Revolución #188, 10 de enero de 2010
Trascripción revisada de una charla de Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, otoño de 2009
Contradicciones todavía por resolver, Fuerzas que impulsan la revolución
[Nota de la redacción: Lo siguiente es la quinta entrega del texto de una charla que dio Bob Avakian en el otoño de 2009, que se publica por entregas en Revolución. Las primeras cuatro entregas salieron en los números 184-187. Las entregas que han salido están en línea en revcom.us/avakian/driving/driving_toc-es.html]
La resistencia y la construcción de un movimiento para la revolución
Esto nos lleva a la cuestión del trabajo revolucionario con sentido. Esto se ha mencionado en trabajos anteriores, incluso en el más reciente “Cavilaciones y forcejeos”1, y quiero enfatizar algunos puntos básicos. La orientación general que está concentrada en el enunciado “Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución” es una parte clave de repolarizar las fuerzas de la sociedad y en particular, forjar esa fuerza que realmente puede ser el cimiento básico para la revolución.
No será posible alcanzar la polarización en nada parecido a la dimensión total que se requiere sin forjar una fuerza importante proveniente de esa base social. Por ejemplo, sin una fuerza importante de las masas básicas que se estén levantando en resistencia y que estén adoptando cada vez más una orientación comunista revolucionaria, no será posible ganar ampliamente, sobre la base correcta y necesaria, a la gente en general de las capas medias, incluidas las muchas personas que están horrorizadas por lo que representan esas fuerzas fascistas y que, además, en un grado importante están horrorizadas por muchos de los crímenes que este sistema realiza —sea la tortura, las guerras de agresión, la opresión de la mujer o el asesinato y la brutalidad policíaca y otras formas en que el pueblo negro, los pueblos autóctonos, los latinos y los inmigrantes están oprimidos bajo este sistema— pero que están paralizados en términos de actuar contra esto por las razones que anteriormente señalé.
Sin sonar crudo sobre esto, el hecho es que si bien nosotros tenemos que trabajar y ganar fuerzas entre esas capas medias realizando denuncias agudas y convincentes de este sistema y desarrollando políticas y programas que pueden dirigir a las personas a oponerse a estos ultrajes que detestan y luchando con ellas ideológicamente para avanzar en esta dirección, no será posible hacer eso ni siquiera a la escala que se requiere a menos que, para usar una metáfora —y déjeme subrayar que esto es una metáfora—, a menos que un fuego sea encendido en el sentido ideológico y político debajo de ellos forjando una fuerza de personas para quienes la idea de la agitación y el caos no les infunde alguna imagen pavorosa que quieran a toda costa evitar, sino algo que sea mucho más una parte de su vida diaria, aun cuando sea verdad que en el transcurso de oponerse a los crímenes de este sistema y construir un movimiento hacia la meta de la revolución, las personas enfrentarán el hecho de que la clase dominante buscará que paguen un precio aún más alto por levantarse que el precio del ajetreo cotidiano y la opresión cotidiana con que el sistema somete al pueblo. Continuando con la metáfora, será necesario y crucial encender tal “fuego” —uno que inspire ampliamente a las personas, incluidas aquellas de entre las capas medias, cuando vean que están poniéndose de pie aquellos que son mucho más oprimidos y explotados y que de hecho están luchando contra el poder y están transformándose a sí mismos y a otros hacia la meta de la revolución, como sucedió en una escala muy amplia, por ejemplo, en este país en los años 1960. Así que cuando uso la metáfora de encender un fuego, no es algo negativo sino algo abrumadoramente positivo.
Lo que tiene mucha relación con esto es el punto que se remarca muy audazmente en la declaración de nuestro partido — “La revolución que necesitamos… La dirección que tenemos”: “Los días en que este sistema simplemente puede seguir haciendo lo que le hace a la gente en este país y en todo el mundo... en que la gente no tiene la inspiración ni la organización para hacerle frente a estas barbaridades y acumular las fuerzas para poner fin a esta locura... esos días deben TERMINAR. Y esto SE PUEDE hacer”. Esta declaración también deja en claro que éste aún no es el momento y las condiciones aún no existen para ponerlo todo en juego para tomar el poder, pero “ahora SÍ ES el momento de estar TRABAJANDO PARA LA REVOLUCIÓN —de estar aumentando la resistencia mientras que se está forjando un movimiento para la revolución— a fin de prepararse para el momento en que SÍ SERÁ posible jugárselo todo para tomar el poder”.
Por tanto, quiero recalcar de nuevo la importancia de esta orientación general — de darle vida a esto, movilizar las masas populares en torno a la orientación de “Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución”. Pero a su vez, es necesario entender esto y abordarlo en el contexto del trabajo global de construir un movimiento para la revolución. Como hemos enfatizado continuamente y se enfatiza de nuevo en la citada declaración de nuestro partido, lo que se requiere no es sentarnos a esperar que de algún modo una revolución suceda “un buen día”, pero “acelerar mientras aguardamos” el desarrollo de una situación revolucionaria y el surgimiento de un pueblo revolucionario de millones y millones.
Todo esto se sintetiza en el enunciado “El quéhacerismo enriquecido”: partir de la orientación básica que Lenin recalcó en su obra clásica, ¿Qué hacer?, y desarrollarla y fortalecerla más; ahí recalca que el papel y la orientación de un comunista no es la de ser el secretario de un sindicato —en otras palabras, no es centrarse en la lucha para reformas en este sistema— sino actuar sobre la base del análisis (y darle vida a dicho análisis ante las masas populares) de que solamente a través de la abolición de este sistema y la creación de un sistema completamente nuevo es posible que lleguen a cristalizarse y a realizarse los intereses verdaderos y fundamentales de las masas populares. Como lo dijo Lenin, la meta de un comunista es ser un tribuno del pueblo.
De lo que se trata “El quéhacerismo enriquecido” es de denunciar clara y científicamente el sistema y revelar las causas y las razones de la opresión que sufren diferentes sectores de la población y los ultrajes que las masas populares detestan; mostrando de una manera viva cómo todo esto tiene sus raíces en el sistema capitalista imperialista y se origina en dicho sistema, el que perpetúa e impone esto todos los días en horrendas proporciones; ilustrando a través de la aplicación de un método materialista dialéctico científico, cómo diferentes sectores de la población tienden a responder a diferentes sucesos en la sociedad y en el mundo y cómo eso se relaciona a su posición en las relaciones sociales y de producción en general; planteando y explicando ante todos y luchando audazmente por nuestra orientación y convicciones comunistas revolucionarias; y movilizando a las personas, sí, para que luchen contra la opresión pero que lo hagan a partir de la base, orientación y objetivo de construir un movimiento para la revolución, hacia la meta de erradicar el sistema capitalista imperialista, crear un nuevo sistema socialista y continuar el avance, unidos con las personas que luchan a través del mundo hacia el objetivo final del comunismo; y plantear ante las masas no solamente los objetivos de la revolución y la estrategia básica para hacer la revolución como se plasma y se expresa en la línea y las políticas del partido, sino también los problemas de hacer la revolución, incorporando a un número creciente de masas en el proceso de forcejear y contribuir a resolver estas contradicciones hacia la revolución y el comunismo.
Se trata todo esto con mayor profundidad en el folleto, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, se presenta de una manera concentrada en la Constitución2 de nuestro partido y se trata en otras obras, así que no lo voy a tratar aquí en más detalle. Pero sí quiero recalcar la importancia de este entendimiento: por un lado, sin resistencia, sin luchar contra el poder, no será posible construir un movimiento revolucionario; por otro lado, si los comunistas no ven esa resistencia con la orientación de construir un movimiento para la revolución y la meta de abolir este sistema capitalista y crear una sociedad y un mundo radicalmente nuevo, esa resistencia quedará reducida al equivalente de estar en una rueda de andar que no conduce a ningún cambio fundamental y en poco tiempo la mayoría de las personas que participan se desmoralizarán, se volverán pasivas y aceptarán de nuevo su opresión y los ultrajes generales perpetrados por este sistema o se volverán unos contra otros en una rebatiña por obtener migajas, tal como hemos visto que el sistema logra hacer que las personas hagan una y otra vez.
Aunque otras personas con las que nos unimos en luchas particulares tendrán diferentes puntos de vista, tenemos que proceder en todo lo que hacemos con el entendimiento y desde el punto de vista que está concentrado en el enunciado: “Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución”.
Continuará.
1 “Cavilaciones y forcejeos: Sobre la importancia del materialismo marxista, el comunismo como una ciencia, el trabajo revolucionario con sentido y una vida con sentido”, una charla de Bob Avakian de comienzos de 2009, está en su totalidad en línea en revcom.us y salió por entregas en Revolución #163-67, 169, 171-75 y 177, del 1º de mayo de 2009 al 27 de septiembre de 2009. [regresa]
2 Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 1º de mayo de 2008. Constitución del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, RCP Publications, 2008. [regresa]