LA MORAL SIN LA RELIGIÓN,
UNA EMANCIPACIÓN QUE ES REAL

Bob Avakian

| revcom.us

 

Supe que cuando repartieron mi artículo Emanciparse de la esclavitud mental y de toda opresión entre personas en el barrio oeste de Chicago, una persona preguntó: “¿De dónde viene nuestra moral si no somos religiosos?”.

Esta es otra manera de decir: ¿Podemos ser buenos sin dios? Como he dicho anteriormente, la respuesta es: Tenemos que ser buenos sin dios, ¡porque no existe ningún dios!

Pero, adentrémonos en eso un poco más. En primer lugar, la realidad es que la moral en la Biblia no es una moral buena — es una moral que ensalza la esclavitud, la opresión y la brutalización de las mujeres, y otros horrores de todo tipo. Esto también es la realidad acerca del Corán, así como de las escrituras de otras religiones importantes. (Si usted no lo cree, explore mi libro, ¡Fuera con todos los dioses! Desencadenando la mente y cambiando radicalmente el mundo — y además investigue esas propias escrituras).

No obstante, se trata de una pregunta importante: “¿De dónde viene nuestra moral si no somos religiosos?”. La respuesta es que toda moral viene de la gente de la sociedad y mundo en que vive la gente. Todas las escrituras religiosas fueron escritas por personas que vivían en una sociedad particular en un tiempo particular, y esas escrituras sirven como una especie de espejo de esas sociedades. Por eso, para citar un ejemplo importante, las escrituras, y la noción de un dios en las escrituras, en las principales religiones monoteístas (de un solo dios) —el judaísmo, el cristianismo, y el islam— son patriarcales, supremacistas masculinas (aluden a “dios” en términos masculinos, patriarcales — “Dios, el Padre”, etc.). Describen e insisten en relaciones que son patriarcales, supremacistas masculinas, que mantienen a las mujeres en una posición inferior, a menudo con brutalidad. Estas escrituras fueron escritas por seres humanos que vivían en sociedades patriarcales supremacistas masculinas, y las escrituras que escribieron reflejan esto. En cualquier momento dado, la moral que domina en una sociedad particular es la que refleja las condiciones y relaciones existentes de esa sociedad. Y especialmente las personas que se beneficien de esas condiciones y relaciones existentes promoverán esta moral.

Nosotros tenemos que asumir, y ganar a las personas a asumir, una moral que corresponde a la sociedad y al mundo que son posibles, así como necesarios, para que la humanidad en su conjunto florezca de una manera multifacética, avanzando más allá de todas las situaciones en que una parte del pueblo se mantenga por encima de las otras partes y las domine —un mundo sin explotación, desigualdad y opresión— un mundo comunista.

Retomaré este punto, pero primero, veamos más a fondo la manera en que la moral refleja la sociedad en la que vive la gente. Para dar un ejemplo importante: cuando la esclavitud existía en Estados Unidos y contribuía en gran parte a la creación de su riqueza, las personas que lucraban con la esclavitud promovían la idea de que la esclavitud era “moral”, era algo bueno, no solamente para los amos de esclavos sino para los propios esclavos, a los cuales los consideraban inferiores y necesitados de la “mano guiadora” del amo para “civilizarlos” — a la vez que los explotaban y los oprimían cruelmente. Y estos amos de esclavos hacían uso de la Biblia, y su manera de defender la esclavitud, para justificar lo que hacían. Pero, al desarrollarse las condiciones, en las regiones de Estados Unidos donde la esclavitud quizá aún era legal pero no tenía un papel importante en el desarrollo de la economía, había capitalistas cuya riqueza y poder se basaban en otras formas de explotación (al no literalmente poseer personas sino al usarlas como trabajadores asalariados — al pagarles a estas personas, incluso a niños, un sueldo de hambre a cambio de trabajar largas jornadas bajo condiciones terribles). Con el paso del tiempo, los intereses de estos capitalistas, principalmente concentrados en el Norte de Estados Unidos, entraban en conflictos cada vez más agudos con los grandes propietarios de esclavos, que estaban ubicados en el Sur. Y al final este conflicto de intereses se volvió tan agudo y profundo que desembocó en la Guerra Civil — y, al librar la guerra contra la Confederación de los dueños de los esclavos en el Sur, los líderes de la Unión (en el Norte), encabezados por Abraham Lincoln, encontraron que tenían que liberar a los esclavos con tal de ganar esa guerra, y activamente promovían la idea de que la esclavitud era mala — inmoral.

Esto plantea otro punto importante: La moral refleja la realidad —la sociedad y el mundo— en que vive la gente, pero esa realidad está llena de contradicciones. Para dar otro ejemplo proveniente de la historia de Estados Unidos, en sus meros comienzos, al aspirar a independizarse de Inglaterra, los fundadores de Estados Unidos proclamaron (en las palabras de la Declaración de Independencia) que “todos los hombres son creados iguales”. Pero aquí va otra contradicción aguda: Thomas Jefferson escribió esas palabras, y él mismo era un amo de esclavos que promovía activamente los intereses de los amos de eslavos y la extensión de la esclavitud por todo el territorio en expansión de Estados Unidos. Sin embargo, esta contradicción —entre la declaración de que todos los hombres han sido creados iguales y la realidad de la esclavitud— fue reconocida y aprovechada por aquellos que se oponían a la esclavitud para argumentar y luchar por abolir la esclavitud. Eso también ocurrió en la lucha por los derechos de las mujeres: Si se declaraba que todos los hombres han sido creados iguales, como algún tipo de principio “universal” que era bueno y válido para todos los tiempos y todas las situaciones, pues ¿por qué no se aplicaría también a las mujeres?

Hoy, la humanidad vive dentro de los límites del sistema del capitalismo-imperialismo. Esto es un sistema de explotación, pero no es un sistema de esclavitud abierta (aunque aún existen formas reales y terribles de esclavitud en el mundo, entre ellas el tráfico sexual y la esclavización de millones de mujeres y niñas). Así que hoy la moral que se promueve por medio de todas las instituciones importantes de la sociedad, incluido el sistema educativo, es una moral que justifica este sistema de explotación y opresión, y declara (como hacían los amos de esclavos respecto a su sistema en su época) que este sistema del capitalismo-imperialismo es bueno, es el mejor sistema, no solamente para los superricos que le sacan ganancias a él, sino para todos, incluidos todos los que están explotados y sometidos a condiciones de privación y degradación.

Pero este sistema, también, está repleto de contradicciones agudas y profundas. Su declaración de que brinda “una igualdad de oportunidades para todos” se desmiente ante la tremenda desigualdad que existe en todas partes — desigualdad de estatus, pero también de oportunidades, no sólo en el acceso a la riqueza sino a los servicios de salud, la educación, la vivienda y todas las demás partes de la sociedad. De igual manera, a diario se demuestra que su declaración de que hay “justicia para todos” y que se aplica el “estado de derecho” a todos por igual, es una farsa, ya que los negros y otra gente de color no solamente sufren discriminación a manos del “sistema de justicia” sino que repetidamente sufren brutalidad y asesinato a manos de los policías (los ejecutores de “la ley y el orden”) y nada dista más de la realidad que la afirmación de que tanto el rico como el pobre reciben un trato igualitario en este “sistema de justicia” (o trato igualitario en cualquier otra parte de esta sociedad). A nivel internacional, los gobernantes de un país capitalista como Estados Unidos afirman que trabajan por desarrollar relaciones de “paz y prosperidad” en todo el mundo — pero dicha afirmación está en profunda contradicción con la realidad de que este sistema se apoya en mantener a una buena parte del mundo en condiciones desesperadas, para que sea posible superexplotar a masas de personas en beneficio de los capitalistas imperialistas; y se apoya en amenazas y en el uso de la fuerza, de la violencia masiva, para mantener a países y personas en esas condiciones de dominación y desesperanza. (Además, hay rivalidades entre los diferentes países capitalistas, como Estados Unidos, China, Rusia y otros, para ocupar la posición de perro dominante en este mundo perro-come-perro de dominación capitalista-imperialista).

La respuesta a todo eso NO es “hacer que este sistema cumpla sus promesas de justicia e igualdad”. Muchas personas lo han intentado, y todas han fallado — porque esta desigualdad e injusticia están entretejidas con este sistema, y la misma naturaleza y el funcionamiento de la economía en un sistema capitalista-imperialista continuamente crea y requiere masiva pobreza, desigualdad y opresión —y guerras para imponer todo eso— por todo el mundo.

La respuesta es el derrocamiento de este sistema como el primer gran paso hacia la eliminación de todo el sufrimiento innecesario que este sistema impone a las masas de la humanidad. La base existe, en la tecnología y los conocimientos de la gente, por todo el mundo, para poner fin a la situación ultrajante que existe hoy en que, en medio de enormes riquezas y una abundancia general, existe una pobreza generalizada por todo el mundo, donde millones de niños mueren al año de inanición y enfermedades prevenibles, y las masas de la humanidad están mantenidas en condiciones de pobreza, ignorancia y miseria, avaladas por una violencia indecible y la destrucción resultante.

Está en la contradicción entre lo que es posible ahora, referente a emancipar y elevar a las masas de la humanidad, por un lado, y por el otro, las terribles condiciones que este sistema impone a esas masas, así como la amenaza muy real que representa para el futuro de la humanidad — está en esta contradicción que existe la base para hacer una revolución para derrocar y dejar atrás este sistema, y todos los sistemas y relaciones que tratan a los seres humanos como menos que humanos, como un mero medio para generar riqueza para otros y servir a otros. Y la moral que necesitamos es la moral que reconoce esta profunda contradicción y alienta e inspira la lucha para abolirla y avanzar más allá de ella por medio de la revolución comunista.

Esta es una moral que no se basa en nociones de algunos dioses supuestamente todopoderosos, pero de hecho inexistentes (u otros seres y fuerzas sobrenaturales imaginarios) sino en un método y enfoque científico de la realidad y en un entendimiento científicamente fundamentado de la necesidad, y la posibilidad, de tener esta revolución más radical y emancipadora.

 

 

 

 

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