Trump restituye una orden antiaborto global y la hace un arma aún más mortífera contra las mujeres

28 de enero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Una de las principales facetas del programa fascista de Trump y Pence es una gran intensificación de los ataques contra las mujeres, y en particular el derecho al aborto. El lunes, Trump tomó el primer paso oficial del régimen en esta guerra contra las mujeres mediante la firmar una orden ejecutiva que restituyó una medida anti-aborto con efecto global. La medida —conocida como la “política de la Ciudad de México” (porque se implementó inicialmente bajo Reagan en una conferencia de la ONU en 1984 en esa ciudad)— le priva fondos y asistencia técnica estadounidenses para la planificación familiar a organizaciones no gubernamentales (ONGs) extranjeras que hacen o “promuevan” el aborto — las que incluyen clínicas, hospitales privados y organizaciones de salud reproductiva y planificación familiar.

Esta política también se conoce como la “ley mordaza global” porque prohíbe que las ONGs que reciben fondos estadounidenses hasta mencionar el aborto como una opción o remitir a las mujeres a un proveedor de aborto. Y la regla también prohíbe que esos grupos aboguen por un mayor acceso en general al aborto en esos países.

Cuando la ley de la mordaza global entró en vigor por primera vez, ya existía una prohibición del uso de la ayuda externa estadounidense para abortos, y esta prohibición continúa. Lo que hace la ley de mordaza global es expandir los dictámenes contra el aborto para que Estados Unidos controle cómo las ONG utilizan sus propios fondos recaudados de fuentes distintas a la ayuda estadounidense. Obligó a muchas organizaciones de salud pública y planificación familiar, especialmente en los países pobres, que dependen en gran medida de la ayuda exterior, a hacer una elección: dejar de hacer o siquiera abogar por el aborto, que es crucial para la salud de la mujer y para su vida en general — o siguen ofreciendo este servicio vital y pierden importantes fondos que apoyan sus otros servicios médicos importantes.

Pero lo que empieza dejarse claro es que Trump no solo restituye la ley de mordaza de antes, y la anterior fue bastante mala. La orden ejecutiva de Trump en realidad la lleva en una dirección cualitativamente peor. En un artículo en línea del 25 de enero para The New Yorker, la escritora Margaret Talbot escribió:

La versión de Trump es una radicalmente ampliada, como los periodistas han empezado a darse cuenta. En el pasado, O.N.G.s tenían que aceptar las condiciones establecidas en la Política de la Ciudad de México para recibir fondos de dos fuentes estipuladas: U.S.A.I.D y, después de 2003, el Departamento de Estado de Estados Unidos. Pero la versión de Trump extiende este requisito a la ayuda global provista por todos los departamentos y organismos gubernamentales estadounidenses. Esto es tanto muy amplio como, en la manera trumpista, muy confundido para aquellos que tratan de hacer su trabajo en el gobierno federal. Potencialmente podría afectar una enorme gama de actividades de salud en que el gobierno estadounidense participa alrededor del mundo, entre ellas el trabajo para combatir el V.I.H. y muchas otras enfermedades contagiosas, y promover la nutrición de madres y niños. En 2003, cuando George W. Bush amplió la ley para incluir la ayuda del Departamento de Estado, se aseguró de hacer exentos los programas globales de V.I.H/SIDA. Pero según la versión de Trump nada está exento. “Los organismos gubernamentales todavía tratan de averiguar lo que esto quiere decir”, me dijo Sneha Barot, un analista de política con el Instituto Guttmacher. “No se ha emitido ninguna guía oficial. Pero no es la ley de mordaza global que conocemos. Es una política completamente nueva”.

Bajo el presidente Reagan y de nuevo bajo los dos Bush, la ley de mordaza global tenía consecuencias concretas, a menudo mortíferas, para las mujeres. Grupos como Population Action International (PAI) [Acción de población internacional] han documentado que resultó en que más mujeres en países pobres tenían embarazos no deseados o que morían de abortos inseguros. Mundialmente 68.000 mujeres mueren cada año de complicaciones que resultaron de tratar de terminar un embarazo de modo inseguro — usando materias como la trementina o el blanqueador, o golpes en la barriga, o procedimientos no estériles realizados por practicantes incompetentes. El clausurar a las clínicas de salud o disminuir sus servicios restringió o bloqueó el acceso de la gente a los contraceptivos y la asistencia sanitaria para una amplia gama de problemas desde la malaria hasta el VIH/SIDA.

Obama derogó la política de la Ciudad de México con una orden ejecutiva al comienzo de su primer mandato. Trump ha restaurado la ley de mordaza global, lo que tendrá consecuencias devastadoras para las mujeres de todo el mundo. En una declaración sobre la orden ejecutiva de Trump, PAI dijo:

La ley de mordaza global de Trump no sólo restringirá severamente el acceso al aborto legal, sino que también tendrá un efecto más insidioso y dañino sobre la salud de la mujer en general. Los proveedores de servicios de salud se verán obligados a recortar los servicios, aumentar los costos del servicio e incluso cerrar clínicas como resultado de graves recortes en la financiación. Hay 225 millones de mujeres en los países en desarrollo que quieren evitar el embarazo pero no están usando los contraceptivos modernos, pero esta política pondrá el control de la natalidad aún más lejos de su alcance....

 “La Ley de Mordaza Global de Trump obstruirá y destruirá el trabajo de los proveedores de atención médica que a menudo son la principal —a veces la única— fuente de atención de salud reproductiva de las mujeres y su punto de entrada para recibir una amplia gama de servicios de atención médica primaria”, dijo Suzanne Ehlers, presidenta y directora ejecutiva de PAI. “Para hablar claro, esta política es un ataque a la autonomía corporal y la libertad de las mujeres, y veremos un aumento en los embarazos no deseados y abortos inseguros como resultado”.

El artículo de Talbot para The New Yorker da un ejemplo de cómo la ley de mordaza de Trump afectará a las mujeres alrededor del mundo:

Hablé con Banchi Dessalegn, directora de operaciones de Marie Stopes International en Etiopía. “Setenta porcentajes de las mujeres que servimos con nuestros dólares del gobierno estadounidense son mujeres sin educación alguna; nunca han asistido a una escuela”, me dijo. Estas mujeres viven in áreas rurales remotas, sobreviven de la agricultura de subsistencia, y dar a luz, por término medio, a seis o siete niños cada una. Los fondos que U.S.A.I.D. ha proporcionado a la organización de Dessalegn le permitieron a su personal a viajar a estas aldeas —“seis o siete horas en cada sentido, caminos polvorientos, chozas”— y convocar reuniones de hombres y de mujeres en las que ofrecían información sobre donde obtener y cómo usar la contracepción; el O.G.N. proveyó también ligaduras de trompas y vasectomías para los que las querían. Etiopía tiene una alta tasa de mortalidad maternal —420 de cada 100.000 mujeres mueren como resultado de complicaciones relacionadas con el embarazo como las hemorragias y la sepsis— y cuantos más hijos ya tenga una mujer, más probable es que muera durante el parto. Dessalegn sentía que ella y sus colegas hacían mucho para cambiar eso. “Tenemos miedo de que eso sea comprometido ahora”, dijo.

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Aunque Trump restaura una política republicana anterior contra el aborto que los demócratas habían cancelado, esto no es simplemente una “oscilación del péndulo”. Como hemos señalado en relación a los eventos de los últimos días, “el régimen de Trump y Pence dejó escalofriantemente claro su determinación de reordenar radical y rápidamente la forma actual del dominio político en Estados Unidos en la forma del fascismo” (de “Hay vidas en juego… ¿Qué lado ganará? Los primeros días de Trump: La mano dura del fascismo y la chispa de la resistencia”).

Con la orden ejecutiva sobre la política de la Ciudad de México, Trump dispara el primer tiro en un elemento importante de este reordenamiento fascista del gobierno político, la revocación de la decisión de la Corte Suprema Roe contra Wade que despenalizó el aborto. Es un grito de guerra para las fuerzas combativas fascistas cristianas que quieren que Roe contra Wade, en palabras del vicepresidente de Trump, Mike Pence, sea “relegado al basurero de la historia”.

No se trata de la salud de las mujeres o de “proteger la vida” o ninguna otra mentira que utilizan como justificación los fanáticos anti-aborto. El verdadero objetivo es intensificar enormemente el control patriarcal sobre la mujer —hacer de la mujer nada más que una incubadora y juguete sexual para el hombre— bajo el letrero de “hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza”.

Es una horrible visión y programa que el régimen fascista está apurándose a implementar por la fuerza — y hay que detenerlo con una masiva resistencia, actuando en aras de la humanidad.

 

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