta (no históricamente) necesarias, naturales y razonables del trabajo social”19. Examinemos este análisis crucial más de cerca, especialmente la parte a la que le di un énfasis particular (en negritas) aquí.
Por ejemplo, enfaticé las frases donde Marx dice que los economistas políticos burgueses consideran que el trabajo asalariado es como “un mero costo de la producción e instrumento de la producción”. En otras palabras, ponen la realidad patas arriba y tratan el proceso de la producción, y la producción de las ganancias, como algo que brota del capital y del papel del capitalista, en vez de donde reside en realidad — en la explotación del trabajo asalariado. Y esto se refiere a algo crucial que he enfatizado anteriormente, y lo que no se puede enfatizar con suficiente frecuencia: el capital es una relación social —una relación social de explotación, y de opresión— y no solamente una “cosa”. No es simplemente maquinaria; no es simplemente tierras; no es simplemente materia prima; no es simplemente edificios — es una relación social. Es muy importante captar esto, y se le encubre constantemente. Hoy día, no solamente hablan del capital como maquinaria y otros objetos inanimados, incluso se atreven a hablar del “capital humano”, de hablar de las personas como “capital humano”, lo que claro nos daría una pista sobre lo que es la naturaleza del sistema, que reduce las personas al “capital humano”.
Esta relación social, la explotación del trabajo asalariado, es la forma específica de la explotación bajo el capitalismo, y es la fuente de la plusvalía y las ganancias en este sistema. Es el papel específico que desempeña el trabajo, en su aplicación en el proceso de la producción, para crear más valor que el valor que se paga a los que trabajan de esta manera como trabajadores asalariados. Es eso lo que crea la plusvalía de la que resultan las ganancias, después de descontar los otros gastos. Y, en el capitalismo, no solamente se generalizan las relaciones de mercancías —al convertir todo cada vez más en una mercancía— sino que la fuerza de trabajo, la capacidad de trabajar, también tiene la particularidad crucial de ser una mercancía. Este es un tipo específico de mercancía: a diferencia de los otros elementos de la producción (los otros instrumentos de la producción, para usar la frase de Marx), el trabajo como una mercancía, utilizado en el proceso de la producción, puede crear más valor cuando se emplee en el proceso de la producción, que el valor que equivale a su salario, para decirlo de manera sencilla. Por eso Marx lo describió como capital variable, a diferencia del capital constante: el capital que se invierte en el trabajo puede conducir a la creación de más capital, más riqueza, plusvalía — mientras el capital constante se refiere a la maquinaria, la materia prima y otras cosas que son meramente “insumos” (meramente “instrumentos” de la producción) que no aumentan el valor del producto en el proceso de la producción; meramente le transmiten el valor que ya tienen al nuevo producto.
Junto con esto, es importante entender que, contrariamente a las nociones prevalecientes de la economía burguesa, no se “agrega” el valor en la esfera comercial, por medio de la venta del producto; más bien, lo que pasa por medio de tales transacciones comerciales es la realización del valor que ya se ha creado mediante la aplicación del capital variable, es decir, la explotación del trabajo asalariado, en el proceso de la producción.
Así que esta fuerza de trabajo como capital variable en su aplicación en la producción no es simplemente otro “costo de producción”, otro “insumo”; y la fuente del “crecimiento económico” no son los dueños de dichos “insumos” (los capitalistas) y su “innovación”, o su “don empresarial”, sino que, una vez más, se trata de la explotación de aquellos cuyo trabajo crea la “riqueza ajena” de la que habla Marx, y los que están enfrentados, en sus palabras, por la riqueza que han creado como “riqueza ajena” — están enfrentados por lo que su propio poder productivo ha producido como el “poder productivo del producto”, el cual ellos de hecho han creado por medio de su trabajo.
Esto es otra manera de decir —otro punto muy importante que Marx sacó a la luz— que bajo el capitalismo, el trabajo muerto domina al trabajo vivo. ¿A qué se refiere esto? ¡No quiere decir que al entrar en una fábrica, uno va a encontrar gente muerta ahí! Claro que nadie espontáneamente piensa de ello de esta manera hoy en una sociedad como la estadounidense, y los economistas políticos burgueses por lo general no hablan con estos términos, pero la propia frase “trabajo muerto” señala una comprensión correcta de las cosas, porque ¿qué es cualquier objeto particular que es un producto de la producción si no el producto del trabajo? Sí, las materias primas están incorporadas en ella — pero ¿de dónde provienen las materias primas? Son también un producto del trabajo. En “Sobre la posibilidad de la revolución”20 (un documento muy importante del Partido Comunista Revolucionario), se señala que las cosas tales como las tierras y las materias primas, por decirlo así, son “cosas provenientes de la naturaleza”. Están presentes independientemente de que haya personas o no. Pero para que formen parte del proceso de la producción, las personas tienen que trabajarlas. Por ejemplo, hay que sacar de las minas el oro, la plata u otros minerales. Hay que trabajar las tierras. Tienen que llegar a ser parte del sistema de producción. Bajo el capitalismo esto se hace, en su inmensa mayoría —no digo por completo sino en su inmensa mayoría— por medio del trabajo asalariado. Así que lo que hay, lo que se ve en las materias primas, por ejemplo, es el trabajo muerto —el trabajo que ya se ha incorporado en el proceso— no se ve que el trabajo se esté haciendo ahí mismo en ese momento porque ya se ha hecho. Los capitalistas y los economistas políticos burgueses consideran que eso es un mero instrumento de la producción. Pero, tal como enfatiza Marx, lo que esto encierra en realidad es la materialización del trabajo en el proceso de hacer estas cosas: minar las materias primas, o trabajar con esas materias primas para fabricar una máquina la cual a su vez se utiliza para fabricar otra máquina, la cual a su vez se utiliza para hacer un producto acabado para vender como producto de consumo.
Así que cuando decimos que bajo el capitalismo, “el trabajo muerto domina al trabajo vivo”, esto quiere decir que, cuando los trabajadores asalariados entran en el proceso de la producción, en esencia reciben un tratamiento como apéndices de la máquina, y los domina esa máquina — la cual en sí es el producto del trabajo previo. Todos los que hayan experimentado una aceleración del trabajo en una fábrica, por ejemplo, saben lo que eso significa. (O se puede ver el famoso episodio de Yo amo a Lucy, en el que los personajes de Lucy y su amiga Ethel trabajan en una línea de montaje y no pueden mantenerse al ritmo de la línea. Pues, las está dominando el trabajo muerto, la maquinaria). Esto es lo que pasa bajo el capitalismo: la clase de personas que creó esta maquinaria es a su vez dominada por ésta, lo cual es una expresión esencial de su condición de explotados.
La generalización de las relaciones de mercancías bajo el capitalismo, y la particularidad crucial de la fuerza de trabajo como una mercancía —un tipo particular de mercancía que, a diferencia de los otros elementos de la producción, puede crear más valor cuando se emplee en el proceso de la producción (el capital variable, a diferencia del capital constante)— es el rasgo que distingue al capitalismo como una relación social. Y de la mano con la generalización de la producción e intercambio de mercancías y la particularidad del trabajo como mercancía, se expresa la contradicción fundamental del capitalismo, la contradicción fundamental entre la producción socializada (a diferencia de la producción individualizada) en la que enormes cantidades de trabajadores están organizados en sistemas de trabajo, a menudo con miles de ellos bajo un solo techo, pero como parte de un proceso general con la participación de millones y en última instancia miles de millones de personas —es decir, hacen el trabajo las personas que los dueños de los medios de producción empleen como trabajadores asalariados, y no lo hacen dichos dueños—, se hace esa producción socializada, y no obstante, al mismo tiempo se hace la apropiación privada en las manos, no sólo de unos capitalistas individuales, sino muy específicamente hoy día, de grandes agregados de capital en la forma de corporaciones y otras asociaciones similares de capital. A diferencia de la apropiación social en la cual la riqueza pertenece a la sociedad en su conjunto, la riqueza va en la forma de agregados a asociaciones específicas de capital — a veces a unos individuos, pero predominantemente en el mundo de hoy, a las corporaciones y otras asociaciones de capital que con frecuencia controlan miles de millones de dólares de capital, no solo en un país, sino a nivel internacional. Eso es a lo que se refiere con la apropiación privada — no se refiere a la apropiación por la sociedad en su conjunto, sino a la apropiación por los capitalistas que se compiten entre sí. Y esa frase, “que se compiten entre sí”, es muy importante porque esta apropiación privada implica que habrá competencia entre los diferentes grupos de capitalistas que se apropian de forma privada la riqueza producida socialmente.
Y esto, ¿a qué lleva? A la anarquía — a la anarquía en la producción, y a la anarquía en el sistema capitalista en su conjunto. Engels, en Anti-Dühring, analiza el movimiento de la contradicción fundamental del capitalismo entre la producción socializada y la apropiación privada. Señala que el desenvolvimiento de esta contradicción asume dos formas distintas de movimiento que entran en el proceso dinámico del movimiento de esta contradicción fundamental. Esas dos formas de movimiento son, por un lado, la contradicción entre la burguesía y el proletariado al que ésta explota, y la otra forma de movimiento que Engels identificó, importantemente, es la contradicción entre la organización y la anarquía, la organización de la producción al nivel de, digamos, una empresa —la cual puede estar altamente organizada y con un proceso íntegro de muchos cálculos, estimaciones de mercado y demás cosas, y puede estar muy estrechamente organizada por lo que se refiere a la realización del proceso concreto de la producción al nivel de una corporación capitalista específica, etc.— mientras que, al mismo tiempo, esto está en contradicción con la anarquía de la producción e intercambio en la sociedad en su conjunto (o hoy en el mundo en su conjunto, hoy más que nunca en el mundo en su conjunto). Así que existen estas dos formas de movimiento — y volveré a un aspecto crucial que distingue al nuevo comunismo: la importancia de identificar a la segunda forma de movimiento de esta contradicción fundamental, o sea, la contradicción entre la anarquía y la organización, o la fuerza impulsora de la anarquía, como ante todo la forma principal y más esencial del movimiento de la contradicción fundamental del capitalismo.
En todo esto, Marx hizo lo que todos los economistas políticos burgueses y todos los exponentes burgueses de la teoría política y social no han hecho —o lo que se han negado a hacer— al menos no de un modo esencial y coherente: situar el capitalismo y sus relaciones esenciales de producción en un contexto histórico más amplio, para descubrir que este no es, de hecho, el punto final y la máxima expresión del desarrollo social humano —“la forma general, eterna... las relaciones absoluta (no históricamente) necesarias, naturales y racionales”— sino que es solamente una forma particular, históricamente condicionada y temporal de tales relaciones, a las cuales podrían y deberían suplantar unas relaciones sociales y económicas socialistas y en última instancia comunistas (y las instituciones e ideas correspondientes) las que encarnan la abolición de todas las relaciones de explotación y opresión.
Ahora bien, es cierto que no se han cumplido algunas de las predicciones de Marx y Engels surgidas de sus observaciones de las tendencias en la sociedad capitalista de su época, en particular de que la sociedad capitalista continuaría dividiéndose cada vez más en dos clases antagónicas —la burguesía (los explotadores capitalistas) y las masas de proletarios explotados— con el encogimiento de la clase media, en particular con el continuo desarrollo del capitalismo y su transformación en un sistema de explotación internacional, el imperialismo capitalista, que abarca el saqueo colonial del tercer mundo y la superexplotación de inmensas masas de personas allá, en una red global de maquiladoras. Los críticos burgueses al marxismo (tales como, una vez más, Karl Popper) han aprovechado la diferencia entre las predicciones de Marx (y Engels) sobre la polarización en la sociedad capitalista y lo que de hecho ha ocurrido ahí, y el desarrollo del imperialismo capitalista, para intentar desacreditar al marxismo y su argumento de ser científicamente válido. Pero tales “críticos” desconocen, o buscan descartar, el análisis científico que Engels inició hacia el fin de su vida (hacia finales del siglo 19) y que Lenin siguió desarrollando, de la forma en que la depredación colonial por el imperialismo capitalista ha surtido el botín y saqueo que en una gran medida, conforma la base económica material para el aburguesamiento de un sector de la clase trabajadora y para el crecimiento de la clase media en los “países base” del imperialismo, entre ellos países tales como Inglaterra y luego Estados Unidos como la potencia líder colonial (o neocolonial), con un inmenso imperio de explotación.
Así que, si bien algunas tendencias definidas que Marx observó en la sociedad capitalista se han mitigado, o incluso se han dado marcha atrás en cierta medida, en los países capitalista-imperialistas, y aunque la clase media también ha crecido en muchos países del tercer mundo en las últimas décadas, el empobrecimiento masivo en esos países sigue siendo un fenómeno importante, y la polarización básica identificada por Marx —“La acumulación de riqueza en un polo es al propio tiempo, pues, acumulación de miseria, tormentos de trabajo, esclavitud, ignorancia, embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto”21— claramente todavía es aplicable, pero hoy muy esencialmente a escala mundial. Y, de importancia fundamental, el método y enfoque científico que caracteriza el profundo descubrimiento que Marx hizo en el análisis de la sociedad humana y su desarrollo histórico no sólo sigue siendo válido en un sentido general sino que sienta la base para analizar y sintetizar, científicamente, los cambios que han ocurrido desde la época de Marx, inclusive los cambios que Marx quizás no hubiera anticipado.
Tal como Mao lo expresó tan penetrantemente, los marxistas no son adivinos. El marxismo es una ciencia, la cual hay que aplicar continuamente, de forma viva, a la realidad que está en proceso de movimiento y transformación continua, el reconocimiento del cual es uno de los elementos fundamentales del materialismo dialéctico marxista.
Marx (en una carta a Joseph Weydemeyer, en 1852) sacó este importante balance conciso. Dijo:
En cuanto a mí, no me cabe el mérito de haber descubierto ni la existencia de las clases en la sociedad moderna ni su lucha entre sí. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto el desarrollo histórico de esta lucha de las clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de éstas. Lo nuevo que yo he aportado ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado; 3) que esta dictadura no constituye de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases. [cursivas en el original]
Muchas personas dicen: “Ah, con Marx todo tiene que ver con la lucha de clases. Él creía que había hecho gran cosa al descubrir que las clases existen y las clases luchan entre sí”. Y no obstante, en 1852 Marx va explicando que eso no era la esencia, o la importancia, de lo que era lo nuevo en lo que hizo — fue mucho más allá de meramente hablar de la existencia de las clases y la lucha de clases.
En cuanto a la palabra “necesariamente”: tengo que decir que no me queda totalmente en claro precisamente lo que Marx quería decir con “necesariamente” en este contexto, pero la relación —y en particular la diferencia— entre la “necesidad” y la “inevitabilidad” es una cuestión muy importante. Hablaré de esto en adelante al hablar más directamente del nuevo comunismo, pero por el momento, déjenme citar esta declaración muy importante de la polémica “Ajith — Un retrato del residuo del pasado”:
La inevitabilidad significa que algo “no puede ser evitado”. Indica que hay una trayectoria fija para el desarrollo sin ningún otro resultado posible. La necesidad es distinta; la necesidad determina, estructura y limita los potenciales y los caminos pero no siempre produce un solo resultado. El concepto de necesidad abarca leyes causales, existen relaciones de “causa y efecto”, pero no es lineal ni predeterminado, sino un proceso dinámico22. [énfasis en el original. Esta cita es de la Séptima parte, “La revolución comunista es necesaria y posible, pero no inevitable… Tenemos que hacerla conscientemente”, y específicamente de la sección “Marx y Avakian acerca de la ‘coherencia’ en la historia humana”.]
De nuevo, diré más sobre esto en adelante, pero ahora veamos la cuestión de la dictadura —y la democracia—, porque Marx dice que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado. Para comenzar, la democracia bajo el capitalismo es una forma de dictadura, la dictadura de la clase capitalista (la burguesía): es una democracia bajo las condiciones del capitalismo y la dominación de la vida política, social y económica y de la esfera de la cultura y las ideas, por la clase dominante capitalista. Esto expresa la esencia de lo que es una dictadura. No se trata de un individuo que golpea la mesa con el puño diciendo, “¡Ustedes tienen que hacer lo que yo digo!” La dictadura es la dictadura de una clase, la dictadura al servicio de los intereses de una clase y al servicio de un sistema específico del cual esa clase es la expresión esencial y concentrada. La esencia de la dictadura —de cualquier forma de dictadura, de la clase que sea— es el monopolio del poder político y la exclusión de otros de cualquier ejercicio real de ese poder político. Y esto, a su vez, se concentra como el monopolio no sólo de la fuerza armada y la violencia en general, sino de lo que se considera la “legítima” fuerza armada y la violencia. Así que, cuando el ejército va a la guerra, eso es la extensión de esa dictadura, y de su “legitima” fuerza armada y violencia, a nivel internacional. Alguien entra a una tienda y roba algo — eso es la ilegítima fuerza y violencia. Un policía mata a tiros a una persona negra en la calle — la clase dominante quiere declarar que eso es legítima fuerza armada y violencia y trata de rendir ese veredicto cuandoquiera y dondequiera que pueda, pero cuando alguien se defiende de eso, eso es “ilegítima” fuerza y violencia. Todo esto no refleja algunas categorías abstractas de cosas legítimas e ilegítimas, las que de alguna manera han caído del cielo (o que existen eternamente), sino que refleja relaciones sociales reales, y fundamentalmente relaciones de producción, y el correspondiente sistema de gobierno, o sea, la dictadura de la clase capitalista.
De nuevo, la dictadura es en última instancia y fundamentalmente una dictadura de clase por los intereses de un sistema del cual esa clase es una expresión, y no una dictadura de un individuo o simplemente de un grupo pequeño que gobierna meramente al imponer su voluntad, independientemente y aparte de las relaciones sociales y de producción subyacentes reales.
Aquí veamos otro componente importante del entendimiento científico marxista: la relación entre la base económica de la sociedad y la superestructura política e ideológica (las estructuras e instituciones políticas y la cultura e ideas dominantes). En última instancia —no en el sentido mecánico de que es posible reducirlo todo a esto, sino en última instancia y fundamentalmente—, la superestructura de la sociedad tiene que corresponder a las relaciones de producción subyacentes. La base económica de la sociedad, el “modo de producción” —la forma en que la sociedad realmente lleva a cabo la producción y la reproducción de los requisitos materiales para la vida y hace que la gente pueda reproducirse— establece los términos para lo que serán las instituciones y procesos políticos y para lo que serán las ideas y cultura prevalecientes. Y he señalado, por ejemplo en Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte23, que si la superestructura de alguna manera importante o durante un período de tiempo dado está en desequilibrio, está en conflicto de alguna manera esencial, con la base económica, la sociedad se parará en seco. Es muy importante entender esto, guarda una relación estrecha con la manera en que funciona una sociedad, por ejemplo, qué papel desempeñan las elecciones en una sociedad donde hay elecciones. Todo el proceso en que la sociedad condiciona a la gente en esta sociedad, mediante el mero funcionamiento de la sociedad, así como la superestructura política e ideológica prevaleciente, de hecho condiciona, en un sentido fundamental, la manera en que la gente responde políticamente, y cuáles ideas prevalecen en su propio modo de pensar. Hay una interconexión entre estas dos cosas; las ideas y la cultura de una sociedad y las instituciones y procesos políticos tienen cierta “vida propia”, pero también están entretejidos estrechamente con las relaciones sociales y de producción y, en última instancia, se determinan por dichas relaciones.
Una vez más, si de alguna manera esencial y por cualquier período de tiempo la superestructura está en desequilibrio con las relaciones subyacentes de producción, eso hará que la sociedad se pare en seco, y luego algunas fuerzas se intervendrán para intentar restaurar el “orden” con unos u otros medios, incluso con los medios más extremos. Imagínese, por ejemplo, que un partido político fuera elegido en una sociedad capitalista y dijera, “Vamos a transformar paso a paso la contradicción fundamental entre la producción socializada y la apropiación privada apoderándose progresivamente de todas las empresas capitalistas y convirtiéndolas en propiedad de la sociedad en su conjunto por conducto del estado”, y comenzaran a implementar eso. Aunque de inmediato no se diera una revuelta política y militar por parte de la clase capitalista y sus representantes armados, cundiría el caos en la sociedad, porque la base subyacente estaría operando de cierta manera, y además se harían estas maniobras políticas para tratar de cambiar esto, por partes, pero no se daría sobre la base de tomar el poder a la burguesía y no contaría con un plan general para realmente transformar la base económica así como las relaciones sociales. Si, al contrario, el gobierno (o unas partes de él) estuviera en las manos de algunas personas que se esforzaban por llevar a cabo tal transformación, o algunos aspectos de ella, por partes, y sin destrozar el poder estatal de la clase capitalista — las fuerzas burguesas de inmediato no sólo lo contrarrestarían de forma política, y de forma militar, sino que en todo caso eso haría de todo un caos, porque la sociedad sería “en parte así y en parte asá”, sería aún más anárquica que el “funcionamiento normal” de una sociedad capitalista.
Hace poco salió la serie televisiva Ocupado, ambientada con un gobierno en Noruega que decide eliminar la producción del petróleo y gas natural — y rápidamente el país se encontró ocupado por Rusia en contubernio con la Unión Europea. Este gobierno noruego no pudo mantener su decisión de suspender la producción de estos combustibles fósiles —o mantener su soberanía— porque estos otros países capitalista-imperialistas no podían funcionar sin el petróleo y gas natural que Noruega había estado produciendo, así que maniobraron para obligar a Noruega a reanudar esta producción. Si bien la serie está en el ambiente de la ficción, y tiene una buena dosis de fantasía (al visualizar a una Noruega capitalista cuya economía pudiera funcionar sin petróleo y gas natural), esto sí ilustra las maneras en que una decisión política, incluso del gobierno de un país capitalista pequeño, la cual está en conflicto con las dinámicas básicas del sistema capitalista-imperialista mundial —en el cual las economías de los diferentes países capitalista-imperialistas, así como los países a los que dominan en el tercer mundo, están estrechamente interconectadas e interdependientes— conduciría a una situación caótica y a la intervención de los estados imperialistas más poderosos para forzar a este país a volver a las dinámicas y marco establecidos.
Esto también ilustra que no es posible hacer esto por partes — no es posible transformar la sociedad sin tomar el poder en la superestructura, sin derrotar y desmantelar las instituciones que refuerzan violentamente la dictadura de la clase capitalista y sin establecer las nuevas instituciones revolucionarias que proporcionarán los medios para transformar la base económica cabalmente, comenzando con la expropiación de los grandes capitalistas y la socialización de los grandes medios de producción, y sin defender la revolución en contra de los esfuerzos de las fuerzas extranjeras y/o “internas”, de hacer que esta revolución dé marcha atrás. Y al tratar de hacer esto a medias o por partes, se va a crear un lío y crear caos, y en tal caso otras fuerzas intervendrán para “corregir las cosas” sobre una base capitalista.
Como otra ilustración de la manera en que la superestructura política e ideológica tiene que estar en conformidad fundamental con la base económica subyacente, he hecho uso del ejemplo del “derecho de comer” — un derecho que no existe, y en realidad no puede existir, bajo el capitalismo (un derecho que, aunque fuera proclamado y consagrado por ley, en realidad no se podría ejercer en tal sociedad). Extendamos esto más allá del simple derecho de comer, a incluir todas las necesidades básicas de la vida: Imagínese que el sistema político y las leyes decretaran que la gente simplemente pudiera llevarse sin pagar lo que necesitaba como necesidades básicas de la vida. Si se hiciera esto, en el caso en que la economía aún funcionara según los principios y las dinámicas del capitalismo, en que las cosas se producen como mercancías por las cuales hay que cambiar otras mercancías (y en particular el dinero, en alguna forma) (en una palabra, hay que comprar cosas), pues obviamente la economía se colapsaría muy rápidamente. Esto es tan obvio que mucha gente inmediatamente objetaría diciendo que “claro” que no se podría hacer esto, y es ridículo sugerir tal cosa. Pero tal respuesta es en sí fundamentalmente un reflejo de estar tan condicionado a actuar y a pensar dentro de los límites de las relaciones capitalistas de mercancías que es difícil concebir una sociedad radicalmente diferente, un mundo comunista, en el que de hecho se podría distribuir y se distribuirá las cosas a la gente según sus necesidades — y la producción e intercambio de mercancías (y, con ello, el dinero como el equivalente universal de las mercancías) se habría suplantado y eliminado, y el lema comunista “de cada quien según sus capacidades, a cada quien según sus necesidades” sería el principio operativo.
(En cuanto al argumento, que quizá se exponga, de que no se trata de unos individuos que están esforzándose por satisfacer sus necesidades básicas con solo llevarse cosas, sino que se trata de que el gobierno se ocupa de estas necesidades básicas: En “‘Convertirse previamente en capital’... y poner fin al capitalismo” —en particular las secciones “El gobierno no puede ‘eliminar por reglamentación’ la dinámica fundamental del capitalismo” y “Por qué ‘la vida no es justa’, bajo el capitalismo… Por qué el mundo está así cómo está, y cómo podría ser radicalmente diferente”—, analizo por qué, aunque existiera un gobierno que, bajo este sistema, pretendiera utilizar los ingresos del gobierno para otorgar el “derecho de comer”, o más ampliamente para satisfacer los requisitos básicos de la vida para las masas de personas, las relaciones y dinámicas fundamentales del capitalismo, no solo en un país específico sino a escala mundial, limitarían, socavarían y en última instancia desharían cualquier iniciativa semejante).
O, piense en lo que sucedería si en realidad se pretendiera elegir a un partido que dijera, “Vamos a abolir la supremacía blanca”. Veamos lo que ya ha pasado en Estados Unidos, por ejemplo. Las concesiones menores a la lucha contra la supremacía blanca y la supremacía masculina han constituido un factor importante en engendrar una forma fascista de gobierno, la elección de un fascista por medio del sistema del Colegio Electoral —elegido al cargo más alto—, y en que el Partido Republicano, que en este momento es en esencia un partido fascista, domina las estructuras gubernamentales: todo esto que en gran parte responde a las concesiones meramente menores en algunas de estas esferas de las relaciones sexuales y de género y de la supremacía blanca. Así que se puede ver lo que sucedería si la superestructura en realidad estuviera en radical desequilibrio con las relaciones subyacentes sociales y de producción: habría caos, y eso daría un impulso a las fuerzas cuya misión es la restauración del orden, de una naturaleza fascista, tal como ya ha sucedido en Estados Unidos hoy.
Lo que señala todo esto es que la democracia no es alguna gran idea que ha existido en el etos y en la cabeza de los hombres grandes desde los griegos de la antigüedad hasta la sociedad estadounidense de hoy día, con algunas interrupciones desafortunadas, sociedades feudales y esclavistas, por el camino. En realidad, ¿la democracia es parte de qué? De la superestructura. Es parte de lo que en última instancia tiene sus raíces en la base económica de la sociedad y se determina por ella. Y la forma específica de la democracia en cualquier sociedad determinada se condiciona por lo que es el carácter de las relaciones subyacentes de producción y las relaciones sociales correspondientes. Así que, de existir una base económica capitalista, va a haber una forma capitalista de democracia. En otras palabras, va a haber una democracia burguesa. Va a haber una democracia según los términos del sistema capitalista, que corresponde a los intereses de la clase capitalista que domina en ese sistema de relaciones sociales y de producción.
La democracia burguesa —la que en realidad es la forma democrática de la dictadura burguesa— es, en “tiempos normales”, la forma de gobierno que quizá sea más idónea para la sociedad capitalista porque permite que la clase dominante capitalista mantenga la ilusión en la población de que es la fuerza gobernante en la sociedad cuando, de hecho, es la burguesía la que domina y gobierna sobre la población. Así que corresponde a los intereses de la clase capitalista, en “tiempos más normales”, mantener esta forma de gobierno, y permitir que la gente vote para determinar cuál grupo de capitalistas administrará el dominio de la clase capitalista sobre las masas de personas y mantendrá y servirá a los intereses del sistema capitalista subyacente no solo en el país, sino también a nivel internacional, incluso por medio de guerras.
Pero, como he señalado en relación a la necesidad de expulsar al régimen de Trump y Pence por medio de la movilización no violenta pero sostenida de las masas: en el contexto de las contradicciones agudas y profundas que se expresan de maneras que desgarran el propio tejido y profundizan las grietas en los cimientos de la sociedad, al mismo tiempo que la clase capitalista dominante se enfrenta a desafíos serios a nivel internacional, el fascismo es una resolución posible de esta situación, según los términos de este sistema y su clase dominante, aunque esto sea un horror para la humanidad. El fascismo es una dictadura abierta y flagrante ejercida por la clase capitalista, que pisotea y elimina las “normas” del gobierno democrático-burgués, como el estado de derecho y los derechos civiles y legales formales, y en general implica la paralización y/o el aplastamiento de las fuerzas más “tradicionales” de la clase dominante por el sector fascista ascendente de la clase dominante. (Esto se puede constatar por la experiencia de la Italia fascista y de la Alemania nazi después de la Primera Guerra Mundial; y en tiempos más recientes, el régimen de Trump y Pence en Estados Unidos y los regímenes y fuerzas similares en Europa son ejemplos llamativos del fascismo que gobierna o del auge del fascismo).
El primer paso o salto necesario crucial para dejar todo esto atrás es el derrocamiento de la dictadura burguesa (de la forma que sea) y su reemplazo, en país tras país, por la dictadura del proletariado — cuyo objetivo fundamental es la realización del comunismo, en todo el mundo, con la abolición de todas las relaciones de explotación y opresión y de los antagonismos sociales correspondientes. En lo fundamental, esta dictadura proletaria es el contrario de la dictadura burguesa: es una democracia para las amplias masas de personas en el contexto de un sistema socialista, el cual en el ámbito de la economía, la política, las relaciones sociales y las ideas, está impulsando la transformación de la sociedad hacia el objetivo del comunismo.
Como Marx dijo, de una forma muy concentrada, en Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1851 (en una formulación que ha llegado a conocerse como las “4 Todas”), esta dictadura del proletariado es la necesaria transición a la abolición de todas las diferencias de clases; la abolición de todas las relaciones de producción en que descansan esas diferencias de clases; la abolición de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción; y la revolucionarización de todas las ideas que brotan de esas relaciones sociales. Y si se le da “un sentido contrario” a esta formulación de las “4 Todas” para insistir en mantener las relaciones capitalistas sociales y de producción, las ideas y la cultura, y las diferencias de clase prevalecientes, seguramente quedaría muy en claro por qué no pueden existir una base y una superestructura que están en total desequilibrio entre sí, porque una vez más las relaciones sociales y de producción van a dictar cierta manera en que hay que manejar la sociedad, y en lo fundamental esto dicta la forma en que la gente responderá a los acontecimientos en la sociedad. Siempre que este sistema esté en el poder y en marcha, aunque las personas se inclinaran hacia un programa más radical que condujera a la abolición de las relaciones explotadoras y opresivas de este sistema, el funcionamiento del sistema en sí va a hacer que abandonen eso, las va a alejar de eso, y los representantes de la clase dominante les van a presentar eso de una manera concentrada, diciendo: “Ustedes no pueden hacer eso bajo este sistema. Si hacen eso, van a causar un caos. Si hacen eso, no van a tener trabajo. Y si tomamos medidas para abolir completamente la supremacía masculina y la supremacía blanca, eso va a crear caos en la sociedad y simplemente nos va a tocar el fascismo. Así que más vale votar por el Partido Demócrata y mantener las cosas tales como están”.
Se puede ver la forma en que todo esto está articulado —estas “4 Todas”— las diferencias de clase, las relaciones de producción en que descansan, las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción y las ideas que corresponden a esas relaciones sociales y de producción. Todo está articulado, y habrá lo uno o lo otro: o hay avance hacia la abolición de todo eso —el primer gran salto de lo que es, una vez más, la toma del poder a la clase capitalista y la abolición de la dictadura burguesa — o que la influencia y la operación de las “4 Todas” bajo el sistema actual (las imperantes relaciones sociales y de producción, diferencias de clase e ideas) constantemente harán que la gente abandonen eso y vuelvan hacia el reforzamiento del sistema existente. Así que cuando la gente va a las urnas, lo más realista que hay que hacer, bajo este sistema, será de votar por las cosas que refuerzan el sistema. Si no, habrá un caos del cual sufrirá la gente y habrá muchos políticos burgueses que muy rápidamente les señalarán esto. Por eso, tiene que haber un derrocamiento total de este sistema, lo que luego hará que sea posible la transición y la lucha para transformar esas “4 Todas”.
El avance histórico hecho por Marx es la base sobre la cual ha continuado el desarrollo del comunismo científico, como la teoría que guía la lucha viva para realizar las “4 Todas” y hacer avanzar la sociedad humana a una era completamente nueva — no a una utopía caracterizada por la ausencia de contradicciones, sino una sociedad, un mundo de seres humanos liberados de los antagonismos sociales y del predominio de las ideas correspondientes y de la forma en que todo esto ha trabado y viciado la existencia social humana y la interacción humana con el resto de la naturaleza. Sobre esta base científica y con este entendimiento científico, Marx es famoso por haber dicho: el proletariado solo puede emanciparse a sí mismo emancipando a toda la humanidad.
Aquí quiero referirme a lo que he hecho que es nuevo, de tomar de base a Marx y toda la primera etapa de la revolución comunista y la sociedad socialista pero de ir más allá de esto en unos aspectos importantes.
En Bob Avakian (BA) — La Biografía Oficial, se señala que la nueva síntesis del comunismo (a la cual también se llama el nuevo comunismo) “continúa y además, representa un salto cualitativo más allá y en ciertos sentidos importantes, una ruptura con la teoría comunista tal como se había desarrollado previamente”24. Y esta biografía oficial cita la primera de las Seis Resoluciones del Comité Central del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos sobre este punto crucial, de que la nueva síntesis:
“representa y encarna una resolución cualitativa de una contradicción crítica que ha existido en el comunismo y en su desarrollo hasta este momento, entre su método y enfoque fundamentalmente científicos, y los aspectos del comunismo que han ido en contra de eso”25 [énfasis en el original]
Hace muchos años ya, en ¿Conquistar el mundo? a comienzos de los años 1980, y en otras obras desde ese entonces26, he investigado extensamente la historia del movimiento comunista y de la sociedad socialista, desde los tiempos de Marx (y Engels), y he señalado que Marx y Engels eran muy pioneros, de muchas maneras y en un sentido fundamental, a la vez que también, no es de sorprenderse, eran limitados e incluso en ciertos sentidos ingenuos, respecto a ciertos aspectos secundarios aunque importantes — lo que, si se piensa en eso, es cierto para todos los enfoques y métodos científicos, en contraposición a los enfoques metafísicos, tales como la religión. Y, hablando de enfoques metafísicos y religiosos, en el momento en que ¿Conquistar el mundo? salió, algunas personas en el movimiento comunista internacional dijeron que este ensayo presentaba el comunismo como una bandera andrajosa; e incluso se manifestaba la actitud de que de alguna manera estaba prohibido hablar no sólo de los errores que se cometieron sino también de los problemas que se manifestaron en algunos de los conceptos y enfoques de los líderes auténticamente grandes del movimiento comunista, entre ellos sus fundadores, Marx y Engels — en esencia se decía que hacer eso era un sacrilegio. Pues, este tipo de actitud y enfoque va completamente en contra de Marx y Engels, y les habrá producido asco, para empezar. En todo caso, ya se dio la primera ola de la revolución comunista, que condujo a la experiencia del socialismo en la Unión Soviética (de 1917 a mediados de los 1950) y luego en China (de 1949 a 1976) la cual se revocó con el ascenso al poder de las fuerzas burguesas y la restauración del capitalismo, primero en la Unión Soviética y luego en China después de la muerte de Mao en 1976. Hay que sacar profundas lecciones de la primera ola de la revolución comunista y la sociedad socialista, pero hay que sacar esas lecciones sobre la base de una orientación, método y enfoque crítico y científico, en contraposición a una base religiosa. Eso es lo que empecé a hacer en ¿Conquistar el mundo? y he seguido haciéndolo en varias obras desde ese entonces. Y esto ha sido un importante componente e ímpetu en el desarrollo del nuevo comunismo.
La expresión concentrada de una buena parte de lo que es nuevo en el nuevo comunismo se encuentra en La nueva síntesis del comunismo: Orientación, método y enfoque fundamentales, y elementos centrales — Un esbozo. A continuación hablaré de algunos de los elementos esenciales de esto, haciendo uso del título del libro EL NUEVO COMUNISMO —de su título completo, EL NUEVO COMUNISMO, La ciencia, la estrategia, la dirección para una revolución real y una sociedad radicalmente nueva en el camino a la verdadera emancipación— como marco y guía básica al hacerlo.
Una vez más, el comunismo no solo no es una religión, tampoco es una filosofía o una ideología en el sentido equivocado (o sea, subjetivo, no científico), algo que está desvinculado y en última instancia en oposición a un método y enfoque científico. Es un método y enfoque fundamental y esencialmente científico para analizar y sintetizar el desarrollo social humano y sus perspectivas. Pero en el comunismo se han desarrollado algunas tendencias no científicas, las cuales en una medida importante han ido en contra de su base fundamentalmente científica. El populismo y la epistemología populista: lo que piensan las personas —o la mayoría de las personas o un grupo social específico al cual se le ha dotado de una habilidad especial de adivinar la verdad (y en este caso empleo a propósito la palabra “adivinar”)— lo que las personas piensan, en un momento dado, es la verdad, o el equivalente funcional de la verdad. Esa noción general del populismo y de la epistemología populista a un grado importante se ha logrado entrar, y de algunas maneras importantes ha viciado, al movimiento comunista y su necesidad de ser científico. De la mano con eso se ha adulado y seguido a la cola de la espontaneidad de las masas, y del concepto de la “línea de masas” —de recoger las ideas de las masas y resumirlas para luego llevarlas a las masas en la forma de línea y política— lo que fue algo que formuló Mao pero, tal como he señalado anteriormente, en realidad eso no era la orientación que Mao asumía en un sentido básico para desarrollar líneas, políticas y estrategias, y para determinar cuáles eran las contradicciones esenciales en que habría que centrarse en un momento dado, para hacer avanzar la lucha revolucionaria. Eso lo hizo Mao principalmente sobre una base científica, y no al recoger las ideas de las masas y resumirlas para luego llevarlas a las masas.
A esto lo ha acompañado la reificación, o sea, tomar el fenómeno general del proletariado (y de otros grupos oprimidos) y reducirlo a la manera en que supuestamente está ubicado en los proletarios como individuos o en los individuos de otros grupos oprimidos, como si, una vez más, tuvieran (en las palabras de nuestros tiempos) un conocimiento especial de la verdad, de que hay algo inherente a este o aquel grupo oprimido que capacita a la gente de ese grupo para espontáneamente llegar a tener la verdad, o al menos a una “narrativa” que constituye un sustituto aceptable para la verdad. Esto va de la mano con otra noción muy equivocada y perjudicial, que ha tenido aceptación en el movimiento comunista, de que la verdad tiene un carácter de clase — de que existe una verdad burguesa y existe una verdad proletaria. Esto incluso se logró expresar en las directivas que guiaron la Revolución Cultural de China y fue en contra de su carácter arrolladoramente positivo como una lucha revolucionaria de masas que contaba con una dirección sobre una base comunista. Y también está el concepto de la “verdad política”, la cual va de la mano con la noción de que la verdad tiene un carácter de clase; la “verdad política” es una forma de la “verdad conveniente”, la idea de que la verdad es lo que se considera que sea bueno para los percibidos intereses y objetivos de los comunistas, o de ciertos comunistas, en un momento dado — sin importar que en realidad sea verdad o no. Y a veces esto se ha manifestado en la forma de una “realpolitik” muy burda (de la cual hablaré en adelante).
En relación a la nueva síntesis —el nuevo comunismo, y el desarrollo continuo del comunismo por medio de éste— es importante centrarnos en la epistemología, en la teoría del conocimiento. La cuestión de qué es la teoría de conocimiento de uno y en cuál enfoque uno se basa para determinar la verdad —o si uno siquiera cree que existe la verdad como tal— obviamente ocupa un punto esencial y central para poder tener un enfoque científico de las cosas, o no. Esta declaración mía, que se encuentra en Observations on Art and Culture, Science and Philosophy, concentra mucho, incluidas las líneas divisorias fundamentales en la epistemología y el enfoque general de la realidad y su transformación radical: “Todo lo que es realmente verdad es bueno para el proletariado; toda verdad nos ayuda a llegar al comunismo”27.
Algunas personas han reaccionado a esto diciendo: “¿Por qué tanta alharaca? Fulano de tal dice que hay que ir en busca de la verdad — todos hacen eso”. Un oportunista dijo: Si uno entra a un campus universitario y dice, “Vamos a ir en busca de la verdad, creemos que todos deban ir en busca de la verdad”, ¿usted cree que en realidad hay que hacer tanta alharaca sobre eso? Bueno, en primer lugar, sí. Tal como señalamos al responder a este oportunista, en las universidades hoy día la idea de perseguir la verdad objetiva no es precisamente la que cuenta con mucha aceptación. Hay todo tipo de ideas que se le oponen, todo tipo de nociones relativistas al servicio de la política de identidad y así sucesivamente — los argumentos de que existen distintas narrativas y distintas “verdades”, que no existe ninguna verdad objetiva, e incluso la idea de que no debe existir la verdad objetiva como tal. Así que, sí, primero que todo, esto sí sería un punto de aguda controversia en la mayoría de las universidades hoy día.
Pero, más allá de eso, por importante que sea insistir en que debamos buscar la verdad de forma sistemática con medios científicos —esforzarnos por entender correctamente la realidad material tal como de hecho existe, y tal como está en movimiento y está cambiando— eso no es todo y ni siquiera es la esencia de lo que se concentra en esta declaración mía. Veamos de nuevo lo que dice: “Todo lo que es realmente verdad es bueno para el proletariado; toda verdad nos ayuda a llegar al comunismo”. Ahí se señala un objetivo definido. Esta es una declaración que no sólo va en busca de la verdad — aunque de eso sí habla, y eso es muy importante. En lo más fundamental y esencial es una declaración sobre la relación entre ir en busca de la verdad y llevar adelante la lucha por el comunismo. Es una declaración acerca de la epistemología y su relación con la transformación radical del mundo. Y es importante entender que esto es un proceso muy complejo, ir en busca de la verdad y llevar adelante la lucha por el comunismo. Hay muchas verdades —a las que he hecho referencia como verdades vergonzosas— las cuales, a corto plazo, se interponen en el camino de la lucha por el comunismo. Pero lo que se enfatiza aquí es que incluso las cosas que descubren algunas deficiencias o aspectos negativos de la lucha por el comunismo, o en lo que es nuestra actual forma de pensar, pueden ofrecer importantes observaciones, pueden ser parte de llegar a entender más profundamente la realidad, lo que a su vez nos puede capacitar para llevar adelante mejor la lucha por el comunismo, porque solo podemos hacer eso, en términos fundamentales y esenciales, sobre una base científica.
A lo que esto se refiere aquí es a la relación dialéctica, y a veces agudamente contradictoria, entre ir en busca de la verdad y actuar en consecuencia y llevar adelante la lucha por el comunismo, e insistir en que aun cuando, a corto plazo, ir en busca de la verdad y actuar en consecuencia podría causar que suframos reveses y causar que tropecemos con mayores dificultades, no obstante tenemos que hacer eso porque si no, jamás vamos a alcanzar el objetivo del comunismo. Esto se refiere a la relación entre ser científico y ser partidario de la causa del comunismo (de la que hablaré en adelante). Lo esencial aquí es que hay una unidad fundamental entre la búsqueda de la verdad y el avance hacia el comunismo, pero existen contradicciones y, a veces, en el más corto plazo, éstas están en oposición, a veces incluso de forma aguda, y es necesario resolver eso mediante lucha, es necesario mantener la orientación y el método de esforzarse por conocer la realidad tal como de hecho es, y tal como está en movimiento y está cambiando, o nunca podremos avanzar hacia el comunismo — se revocarán todos los logros temporales que obtengamos y nos tocarán más reveses si nos desviamos del camino correcto y tomamos el atajo de tratar de manejar con artificios la cuestión de la verdad, o inventar verdades, o crear “verdades políticas”, es decir, verdades convenientes que en realidad para nada son ciertas.
La declaración de que todo lo que es realmente verdad es bueno para el proletariado no siempre es cierta en los términos más inmediatos y estrechos. Las cosas que son ciertas quizá sean malas para nosotros en el sentido muy inmediato y estrecho, pero son necesarias — para poder avanzar hacia el comunismo, es crucial llegar a reconocer esas verdades, captarlas científicamente e incorporarlas en nuestro conocimiento general del mundo, y en nuestra lucha sobre esa base, y sin eso nunca lo lograremos. Así que ésta es una declaración muy amplia la que se concentra de manera concisa en esta formulación sola: “toda verdad nos ayuda a llegar al comunismo”. Bueno, hay algunas verdades sobre la historia del movimiento comunista que no son muy agradables. Pero no obstante nos pueden ayudar a llegar al comunismo si de hecho las analizamos con la ciencia, y así podemos profundizar tanto nuestra comprensión del método científico en sí como su aplicación al mundo para poder transformarlo en el camino hacia el comunismo.
Anteriormente me refería al hecho de que en las universidades y en otras partes, en particular en la intelectualidad (haciendo uso de este término con cierta intención), se oye la noción, una noción ampliamente sostenida, de que el concepto mismo de la verdad, en oposición a las distintas narrativas y distintas “verdades”, es un concepto totalizante y fundamentalmente totalitario — la idea de que cualquiera puede contar con la verdad es totalizante y raya en el terreno del totalitarismo, o que ya se encuentra ahí. Pues, se está metiendo algo a hurtadillas, lo que es una idea no científica de lo que es la verdad. Lo que en realidad se está diciendo, lo que objetivamente se refleja, es la noción según la cual la verdad es meramente una narrativa más y cuando uno dice que cuenta con la verdad, está intentando imponer su narrativa por encima de la de otra persona, y que nadie debería estar tratando de imponer su narrativa como la narrativa que lo abarca todo. Lo que importa y está en juego es precisamente: ¿Qué es la verdad? La verdad es un reflejo correcto real de la realidad, y de su movimiento y desarrollo. Y, como se sabe, es cierto que nadie nunca puede contar con toda la verdad. Eso es parte de entender correctamente la realidad, es parte del método científico. Pero, contrariamente a estas negativas absurdas (en beneficio propio) de parte de Robert E. Rubin y otros, es cierto que uno puede llegar a hacer determinaciones definidas y definitivas sobre la realidad de muchas cosas específicas, aunque siempre tiene que estar dispuesto a aprender más, y a considerar la posibilidad de que resulte que una parte de lo que pensaba que era cierto no lo fuera, o que se dan nuevos acontecimientos que implican que el mundo ha cambiado de modo que sea necesario modificar su entendimiento previo. Todo esto también es parte del método científico. Cuando hablamos de la verdad, no hablamos de LA VERDAD como una verdad absoluta y final, pero tampoco hablamos de una narrativa. Hablamos de un enfoque científico de conocer la realidad y luego, sobre esa base, de transformarla. Y el enfoque científico de ese proceso de analizar y sintetizar la realidad puede sacar conclusiones importantes y definitivas, a la vez que esto es un proceso continuo el cual nunca se completará porque nunca se puede captar toda la realidad — entre otras cosas porque está cambiando constantemente y porque siempre habrá aspectos de la realidad en los que los seres humanos ni siquiera habrán penetrado en un momento dado, ni hablar de llegar a entender. Así que esta idea de la verdad como un concepto totalizante y totalitario está metiendo a hurtadillas toda una serie de conceptos y enfoques que en sí no son científicos ni ciertos.
Pero volvamos a la declaración de que “Todo lo que es realmente verdad es bueno para el proletariado; toda verdad nos ayuda a llegar al comunismo” y contrastémosla con su contrario. Se puede entender más a fondo el verdadero significado e importancia de esto presentándolo en relación con su contrario, es decir: “Todo lo que es realmente bueno para el proletariado es verdad; todo lo que nos ayuda a llegar al comunismo es verdad”. Y si lo vemos de esa manera, si contrastamos “todo lo que es bueno para el proletariado es verdad”, con la declaración correcta textual de que todo lo que es realmente verdad es bueno para el proletariado, podemos llegar a tener una idea aún más acertada de la profunda importancia de esto. Hay una formulación que tiene que ver con el método científico y su aplicación, y hay otra formulación que es profundamente no científica y subjetiva y en última instancia conducirá a diversos errores e incluso, en algunos casos, a horrores.
Es importante examinar a los “liberales” y a los fascistas desde el ángulo de la verdad. Un ejemplo aleccionador de esto se encuentra en algunos comentarios del antiguo director del FBI James Comey ante una Asamblea Pública que realizó en la CNN en la primera parte de 2018. Decía que Trump miente constantemente — lo cual, como se sabe, es cierto. Comey, al hablar de la manera en que Trump miente constantemente, a su propia manera refutó al método instrumentalista de primero determinar una meta y luego “estructurar los hechos” (palabras mías) al servicio de esa meta. Comey sostuvo que no se debía aplicar ese método — más bien, se debe investigar los hechos, la evidencia y luego aplicar el modo de pensar racional para ver lo que muestran los hechos y la evidencia. Así que lo que él dijo fue correcto, hasta cierto punto. Pero luego Comey dijo que está muy mal atacar a las agencias del orden y de inteligencia y las fuerzas armadas de Estados Unidos, porque éstas ¡siempre han sido fuerzas para el bien y siempre han estado buscando la verdad! Así que, por un lado, él detalla un enfoque más o menos correcto, y luego lo contradice por completo y lo hace trizas con una declaración como esta (podríamos dedicar, no sé cuánto tiempo, pero mucho más tiempo de lo que disponemos, a simplemente compilar una lista inicial de todas las mentiras que han perpetrado las fuerzas del orden, las agencias de inteligencia y las fuerzas armadas de Estados Unidos, y todos los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad que han llevado a cabo por todo el mundo).
Aquí vemos algo que se manifiesta en marcado relieve: Los liberales, y en particular los “liberales” de la clase dominante, hablarán de la verdad, pero repetidamente mentirán y distorsionarán cuando la realidad es “inconveniente” y va en contra de sus preciadas “narrativas” y objetivos, aunque, al menos en ciertos momentos (y particularmente cuando en los casos en que el desprecio por la verdad se hace de una manera que ellos consideran que sea ofensiva o perjudicial, y esto se hace de manera muy marcada), profesarán fuertemente su adhesión a la importancia de la verdad y basarse en los hechos y la evidencia, etc. Al mismo tiempo, sobre esta base los fascistas abierta y repetidamente desafían y pisotean la ciencia y el método científico y la búsqueda de la verdad. Así que es importante entender esto porque, en particular en el contexto de la llegada al poder del régimen de Trump y Pence, se escucha a la gente hablando repetidamente de la importancia de la verdad. La CNN saca un anuncio: “Esta es una manzana, siempre es una manzana, hay muchas manzanas, las manzanas son manzanas”. En otras palabras, los hechos son hechos — los hechos importan, la verdad importa. Pero luego los veremos mintiendo y tergiversando cosas de todo tipo en las situaciones en las que realmente estén en juego los intereses, tales como ellos los perciben, de la clase dominante de este sistema. Así que, si mentir sirve a esos intereses, ellos mentirán con broche de oro. Este es el tipo de “verdad política” en el cual desafortunadamente algunos comunistas han caído y con el cual los comunistas tenemos que romper completa y definitivamente. No es que jamás vayamos a cometer errores — claro que vamos a cometer errores, todos cometen errores. Pero, como crucial punto de orientación y método, tenemos que romper cabalmente con la noción de que lo que quizá sea ventajoso en un momento dado es tan bueno como la verdad — mentir a la gente, ocultar las cosas porque de esa manera se conseguirá que la gente haga las cosas que se quiere que la gente haga y al final todo saldrá bien. ¡No! Tenemos que romper cabalmente con esa noción general, y con ese enfoque general.
Así que, una parte importante de la epistemología del nuevo comunismo es, tal como he venido mencionando, su oposición al relativismo y a “la verdad como narrativa”. Y aquí van dos declaraciones muy importantes de Lo BAsico. La primera es Lo BAsico 4:11:
Lo que piensa la gente es una parte de la realidad objetiva, pero lo que piensa la gente no determina la realidad objetiva. [énfasis en el original]
Esa es una declaración muy importante. Lo que piensa la gente es una parte de la realidad con la que estamos lidiando, la realidad que existe objetivamente. Y si no reconocemos eso, no vamos a tener posibilidades de reconocer la necesidad de transformar una parte muy grande de lo que piensa la gente, porque la mayoría de las personas, bajo la influencia de las relaciones burguesas y la superestructura burguesa, no saben nada y piensan con el culo. Esto no significa que no pueden aprender, pero eso es la realidad de hoy. Es importante reconocer que lo que piensa la gente es una parte de la realidad objetiva; tenemos que entender eso y luchar para transformar lo que la gente piensa en las situaciones en las que lo que piensa no corresponda a la realidad actual — lo que, espontáneamente, en una medida muy grande, es lo que existe hoy. Pero, de nuevo, lo que piensa la gente no determina la realidad objetiva — no es como si, “Pues, esa es tu verdad y yo tengo la mía, y no puedes decir que tu verdad sea mejor que la mía”. No existe la verdad de nadie como tal. La verdad no se expresa con ningún adjetivo posesivo. La verdad es objetiva.
Y aquí va Lo BAsico 4:10:
Para que la humanidad avance más allá de un estado en que “no hay razón como la del bastón” —y en que en última instancia la situación se reduce a las relaciones de poder bruto—, se requerirá, como elemento fundamental de este avance, un enfoque hacia el conocimiento de las cosas (una epistemología) que reconoce que la realidad y la verdad existen objetivamente y no cambian en conformidad con (ni dependen de) diferentes “narrativas” y cuánta “autoridad” tenga una idea (o “narrativa”) ni de cuánto poder y fuerza se pueda ejercer en nombre de cualquier idea o “narrativa” particular en cualquier momento dado. [énfasis en el original]
Esto también es sumamente importante — la relación entre el relativismo y “no hay razón como la del bastón” (es decir, “la ley del más fuerte”). Digamos, por ejemplo, que uno pertenece a un grupo oprimido. Tiene una narrativa sobre su propia opresión. Pero si la lucha muy justificada y justa contra esta opresión —contra el asesinato policial de los negros, los latinos y los indígenas, por ejemplo— se reduce a una cuestión de narrativas, a una cuestión que constituye una concepción subjetiva del mundo (“Nosotros sabemos lo que esto significa, sabemos cuáles son sus causas y sabemos qué hacer al respecto porque lo vivimos, como parte de nuestra identidad de grupo particular”) — si eso es la epistemología que uno expresa, bueno pues, ¿qué pasa al enfrentar a un grupo más poderoso que el suyo? Como la policía — ellos también tienen su epistemología y su narrativa: “Todos ustedes son una bola de animales, tenemos que controlarlos, y si nos provocan de cualquier forma, tenemos el derecho de matarlos”. Esa es su narrativa. Se ha consagrado este racismo en las leyes de esta sociedad y su dictadura burguesa. ¿Qué quiero decir con eso? Pues, ¿qué dice la ley en la mayoría de los estados? Si un policía tiene “un temor razonable” de que sufra daño propio o ajeno, tendrá derecho de usar la fuerza, incluso la fuerza letal. Bueno pues, el racismo está consagrado y codificado en esto, porque casi todos los policías consideran al pueblo negro, en particular a los jóvenes negros varones (no solo ellos, pero en particular a los jóvenes negros varones) como una amenaza, como un peligro. Así que la justificación que expresa la policía por matar a los negros está consagrada en la propia ley, ellos han codificado el racismo en la ley. Esa es su narrativa — y su narrativa cuenta con el aval del estado, y por eso casi nunca les presentan acusaciones, ni mucho menos los condenan, por estos asesinatos, una y otra y otra vez.
Y además, las fuerzas armadas de este sistema también tienen una narrativa, de que son una fuerza para el bien del mundo, y que necesitan ejercer esta fuerza para imponer el orden para el bien mayor. Y tienen su poderío militar para avalar esa narrativa. Así que, si lo único que existe son muchas narrativas, pues, en última instancia va a prevalecer quien cuenta con más poder en apoyo a su narrativa.
Esto va a algo que dijo Mao, en “Contra el liberalismo”, lo que es importante en sí y también es de una aplicación importante aquí. Mao dijo que darse ínfulas para amedrentar a la gente es una táctica muy común entre ciertas personas. Al enfrentarse al enemigo, señaló, esta táctica es absolutamente inútil, y entre las personas es muy nociva. Piensen en esto: Si uno se mueve en estos círculos estrechos en que el pan de cada día sea la política de identidad, quizás pueda lograr convencer al insistir en su narrativa sobre las demás. Pero en el mundo más amplio, y en particular frente al enemigo, la clase dominante, a ellos no les vale ni un bledo la narrativa que uno tenga, no les vale ni un comino la identidad que uno tenga. Tienen sus propios intereses y tienen mucho poderío detrás de sus intereses, y frente a eso, es absolutamente inútil, no sirve de nada darse ínfulas con su identidad. Y esto va a ocurrir mucho más con el régimen fascista el que hoy está en el poder. Desde luego, no se trata de que el fascismo surgiera y llegara al poder debido a la política de identidad y la epistemología correspondiente. Más bien, estos fascistas quieren reforzar e intensificar las relaciones opresivas que la política de identidad busca resolver de una manera tergiversada y erróneamente fundamentada, y esta política de identidad desorienta y desarma ideológicamente a la gente y la hace menos capaz de lidiar con esto. Esta política de identidad, y en particular los alardes que con tanta frecuencia la acompañan, únicamente será “útil” entre las personas que se dejarán intimidar por esto, y de hecho tal intimidación hace mucho daño. Eso es lo que Mao quería decir cuando dijo que esto es muy perjudicial entre las personas. Intimidar a la gente en lugar de ganársela a una comprensión científica de la realidad, y a lo que hay que hacer al respecto, únicamente puede perjudicar a la gente, y es absolutamente inútil frente a los que tienen el poder real.
Así que, una vez más, se concentra muchísimo en Lo BAsico 4:10 en términos de la relación entre la epistemología y el avance más allá de un estado en que no hay razón como la del bastón. Para dar una mayor ilustración de las importantes cuestiones de principios y método en consideración, déjenme citar lo siguiente de “Conversación de Bob Avakian con unos camaradas sobre epistemología” que saca lecciones de la experiencia histórica del movimiento comunista:
Una cuestión muy importante es: “¿Realmente somos gente que tratamos de llegar a conocer la verdad, o en realidad se trata simplemente de ‘la verdad como principio organizador’?”. Lenin criticó eso filosóficamente —“la verdad como principio organizador”— y uno puede criticarlo a fin de rechazar la religión y el oportunismo los que no le son muy útiles, pero uno puede terminar por hacer lo mismo por su cuenta en otra forma….
Me refiero a una nueva síntesis — a una epistemología más cabalmente materialista. En Materialismo y empiriocriticismo, Lenin pone argumentos contra estas cosas [como la “verdad política” o “la verdad como principio organizador”], pero a veces el Lenin práctico interfirió con el Lenin filosófico. Las exigencias políticas que se imponían contribuyeron a una situación en la que Lenin tenía un aspecto de Stalin en su manera de lidiar con las contradicciones*. Hay muchos ejemplos de esto en The Furies [Las furias, un libro de Arno Mayer sobre las revoluciones francesa y rusa]. En algunos casos, los bolcheviques aplicaban una orientación medio “mafiosa” en algunas zonas, especialmente durante la guerra civil que le siguió a la revolución de octubre de 1917. En algunos casos, cuando los reaccionarios organizaban a la gente a combatir contra los bolcheviques, éstos tomaban represalias generalizadas y sin piedad. Otro ejemplo: en la guerra civil, ejecutaban a las personas no sólo por deserción del Ejército Rojo sino incluso por no combatir con ganas en la guerra civil. Aunque en ocasiones las medidas extremas sean necesarias al fragor de la guerra, por lo general eso no es la forma correcta de lidiar con esas contradicciones…. leí lo que dice Lenin al respecto y pensé: “esto no es correcto”. Aquí también vemos que todo esto encierra cuestiones de epistemología28.
* Nota agregada por el autor: La referencia a “un aspecto de Stalin” es una forma abreviada de hablar del lado negativo de Stalin — en particular su tendencia, al lidiar con lo que eran contradicciones muy reales y a menudo agudas, a apoyarse en la represión estatal, incluida la pena capital, en lugar de la lucha ideológica (en combinación con una insistencia en adherirse a la disciplina, y un castigo menor por infringir la disciplina, en las situaciones en las que eso era lo que se requería).
Y aquí vemos la estrecha interconexión entre la epistemología y la moralidad. La orientación y el principio de que “Todo lo que es realmente verdad es bueno para el proletariado; toda verdad nos ayuda a llegar al comunismo” no solo es sumamente importante en sí, sino que se relaciona estrechamente con el hecho de que el nuevo comunismo repudia cabalmente, y está decidido a arrancar de raíz en el movimiento comunista, la venenosa noción, y la práctica, de que “el fin justifica los medios”. Es un principio central del nuevo comunismo que los “medios” de este movimiento tienen que provenir de (y corresponder con) los “fines” fundamentales de abolir toda explotación y opresión mediante una revolución que se dirija sobre una base científica.
Ahora bien, en términos del nuevo comunismo y la economía política, como parte del enfoque científico de la realidad y su transformación, ya mencioné la cuestión de la anarquía como, en general, la forma principal de movimiento de la contradicción fundamental del capitalismo. Esta ha sido una cuestión muy controvertida entre los autoproclamados comunistas porque, junto con la reificación y el seguidismo a la cola de las masas, está la idea de que la lucha de clases (o, más en general, la lucha de los oprimidos contra sus opresores) tiene que ser lo central en todo. Claro que la lucha de clases, y la lucha general en contra de la opresión, es una fuerza impulsora en la sociedad y en su transformación. Pero se presenta la pregunta: ¿En qué está arraigada, y de qué surge? ¿Cuáles son las condiciones materiales que engendren, e influencien y configuren, esta lucha, y hacia cuáles fines es posible dirigir esta lucha, sobre la base de las contradicciones reales en que está arraigada? En otras palabras, esta es una cuestión del materialismo y la dialéctica materialista contra el idealismo (cuando uno inventa ideas en su cabeza sin ninguna relación real con la realidad) y la metafísica (la noción de que hay absolutos que no cambian). Según ciertos llamados comunistas, es necesario siempre decir que lo central es la lucha de clases, la lucha en contra de la opresión, de una manera que divorcia esto de cualquier base material. Una vez más, no se trata de que la lucha de clases (entendida a grandes rasgos) no sea importante o que no sea una fuerza impulsora en la transformación de la sociedad; pero si se trata como una cosa en sí, sin ninguna base material, pues una vez más se convierte en una cuestión de religión (una perspectiva y enfoque que es lo mismo que ser un dogma religioso) en lugar de un enfoque científico de realmente dirigir esa lucha hacia la abolición de la opresión de clase y demás formas de opresión.
Para adentrarnos un poco más en esto, como mencioné anteriormente, en Anti-Dühring Engels identificó las dos formas de movimiento de la contradicción fundamental del capitalismo — siendo estas dos formas de movimiento la contradicción de clase y la contradicción anarquía/organización. En esta conexión, en el artículo “Sobre la ‘fuerza impulsora de la anarquía’ y la dinámica del cambio”, Raymond Lotta cita esta declaración mía:
La fuerza motriz, lo que impulsa este proceso [de producción capitalista], es de hecho la anarquía de la producción capitalista, aunque la contradicción entre el proletariado y la burguesía forma parte integral de la contradicción entre la producción socializada y la apropiación capitalista. Si bien la explotación de la fuerza de trabajo es la forma y el método por el cual se crea y se apropia la plusvalía, son las relaciones anárquicas entre los productores capitalistas, y no simplemente la pura existencia de proletarios desposeídos o la contradicción de clases en sí, lo que lleva a estos productores a explotar a la clase obrera a una escala histórica más intensa y extensiva. Esta fuerza motriz de la anarquía es una expresión del hecho que el modo de producción capitalista representa el desarrollo completo de la producción de mercancías y la ley del valor29. [énfasis en el original]
Y luego aparece esta parte muy importante:
Si no fuera el caso que estos capitalistas productores de mercancías existieran independientes unos de los otros y al mismo tiempo estuvieran entrelazados por la operación de la ley del valor, no se sentirían la misma coacción de explotar al proletariado — la contradicción de clase entre la burguesía y el proletariado podría mitigarse. Es la coacción interna del capital a expandirse, lo que explica el dinamismo sin precedente histórico de este modo de producción, un proceso que transforma continuamente las relaciones de valor y que conduce a la crisis30.
Tal como señalé al hablar de esto en EL NUEVO COMUNISMO, esto encierra mucho (comenzando con la primera frase de la mencionada cita), y esto va directamente contra una buena parte de lo que ha llegado a ser “lo que todos saben” y los prejuicios prevalecientes en el movimiento comunista. Tiene que ver, una vez más, con la cuestión fundamental de si el movimiento comunista va a basarse en un análisis y síntesis materialista dialéctico, científico de la realidad tal como de hecho es, y tal como está en movimiento y está cambiando sobre la base de las contradicciones en esa realidad, o un comunismo distorsionado y viciado va a obrar sobre la base de esfuerzos no científicos —y de hecho anti-científicos— por imponer a la realidad preceptos, dogma y lo que sí representa esquemas utópicos infundados.
Esto es sumamente importante, y abarca una parte muy grande de la ruptura con la reificación y con las tendencias erróneas relacionadas. Por este motivo, quiero centrarme en particular en esta declaración: “Si no fuera el caso que estos capitalistas productores de mercancías existieran independientes unos de los otros y al mismo tiempo estuvieran entrelazados por la operación de la ley del valor, no se sentirían la misma coacción de explotar al proletariado — la contradicción de clase entre la burguesía y el proletariado podría mitigarse”.
¿Qué quiere decir que existen independientes los unos de los otros y al mismo tiempo están vinculados por la ley del valor (“entrelazados por la operación de la ley del valor”)? Pues, independientes los unos de los otros se refiere a que realizan su acumulación en agregados separados de capital — no es un gran montón de capital del cual todos comparten. Existe la propiedad privada de los diferentes segmentos de la economía capitalista, y estos agregados de capital están en una competencia entre sí. De esa manera, están separados o son independientes los unos de los otros. Y no obstante aquí va la otra parte: están vinculados por la operación de la ley del valor. ¿Qué quiere decir eso? ¿Qué es la ley del valor? La ley del valor expresa el hecho de que el valor de algo se determina por el trabajo socialmente necesario que se incorpora en su producción. No puedo examinar todo esto aquí, pero Marx comenzó su gran obra El Capital examinando la mercancía. Detalló su evolución histórica, que la producción de mercancías en las sociedades muy tempranas se realizaba sobre la base de ciertos tipos de trueque y después se desarrolló hasta que las cosas como el ganado sirvieran de sustituto para muchas otras mercancías — pero luego resultó que eso fue muy limitado porque, después de todo, el ganado se muere y existen otros problemas. Así que con el paso del tiempo, la situación evolucionó al punto en que el oro, por ser un metal precioso que no se pudo destruir fácilmente, se convirtió, en efecto, en el equivalente universal de las demás mercancías.
En Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, en uno de los episodios (las aventuras de Gulliver) él viaja a una sociedad en la que, en lugar de tener un idioma más universal que la gente habla, ponen las palabras en pesados cuadrados de madera que la gente tiene que llevarse consigo cuando quiere comunicarse, lo que obviamente es muy oneroso. Así que hago una analogía con el intercambio de mercancías. Imagínese que si por cualquier intercambio de mercancías, en lugar de usar dinero (o el crédito equivalente del dinero), uno tuviera que cargar las mercancías que objetivamente va a intercambiar — eso sería muy oneroso y casi imposible. Así que históricamente —por medio del método de prueba y error, etc.—, y no porque alguien se haya sentado y haya tomado una decisión, el oro llegó a ser el patrón universal. Y el dinero se convirtió en una abstracción del oro. Y ahora hay abstracciones del dinero —todo se vuelve muy parásito y complicado—, pero básicamente, durante todo un período de tiempo, el oro se convirtió en sustituto de las demás mercancías.
Como señalé en EL NUEVO COMUNISMO, ¿qué es lo que las personas intercambian en realidad cuando intercambian mercancías? Intercambian la cantidad de trabajo —el trabajo socialmente necesario— que se requiere para producir esas mercancías. Si uno produce algo de manera muy rápida y otra persona tarda dos semanas en producir algo, e intercambia ese mismo producto en pie de igualdad con uno, muy pronto esta persona va a salir muy mal parada. Así que lo que se intercambia es el trabajo socialmente necesario, aunque está escondido en las relaciones de mercancías cotidianas, especialmente hoy con esta especulación financiera altamente parásita por encima de la especulación financiera por encima de especulación financiera (y por encima de lo demás, los bitcoins). Pero esto es lo que subyace a todo esto — el intercambio de trabajo. Y una economía no puede funcionar y la gente no puede sobrevivir si, durante cualquier período de tiempo, los intercambios de trabajo están en total desequilibrio.
A raíz de toda la especulación financiera, y de todo lo que está ligado a ella, la ley del valor está unificando toda la producción y el intercambio. Y resulta que, aun con la interferencia de los monopolios y todo tipo de reglas políticas y aranceles y todo lo demás, hay una tendencia general a que el capital fluya a esas áreas que son más rentables y a que se inicie un proceso de nivelación de la tasa de ganancia, porque si por un tiempo algo es más rentable, resultará que más capital entrará a esa esfera, y por lo tanto habrá más competencia y se hará caer la tasa de ganancia. Así que por lo general hay un proceso de nivelación de la tendencia general de la tasa de ganancia, aunque la anarquía del capitalismo constantemente trastorna este fenómeno. A espaldas de los capitalistas, por decirlo así, o incluso con sus propios cálculos, la misma ley del valor está operando constantemente o vuelve a operar, pero esto se da mediante la propia anarquía de la producción e intercambio capitalista. Esto es una de las cosas que Raymond Lotta también menciona en su artículo: de que Marx señaló acerca del capitalismo que su desorden total es su orden. Y constantemente esto causa que los capitalistas se esfuercen por producir de manera más rentable explotando de manera más intensiva a los proletarios, al acelerar más el ritmo de su trabajo para así producir más en cierto segmento de tiempo, al trasladar inversiones de una parte del mundo a otra donde pueden explotar gente de manera más intensiva y barata, al introducir una tecnología la cual hace que la productividad aumente para así producir la misma cantidad, o incluso mucho más, con menos trabajadores.
Todo esto es, una vez más, sumamente contradictorio porque en este caso hay que volver a examinar el capital constante y el capital variable — al introducir nuevas máquinas (capital constante), si aumenta la proporción de las máquinas en relación al trabajo, por lo tanto disminuye la parte del capital (el capital variable) de la cual se puede sacar plusvalía. Eso hará disminuir la tasa de ganancia, y por ese motivo sería necesario tomar medidas compensatorias para contrarrestar eso. Y, una vez más, los capitalistas están manejando todo esto, quienes están separados los unos de los otros, pero quienes en última instancia tienen que competirse entre sí —no necesariamente en sus cálculos inmediatos pero sí en última instancia— en conformidad con la ley del valor.
Esto es lo que los impulsa a intensificar la explotación del proletariado. Por esto, uno puede trabajar para ellos durante 25 años y al otro día lo echan a la calle. Por esto hoy pueden prometer una cosa y mañana quizás no, por ejemplo las prestaciones de salud. Por esto, van a los trabajadores para decirles: “Si no aceptan un recorte salarial, pues vamos a tener que despedirlos a todos, o si no dejan esta prestación de salud, pues vamos a tener que despedir a la mitad de ustedes”. Esto es lo que causa que ellos constantemente busquen nuevas fuentes de capital variable, y en particular a gente a que pueden explotar de manera más intensiva y más barata.
Todo esto surge porque la anarquía es la fuerza impulsora. Esto es lo quiere decir la declaración de que si no estuvieran entrelazados por la ley del valor mientras al mismo tiempo estaban separados en agregados de capital que realizan la apropiación de manera privada, no tendrían que explotar tanto a los trabajadores, podrían mitigar eso. Podrían decir: “Claro, les garantizaremos un trabajo para toda la vida. Claro, les pagaremos un salario suficiente para vivir con el cual realmente pueden llevar una vida digna”. En Estados Unidos en la época del auge de los sindicatos, y lo demás, durante un período después de la Segunda Guerra Mundial, una cantidad importante de trabajadores asalariados contaban una casa propia, dos autos, un bote, una autocaravana. Pues, para mucha gente, esto ya se ha ido debido a la operación del capitalismo de hoy en un escenario internacional cada vez más globalizado.
Este “orden sin orden” no es un proceso “neutral” — tiene consecuencias terribles. Como enfaticé en “El problema, la solución y los retos ante nosotros”:
la dura realidad es que este desorden… causa tremendo sufrimiento a escala mundial para la gente y el medio ambiente, lo que este sistema y sus dinámicas internas han llevado al extremo en que el propio futuro y existencia de la humanidad corre un fuerte peligro. Y luego, para colmo, hay una destrucción masiva provocada por las guerras, los golpes de estado y otras acciones sangrientas que se llevan a cabo en todas partes del mundo a fin de reforzar el dominio opresivo de este sistema31.
Es muy importante entender esto. Pensar simplemente que la manera de abolir al capitalismo es meramente de tener la lucha de clases, ignora la base en la cual está ocurriendo la lucha de clases. Ignora las condiciones constantemente cambiantes de las masas de personas con las cuales tenemos que trabajar a fin de ganarlas y movilizarlas para que luchen de acuerdo a sus propios intereses fundamentales por medio de la revolución que necesitan.
Así que, una vez más, se trata de obrar con una base científica u obrar sobre la base de ideas subjetivas y simplemente la noción de que la lucha de clases en sí, divorciada de toda condición material que subyace a esa lucha, podrá conducir a la resolución necesaria. Fíjense en las configuraciones de clase y sociales muy diferentes hoy en Estados Unidos en comparación con las de hace tres o cuatro décadas. Fíjense en las condiciones materiales diferentes de la gente a la que hay que movilizar para esta revolución. ¿Y qué de aquellos que trabajaron en la U.S. Steel en Gary, Indiana, y que ahora han perdido por completo su trabajo, con la clausura de la enorme planta siderúrgica y la conversión de Gary básicamente en un pueblo fantasma? ¿Se cree que nada más vale repetir: “lucha de clases”, “lucha de clases”, “lucha de clases”? ¿Dónde están los proletarios para llevar a cabo la lucha de clases? Pues, ahora se encuentran en una situación diferente. Y no servirá actuar como si no necesitáramos pensar en esto, que nada más tuviéramos que decir, “lucha de clases, luchar por el socialismo”. Pues, eso no llevará a nada bueno. De esa manera, para nada llegaríamos al primer gran salto de derrocar a este sistema, y ciertamente no podríamos transformar la sociedad de un modo que lidie con las “4 Todas”, con las diferencias de clase y la explotación.
La base objetiva para la revolución proletaria/comunista no es un deseo inherente a los proletarios para luchar contra la burguesía y derrocarla. Más bien, es la propia naturaleza y funcionamiento del sistema capitalista, las importantes contradicciones que son fundamentales y esenciales para este sistema pero las que no es posible resolver bajo él — y como resultado, la miseria a la que están sometidas las masas de personas de todo el mundo. Pero hay que entender esto en un sentido amplio, y no simplemente en un sentido estrecho y economista. En esta declaración mía que se cita en el artículo de Raymond Lotta el que ya cité, dice que este proceso de producción y acumulación capitalista impulsado por la anarquía transforma constantemente las relaciones de valor y conduce a la crisis. La “crisis” a la cual el capitalismo conduce repetidamente no es simplemente una crisis económica; y, contrariamente a muchas ideas erróneas y tergiversaciones comunes, el análisis científico del comunismo no sostiene que el capitalismo “se derrumbará” por sí solo — hay que derrocarlo, por medio de la acción revolucionaria de las masas de personas a las que el capitalismo somete a una miseria constante y a múltiples y variadas crisis, entre ellas las guerras y la devastación ambiental, todo lo que está arraigado en las contradicciones y las dinámicas de este sistema.
Para adentrarnos más en la nueva síntesis y su desarrollo del comunismo sobre una base científica más firme y más consecuente, quisiera volver a la cuestión de la necesidad y la libertad. Mao, al criticar una declaración de Engels de que la libertad es el reconocimiento de la necesidad, señaló que hay que agregarle algo — hay que entender la libertad como el reconocimiento y la transformación de la necesidad. Mao dijo que es necesario emprender lucha. Esto es un punto muy importante. Y en la nueva síntesis, se ha desarrollado más el análisis de la relación entre la necesidad y la libertad.
Déjenme comenzar con otra declaración mía que se cita al principio del libro de Ardea Skybreak De pasos primitivos y saltos futuros:
Ni el surgimiento de la especie humana ni el desarrollo de la sociedad humana hasta hoy fueron predeterminados ni siguieron caminos predeterminados. No existe una voluntad trascendente ni un agente que haya concebido y moldeado todo ese desarrollo, y la naturaleza y la historia no deben ser tratadas como tales — como Naturaleza e Historia. Por el contrario, tal desarrollo ocurre por la interacción dialéctica entre la necesidad y el accidente y, en el caso de la historia humana, entre las fuerzas materiales subyacentes y la actividad y lucha conscientes de la gente32.
Desmenucemos esto un poco. Accidente… y necesidad. Esta relación tiene que ver con la naturaleza infinita, y el movimiento, de la materia. El determinismo estricto (o sea, absoluto) —el argumento de que, en última instancia, el “accidente” no existe como tal pero únicamente la causalidad (y si uno tuviera la capacidad de hacerlo, podría trazar la causalidad de todo lo que ha ocurrido — y por extensión, todo lo que ocurrirá)— conduce, lógicamente, a una “primera causa”, a un dios. Como respuesta, y a manera de refutación, déjeme ofrecer algo para reflexionar. Las formas particulares de la materia, en movimiento, tienen un principio y un fin, pero si la materia en sí tuviera un principio, eso requeriría que existiera algo “antes” de la materia, algo “externo” a la materia, algo (un dios) que hizo surgir la materia (la creación). La existencia infinita de la materia, sin principio ni fin, es algo que a una mente humana (incluida una mente que en buena parte no carga con las trabas y las confusiones del idealismo y prejuicios burgueses) le cuesta mucho trabajo concebir o incluso contemplar (¡pues, hace que nos duela la cabeza!). Pero es la única conclusión que se puede sacar aplicando un método y enfoque materialista dialéctico, científico. Es la única conclusión que se deriva de (corresponde a) lo que de hecho cuenta con extensa evidencia —la existencia de la materia— y de lo que no cuenta con ninguna evidencia objetiva — la existencia de unas fuerzas no materiales y específicamente unas fuerzas sobrenaturales (entre ellas un dios o unos dioses). Y si la materia existe infinitamente (entendida como algo que tenga una existencia material, en la forma que sea, como por ejemplo la energía), y existe continua e infinitamente como materia en movimiento, la que experimenta repetidas transformaciones —y al tomar en cuenta que existen distintos niveles y formas de la materia en movimiento, que tienen una existencia relativamente discreta y se caracterizan por las contradicciones específicas que las definen, en cualquier momento dado—, de todo esto se concluye que no existe, y no puede existir, una sola “cadena ininterrumpida de causalidad”. Así que, en la realidad material existe causalidad, pero también existe accidente.
En cuanto a la otra parte de esta declaración, sobre la relación entre las fuerzas materiales subyacentes y la actividad y lucha de los seres humanos, esto vuelve a la declaración de Marx de que las personas hacen la historia pero no de la manera que quisieran. La hacen en el contexto de la sociedad tal como la han heredado, en particular la base económica de la sociedad, las fuerzas productivas de la sociedad que existan en ese momento y las relaciones de producción correspondientes. Y la hacen mediante saltos radicales, revoluciones en la sociedad humana, que transforman esas condiciones subyacentes. Pero la hacen sobre la base de lo que existe, y no al inventar alguna especie de cambio en su imaginación. Esto vuelve a la analogía que se hace en Pájaros y cocodrilos — la analogía con la evolución en el mundo natural. La evolución natural produce cambios constantes y transformaciones cualitativas, como la emergencia de nuevas especies, pero lo hace sobre la base del material que ya existe, y no mediante algo que alguna fuerza externa inyecte en el proceso — una fuerza la que, una vez más, sería un dios, o un “diseñador inteligente” (o cómo quiera se le quiera llamar). Lo mismo ocurre para el desarrollo histórico y la transformación de la sociedad humana. Las personas sí hacen la historia, pero la hacen actuando para incidir en la realidad material que enfrentan, transformando esa realidad material, y no inventando en su imaginación una idea de cómo quisieran que fuera la sociedad y luego imponiendo eso a la realidad.
En El comunismo y la democracia jeffersoniana33, examino la manera en que una corriente clara en la teoría política burguesa en esencia considera la libertad negativa —la libertad de no tener que subordinarse a algo, como a la coacción del estado— como la única libertad positiva (¡disculpen el juego de palabras, pues no podía resistir!). Tal teoría burguesa considera los esfuerzos por alcanzar la libertad positiva —que las personas se motiven para actuar a favor de ciertos objetivos— como inherentemente, o al menos fundamentalmente, coercitivos, y que tienden hacia el totalitarismo. Esto es un entendimiento fundamentalmente erróneo, desprovisto de (y en conflicto con) un enfoque materialista dialectico, científico de la realidad, incluidas las relaciones sociales humanas. Sin examinar esto más a fondo aquí, es correcto e importante enfatizar que puede haber —y que con la sociedad socialista, y aún más con la sociedad comunista, definitivamente habrá— una libertad positiva muy positiva. Esto, una vez más, está muy ligado a la relación entre la necesidad y la libertad — de entender correctamente y de actuar de acuerdo con un entendimiento correcto de esta relación.
Lo siguiente de El comunismo y la democracia jeffersoniana examina algunos aspectos de esto:
Para tener una valoración correcta de esto, lo fundamental es entender que nunca ha habido, y nunca podrá haber, una sociedad o un mundo —no podría existir la humanidad— sin la necesidad y, si vamos al caso, sin una u otra forma de coacción. La pregunta es: ¿Cuál es la relación entre, por una parte, la necesidad y la coacción y, por la otra, la libertad, y entre la emancipación consciente propia por una parte y las condiciones materiales subyacentes por la otra?...
Junto con esto, está la realidad de que, en cualquier momento dado y de una u otra forma, “se van a establecer los términos”. Esto es otra forma de hablar de la existencia y el papel de la necesidad. En el sentido más amplio, la realidad objetiva “establecerá los términos” y, sí, éstos se establecerán por medio de las acciones conscientes de los seres humanos — como individuos, pero, en lo más esencial y con mayor impacto, como fuerzas sociales. Esto se expresa de muchas formas en la sociedad capitalista. Existe la necesidad, en un nivel básico, de que la gente encuentre trabajo para poder vivir….
Para dar una mayor ilustración de esto, tomemos algunas de las mejores aspiraciones de algunas de las personas que son generalmente progresistas. No les gustan —de hecho se consternan, y quizás se consternen profundamente— por las muchas desigualdades sociales que existen: entre el hombre y la mujer, la opresión a las nacionalidades minoritarias, y de otras maneras. Pero se han establecido estos términos, se han establecido e implementado estas relaciones, como resultado de la propia naturaleza y mediante las dinámicas de este sistema, y la gente no tiene el derecho de simplemente “elegir” abolirlas porque las odian, aunque sí las odian. La gente se ve obligada a responder a las condiciones y términos que las fuerzas que están por encima y más allá de la gente como individuos establecen e imponen. De hecho, esto siempre será cierto para los seres humanos en cualquier sociedad. La diferencia está en que en la sociedad comunista, se habrán eliminado las divisiones de clase y otras relaciones sociales opresivas; estas relaciones, y la perspectiva que acompaña esto, ya no serán un obstáculo y ya no interferirán con los esfuerzos de los seres humanos —ya sea de forma individual, y sobre todo, de forma colectiva y cooperativa— por responder a la necesidad que enfrenten en cualquier momento dado. Pero en la actualidad aún estamos en la era de la historia humana en que los intentos de cualquier individuo o de cualquier grupo de responder a la necesidad no sólo deben enfrentarse a esa necesidad en un sentido general, sino que al intentar hacerlo, enfrentan obstáculos impuestos por las divisiones sociales y de clase y las correspondientes ideas y perspectivas.
La diferencia esencial con respecto a la sociedad comunista no es que ya no enfrentaríamos la necesidad, o que no se establecerían los términos —no solo por la naturaleza sino también de manera social— sino que los seres humanos, de forma individual y sobre todo de forma colectiva, podrían enfrentar y abordar la transformación de esta necesidad sin la traba de las divisiones de clase y otras relaciones sociales opresivas y las ideas correspondientes, lo que incluye las formas en que se distorsiona el conocimiento de la realidad por el prisma de estas relaciones antagónicas sociales y de clase, y las ideas y perspectivas que les corresponden.
A manera de conclusión sobre este punto, el comunismo no simple ni más esencialmente, concibe y abarca la “libertad negativa” —es decir, las formas en las que las personas, en la sociedad socialista así como en la sociedad comunista, podrán proseguir sus inclinaciones individuales particulares sin interferencia de las instituciones de la sociedad, siempre y cuando esto no perjudique a otros, o a la sociedad en general, en una forma que se ha determinado socialmente que es inaceptable— sino que, más allá de eso, el comunismo concibe y encarnará toda una nueva dimensión de la libertad positiva: las personas proseguirán, y realizarán, de forma individual pero sobre todo en común y por medio de sus interacciones mutuas —lo que incluirá mediante la lucha no antagónica— la continua transformación de la sociedad y la naturaleza (y la relación entre ambas) para realzar continuamente la vida material e intelectual y cultural de la sociedad en su conjunto así como de los individuos que componen la sociedad34. [negritas y cursivas en el original]
El objetivo del comunismo, el proceso necesario que lleva a él —la revolución y la transformación profunda de la sociedad y, en última instancia, del mundo en su conjunto, para realizar las “4 Todas”— y la posibilidad (no la inevitabilidad sino la posibilidad) de esta revolución: no se establece todo esto mediante algún tipo de fantasía subjetiva y utópica, sino que se establece sobre una base científica, mediante el análisis de las contradicciones básicas del sistema existente del capitalismo-imperialismo, al ver esto en el contexto, y al examinar su lugar, en el desarrollo más amplio de la sociedad humana y de las fuerzas motrices de tal desarrollo, y de este modo al reconocer la base y las fuerzas potenciales para dar un salto radical más allá de esto y de todos los sistemas y relaciones de explotación y opresión anteriores. Aquí, como se indica en la observación que contrasta la posibilidad con la inevitabilidad, entra una distinción crucial y una cuestión profunda de metodología. En la historia del movimiento comunista, desde el momento de su fundación, ha habido una tendencia al “inevitabilismo” —la creencia errónea de que el desarrollo histórico conducirá inevitablemente al triunfo del comunismo— que ha sido más o menos pronunciada en diversos momentos y en diversas expresiones, pero que en cualquiera de sus expresiones ha ido en contra del método y enfoque fundamentalmente científico del comunismo, desde su fundación en el trabajo de Marx (y Engels). En este sentido, así como en otras dimensiones esenciales, el nuevo comunismo “representa y encarna una resolución cualitativa de una contradicción crítica que ha existido en el comunismo y en su desarrollo hasta este momento, entre su método y enfoque fundamentalmente científicos, y los aspectos del comunismo que han ido en contra de eso”35. [negritas y cursivas en el original]
El enfoque científico del nuevo comunismo enfatiza que la base para esta revolución no se encuentra en el pensamiento y modo de pensar de las masas de personas en cualquier momento dado, sino en las contradicciones que definen este sistema las que causan una continua miseria para las masas de la humanidad mientras que, a su vez, estas contradicciones están integradas en las propias estructuras y dinámicas de este sistema y no es posible resolverlas ni eliminarlas dentro de sus límites.
Esto se expresa de manera concentrada en los “5 ALTOS”:
¡ALTO a la genocida persecución, encarcelación en masa, brutalidad y asesinato policial de negros, latinos y otra gente de color!
¡ALTO a la patriarcal denigración, deshumanización y subyugación de todas las mujeres por todos lados y toda la opresión por razones de género u orientación sexual!
¡ALTO a las guerras de imperio, ejércitos de ocupación y los crímenes contra la humanidad!
¡ALTO a la satanización, criminalización y deportación de los inmigrantes y a la militarización de la frontera!
¡ALTO a la destrucción del planeta por parte del capitalismo-imperialismo!
Se puede ver qué tan relevantes y qué tan inmediatamente urgentes lo son estos “5 ALTOS” y las contradicciones a las que se refieren.
Así que, ¿y qué de la cuestión de una revolución real en un país como Estados Unidos, y cómo se basa, una vez más, en estas contradicciones que definen pero las que no es posible resolver, que están integradas en este sistema y sus estructuras, funcionamiento y dinámicas básicos?
En “Sobre la posibilidad de la revolución” y CÓMO PODEMOS GANAR — Cómo en concreto podemos hacer una revolución36 (otro documento muy importante del Partido Comunista Revolucionario), se habla no solo de la necesidad de esta revolución sino también de la estrategia para realmente construir un movimiento hacia el derrocamiento de este sistema y luego llevar a cabo ese derrocamiento, cuando se hayan cuajado las condiciones para ello. Ahora, no voy a hablar de esto de manera extensa y exhaustiva — ya lo he hecho en Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución37, en particular, la Segunda parte, que habla de la estrategia para la revolución —que detalla lo que se presenta, de manera concentrada, en “CÓMO PODEMOS GANAR”— al hablar de lo que debemos hacer ahora para acelerar mientras se aguarda el surgimiento de una situación revolucionaria y de un pueblo revolucionario que cuente con millones de personas, para preparar el terreno, preparar al pueblo y preparar a la vanguardia para esa situación, cuando sea posible, y necesario, luchar con todo para ganar — para derrocar a este sistema opresivo, desmantelar sus fuerzas de supresión violenta y las demás instituciones de su dominio, y establecer un sistema político y económico radicalmente diferente, con el objetivo de la abolición total y definitiva de todas las relaciones de explotación y opresión. Pero sí quisiera enfatizar fuertemente la importancia de hacer realidad lo que se presenta, de manera concentrada, en CÓMO PODEMOS GANAR, y que se explica más completamente en Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución (y, a este respecto, Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte, en particular la Segunda parte, también es muy relevante, incluida la discusión ahí sobre las maneras en que los principios discutidos en “Sobre la posibilidad de la revolución” pueden ser de una aplicación más general en el proceso revolucionario en diferentes tipos de países).
En lugar de detallar ampliamente los diversos aspectos de la estrategia revolucionaria que se han desarrollado con el nuevo comunismo, incluidas las maneras significativas en que este nuevo comunismo representa una ruptura con lo que ha sido “lo que todos saben” en el movimiento comunista, quiero ofrecer, una vez más, un resumen básico de aspectos esenciales de esto.
En primer lugar, está la cuestión decisiva del internacionalismo. Además de remitir a la gente a la polémica “¿Comunismo o nacionalismo?”38 de la Organización Comunista Revolucionaria (OCR), México, en Demarcations #4, invierno de 2015, y a la discusión sobre el internacionalismo en EL NUEVO COMUNISMO, Segunda parte, quiero hablar brevemente aquí sobre la base filosófica y material para el internacionalismo comunista y la mayor síntesis de esto en el nuevo comunismo.
La base material se halla en que el capitalismo se ha desarrollado más plenamente y se ha convertido en un sistema internacional de imperialismo capitalista y las diversas características de eso, incluidas sus inversiones y explotación mucho más generalizadas a escala internacional (a diferencia de las etapas anteriores del capitalismo en las que se realizó la producción principalmente en los países de base y se llevó a cabo una búsqueda de los mercados de esos productos a escala internacional). Se ha internacionalizado mucho más el proceso de producción, cada vez más en las últimas décadas. Este es un solo sistema general con muchos componentes y dinámicas diferentes para cada uno de esos componentes dentro de este sistema general. La dinámica de este sistema en su conjunto a nivel mundial —no única, sino principalmente y en relación dialéctica con la situación en partes específicas del mundo y en países específicos— es el factor principal que establezca el escenario objetivo de la lucha revolucionaria en países específicos. Y cuando, mediante este proceso dialéctico, las contradicciones se expresen de una forma particularmente aguda en determinados países, eso puede conducir al surgimiento de una situación revolucionaria ahí. Así que existen dinámicas en países específicos, pero de eso no solo, y ni siquiera esencialmente, surgen las condiciones materiales que afectan el desarrollo de la lucha revolucionaria y que en última instancia pueden conducir al surgimiento de una situación revolucionaria en esos países específicos.
Captar eso también se interpenetra con el entendimiento filosófico que se requiere para un enfoque correcto y una aplicación correcta del internacionalismo. Como también se comenta en la polémica “¿Comunismo o nacionalismo?” de la OCR, México, esto tiene que ver con los diferentes niveles de organización de la materia en movimiento. Hay niveles relativamente discretos en todos los diferentes tipos de materia (en movimiento): hay diferentes órganos en el cuerpo humano, y además está el cuerpo humano como un todo, que abarca todos esos órganos, y existen las dinámicas en ellos y entre ellos; hay regiones particulares en un país, hay países particulares, y además está el mundo en su conjunto. Y así sucesivamente. Cada uno de estos niveles diferentes y relativamente discretos —subrayo relativamente— de la materia en movimiento tiene su propia dinámica, sus propias contradicciones internas; pero, a su vez, son parte de un sistema más grande, al igual que los órganos de un cuerpo son parte del cuerpo más grande, y es ese cuerpo más grande en sí y a su vez su interacción con el entorno más amplio que, en última instancia y fundamentalmente, establece los términos para lo que ocurre en ese cuerpo, inclusive en los diferentes órganos del cuerpo — aunque a veces lo que ocurre en un órgano en particular puede tener una influencia, o hasta puede ser determinante, en lo que le pasa al cuerpo en su conjunto, lo cual es obvio si uno sufre un ataque al corazón, por ejemplo. Así que eso es el materialismo y la dialéctica de todo esto.
Y lo mismo se aplica a la relación entre los países y el mundo y el sistema mundial en su conjunto. Hay niveles discretos de materia en movimiento que constituyen países, al igual que hay niveles discretos de materia en movimiento que constituyen diferentes regiones dentro de un país. Pero, a su vez, esos países, pese a su identidad relativa y carácter discreto y las contradicciones que son propias dentro de eso, existen dentro de una dinámica más amplia que (como he señalado anteriormente) es diferente a algo como la relación entre la Tierra y todas las galaxias en el universo. En otras palabras, sí, la Tierra es parte de un sistema solar, el que es parte de una galaxia, la que es parte de miles de millones de galaxias, y así sucesivamente; pero esa relación no tiene el mismo significado operativo, en términos de transformación social, que lo que en esta era, tiene la relación entre los países y las dinámicas del sistema imperialista, como sistema mundial.
Son las dinámicas fundamentales de este sistema mundial en su conjunto las que, para citar un fenómeno profundo, han sido responsables de las dos guerras mundiales. Como se señala en la polémica de la OCR, la Primera Guerra Mundial no fue causada simple, o esencialmente, por las dinámicas internas en cada país, que luego, de alguna manera, se extendieron a otros países. Obviamente, las dinámicas internas en los diferentes países jugaron un papel en eso, pero fue el escenario mundial más amplio y las contradicciones a ese nivel los que condujeron a esa guerra. Y es por eso que, por ejemplo, en una de sus declaraciones más acertadas, Stalin dijo que la razón por la que lograron triunfar en la revolución en Rusia —o por qué las condiciones eran más favorables para la revolución ahí que en otros lugares— fue porque las contradicciones del sistema imperialista mundial llegaron a concentrarse y centrarse en Rusia en una gran medida en ese momento. Ese es otro ejemplo de la comprensión correcta de la relación entre los países y la situación mundial en su conjunto.
Si no se entiende correctamente esa relación, si se invierte esa relación —tal como hacen las personas que se proclaman comunistas, pero las que en realidad defienden el nacionalismo en nombre del comunismo y se convierten, en el mejor de los casos, en nacionalistas radicales, lo que en última instancia se convierte en nacionalismo burgués— eso lisa y llanamente es actuar sobre la base de las dinámicas internas del país y de ver eso como el escenario más importante en el que se opera. Y eso puede llegar a contraponerse a otro país con sus propias dinámicas internas. El internacionalismo de uno se convierte en una forma de “interseccionalidad” internacional, para usar el lenguaje de los tiempos, que puede convertirse fácilmente en antagonismos entre diferentes “sectores” que se están “intersecando”.
En Mao había tendencias a proceder “a partir de la nación hacia el mundo”, incluso en su defensa y práctica del internacionalismo —unas tendencias a combinar eclécticamente el nacionalismo con el internacionalismo— aunque esto definitivamente ocupaba un lugar secundario a la orientación fundamentalmente internacionalista de Mao. Pero ciertos “maoístas” (entre ellos alguien como Ajith) han convertido en un principio estas tendencias secundarias de Mao, y, al hacerlo, efectivamente han reemplazado al internacionalismo con el nacionalismo.
Por lo tanto, tiene una importancia fundamental comprender la base material y filosófica para un enfoque correcto del internacionalismo: ver que el escenario mundial es fundamentalmente decisivo al mismo tiempo que entender y tratar correctamente las relaciones en movimiento entre las contradicciones y las dinámicas dentro de un país específico y otros países — y todo ello en relación con el sistema capitalista-imperialista como un sistema mundial.
Esto tiene claras implicaciones prácticas, como mencioné en EL NUEVO COMUNISMO, entre ellas, que hay que tratar a todos los países socialistas que existan en cualquier momento dado como, sobre todo —no únicamente, sino sobre todo— como bases de apoyo para hacer avanzar la revolución mundial, o de lo contrario, en última instancia se encontrarán contrapuestas al avance de la revolución comunista en el mundo en su conjunto; y, de hecho, se fortalecerá la base para derrocar y revocar la revolución en el país socialista específico. No se trata de proclamar un principio glorioso —“Que el internacionalismo signifique, ante todo, forjar una base de apoyo para la revolución mundial”— en algún sentido abstracto o casi religioso. Esto encierra muchísima complejidad porque, más de lo que se ha reconocido anteriormente en la historia del movimiento comunista, pueden existir contradicciones muy agudas, que tienen el potencial de convertirse en antagonismos, entre un país socialista que existe y las masas revolucionarias y las luchas revolucionarias en otros países. Hay muchas maneras en que los estados y las fuerzas imperialistas y reaccionarios en el mundo intentarán hacer que el país socialista tenga que adoptar ciertas políticas y acciones, en un esfuerzo por preservarse a sí mismo, las cuales vayan en contra del interés fundamental de hacer avanzar la revolución hacia el comunismo a escala mundial. Y si la revolución no continúa avanzando hacia el comunismo en un sentido general, saldrá en marcha atrás en general, incluso donde se han creado inicialmente países socialistas.
Así que se trata de contradicciones muy complejas y, en ciertos momentos, muy agudas. Y sin el enfoque correcto de entender la base material y la base filosófica para el internacionalismo comunista, ni siquiera habrá una oportunidad de tratar correctamente, ni hablar de lidiar en el mundo real, con estas contradicciones muy profundas, y en ciertos momentos muy agudos, de una manera que realmente haga avanzar la revolución mundial general. En una ocasión, alguien dijo con poca seriedad, acerca de la pérdida del socialismo en China: “Bueno, todo llega, todo pasa”. Millones de personas sufrieron y murieron para que se creara el socialismo en China, y millones de personas en todo el mundo apoyaron eso y en una medida muy grande, y en gran parte sobre una base legítima, cifraron muchas esperanzas en el socialismo en ese país. Fue un terrible revés cuando se derrocó el socialismo y se restauró el capitalismo ahí. Es muy importante conservar, y de hecho hacer avanzar, el socialismo dondequiera que se arrebate el poder a las manos de los imperialistas. Al mismo tiempo, sin embargo, si no se maneja correctamente el proceso de conservar y hacer avanzar un estado socialista en un país específico en relación con el desarrollo de la revolución mundial en su conjunto —y especialmente si ese proceso de hecho socava ese desarrollo de alguna manera esencial—, pues la cosa también va por el camino de salir revocada.
Se trata de toda la cuestión de que el comunismo realmente sea comunismo, y esto se ha enfatizado más con el nuevo comunismo — que el comunismo realmente sea el comunismo y, por lo tanto, realmente sea internacionalista en la forma en que he venido hablando, en oposición al nacionalismo en nombre del comunismo, o en una combinación ecléctica con el comunismo.
Ahora, quiero hablar de la orientación básica para construir el movimiento para la revolución, que se sintetiza en la formulación “Qué hacerismo enriquecido”. Aquí cabe señalar y mencionar, aunque sea brevemente, el hecho de que mientras que Stalin en general dirigió a la recién nacida Unión Soviética en el camino del socialismo y contribuyó en algunos sentidos importantes al desarrollo del movimiento comunista internacional, al mismo tiempo, de hecho “revocó el veredicto” del leninismo respecto a una serie de cuestiones importantes. Sobre el internacionalismo, por ejemplo — y esto fue marcadamente así durante el período inmediatamente previo a la Segunda Guerra Mundial y durante la misma, cuando, sobre una base muy descaradamente nacionalista, antepusieron los intereses de la Unión Soviética como estado, al avance general de la revolución mundial, en lo que fueron circunstancias muy agudas e intensamente contradictorias, para que quede claro. Lenin había enfatizado que el proletariado en los diferentes países, en particular en los países imperialistas, no tenía “patria” que defender (y aunque el capitalismo aún no se había desarrollado para convertirse en imperialismo capitalista como lo había hecho en la época de Lenin, esta posición básica se remonta a Marx y Engels en El Manifiesto Comunista, en el que decían que los trabajadores del mundo no tienen país y llamaban a los trabajadores del mundo a que se unieran, lo cual era una posición y declaración internacionalista muy importante para el mundo). Pero, bajo la dirección de Stalin en la Unión Soviética en los años 1930 y 1940, cuando palpaban que se avecinaba una guerra de manera inminente —y luego, como parte central de esa guerra, se dio un ataque masivo contra la Unión Soviética por Alemania, la que se había convertido en la Alemania nazi— explícitamente se revisaba la idea de que los trabajadores no tienen patria ni base ni interés en apoyar a la “patria” imperialista. De hecho, los comunistas decían cosas como: “Eso fue cierto por allá en los tiempos en que los trabajadores no tenían nada, pero ahora tienen sindicatos, escaños en el parlamento, etc., así que ahora tienen algo que conservar en la patria”.
Ello fue una revocación muy grotesca de la posición correcta por la que Lenin, especialmente en el contexto de la Primera Guerra Mundial, había luchado de manera muy enérgica e intensa, en oposición a los llamados “socialistas” que se movilizaban en apoyo a sus diversas “patrias” una vez que se iniciara la Primera Guerra Mundial. Así que, al aproximarse la Segunda Guerra Mundial y luego durante la misma, con Stalin se dio una revocación directa, explícita y muy burda de un principio básico y aplicación del internacionalismo. Se enfrentaban a circunstancias muy agudas, pero no se puede descartar los principios simplemente porque existen circunstancias agudas. Esto se relaciona de maneras importantes con la afirmación de que todo lo que es verdad es bueno para el proletariado.
Lenin le dio gran énfasis en su importante obra ¿Qué hacer? a no seguir a la cola de la espontaneidad de las masas, a no rendir pleitesía al trasero de las masas, sino al contrario, a llevarles la conciencia comunista desde “fuera” de sus propias experiencias y luchas cotidianas. Lenin enfatizó que la clase obrera y las masas de personas no podían desarrollar espontáneamente una conciencia comunista — que quizá gravitaran hacia ella, pero existían fuerzas más poderosas en la sociedad que las presionaban e influenciaban para volver (como él decía) a hacer esfuerzos por cobijarse bajo el ala de la burguesía.
Pero Stalin, ya en la década de 1920, también revocó algo de esto. Me acuerdo de los días de antaño en los que alguien trajo un ensayo de Stalin a una de nuestras reuniones en la Unión Revolucionaria, aun antes de que se formara el Partido Comunista Revolucionario. Este fue un momento en el que estábamos tratando de definir nuestra orientación para ir a la clase obrera —para llevar la revolución a la clase obrera— y alguien trajo este ensayo en el que Stalin dijo, deberíamos ir entre los trabajadores y ser los mejores luchadores por sus intereses inmediatos, y luego ellos verán que somos buenos tipos y querrán escucharnos hablar sobre nuestras convicciones socialistas y comunistas.
Eso fue extremadamente burdo y definitivamente fue una receta para el economismo contra el cual Lenin había polemizado —la idea general de reducir la lucha por el socialismo a algo que supuestamente evolucionó de las luchas cotidianas de los trabajadores en torno a sus condiciones económicas— y que concordaba de manera más general a la orientación revisionista de que “El objetivo final no es nada; el movimiento lo es todo”.
Así que se dio una revocación de algunos principios cruciales por los que Lenin había luchado en ¿Qué hacer? y otras obras. Un comentario irónico que revela qué tanta importancia tiene el ¿Qué hacer? de Lenin, salió de la boca de Donald Rumsfeld en el curso de la guerra de Irak de 2003; él hizo una analogía, una analogía muy perversa — hablaba de las fuerzas fundamentalistas islámicas reaccionarias y de cómo “nosotros” (los imperialistas) debimos haberlos aplastado en el acto, e hizo esta analogía: en los tiempos en que Lenin publicó ese pequeño panfleto ¿Qué hacer?, si en ese entonces hubiésemos sabido a qué nos hubiera llevado, lo habríamos aplastado en ese mero momento. Así que, de una manera perversa, eso muestra la importancia de “este pequeño panfleto” de Lenin y qué tan serio es el que fuera socavado en una medida importante después de la muerte de Lenin, incluso en las cosas que Stalin directamente hizo y dirigió.
Una de las cosas centrales de ¿Qué hacer? y una de las cosas centrales por las que Lenin estaba luchando en general —una de las líneas centrales en torno a las cuales fue atacado repetidamente— es el concepto de que, en lugar de reaccionar pasivamente a las condiciones objetivas, hay que estar “empujándolas” enérgicamente, intentando activamente transformarlas (“empujarlas” es frase mía, y no la de Lenin, pero sí corresponde a lo que él enfatizó fuertemente). Se hace la acusación de que los horrores de todo tipo se iniciaron bajo Lenin porque, en lugar de simplemente dejar que las condiciones materiales se cuajaran más o menos por sí mismas y de permitir que la gente llegara espontáneamente a saber qué hacer respecto a esas condiciones, Lenin insistió en que se necesita una vanguardia para dirigir a las masas, y una vanguardia necesita llevarles las ideas comunistas desde “fuera” de la experiencia y el pensar espontáneo de las masas — que no simplemente se podía esperar a que las masas, por su cuenta, llegaran a tener una conciencia comunista, con la idea de que tal vez se pudiera alcanzar el socialismo de manera pacífica porque con el paso del tiempo tantas personas hubieran llegado a estar a favor de él que la burguesía simplemente se hubiera puesto a un lado debido a la presión de la voluntad popular. Este es un ataque intenso contra Lenin, y en particular ¿Qué hacer? de Lenin, el cual hacen pseudo y autoproclamados “socialistas” de todo tipo, así como las fuerzas burguesas comunes. Pero Lenin fue absolutamente correcto: es necesario “empujar” las condiciones objetivas para hacer avanzar las cosas hacia el punto en que sea posible hacer una revolución comunista real, para derrocar a la dictadura de la burguesía; sí se necesita la organización de una fuerza de vanguardia que les lleve el entendimiento de la necesidad de hacer eso a las masas de personas y que luche con ellas para que asuman eso.
Y, en un sentido real, en el nuevo comunismo se ha “rescatado” y “enriquecido” el “Qué hacerismo”. Aquí va, una vez más, la cuestión a la que me referí anteriormente, de acelerar mientras se aguarda el surgimiento de una situación revolucionaria. En este sentido, quiero hacer referencia a los primeros seis párrafos de la Segunda parte de Hacer la revolución y emancipar a la humanidad39, que habla de aspectos importantes de acelerar mientras se aguarda, incluida una discusión importante sobre la relación, la relación dialéctica, entre el factor objetivo y el factor subjetivo — el factor objetivo es cualesquiera que sean las condiciones objetivas en un momento dado, entre ellas su carácter cambiante, y el factor subjetivo, el que no se refiere a las personas que son subjetivas, en el sentido de ser emocionales o medio descabelladas o algo por el estilo, sino en el sentido de los sujetos conscientes, las fuerzas conscientes, que actúan para incidir en las condiciones objetivas. Ahí, en esos primeros seis párrafos de la Segunda parte de Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, se encuentra una discusión importante no solo de la relación dialéctica entre los factores objetivos y subjetivos en un sentido general, sino también, más particularmente, la forma en que pueden transformarse los unos en los otros.
¿Qué quiere decir eso? Significa que lo que existe allá en el mundo, especialmente cuando se refleja correctamente en la mente de las personas, puede llegar a ser parte de la conciencia del factor subjetivo, las fuerzas conscientes, quienes pueden actuar sobre la base de esa conciencia para hacer avanzar la revolución. En ese sentido, lo objetivo se transforma en lo subjetivo. Y lo subjetivo puede transformarse en lo objetivo en el sentido de que, sobre la base de un reflejo esencialmente correcto de la realidad, uno puede salir en la sociedad para cambiar las condiciones objetivas y, por lo tanto, lo que era subjetivo (lo que era parte de su conciencia) interactúa con las condiciones objetivas y las cambia, y en ese sentido se convierte en parte de ellas. Así que, en lugar de decir, “Existen condiciones objetivas allá en la sociedad y lo único que podemos hacer es responder pasivamente a ellas”, más bien se trata de ponerse de manera consciente a transformar continuamente esas condiciones objetivas por el camino hacia la revolución, sobre la base de un método y enfoque científico.
Otro punto importante que hay que mencionar brevemente aquí, en esos primeros seis párrafos de la Segunda parte de Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, es que las fuerzas conscientes —el factor subjetivo en ese sentido— no simplemente reaccionan sobre la situación objetiva en algún sentido abstracto e inalterable, y metafísico. Existen factores objetivos que están cambiando constantemente en el mundo natural —por ejemplo, veamos algo como Puerto Rico y lo que pasó ahí con el huracán y las secuelas (éstas son condiciones objetivas que están cambiando constantemente en ese sentido)— y por otro lado, tal como se enfatiza en esos seis párrafos, existe una interacción constante de otras fuerzas sociales con la situación objetiva, fuerzas que en última instancia representan diferentes intereses de clase, todas las cuales intentan incidir y transformar a la situación objetiva de acuerdo con la forma en que perciben los intereses que representan. Y pueden darse “consecuencias imprevistas” en lo que hacen otras fuerzas de clase que quizá realmente podrían llevar a que las cosas se volvieran más favorables para la revolución SIEMPRE Y CUANDO las fuerzas comunistas respondan correctamente a eso. Así que, no simplemente se trata de “Vale, tenemos las condiciones objetivas en algún sentido estático e inalterable, y podemos ignorar las demás fuerzas sociales en la sociedad que están trabajando para incidir en esas condiciones y la manera en que eso está afectando las cosas”. Se señala, en oposición a eso, que todo lo que está pasando con todas estas fuerzas diferentes —no solo las “fuerzas de la naturaleza” están cambiando la situación objetiva, lo que sí hacen en formas importantes que interactúen con las fuerzas sociales, sino que también existen todas estas fuerzas diferentes en la sociedad que representan intereses de clase diferentes, en última instancia y fundamentalmente, que actúan para incidir en la situación objetiva— en cierto momento, todo esto puede conducir a una situación la que tal vez uno no hubiese podido anticipar hacía dos meses (o quizás incluso hacía dos semanas), que empiece a encaminarse hacia una crisis revolucionaria — SIEMPRE Y CUANDO, una vez más, los revolucionarios, las fuerzas comunistas conscientes, con una base constante y de una manera consecuentemente científica, han venido transformando la situación objetiva al máximo grado posible en concordancia con el rumbo que las cosas tienen que asumir a fin de hacer posible el derrocamiento de este sistema.
Esto no es algo que va sin rumbo, o algo en sí y de por sí. Tiene que estar en marcha todo un proceso de transformar continuamente la situación objetiva hacia la meta de la revolución y de acumular más fuerzas revolucionarias en cada momento de ese proceso, de modo que aceleremos mientras se aguarda, lo que significa que realmente estamos cambiando las condiciones objetivas. De manera central en todo esto, estamos cambiando la manera de pensar de las personas, en respuesta a esos cambios y en un sentido general: estamos luchando con las personas —no solo de a uno y de a dos, por aquí o por allá, sino con masas de personas— para transformar su manera de pensar. Por ahí va la importancia de la consigna: Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución. En este proceso, la transformación de la manera de pensar de las personas es fundamental y es el eslabón clave en general. Así que, a la vez que nos estamos uniendo con la gente para luchar contra los atropellos y abusos de este sistema, en una situación en que muchas personas aún no ven la necesidad de una revolución, estamos luchando por transformar su manera de pensar en concordancia con la necesidad objetiva para una revolución. Y una vez más, este proceso no es algo que va sin rumbo (según la noción revisionista de que “El objetivo final no es nada; el movimiento lo es todo”). No. Es un proceso cuyo propósito y la meta de sus preparativos, es algo muy específico: la revolución. Hay que presentar y popularizar esto en cada punto de este proceso.
Y luego, como una parte importante del “Qué hacerismo enriquecido”, entra el principio de poner los problemas de la revolución ante las masas, y a la vez, luchar con ellas para asumir la perspectiva, los métodos, los principios y el programa de esta revolución. ¿Por qué es que esto tiene importancia? No se debe a que, según una orientación seguidista, pensamos que espontáneamente las masas vayan a tener la respuesta a estos problemas. Si ya la tuvieran, pues sería mucho más fácil para nosotros, ni siquiera necesitaríamos una vanguardia, las masas simplemente podrían hacer la revolución. Así que, ¿qué es lo que hay que entender aquí? Activar la participación de las masas, con dirección y con lucha, en el proceso de identificar y solucionar los problemas de la revolución, en lugar de una especie de enfoque oportunista de tratar de ocultar a las masas los problemas de la revolución o, con una “verdad política”, tratar de convencerlas: “Todo va realmente bien; lo único que ustedes tienen que hacer es participar” — y en tal caso es probable que ellos digan: “Bueno, si todo va bien, ¿por qué deberíamos participar? Pues eso requiere de mucha lucha y sacrificio. Ustedes ya van muy bien, adelante, avísenme cuando tengan todo listo y en tal momento tal vez le entro”. Un principio muy importante, entendido y aplicado correctamente, es que, en un sentido fundamental y esencial, las masas hacen la revolución. Eso no es y no debe tomarse como una receta para seguir a la cola de las masas y su espontaneidad. Pero éstas sí son las personas que tienen que hacer esta revolución y deben llegar a participar, en cada etapa, en bregar con el proceso y contribuir al proceso de determinar las formas para luchar y resolver y transformar las contradicciones que se enfrentan, los problemas de la revolución, con el fin de abrir importantes brechas y avanzar. Este es un principio muy importante y es algo que no debe igualarse a seguir a la cola de las masas y a pensar que, en un sentido reificado, todo el conocimiento está ubicado en las masas y que lo único que hay que hacer es decirles cuál es el problema y de inmediato ellas encontrarán una solución. Se trata de conseguir que participen, que se active un número cada vez mayor de ellas, sobre una base con dirección científica, en el proceso de luchar por enfrentar y transformar las contradicciones las cuales hay que resolver por medio de lucha en el camino hacia la realización de la revolución.
En conexión con todo esto, quiero hablar brevemente de la separación entre el movimiento comunista y el movimiento laboral. Mencioné la lucha de Lenin con los economistas de su tiempo y el énfasis en ¿Qué hacer? de que no se llevaría a cabo el socialismo como una extensión de la lucha económica de los trabajadores, y reducir a eso la lucha por el socialismo y el comunismo llevaría a la continuación de la situación en la que las masas están encadenadas en el sistema existente — el entendimiento, recalcado por Lenin, de que las masas populares, los proletarios y otras personas oprimidas, nunca obtendrán una conciencia comunista simplemente como producto de la lucha inmediata con sus patrones y con la lucha general por sus necesidades inmediatas, por importantes que esas sean. Y, para retomar lo que ya dije sobre el desarrollo del capitalismo y su transformación en el imperialismo capitalista y el cambio de la configuración de clases en los países imperialistas, Lenin hizo el importante análisis de que, con el desarrollo del capitalismo y su transformación en el imperialismo capitalista, se dio lo que él llamó una escisión en la clase obrera, entre ciertos sectores que se habían aburguesado más —sobornados, como él dijo, con el botín del imperialismo y la depredación colonial en lo que ahora llamamos el tercer mundo— y los sectores a los que se refería como los sectores más abajo y más a lo hondo del proletariado que aún eran objeto de una explotación intensa y eran la base para un movimiento revolucionario real. Esto representó una ruptura inicial del movimiento comunista con el movimiento laboral — la lucha de Lenin contra el economismo y su reconocimiento de una escisión en la clase obrera en los países imperialistas.
Y luego, a medida que la lucha comunista se desplazaba cada vez más hacia el tercer mundo por un período de tiempo, particularmente después de la Primera Guerra Mundial, en China Mao desarrolló un modelo de una guerra popular basada en el campesinado, que obviamente no se basaba en el movimiento laboral. En las luchas tempranas en China, en la década de 1920, intentaron basar el movimiento comunista en las luchas laborales en las ciudades — y las fuerzas gobernantes y su despiadada represión las destrozaron y masacraron. Así que, obviamente, con esta guerra popular basada en el campesinado se incrementó la separación entre el movimiento comunista y el movimiento laboral.
Para continuar esto, en términos de cómo se ha desarrollado con el nuevo comunismo, quiero repetir una formulación que utilicé en una ocasión para recalcar este punto sobre la separación entre el movimiento comunista y el movimiento laboral. Dije, nos estamos proponiendo hacer “¡una revolución proletaria con un proletariado el cual no existe!” Ahora bien, hablaba de una manera deliberadamente provocadora a fin de recalcar algo esencial: no se trata de que, en realidad, no exista un proletariado, sino de que esto era una manera provocadora de decir que este movimiento no va a ser una extensión del movimiento laboral, no se va a hacer con la visión economista de que la clase obrera lucha contra sus patrones como mecanismo central para avanzar hacia el socialismo, y además que ni siquiera se va a hacer simplemente yendo a los sectores más abajo y más a lo hondo del proletariado en un país como Estados Unidos y tratando de basar el movimiento revolucionario en su inmensa mayoría ahí, aunque las masas populares en esa posición en la sociedad obviamente tienen que participar y jugar un papel importante en esta revolución.
Claramente, en realidad existe un proletariado, incluso en países como Estados Unidos — existen masas de trabajadores asalariados duramente explotados, en el propio Estados Unidos y a una escala internacional aún más amplia. Pero a lo que voy, y lo que intentaba explicar con esta afirmación deliberadamente provocadora, es lo siguiente: la revolución proletaria no llegará a darse, ni podrá darse, como una extensión de la lucha entre los trabajadores asalariados y sus patrones; la abolición del dominio del capitalismo no se logrará mediante algún tipo de huelga general de los trabajadores; ni es necesario, ni siquiera probable, que las principales fuerzas de combate en la batalla para derrocar la fuerza represiva armada del estado capitalista (la dictadura burguesa) provengan principalmente de los trabajadores asalariados con empleo, y ciertamente no provendrán de entre las capas mejor pagadas y más aburguesadas de la clase obrera.
Así que, ¿cuáles son las fuerzas vertebrales, o las potenciales fuerzas vertebrales, para la revolución, en particular en un país como Estados Unidos? Bueno, son las masas empobrecidas y duramente oprimidas y reprimidas que cuentan con decenas de millones de personas en Estados Unidos; y esto se interpenetra en una gran medida con las personas de las nacionalidades oprimidas, aunque no se limita a eso. Sí tenemos que reconocer, a su vez, que entre muchas de estas masas se manifiesta un fenómeno que se podría llamar la “desproletarización” — las personas que anteriormente fueron explotadas como trabajadores asalariados (o las anteriores generaciones de ellas que fueron explotadas de esta manera) pero las que ahora ni siquiera se encuentran en esa posición (en términos sencillos, no pueden encontrar trabajo). Ha acompañado esto lo que se podría llamar mucho “pequeño aburguesamiento”, así como “lumpen aburguesamiento”, entre sectores de las masas oprimidas — las personas que participan en actividades en pequeña escala, lo que es esencialmente pequeño burgués en el sentido de abarcar la propiedad y el comercio en pequeña escala y cosas por el estilo, y las personas que participan en la vida del crimen, entre ellas aquellas que lleguen a tener posiciones bastante poderosas y acaudaladas en eso, aunque a menudo y en general su situación es muy precaria.
Existen estos fenómenos, y existe el fenómeno de que en la esfera de la cultura, por ejemplo, cierto sector relativamente pequeño pero influyente de personas ha logrado subir de entre estas masas a una posición básicamente burguesa. Hago referencia al “lumpen aburguesamiento” porque abarca a las personas que no solo han utilizado la esfera de la cultura sino también en algunos casos el ámbito del crimen para forjar una posición en la que lleguen a ser muy ricas, y luego invierten en líneas de cosméticos y ropa y cosas por el estilo — se convierten en verdaderos burgueses, aunque al mismo tiempo son parte de una nación o pueblo oprimido. Y en una medida muy importante, sostienen la perspectiva correspondiente. ¡Ni hablaré en este momento de Kanye West! Pero más en general, existe el fenómeno de que presenciamos un profundo silencio de parte de muchas de estas figuras culturales y otras personas sobre algunos de los problemas candentes para las masas de hoy. Algunos de ellos quizá tuiteen sobre una que otra cosa, pero no alzan la voz y no responden con una posición firme contra los notorios actos de opresión e injusticia contra las masas populares. Y eso se debe a que su posición ha cambiado. No sólo se ha dado un “pequeño aburguesamiento” relativamente importante entre las masas oprimidas sino que también se ha dado el “lumpen aburguesamiento” al que hice referencia — y existe una cultura que refleja el carácter extremadamente individualista y adquisitivo de la cultura imperante en su conjunto.
Existe el fenómeno de lo que se podría llamar “el reaganismo entre las masas populares”, todo el “etos” que surgió con [el presidente estadounidense Ronald] Reagan en la década de 1980, ese individualismo extremo — y no solo el individualismo en abstracto, sino el individualismo que se expresa en términos de los antagonismos hacia los demás: “No puedes confiar en ninguna otra persona; nadie se preocupa por ti; tienes que aventajarte a otras personas antes de que se te aventajen a ti”. En una medida importante, esto se ha convertido en un modelo para las masas, aunque (una vez más, para volver a la declaración de Marx y los Grundrisse) las masas de ellas son totalmente incapaces de seguir este camino, únicamente unas cuantas de ellas lo pueden hacer. De hecho, en los deportes, las artes y demás, hay millones de personas talentosas, pero solamente una minúscula minoría de ellas siquiera pueden llegar a ocupar una posición con riqueza y prominencia. No obstante, esto se promueve como modelo. No sólo se promueve como una salida para la gente sino más en general se promueve como un modelo a seguir para la gente y una manera en que la gente debería pensar y comportarse. Esto sí representa un verdadero problema — y, más que eso, es una manifestación aguda de un problema mucho más grande en cuanto a la cultura imperante contra la que hay que luchar. Es necesario transformar radicalmente la manera de pensar de la gente al respecto.
Al mismo tiempo, con todo esto, está la pobreza y depauperización, y la implacable injusticia y opresión, a las que las masas están sometidas continuamente y de las que, para volver una vez más a Marx en los Grundrisse, no tienen ninguna salida salvo derrocar el sistema. Inclusive sin hacer una revolución, todo esto al que están sometidas continuamente causa que las personas se levanten contra el sistema y sus atropellos, y sienta una parte poderosa de la base objetiva para ganar a las masas, en particular (si bien no exclusivamente) a las personas que viven el peor infierno bajo este sistema, y para que jueguen un papel decisivo en la revolución que se requiere para satisfacer lo que de hecho son sus necesidades e intereses fundamentales. Pero esto requerirá muchísima lucha ideológica, transformar el pensamiento y modo de pensar de las masas de personas, a la vez que nos unimos con ellas en la lucha contra los opresores de arriba, las ganamos a transformarse en emancipadores de la humanidad y a dejar de ser personas que quieren vengarse y ocuparse de lo suyo, y así actuar como fuerzas vertebrales para la revolución comunista-proletaria.
Como señalé, esto está estrechamente relacionado con la lucha para abolir la opresión del pueblo negro y de otras nacionalidades oprimidas en Estados Unidos y toda la cuestión de la relación entre la liberación nacional y la revolución proletaria, en particular en un país como Estados Unidos, lo que se menciona en EL NUEVO COMUNISMO y al que se trata, concretamente y en un sentido estratégico general, en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte40.
Si bien hay que ganar a esta revolución, por medio de muchísima lucha, a estas fuerzas básicas que sufren de esta manera, una lucha en la que lo fundamental es transformar su pensamiento y modo de pensar, se necesita un frente unido más amplio, con la dirección del proletariado — no en el sentido reificado de que unos proletarios individuales representen la esencia de esta dirección, sino en el sentido de cuáles son los intereses fundamentales del proletariado como clase y, volviendo a Marx, la realidad de que el proletariado sólo puede emanciparse a sí mismo emancipando a toda la humanidad, eliminando la opresión y la explotación en todo el mundo con la realización del comunismo. La dirección del proletariado se refiere a basarse en ese entendimiento, y a proceder de esa manera. Y lo que corresponde a los intereses fundamentales del proletariado, y lo que se requiere para que la revolución realice esos intereses fundamentales, es integrar en el proceso revolucionario a tantas fuerzas como sea posible provenientes de los sectores más amplios de la sociedad, y luchar continuamente para ganar gente a la posición comunista revolucionaria. Se trata de atraer e incorporar a aquellos que viven el peor infierno bajo este sistema, pero además —y fundamentalmente al atraer e incorporarlos— se trata de trabajar al mismo tiempo para atraer e incorporar a muchas capas diferentes de la población, entre ellas en particular los jóvenes y los estudiantes, que constituyen una fuerza crucial que tiene un papel importante en este proceso revolucionario.
Esto requiere aplicar una orientación materialista dialéctica, científica a la situación y a los sentimientos e inclinaciones espontáneos, no sólo de las masas básicas las que es posible y necesario atraer e incorporar como la fuerza vertebral e impulsora de este proceso revolucionario, sino también de la clase media en Estados Unidos, y las diferentes capas en esta clase media, cuya situación es muy distinta a la de hacía 50, o incluso 20, años. Esto requiere un entendimiento dinámico y cada vez más profundo de la posición material y la perspectiva —las condiciones de la vida y el modo de pensar espontáneo— de estos diferentes sectores de la gente y cómo llevar a cabo la lucha necesaria para producir un cambio profundo en la perspectiva y los valores de un número grande y creciente de ellos, ganarlos a que participen de manera activa y cada vez más consciente en el proceso revolucionario, cuyo objetivo final es la abolición de todas las relaciones de explotación y opresión, todas las relaciones antagónicas entre los seres humanos en todas partes, y toda la agonía y la angustia que acompañan esas relaciones.
Todo esto —todo el conjunto del “Qué hacerismo enriquecido”— implica una ruptura fundamental con el economismo en todas las diferentes dimensiones en las que he hablado de esto. Y una de las formas en que esto se expresa de manera crucial es con respecto a la opresión de las mujeres y la lucha por la emancipación de las mujeres. En el movimiento comunista, se ha dado una tendencia a reducir esto, una vez más, a una mera cuestión económica — a reducir la lucha contra la opresión de las mujeres a simplemente cambiar el sistema económico. Y en cierto sentido también se ha planteado esto en relación antagónica con la lucha contra la opresión nacional. Por ejemplo, en la década de 1960 una línea muy influyente, en un sentido negativo, insistía en que, con respecto al pueblo negro, no se podía hablar de la opresión de las mujeres, porque los hombres negros han sido tan brutalmente oprimidos, algo que, por cierto, es cierto. Pero, en primer lugar, ¿y qué de las mujeres negras y todas las formas horrendas en que han sido oprimidas a lo largo de la historia de Estados Unidos hasta el presente? Y aún más fundamentalmente, ¿y qué de la emancipación de la humanidad en su conjunto? ¿Y qué de la transformación de todas esas “4 Todas”, entre ellas la profunda relación social que se ha entretejido en la sociedad de clases, se ha interconectado con la opresión de clases desde el principio mismo de la división de la sociedad en opresores y oprimidos, a saber, el estado oprimido de las mujeres?
Han surgido tendencias economistas y nacionalistas, incluso a veces en nombre del comunismo, que le han restado importancia a la lucha por la emancipación de las mujeres. Y con el nuevo comunismo, uno de sus pilares centrales es reconocer el papel fundamental y esencial de la lucha por emancipar a las mujeres y su interconexión y su papel decisivo en el proceso general de abolir toda opresión y explotación. En estrecha interconexión con esto está la ruptura radical que el nuevo comunismo ha hecho con la historia anterior del movimiento comunista en lo que respecta a la orientación sexual y las relaciones de género tradicionales. Mientras que, por un lado, y principalmente, el movimiento comunista históricamente hizo avances cruciales al analizar de manera científica los orígenes de la opresión de las mujeres, la base para su abolición definitiva y la relación de eso con el desarrollo general de la sociedad humana y la lucha para abolir todas las relaciones de explotación y opresión —especialmente en la obra esencial de Engels El origen de la familia, la propiedad privada y el estado—, al mismo tiempo ha surgido una influencia secundaria, pero importante, del patriarcado en el comunismo que, entre otras cosas, se ha manifestado en una orientación negativa hacia la orientación sexual y las relaciones de género que están en conflicto con las relaciones de género tradicionales — algo que nosotros, los que llegamos a ser comunistas revolucionarios a raíz del auge de lucha de la década de 1960 “heredamos” del movimiento y tradiciones comunistas existentes y que continuamos defendiendo durante un tiempo —un tiempo demasiado largo— y con lo cual por fin se rompió como una dimensión importante del desarrollo del nuevo comunismo. Al romper con esto, el nuevo comunismo no asumió la orientación de seguir a la cola de la política de identidad y de los métodos y enfoques relativistas acompañantes y otros métodos y enfoques no científicos, entre ellos la epistemología populista, sino que se aplicó un método y enfoque científico al estudio de la sexualidad humana y las relaciones de género a lo largo de la historia así como en la sociedad contemporánea, lo que incluye al aprender y sacar lecciones del trabajo de otras personas cuya perspectiva y enfoque no son comunistas, pero que, sin embargo, han realizado un trabajo importante con respecto a estas cuestiones cruciales y cuya posición sobre esto ha estado más en concordancia con la realidad que lo que ha estado la posición tradicional del movimiento comunista. El resultado de todo esto es una síntesis científica que se presenta de manera concentrada en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, que subraya que el objetivo no es solamente la igualdad entre hombres y mujeres, sino también:
superar todas “las cadenas de la tradición” encarnadas en los papeles y divisiones tradicionales de género y en todas las relaciones opresivas correspondientes, en toda esfera de la sociedad, y de facilitar que las mujeres participen y contribuyan, tan plenamente como los hombres, a todo aspecto de la lucha para transformar la sociedad y el mundo con el fin de arrancar de raíz y abolir todas las relaciones de opresión y explotación y emancipar a toda la humanidad41.
Es necesario entender en relación con la emancipación de las mujeres y la superación de toda opresión ligada a las relaciones tradicionales de género, así como en un sentido general, que únicamente al basarse en el punto de vista comunista, con el reconocimiento científicamente establecido de la necesidad de realizar las “4 Todas” — que únicamente así se podrá superar las divisiones y los antagonismos potenciales en diferentes sectores de la población y entre ellos, y únicamente así se podrá hacer incidir todos los elementos variados de la necesaria lucha para hacer la revolución, tales como se expresan en un grado importante en los “5 ALTOS”. Nada menos que eso hará posible que se superen completamente las divisiones que existen espontáneamente y las que el funcionamiento del sistema y las acciones conscientes de sus representantes de diversos tipos constantemente fomentan de manera objetiva. La clase dominante repetidamente pretende oponer unos sectores de la población a otros y, a diferencia de las ilusiones de la “interseccionalidad”, la clase dominante cuenta con muchas formas poderosas de hacerlo si no actuamos según el punto de vista de la emancipación de la humanidad en su conjunto.
Hay toda una historia de oponer unos sectores de la población a otros. Está el ejemplo atroz de los Soldados Búfalo después de la Guerra Civil —los soldados negros que combatieron para reprimir y matar a los indígenas y robar sus tierras— mientras que en la Guerra Civil, entre los diferentes pueblos indígenas, algunos de ellos se aliaron con la Unión del Norte, mientras que otros se aliaron con la Confederación del Sur, sobre la base de una estrecha percepción de sus intereses inmediatos. Únicamente con el punto de vista del comunismo será posible unificar a las masas de personas para superar toda manifestación de opresión y realizar las “4 Todas”. Esto es crucial en un sentido general y se vuelve particularmente agudo en torno a la cuestión de la mujer, porque continúa una tendencia, incluso en el movimiento comunista, a subordinar esto, o a no darle plena expresión, pretextando los intereses percibidos del momento, y con la perspectiva economista y estrecha de lo que debería constituir el movimiento de la clase obrera o el movimiento comunista. Así que, un componente muy importante del nuevo comunismo es reconocer la necesidad de darle plena expresión a la lucha por la emancipación de las mujeres y su papel crítico y esencial en relación con la lucha general por las “4 Todas”.
Para desarrollar lo que se mencionó anteriormente con respecto a la democracia, y su carácter y papel bajo diferentes sistemas y con la dictadura de diferentes clases, está la necesidad (como lo he expresado en el título de un libro) de lograr algo “mejor” que la democracia. Este es uno de los elementos centrales y también uno de los elementos más controvertidos y frecuentemente atacados del nuevo comunismo, por razones que bien se puede imaginar. Una vez más, Mao enfatizó de manera importante que la democracia es parte de la superestructura. Con el nuevo comunismo, esto se ha desarrollado más para sistematizar el entendimiento de que ir más allá de las divisiones de clase y el dominio de clase (la dictadura de clase) también implica ir más allá de la “democracia”. (Hablaré de esto en adelante, en particular en el contexto de tratar la cuestión de la dirección, y del desarrollo del análisis comunista del carácter y el papel del partido de vanguardia, antes y después de la toma del poder y el establecimiento de la dictadura revolucionaria del proletariado.
Esto me lleva al tema de la dirección — y en particular, el papel contradictorio de una vanguardia comunista, antes y después de la toma del poder.
Aquí entra el papel de los intelectuales — las contradicciones relacionadas con esto, y cómo esto se aplica en la revolución comunista, a diferencia de la revolución burguesa (esto se trata en EL NUEVO COMUNISMO, y es importante retomar esto aquí al hablar del carácter y los objetivos de la dictadura del proletariado y el papel de una vanguardia comunista en relación con eso). EL NUEVO COMUNISMO señala, en términos muy provocadores, que en la revolución burguesa las masas combaten y mueren, pero una clase opuesta a sus intereses, la burguesía, pasa a primer plano y toma el poder para luego gobernar de acuerdo con los intereses de la clase burguesa y el sistema capitalista del cual es una expresión concentrada. En otras palabras, las masas combaten y mueren, y otra clase ajena y opuesta obtiene los beneficios, por decirlo en términos concisos y contundentes. Además, declaré de manera deliberadamente provocadora en EL NUEVO COMUNISMO que en la revolución burguesa eso no importa, pero sí importa en la revolución proletaria. Luego, inmediatamente pasé a decir que por supuesto, sí importa muchísimo. El motivo de decir, de manera provocadora, que no importa es que esto está en correspondencia con la naturaleza de la revolución burguesa. Pero en la revolución proletaria algo radicalmente diferente tiene que ocurrir: los intereses de las masas de personas, en el sentido más fundamental —no en un sentido reificado sino un sentido fundamental— tienen que pasar al primer plano como lo que se defiende y por lo que se lucha en la lucha para transformar la sociedad. Pero esto no es algo automático ni fácil. Y sí, importa profundamente que esto ocurra en realidad en la revolución proletaria — al no ser así, la revolución proletaria se convertirá, en efecto, en una revolución burguesa.
Esto no tiene que ver con la famosa (o yo diría, infame) declaración del lord británico Acton de que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Tiene que ver con la continuación de las contradicciones que existen objetivamente cuando la revolución logre derrocar la dictadura de la burguesía y establezca el dominio, la dictadura, del proletariado, y emprenda el camino socialista. Eso retoma la analogía con la evolución en el mundo natural. No se hace la revolución inventando ideas de cómo quisiéramos que fuera la sociedad y luego imponiendo eso por arte de magia al mundo real; y no se hace con una tabula rasa. Se hace, para parafrasear a Lenin, con las condiciones y las personas que quedan como herencia de la vieja sociedad, aunque las masas de personas se habrán transformado, de manera importante pero todavía inicial, en su modo de pensar —su punto de vista, valores, etc.— en el curso de esa revolución. Y luego, tras embarcarnos en el camino socialista, todavía habrá necesidad de lidiar con todas las condiciones y las contradicciones que, en un sentido real, se hayan heredado de la vieja sociedad, las cuales hay que ponerse a transformar al mismo tiempo que se esté desarrollando el estado socialista, en lo fundamental y ante todo, como una base de apoyo para el avance de la revolución comunista en el mundo en su conjunto.
Así que, ¿por qué hay que hablar de esto en términos del papel de los intelectuales? Porque, como he señalado anteriormente, en EL NUEVO COMUNISMO y en otras obras, para hacer una revolución del tipo de la que hablamos, que tiene por objetivo la emancipación de la humanidad, habría que trabajar sistemáticamente con las ideas, ideas relacionadas con una realidad compleja. Hay que lidiar —y de una manera concentrada la dirección de esa revolución tiene que lidiar— con las contradicciones del mundo real que se presentan repetidamente, con toda la complejidad de realmente hacer la revolución, una complejidad que abarca, en primer lugar, realmente llegar al punto del derrocamiento del viejo sistema y de hecho derrocarlo, pero luego la complejidad que se presenta de inmediato al tomar el poder y establecer un nuevo sistema de dominio político y emprender el camino socialista. No sería posible lidiar con toda esa complejidad de una manera que en realidad avanzara hacia las “4 Todas” y la emancipación de la humanidad, sin trabajar en la esfera de las ideas de una manera desarrollada, de una manera que aplica la ciencia para investigar y interactuar con el mundo objetivo tal como existe en realidad, y transformarlo, y tal como ese mundo objetivo está lleno de contradicciones, movimiento y cambio. Sin hacer eso, nunca siquiera podremos reconocer en toda su extensión cuáles son las contradicciones las que enfrentamos, cómo hay que transformarlas, cómo hay que librar la lucha para hacer eso, y cómo evitar que se desvíe del objetivo fundamental y final, al mismo tiempo que está lidiando con las contradicciones inmediatas.
En cualquier revolución que tenga una oportunidad de triunfar, y ciertamente una revolución que sí logre incluso dar el primer gran salto de derrocar al viejo sistema opresivo del capitalismo, las personas que la dirigen tienen que ser intelectuales en el sentido de ser personas capaces de trabajar con ideas de una manera más o menos amplia y abarcadora. Por cierto, todos trabajan con las ideas a cierto nivel, pero lo que se requiere es hacerlo a un nivel muy alto y de una manera cabal y científica. Así que, el núcleo de la dirección se compondrá de intelectuales. Estos intelectuales pueden haberse desarrollado en diferentes maneras y tener origen en diferentes partes de la sociedad —incluidas no solamente personas de origen más privilegiado y con una educación formal extensa sino también, por ejemplo, personas de entre los prisioneros y otras masas básicas que han superado grandes obstáculos para desarrollarse como intelectuales— pero lo que tienen en común es una capacidad desarrollada de trabajar con las ideas de una manera cabal y sistemática.
Y Marx señaló que, en una sociedad dividida en clases, los intelectuales son los representantes políticos y literarios de una clase (aunque ellos no estén totalmente conscientes de eso, y ciertamente si lo están). Sus ideas y modos de pensar objetivamente reflejan los intereses y punto de vista de una clase u otra. Además, debido a la particularidad de lo que significa ser un intelectual y trabajar con las ideas, hay cierto tipo de movilidad social, en el sentido de que los intelectuales pueden “pegarse” a una clase u otra, y pueden despegarse de una clase y pegarse a otra, en una dirección positiva o negativa desde el punto de vista de la revolución comunista y los intereses objetivos de la humanidad.
Todo esto es un reflejo de dónde nos encontramos, y dónde todavía no hemos llegado a encontrarnos, en el proceso de transformar la sociedad y en última instancia el mundo en el camino hacia la eliminación de toda explotación y opresión y todo lo que eso conlleva, incluidas todas las ideas. Así que no se trata de “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Se trata de lidiar con contradicciones complejas del mundo real, y se requiere un grupo de intelectuales para dirigir este proceso; se está lidiando con todas estas contradicciones que quedan como herencia, por decirlo así, de la vieja sociedad; no es posible hacerlas desaparecer con una vara mágica, ni transformarlas todas de un solo golpe o en un período breve de tiempo, incluso contando con una base correcta. Diferentes personas pueden desarrollar diferentes enfoques y diferentes programas para lidiar con estas contradicciones del mundo real. Y, debido a que el mundo todavía se caracterizará y dominará en gran parte, durante un período de tiempo, por las relaciones e ideas de un sistema explotador, la espontaneidad siempre —o al menos por un período largo de tiempo— favorecerá el camino de alinearse con esas relaciones explotadoras y opresivas, o de buscar atajos que objetivamente lleven por ese camino.
Aquí la cuestión se vuelve muy aguda, por decirlo así — que durante mucho tiempo será necesario tener a un grupo dirigente central, que objetivamente ocupe una posición la cual es diferente a la de las masas a las cuales está dirigiendo. La pregunta decisiva es: ¿Cuáles métodos, que se derivan de qué tipo de perspectiva, qué tipo de enfoque científico o anti-científico, se aplican para lidiar con estas contradicciones? Y para decirlo en ciertos términos: ¿a qué es lo que “recurren” las personas que conforman este núcleo dirigente cuando se topan con contradicciones muy agudas? ¿Reconocen la necesidad, y actúan según la necesidad, de librar una feroz lucha contra la espontaneidad al lidiar con las contradicciones del mundo real las cuales en sí pueden manifestarse de manera muy aguda, al extremo de plantear la cuestión de la continuación o la no continuación de la existencia de lo que se haya logrado hasta ahora, lo que, una vez más, no es “algo que sin esfuerzo se gana, nada vale”?
Se está lidiando con esto en la transición de la vieja sociedad a un mundo comunista, la que se inicia, en gran parte, con las condiciones y las personas tal como la vieja sociedad las haya “legado” a la nueva sociedad, por así decirlo. Y esto guarda una estrecha relación con las contradicciones de un partido de vanguardia. En EL NUEVO COMUNISMO se expresa así, y es importante centrarse en eso: Las mismas contradicciones que hacen que sea necesaria una vanguardia son también las contradicciones que pueden conducir a esa vanguardia a volver al camino del capitalismo.
Esta contradicción, una vez más, se expresa de manera muy concentrada en torno al papel de los intelectuales. Muchos de los que hemos participado en la revolución desde hace un tiempo hemos experimentado el fenómeno muy positivo de que todo un sector de los intelectuales en cierto sentido “traicionaron” a su clase, y pasaron a tomar posición con las masas de los oprimidos en el mundo. Pero no pocos han renunciado a esa posición — eso es la otra cosa que puede ocurrir, la forma negativa en la que se puede resolver esta contradicción. Esto asume una dimensión mucho más amplia y a veces mucho más aguda en una situación en la que la dictadura proletaria se haya establecido y el camino socialista se haya emprendido. Y esto tiene que ver con toda la cuestión del carácter y papel de la propia dictadura del proletariado, el análisis de la cual se ha desarrollado más con el nuevo comunismo.
Planteemos la pregunta básica: ¿Por qué se necesita semejante dictadura? Me acuerdo que hace años, se dio un debate con uno de esos tipos social-demócratas, quien dijo: “¿Por qué ustedes quieren empezar por hablar de la dictadura? — que nada más se están encaminando en ese camino de tener una dictadura. ¿Por qué no hablan de otra cosa, de otra manera de hacer lo que hay que hacer?”. Esto vuelve una vez más a la analogía con la evolución en el mundo natural, y a la profundidad de lo que Marx señaló de que las personas hacen la historia, pero no la hacen de la manera que les parezca; la hacen tomando en cuenta las condiciones materiales que la vieja sociedad les “ha legado” — las condiciones que se habrán transformado a un grado importante, pero aún inicial, por medio del proceso de derrocar al viejo orden. Así que se trata de una especie de noción idealista: “¿Por qué no simplemente determinaran una manera de hacer esto sin una dictadura?”. Pues, no. Hay que tener la dictadura del proletariado porque nuestro punto de partida encierra todo lo que se concentra en las “4 Todas”, las que todavía no se habrán transformado, porque estaremos lidiando con una situación en la que a un grado importante las condiciones materiales, no sólo dentro de esa nueva sociedad socialista sino en el mundo en su conjunto, estarán obrando en contra de tal transformación. Dentro de esta nueva sociedad, y especialmente en los momentos en que las contradicciones se expresan agudamente, la espontaneidad —no solamente de parte de una bola de “arrebatadores del poder” en la cima sino de parte de sectores importantes de las masas de personas, entre ellas algunas de las que sufrieron lo peor en la vieja sociedad— va a llevar de vuelta hacia la vieja sociedad. Así que, es necesario tener un sistema de gobierno que mantiene las cosas en marcha en el camino socialista en medio de todos los vaivenes, curvas y giros y las contradicciones que se manifiestan aguda y repetidamente.
Obviamente, esto se encuentra en un conflicto fundamental con la idea de la democracia como la máxima meta — la democracia como la más elevada expresión política de la interacción humana y las relaciones sociales. Aquí es muy relevante citar tres frases que expresan de manera concentrada una dimensión muy importante del nuevo comunismo, y que se refieren directamente a esta idealización de la democracia:
En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber “democracia para todos”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a estas, o lleva a abolirlas?42
Nótese lo que esto dice. No dice simplemente, “qué clase dominará y si su gobierno y sistema de democracia sirve para continuar, o abolir, las divisiones de clase”, etc. Dice, “sirve para continuar las divisiones… o lleva a abolirlas”. Ahí mismo hay un reconocimiento de que se requiere todo un proceso para realizar esas “4 Todas”. Al incluir la frase “lleva a”, subraya que esto es todo un proceso; y esto vuelve a algo que se señaló —a algo crucial que Mao desarrolló— de que, a lo largo de este proceso, existe la base para que se revoque esto, para que el socialismo sea derrocado y el capitalismo sea restaurado.
Además, como recalqué anteriormente, con la abolición de las divisiones de clase y las correspondientes relaciones de explotación, opresión y desigualdad, a raíz de la realización del comunismo en todo el mundo, se abolirá la democracia — la sociedad humana avanzará más allá de las condiciones en las que la democracia tenga sentido, propósito o necesidad. Ahora bien, ¿por qué es así? ¿Significa que un grupo de dictadores benévolos acumularán cada vez más poder para sí mismos y así llegaremos al comunismo y, casi como los reyes filósofos de Platón, ellos servirán a la perfección, o servirán de la mejor manera posible, a los intereses de las masas de personas? No. Significa que las instituciones y los constructos sociales, por decirlo así, que son representativos de la democracia y son necesarios para proteger los intereses de una parte de la sociedad en contra de otra parte, ya no serán necesarios porque se habrá eliminado la base material para la explotación y la opresión y se habrá transformado el modo de pensar según el cual una parte de la sociedad consideraría que sirviera a sus intereses, y por lo tanto se esforzaría por, oprimir y explotar a otras partes de la sociedad. Definitivamente no significa que las personas no tendrán ningún papel en gobernar la sociedad, ni que de alguna manera no habrá necesidad de que la sociedad sea gobernada. Pero sí significa que ya no serán necesarios las instituciones, procesos y constructos formales de la democracia, como una expresión de la superestructura de una sociedad dividida en clases. Todavía habrá necesidad de tener un gobierno. Aún habrá instituciones. Pero ya no se requerirá la institucionalización de los mecanismos para proteger a una parte de la sociedad contra la otra —y de asegurar que se realice la voluntad del pueblo (por así decirlo)— y la democracia se extinguirá en ese sentido. Esto es muy importante en términos del desarrollo del entendimiento de lo que se supone realmente llegar al comunismo y lo que se supone cuando eso se haya logrado.
En “A Scientific Approach to Maoism, A Scientific Approach to Science”43 (incluido en Observations on Art and Culture, Science and Philosophy), comenté que probablemente después de un trecho en el desarrollo de la sociedad comunista, la gente ya no hablaría del comunismo. Eso está relacionado con la cuestión de la extinción de la democracia. Hice la analogía con la situación cuando uno está enfermo y por fin se alivia: por lo común no se da cuenta del momento en que logró aliviarse. Después de un rato, se da cuenta: “Ah, ya no me siento mal”. La analogía es que, una vez que hayamos entrado en el comunismo y eso es lo que existe, y en esa situación estaremos lidiando con otras contradicciones que surgirán cuando ya se hayan realizado las “4 Todas”, en ese momento se habrá aceptado tanto la idea del comunismo, que será algo de lo que la gente no hablará mucho. Eso es otra manera de abordar la cuestión de la extinción de la democracia. Así que ahí va algo más para reflexionar.
Mao era el que sistematizó el entendimiento de la necesidad de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado. Esto se basa en su análisis y síntesis de lo que he venido comentando sobre las contradicciones restantes que existen en la sociedad socialista — y, en un sentido más amplio, en un mundo al que durante mucho tiempo los imperialistas y otras clases explotadoras todavía dominarán, y en el que las relaciones explotadoras y opresivas seguirán siendo las relaciones dominantes. La formulación de Mao de la necesidad de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado incluye el reconocimiento de que, en las condiciones del socialismo, especialmente después de avanzar más allá de las primeras etapas tempranas, el peligro y las fuerzas para la restauración del capitalismo ya no se encuentran principalmente en la clase burguesa derrocada y sus representantes abiertos, sino en los elementos burgueses nuevamente emergentes, y de manera concentrada al interior del partido comunista mismo, especialmente entre sus altos dirigentes. Éstos son las personas que tienen un papel desproporcionado en determinar el rumbo de la sociedad. El mayor y más concentrado peligro de la restauración capitalista se encuentra entre las personas que están en el ápice de esta sociedad, por decirlo así — y sí, la sociedad aún tendrá un ápice, será una sociedad que aún se caracterizará por divisiones sociales y de clase, aún no se habrán realizado las “4 Todas”, de hecho todavía estará en marcha todo un proceso prolongado de transformación para realizar eso, no sólo dentro del país específico sino a escala mundial. Mao declaró: Se está haciendo la revolución socialista, sin embargo, no se comprende dónde está la burguesía. Está justamente dentro del partido comunista, subrayó, sobre todo entre los altos dirigentes.
Uno de los importantes discernimientos en relación con esto fue el reconocimiento de que diferentes fuerzas políticas, incluidas al interior del partido comunista, son representativas de diferentes relaciones de producción en la sociedad. No se trata de que los revisionistas —las personas que se dicen “comunistas” que en realidad están en el camino capitalista— sean capitalistas en el sentido crudo, o inmediatamente operativo, de que manejen una fábrica de acuerdo a principios capitalistas (aunque eso quizá ocurra). Pero la esencia de esto es que el punto de vista, método y enfoque de una persona, y las políticas que surgen de eso, representan —al menos objetivamente— relaciones de producción de un tipo u otro. Y durante la transición socialista, es posible ir por un camino u otro. Es posible adoptar un conjunto de relaciones de producción u otro; y, una vez más, la espontaneidad ejerce una fuerte presión para volver a las relaciones viejas, a las relaciones explotadoras y opresivas.
Todo eso fue un descubrimiento muy importante que hizo Mao, y en el nuevo comunismo se ha retomado esto, y se ha sistematizado más y utilizado como base para el mayor avance. Como se señala en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, la dictadura del proletariado no se refiere a la dictadura de proletarios individuales ni de unas personas que hablan en nombre del proletariado, sino que se define, en esencia, por su contenido y papel. La siguiente declaración del Preámbulo de esa Constitución expresa esto muy claramente:
la dictadura del proletariado…, en su carácter esencial y sus principios, estructuras, instituciones y procesos políticos básicos, debe expresar y servir a los intereses fundamentales del proletariado, una clase cuya explotación es el motor de la acumulación de riqueza capitalista y del funcionamiento de la sociedad capitalista y cuya emancipación de su condición explotada sólo se puede dar por medio de la revolución comunista, con su meta de abolir toda relación de explotación y opresión y de emancipar a toda la humanidad. En este sentido, los organismos gubernamentales y los procesos de este estado socialista a todos los niveles deben ser vehículos para el avance de la revolución comunista; y, como una dimensión clave de eso, deben proporcionar los medios a los anteriormente explotados y oprimidos en la vieja sociedad —los cuales en efecto estuvieron excluidos de ejercer el poder político y de gobernar la sociedad así como de las esferas de la actividad intelectual y de trabajar con las ideas en general— para que participen cada vez más en esas esferas, con el objetivo de transformar la sociedad continuamente en la dirección del comunismo44.
Ahora bien, en este caso, un anarquista diría que damos y quitamos —damos con una mano y quitamos con la otra— porque no se dice solamente que los anteriormente explotados y oprimidos en la vieja sociedad deben tener su derecho democrático de manejar la nueva sociedad. Se dice que tienen que tener el derecho de hacer eso —y de participar cada vez más en esas esferas de las cuales han estado excluidos, a fin de hacer eso— pero luego va un “otrosí”, el que en realidad es de máxima importancia: “con el objetivo de transformar la sociedad continuamente en la dirección del comunismo”. En otras palabras, esto tiene un propósito y una dirección. No se trata de alguna supuesta democracia pura sin contenido social — no puede existir nada por el estilo. Más bien, se da con cierto marco y con una definida dirección y propósito.
Eso está relacionado con algo muy importante que se enfatiza en EL NUEVO COMUNISMO: “Algo que es preciso entender firmemente acerca de esta Constitución para la Nueva República Socialista, en términos sumamente fundamentales, es que en esta Constitución se trata una contradicción muy profunda y muy difícil”. Nótese: “una contradicción muy profunda y muy difícil” — “la contradicción de que, por un lado, la humanidad sí de veras necesita la revolución y el comunismo; pero, por otro lado, no toda la humanidad quiere eso todo el tiempo, inclusive en la sociedad socialista”45. Y luego pasa a abundar sobre esto, a señalar la profunda importancia de que no se puede llegar al comunismo intimidando con fusiles a las masas de personas y diciéndoles, “Esto es para su propio bien, así que tienen que ir por este rumbo”, y luego obligarlas a participar a marchas forzadas sobre ese base. Por otro lado, cada vez que surja una presión espontánea para volver a la vieja sociedad, no se puede decir así no más: “Ah bueno, eso es lo que la gente quiere, así que emprendamos ese camino, y luego quizá veamos si de alguna manera podremos derrocar el sistema el cual acabamos de dejar que se restaurara, al que tardamos 50 años en derrocar en primer lugar”. No. No podemos hacer eso. Así que existen estos dos polos de lo que no podemos hacer, por decirlo así.
Lo que esta Constitución está haciendo es proporcionar los mecanismos institucionales para lidiar con esta profunda contradicción, a lo largo de toda la complejidad y la repetida agudeza de esto, al abrir espacio para mucho disentimiento, efervescencia, etc., pero además, al hacer que sea muy difícil restaurar el viejo sistema: disponer de esa posibilidad en el caso de que, en su inmensa mayoría, las masas ya no quieran el sistema socialista — pero, por otro lado, hacerlo de modo que únicamente en raras circunstancias se podría realizar eso.
Una vez más, quizá los anarquistas y distintos socialdemócratas y demás se pongan a reclamar que nosotros estamos dando gato por liebre — que fingimos ser democráticos, pero en realidad somos dictatoriales, de nuevo estamos dando con una mano y quitando con la otra. Pero, una vez más, el hecho es que no existe la democracia pura como tal, para todos, sin contenido social y de clase. Y, sí, tenemos el “atrevimiento”, y más al grano la ciencia, para decir que podemos determinar objetivamente cuáles son los intereses fundamentales de las masas de personas, y que vamos a dirigir a la sociedad en ese sentido, y sin embargo, no hacerlo de un modo que obligue a todos a avanzar a marchas forzadas hacia eso, sino al disponer de espacio para muchísima efervescencia, disentimiento y, como se dice en la Constitución, que las personas exploren en muchas direcciones diferentes, y luego trabajar —y aquí es donde entra lo que he llamado “ir al borde de ser descuartizado”— para “estrechar nuestros brazos alrededor de todo eso,” para dirigir todo eso, por un camino ancho, por medio de muchos caminos divergentes, hacia el objetivo de tener el comunismo, pero sin estrechar nuestros brazos alrededor de él de modo que se le exprima la vida. Esto va a lo que señala Ardea Skybreak en CIENCIA Y REVOLUCIÓN46 sobre la analogía de montar un caballo y no apretar las riendas con demasiada fuerza, por un lado, y por otro lado no apretarlas con tan poca fuerza que las cosas se vayan de las manos sin rumbo, y en última instancia (o quizás no tan en última instancia) las cosas se vuelvan al viejo camino.
Esto es un método clave que es una parte integral y recorre toda la Constitución para la Nueva República Socialista: cómo manejar esta contradicción entre lo que se puede determinar científicamente —sí, científicamente— que corresponda a los intereses fundamentales de las amplias masas de personas (los anteriormente oprimidos pero también, en última instancia, toda la humanidad) y por el otro lado, trabajar en torno a las contradicciones y resolverlas sin apretar demasiado las riendas o simplemente soltarlas y dejar que las cosas se vayan dondequiera que la espontaneidad las lleve, lo que volverá derechito al capitalismo.
En términos del papel del partido en el estado socialista, como se pone en claro en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, en esta visión y plano para una sociedad radicalmente nueva, el estado no es la extensión directa del partido y en efecto no es idéntico al partido — no es el “paradigma partido-estado” tal como lo describen varias tesis anticomunistas. El papel dirigente del partido en relación con este estado, y con la sociedad en general, no se puede reducir a que el partido ejerza un predominio organizativo en las diversas instituciones del estado ni se puede expresar principalmente en esos términos. Más bien, aunque hay específicas relaciones y mecanismos de organización que son manifestaciones del papel dirigente del partido, particularmente en relación con ciertas instituciones esenciales, tales como las fuerzas armadas, este papel dirigente se expresa más esencial y primordialmente en términos de influencia ideológica y política y de desarrollar la lucha para continuamente ganar a las masas de personas a las metas de la revolución comunista. Además, como se dice en el Preámbulo de esta Constitución:
Como ha demostrado la experiencia histórica, la sociedad socialista —durante un período bastante largo— contendrá y de hecho regenerará elementos de explotación, desigualdad social y opresión, heredados inevitablemente de la antigua sociedad, los cuales no es posible arrancar de raíz y abolir de golpe ni en el momento después del establecimiento del estado socialista. Es más, es probable que durante un período prolongado surjan los nuevos estados socialistas en una situación en que estarán cercados en un grado u otro por estados imperialistas y reaccionarios, los que continuarán ejerciendo una influencia y fuerza importante y hasta podrán gozar de una posición dominante en el mundo durante algún tiempo. Durante un tiempo largo, esos factores seguirán generando fuerzas en la misma sociedad socialista así como en las partes del mundo aún dominadas por el imperialismo y la reacción, los que intentarán derrocar cualquier estado socialista que exista y restaurar el capitalismo ahí. Además, la experiencia histórica demuestra que, debido a esas contradicciones, surgirán fuerzas al interior del mismo partido de vanguardia, incluso en sus niveles más altos, las cuales lucharán por las líneas y las políticas que de hecho conducirán a socavar el socialismo y restaurar el capitalismo. Todo eso recalca la importancia de continuar la revolución en la sociedad socialista y de hacerlo en el marco general de la lucha revolucionaria por todo el mundo y con la orientación internacionalista de darle prioridad fundamental al avance de esa lucha mundial hacia la realización del comunismo, lo cual sólo se podría alcanzar a escala mundial, y recalca la importancia de la lucha al interior del propio partido así como en la sociedad en general a fin de mantener y fortalecer el carácter y papel revolucionario del partido en concordancia con sus responsabilidades de actuar como el liderazgo de la revolución en marcha hacia el objetivo final del comunismo y derrotar las iniciativas de transformar al partido en su contrario, en un instrumento para la restauración de la vieja sociedad explotadora y opresora47.
Antes de concluir, quiero hablar del partido antes de la toma de poder — los problemas de mantener, bajo estas condiciones, su carácter y papel como una verdadera vanguardia de la revolución, de llevar a cabo los preparativos necesarios antes, y luego, con el desarrollo de las condiciones necesarios, llevar a cabo el derrocamiento de la dictadura de la clase (o clases) explotadoras, con el fin de establecer la dictadura del proletariado y llevar adelante la transformación de la sociedad hacia el objetivo final de realizar las “4 Todas” a nivel mundial.
Además de lo que ha mostrado la experiencia de la sociedad socialista, la experiencia también ha mostrado que bajo el dominio de las clases explotadoras —la dictadura de la burguesía en términos esenciales— y en particular cuando hay un período prolongado en que la burguesía sigue en el poder aún después de la formación de la vanguardia comunista revolucionaria, tal como ha ocurrido en general, la influencia del sistema existente en esas condiciones, no solamente dentro del país sino a nivel mundial, puede tener un importante efecto para deteriorar el partido que ha venido realizando esfuerzos encaminados a derrocar este sistema. Esto guarda una estrecha relación con por qué muchísimos partidos terminan saliéndose del camino revolucionario y o bien se disuelven en inutilices o bien se transforman en mezquinas sectas reformistas.
Así que esto es otro problema histórico con el que tenemos que bregar. En la historia reciente de Estados Unidos, han ocurrido lo que he llamado “estas décadas terribles”, cuando la burguesía no solamente ha estado en el poder, sino que el levantamiento revolucionario de los años sesenta y principios de los setenta fue suprimido, disipado y revertido a un grado importante. No es simplemente que la burguesía “se ha vengado”, para usar esa frase, de los países socialistas donde hayan existido y han aprovechado la restauración del capitalismo, en un país como China, para atacar y calumniar al comunismo. Pero además, han tratado de vengarse, en un sentido más amplio, de todos los levantamientos radicales positivos en Estados Unidos y en el mundo en general, durante ese período de los años sesenta y principios de los setenta. Y, con el viraje de las relaciones no solamente en Estados Unidos sino a nivel internacional y el retroceso del auge revolucionario y los sentimientos revolucionarios que caracterizaban ese período, como fenómeno de masas, hemos estado pagando desde ese entonces, en términos de las masas populares y lo que se les ha infligido, en Estados Unidos y por todo el mundo, hemos estado pagando en un sentido real porque en esos años, nosotros no logramos llevar a cabo un intento real de hacer una revolución para derrocar el sistema existente y hacer nacer un sistema radicalmente diferente y mejor. Hemos estado pagando por eso desde ese entonces, tanto las masas populares como las fuerzas de vanguardia de la revolución que se necesita.
Cuando digo “no logramos llevar a cabo”, no lo digo para que nos desquitemos de nosotros mismos. El movimiento que emergió de ese tiempo era un fenómeno muy positivo: contaba con corrientes revolucionarias muy positivas que se reflejaban en el pensar y los sentimientos de millones de personas en Estados Unidos en el momento álgido de ese auge; tenía fuerzas organizadas positivas, más que nada aquellas que llevaron a la formación del Partido Comunista Revolucionario. Pero la organización, e incluso el entendimiento, en ese entonces, eran muy primitivos. Ya para cuando posiblemente pudiera haberse desarrollado una situación revolucionaria —si una verdadera vanguardia hubiera emergido y hubiera trabajado para influenciar las condiciones hacia ese fin— no se hubiera cuajado una fuerza de vanguardia que contara con la base, en términos de enfoque científico y la línea y programa correspondientes, y con el desarrollo de los vínculos entre las masas de personas, que pudiera haber dirigido un esfuerzo real por hacer la revolución.
No quiero adoptar una posición determinista de decir: “Lo que se hizo en ese entonces fue lo único que se pudo haber logrado, y lo que ocurrió tenía que ocurrir — las cosas en el movimiento eran muy primitivos, así que no pudo haber una revolución”. La lección es: Tenemos que aprender de esa experiencia y trabajar activamente para acelerar mientras se aguarda, y no encontrarnos en una situación en que se desperdiciaría una oportunidad si se creara y cuando se creara. Eso es lo que quiere decir que estamos pagando por ese revés. No se trata de desquitarnos con nosotros mismos sino de reconocer los factores que representaban obstáculos reales a que siquiera se esforzara en serio por emprender una revolución, y las consecuencias de que eso no haya ocurrido. Y desde ese entonces, el funcionamiento y las influencias del sistema opresivo y de la clase dominante y su punto de vista han operado para influenciar a las personas que estaban esforzándose por conseguir un mundo radicalmente diferente, entre ellas las filas de aquellos que aún reclaman el estandarte de la revolución y del comunismo.
Por esto, había una necesidad profunda y apremiante de una Revolución Cultural al interior del Partido Comunista Revolucionario, y por eso llamé a hacerla y me he esforzado por dirigirla. Esta es una lucha que continúa, y hay una necesidad urgente de atraer e incorporar a muchas fuerzas nuevas para forjar más la fuerza de vanguardia para la revolución que se necesita, sobre la base del nuevo comunismo, para realmente llevar a cabo la estrategia para la revolución de la que he venido comentando.
Hay lecciones que hay que resumir más cabalmente sobre un partido de vanguardia y el peligro de que ese partido sea sacado del camino revolucionario, no solamente cuando ya esté en el poder sino también antes de que las cosas alcancen el momento de realmente emprender los esfuerzos por tomar el poder, de modo que cuando llegue el momento indicado cuando quizá sea posible trabajar para afectar las contradicciones objetivas para realmente hacer avanzar las cosas hacia una situación revolucionaria, ya ni siquiera se cuente con la fuerza de vanguardia para hacer eso. Esto es un problema objetivo. No creo que sea inherente al carácter del partido de vanguardia en sí. Más bien, son las contradicciones de la sociedad y mundo más amplios las que inciden muy significativamente en las filas de ese partido; y tiene que haber un reconocimiento, quizás más de lo que ha habido, al menos hasta hace poco, de las formas en que esto incide, en un sentido negativo, en el carácter de ese partido, al ejercer una fuerte presión hacia salirse del camino revolucionario. Más esencialmente, esto no es un problema “institucional” en que, casi inevitablemente, la existencia y las dinámicas de una institución organizada se conviertan en “algo en sí y de por sí”; pero puede darse el fenómeno de que, a partir de realmente abandonar el objetivo de la revolución, en vez que el partido sea un instrumento para hacer la revolución, la existencia y las dinámicas de mantener un partido más bien lleguen a sustituir al proceso de hacerla. Y en ese caso, una vez más, se plantea agudamente la pregunta decisiva: ¿A qué “recurre” un partido al enfrentar las dificultades de la situación objetiva? — una pregunta que se le plantea de manera concentrada al núcleo dirigente de tal partido. Por todas estas razones, es necesario enfatizar aún más el proceso de continuamente reponer y ampliar y fortalecer más las filas de la vanguardia revolucionaria al incorporar continuamente a nuevas personas, una vez más sobre la base del nuevo comunismo, así como continuar, de una u otra manera, las revoluciones culturales al interior de ese partido a fin de mantenerlo en el camino revolucionario, de mantenerlo trabajando sobre acelerar mientras se aguarda, llevando a cabo esos “tres a preparar”, trabajando sistemáticamente para hacer surgir, junto con el desarrollo del factor objetivo, la maduración de una situación revolucionaria, y sobre esa base aprovecharla, y hacer algo bueno con ella.
Me he referido muchas veces a la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, y hay varios principios y métodos importantes que están incorporados y se aplican en esa Constitución, así como en las observaciones sobre ella en EL NUEVO COMUNISMO. Por un lado, se trata de mantener firmemente la dictadura del proletariado en la forma en que he venido mencionando eso, y por otro lado, a su vez, aplicar, en las condiciones del socialismo y la dictadura del proletariado, una continuación del frente unido y, como principio esencial en la implementación de eso, aplicar correctamente el enfoque metodológico básico de “núcleo sólido con mucha elasticidad basada en el núcleo sólido”. Junto con eso, hay lo que se ha llamado el “concepto del paracaídas”: reconocer que, aunque las masas de personas lleguen a asumir la posición revolucionaria a la hora de una crisis revolucionaria aguda, eso no significa que todas ellas estarán con la revolución en cada punto del proceso prolongado de transformar la sociedad hacia el objetivo del comunismo, en última instancia a escala mundial.
En el pasado en el movimiento comunista, hubo una especie de suposición (explícita o tácita) de que, debido a que las personas están con la revolución en el momento de una crisis revolucionaria aguda en la vieja sociedad, una vez que hayan tenido la oportunidad de deshacerse del capitalismo, nunca quisieran volver a él — siempre estarán con la revolución, pase lo que pase. Pero es muy importante reconocer —y este reconocimiento está incorporado e institucionalizado en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte— que esto no siempre será cierto. Esto se debe a todas las contradicciones que queden que se transmiten a la sociedad socialista y las que ejercerán presiones sobre las personas para que regresen a la vieja sociedad, así como a la influencia del mundo más amplio el que, por algún tiempo, todavía seguirá dominado por las fuerzas imperialistas y otras fuerzas reaccionarias. Así que la analogía del paracaídas —el “concepto del paracaídas” por analogía— es que a la hora de una revolución total, las cosas tienden a “cerrarse”, las personas tienden a reunirse en torno a una vanguardia si éste tiene un programa que realmente pueda lidiar con lo que las masas de personas sienten fuertemente que hay que resolver en ese momento; pero eso no implica que todas ellas estarán con la revolución en una marcha de línea recta por todo el camino hacia el comunismo después de la toma del poder. Esto vuelve a lo que se enfatizó anteriormente en términos de la profunda contradicción con la que está lidiando la Constitución para la Nueva República Socialista — la contradicción entre el hecho de que el avance al comunismo corresponde a los intereses objetivos de las masas de la humanidad pero, incluso en una sociedad socialista, no todas las masas quieren eso, todo el tiempo.
Es muy importante captar este punto, en el caso de las personas que participan en una revolución y en particular en el caso de las personas que dirigen esa revolución. Para volver a la analogía acerca de montar a caballo, no reconocer que no todas las personas estarán marchando juntas con la revolución en una línea recta hacia el comunismo conducirá a un enfoque equivocado u otro, de apretar las riendas con demasiada fuerza o soltarlas demasiado — o cambiar del uno al otro.
Y el “concepto del paracaídas” tiene otro aspecto importante: Lenin hizo el análisis (el que se menciona en “Sobre la posibilidad de la revolución”) de que uno de los rasgos necesarios de una situación revolucionaria —en particular en un país imperialista como Estados Unidos— es que se revela que las personas a las cuales él hizo referencia como los amigos débiles, a medias e indecisos de la revolución, son ruines, que se muestra que los programas de los reformistas son incapaces de lidiar con lo que no solo un pequeño número de personas, sino muchos millones de masas de personas, consideran con urgencia que son los problemas que hay que resolver ya. Por esto, en gran parte, en esa situación, “el paracaídas se cierra” y las personas se reúnen alrededor del polo de la vanguardia organizada, de la revolución. Pero luego, aun cuando se supone que la revolución realmente triunfe, se desenvuelve un conjunto completamente nuevo de contradicciones, así como la reafirmación —a veces de maneras viejas, a veces de maneras nuevas— de contradicciones anteriormente importantes. Y luego, “el paracaídas se abre de nuevo”. Una vez más, el principio de “núcleo sólido con mucha elasticidad basada en el núcleo sólido” adquiere una importancia crucial.
También quiero mencionar brevemente la cuestión de la abundancia y la revolución. En la historia del movimiento comunista, ha habido una aguda lucha sobre lo que se llama la “teoría de las fuerzas productivas”, o sea, la idea de que para tener el socialismo, es necesario tener fuerzas productivas altamente desarrolladas, en particular una tecnología altamente desarrollada, y por lo tanto, una vez que se haya tomado el poder, la tarea central es desarrollar la economía a fin de fortalecer las bases para el socialismo. Esta teoría es lo que se impuso en China después de la muerte de Mao. Deng Xiaoping pregonaba un dicho tristemente célebre de que no importa si un gato es negro o blanco, con tal de que cace ratones — es decir, a quién le importa cuáles métodos usamos, siempre que desarrollemos la economía, podemos usar métodos capitalistas, porque si desarrollamos la economía, eso sentará la base material para el socialismo (esta quizás sea la “mejor interpretación” de lo que Deng Xiaoping pregonaba).
Lenin, cuando dirigía la revolución soviética, fue atacado rotundamente —una vez más por “empujar” las cosas— por “prematuramente” tomar el poder en una situación en la que las condiciones no se habían desarrollado al punto de poder construir el socialismo, según sus críticos. Él fue acusado, en términos políticos, de llevar a cabo un golpe de estado en lugar de una revolución real. Y, junto con eso, muchos socialdemócratas y otros lo criticaron porque insistieron en que no existían las condiciones para construir el socialismo en la Unión Soviética. Ésta era un país atrasado en los ámbitos tecnológico y económico. Recuerdo a alguien —a uno de estos veteranos del movimiento comunista de antaño (quizá Leibel Bergman a quien menciono en mi autobiografía From Ike to Mao and Beyond48)— contando una historia sobre una delegación de Alemania que fue a la Unión Soviética en la década de 1930 para ver cómo era el socialismo allá. Bueno, estaban pasando por las zonas rurales donde todavía había letrinas, y una de las personas de la delegación alemana (supuestamente un socialista o comunista) fue escuchada diciendo: “El socialismo se desperdicia con estas personas. Nosotros tenemos una economía mucho más avanzada”. Así que salía ese tipo de “crítica”, y Lenin respondió a esta línea de crítica diciendo (esto es algo que señalé en ¿Conquistar el mundo?): Usted dice que necesitamos cierto nivel de tecnología para el socialismo; bueno, ¿por qué no podemos tomar el poder primero y luego desarrollar la tecnología? “Espere, eso es terrible, eso es un golpe de estado, eso conducirá a horrores”, y así sucesivamente — de esa manera los socialdemócratas y los demócratas burgueses abiertas se apresuraron a atacar a Lenin.
Pero, no obstante los oportunistas socialdemócratas, los llamados comunistas alemanes, etc., opera aquí una contradicción real. Hay que desarrollar las fuerzas productivas. Existe una relación dialéctica entre eso y la transformación de las relaciones de producción. No vale simplemente “comunizar la pobreza”, tal como con frecuencia se expresa la acusación. Hacer eso no va a emancipar a la gente. No se puede transformar esas “4 Todas” sin llevar a cabo el desarrollo de la economía con una abundancia creciente. Si la cosa no va más allá del punto donde las masas de personas tienen que pasar la mayor parte de las horas del día trabajando muy intensamente en el trabajo físico para desarrollar la economía, no habrá manera de ir eliminando el antagonismo entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Cualquiera que se dedique a cualquier tipo de trabajo, y especialmente un empleo que implica hacer un trabajo físico intenso, sabe que al final del día estará agotado, si eso es lo que está haciendo durante todo el día. Y, siempre que haya grandes partes de la sociedad que tengan que participar en ese tipo de trabajo, eso tenderá a reproducir la división, con su carácter potencialmente antagónico, entre los que realizan este trabajo físico y los que trabajan en la esfera intelectual. Así que esto es un problema crítico: cómo manejar correctamente la relación dialéctica entre transformar las relaciones de producción y desarrollar las fuerzas productivas con tal de que haya una mayor base material para superar las “4 Todas”, incluida la división de trabajo desigual —y al menos potencialmente opresiva— en la sociedad, particularmente entre el trabajo intelectual y el trabajo físico.
Hay una importante discusión sobre este tema en EL NUEVO COMUNISMO, así como en Pájaros y cocodrilos: cómo manejar esto correctamente de modo que la revolución avance por medio de etapas, en el propio país socialista y en el contexto de la situación mundial más amplia — y en el transcurso de cada etapa de este proceso, realmente aumente el nivel de las fuerzas productivas y de la abundancia relativa, mientras que al mismo tiempo se reduzcan las diferencias entre las personas al mayor grado posible, sin sobrepasar lo que es posible dada la base material que exista en ese momento. Que ésta es otra contradicción aguda que hay que entender, y en primer lugar, hay que reconocerla, y luego hay que ponerse a trabajar en torno a ella con un enfoque materialista dialéctico, científico, lo que tiene que incluir reconocer que esto se está haciendo en un contexto en el que el país socialista no existe como una isla a solas, sino que existe en un mundo más grande con el que es necesario interactuar, lo que incluye en el ámbito económico. No puede tener una autosuficiencia económica absoluta, aunque sí es necesario contar, como un país socialista, con una economía estratégicamente autosuficiente. Así que éste es otro punto importante que se menciona en el libro EL NUEVO COMUNISMO y, más ampliamente, en el desarrollo de la nueva síntesis del comunismo.
Finalmente, tenemos la cuestión general de realmente estar en el camino hacia la emancipación real. He hablado mucho sobre la emancipación de la humanidad, y sobre este tema también se ha dado un avance adicional en el entendimiento y orientación comunista. Una vez más, volviendo a la polémica contra Ajith, se subraya:
Debajo de la aparente simplicidad de la repetida consigna de Avakian de ser “emancipadores de la humanidad” subyace una compleja, abarcadora, científica y profunda comprensión de la sociedad humana contemporánea y su desarrollo histórico, de la existencia de los antagonismos de clase así como su base material y reflejos ideológicos y políticos, y de la posibilidad y necesidad de trascender las divisiones de clase mediante la revolución comunista49.
En otras palabras, algunos quizá digan: “Emancipadores de la humanidad: ¿por qué tanta alharaca? Marx ya habló de eso. Esa consigna no implica ninguna nueva síntesis del comunismo”. Bueno, lo que se comenta de manera concentrada en esta sección de la polémica contra Ajith (de la Tercera parte, “Posición de clase y conciencia comunista”, donde se enfatiza que estas dos cosas no son idénticas) es una polémica contra la reificación, entre otras cosas. Se enfatiza que la posición de clase del proletariado (o, más ampliamente, la posición social de las masas oprimidas) no conduce automática y espontáneamente a la conciencia comunista. Todo esto está estrechamente relacionado con lo que se dice en el “Esbozo” sobre la nueva síntesis:
La epistemología y el partidismo. En la relación entre ser científico y ser partidario, lo principal es ser sistemáticamente científico, y es la base de ser, correcta y plenamente, partidario para con la revolución proletaria y su objetivo del comunismo50.
Esto se relaciona con todo lo que comentaba anteriormente con respecto a la cuestión fundamental y la línea divisoria entre actuar de manera científica y lidiar con la realidad tal como realmente es y el potencial en ella para la transformación en el camino hacia el comunismo, o tener una idea idealista con la intención de imponerla a la realidad, lo que llevará a errores serios y, en muchos casos, a desastres e incluso a horrores.
Entender por qué ser consecuentemente científico es la base para ser correcta y totalmente partidario de la revolución proletaria y su objetivo del comunismo guarda una estrecha relación con entender a fondo el significado de esa declaración de la polémica contra Ajith — de que muchísimo análisis científico integral y complejo está concentrado en el llamado a ser “emancipadores de la humanidad”. Y, a su vez, esto guarda una estrecha relación con lo que está concentrado en la declaración de que “Todo lo que es realmente verdad es bueno para el proletariado; toda verdad nos ayuda a llegar al comunismo”.
El objetivo de esta revolución no es vengarse e invertir las posiciones de oprimidos y opresores (“los últimos serán los primeros, y los primeros, últimos”). Aquí es muy relevante remitirnos a una declaración de Lenin quien dijo que todos aquellos que abordan la revolución con la orientación, “Ellos tuvieron su oportunidad, ahora me toca a mí” — todos los que abordan la revolución de esa manera lo hacen desde el punto de vista de la pequeña burguesía. Y no es necesario añadir que el enfoque de la pequeña burguesía no va a llevar a realizar las “4 Todas” y a emancipar a la humanidad. Aunque en ciertos momentos, el Lenin práctico/político interfirió con el Lenin filosófico, en el sentido mencionado anteriormente, esta es una declaración muy importante de Lenin, porque lo que él llama el punto de vista de la pequeña burguesía es una poderosa influencia espontánea, incluso a las personas que no están en la pequeña burguesía. Lo vemos una y otra vez — el objetivo se convierte en venganza, se convierte en algo que es menos que transformar toda la sociedad. Se convierte en, “conseguiré lo mío si puedo, o si no puedo, al menos puedo joder a otra persona”. Eso se manifiesta de manera muy pronunciada en esta sociedad, en particular en este momento, e incluso es posible que las luchas que están lidiando con muy reales y profundas contradicciones y relaciones de opresión sean desviadas de modo que adopten ese tipo de perspectiva y enfoque debido a la poderosa influencia de la espontaneidad y las relaciones que prevalecen en esta sociedad.
Esto vuelve a la realidad de que incluso los movimientos que se inician poniendo en la mira a ultrajes e injusticias muy importantes, y luchando contra ellos, únicamente pueden seguir yendo en la dirección en que necesitan ir, en última instancia —y todas estas fuerzas diferentes en la sociedad que se están oponiendo a varias formas de opresión únicamente pueden unirse de una manera duradera y progresiva— sobre la base de un enfoque comunista científico y lo que éste revela como la solución a los profundos problemas que la sociedad actual encarna e impone. Nunca será posible llegar a esa solución con la perspectiva de la pequeña burguesía. Lo que hace falta es —en un sentido no reificado, en el sentido comunista— la perspectiva del proletariado, la perspectiva y el enfoque que corresponden a los intereses fundamentales del proletariado, que quiere decir reconocer que solamente es posible emancipar a cualquier sector específico de los explotados y los oprimidos emancipando a toda la humanidad.
En contraste con las motivaciones y aspiraciones estrechas y mezquinas a tener cosas como la venganza y “a mí me toca sacar una tajada”, el objetivo de la revolución comunista es, como se enfatiza en EL NUEVO COMUNISMO, “llegar a un mundo diferente donde todos estos horrores para las masas populares ya no sucedan”51. El objetivo es emancipar a la humanidad — abolir toda explotación y opresión, y los antagonismos correspondientes entre los seres humanos, y remover el suelo del cual surjan, con la realización del comunismo, en todo el mundo.
Captar, sobre la base científica del comunismo —comenzando con el avance histórico hecho por Marx, y con el nuevo avance encarnado en la nueva síntesis del comunismo—, la necesidad y la posibilidad de esta revolución más radical en la historia de la humanidad: esto debería llevar a tener un compromiso apasionado de trabajar de forma activa e incansable para hacer de esto una realidad. Como subrayé en EL NUEVO COMUNISMO: “Ésa es nuestra responsabilidad para con las masas populares del mundo que están sufriendo tan terriblemente ― y, lo que lo hace mucho peor, están sufriendo tan innecesariamente”52.
1. Bob Avakian, La nueva síntesis del comunismo: Orientación, método y enfoque fundamentales, y elementos centrales — Un esbozo, verano de 2015. Disponible en revcom.us y en EL NUEVO COMUNISMO. [volver]
2. Bob Avakian, EL NUEVO COMUNISMO, La ciencia, la estrategia, la dirección para una revolución real y una sociedad radicalmente nueva (Editorial Aurora Roja, 2018). Distribuido en Estados Unidos por RCP Publications y revcom.us. [volver]
3. Bob Avakian, Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian (RCP Publications, 2011). [volver]
4. Carlos Marx, Teorías sobre la plusvalía (México: Fondo de Cultura Económica, 1980), p. 231, corregido. [volver]
5. Ibíd. [volver]
6. Bob Avakian, Hacer la revolución y emancipar a la humanidad
Primera parte: “Más allá del estrecho horizonte del derecho burgués”
Segunda parte: “Todo lo que hacemos tiene que ver con la revolución”
Un discurso de Bob Avakian, publicado por entregas en Revolución, a partir del 21 de octubre de 2007, números 105-120. Disponible en revcom.us. También se incluye en Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 2008. [volver]
7. David Brooks, “A Renaissance on the Right” [Un renacimiento de la derecha], New York Times, 13 de abril de 2018. [volver]
8. Bob Avakian, Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr? (Editorial Tadrui, 2015), p. 48. [volver]
9. Ibíd., corregido. [volver]
10. Adam Goodheart, 1861: The Civil War Awakening [1861: El despertar de la Guerra Civil] (Alfred A. Knopf, 2011). [volver]
11. Habla BA. ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS! Bob Avakian en vivo. Película de un discurso pronunciado en 2012. En inglés. Información y pedidos del juego de dvd de la película: revcom.us. [volver]
12. Edward Baptist, The Half Has Never Been Told: Slavery and the Making of American Capitalism [La mitad que nunca se ha dicho: La esclavitud y la construcción del capitalismo estadounidense] (Basic Books, 2014). [volver]
13. Bob Avakian, ¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE! En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista, Un mundo mejor ES posible. Película de un discurso pronunciado en 2017. Disponible en revcom.us y thebobavakianinstitute.org. Hay traducción al español en revcom.us. [volver]
14. Robert E. Rubin, “Philosophy Pays Off” [La filosofía da resultados], New York Times, 1º de mayo de 2018. [volver]
15. Robert E. Rubin, “‘America’s Bank’ by Roger Lowenstein” [“El banco de Estados Unidos” de Roger Lowenstein], New York Times Book Review, 25 de octubre de 2015. [volver]
16. Bob Avakian, “Sobre ‘acuerdos de principios’ y otros crímenes contra la humanidad”, Revolución #413, 13 de noviembre de 2015. Disponible en revcom.us. [volver]
17. Avakian, EL NUEVO COMUNISMO, p. 77. [volver]
18. Marx, Teorías sobre la plusvalía, Tomo III, pp. 230-231, corregido. [volver]
19. Ibíd., p. 231, corregido. [volver]
20. Partido Comunista Revolucionario, “Sobre la posibilidad de la revolución”, Revolución #102, 23 de septiembre de 2007. También se incluye en Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 2008. Disponible en revcom.us. [volver]
21. Carlos Marx, El Capital (México: Siglo XXI Editores, 2005), Tomo I, p. 807. [volver]
22. Ishak Baran y K.J.A., “Ajith — Un retrato del residuo del pasado” en Demarcations: Una revista de teoría y polémica comunista, #4, invierno de 2015, p. 59, corregido. Disponible en demarcations-journal.org y revcom.us. [volver]
23. Bob Avakian, Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte. De un discurso pronunciado en 2010. Disponible en revcom.us. [volver]
24. El Instituto Bob Avakian, Bob Avakian (BA) — La Biografía Oficial, 2017. Disponible en revcom.us. [volver]
25. Partido Comunista Revolucionario, “Seis Resoluciones del Comité Central del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos — 1º de enero de 2016”. Disponible en revcom.us. [volver]
26. Bob Avakian, ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional, revista Revolución, No. 50, enero de 1982. Disponible en revcom.us. [volver]
27. Bob Avakian, “Conversación de Bob Avakian con unos camaradas sobre epistemología: Sobre conocer y cambiar el mundo”, Obrero Revolucionario (ahora Revolución), #1262, 19 de diciembre de 2004, corregido. Disponible en revcom.us. La versión de este texto en inglés aparece en Bob Avakian, Observations on Art and Culture, Science and Philosophy [Observaciones sobre el arte y la cultura, la ciencia y la filosofía] (Chicago: Insight Press, 2005). [volver]
28. Bob Avakian, “Conversación de Bob Avakian con unos camaradas sobre epistemología: Sobre conocer y cambiar el mundo”. [volver]
29. Raymond Lotta, “Sobre la ‘fuerza impulsora de la anarquía’ y la dinámica del cambio — Un agudo debate y urgente polémica: La lucha por un mundo radicalmente diferente y la lucha por un enfoque científico de la realidad”, Demarcations: Una revista de teoría y polémica comunista, #3, invierno de 2014, p. 128. Disponible en demarcations-journal.org y revcom.us. [volver]
30. Ibíd. [volver]
31. Bob Avakian, “El problema, la solución y los retos ante nosotros”, un discurso pronunciado en el verano de 2017. La traducción al español fue posteada el 15 de noviembre de 2018 (Revolución #546) en revcom.us. Disponible en revcom.us. [volver]
32. Ardea Skybreak, De pasos primitivos y saltos futuros, Un ensayo sobre el surgimiento de los seres humanos, la fuente de la opresión de la mujer y el camino a la emancipación (Bogotá: Tadrui, 2003), corregido. [volver]
33. Bob Avakian, El comunismo y la democracia jeffersoniana (Chicago: RCP Publications, 2008), pp. 59-62 (inglés). Está disponible en inglés en revcom.us y thebobavakianinstitute.org, y en la forma de folleto (pedidos: RCP Publications/revcom.us). Hay pasajes en español en revcom.us. [volver]
34. Ibíd. [volver]
35. Partido Comunista Revolucionario, “Seis Resoluciones del Comité Central del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos — 1º de enero de 2016”. Disponible en revcom.us. [volver]
36. Comité Central del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, CÓMO PODEMOS GANAR — Cómo en concreto podemos hacer una revolución, Revolución #457, actualizado el 24 de septiembre de 2017. Disponible en revcom.us. [volver]
37. Bob Avakian, Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución. Película de un discurso pronunciado en 2018 en inglés. Disponible en revcom.us y thebobavakianinstitute.org. El texto en español está disponible en revcom.us. [volver]
38. Organización Comunista Revolucionaria, México (OCR), “¿Comunismo o nacionalismo?”, Demarcations: Una revista de teoría y polémica comunista, #4, invierno de 2015. Disponible en demarcations-journal.org y revcom.us. [volver]
39. Avakian, Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, Segunda parte: “Todo lo que hacemos tiene que ver con la revolución”, se inicia con los siguientes seis párrafos:
“El qué hacerismo enriquecido”
Acelerar mientras que se aguarda — no someterse a la necesidad
Ahora quiero hablar sobre el “qué hacerismo enriquecido” y su papel en forjar un movimiento revolucionario y comunista. Quiero empezar con un repaso de unos puntos importantes relacionados a la orientación y enfoque estratégico generales de “acelerar mientras que se aguarda” el desarrollo de una situación revolucionaria en un país como Estados Unidos.
Anteriormente, hablé del punto de vista y enfoque revisionista del “realismo determinista”*** que, entre otras cosas, implica un enfoque pasivo acerca de la realidad objetiva (o la necesidad objetiva), que ve el factor objetivo como algo puramente objetivo —y puramente “externo”, por así decirlo— y no capta la relación dialéctica viva entre los factores objetivo y subjetivo y la capacidad de éste (el factor subjetivo — las acciones conscientes de la gente) de afectar y transformar al primero (el factor objetivo — las condiciones objetivas). Mejor dicho, ese “realismo determinista” no capta la orientación esencial, y la posibilidad, de transformar la necesidad en libertad. No capta, por lo menos no capta plenamente, el aspecto contradictorio de toda la realidad, lo que incluye la necesidad ante la cual uno se encuentra en todo momento. Por lo tanto, una de las características esenciales del “realismo determinista” es que descarta como “voluntarismo” cualquier comprensión dialéctica de la relación entre los factores objetivo y subjetivo, y ve las cosas de una manera muy lineal, no diferenciada, esencialmente uniforme y sin contradicción, en vez de verlas de una manera viva y dinámica y en su movimiento y cambio.
Pero claro, es necesario no caer en el voluntarismo. Y hay muchas maneras diferentes mediante las cuales se puede expresar ese voluntarismo, que llevan a varios tipos de errores y desviaciones (por lo general “ultraizquierdistas”), por así decirlo —entre ellos en la forma de ceder a los impulsos infantiles o aventureristas—, todo lo cual también es muy dañino. Pero —particularmente en una situación prolongada o alargada en la cual las condiciones objetivas para la revolución (o sea, para la lucha total por tomar el poder) todavía no han surgido— sin lugar a dudas el mayor peligro, que esa situación objetiva refuerza, es ese tipo de realismo determinista que no capta correctamente la relación dialéctica entre los factores objetivo y subjetivo, y los ve como estáticos, no dialécticos e inalterables.
Es cierto que no podemos, solo por nuestra voluntad o aun nuestras acciones, transformar las condiciones objetivas de una manera cualitativa — en una situación revolucionaria. Eso no lo podemos hacer simplemente con nuestras acciones o nuestra respuesta a las condiciones objetivas mediante nuestra iniciativa consciente. Por otro lado, una vez más una frase de Lenin tiene aplicación importante en este caso. Con respecto a la aristocracia obrera —los sectores de la clase obrera en los países imperialistas sobornados, no en pequeño grado, con el botín de la explotación y saqueo imperialistas del mundo entero, y en particular de las colonias— Lenin dijo que nadie puede decir con certeza qué posición tomarán esos sectores “aburguesados” de la clase obrera en el momento de la revolución —cuáles estarán del lado de la revolución en el momento de la verdad y cuáles estarán del lado de la contrarrevolución—, nadie puede decir precisamente cómo se va a desenvolver todo eso, insistió Lenin. Al aplicar ese mismo principio, podemos decir que nadie puede decir precisamente lo que la iniciativa consciente de los revolucionarios podría ser capaz de producir, al repercutir en la situación objetiva en un momento dado — en parte porque nadie puede predecir todas las otras cosas que todas las diferentes fuerzas del mundo van a hacer. En un momento dado nadie puede entender todo eso. Podemos identificar tendencias y patrones, pero también existe el papel del accidente tanto como de la causalidad. También está el hecho de que aunque los cambios en lo que es lo objetivo para nosotros no se darán enteramente, y quizás ni siquiera principalmente, debido a nuestro “trabajo” para afectar las condiciones objetivas (en un sentido directo, uno a uno), sin embargo nuestro “trabajo” para afectarlas puede generar ciertos cambios dentro de un marco dado de condiciones objetivas y además —en conjunción con una “mezcla” y como parte de la misma, junto con muchos otros elementos, como las otras fuerzas que afectan la situación objetiva desde sus propios puntos de vista— eso podría, en ciertas circunstancias, ser parte de la combinación de factores que sí llevan a un cambio cualitativo. Y, repito, es importante recalcar que nadie puede saber exactamente cómo se desenvolverá todo eso.
La revolución no se hace por medio de “fórmulas” ni actuando de acuerdo a unas nociones e ideas preconcebidas estereotípicas — es un proceso mucho más vivo, rico y complejo que eso. Pero es una característica esencial del revisionismo (el falso comunismo que ha reemplazado a una orientación revolucionaria con una orientación gradualista y, en última instancia, reformista) decidir y declarar que hasta que intervenga una deus ex machina —un FACTOR EXTERNO parecido a un dios—, no puede haber ningún cambio esencial en las condiciones objetivas y que lo máximo que podemos hacer, en todo momento, es aceptar el marco dado y trabajar dentro de éste, en vez de (como lo hemos formulado muy correctamente) esforzarnos constantemente contra los límites del marco objetivo y procurar transformar las condiciones objetivas al máximo grado posible en todo momento, mientras nos mantenemos siempre tensos ante la posibilidad de que diferentes factores se combinen y produzcan (o creen la posibilidad de producir) una cualitativa y concreta ruptura o salto en la situación objetiva.
Así que esto es un punto básico de orientación en la aplicación del materialismo y la dialéctica al proceso de acelerar mientras que se aguarda el surgimiento de una situación revolucionaria. No se trata simplemente que, en un sentido moral abstracto, sea mejor acelerar y no solo aguardar —aunque, claro, sí lo es— pero esto tiene que ver con una concepción dinámica del movimiento y desarrollo de la realidad material y de la interpenetración de diferentes contradicciones y la verdad de que, como Lenin recalcó, todos los límites en la naturaleza y la sociedad, aunque sean reales, son condicionales y relativos, y no absolutos. (Mao también recalcó ese mismo principio básico al señalar que dado que la variedad de las cosas es inconmensurable y las cosas están interrelacionadas, lo que es universal en un contexto es particular en otro contexto). La aplicación de este principio al tema en cuestión subraya que solo en el sentido relativo, y no absoluto, las condiciones objetivas son “objetivas” para nosotros — lo son, pero no en el sentido absoluto. Y, además de eso, lo que es externo en una situación dada puede pasar a ser interno, como resultado del movimiento —y los cambios producidos por el movimiento— de las contradicciones. Por lo tanto, si uno ve las cosas de una manera lineal, por ende sólo va a ver las posibilidades que están directamente en frente — es como si uno se tiene puestas las anteojeras. Por otro lado, si uno ve las cosas con un enfoque correcto, dialéctico materialista, reconoce que pueden suceder muchas cosas no esperadas y siempre tiene que mantenerse tenso ante esas posibilidades mientras trabaja sistemáticamente por transformar la necesidad en libertad. Repito, ése es un punto básico de orientación.
***El “realismo determinista” es un tema en la Primera parte: “Más allá del estrecho horizonte del derecho burgués”, que se puede descargar en revcom.us, y en las entregas de la Primera parte, se halla en “El marxismo como ciencia — En oposición al materialismo mecánico, el idealismo y la religiosidad”, en Revolución #109, 18 de noviembre de 2007. [volver]
40. Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto). De la autoría de Bob Avakian y adoptada por el Comité Central del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, 2010 (Chicago: RCP Publications, 2010). También está disponible en revcom.us. [volver]
41. Ibíd., p. 6. [volver]
42. Avakian, Lo BAsico #1:22. [volver]
43. Bob Avakian, “A Scientific Approach to Maoism, A Scientific Approach to Science” [Un enfoque científico del maoísmo, un enfoque científico de la ciencia] en Observations on Art and Culture, Science and Philosophy. [volver]
44. Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), pp. 3-4. [volver]
45. Avakian, EL NUEVO COMUNISMO, p. 179. [volver]
46. Ardea Skybreak, CIENCIA Y REVOLUCIÓN: Sobre la importancia de la ciencia y la aplicación de la ciencia a la sociedad, la nueva síntesis del comunismo y la dirección de Bob Avakian, Una entrevista a Ardea Skybreak (Insight Press, 2015, en inglés). Disponible en español en revcom.us. [volver]
47. Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), pp. 6-7. [volver]
48. Bob Avakian, From Ike to Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist, Una autobiografía de Bob Avakian (Insight Press, 2005, en inglés). Hay pasajes en español en revcom.us. [volver]
49. Baran y K.J.A., “Ajith — Un retrato del residuo del pasado”, pp. 22-23, corregido. [volver]
50. Avakian, La nueva síntesis del comunismo: Orientación, método y enfoque fundamentales, y elementos centrales — Un esbozo. [volver]
51. Avakian, EL NUEVO COMUNISMO, p. 6. [volver]
52. Ibíd. [volver]