Caso #15: Chicago: 1919: El motín racista y la resistencia justa
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Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver “3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor“).
En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
EL CRIMEN:
27 de julio de 1919: por el atardecer de un caluroso día de Chicago, un adolescente negro llamado Eugene Williams y algunos amigos se metieron, desde una playa no oficial “de color” en la calle 29, al lago Michigan para refrescarse y divertirse... un simple acto de los que a menudo han llevado a la muerte de la juventud negra, desde ese momento y hasta el presente.
Los jóvenes flotaban espontáneamente a través de la línea invisible hasta el área “blanca” adyacente. Aquí va la descripción del Chicago Daily Tribune notoriamente anti-negro de lo que sucedió en ese momento1:
Se oyeron gruñidos de protesta de los blancos y pronto una ráfaga de rocas y piedras iba en su dirección. Una piedra, que se dice que fue lanzada por George Stauber de la 2904 de la avenida Cottage Grove, le dio al muchacho [Williams], y éste se tambaleó al agua.
Los hombres de color que estaban presentes intentaron ir a su rescate, pero los blancos los impidieron, se dice. Se dice que hombres y mujeres de color le pidieron que el policía Dan Callahan de la delegación Cottage Grove arrestara a Stauber, pero se dice que éste se negó a hacerlo.
Este asesinato descarado por blancos racistas respaldados por la policía prendió un choque inmediato entre los negros y los blancos en las comunidades adyacentes a la playa, que se extendió como un incendio descontrolado a lo largo de gran parte de la ciudad.
Hay varias versiones de lo que pasó, pero no hay duda de que manadas de racistas jóvenes, soldados y marineros y otros racistas blancos se desmandaron contra la pequeña comunidad negra de Chicago (que en ese momento era de menos del cinco por ciento de la población de la ciudad). De nuevo, del Daily Tribune (con el subtítulo “Sacan a rastras a los negros de los coches”):
Los negros que fueron hallados en los tranvías fueron sacados a rastras a la calle y apaleados. Primero los hombres blancos ordenaron que se bajaran a la calle y, si los negros se negaban a hacerlo, arrancaron el tranvía del cable guía...
Para el anochecer, las noticias de los acontecimientos de la tarde ya se habían propagado por todas partes del barrio sur, y los blancos se paraban en todos los cruces importantes listos para vengarse de las palizas que habían recibido sus hermanos. Por las calles de Halsted y State, estaban armados con garrotes, y cada negro que aparecía fue apaleado.
Según otra versión, “grupos de blancos habían conducido un camión a toda velocidad por la parte sur de la calle State, en el corazón del ghetto negro, y seis o siete hombres en la parte de atrás disparaban indiscriminadamente contra las personas en las aceras”2. Prendieron candela a las casas de los negros, especialmente de las familias que se habían atrevido a mudarse a un vecindario fuera del Cinturón Negro. De acuerdo con el Chicago Defender (el principal periódico negro de Chicago), “Los trabajadores [negros] que se congregaban en el distrito del ‘loop’ [centro] para ir a su trabajo fueron atacados por chusmas de marineros e infantes de la Marina que merodeaban por las calles y se ha informado de varias víctimas muertas. Los enfurecidos alborotadores blancos intentaron asaltar la casa Palmer y las administraciones de correos, donde trabaja una gran cantidad de empleados [negros]...3”
Este pogromo en masa cometido por la chusma de linchadores fue impulsado por los cambios sociales, políticos, económicos y demográficos que estaban tensando y desafiando el orden tradicional supremacista blanco, altamente segregado de Chicago y por todo Estados Unidos. La “Gran Migración” de los negros del Sur al Norte había más que duplicado la población negra de Chicago entre 1909 y 1919, de 44.000 a 100.000, pero las zonas residenciales permanecían rígidamente segregadas, a menudo con la imposición de “convenios” privados que prohibían que los propietarios blancos vendieran casas a los negros.
Los nuevos migrantes que buscaban trabajo se encontraron en una feroz competencia con los residentes blancos de Chicago, y a menudo los grandes empleadores capitalistas aprovecharon la desesperación de los negros para hacer caer los salarios o romper las huelgas, lo que impulsó aún más resentimiento. Este choque fue especialmente agudo en las extensísimas zonas de empacadoras de carne de Chicago4. Mientras tanto, la Primera Guerra Mundial acababa de terminar, y muchos veteranos negros que regresaban traían consigo un espíritu desafiante, y estaban menos dispuestos a tolerar la humillación y brutalidad abiertas del Jim Crow.
En Chicago (y en muchas otras ciudades), los jóvenes blancos se organizaron en pandillas racistas (los llamados “Clubs de Atletismo”) que tenían como parte de su principio explícito que “no permitían a los niggers en [su] vecindario”. Estas pandillas estaban estrechamente ligadas al aparato del Partido Demócrata que gobernaba en Chicago; de hecho, Richard Daley, quien luego llegó a ser el alcalde más poderoso de Chicago, emergió como un líder de una de esas pandillas después del pogromo de 19195.
Y las pandillas tuvieron mucha actividad en los años previos al pogromo de 1919. Entre enero de 1918 y agosto de 1919, hubo 20 bombardeos de casas de negros fuera del Cinturón Negro... pero tan sólo dos arrestos6. Y tenían ganas de iniciar una guerra racial que enfrentar la pequeña minoría negra contra la gran población blanca. Miembros de una pandillera incluso se pintaron la cara de negro y prendieron candela a hogares en un vecindario lituano y polaco con la esperanza de volver estos nuevos inmigrantes en contra de los negros7.
Todo esto entró en juego en Chicago el 27 de julio de 1919 en una tormenta de violencia anti-negra en la que participaron miles de personas blancas, mientras que, en su mayor parte, los policías se quedaron al margen o de hecho ayudaron a los racistas. Y se desataron pogromos similares en muchas ciudades, desde Washington, D.C. hasta Charlotte, Carolina del Sur. En Washington, D.C., “200 marineros e infantes de marina entraron desfilando en la ciudad, apaleando a hombres y mujeres afroamericanos. Un grupo de blancos también intentó abrir brecha en las barreras militares para atacar a los afroamericanos en sus hogares”8.
Pero estos pogromos racistas no ocurrieron sin resistencia en su contra, en Chicago y en otros lugares. Harry Haywood (que luego se convirtió en comunista) acababa de regresar de la guerra. Cuando vio lo que estaba pasando, él y otros excombatientes se instalaron en un apartamento estratégicamente ubicado con una subametralladora y rifles para defender el vecindario. En otro incidente, Haywood dijo que los ex combatientes negros tendieron una emboscada a un camión que estaba pasando a alta velocidad por la comunidad disparando a la gente. Los ex combatientes
se arrimaron a la parte de atrás del camión y abrieron fuego con una ametralladora. El camión se estrelló contra un poste de teléfono en la calle Treinta y Nueve; la mayoría de los hombres en el camión habían sido baleados y los otros huyeron. Entre ellos se encontraban varios agentes de policía de Chicago — “fuera de servicio”, ¡por supuesto9!
Y ocurrieron muchos casos en que multitudes de personas negras liberaron a otros de las garras de la policía o de las turbas blancas, así como contraataques contra las zonas blancas que eran concentraciones del asalto racista y contra empresas de propietarios blancos en el Cinturón Negro. En gran parte, esta resistencia estaba armada. (Como sucede inevitablemente en una situación tan caótica, también algunos blancos inocentes fueron atacados cuando se metieron sin querer hacia las zonas negras).
Y lo mismo sucedía en otros lugares. En Washington, D.C., “Decididos a responder con lucha, un grupo de afroamericanos subió a un tranvía y atacó al maquinista y los conductores. Los afroamericanos también intercambiaron disparos con los blancos que conducían o caminaban por sus comunidades”10.
En Chicago, la violencia anti-negra recibía aplausos de los grandes periódicos e instituciones políticas. El Chicago Daily Tribune dedicó su cobertura a la pequeña minoría de personas blancas que resultaron heridas (o que incluso fueron las “víctimas” de los “comentarios insultantes”) de los negros. Un titular del Daily Tribune chillaba sobre “Una turba de negros aullantes”. Otro cotidiano intituló un artículo: “Bandidos negros aterrorizan la ciudad”11.
Además, el Departamento de Policía de Chicago tenía la práctica sistemática de no arrestar a los alborotadores blancos, o de arrestarlos y dejarlos en libertad. En un incidente, los policías arrestaron a cinco blancos y un grupo de negros. Los negros permanecieron en la cárcel; los “cinco blancos fueron puestos en libertad y les regresaron sus municiones con el comentario: ‘Probablemente las van a necesitar antes de que termine la noche’”12. Los “Clubs de Atletismo” nunca fueron procesados por su papel en la violencia, aunque la “Comisión de Relaciones Humanas de Chicago finalmente llegó a la conclusión de que sin estas pandillas, ‘es dudoso que los disturbios hubieran ido más allá del primer choque’”13.
E importantes figuras querían impulsar las cosas a otras alturas. Joseph McDonough, una figura política del Partido Demócrata en ascenso que fue “tutor” del “Club de Atletismo de Hamburgo” (la pandilla del futuro alcalde Daley), afirmó que los capitanes de la policía les estaban diciendo a los blancos del Barrio Sur: “Por el amor de Dios, cojan armas. Ellos están viniendo; no podemos retenerlos”. Y McDonough le dijo al jefe de policía John J. Garrity que “a menos que se haga algo de inmediato, voy a recomendar a mi gente que adquiera armas para protegerse”14.
En los días posteriores al 27 de julio, los policías del rumbo llamaron a que todos los policías y reservas en la ciudad se concentraran alrededor del Cinturón Negro (así se llamaba el ghetto negro de Chicago), y también trajeron a miles de elementos de la Guardia Nacional, así como a los alguaciles de los condados de los alrededores. Eso, junto con fuertes lluvias, impuso una calma relativa, aunque las escaramuzas esporádicas continuaron durante otra semana.
Para el 3 de agosto, cuando terminaron las escaramuzas, 38 personas ya habían muerto (25 negros, 13 blancos) y 500 resultaron heridas; miles de negros (y algunos blancos) habían sido expulsados de sus hogares.
Pero ese no señaló el fin del embate a la comunidad negra. Al mismo día siguiente, un gran jurado especial emitió cargos por “motines y homicidios”... ¡contra 17 personas negras! El juez que vio los cargos “exhortó al jurado a lidiar con [los motines] como anarquía” y prometió “juicios rápidos” (es decir, condenas rápidas) para los negros acusados. Mientras tanto, más de 10.000 soldados, policías y alguaciles continuaron patrullando la comunidad negra, y los propietarios negros de casas que vivían en el límite del “distrito negro” recibieron cartas que les advirtieron que “se mudaran dentro de dos días o que sus hogares serían quemados y bombardeados”15.
A nivel nacional, el líder de la NAACP [Asociación Estadounidense para el Progreso de la Gente de Color], James Weldon Johnson, calificó a este período de violencia racista, de “El verano rojo”. La cifra oficial de muertos fue de 150 personas, principalmente negras.
Para los negros, su sensación de seguridad fue completamente devastada, y para muchos fue un punto de viraje hacia la radicalización. Harry Haywood llegó a esta conclusión: “Yo había estado luchando en la guerra equivocada. Los alemanes no eran el enemigo — el enemigo estaba aquí en casa”16.
LA COARTADA
Durante el frenesí de la violencia de chusmas de linchadores blancos, los periódicos y los dirigentes políticos de Chicago o bien le echaron la culpa abiertamente a los negros (como en los citados artículos que representaron a los negros como una “turba de negros aullantes”) o dieron más cobertura a las lesiones de los blancos. O jugaron la carta de “la violencia de ambos lados”, sin distinguir entre el violento asalto racista organizado contra los negros y la heroica resistencia de éstos a esa violencia.
Y además, ocultaron completamente el papel de su propio sistema en la preparación sistemática del terreno para el pogromo con agitación racista, la organización de pandillas racistas y la complicidad de la policía. Al contrario, sacaron la “lección” de que los negros y los blancos simplemente no pueden vivir juntos sin estarse peleando.
Desde ese entonces, en su mayor parte este masivo pogromo anti-negro ha sido borrado de la historia. En toda la ciudad de Chicago, hay exactamente un solo sitio que conmemora lo que sucedió: una placa colocada en una roca cerca del lago Michigan que pagaron los estudiantes de una secundaria de los suburbios17.
EL VERDADERO MOTIVO
Lo que subyacía al pogromo de Chicago de 1919 y a todo el “Verano Rojo” de la violencia contra los negros, era la necesidad de que la clase dominante de Estados Unidos mantuviera la opresión brutal de los negros y toda la jerarquía supremacista blanca sobre la que se construyó la sociedad estadounidense incluso antes de su nacimiento como nación, bajo nuevas condiciones.
La Gran Migración, el regreso de los combatientes negros de la Primera Guerra Mundial y otros cambios sociales, económicos, políticos y demográficos que se estaban produciendo pusieron ante la clase dominante el “problema” de cómo mantener a los negros en una posición oprimida, aparte del aparato de alguaciles racistas, el Klu Klux Klan y terratenientes blancos depredadores que, más o menos, habían mantenido “bajo control” a los negros en el Sur rural.
Una necesidad de la clase dominante fue la de someter a palizas y terror a los ex campesinos rurales que se mudaban a las ciudades para buscar empleos en las ciudades, donde iba a súper explotarlos como los trabajadores peor pagados en los peores trabajos (una fuente de enormes ganancias para el capitalismo estadounidense durante varias generaciones), así como suprimir su espíritu desafiante y alistar a los blancos (incluidos los blancos oprimidos) para servir e identificarse con todo el orden opresor para que llevaran a cabo esto.
Un resultado de la violencia de 1919 fue una decisión consciente por parte de las autoridades de Chicago para reemplazar la segregación informal con un sistema más formal. Como señaló un artículo del Chicago Tribune a principios de este año, “…Después de los disturbios, la ciudad, es decir, la Chicago blanca, en esencia decidió separar las razas oficialmente. ‘La respuesta de la ciudad a los catastróficos sucesos del motín en muchos sentidos fue de redoblar los esfuerzos por imponer la segregación como una solución para mantener la paz’, dijo Green. ... La segregación residencial, por supuesto, ha sido un dominante factor de configuración en la ciudad, y en gran parte la ha estructurado como una ciudad dual y desigual en relación con los blancos y los negros”18. En 1920, la Junta de Agentes de Bienes Raíces de Chicago votó “por unanimidad para castigar con la ‘expulsión inmediata’ a cualquier miembro que vendiera propiedades a un negro en una manzana donde solo había propietarios blancos”19.
LOS CRIMINALES
Los grandes periódicos, que azuzaron sentimientos racistas antes y durante los disturbios racistas de 1919.
Los “Clubs de Atletismo” de jóvenes blancos racistas que estuvieron al frente del pogromo, así como los sectores amplísimos de la población blanca, de al menos muchísimos miles de personas, y cientos de miles de otras personas que se mantuvieron al margen y así fueron cómplices en esta orgía de violencia racista.
La estructura política del municipio de Chicago, incluido el Partido Demócrata (y el futuro alcalde Richard Daley), que organizó y dirigió los “Clubs de Atletismo” como una herramienta consciente para mantener el poder sobre una base supremacista blanca en Chicago.
La industria inmobiliaria que mantuvo y sacó ganancias de la especulación y luego azuzó y sacó ganancias del temor de los blancos y la fuga de los blancos, y los grandes dueños capitalistas de fábricas, molinos y empacadoras que opusieron los trabajadores negros a los trabajadores blancos.
Todo el maldito sistema del capitalismo, que surgió y se prosperó de la esclavización de los negros y ha continuado encontrando nuevas formas adicionales de opresión de las cuales aumentar su poder y sacar ganancias.
1. “A Crowd of Howling Negroes” [Una turba de negros aullantes], Chicago Daily Tribune, 28 de julio de 1919. [volver]
2. Black Bolshevik: Autobiography of an Afro-American Communist [Bolchevique negro: La autobiografía de un comunista afroamericano], de Harry Haywood, capítulo 5, “History Is A Weapon” [La historia es un arma], Chicago, Liberator Press, 1978. [volver]
3. Del Chicago Defender, “Ghastly Deeds of Race Rioters Told” [La historia de los espantosos actos de los aborotadores blancos racistas], 1919, citado en “History Matters: The U.S. Survey Course on the Web” [La historia importa: Curso de estudios sobre Estados Unidos en la red]. [volver]
4. “Chicago and Its Eight Reasons” [Chicago y sus ocho razones], de Walter White, octubre 1919. [volver]
5. American Pharaoh: Mayor Richard J. Daley—His Battle for Chicago and the Nation, [Faraón estadounidense: El alcalde Richard J. Daley — su batalla por Chicago y por la nación], de Adam Cohen y Elizabeth Taylor, Nueva York, Back Bay Books, 2001, un pasaje en inglés. [volver]
6. “Chicago and Its Eight Reasons”, Walter White. [volver]
7. Encyclopedia of Chicago [Enciclopedia de Chicago], Chicago Historical Society [Sociedad de Historiadores de Chicago], 2005, “Race, Ethnicity and White Identity” [Raza, etnicidad e identidad blanca]. [volver]
8. “The Red Summer of 1919, Explained” [Una explicación del verano rojo de 1919], de Ursula Wolfe-Rocca, Teen Vogue, 8 de abril de 2019. [volver]
9. Black Bolshevik, Harry Haywood. [volver]
10. Teen Vogue, “The Red Summer of 1919, Explained” [volver]
11. “Chicago and Its Eight Reasons”, Walter White. [volver]
12. “Chicago and Its Eight Reasons”, Walter White. [volver]
13. American Pharaoh, Cohen y Taylor. [volver]
14. American Pharaoh, Cohen y Taylor. [volver]
15. “Indict 17 Negro Rioters” [Imputación contra 17 alborotadores negros], New York Times, 4 de agosto de 1919. [volver]
16. Teen Vogue, “The Red Summer of 1919, Explained”. [volver]
17. “‘Chicago 1919: Confronting the Race Riots’ looks to bring city to terms with a chilling summer 100 years ago” [“Chicago, 1919: Rendición de cuentas de los disturbios raciales” se propone saldar cuentas con un escalofriante verano hace cien años], Chicago Tribune, 18 de enero de 2019. [volver]
18. “‘Chicago 1919: Confronting the Race Riots’ looks to bring city to terms with a chilling summer 100 years ago,” Chicago Tribune. [volver]
19. American Pharaoh, Cohen y Taylor. [volver]
¿Qué se requerirá para que las masas de gente blanca rompan con la supremacía blanca? (una pregunta y respuesta con Bob Avakian en inglés)
Lea el discurso completo de BA, Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución.
Todas las fotos: Jun Fujita, Museo de Historia de Chicago
Elementos armados de la Guardia Nacional y una multitud de negros, Chicago, 1919.