Crimen Yanqui

Caso #13: Corea del Sur, del 18 al 27 de mayo de 1980: La masacre de Gwangju

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Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").

En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.

American Crime

La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui

 

EL CRIMEN

Del 18 al 27 de mayo de 1980, la junta militar de Corea del Sur del presidente Chun Doo Hwan, respaldada por Estados Unidos, masacró a hasta 2.000 valientes manifestantes en la ciudad principal de Gwangju. En público Estados Unidos deploró el asesinato en masa y afirmó repetidamente que no tenía nada que ver. Pero secretamente entre bastidores, respaldó plenamente y facilitó la matanza.

Después de la Guerra de Corea de 1950-53, Corea del Sur fue gobernada por una serie de dictaduras militares brutales, de 1961 a 1979 por el general Park Chung Hee. Todas contaban con el apoyo de Estados Unidos. En 1979, en medio de una ola de protestas estudiantiles y de masas, Park fue asesinado. Dos meses más tarde, el general Chun Doo Hwan se tomó el poder en un golpe de estado y declaró la ley marcial.

Sin embargo, las protestas continuaron, reclamando los derechos democráticos, estudiantes universitarios y otros exigiendo el fin de “las detenciones de disidentes y de sus familias y amigos, las elecciones fraudulentas, la tortura y las necesidades sociales insatisfechas”1.

Para principios de mayo de 1980, había manifestaciones diarias de decenas de miles de estudiantes en la capital, Seúl. Y la provincia sudoccidental de Jeolla, una zona empobrecida donde se ubica Gwangju, era un semillero de disentimiento y oposición radicales.

Estados Unidos y Corea del Sur se preparaban en secreto para aplastar a la oposición, en particular en Gwangju. En ese momento, Estados Unidos tenía 40.000 soldados en Corea del Sur. En virtud de un acuerdo de 1978, las fuerzas armadas de Estados Unidos y Corea del Sur operaban con una estructura de mando conjunto —el Mando de Fuerzas Combinadas (CFC por las siglas en inglés)— con el comandante militar de Estados Unidos (en ese entonces John Wickham Jr.) a cargo, y tenía el control operativo de ambos ejércitos. Un general surcoreano era el segundo al mando, pero tenía que solicitar el control de sus unidades principales a Estados Unidos.2

Los cables secretos del Departamento de Estado estadounidense, posteriormente desclasificados, revelaron que el gobierno de Estados Unidos “ya sabía desde el febrero de 1980 que Chun estaba movilizando tropas especiales bajo el mando de Estados Unidos” para aplastar a los disidentes en Gwangju y que el general Wickham le había dado a Chun el control sobre estas unidades militares clave. Los días 8 y 9 de mayo, el embajador de Estados Unidos William Gleysteen dijo a Chun y a sus fuerzas que “el gobierno de Estados Unidos entendía `la necesidad de mantener la ley y el orden’ y `no obstruiría el desarrollo de planes de contingencia militar reforzando la policía con el ejército’”3.

18 al 21 de mayo, el asalto asesino a Gwangju es derrotado

El 17 de mayo de 1980, el régimen Chun extendió la ley marcial a toda Corea del Sur. El objetivo era reprimir las crecientes protestas masivas que habían sacudido el país durante meses.

Durante los dos días siguientes, 18 y 19 de mayo, desplegaron las Fuerzas Especiales, las “boinas negras”, de Chun y comenzaron a masacrar a los manifestantes que se habían atrincherado con barricadas en la ciudad de Gwangju durante varios días.

A estos paracaidistas les dieron luz verde para asaltar casas, golpear, bayonetear, disparar, torturar y asesinar a manifestantes e incluso a transeúntes en las calles. Abrieron fuego contra civiles con rifles M-16 y tanques. Se confirmaron al menos 17 casos de violación, incluidos de adolescentes y mujeres embarazadas. Salieron informes de otras atrocidades, de destripamientos y de linchamientos en los parques. Asesinaron a tiros a trabajadores médicos que prestaban primeros auxilios, así como a niños menores de diez años.

Na Byung-un trabajaba de día y tomaba clases de noche para un examen de ingreso a la universidad. Recordó haber sido “atacado por tropas aerotransportadas mientras trabajaba en el segundo piso de la sala de billar. Lo golpearon repetidamente con una porra y lo arrastraron hasta la planta baja, donde los soldados trataron de meterlo en un camión militar.... ‘Aparecieron unas personas y me ayudaron a pasar por encima de un muro, donde las tropas no podían verme. Algunas mujeres me protegieron. Es por eso que ahora estoy vivo’”4.

Horrorizada e indignada por el ataque militar, la gente de Gwangju se defendió heroicamente y se levantó en una feroz resistencia, formando milicias ciudadanas. Para el 21 de mayo, casi un cuarto de millón de personas, inspiradas y dirigidas por miles de estudiantes, se unieron y expulsaron de Gwangju a las tropas de élite enviadas para reprimirlas.

El periodista Tim Shorrock, que informó detalladamente sobre Gwangju, pinta una vívida descripción del levantamiento histórico:

Con armas confiscadas a los arsenales locales, un ejército de ciudadanos expulsó de la ciudad a las fuerzas de la ley marcial. Mientras el ejército coreano acordonaba estrechamente a Gwangju, el pueblo se encargaba de sus propios asuntos. Prácticamente toda la ciudad participó, creando una comunidad autónoma que muchos coreanos compararon ahora con la Comuna de París de 1871. Las mujeres compartían comida y agua con los combatientes. Los taxistas y conductores de autobuses transportaron a los rebeldes por la ciudad  y, en varias ocasiones, utilizaron sus vehículos como armas contra los soldados que merodeaban. Enfermeras y médicos atendían a los heridos. Los ciudadanos, jóvenes y ancianos, acudían en masa a los hospitales locales para donar sangre5.

... cientos de miles de estudiantes, trabajadores industriales, taxistas, estudiantes y ciudadanos armados se habían reunido en una plaza del centro de la ciudad para celebrar la liberación de su ciudad de dos divisiones de tropas de las Fuerzas Especiales del Ejército que habían sido enviadas para sofocar las protestas antimilitares.... Fue la primera insurrección armada en la historia moderna de Corea del Sur6.

Durante cinco días, del 21 al 27 de mayo, las masas antigubernamentales controlaron la ciudad de Gwangju.

Jimmy Carter planea aplastar a Gwangju

Los funcionarios estadounidenses fueron sacudidos por la toma masiva de Gwangju y la propagación de levantamientos antigubernamentales a ciudades cercanas. El 22 de mayo, Jimmy Carter convocó una reunión del equipo de seguridad nacional en la Casa Blanca para decidir cómo aplastar el levantamiento de Gwangju7.

Shorrock informa:

A pocas horas de la reunión, el comandante estadounidense en Corea dio su aprobación formal al ejército coreano para trasladar a una división de tropas coreanas bajo el Mando Conjunto de Estados Unidos y Corea y desplegarlas en Gwangju. Un estrecho cordón militar ya había aislado a la ciudad y los pueblos circundantes de toda comunicación. Helicópteros militares comenzaron a sobrevolar la ciudad instando al ejército urbano de Gwangju, que había tomado posiciones en el edificio de la capital de la provincia en el centro de la ciudad, a rendirse. En un momento dado, un consejo de ciudadanos de Gwangju pidió al embajador de Estados Unidos, William Gleysteen, que interviniera [para] buscar una tregua negociada; pero la petición fue rechazada con frialdad8.

El comandante en jefe de la ley marcial, Lee Hee Sung, testificó más tarde “que cambiaron la fecha para enviar tropas de vuelta a Gwangju del 24 de mayo al 27 de mayo debido a `el tiempo necesario para el despliegue de la fuerza aérea y la armada estadounidenses desde Okinawa y las Filipinas a los mares cercanos de Corea’”. Los medios de comunicación coreanos informaron que este redespliegue de dos portaaviones estadounidenses también se decidió en la reunión del 22 de mayo mencionada anteriormente9.

A las 4:00 a.m. del 27 de mayo, cinco divisiones de paracaidistas surcoreanos irrumpieron en el centro de Gwangju. Abrumaron rápidamente a los estudiantes y los otros que se había tumbado en las calles para tratar de bloquear su camino, y después de un tiroteo de 90 minutos, los soldados derrotaron a las milicias ciudadanas armadas y tomaron el control de Gwangju, arrestando a 1.740 manifestantes.

ThoughtCo informa: “El gobierno de Chun Doo-hwan emitió un informe que dice que 144 civiles, 22 soldados y cuatro policías habían muerto en el Levantamiento de Gwangju. Cualquiera que cuestionara ese número de víctimas mortales podía ser arrestado. Sin embargo, las cifras del censo revelan que casi 2.000 ciudadanos de Gwangju desaparecieron durante este período... [y] testigos presenciales cuentan que vieron cientos de cuerpos arrojados en varias fosas comunes en las afueras de la ciudad”10.

La aprobación más clara de parte de Estados Unidos al general surcoreano Chun Doo Hwan se produjo en 1981, cuando el recién inaugurado presidente Reagan honró a Chun al hacerlo el primer jefe de estado extranjero que invitó a la Casa Blanca11.

LOS CRIMINALES

El presidente Jimmy Carter (1977-1981) dio en secreto luz verde para que Estados Unidos apoyara y facilitara la masacre de Gwangju, a la vez que denunciaba públicamente las acciones de Chun como parte del intento de poner un cariz “humanitario” a los crímenes y la explotación globales del imperialismo estadounidense.

El equipo de seguridad nacional de Carter que se reunió el 22 de mayo para desarrollar los planes para un ataque militar con máxima fuerza contra Gwangju: el secretario de Estado Edmund Muskie; el subsecretario de Estado Warren Christopher; el jefe de inteligencia sobre la política asiática en el Consejo Nacional de Seguridad (NSC) y ex jefe de estación de la CIA en Seúl Donald Gregg; el director de la CIA, el almirante Stansfield Turner; y el secretario de Defensa de Estados Unidos Harold Brown. Los actores clave de esta pandilla fueron el secretario de Estado Adjunto para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico, Richard Holbrooke; y el asesor del NSC de Carter, Zbigniew Brzezinski, quien resumió la posición de Estados Unidos sobre el ataque de Gwangju: “a corto plazo el apoyo, a largo plazo la presión para la evolución política”12. Todos estaban de acuerdo de que la tarea inmediata era el restablecimiento de la ley y el orden.

El mando militar estadounidense de John Wickham Jr., David Jones y todos los que participaron en la planificación, dirección y ejecución del asalto a Gwangju y la matanza y tortura del pueblo coreano, con una crueldad especial contra los jóvenes y las mujeres.

Los presidentes Ronald Reagan (1981-1989) y George H.W. Bush (1989-1993) quienes después de la masacre de Gwangju continuaron encubriendo el papel de Estados Unidos y proporcionando apoyo militar, económico y político crucial a los brutales regímenes surcoreanos.

El general Chun Doo Hwan, las Fuerzas Especiales de Corea del Sur, otras unidades militares y fuerzas policiales que dirigieron y ejecutaron la masacre de Gwangju en aras de los intereses del imperialismo yanqui y de la clase dominante de Corea del Sur.

LA COARTADA

El régimen de Chun afirmó que fueron “los simpatizantes y amotinados comunistas” quienes instigaron la rebelión, mientras que otras fuerzas derechistas en Corea del Sur afirmaron que fue “dirigida por 600 soldados norcoreanos que se infiltraron en la ciudad en ese momento”13.

Jimmy Carter y otros funcionarios aseveraron públicamente que Estados Unidos ni hubiera tenido ninguna información sobre la masacre de Gwangju ni hubiera estado involucrado de ninguna manera. En 1989, la Casa Blanca de George H.W. Bush publicó un libro blanco para reafirmar la versión de que Estados Unidos no había estado involucrado en la masacre de Gwangju. Incluso frente a la discrepancia entre los documentos desclasificados y este libro blanco, los funcionarios del Departamento de Estado continuaron insistiendo en que Estados Unidos no sabía lo que estaba ocurriendo y no lo aprobó.

Richard Holbrooke, aclamado en la prensa burguesa como diplomático ilustrado, trató más tarde de justificar la masacre de Gwangju como el resultado “trágico” de “una situación explosivamente peligrosa”, pero con los beneficiosos “resultados a largo plazo para Corea” de “la democracia y la estabilidad económica”. También negó cualquier papel de Estados Unidos en la carnicería: “La idea de que conspiraríamos activamente con los generales coreanos en una masacre de estudiantes es, francamente, fantástica; es obscena y contraria a todo valor político que expresamos”14.

EL VERDADERO MOTIVO

Nunca salió ninguna evidencia de que Corea del Norte hubiera trasladado tropas, y mucho menos un gran contingente de 600 soldados, a Gwangju ni a cualquier otro lugar de Corea del Sur antes, durante o después del levantamiento en Gwangju, tal como habían afirmado las fuerzas derechistas de Corea del Sur15.

En realidad, la administración de Carter y las subsiguientes habían respaldado la masacre de Gwangju para mantener su control de Corea del Sur, que había sido un baluarte del dominio imperialista estadounidense en la región de Asia y el Pacífico y una base de avanzada contra la “intrusión comunista” en general, y contra la Unión Soviética y la China revolucionaria16 en particular, desde que Estados Unidos tomó el control de Corea del Sur después de derrotar a los imperialistas japoneses en la Segunda Guerra Mundial. Entre 1950 y 1953, Estados Unidos libró una guerra salvaje contra Corea, matando a tres millones de coreanos y voluntarios chinos para mantener ese control. (Vea Crimen Yanqui #93: “Invasión yanqui de Corea, 1950revcom.us, 13 de junio de 2016).

Corea del Sur sirvió como un área de montaje militar clave para Estados Unidos durante su guerra contra Vietnam, y sigue siendo hasta el día de hoy un baluarte crucial en esa región para los imperialistas.

En 1979 y 1980, Estados Unidos enfrentó crecientes desafíos en el escenario global. Richard Holbrooke declaró sin rodeos que una de las preocupaciones que impulsaron las acciones de Estados Unidos en Corea del Sur en 1980 era que “... nadie quiere ‘otro Irán’”17.

Se refería a la revolución iraní de 1979 que había expulsado del poder al Sha (Rey). Los gobernantes de Estados Unidos quedaron atónitos porque el brutal régimen del Sha había servido como un pilar clave de la dominación imperialista de Estados Unidos en el Medio Oriente, y lo consideraban “una isla de estabilidad”, como dijo Carter en diciembre de 1977, literalmente semanas antes de las primeras protestas que llegaron a ser el maremoto que expulsó de Irán al Sha. Cuando decenas de miles de personas se alzaron y se apoderaron de Gwangju, el equipo de Carter temió que se enfrentara a otro levantamiento que podría amenazar a otro régimen cliente que había parecido estable.

La invasión imperialista soviética de Afganistán en 1979 y la intensificación de la rivalidad global entre Estados Unidos y la Unión Soviética también acentuaron la necesidad que los gobernantes estadounidenses sentían para mantener el control de Corea del Sur.

 


1. William Blum, Rogue State—A Guide to the World’s Only Superpower”, (Common Courage 2000), págs. 150-51 [El estado agresor: la guerra de Washington contra el mundo (Status Ediciones, 2004)]  [volver]

2. Las fuerzas armadas de Corea del Sur (o República de Corea) tenían una estructura que unificaba los mandos de Estados Unidos y la República de Corea en lo que se llamada el Mando de Fuerzas Combinadas (CFC, por las siglas en inglés). El comandante superior del CFC es un general de 4 estrellas de Estados Unidos con un general del ejército de 4 estrellas de la República de Corea como segundo al mando que tenía que solicitar el control de sus unidades al comandante de Estados Unidos. Estados Unidos también tenían cerca de 40.000 tropas estacionadas en la frontera entre Corea del Sur y Corea del Norte. Chun fue un general del ejército que había recibido entrenamiento militar en Estados Unidos, habiéndose especializado en las tácticas de guerrilla y la guerra psicológica.  [volver]

3. Tim Shorrock, “Debacle In Kwangju” [Debacle In Gwangju], The Nation, 1996.  [volver]

4. Kristen Alice, “May 18, An eyewitness account of the Gwangju Massacre”, [18 de mayo, un reporte de un testigo presencial de la masacre de Gwangju], The Korean Observer, 19 de mayo de 2015.  [volver]

5. Tim Shorrock, “The Gwangju Uprising and American Hypocrisy: One Reporter's Quest for Truth and Justice in Korea” [El levantamiento de Gwangju y la hipocresía estadounidense: La búsqueda de la verdad y la justicia en Corea por parte de un periodista], The Nation, 5 de junio de 2015.  [volver]

6. Tim Shorrock, “Kwangju Declassified: Holbrooke’s Legacy” [Gwangju desclasificado: El legado de Holbrooke], el blog Money Doesn’t Talk, It Swears, 31 de mayo de 2010.  [volver]

7. Ibid.  [volver]

8. Ibid.  [volver]

9. Bill Mesler, “Korea and the US: Partners in Repression” [Corea y Estados Unidos: Socios en represión], Covert Action Quarterly, #56, primavera de 1996.  [volver]

10. Kallie Szczepanski, “The Gwangju Massacre, 1980” [La massacre de Gwangju, 1980], ThoughtCo. 23 de enero de 2019.  [volver]

11. En 1996, Chun fue condenado a muerte por corrupción y su papel en la masacre de Gwangju. Su sentencia fue conmutada en 1998.  [volver]

12. Shorrock, op cit., “Kwangju Declassified…”  [volver]

13. Ibid.  [volver]

14. Shorrock, op cit., “Debacle In Gwangju”  [volver]

15. La zona desmilitarizada (la DMZ en las siglas de inglés) que separa Corea del Norte de Corea del Sur ha sido una de las zonas más vigiladas electrónicamente del planeta por Estados Unidos, incluidos aviones espías U-2 y un sistema de vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense.  [volver]

16. La Unión Soviética fue un auténtico país socialista desde 1917 hasta mediados de la década de 1950 y China fue también una sociedad revolucionaria entre 1949 y 1976. Después de la derrota del socialismo y la restauración del capitalismo en ambos países, Corea del Sur siguió siendo un importante puesto de avanzada para la contienda entre Estados Unidos y estas dos potencias capitalistas en ascenso.  [volver]

17. Tim Shorrock, “Ex-Leaders Go on Trial in Seoul” [Se llevan a juicio a ex líderes en Seúl], Journal of Commerce, 27 de febrero de 1996.  [volver]

Soltaron los paracaidistas para allanar casas, apalear, bayonetear, balear, torturar y matar a los manifestantes en las calles e incluso los transeúntes. (Foto: AP)

Para inicios de mayo de 1980, a diario se celebraban manifestaciones de decenas de miles de estudiantes en la capital de Seúl, que exigieron derechos democráticos y un fin a la ley marcial, 20 de mayo de 1980. (Foto: Movimiento Democrático 18 de Mayo)

Aterrada y enfurecida por el asalto militar, la gente de Gwangju se sublevó con una feroz resistencia, formó milicias ciudadanas y se apoderó de los autobuses municipales para bloquear las calles de la ciudad. (Foto: AP)

El 27 de mayo, los paracaidistas tomaron por asalto el centro de Gwangju. Abrumaron rápidamente a los estudiantes y arrestaron a 1.740 de ellos. (Foto: AP)

Encuentro entre el presidente gringo Reagan y Chun Doo Hwan.

Vea también:

American Crime

 

 

Caso #93:
Invasión yanqui de Corea, 1950

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