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Revolución #118, 3 de febrero de 2008

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HACER LA REVOLUCIÓN Y EMANCIPAR A LA HUMANIDAD
SEGUNDA PARTE: TODO LO QUE HACEMOS TIENE QUE VER CON LA REVOLUCIÓN (CONTINÚA)

El parasitismo aumentado y los “dos sectores anticuados”

De la Redacción: Lo que sigue es el sexto pasaje de la segunda parte de una charla que dio Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, el año pasado (2007). La charla ha sido revisada en preparación para su publicación y se han incluido notas al pie de página. Estos pasajes se publican en dos partes. La primera parte (en español e inglés) está en línea en revcom.us, tanto como la segunda parte en inglés. La primera parte ha salido en español como una serie de pasajes en la edición impresa del periódico Revolución (ver los números 105, 21 de octubre; 106, 28 de octubre; 107, 4 de noviembre; 108, 11 de noviembre; 109, 18 de noviembre; 110, 25 de noviembre; 111, 9 de diciembre; y 112, 16 de diciembre de 2007). Los pasajes de la segunda parte también se publicarán como serie en Revolución.

El parasitismo aumentado y los “dos sectores anticuados”

Quiero volver brevemente al problema del parasitismo aumentado de la sociedad estadounidense, que es una consecuencia de la posición y el papel del imperialismo estadounidense en el mundo, y a la dinámica, o dialéctica, de los “dos sectores históricamente anticuados”.1 Cuanto más el imperialismo estadounidense persiste en la campaña por un imperio indiscutible y apunta su fuego contra las fuerzas fundamentalistas islámicas —y cuanto más falta una erupción de oposición política masiva en Estados Unidos a esa campaña—, tanto más eso, a su vez, fortalece la tendencia fundamentalista islámica. Al mismo tiempo, cuanto más toda esa dinámica —en la que los “dos sectores históricamente anticuados” (el imperialismo y el yijadismo fundamentalista islámico) se refuerzan mutuamente, aunque al mismo tiempo se oponen— continúa y se fortalece, tanto más difícil será forjar otro camino: salirse de esa dinámica mortífera actual e impulsar y movilizar en torno a un polo positivo, opuesto a ambos “sectores anticuados”; movilizar a las masas populares de ambos lados de esa “gran línea divisoria” del mundo—entre los países imperialistas, sobre todo Estados Unidos, por un lado, y los países oprimidos del tercer mundo, con miles de millones de masas que viven en la pobreza y desesperación, por el otro.

Relacionado con esto, tenemos que luchar simultáneamente contra dos tendencias que representan (en palabras de Engels) “los polos opuestos de una misma mediocridad”. Por un lado, hay una línea —que tiene adeptos entre unas fuerzas “izquierdistas” de Estados Unidos y otras partes— que apoya a los fundamentalistas islámicos simplemente porque en cierta medida se oponen al imperialismo, y al imperialismo estadounidense en particular, sin examinar y sin siquiera preocuparse mucho del contenido de esa oposición y adónde llevarán la ideología y el programa del fundamentalismo islámico—los horrores que realmente representan. Esto destaca lo importante que es la polémica de Sunsara Taylor que publicó Revolución2 hace poco—una polémica contra la Organización Socialista Internacional y su oposición al análisis de los “dos sectores anticuados”, así como contra su línea economicista (y ridícula) de que la gente trabajadora de Estados Unidos no se beneficia del imperialismo—a lo cual tal vez la respuesta más significativa es, simplemente: “¿¡En qué mundo viven, carajo?!”.

Esa es una polémica importante, pero seguirá siendo necesario responder —diseccionar y refutar— este tipo de argumento (de la OSI y otros). En última instancia, representa una orientación derrotista hacia la posibilidad de oponerse al imperialismo por medio de movilizar a las masas sobre bases revolucionarias, y de limitar o relegar la lucha a la contienda entre estas dos fuerzas reaccionarias y anticuadas; viene a ser, o conduce a ser, animadores de uno u otro lado (y en el caso de los que tienen pretensiones “antiimperialistas”, a hacerlo en pro de quienes, como los yijadistas fundamentalistas islámicos, hasta cierto punto se oponen al imperialismo estadounidense, pero, repito, que lo hacen desde una posición reaccionaria e “históricamente anticuada”, tanto política como ideológicamente). Es una cosa cuando en el pasado, la posición y el papel de ciertas personas vino a ser, o se limitó, a simplemente jugar el papel de animadores de las fuerzas que luchaban contra el imperialismo estadounidense, pero esas fuerzas libraban lo que se podía considerar legítimamente una lucha revolucionaria (por ejemplo, la guerra popular de resistencia del pueblo vietnamita contra Estados Unidos). Pero es algo muy diferente si uno se vuelve animador de fuerzas cabalmente reaccionarias, con todos los horrores que ya han cometido y que cometerían en una escala mucho mayor si pudieran hacerlo.

Por otro lado, “el polo opuesto de una misma mediocridad” es la línea que, al fin y al cabo, Estados Unidos es mejor que los fundamentalistas islámicos—porque, según ese argumento, Estados Unidos es una democracia, a pesar de sus defectos. Además se dice que, después de todo, Estados Unidos es un país laico, aunque muchos admiten que hoy las fuerzas fundamentalistas cristianas en el país representan un reto serio a esto. Hace poco Revolución recibió una carta de un preso que defiende ese punto de vista convincentemente: a lo mínimo debemos apoyar la democracia en oposición a las fuerzas feudales u otros reaccionarios, como los fundamentalistas islámicos, que ni siquiera son democráticos; y debemos apoyar la difusión de la democracia, incluso si y donde ocurre por medio de la fuerza militar estadounidense. Por ejemplo, la carta dice que debemos apoyar la intervención de Estados Unidos en Darfur, porque eso sería mejor para la población ahí. Pero, en realidad, en un sentido fundamental, una incursión militar estadounidense —por no decir nada de una invasión y ocupación de envergadura, como ocurrió en Irak, o incluso como se ha dado en Afganistán— empeoraría la situación para las masas populares, con el tiempo, no solo en Darfur sino en el mundo entero. Fortalecería al imperialismo estadounidense y su capacidad de seguir imponiendo horrores a miles de millones de personas por todo el mundo—por medios militares y también por el “funcionamiento normal” de la explotación económica y opresión social del imperialismo, y las estructuras políticas con que las imponen. Pero para captar eso se necesita un punto de vista y un método científicos.

Más allá de la llamada “izquierda”, la línea de tomar partido con el “sector anticuado” imperialista tiene muchos más adeptos. Me refiero a gente que por lo general es “progresista” pero que no pertenece a ningún grupo de la “izquierda” organizado, así como en la sociedad en general. Y, por supuesto, la defienden ciertas personas que tienen una postura de ser partidarios de la ilustración y del pensamiento racional: a veces lo hace de una manera burda y muy agresiva gente como Christopher Hitchens, pero también lo hacen personas que tal vez son, o en cierto sentido parecen ser, más perspicaces y matizadas en su enfoque (por ejemplo, Sam Harris). Tanto Harris como Hitchens polemizan contra la religión en general, pero terminan diciendo que el fundamentalismo islámico es peor que el fundamentalismo cristiano—y en efecto ignoran, o tapan, el auténtico peligro que representa el fascismo cristiano.3

Estas son posiciones que vamos a tener que seguir abordando y refutando, y al hacerlo será muy importante presentar claramente la síntesis correcta en oposición a ambos “polos de mediocridad”. Es crucial captar a fondo el hecho de que apoyar a uno u otro de esos “dos sectores históricamente anticuados” (los sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida, y los sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista) acabará fortaleciendo a los dos—y fortaleciendo toda la dinámica en la que se refuerzan mutuamente al mismo tiempo que se oponen. Es sumamente importante captar a fondo, y permitir que cada vez más gente capte, esta dinámica—lo cual también permite entender por qué no sería bueno que Estados Unidos interviniera en Darfur u otros lugares.

Pero también es importante tener muy claro —y esto es algo que recalqué también en “Forjar otro camino”— que entre estos “dos sectores históricamente anticuados”, son los sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista, y el imperialismo estadounidense en particular, que por mucho ha hecho y está haciendo el mayor daño en el mundo y representa el mayor obstáculo al avance de la humanidad hacia un mundo radicalmente diferente y mucho mejor. Además de ser una verdad general, esto se plantea muy marcadamente hoy mismo. Así que ahora quisiera centrarme en este sector históricamente anticuado: el sistema imperialista, y el imperialismo estadounidense en particular.

Parasitismo, infantilismo, satisfacción instantánea y falta de moderación

Como un aspecto de esto, vale la pena reconfigurar y reconstruir algo del análisis del libro Consumed (Consumidos), de Benjamin R. Barber, el autor de la formulación “jihad vs. McMundo” (el título de un libro suyo). Aunque el punto de vista de Barber se limita al marco del capitalismo —y dice que no hay alternativa verdadera (ni deseable) al capitalismo, de una forma u otra— Consumed tiene, de todos modos, perspectivas importantes que hacen pensar. Como Barber dice, en esta etapa el capitalismo se encuentra ante la contradicción de que:

“La mayoría global todavía tiene necesidades naturales amplias y auténticas... Pero no cuenta con los medios para abordarlas, ya que está apartada por las disparidades del mercado global (‘la línea divisoria norte/sur’) de la inversión en capital y empleos que le permitiría ser consumidor. Eso es cierto no solo para el tercer mundo global, sino también para el creciente tercer mundo que existe en el primer mundo, los pobres que viven entre los ricos, expuestos a las tentaciones del mercado de consumidores pero sin los medios para participar en él...

“En esta época nueva, en la cual los necesitados carecen de ingresos y los platudos carecen de necesidades, la desigualdad radical simplemente se da por sentado”. (Consumed, pp. 9, 10)

Y un poco más adelante dice:

“El capitalismo está en crisis en ambos lados de la frontera norte/sur. En el norte, en una dinámica que describe de manera convincente William Greider, demasiados productos no rentables persiguen a muy pocos consumidores, a demasiados de los cuales hay que azuzarlos, empujarlos y engatusarlos para que consuman; mientras que en el sur, demasiadas necesidades urgentes pero no rentables persiguen al muy poco capital que existe y que está en manos de dueños desinteresados en quienes no tienen ingreso discrecional—por ejemplo, los habit antes pobres, crónicamente enfermos y profundamente necesitados de la África subsahariana”. (Consumed, p. 45. La paráfrasis que hace Barber de William Greider se refiere al libro de Greider One World, Ready or Not: The Manic Logic of Global Capitalism, Nueva York: Simon & Schuster, 1997)

El capitalismo, dice Barber, ahora tiene que crear necesidades artificiales entre quienes tienen ingreso disponible, y recurrir a la publicidad en gran escala y a la extensión muy elástica del crédito.

El análisis de Barber omite o tergiversa mucho, incluso mucho que es fundamental, como todo el fenómeno histórico de la “acumulación primitiva” del capital, de la que habló Marx con agudeza e ironía punzante4 —tanto como la naturaleza y el funcionamiento del capitalismo ahora en su etapa imperialista. Omite toda la historia de Estados Unidos, por ejemplo: la esclavitud; el uso y la extrema explotación de la mano de obra de los inmigrantes, oleada tras oleada; la expansión hacia el oeste por medio del robo a punta de fusil del territorio mexicano y de los amerindios, la reducción de México a una semicolonia de Estados Unidos y la conquista y reclusión en reservas de los pueblos indígenas por medio del genocidio. Y esto se ha extendido (es muy importante captar esto) a nivel internacional, con el crecimiento del parasitismo en la sociedad estadounidense, a través de una serie de espirales —durante dos guerras mundiales, y luego la resolución de la “guerra fría” y la globalización aumentada que esto desató—, que se combina hoy con la existencia de capas significativas de la sociedad, en el mismo Estados Unidos, que Barber describe como “el creciente tercer mundo que existe en el primer mundo”, con millones de inmigrantes, muchos de los cuales no tienen documentos, en los niveles más bajos del proletariado, y millones de proletarios y semiproletarios más en los centros urbanos, especialmente los negros y los latinos con altísimas tasas de desempleo, que es en gran medida permanente en cuanto a la economía formal y oficial.

Para ampliar algo sobre la extensión de esto a través de una serie de espirales, entre ellos dos guerras mundiales, en el comienzo de la charla “Por qué estamos en esta situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad de la revolución”5 se dice que no siempre era cierto que, en la “configuración” de la sociedad estadounidense, ha existido un “centro gordo”, que abarca los sectores más aburguesados de la clase trabajadora tanto como nuevas y viejas capas de la pequeña burguesía más clásica. Pero a través de una y luego otra guerra mundial en la primera mitad del siglo 20, y los avances (en el marco imperialista) que logró Estados Unidos por medio de esas guerras, la configuración en Estados Unidos cambió en consecuencia y el parasitismo aumentó. El proletariado más clásico se disminuyó en términos relativos, e incluso en términos absolutos, en cuanto al proletariado industrial, y los sectores más aburguesados de la clase trabajadora y las capas intermedias crecieron a través de cada uno de esos espirales asociados con las dos guerras mundiales. La explotación —incluso la forma más extrema de explotación “fordista”, es decir, la explotación que requiere mucha mano de obra— no se eliminó del sistema, ni siquiera en Estados Unidos, pero se hizo mucho más “internacionalizada”: a nivel internacional, se extendió más amplia y profundamente. Y esto, repito, es a la vez una expresión del parasitismo aumentado que caracteriza la propia sociedad estadounidense y algo que ha ido de la mano con él (en el caso de la clase dominante imperialista, ha sacado enormes ganancias de la explotación de miles de millones de personas por todo el mundo, en particular del tercer mundo, y en el caso de la población en general, ha disfrutado de los beneficios de ella, aunque de forma muy desigual). En cierto sentido, es como el verso del poema de Yeats (“The Second Coming”) acerca del “grillete que se extiende”. Ha sido un proceso de espirales en que, en Estados Unidos, la clase trabajadora, en su forma “clásica”, se ha disminuido y los sectores más “parasitados” han aumentado, mientras que por otro lado, en una escala mundial, cada vez más masas se encuentran atrapadas, de una u otra manera, en la red de explotación capitalista, con el crecimiento de la correspondiente pobreza, miseria y brutalización. Así que, una vez más, no es que el imperialismo de alguna manera ha abolido la explotación extremadamente intensa que lleva a la pobreza extrema; sino que cada vez más la ha “extendido” y la ha convertido en un fenómeno cada vez más internacional—y esto está íntimamente relacionado al parasitismo aumentado y los cambios en la “configuración” (social y de clase) en Estados Unidos mismo.

Así que, ahora, el extremo parasitismo de la sociedad estadounidense, y su relación con el resto del mundo, es algo con que tenemos que tratar—algo con que, por así decirlo, tenemos que lidiar. Pensaba en una muy buena manera de resumir esto—la manera en que grandes sectores de la población están apartados del trabajo físico, y del proceso de la producción, y al mismo tiempo muchos se permiten participar en el burdo consumo excesivo, hasta de la comida. Y se me ocurrió que lo que realmente capta esto son las competencias de comer perros calientes. [Risas] Son competencias de gente de los países imperialistas, hasta de Japón —¿cómo se llama, Kobayashi? — y la pregunta es: “¿volverá a ganar este año?”. [Risas] Pero resulta que hay un “gran” giro de los acontecimientos, y “un estadounidense captura el récord mundial, qué bueno”. Sesenta y dos perros calientes, en unos cuantos minutos. Piensen en lo  grotesco que es este fenómeno. Por un lado hay personas que se atiborran de perros calientes tan rápidamente como sea posible, para salir adelante en esta competencia perversa, mientras por otro lado la gran mayoría de la humanidad lucha simplemente para tener lo suficiente para comer, y muchos ni siquiera pueden hacerlo en las condiciones de dominación imperialista y las relaciones de explotación y opresión asociadas con ella—y sí, el extremo parasitismo en los países imperialistas, especialmente Estados Unidos.

Comparen este parasitismo, y los fenómenos que engendra, con lo que capta el subtítulo de un capítulo del libro de Mike Davis Planet of Slums (Planeta de ciudades-miseria). El subtítulo es “Vivir en la mierda”—y no es una metáfora sino una descripción literal de la situación de enormes cantidades de personas en las barriadas y ciudades miseria por todo el tercer mundo. Comparen esto con la falta de moderación despilfarradora de muchos (aunque, por supuesto, de ninguna manera todos) de los que viven en los países imperialistas.

Y, por supuesto, al lado de este parasitismo aumentado y, sí, falta de moderación, se promueve el individualismo extremo en Estados Unidos. Este siempre ha sido un país marcado por el individualismo pero ha llegado a nuevos extremos—o un nuevo nivel más bajo. Se ve en los anuncios publicitarios—venden una ideología tanto como unos productos, hasta en el nivel más sencillo. Examinemos por ejemplo el anuncio publicitario de un champú: te ayudará de esta u otra manera—y luego el remate: “Después de todo, yo lo merezco”. La actitud que promueven, una y otra vez, por estos medios, es el individualismo extremo, el ensimismamiento y la falta de moderación.

Y al lado de esto —es uno de los puntos que Barber subraya que tiene cierta validez e importancia— promueven mucha “infantilización” de la población. Aunque no queremos ni debemos rebajarnos al nivel anticientífico (y, de hecho, individualista) de la psicología burguesa, Barber tiene razón cuando dice que una de las líneas divisorias clave entre niños y adultos es la capacidad de diferir la satisfacción inmediata; y que, si quieren vender una amplia gama de productos, una de las mejores maneras de hacerlo es impedir o dar marcha atrás al salto que representa adquirir la capacidad de diferir la satisfacción—infantilizar a la gente hasta tal punto que se dedica a la búsqueda constante de cada vez más satisfacción inmediata. Por supuesto, hasta en un país imperialista depredador como Estados Unidos, esto no se puede realizar sin una extensión sin precedentes del crédito; y en este país enormes cantidades de personas llevan un tren de vida que no se pueden costear.

Muchas veces esto llega a extremos ridículos. En su libro Maxed Out (Endeudado al máximo), James D. Scurlock dice que tanto más deuda uno tiene, más crédito le darán, hasta cierto punto, mientras exprimen una tasa de interés que haría pasar vergüenza a un usurero. Por ejemplo, las compañías de tarjetas de crédito cobran una tasa de interés increíble. Pero, como dice Barber, por otro lado, dirigen sus anuncios publicitarios diseñados para adultos a los niños para que exijan cada vez más bienes de consumo (una variedad de juguetes, etc.), mientras buscan prolongar la infantilización de los adultos para que sigan adictos a la satisfacción instantánea. Así que la mentalidad de “yo quiero”, “yo necesito”, se reafirma continuamente. Aunque esta no es la dinámica fundamental, esto contiene parte de la verdad y tiene cierta importancia captarlo en sus expresiones y consecuencias sociales e ideológicas.

Todo esto es otra parte del terreno político e ideológico, por así decirlo, ante nosotros—con que tenemos que lidiar y que tenemos que transformar.

Un elemento clave de esto —otra dimensión de la manera en que los imperialistas enfocan el mundo— es que no solo crearon sino que mantienen pertinazmente las fuerzas armadas voluntarias. Mientras instan al resto de la sociedad a meterse en actividades como “expediciones patrióticas a las tiendas”, existe una institución, que por lo general atrae a sus miembros de las capas inferiores de la sociedad, cuya tarea es librar las guerras de que todo esto depende a fin de cuentas. Y se han esforzado conscientemente para mantener al resto de la sociedad protegida y aislada de eso. Mucha gente ha hecho comentarios sobre esto, y aunque no debemos exagerarlo y abordarlo unilateralmente, una observación que han hecho algunas personas contiene algo de la verdad: si vuelven a instituir la conscripción, la actitud de mucha gente cambiará en gran medida y muy rápidamente. Piensen en cuanta gente hoy dice: “Bueno, no me gusta lo que está pasando, pero ¿qué se puede hacer?” o “Fui a las protestas al comienzo de la guerra de Irak, pero no lograron nada, así que ahora simplemente voy a vivir”. Esto cambiará en gran medida —no debemos exagerar esto, pero es cierto que esto cambiará en gran medida— si la conscripción militar pende sobre muchos jóvenes (y sus familias). Y sería muy interesante ver si pendería sobre muchas jóvenes también, además de los jóvenes, en este momento. En el pasado, la conscripción fue un fenómeno solo para los hombres, pero sería muy interesante ver si lo podrían hacer ahora, y cuáles contradicciones se agudizarían, según lo que hagan (si aplican la conscripción tanto a las mujeres como a los hombres, o solo a los hombres).

Así que, además de las otras razones, esta es otra dimensión de por qué el gobierno de Bush en particular, y la clase dominante en general, se afierran tenazmente a las fuerzas armadas voluntarias. Es parte de todo un enfoque estratégico de tener una fuerza militar de alta tecnología, con tropas un poco más calificadas que en el pasado para usar esta tecnología, y de que este componente altamente tecnológico compensará (o será sustituto para) las grandes cantidades de soldados que tenían que reclutar en el pasado. Esto no es simplemente un enfoque militar. Es esto, pero también tiene una dimensión política de calcular muy conscientemente las consecuencias e implicaciones sociales de apartarse de una fuerza militar voluntaria y todo el sistema en que, por un lado, atrae a una pequeña sección de la sociedad a esta institución —que tiene valores y actitudes muy diferentes y una organización totalmente diferente del resto de la sociedad, para ser el brazo militar de este sistema— mientras el resto de la sociedad rebosa de individualismo extremo y hasta de infantilismo.

No todos, pero demasiados estadounidenses —especialmente los de las capas medias, aunque no solo ellos— en verdad han caído en ser infantiles, y se dejan distraer fácilmente por los juguetes. “¡Aquí a medianoche llegará el nuevo teléfono iPhone!”. Harán cola, y se pelearán entre sí para hacerlo, para comprar el nuevo iPhone, pero no pueden movilizarse contra la tortura y las guerras y todo lo demás que está haciendo su gobierno, en su nombre y ante sus propios ojos—realmente ni siquiera se esconde.

Bueno, es cierto que, especialmente en el período que precedió la invasión estadounidense de Irak, grandes cantidades de personas se movilizaron en oposición a esto y a la dirección en general en que estaba encaminado el gobierno de Bush. Y ha habido protestas, por supuesto, hasta protestas importantes, desde esa fecha. Pero la verdad es que, mientras que el gobierno de Bush ha dejado en claro que, a pesar de las grandes dificultades con que se ha tropezado en Irak, está resuelto a perseverar en el mismo curso, y hasta amenaza con intensificarlo, con un ataque a Irán —y los demócratas y la clase dominante en general han dejado en claro que aceptan todo esto, o por lo menos que no harán nada importante en oposición—, mientras que mucha gente sabe que esto está mal, que ha llevado a consecuencias horrorosas y que tiene el potencial de algo aun peor, una cantidad demasiada grande de esta gente se ha refugiado en la pasividad —y en lo que viene a ser la complicidad— con el pretexto de que tratar de parar esto parece ser una tarea de muy enormes proporciones y requiere demasiado sacrificio.

Moralmente esto es el equivalente de encontrarse con un hombre que golpea y viola a una mujer y no hacer todo lo posible para pararlo. Se puede gritarle “¡Basta ya!”. Pero luego, cuando se da la vuelta de manera amenazadora y responde “No, esto realmente tengo que hacerlo”, simplemente se va con el rabo entre las piernas y dice entre dientes, “Bueno, no sabía que estaba tan resuelto a hacer esto—y no quiero que me haga daño a mí”.

Y esta complicidad sucede mientras, como pone de manifiesto tan gráficamente el logotipo de El Mundo no Puede Esperar, el mundo se quema y se avecina amenazadoramente la posibilidad de una situación mucho peor.

Como señalé en la charla “Por qué estamos en esta situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad de la revolución”, este es todo un estilo de vida, y fundamentalmente todo un sistema, que requiere y provoca la guerra, de varios tipos. Si piensan en esto detalladamente, se puede ver por qué no se lo puede mantener sin librar la guerra continuamente de una u otra forma—directamente o por medio de sustitutos. Es todo un sistema, con el parasitismo extremo, que no se puede mantener de otra manera.

Como también he recalcado (en esta charla y otras obras), ese parasitismo va de la mano con la deuda en una escala enorme, y realmente no es posible sin ella —tanto la deuda personal de grandes capas de la población como la enorme deuda gubernamental—, con interconexiones entre estas dimensiones de la deuda y repercusiones, potencialmente mucho mayores, a nivel internacional tanto como en el país. Kevin Phillips habla de esto en el libro American Theocracy (Teocracia estadounidense); y James Scurlock, en Maxed Out (Endeudado al máximo), examina unos aspectos de esto también, como sus efectos en amplios sectores de la clase media. En un sentido la “infantilización” —“déjenme ser un niño y jugar con mis bienes”— se convierte en su contrario para muchísima gente. Tras romperse el encanto de las compañías “dot.com”, el nuevo problema ha sido el mercado de viviendas, que inflaron con muchos préstamos que atrajeron a los que en realidad no tenían con que comprar las casas que los vendían —préstamos de solo interés, hipotecas de tasa variable (o préstamos “subprime”), y así sucesivamente—, y de repente había que pagarlos. Este encanto se está rompiendo de muchas maneras, también, y esto afecta a mucha gente muy ampliamente —de la clase media y los sectores más empobrecidos— y tiene repercusiones en la economía de Estados Unidos y del mundo, en general.

Hoy las presiones de todo esto se están agudizando y tienen el potencial de exagerarse más. Por ejemplo, piensen otra vez en las muchas presiones que están pasando las fuerzas armadas voluntarias como consecuencia de lo que, para la clase dominante, ha vuelto la debacle en Irak. Piensen en el potencial de las presiones mucho mayores que pasarán a consecuencia de los planes imperialistas de los que Irak es una parte. Y piensen en las consecuencias potenciales de todo esto en el fenómeno del parasitismo, si no logran mantener la estabilidad con las fuerzas armadas voluntarias.

Si examinamos y pensamos en todo esto en relación con este fenómeno del parasitismo aumentado, y todo lo que va de la mano con él, podemos captar otra dimensión más de lo importante que es para la clase dominante promover el fascismo cristiano y por qué un sector poderoso de la clase dominante apoya a las fuerzas fascistas cristianas que desempeñan un papel tan prominente en la sociedad estadounidense hoy. Esto es muy importante—como una fuerza de cohesión en general, y en particular como núcleo de apoyo al sistema imperialista y todo el curso en que lo ha encaminado el gobierno de Bush.

Hace varios años señalamos (en “La verdad sobre la conspiración derechista... y por qué Clinton y los demócratas no son la respuesta”) que si bien gran parte de este individualismo extremo, parasitismo aumentado y consumismo incesante causa auténticos problemas y encarna auténticos obstáculos desde la perspectiva de nuestros objetivos revolucionarios, también plantea problemas significativos para la clase dominante, aunque los promueve también. Por varias razones y motivaciones, una de las cuales sin duda alguna son las manifestaciones extremas del individualismo, en amplios sectores de la sociedad estadounidense la idea de sacrificarse por el sistema imperialista no tiene muchos adeptos. Eso entraña una contradicción aguda—no solo para nosotros, desde nuestra perspectiva, sino también para los imperialistas, desde la perspectiva y con relación a su objetivo de establecer un imperio indiscutible e indisputable. “La verdad sobre la conspiración derechista” tiene citas del Manifiesto comunista acerca de que el capitalismo ha reducido todo al cruel pago al contado y ha eliminado el sentimentalismo y fervor religioso, etc., de la explotación; pero también dice que existe un sector de la clase dominante hoy que quiere reinvertir en este cruel pago al contado el sentimentalismo y fervor religioso, porque teme que no puede mantenerlo todo bajo su control si no lo hace. Vale la pena citar lo que dice “La verdad sobre la conspiración derechista” extensamente:

“Lo que Marx escribió hace 150 años en el Manifiesto comunista acerca de las relaciones de producción burguesas desenfrenadas viene muy al grano, sobre todo en lo que se refiere a ciertos sectores de la población estadounidense en el mundo del capitalismo ‘post-guerra fría’. El siguiente pasaje del Manifiesto es muy contundente: ‘Dondequiera que ha conquistado el poder, la burguesía... ha desgarrado sin piedad [las relaciones feudales] para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel ‘pago al contado’. Ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio... En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal’. Aquí se encierra una gran ironía: el ‘triunfo’ y el ‘triunfalismo’ del capitalismo hoy por hoy han producido ciertos efectos y sentimientos que tienden a socavar la voluntad de sacrificarse por ‘dios y la patria’, es decir, por los intereses y exigencias del imperio yanqui, dentro del país y a nivel internacional. Por eso, los ‘conservadores’, principalmente la derecha cristiana, buscan reavivar e imponer precisamente ‘el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués’; es decir, resucitar una situación en la cual impere una explotación mundial más brutal que nunca, pero ‘velada por ilusiones religiosas y políticas’”. (Bob Avakian, “La verdad sobre la conspiración derechista... y por qué Clinton y los demócratas no son la respuesta”, Obrero Revolucionario (hoy Revolución), 17 de octubre de 2004; el Obrero Revolucionario lo publicó en el otoño de 1998; está en revcom.us)

Esto destaca lo importante que es para la clase dominante tener un movimiento fundamentalista religioso —un movimiento fascista cristiano— que dice que Estados Unidos debe tener, y tiene que tener, una relación especial con dios y tiene que imponer su “misión decreta por dios” al mundo, a punta de fusil (o por medio de sus fuerzas armadas de alta tecnología). Además, explica (y “ubica”) la propugnación muy ferviente de parte de un sector de la clase dominante de esa orientación y ese programa fascista cristianos como una fuerza de cohesión, en el contexto de la campaña de guerra y represión en que está encaminado el gobierno de Bush.

Lo que es muy importante, existen dos fuerzas e instituciones principales en Estados Unidos hoy que, en oposición al individualismo desenfrenado que caracteriza a la sociedad en general, encarnan un polo opuesto. Es decir, existen dos fuerzas e instituciones principales que representan los intereses de la clase dominante y encarnan un polo opuesto al individualismo extremo de esa manera—un polo opuesto de colectivismo reaccionario con una orientación fascista y una jerarquía extrema. ¿Cuáles son esas dos instituciones? Las iglesias fascistas cristianas y las fuerzas armadas. He aquí otra base de un fuerte entrelazamiento de estas dos instituciones y de la gran influencia que ejercen los fascistas cristianos en particular en los oficiales de las fuerzas armadas estadounidenses.

Todo esto es una expresión de las varias dimensiones —y los aspectos contradictorios— de “vivir en la casa de Tony Soprano”6 (que es otra manera de hablar del parasitismo y privilegio que existen para sectores grandes de la población que vive en la potencia imperialista número uno del mundo, la única superpotencia del mundo). Y esto se relaciona con la necesidad urgente de hacer romper con esto —de forjar otro camino— y de dar un papel central, como los cimientos de esto, a los que menos interés tienen en “vivir en la casa de Tony Soprano”, aunque también es necesario hacer trabajo político (e ideológico) en diferentes sectores del pueblo, entre los que se encuentran más enredados en este exceso parasítico, consumismo, individualismo y, sí, infantilismo. En todo momento tenemos que mirar más allá de la situación inmediata, y ver la perspectiva de más largo plazo y los motivos y dinámica más profundos.

Esta serie continuará en el próximo número de Revolución.


1 Nota del autor: Con respecto al parasitismo aumentado y los “dos sectores anticuados”, además de mi charla “Forjar otro camino”,entre otras las siguientes obras son “fuentes de información” valiosas: Planet of Slums, de Mike Davis (Verso Publishers, 2006), en español “Planeta de ciudades-miseria”, en New Left Review 26; AMERICAN THEOCRACY, The Peril and Politics of Radical Religion, Oil, and Borrowed Money in the 21st Century, de Kevin Phillips (Viking/Penguin Group, 2006); Consumed, How Markets Corrupt Children, Infantilize Adults, and Swallow Citizens Whole, de Benjamin R. Barber (W.W. Norton & Company, 2007); MAXED OUT, Hard Times, Easy Credit, and The Era of Predatory Lenders, de James D. Scurlock (Scribner, 2007); y TARGET IRAN, The Truth About the White House’s Plans for Regime Change, de Scott Ritter (Nation Books, 2007). “Forjar otro camino” está en el portal revcom.us; Revolución la publicó como serie en el 2007, en los números 83, 25 de marzo; 85, 22 de abril; 86, 29 de abril; 87, 6 de mayo; 88, 13 de mayo; 89, 20 de mayo; 90, 27 de mayo; 91, 10 de junio; 92, 17 de junio; 93, 24 de junio; 94, 1º de julio; 95, 15 de julio; 96, 22 de julio; 97, 29 de julio; 98, 19 de agosto; 99, 26 de agosto; y 100, 9 de septiembre.[regresa]

2 “El imperialismo estadounidense, el fundamentalismo islámico... y la necesidad de otro camino”, en el #92, 17 de junio de 2007.[regresa]

3 Bob Avakian habla más sobre este fenómeno —y refuta el argumento de gente como Harris y Hitchens— en “El fundamentalismo religioso, el imperialismo y ‘la guerra contra el terror’” y “¿Por qué está creciendo el fundamentalismo religioso en el mundo actual—y cuál es la verdadera alternativa?”, que son pasajes de un libro que publicará Insight Press en la primavera del 2008, titulado AWAY WITH ALL GODS! Unchaining the Mind and Radically Changing the World. Los pasajes salieron en Revolución #103, 7 de octubre de 2007, y #104, 14 de octubre de 2007.[regresa]

4 Por ejemplo, lo siguiente de Marx:
“El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista”. (Carlos Marx, Capital, tomo I, p. 638)[regresa]

5 “Why We’re In the Situation We’re in Today…And What To Do About It: A Thoroughly Rotten System and the Need for Revolution” (Por qué estamos en esta situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad de la revolución) es una de las 7 Charlas que dio Bob Avakian en el 2006, que están en los portales revcom.us/avakian y BobAvakian.net (en inglés).[regresa]

6 Bob Avakian habla de “vivir en la casa de Tony Soprano” en “Forjar otro camino”, que está en el portal revcom.us y que Revolución publicó como serie. El pasaje que habla de “vivir en la casa de Tony Soprano” está en Revolución #87, 6 de mayo de 2007.[regresa]


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